Luchas de ayer y de hoy
Al principio, las referencias en los textos eran biográficas, luego se agregó la reivindicación de la militancia. Menciones sobre los indultos, juicios y la crisis del 2001.
El movimiento de Derechos Humanos ha encontrado distintas formas de mantener viva la memoria. Las iniciativas que ha impulsado son diversas y todavía hoy siguen apareciendo nuevas propuestas. Los recordatorios publicados por PáginaI12 desde 1988 son una de las formas más emblemáticas que ha asumido la lucha por la memoria en nuestro país. A lo largo de los años, los familiares, amigxs y compañerxs de militancia que los publican se han ido apropiando del espacio y ensayando diferentes variaciones de contenidos y formas.
Prácticamente la totalidad de los recordatorios incluyen, generalmente como encabezado, el nombre y la fecha de desaparición o asesinato de la persona que homenajean. Algunos consignan más información sobre el hecho como el lugar de detención, las personas o las fuerzas represivas implicadas en el secuestro, los centros clandestinos de detención donde fueron vistos. Pero también es muy común que hagan referencia a otros datos de la biografía de la persona desaparecida: una breve reseña de su vida en la que se resaltan algunos aspectos específicos como su lugar de estudio, su espacio de trabajo, características de su personalidad, su condición de hijo, hermano, tío, madre o padre.
Ana Paoletti, trabajadora de PáginaI12, comenta una transformación interesante que se dio en la información biográfica que se incluye. Indica que en los primeros años “no había una reivindicación de la militancia, era más general, decían algo así como “querían cambiar el mundo”, “lucharon por un mundo diferente”“. Posteriormente, comenzaron a aparecer menciones explícitas de sus militancias: “con los años empezaron a asumir la militancia de su hijo o de su padre o de su hermano, entonces los reivindican como militantes políticos con su identidad polìtica”. Un histórico del diario, Carlos González o “Gandhi”, describe este cambio como un paso de un plano más personal y afectivo a una reivindicación de su lucha, aunque es cierto que muchos de los textos combinan ambos registros.
En el prólogo del libro Poesía Diaria. Porque el silencio es mortal firmado por Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, las madres refieren a los recordatorios como “el testimonio de la vida y la militancia de nuestros hijos”. Se refieren al rol de estas publicaciones marcando que “se encargan de “decirle” a la sociedad que “ellos son y están”, todos tienen nombre y apellido”. Y agregan: “y los unimos a la exigencia de ‘Juicio y Castigo’”. Así, las referencias biográficas sobre los desaparecidos, destinadas a contar y homenajear sus historias de vida y su militancia, se unen al reclamo de verdad y justicia. El recuerdo de la lucha de los desaparecidos en el pasado se une a la lucha de sus familiares en el presente.
Virginia Giannoni, quien realizó una muestra en el Centro Cultural San Martín de una selección de recordatorios en el año 2005 —muestra a partir de la cual se conforma el libro prologado por Madres— resume desde otra perspectiva cómo se da esta transición en el contenido. Al referirse a los cambios que pudo percibir mientras realizaba el trabajo de curaduría para la muestra, sostiene que “al principio eran más angustiosos, eran más de duelo y después empezó a cambiar, se hicieron más de lucha y también apareció esto de: ‘Te encuentro en las luchas de hoy’”. Lo cierto es que esta conexión se hace presente en algunos de los primeros recordatorios, incluso desde 1988. El recordatorio dedicado a Patricia Dixon, publicado el 6 de septiembre, sólo dos semanas después del primero que apareció, finaliza diciendo: “Igual que vos lo hacías, nosotros exigimos justicia”. Esta idea de la relación entre las luchas de ayer y de hoy atraviesa la historia de los recordatorios, apareciendo desde los primeros hasta la actualidad.
