domingo, 8 de diciembre de 2019

CAMBIOS EN UN MUNDO CONVULSIONADO Macri y su claque antiperonista preparan la desestabilización del nuevo gobierno


A escasos días del fin de la era Macri, una brisa trepidante de esperanza acaricia a un país devastado. Macri fue derrotado en las elecciones, pero cumplió su objetivo de sembrar el caos. Enfurecido, parece enredarse en la pelea por la conducción de Cambiemos y se ensaña con los dirigentes que abandonan este barco en el nuevo Congreso. Sus berrinches no deben engañarnos: el liderazgo de la oposición al nuevo gobierno seguramente se ejercerá desde el llano.
El gobierno de Macri ha concentrado el poder económico y destruido el Estado de Derecho con una intensidad inédita desde la caída del terrorismo de Estado. Se ha valido para ello de una mafia enquistada dentro de las instituciones democráticas. Este no es un fenómeno nuevo. Viene de lejos y se mueve al ritmo que le imponen las ráfagas del viento que, soplando del norte, arrasan con las instituciones democráticas en el mundo entero. Este entramado mafioso prepara ahora la desestabilización política del nuevo gobierno. Macri y sus seguidores rabiosamente antiperonistas cumplirán un rol en esta épica.


En vísperas de dejar el cargo, el Presidente milita su proyecto de borrar al populismo de la faz de la tierra zambulléndose en una nueva movilización callejera, para estampar su liderazgo de la oposición en el periodo que se inicia. Su proyecto es profundizar la grieta sembrando el odio y el miedo a “los de abajo”. La designación de la actual Ministra de Seguridad como Presidenta del PRO es algo más que un símbolo de lo que será la oposición macrista al nuevo gobierno. Patricia Bullrich está íntimamente identificada con la represión sangrienta y cuenta con la adhesión de las fuerzas de seguridad. La Gendarmería lo ha hecho explicito entregándole un sable como expresión de lealtad y afecto. No es un sable cualquiera, tiene grabado en su hoja los dichos de Bullrich, consagrando la impunidad de la institución para destruir la legalidad institucional y la vida de los ciudadanos.
El momento que vivimos, sin embargo, no está totalmente preñado de oscuridad. También parpadea la alegría de un cambio que se avecina. El nuevo gobierno ha prometido terminar con el hambre y la pobreza creando trabajo e inclusión social. Esto no es poca cosa. Implica un cambio en la relación de fuerza que nos llevó al atolladero actual. La enormidad de este cambio empieza a delinearse al iluminar las raíces estructurales de la crisis que nos carcome. A esto contribuyo esta semana la súbita irrupción de CFK en la escena política. Una CFK radioactiva, que a puro destello de coraje, lucidez y emoción levantó por un fugaz instante la bruma que invisibiliza a la mafia enquistada en las instituciones del país.
En su alegato en el juicio sobre el direccionamiento de la obra pública en Santa Cruz, CFK no declaró como acusada. Se transformó en la acusadora de una mafia integrada por los medios de comunicación más poderosos y sectores de los tres poderes del Estado, confabulados para desatar una campaña en su contra. Orquestada por la mesa judicial del Presidente Macri, esta campaña siguió un plan: “Había que condenar al gobierno de NK, había que traer de vuelta al FMI y para eso había que convencer de que el que les pagó, el que nos desendeudó, era un chorro. Por eso es que hoy estoy sentada acá” (ámbito.com 3 12 2019).
Durante más de tres horas CFK expuso exhaustivamente la articulación entre el poder mediático y el poder político y judicial con el objetivo de manipular a la opinión pública, “basándose en hechos falsos que no figuran en el expediente ni han sido probados” y “construir mediáticamente lo que los jueces no pueden comprobar jurídicamente” (ámbito.com 3 12 2019). Definió a esta operación como un ejemplo de lawfare, la estrategia elegida en el norte para provocar “golpes blandos” que, basados en el Poder Judicial y mediático, terminan desplazando a gobiernos populares en América Latina.




