lunes, 3 de abril de 2017

03 de abril de 2017 | El país OPINIÓN Las marchas y la grieta

Muchísima gente en la marcha macrista de este sábado. Guste o no, deprima o no, fue el hecho nacional de esta semana. En el mundo, en cambio, conmovió más la muerte del gran poeta ruso Yevgueni Yevtushenko, aquí casi ignorada.
Fue una gran manifestación antiperonista, realizada en día feriado para subrayar que los marchantes eran “gente de trabajo” y no vagos acarreados en micros a cambio de choripanes y 500 pesos, según la delirante suposición del Sr. González Fraga. 
Convocados y alentados disimuladamente por el Gobierno, e incentivados por la telebasura que durante horas no se ocupó de otra cosa, la insistencia en que el Gobierno no tenía nada que ver fue la prueba perfecta de lo contrario. El macrismo se maneja con astucia en las redes sociales, que domina, pero en cuestiones territoriales se les ve siempre la costura, como cuando llevan a Macri a barrios, bondis o centros de jubilados previamente montados para parecer “naturales”. 
Para esta marcha, nueva e inteligentemente se apropiaron de un sentimiento caro y fuerte: “Por la democracia”. Y aunque no fue tan masiva como las cinco manifestaciones populares de marzo, corresponde reconocerla aunque lo multitudinario se redujo a la otrora llamada Capital Federal, donde la Policía de la Ciudad calculó que llegaron unas 25 mil personas para hacer, por fin, una Plaza de Mayo incontaminada de peronistas, gronchos e inmigrantes, libre de Kas, Abuelas, Madres y populistas, exenta de zurdos y villeros.
En el interior del país, en cambio, sólo hubo algunos miles en Córdoba y algunos centenares en una docena de ciudades. Pero, como fuere, el impacto fue grande y superó lo que muchos esperaban. Pocos jóvenes y mayoritariamente up 50-60, es cierto, y el grueso de ellos de clase media y media alta. Pero muchos. Y fue por eso, por número y composición, una manifestación importante que merece atención y análisis. Necio es negarlo. Y sobre todo porque fue el perfecto indicador del estado de la grieta que enferma a nuestra sociedad. 
Y éste es el punto. Porque es verdad que lo que se entiende por grieta –como quiebre o abismo que separa clases sociales– siempre hubo y va a haber, en la Argentina y en todo el mundo. Pero lo que aquí y ahora se propagandiza como “la” grieta es el producto de la fenomenal canallada que inventaron, impusieron y fomentan con ferocidad los medios dominantes. A eso aludía esta columna la semana pasada: al invento perverso que instalaron para dividir y polarizar a la sociedad, utilizándola para su propaganda electoral, y que siguen usando para dibujar una realidad que no existe mientras niegan y deforman la realidad evidente. Y para incendiar ánimos, cultivar incautos, engordar resentimientos y joder la pobre inocencia de la gente. 
Es curioso, además, que odien tanto a Venezuela aunque hacen todo lo posible para igualarse en la actual desdicha de ese país hermano. Responden a marchas populares con marchas burguesas y un obsesivo odio de clases; al resentimiento social con el resentimiento de ricos, que es peor. Y fingen ignorar la objetivamente ilegal e infame cárcel a Milagro Sala.
Todos perdemos con la grieta. No elecciones solamente; también afectos, amistades, confianzas históricas con quienes simplemente piensan distinto. A muchos nos dolió y nos duele que en estos años parientes, amigos, colegas, compañeros de trabajo o de la vida, estén tan inflamados de odio, ese sentimiento despreciable y indignificante, y enojados sin saber por qué ni quién ni cómo los indujo a odiar.
La grieta no fue, no es y nunca será más que una tramoya, un engaño. Ni siquiera un espejismo, que, como las ilusiones, al menos sirven para imaginar nobles fantasías. La grieta mediática que inventaron algunos periodistas y fogonean redacciones y canales muestra la peor cara de la democracia degradada que hoy rige este país atormentado.
La siguen fomentando, ahora con el negacionismo, y siempre con frivolidades como bailes machistas y viejas señoras que comen banquetes a la vista de un país con 14 millones de pobres e indigentes. La grieta la profundizan hablando de nada mientras Clarín y La Nación se ocupan de estupideces como las ropas de la primera dama en Holanda para proteger a su Gobierno títere silenciando negociados con los bienes públicos mientras se destruyen la Educación, el Trabajo, la Producción y la Seguridad Social.
