BILLETES, POLÍTICA Y CULTO PERSONALISTA
Las representaciones visuales en los billetes entre Rosas, Roca y Perón
Hace unos días el Presidente electo Alberto Fernández afirmó que le gustaría que en los billetes vuelvan a estar los próceres y los grandes hombres y mujeres de la Argentina, lamentando que Evita, Sarmiento, Belgrano, San Martín y Rosas hayan desaparecido de los mismos. Sus palabras están en directa relación con una de las primeras medidas que tomó el gobierno de Macri, que fue reemplazarlos por animales autóctonos en peligro de extinción. Tanto la declaración de Fernández como la decisión de Macri exponen que la cuestión no se reduce a una abordaje meramente estético o iconográfico, sino que se inserta en las batallas por las imágenes representativas de la Nación.
Así lo había entendido el gobierno de Cristina Kirchner cuando, al cumplirse el 60 aniversario del fallecimiento de Eva Perón, puso en circulación un billete con su efigie, basada en un diseño realizado en 1952 y que nunca había sido emitido. Y que continuó unos meses después con el diseño de otro billete, denominado “Islas Malvinas, un amor soberano». Ambos billetes originaron controversias. Los primeros generaron algunas reacciones populares entre los antiperonistas que no los querían utilizar y los segundos produjeron quejas informales del Reino Unido.
¿Tan importante es el diseño de los billetes? Nadie duda del poder político de las imágenes. Desde la representación de las efigies de los emperadores en las monedas romanas, pasando por los debates bizantinos en la Iglesia para utilizarlas como herramientas de evangelización, hasta llegar a los Estados modernos que recurrieron a ellas para construir hegemonía simbólica, las imágenes se han convertido en un instrumento para el análisis político y cultural.
Las imágenes representadas en soportes efímeros como billetes, monedas y sellos postales por parte de los Estados se convirtieron, hace mas de un siglo, en documentos culturales gracias al aporte del historiador alemán Aby Warburg que las consideraba un arte oficial y una muestra de lo que para el Estado era digno de celebrarse y hacerse visible.
En ese sentido debemos interpretar las palabras del jefe de gabinete de Mauricio Macri, que se jactó de que los nuevos billetes puestos en circulación con imágenes de animales en extinción significaba mirar la vida y el futuro, dejando para la historia las imágenes del pasado y los héroes ya fallecidos.
Sin dudas, tanto la utilización de las imágenes de Eva Perón y las Islas Malvinas y su reemplazo por animales son resultado de distintas miradas políticas y culturales, de diferentes percepciones sobre la sociedad y la Nación, acerca del futuro y del pasado. Vamos a dar una vuelta por ahí.
Los billetes peronistas
Las imágenes en los billetes tiene una historia. A la que vamos a recurrir para exponer sus usos políticos y desmitificar uno de los argumentos mas difundidos por el sentido común. Durante años, la bibliografía antiperonista había construido la noción de la influencia estética del fascismo en el peronismo, especialmente en lo que hace a la utilización política de las imágenes como instrumento de exaltación personal. Hace unos años, un libro de Marcela Gené mostró cómo esta afirmación no solo era falaz, sino que existía una fuerte influencia iconográfica en la que se mezclan la iconografía socialista y religiosa de la época y el lugar asignado a las imágenes por el New Deal puesto en marcha por Roosevelt en los Estados Unidos, durante la década del ’30.
Adentrándonos en los billetes y los sellos postales, durante el primer peronismo (1946/55) se pusieron en circulación dos billetes que continuaban con las modificaciones que preveía una ley de 1942 que reemplazaba la imagen del progreso que había ilustrado los mismos durante 50 años.
El primero de ellos llevaba la imagen de la libertad diseñada por Oudiné y en el dorso una imagen de la Constitución Nacional con la cita: “Una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”, de indudable cuño peronista.
El segundo llevaba la imagen de la Justicia, sin las vendas que se le habían añadido después de la Revolución Francesa. Modificación iconográfica audaz que mostraba que esta debía ser capaz de ver las injusticias para poder actuar. En el dorso la versión original tenía a la Casa de Tucumán y, luego de 1947, se le insertaron dos fechas: 1816 y 1947 para conmemorar la declaración de la independencia económica que Perón había celebrado ese año.
Indudablemente los billetes llevaban un mensaje político explícito que remarcaba logros del peronismo. Pero no había alusiones personales. Recién luego del fallecimiento de Eva Perón en 1952 se decidió emitir un billete con su rostro, el que quedó en el olvido luego del golpe de 1955 y fue la base del actual billete de cien pesos.
Tampoco hubo alusiones al peronismo en las monedas y en los sellos postales. Sí hubo conmemoraciones a las obras realizadas por el peronismo, pero estas no incluyeron imágenes de Perón. Solo hubo un ensayo realizado por los diseñadores del correo, que propusieron que su efigie ilustrara una serie conmemorativa del Plan Quinquenal en 1951 pero que el gobierno desechó. Luego de la muerte de Eva Perón, respetando la tradición no escrita de no ilustrar con personas vivas los sellos postales, fue utilizada su imagen para ilustrar una serie de sellos postales que circularon hasta 1955 cuando fueron desmonetizados unas semanas después del golpe.