El alegato de CFK fue censurado y desvirtuado con tapas de diarios, titulares y zócalos mentirosos. También se lo vació de contenido y hasta se lo enmarcó dentro de una supuesta conspiración para desplazar a Alberto Fernández en el manejo del poder. Esta manipulación de la información persigue un objetivo claro y explícito: de ahora en más todo intento de reforma institucional para “despolitizar al sistema judicial… y sanearlo” será interpretada como un intento de “salvar a Cristina (…) producto del acuerdo por el cual resulto ungido Alberto a la Presidencia: liberar a la mujer y sus hijos de las amenazas de la Justicia en causas de corrupción” (clarín.com 4 12 2019). Así, súbitamente la amenaza adquiere carne y hueso: si se agitan las aguas de la reforma judicial, sonará el escarmiento del antiperonismo que votó a Macri.
CFK brilló por su “oratoria pulcra e irrefrenable” (clarín 4 12 2019) y por su capacidad “para construir rápidamente en ambas Cámaras un sistema de poder… como no tuvo nadie desde 1983” (clarín.com 4 12 2019). Al así hacerlo ha dado preeminencia en la distribución del poder político a un liderazgo basado en la representatividad de los miembros de su coalición política. Este es un mensaje de enorme significación: en los tiempos que vivimos, la transparencia y la capacidad representativa serán elementos centrales a la legitimidad política de los dirigentes. Si esto se cumple, el país habrá empezado a superar el clientelismo político que genera corrupción y reproduce a la mafia institucional.
Esto nos lleva al principal dilema del momento actual: cómo se construye y mantiene la legitimidad de un proyecto político que busca concretar la inclusión social y la soberanía nacional en un país con una economía destrozada y una estructura institucional corroída por una mafia, dispuesta a cualquier extremo con tal de mantener su control sobre los resortes del poder.


Crecimiento económico, conflictos y consenso social

La estructura de poder local constituye un nudo gordiano que desde hace décadas impide el crecimiento económico y la estabilidad política. Un reducido grupo de grandes empresas locales y extranjeras controla monopólicamente áreas de importancia clave para el conjunto de la economía y engendra creciente dependencia tecnológica y canibalismo social en torno a la apropiación de ingresos, excedente, rentas y riqueza acumulada. La conflictividad se multiplica tanto entre los pocos que tienen mucho como entre estos y el resto de la población, e impregna la economía a través de la inflación, la corrida cambiaria y la fuga de capitales. Estos son los lazos del nudo gordiano que por décadas han bloqueado el crecimiento económico y socavado la estabilidad política del país.
La dínamo de esta estructura de poder ha sido un desarrollo industrial liderado por ramas de actividad que, en términos relativos, han sido altamente intensivas en capital. Esto desembocó en una demanda de tecnología incorporada en bienes de capital que no pudo ser satisfecha con las divisas obtenidas por las exportaciones, en gran parte de origen agroindustrial. En las últimas décadas el enorme desarrollo del sector agropecuario liderado por agronegocios dominados por un puñado de grandes empresas transnacionales ha potenciado la demanda creciente de tecnología y la consiguiente crisis del sector externo. Estos cuellos de botella, conocidos como “restricción externa,” tienen su origen en una matriz productiva integrada a la producción global en eslabones de cadenas de valor dominadas por grandes empresas multinacionales con control monopólico de la tecnología. El rol de la industria automotriz en el desarrollo industrial argentino de las últimas décadas expone las limitaciones de este modelo de crecimiento y la necesidad de repensar su futuro en la actual coyuntura.
Esta matriz productiva ha tenido otro correlato explosivo: un mercado de trabajo altamente segmentado, restrictivo e incapaz de satisfacer las demandas de empleo de la población. Todos estos problemas se han agudizado en los últimos años por la creciente integración del país al sistema financiero internacional y la preeminencia de la especulación financiera y el endeudamiento externo. En otras notas hemos visto como el plan de ajuste del FMI ha agudizado estos rasgos de la economía argentina y precipitado una brutal recesión que no encuentra piso, con el consiguiente impacto sobre la capacidad ociosa de las empresas, la caída del empleo, los salarios y el consumo, la desaparición de pymes y el crecimiento de la concentración del capital. La síntesis de estos procesos se encarna en amplios sectores de la población que han caído en la pobreza, el hambre y la indigencia. Estos flagelos afectan especialmente a los niños y a la juventud e hipotecan el futuro de generaciones.




EL FdT ha ganado las últimas elecciones proponiendo un proyecto de inclusión social y ha convocado a un Acuerdo Social para concretarlo. Los lazos del nudo gordiano constituyen el talón de Aquiles de este Acuerdo. En el pasado, todos los intentos de doblegar la inflación con un Pacto o Acuerdo de Precios han fracasado ante la incapacidad de los gobiernos de turno de limitar los poderes monopólicos, aplicando las leyes vigentes y controlando su efectividad. El FdT enfrenta este dilema en circunstancias económicas y políticas muy precarias y decisivas para la vigencia de la democracia. Necesitará utilizar leyes (algunas importantes están vigentes) y controlar su aplicación efectiva para corregir las causas del hambre y la inflación. Esto provocará resistencia de los poderes monopólicos, que habrá que superar con nuevas formas de control de precios
En última instancia estos procesos llevarán a desarticular los lazos del nudo gordiano impulsando cambios en la matriz productiva. Estos cambios no se hacen de un día para el otro, requieren de un arduo proceso de conciliación de intereses y elaboración de consensos entre los actores involucrados en las políticas que serán aplicadas. Esta búsqueda de consenso no puede quedar limitada a la conformación de un Consejo Asesor o entes similares. Requiere también de algo más básico, enraizado en la población: la creación de espacios de articulación de intereses, de abajo hacia arriba, y en todas las instancias de la vida social desde las cadenas de valor, a los barrios y los municipios en todo el país.