Y todo con la insólita, vergonzosa complicidad de un partido centenario que supo ser intérprete de sentimientos nacionales y populares. Hoy degradado hasta lo inconcebible, el radicalismo en licuación macrista no interpreta el sentimiento de miles de radicales. Pocos son los que reaccionan, como ahora Ricardo Alfonsín, quien parece decidido a tomar distancia de los bandidos del Grupo de Tareas, Negocios y Negacionismo.
Intoxicados de un revanchismo antiperonista que no se veía desde los fusilamientos y los bombardeos aéreos a Plaza de Mayo hace 60 años, polarizan y agrandan la grieta al ritmo que les marca Durán Barba y que repiten los mentimedios. “O amigo o enemigo” es la consigna. Y enemigo declaran a todo aquel que, aunque decente, consideran corrupto porque apoya a los “que se robaron todo”. Estupidez vacía con la que exculpan el robo sistemático que practican familiares, amigos y parientes de este Gobierno protegido por un hato de jueces y fiscales y los grandes mentimedios.
Las lindas piernas y la sonrisa angelical de la gobernadora María Eugenia Vidal frente al porte panzón y barbudo del morochazo Roberto Baradel simbolizan, hoy, las dos fracciones en que desdichadamente han logrado partir a este país que durante 200 años luchó por ser una nación integrada e integradora gracias a más de 10 millones de inmigrantes llegados de todo el mundo, y en las últimas décadas mayoritariamente de Nuestra América. 
Romper sistemáticamente esa tradición y ese logro es, por lo menos, miserable.

03 de abril de 2017 | El país EL CANDIDATO OFICIALISTA LENÍN MORENO LE GANÓ EL BALLOTTAGE AL BANQUERO GUILLERMO LASSO

PáginaI12 En Ecuador
Desde Quito
Lenín Moreno, de la oficialista Alianza PAIS, será el nuevo presidente de Ecuador tras triunfar con el 51% de los votos en el ballotage de ayer. Su oponente, el derechista Guillermo Lasso de la Alianza Creo-Suma, obtuvo el 49%. “Estoy muy emocionado. Hay una explosión de emociones dentro de mi corazón. Al final de mi mandato quiero poder decir que se erradicó la desnutrición infantil, la pobreza extrema, la corrupción y la falta de emprendimiento juvenil”, expresó ante una marea vestida de verde -color característico del partido de gobierno- en las afueras de la sede central de PAIS, en la emblemática Avenida de los Shyris. Lasso no reconoció el resultado, dijo que los delegados de su alianza van a presentar las objeciones al Consejo Nacional Electoral (CNE) en todo el país y llamó a sus seguidores a salir a protestar.  “No podemos permitir un fraude”, sostuvo.
El futuro mandatario, vicepresidente de Rafael Correa entre 2007 y 2013, aseguró que convocará a “todos para trabajar por el país” y agradeció al presidente, Rafael Correa: “Gracias Rafael por haber sido el líder con el cual el pueblo ecuatoriano recuperó su confianza, su orgullo nacional. Antes creíamos que éramos el peor país del mundo. No era cierto, aquí está la prueba. Somos un pueblo de vida, de esperanza. El pasado no va más”.
Luego de retrocesos de los gobiernos progresistas de la región, entre los que se destacan la derrota del Frente para la Victoria en Argentina, el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff en Brasil y las victorias opositoras en Venezuela –elecciones a la Asamblea Nacional en 2015– y Bolivia –referéndum de 2016–, Ecuador se convirtió en una suerte de excepción a la regla que venía teniendo lugar. “En un momento en el cual el neoliberalismo está hablando de fin de ciclo de los procesos progresistas, la victoria de PAIS representa un golpe fuerte para esa tendencia”, afirmó Alejandro Fierro, licenciado en ciencias de la información por la Universidad Pontificia de Salamanca e investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).
Fierro sostuvo que el balance de los últimos diez años fue decisivo en el resultado y agregó que el triunfo se puede explicar en base a otros tres ejes: “La gente reconoció que, con sus luces, sombras y contradicciones el país avanzó no solo en números macroeconómicos, sino en la economía cotidiana. La gente vio que vivía mejor, que tenía mayores ingresos y prestaciones sociales. En segundo lugar, quedó demostrado que tienen memoria, saben lo que es la propuesta neoliberal y sus efectos devastadores. Por último, la figura de Lasso estará siempre ligada al Feriado Bancario y a las épocas más oscuras del Ecuador contemporáneo”. 