En síntesis, en lo que hace al uso de las imágenes de los líderes peronistas, tenemos solo a estos sellos postales y algunos ensayos que no fueron puestos en circulación.
Los billetes rosistas
Para comparar esta utilización política de las imágenes recurriremos al siglo XIX. Mucho se ha escrito sobre el liderazgo personalista de Rosas y mucho se lo ha asociado al de Perón. (Por algo los “libertadores” de 1955 llamaron al peronismo “segunda tiranía”.) Sin embargo, durante su gestión tampoco utilizó su imagen para ilustrar billetes y monedas de la provincia de Buenos Aires. Para los billetes fueron utilizadas imágenes de distintos animales representativos de la pampa (ñandú, vaca, caballo), alegorías femeninas e imágenes locales como el Cabildo y el Puerto de Buenos Aires. El tinte político de estas emisiones estaba en la leyenda que acompañaba: “Viva la Santa Federación. Mueran los salvajes unitarios”. Pese a la diferencia contextual, encontramos similitudes con el peronismo: se utilizaban leyendas políticas en los billetes pero no se representaba a los líderes políticos.
Pero sí hubo un caso en la provincia de La Rioja. El gobernador, aliado de Rosas, decidió emitir monedas de plata y oro con su efigie en 1836. Sin embargo, no llegaron a circular. Los documentos históricos muestran que Rosas le manifestó al gobernador en forma explícita su negativa a ser representado y le pidió que restableciera los símbolos clásicos de Unión y Libertad junto al escudo nacional, porque se trataba de una demostración que afectaba “a la causa nacional de la federación por el celo republicano de unos, la suspicacia de otros y las pérfidas sugestiones de los impíos unitarios”.
Un nuevo gobernador en 1842 volvió a grabar su imagen en monedas, pero ante la negativa de Rosas, unos meses después la ley fue abolida. No se conocen hoy más de 20 ejemplares de las mismas y por lo tanto se puede afirmar que su circulación fue casi nula.
En síntesis, contamos hasta aquí que tanto el peronismo como el rosismo, en distintos momentos, utilizaron los billetes como instrumentos de difusión de leyendas políticas alusivas más que como instrumentos de difusión de imágenes de culto personales.
Sin embargo, esta no fue siempre así.
Sin embargo, esta no fue siempre así.
Los billetes de la Generación del ’80
Derrotado Rosas y en medio del proceso de construcción del Estado, luego de 1853 los bancos provinciales (y posteriormente algunos privados) tenían la potestad de emitir billetes. Estos eran ilustrados con escudos nacionales, animales, alegorías femeninas y efigies de héroes de la independencia. (Es curioso que San Martín haya sido representado por primera vez en 1866 en un billete privado emitido por el Banco de Londres y Río de la Plata.)
Sin embargo, la primera sorpresa la encontramos en un billete de 1869 emitido por la provincia de Buenos Aires, ilustrado con la efigie de Dalmacio Vélez Sarsfield, el ministro del Interior del Presidente Sarmiento. Y en 1877 continúan estos homenajes a líderes políticos vivos cuando la provincia emite un billete en pesos fuertes con la imagen de Adolfo Alsina, ministro de Guerra y de Marina del Presidente Avellaneda. Ministros ejerciendo sus cargos e ilustrando billetes. Nadie se había animado a tanto.
Pero eso fue el principio. En 1883 se fundó el Banco Nacional y se emitió la primera serie de billetes de alcance nacional, llena de imágenes de héroes y patriotas como Rivadavia, Belgrano y San Martín, entre otros. Al parecer el Presidente Julio A. Roca no quiso dejar pasar la oportunidad y se incluyó entre ellos. En distintas emisiones se autorepresentó como civil y con la banda presidencial.
Sí, el Presidente de la Nación en los billetes. Un caso inédito.
Pero la cosa no quedó ahí. También incluyó en un billete al gobernador de Córdoba, su cuñado y candidato a sucederlo, Miguel Juárez Celman. Nada mejor para una campaña electoral que ilustrar un billete con el rostro del candidato oficial. Y agregó también en otro billete a su amigo emprendedor y colonizador, Manuel Ocampo. Don Julio era generoso con sus compadres.
Para no parecer egoísta incluyó en otros billetes (en este caso de pesos garantidos por el Banco de la Provincia de Buenos Aires) a sus antecesores en el cargo —Mitre, Sarmiento y Avellaneda— que todavía estaban vivos y haciendo política. El roquismo le abría la puerta a la apoteosis de la autorepresentación y del autohomenaje a toda la clase dirigente argentina, que se adueñaba así de la simbología de la patria.