Un mundo cada vez más convulsionado

Trump impuso recientemente aranceles a la importación de acero argentino y brasileño en represalia, según él, por la devaluación de las respectivas monedas. En el mismo twitt convocó a la Reserva Federal a bajar las tasas de interés y a sancionar a los países que devalúan sus monedas en relación al dólar (zerohedge.com 2 12 2019). Esta acción inesperada iluminó por un instante el nivel de complejidad de la actual coyuntura internacional y los límites que impone al crecimiento futuro del país, en base a la expansión de las exportaciones argentinas. También muestra la dificultad de generar los dólares que se necesitan para enfrentar los vencimientos de la deuda externa en un contexto de guerra comercial y de monedas que parece profundizarse diariamente.
En efecto, la guerra comercial ha cobrado ímpetu con las recientes amenazas norteamericanas de imponer tarifas a las importaciones de países europeos. En este sentido se destaca la de imponer aranceles del 100% sobre importaciones de Francia, en represalia por los gravámenes impuestos por el gobierno francés a los ingresos de corporaciones tecnológicas norteamericanas: entre ellas Google, Facebook y Apple y Amazon (zerohedge.com 2 12 2019).
Paralelamente, la guerra comercial entre China y Estados Unidos se prolonga en el tiempo sin visos de solución a corto plazo. La misma es algo más que una guerra de aranceles. Detrás de ella se esconde una guerra financiera desatada por la estrategia norteamericana de contener la expansión económica, tecnológica y geopolítica de China. En este contexto, las violentas protestas han provocado grandes estragos económicos y financieros en Hong Kong, cuya moneda está atada al dólar norteamericano. La reciente aprobación de una ley en Estados Unidos que determina, entre otras cosas, la revisión anual del status comercial de Hong Kong de acuerdo al grado de autonomía que la ciudad ostenta en relación a China, ha provocado la violenta reacción del gobierno chino ante la intromisión de los Estados Unidos en sus asuntos internos (zerohedge.com 28 11 2019). La legislación y el aumento de las violentas protestas, en las que se ha probado la intervención de la Embajada norteamericana (zerohedge.com 8 8 2019; nytimes.com 5 10 2019), acrecientan la posibilidad de militarización del conflicto y agudizan la inestabilidad financiera de Hong Kong, asolada por la fuga de capitales y con una importancia crucial para los flujos de dólares en el sistema financiero chino y el acceso de los bancos chinos al sistema financiero internacional. Todo esto ha convertido a Hong Kong en uno de los puntos más calientes del enfrentamiento entre Estados Unidos y China y en un posible detonante de la crisis financiera internacional.
Por otra parte se acrecientan las amenazas norteamericanas de bloqueo al acceso de ciertos países al sistema Swift de transacciones financieras. El jueves el Primer Ministro ruso hizo saber al gobierno norteamericano que cualquier restricción de Rusia al sistema Swift será considerada inaceptable y motivará una respuesta que tendrá la fuerza de una “opción nuclear”. Según el Primer Ministro, Rusia jamás aceptará sanciones que le impidan el acceso a 11.000 bancos y entidades financieras en más de 200 países (zerohedge.com5 12 2019). Estas presiones norteamericanas se han incrementado en paralelo con el desarrollo del Instex, un sistema de transacciones entre países, destinado a facilitar las exportaciones de petróleo iraní por fuera del sistema Swift. El sistema montado por Francia, Inglaterra y Alemania nuclea a varios países, incluidos otros seis europeos acoplados recientemente (rferl.org 1 12 2019). Así, contrariamente a lo buscado por las sanciones financieras norteamericanas, estas acrecientan el embate al rol del dólar como moneda de reserva internacional y aumentan la posibilidad de militarización de los conflictos mundiales.


Un mundo amenazado por el estancamiento de la producción y el comercio global con síntomas de inminente recesión en los países centrales y con un frágil sistema financiero internacional, nos obliga a mirar las opciones existentes para impulsar el crecimiento y salir del callejón sin salida al que nos ha arrojado el ajuste de Macri y el FMI

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