El candidato opositor, derrotado también en las presidenciales de 2013 por el actual presidente, tuvo una participación preponderante en la “larga y triste noche neoliberal”, como denomina el gobierno a la década de los noventa y principio de los 2000: Mientras la inmensa mayoría de los ciudadanos perdían todos sus ahorros en la crisis del Feriado Bancario de 1999, él, presidente del Banco de Guayaquil, aumentaba de manera notable sus ganancias. Además, fue superministro de Economía en el mismo año y ocupó otros cargos públicos en los noventa y 2000. 
No bien finalizaron los comicios, a las 17 de Ecuador (19 de Argentina), solo dos de las doce empresas encuestadoras habilitadas por el Consejo Nacional Electoral publicaron sus sondeos. Perfiles de Opinión pronosticó una victoria de Moreno por 4 puntos, pero Cedatos dio vencedor a Lasso con una diferencia de 5 puntos. Ambos candidatos se proclamaron ganadores, aunque solo el presidente electo fue más prudente.
 “Hemos ganado, ha ganado todo el Ecuador. Hoy nació un nuevo país”, declaró, eufórico, Lasso en el Hotel Hilton de Quito al tiempo que sus militantes exclamaban “¡fuera, Correa, fuera!” y “¡Libertad, libertad, libertad!”. Por el otro lado, Moreno aseveró que, en base a los datos que relevaron, el próximo presidente sería él, pero llamó a esperar los resultados oficiales con calma.
Las incendiarias declaraciones por parte de los dirigentes de la oposición durante las dos semanas previas en las que habían llamado a desconocer los resultados si ellos no obtenían la victoria y el abierto llamado a movilizarse ante las inmediaciones del Consejo Nacional Electoral (CNE), surgieron efecto. Miles de opositores continuaban manifestándose ante el CNE al cierre de esta edición, pero la protesta parecería no tener, al momento, graves consecuencias. 
Las organizaciones observadoras internacionales, entre las que se encuentran la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión de Naciones del Sur (Unasur), no observaron irregularidades, al igual que en la primera vuelta del 19 de febrero.
La elección se desarrolló con normalidad y, debido al buen clima, los parques y plazas más grandes fueron colmadas por familias y jóvenes que se acercaron a practicar deportes. Al igual que el centro histórico de la ciudad, donde se encuentra el Palacio de Carondelet, sede de gobierno, la alcaldía de Quito y la Basílica del Voto Nacional, entre otros lugares.
A pocas cuadras del centro histórico, al salir del imponente colegio La Salle, Mabel Cebaro, de 45 años, admitió que estaba indecisa, pero decidió optar a último momento por el oficialismo: “Este gobierno trajo estabilidad. No quiero que se vuelva hacia atrás con un presidente nuevo cada uno o dos años. Lenín no me convence, pero creo que tiene experiencia y que un gobierno de Lasso sería peor”. 
Cerca de la Asamblea Nacional, Juan Rivadeneira, de 30 años y acompañado de su pequeña hija, expresó: “Necesitamos un cambio, ya basta de correísmo. El primer gobierno fue bueno, pero luego comenzaron los problemas. Demasiados casos de corrupción, el vicepresidente Glas no puede hacerse el distraído, todos se dieron en su área. Desaprovecharon la oportunidad, ya se tienen que ir”.
En el vasto parque La Carolina, ubicado en el Centro-Norte de la capital, el soleado día, inhabitual en esta época, permitió que cientos se juntasen a practicar deportes. El joven Sebastián Alfonso, luego de jugar al fútbol con sus amigos, afirmó que votó por Moreno y recordó el pasado del candidato opositor: “La crisis de 1999 fue catastrófica y Lasso fue uno de los responsables. Fue funcionario y banquero. Cientos de miles de familias sufrieron mucho, perdieron todo lo que tenían al tiempo que él y unos pocos se enriquecían. No todo está bien, claro, pero estamos mucho mejor. Incluso los empresarios también, pero se enfadan porque tienen que pagar más impuestos ahora”. Su amigo Agustín asentía, mientras que Gabriel sonreía. “Votó por Lasso”, explicaron, entre risas.