Y estos ejemplos se repitieron en las emisiones de los bancos provinciales. En Entre Ríos se representó al gobernador Racedo y al senador Crespo, en Córdoba al gobernador Juárez Celman y en Tucumán al gobernador Quintero, todos en funciones en ese momento. La maquinaria del autohomenaje se reproducía en todo el país.
En 1888, ya con Juárez Celman como Presidente, una nueva serie de billetes fue emitida y volvieron a utilizarse las imágenes de Roca. También hizo su aparición un tal Wenceslao Pacheco, el ministro de Hacienda de ese momento, que dejaría un caos económico un par de años después.
Como podemos observar, el roquismo en el poder ejercitó el culto a la personalidad casi sin límites. Se incluyeron también en los sellos postales de la época rompiendo una tradición que imitaba a la estadounidense de no representar a personas vivas en los sellos postales. La idea original era representar valores republicanos y patrióticos no mediante alegorías (tradición francesa) sino encarnados en personas de carne y hueso ya fallecidas. Así, los sellos postales hasta 1889 habían representado a Rivadavia, San Martín, Belgrano y otros héroes.
Al roquismo eso no les importó mucho. A partir de ese año se emitieron estampillas con las imágenes de los ex Presidentes Roca, Mitre, Sarmiento y Avellaneda (los dos primeros aún eran líderes políticos vivos) y del Presidente Juárez Celman.
También serán retratados en tarjetas postales oficiales, herramienta que utilizará Roca especialmente durante su segundo mandato, en el que también homenajeará a un anciano Bartolomé Mitre.
Considerándose los dueños de la Argentina, se autohalagaron y homenajearon en billetes y estampillas, en un proceso que no tuvo similitudes en toda nuestra historia. Llegando al hecho más sorpresivo, que fue el de representar en un billete a un candidato presidencial oficialista, es decir, utilizar su imagen como herramienta de difusión política. Un hecho que solo podría compararse con la utilización de sobres de correspondencia en 1861 por parte del candidato republicano Abraham Lincoln en los Estados Unidos. Pese a que se trataban de sobres impresos de manera privada, el correo estatal permitió la circulación de dicha propaganda política en los mismos.
Algunas conclusiones
Como pudimos ver, el uso político de las imágenes políticas es casi contemporáneo a la existencia de la imagen y al desarrollo de las posibilidades técnicas de impresión, reproducción y difusión. No fue un patrimonio del peronismo supuestamente influido por el fascismo. Todos los partidos políticos, lideres políticos y gobiernos se valieron de ella. Rosas difundió su efigie en peinetones, Mitre a través de la vajilla, el rostro de Roca llegó a ilustrar cigarrillos y el de Yrigoyen hasta hojas de afeitar, además de ser el primero que utilizó una película de cine como herramienta electoral. En esta línea histórica, el peronismo utilizó las nuevas herramientas visuales y comunicacionales disponibles en la época.
Con respecto a los billetes, desde la restauración democrática el alfonsinismo también hizo su aporte convirtiendo a la emisión de la nueva moneda (el Austral) en una línea visual de la continuidad democrática (que casualmente devolvió a Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca y Juárez Celman a los billetes) acorde al contexto político de consolidación institucional que proponía. Menem también utilizó políticamente las imágenes al representar por primera vez a Rosas en los billetes y centrar la reforma monetaria de la convertibilidad en la imagen de Carlos Pellegrini, constructor de una moneda fuerte de finales del siglo XIX, de quien se consideraba su continuador.
El kirchnerismo no sólo diseñó nuevos billetes, como ya lo describimos, sino que también modificó los diseños de los billetes circulantes: en la serie “Tenemos Patria” incluyó en el dorso de los billetes de 5 y 10 pesos las imágenes de Artigas, Bolívar, O’Higgins y Juana Azurduy. En todos los casos, incluso en el del macrismo ilustrándolos con animales, el mensaje siempre es político y construye sentidos.
Sin embargo el mensaje político nunca fue tan explícito como durante el roquismo, que inauguró una tradición local que construyó un culto personalista y de exaltación de los liderazgos políticos al utilizar sus efigies en billetes y sellos postales como nadie lo hizo en la historia argentina. Recurriendo a herramientas oficiales estatales, transformaron sus rostros en la representación de la Nación y del Estado frente a sus propios ciudadanos y al resto del mundo.
Por eso, cuando leamos de la influencia de la tradición iconográfica fascista, el culto al personalismo y su relación con el peronismo, no debemos dejar de tener en cuenta que no sólo esta asociación es reduccionista y por lo tanto falaz, sino que en nuestro país se construyó una tradición de exaltación personalista mucho antes de que existiese el peronismo y a la que los liberales de este país hicieron un aporte imprescindible. Y fue a través de los billetes, un instrumento político imprescindible en la construcción de imaginarios nacionales hasta finales del siglo XX y campo simbólico en el que aún hoy, más de un siglo después, se siguen dando las batallas por la construcción de sentido.