Producto y parte de la lucha de los familiares y organismos, los recordatorios acompañan y dejan testimonio del devenir del proceso de verdad y justicia. Nacidos en tiempos de impunidad, los recordatorios contemporáneos a esa etapa permanentemente exigen la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y, a partir del momento mismo en que son decretados, rechazan los indultos. En 1991, la abuela fundadora Clara Jurado de Roggerone publica un recordatorio en el que se dirige a su hijo Carlos María y se pregunta: “¿Podemos seguir creyendo en la justicia?” y responde: “Yo no lo sé. Si sé que como país, como pueblo, no podemos aceptar el infame indulto a los asesinos de nuestros hijos y expropiadores de nuestros nietos. (…) Por eso, por el resto de mi vida, junto a tantos otros, y hasta el último aliento, seguiré reclamando día tras día”. La denuncia de la impunidad suele estar acompañada por la afirmación de lo inclaudicable de la lucha, como una forma de sostener que la búsqueda de justicia no se termina hasta encontrarla.
Hacia finales de la década del noventa, vemos aparecer menciones que celebran las distintas iniciativas judiciales como los Juicios por la Verdad o los procesos llevados a cabo en el exterior. Así, por ejemplo, el recordatorio de José Nicasio Fernández Álvarez publicado el 11 de noviembre de 1997, reza hacia el final: “¡Apoyamos al juez Garzón, en el juicio que está llevando a cabo contra LA IMPUNIDAD!”. En muchos casos, el reclamo por justicia y la reivindicación de la lucha de los desaparecidos se entremezclan con otros aspectos del contexto en el que se publica. En este sentido, Gandhi señala que “se fue incorporando mucho la actualidad del momento”.
Hacia el 2001 y 2002, la crisis económica, política y social en la que estaba sumido el país es referida constantemente por los recordatorios, muchas veces relacionada con la impunidad. El texto dedicado a Ana María Woichejosky en 2001 identifica a los responsables de la crisis con los responsables de la impunidad, a la vez que marca la relación entre las políticas económicas de la dictadura y las del presente: “hace 25 años te secuestraba un comando de las ‘fuerzas conjuntas’, que fueron perdonados e indultados por los mismos que continúan aplicando el plan de expoliación de nuestro pueblo, ese que hace que un niño muera cada 45 minutos, ese que no ha dejado conquista obrera en pie, el que aleja al pueblo cada día más de sus representantes”.
Casi un año después, el 29 de agosto de 2002, el recordatorio de Fernando Hallgarten relaciona la situación vivida en ese momento con los crímenes de la dictadura: “Porque la justicia no cumplida es justicia desaparecida. Porque cada desocupado es un desaparecido. Porque cada jubilado es un desaparecido. Porque cada niño hambriento es un desaparecido. Porque cada hospital sin presupuesto es un desaparecido. Porque la educación sin presupuesto es desaparecida”. Ana Paoletti también resalta esta característica y sostiene que “empezó a convertirse en un espacio de reclamo”, “vos ves un recordatorio, y en base a la consigna que tenga, te das cuenta en qué época fue publicado”.
El 25 de agosto de 2003, a solo cuatro días de que el Senado hiciera ley la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, Estela de Carlotto se dirige a su hija Laura en el texto de su recordatorio para informarle que “Un viento de esperanza despierta en nuestra tierra para dar paso a tus ideales. Un nuevo sol alumbra a los que sobrevivieron para no olvidar las palabras VERDAD y JUSTICIA”. Estela, al evocar cómo fue su experiencia publicando, explica que cada año cambia el texto: “estos recordatorios los fui haciendo año tras año, todos los años con un mensaje distinto, siempre acorde a la situación de nuestro país”.