Al sur de Quito, bastión histórico de Alianza PAIS, Mabel Gómez, de 54 años, también eligió a Moreno y expuso su parecer: “Soy trabajadora de limpieza. Antes de este gobierno no tenía seguridad social y me pagaban muy poco. Ahora estamos mucho mejor, tengo un sueldo digno y mis empleadores están obligados a afiliarme a la seguridad social”. 
La multitud que se congregó en la sede de PAIS continuaba festejando y celebraría hasta la madrugada.
“El Ministerio de Educación eliminó palabras como derecho e inclusión”Gustavo Galli y Gabriel Brener
Juntos compilaron un libro que busca desnaturalizar los lugares comunes del discurso neoliberal imperante. Que una educación de calidad es para pocos, que la meritocracia nada tiene que ver con la desigualdad, que las responsabilidades son de los sujetos y no de las políticas. El trabajo da cuenta de que “no se está construyendo sobre lo construido como es el discurso que este gobierno manifiesta, sino que se están vaciando las políticas”.

03 de abril de 2017 | Contratapa Mi tía Ana Frank

El ministro de Educación escribió un galimatías sobre Ana Frank y ahora calla. Si hay miseria, en este caso intelectual o política, que no se note.
Pero se nota. Para los Granovsky, Ana Frank es como de la familia. Mi tío Gregorio Lerner, casado con una hermana de mi papá, fue el editor de su diario íntimo en la Argentina. La idea se le ocurrió en 1951, solo seis años después del final de la Segunda Guerra Mundial y de que Ana enfermara y muriese de tifus en el campo de concentración de Bergen Belsen.
En los años 50 los libros aún se imprimían como en tiempos de Guttenberg. Una linotipo esculpía cada letra en barras de plomo. Las barras formaban planchas y las planchas entintadas se convertían en páginas tras el contacto con el papel. Antes de la versión final dos correctores se sentaban frente a frente, con un juego de originales cada uno. Se alternaban para leer el texto marcando incluso puntos y comas. Uno leía como si fuera un rezo. Otro marcaba los errores. Los originales se llamaban galeras. Mis viejos, Eva y Súlim, se pagaban la carrera de Medicina corrigiendo galeras para mi tío. Experto en teatro yddish, cultísimo, divertido, gran cocinero de gefilte fish, el tío Gregorio era un personaje maravilloso que amaba todas las palabras pero consideraba que dos eran solamente propiedad suya: “Sí” y “No”. ¿Cómo alguien podría llevarle la contra si su voluntad era la encarnación del humanismo universal? Mis viejos se casaron el 22 de febrero de 1952. Cuando le pidieron plata para la luna de miel en Córdoba, el tío no les contestó con un sí. Les dio trabajo. Con bronca, recuerdan todavía hoy, Eva y Súlim cargaron las galeras en la valija para corregirlas en su luna de miel. Eran los originales del Diario de Ana Frank. La bronca, recuerdan también, se les fue al leer el texto, que mi tío imprimió muy pronto para su editorial Hemisferio con un título hermoso: Cartas a mi muñeca. 
En 1961 mi viejo hizo un viaje de trabajo a Berlín. Cuenta que ni comió para traernos regalos, y debe ser cierto porque no teníamos un mango. A mí me trajo un tren eléctrico Trix Express. Paula, mi hermana, se ligó una muñeca de porcelana. Vino cargado de relatos. Por supuesto que viajó hasta Amsterdam para visitar la casa donde estuvo escondida Ana Frank. Siempre cuenta que desde la ventana se veía el mismo paisaje, la misma construcción que había llamado la atención de la adolescente que quería ser escritora. 
El miércoles propuse en “Te quiero”, el programa de la 750, que le hiciéramos un reportaje a mi viejo sobre Bullrich, que en la casa de Amsterdam escribió exactamente ésto sobre Ana Frank: “Ella tenía sueños, sabía lo que quería, escribía sobre lo que quería y esos sueños quedaron truncos en gran parte por una dirigencia que no fue capaz de unir y llevar paz a un mundo que proponía la intolerancia”. 
