manifestación en apoyo al Gobierno abrió una extensa serie de opiniones sobre su significado y sobre lo que vendrá. En el oficialismo, la presentaron como una movilización que borra las masivas marchas de marzo, donde se escucharon reclamos contra la política económica, salarial y la violencia de género. En el macrismo se ocuparon de destacar el carácter “autoconvocado” y libre de rastros de la clase baja de su marcha. El presidente Mauricio Macri llegó a decir que no hubo “micros ni choripán”. A esta descalificación salieron a responderle diversos opositores. Le contestó incluso uno de los secretarios generales de la CGT, Juan Carlos Schmid.
Durante los días previos a la marcha, el Gobierno hizo lo imposible por despegarse por miedo a que concurriera poca gente. Al ver que había una cantidad digna de personas, los dirigentes del Gobierno corrieron y se amontonaron en las redes sociales para ver quién era el primero que iba a subirse al rédito político: hubo mensajes del Presidente, del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal; el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y gran elenco.
Antes de la marcha, el único que ponía la cara era el actor radical Luis Brandoni, que había llegado a decir que iba a salir a reprender a los funcionarios que luego quisieran sacar rédito de la movilización. Después de la marcha, no hizo nada de eso: “El Gobierno debe tomar nota de que cuenta con un amplio respaldo, sobre todo para recuperar algo que nunca debimos perder: la cultura del trabajo”, afirmó el dirigente radical, en una nueva alusión a que quienes asisten a otras movilizaciones no son trabajadores. No fue la única muestra de desprecio que se vio en el oficialismo: más bien, fueron la regla en los carteles y las declaraciones de los manifestantes.
La lectura en el oficialismo era de una fuerte satisfacción. Durante la movilización, hicieron un esfuerzo por mostrarlo como un hecho fundacional, que borraría todo lo anterior y relanzaría al Gobierno. Así lo manifestaron el Presidente y también el orquestador del discurso oficial, Marcos Peña. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, hizo una lectura política: sostuvo que la marcha fue “una respuesta a algunas voces que se vienen escuchando que ponen en duda la continuidad de un gobierno democrático electo por el voto popular”. Para Frigerio, la conclusión es que el Gobierno debe continuar con el rumbo económico: “El Presidente va a mantener este camino porque es persistente y sabe que esto es lo que necesita nuestro país para dejar atrás décadas de deterioro social”.
En tanto, el diputado Eduardo Amadeo dio a conocer una mirada idílica sobre lo ocurrido, que prima en el oficialismo: “Después de tanto odio, violencia, división, la sociedad argentina se merecía este mensaje positivo, de buena onda, de se puede!”, tuiteó. El Presidente había ido en el mismo sentido, hasta que acotó que a la marcha se hizo “sin que haya habido micros y sin choripanes”. Con esta frase, el mandatario hizo suyas las opiniones que se pudieron oír en la marcha y que hacían referencia a la “calidad” de los asistentes en función de su clase social. El presidente del Banco Nación, Javier González Fraga, lo había planteado la semana pasada cuando aseguró que quienes fueron a la marcha del 24 de marzo habían sido arreados a cambio de 500 pesos y un choripán.
La respuesta a esta estigmatización social no se hizo esperar. El dirigente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) Juan Grabois escribió: “Pensar que viajar en micro y comer choripán te hace menos ciudadano es como creer que vivir en la villa e ir a un comedor te hace menos niño”. El ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández consideró que se expresó un “odio de clase”. “Al pretender ganar la calle, exhibió una muestra más de odio de clase. Horrible”, indicó. Por su parte, la dirigente de Nuevo Encuentro Gabriela Cerruti reflexionó: “Quienes estudiamos el inicio de las tragedias sociales sabemos que no son una decisión de un día: son un camino recorrido paso a paso. Estamos yendo a un enfrentamiento civil. El Presidente abre ese camino insultando a millones de argentinos y dejándolos fuera del sistema. La construcción del otro como enemigo a destruir es el primer paso desde el Estado. El Presidente lo dio anoche estigmatizando a medio país”.
Desde la CGT, y en las vísperas del primer paro general que deberá afrontar el gobierno de Macri, también le contestó uno de los secretarios generales de la central obrera: “Nosotros movilizamos a la gente, ponemos los colectivos y no nos molesta que nos diga esto”, indicó Schmid. “Nosotros lo hacemos con nuestro dinero, con nuestros recursos. Los sindicatos ponen todos los recursos económicos en función a una protesta”, advirtió. “No quiero caer en el folklore de quién movilizó más. Aun en las columnas de la gente que se manifestó ayer (por el sábado) tampoco hay una conformidad en algunas cosas que lleva adelante el Gobierno”, estimó Schmid. “La marcha la califico como algo que viene sucediendo en la Argentina en el último tiempo: la famosa grieta es algo que siempre estuvo presente. Deja en evidencia que hay sectores de la sociedad que no congenian con la mirada que tienen otros. Lo veo como una muestra de lo que piensa nuestra sociedad, evidentemente hay gente que votó a este Gobierno y tiene esperanzas en él. No creo que el peronismo haya perdido la calle.”
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