Con la anulación de las leyes y el comienzo de los juicios, los recordatorios se van a llenar de referencias a los procesos de justicia, de formas muy variadas. Algunos incorporan información sobre los responsables, quiénes fueron condenados y a quiénes falta aún juzgar. Los familiares de Ernesto Eduardo Berner, secuestrado en enero de 1977, expresan su experiencia en el recordatorio publicado en el 2014: “Compartimos este recordatorio como todos los años, pero nunca es igual. Tu presencia se agranda, este año con la satisfacción de haber declarado en la Causa ESMA”. Un año antes, Aníbal y Mirta, amigos de Adrián Claudio Bogliano y Susana Leiva de Bogliano publican un texto en el que aparecen las sensaciones suscitadas por los juicios y la mención, también muy común, al trabajo del Equipo de Antropología Forense y la identificación de los restos. “(…) en este agosto número ‘36’ desde la trágica noche de la desaparición de ustedes… y número ‘3’ desde que, gracias al trabajo del EAAF para los “Juicios por la verdad y la memoria”, nos entregaron los restos de sus cuerpos… en este agosto nos retroalimentamos en fuerzas y esperanzas de encontrar a los culpables… porque este año asistiremos al “juicio” por ustedes, en el que LAURITA y VERÓNICA, sus hijas amadas, serán las querellantes ante la misma justicia (…)”.
Con la reapertura de los juicios van a ir a emergiendo nuevas reivindicaciones. Se mantiene el pedido de “juicio y castigo” —que se amplía a veces a los cómplices civiles— y aparece la necesidad de “cárcel común” ante las concesiones de prisión domiciliaria para algunos de los condenados.
Es interesante, en este sentido, el pedido que en 2013 realizan los familiares de Juan Carlos Arroyo en cuyo recordatorio exigen, entre otras cosas, “que los crímenes contra la integridad sexual sean considerados como crímenes de lesa humanidad”. En los recordatorios se hará sentir con fuerza la conmoción generada por la desaparición del testigo Jorge Julio López en septiembre de 2006. Las primeras menciones exigiendo su aparición con vida son de los primeros días de noviembre de ese mismo año. En el 2017, a partir de la desaparición de Santiago Maldonado, se volverá a ver el nombre de una víctima de la democracia acompañando el nombre de desaparecidos en dictadura. Ese mismo año, unos meses antes, los recordatorios se llenaron de pronunciamientos en contra del fallo de la Corte Suprema que habilitaba la aplicación del 2x1 en las penas de los genocidas condenados. Nuevamente, el masivo rechazo que suscitó entre los organismos de Derechos Humanos -así como en la sociedad en su conjunto- se vio plasmado en los textos de los recordatorios, provocando una catarata de publicaciones. Este hecho reforzó una línea que ya venía teniendo presencia dentro de los recordatorios basada en la crítica a las políticas en materia de Derechos Humanos del nuevo gobierno y haciendo alusión al discurso negacionista proclamado por algunos funcionarios. Indudablemente, el conjunto de los recordatorios y el devenir de sus contenidos en el transcurso del tiempo constituyen un singular testimonio de la historia reciente de nuestro país, principalmente en lo relativo al proceso de memoria, verdad y justicia, pero también al contexto político y económico social en general. En algunos casos, también, pueden reconstituir historias familiares. Son muchas las familias que incluyen en el texto, generalmente dirigido a modo de carta a la persona que se quiere recordar, novedades de la familia, como el nacimiento de nuevos miembros o la partida de los más grandes que “van a su encuentro”.
Gandhi advierte que no todo en los recordatorios son reivindicaciones políticas: “hay poesías propias de los familiares o tomaban poesías de poetas más conocidos y se ha plasmado en los recordatorios. Así que tienen arte y poesía por todos lados”.
A través de esta combinación en la que la poesía y la literatura se vuelven parte de la lucha y los reclamos y consignas de siempre se resignifican y se vuelven poesía, el espacio de los recordatorios con sus distintas formas y expresiones se fue transformando en una herramienta icónica de los familiares y organismos de Derechos Humanos en Argentina. La entrañable Pepa Noia, madre de Plaza de Mayo, dijo en la inauguración de la muestra montada por Giannoni refiriendo a los recordatorios allí mostrados, “eso es resistencia”. Porque, como nos han enseñado los organismos de derechos humanos, recordar es resistir.
La investigación completa se encuentra en www.recordatorios.com.ar