Cuando Federica Pais empezó el reportaje mi viejo le contestó duro al ministro. “Esteban Bullrich no es ignorante, es simpatizante nazi”, dijo este señor que en los últimos años escribió un libro sobre el exterminio de los armenios, otro sobre las víctimas no judías de Hitler y ahora está investigando el genocidio guatemalteco. Explicó Súlim que ante el nazismo no hubo falta de diálogo sino exceso. Dialogaron demasiado Arthur Neville Chamberlain y Edouard Daladier. En 1938 ellos dos, uno primer ministro del Reino Unido y el otro de Francia, firmaron el Pacto de Munich con el italiano Benito Mussolini y el propio Adolf Hitler. Acordaron que los Sudetes checos, una región de 30 mil kilómetros cuadrados, podían formar parte de Alemania. Hitler ya había anexado Austria. Hizo lo mismo con los Sudetes y en 1939 repitió el método con el resto de Checoslovaquia. La invasión de Polonia, el mismo año, marcó el principio de la Segunda Guerra Mundial. 
El aire en Alemania ya estaba envenenado desde 1933. Por eso Otto Frank emigró con su familia a Holanda. Un mal cálculo, pobre. Tuvo solo siete años de paz. En 1940 los Países Bajos también fueron ocupados por la Alemania nazi. Otto había montado una pequeña fábrica en el centro de Amsterdam. Cuando arreció el antisemitismo diseñó un refugio en la parte trasera y en 1942 pasó a la clandestinidad junto con Edith, su esposa, y sus hijas Ana y Margot. 
Ana ya tenía su diario íntimo. Se lo habían regalado cuando cumplió 13, el 12 de junio de 1942. Al principio, todavía al aire libre, opina hasta sobre sus compañeros de escuela. “Sallie Springer es un chico muy grosero y se dice que ya ha tenido relaciones sexuales”, confiesa. “A pesar de todo me cae simpático porque es muy divertido.” Cuando la familia se encerró en la parte de atrás siguió con la escritura. Siempre dirigiéndose a Kitty, una amiga imaginaria, hace historia sobre lo que fue el año 1940, después de la invasión: “Los judíos deben llevar una estrella de David, deben ceder sus bicicletas; tienen prohibido viajar en tranvía; no pueden viajar en coche, tampoco en coches particulares; los judíos solo pueden hacer las compras desde las tres hasta las cinco de la tarde; solo pueden ir a una peluquería judía; no pueden salir a la calle desde las ocho de la noche hasta las seis de la mañana; no les está permitida la entrada en los teatros, cines y otros lugares de entretenimiento público; tienen prohibida la entrada en las piletas y en las canchas de tenis”. 
Un día Margot, tres años mayor que Anna, recibió una citación de las SS. Otto había planificado el encierro y lo apuró. El 9 de julio muy temprano la familia caminó hasta la fábrica de Otto, en la calle Prinsengracht 663. “Creo que aquí nunca me sentiré realmente en casa, con lo que no quiero decir en absoluto que me desagrade estar aquí; más bien me siento como si estuviera pasando unas vacaciones en una pensión muy curiosa. Reconozco que es una concepción un tanto extraña de la clandestinidad, pero las cosas son así y no las puedo cambiar”, escribió Ana. Después releyó el texto y el 28 de septiembre puso un añadido: “Me angustia más de lo que puedo expresar el que nunca podamos salir afuera, y tengo mucho miedo de que nos descubran y nos fusilen. Eso no es, naturalmente, una perspectiva demasiado halagüeña”. 
Mientras Ana escribía su diario, en la Argentina ya funcionaba una organización de ayuda a los Aliados contra el nazismo, la Junta Juvenil por la Libertad. Eva y Súlim se conocieron allí, en la sede del Barolo, y se pusieron de novios el 15 de noviembre de 1942. Van a cumplir 75 años juntos. Los 75 años que está por cumplir el comienzo de la escritura del Diario. Justo el 15 de noviembre Ana no escribió nada. Recién el 17 contó que se les sumó otro perseguido, el señor Dussel, que entró después de que le abrieran la estantería giratoria que funcionaba como la puerta de la Casa de atrás. Le dieron el prospecto irónico que habían redactado. Definía a la Casa de Atrás como un “establecimiento especial para la permanencia temporal de judíos y similares”, abierto todo el año, “convenientemente situado en zona tranquila en el corazón de Amsterdam”, con agua corriente “en el cuarto de baño y en varias paredes y muros”.
Ana nació en 1929. Era un poco menor que Súlim (1924) y Eva, del 27. En los años 40 los tres eran adolescentes de la misma generación.  
Ana Frank cumpliría 88 el 12 de junio próximo. Hasta podríamos festejarle el cumpleaños el 20 de junio, cuando mi vieja cumpla 90. Igual que Gregorio y su esposa Celina, para mí Ana viene a ser como una tía que ya no está pero a la que sigo queriendo mucho. ¡Y además escribía tan lindo!

03 de abril de 2017 | El país CRUCE DE DECLARACIONES ENTRE OFICIALISTAS Y OPOSITORES DESPUÉS DE LA MARCHA DEL SÁBADO De las cacerolas a la estigmatización

 manifestación en apoyo al Gobierno abrió una extensa serie de opiniones sobre su significado y sobre lo que vendrá. En el oficialismo, la presentaron como una movilización que borra las masivas marchas de marzo, donde se escucharon reclamos contra la política económica, salarial y la violencia de género. En el macrismo se ocuparon de destacar el carácter “autoconvocado” y libre de rastros de la clase baja de su marcha. El presidente Mauricio Macri llegó a decir que no hubo “micros ni choripán”. A esta descalificación salieron a responderle diversos opositores. Le contestó incluso uno de los secretarios generales de la CGT, Juan Carlos Schmid.
Durante los días previos a la marcha, el Gobierno hizo lo imposible por despegarse por miedo a que concurriera poca gente. Al ver que había una cantidad digna de personas, los dirigentes del Gobierno corrieron y se amontonaron en las redes sociales para ver quién era el primero que iba a subirse al rédito político: hubo mensajes del Presidente, del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal; el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y gran elenco. 
Antes de la marcha, el único que ponía la cara era el actor radical Luis Brandoni, que había llegado a decir que iba a salir a reprender a los funcionarios que luego quisieran sacar rédito de la movilización. Después de la marcha, no hizo nada de eso: “El Gobierno debe tomar nota de que cuenta con un amplio respaldo, sobre todo para recuperar algo que nunca debimos perder: la cultura del trabajo”, afirmó el dirigente radical, en una nueva alusión a que quienes asisten a otras movilizaciones no son trabajadores. No fue la única muestra de desprecio que se vio en el oficialismo: más bien, fueron la regla en los carteles y las declaraciones de los manifestantes.
La lectura en el oficialismo era de una fuerte satisfacción. Durante la movilización, hicieron un esfuerzo por mostrarlo como un hecho fundacional, que borraría todo lo anterior y relanzaría al Gobierno. Así lo manifestaron el Presidente y también el orquestador del discurso oficial, Marcos Peña. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, hizo una lectura política: sostuvo que la marcha fue “una respuesta a algunas voces que se vienen escuchando que ponen en duda la continuidad de un gobierno democrático electo por el voto popular”. Para Frigerio, la conclusión es que el Gobierno debe continuar con el rumbo económico: “El Presidente va a mantener este camino porque es persistente y sabe que esto es lo que necesita nuestro país para dejar atrás décadas de deterioro social”.
En tanto, el diputado Eduardo Amadeo dio a conocer una mirada idílica sobre lo ocurrido, que prima en el oficialismo: “Después de tanto odio, violencia, división, la sociedad argentina se merecía este mensaje positivo, de buena onda, de se puede!”, tuiteó. El Presidente había ido en el mismo sentido, hasta que acotó que a la marcha se hizo “sin que haya habido micros y sin choripanes”. Con esta frase, el mandatario hizo suyas las opiniones que se pudieron oír en la marcha y que hacían referencia a la “calidad” de los asistentes en función de su clase social. El presidente del Banco Nación, Javier González Fraga, lo había planteado la semana pasada cuando aseguró que quienes fueron a la marcha del 24 de marzo habían sido arreados a cambio de 500 pesos y un choripán.
La respuesta a esta estigmatización social no se hizo esperar. El dirigente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) Juan  Grabois escribió: “Pensar que viajar en micro y comer choripán te hace menos ciudadano es como creer que vivir en la villa e ir a un comedor te hace menos niño”. El ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández consideró que se expresó un “odio de clase”. “Al pretender ganar la calle, exhibió una muestra más de odio de clase. Horrible”, indicó. Por su parte, la dirigente de Nuevo Encuentro Gabriela Cerruti reflexionó: “Quienes estudiamos el inicio de las tragedias sociales sabemos que no son una decisión de un día: son un camino recorrido paso a paso. Estamos yendo a un enfrentamiento civil. El Presidente abre ese camino insultando a millones de argentinos y dejándolos fuera del sistema. La construcción del otro como enemigo a destruir es el primer paso desde el Estado. El Presidente lo dio anoche estigmatizando a medio país”.
Desde la CGT, y en las vísperas del primer paro general que deberá afrontar el gobierno de Macri, también le contestó uno de los secretarios generales de la central obrera: “Nosotros movilizamos a la gente, ponemos los colectivos y no nos molesta que nos diga esto”, indicó Schmid. “Nosotros lo hacemos con nuestro dinero, con nuestros recursos. Los sindicatos ponen todos los recursos económicos en función a una protesta”, advirtió. “No quiero caer en el folklore de quién movilizó más. Aun en las columnas de la gente que se manifestó ayer (por el sábado) tampoco hay una conformidad en algunas cosas que lleva adelante el Gobierno”, estimó Schmid. “La marcha la califico como algo que viene sucediendo en la Argentina en el último tiempo: la famosa grieta es algo que siempre estuvo presente. Deja en evidencia que hay sectores de la sociedad que no congenian con la mirada que tienen otros. Lo veo como una muestra de lo que piensa nuestra sociedad, evidentemente hay gente que votó a este Gobierno y tiene esperanzas en él. No creo que el peronismo haya perdido la calle.” 

03 de abril de 2017 | El país LA VIEJA COSTUMBRE PRO DE ECHAR El Indec se "moderniza" despidiendo a 80 empleados

Se  profundiza el conflicto en el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). El organismo comunicó que el “31 de marzo se ha resuelto la desvinculación de personal (80 empleados en total) que no cumplía con los requisitos mínimos para el normal funcionamiento del servicio estadístico que brinda a la ciudadanía”. Los trabajadores respondieron con una movilización frente del edificio, ubicado en la Avenida Julio A. Roca al 600, de la Ciudad de Buenos Aires.
Las autoridades del INDEC colocaron un control extra en la puerta del organismo para impedir el ingreso de los despedidos. "Hay un control que pide identificarnos. Si estamos en la lista de los 80 telegramas enviados, no nos dejarán pasar", le contó un empleado a la agencia de noticias DyN.
“Nos dijeron que estábamos despedidos a pesar de que no nos habían mandado un telegrama”, advirtió otra empleada, quien aseguró también que se ha “desafectado a una compañera que está con tratamiento oncológico y a un matrimonio. Han dejado a los dos en la calle”.
Carlos Achigar, secretario de ATE-INDEC, denunció que los despidos fueron “sin motivo alguno, sin explicación ni a ellos (por los empleados) ni a los gremios que los representan”. “Los contratos vencían el 31 de diciembre”, advirtió. 
Achigar agregó que “los trabajadores hace 4 meses que están con una rebaja salarial del 20 por ciento”. “Todos trabajan, y trabajan cumpliendo horario. Ninguno de ellos, ya sean afiliados a ATE o a UPCN, son compañeros que no van a trabajar”, respondió Achigar, frente a la denuncia de las autoridades de INDEC, que aseguraron que los empleados desafectados no concurrían a su lugar de trabajo.
Hace dos semanas, el director del Instituto, Jorge Todesca, realizó una denuncia penal contra trabajadores que apagaron los servidores del organismo, ante lo cual la delegación del Ministerio de Hacienda de UPCN se declaró "en estado de alerta y movilización" y denunció "una nueva provocación de Todesca" por la "ola de despidos injustificados".
"Es un nuevo ataque por parte de la dirección del Instituto de un modo provocativo y autoritario. Basta de hostigamiento a los trabajadores", pidieron los sindicalistas, quienes convocaron a una asamblea general para mañana a las 13 en la Planta Baja del organismo.
El comunicado del INDEC sostiene, por su parte, que “se relevó un abuso de inobservancia laboral por parte de 80 empleados, de un total de 1470, a quienes se les rescindió su contrato a partir del mes de abril del corriente”. “Ejemplo de ello es que, de los aproximadamente 240 días hábiles correspondientes a 2016, los contratos cancelados corresponden a quienes, por diferentes mecanismos, no cumplieron tareas entre un mínimo de 43 y un máximo de 103 días del año, sin contar los períodos legales de descanso, licencias por maternidad o por enfermedades prolongadas”, precisa.
El organismo conducido por Todesca advierte, además, que está instrumentando un “programa de reestructuración y modernización del Instituto” que “comprende la revisión de la situación del personal, la actualización de metodologías y la introducción de nueva tecnología, tanto a nivel de los servidores centrales como de las operaciones de relevamiento”.