lunes, 6 de julio de 2015

Fito Páez - Ciudad de pobres corazones

CONTRATAPA Mauracio, Horicio y los cabanos

 Juan Sasturain
Una vez más, la satisfacción de haber podido votar, como sucede cada vez más seguido y tupido, en democracia. Ahora con ballottage y, si seguimos así, con alargue y penales (perdonando el duelo). Y la alegría –digo– de poder compartir la reflexión posterior al comicio, más o menos festejante o machucado. Son las reglas y seguiremos saludablemente así, a los codazos pero mirando hacia adelante y con respeto a la voluntad de los más y atención a los derechos de los menos, que de eso se trata, sin misterios, agachadas o salvedades. No se ha inventado por ahora nada mejor que esta gimnasia para acceder al gobierno, aunque el poder –ya se sabe– es otra eterna cuestión.
Así las cosas, como en las últimas elecciones realizadas en nuestra querida Buenos Aires durante los últimos años, soberanamente, gran parte de los antiguamente llamados porteños, los curiosos electores que hoy denominamos resentidamente cabanos (habitantes de la mal rebautizada CABA) han optado por elegir y reelegir a los amarillos candidatos del PRO para que les administren los cuantiosos recursos y los sigan esquilmando con un discurso tan marketinero como vacío y peligroso. Los cabanos, en gran cantidad, siguen prefiriendo una ciudad concebida como negocio atendido por sus propios dueños.
En este contexto, Mauracio & Horicio –el que al hablar no dice nada y el que no puede hablar–, cara y ceca de una misma moneda volvedora que se revolea según calendario y pronóstico del impensable –en otros tiempos– vendedor de humo Duran Barba, dieron muestra anoche, en el posparto eleccionario, de la proverbial vacuidad de un discurso que se regodea en las elipsis de las cuestiones básicas para enmascarar un proyecto de ciudad y de país concreto, perverso y –por eso mismo– innombrable.
No es joda, cabanitos queridos: cuando en el mundo real se plantean situaciones ejemplares (en el sentido de modelos de aprendizaje y moraleja) como el caso griego en estas hora o los fondos buitre en estos largos meses de combate tipo sumo por conservar, en duro forcejeo, la maltrecha soberanía económica, es una vergüenza –por lo menos– que estos tipos estén tan alevosamente del lado de los ladrones del poder financiero internacional mientras sostienen que acá la pelea no es una cuestión de modelos.
Sí, es una cuestión de modelos de ciudad, de país y de nación, más allá de los matices, los desvíos, las instrumentaciones concretas más o menos eficaces o fallidas.
Por eso no hay nada mejor que discutir y debatir y obligar a confrontar –a practicar la verdadera política– a quienes hacen del ocultamiento de intenciones su programa. Pincharles el globo, cabanitos queridos. Y el ballo- ttage que asoma en la querida Buenos Aires trasciende con mucho a las dos opciones electorales ocasionalmente en pugna.
Mauracio & Horicio lo saben. Saben que, más allá de los números de ayer, en lo que se les viene tienen todo que perder.

LOUSTEAU VE EL BALLOTTAGE COMO UN TRAMPOLIN AL 2019 Con otras ambiciones

Por Sebastian Abrevaya
Mucho antes de saber que iba a entrar en el ballottage porteño, Martín Lousteau y su círculo de mayor confianza imaginaron un escenario ideal, en el marco de un ambicioso proyecto político a mediano plazo. El primer paso consistía en disputar la segunda vuelta con el PRO y el segundo que Mauricio Macri pierda la elección presidencial frente a Daniel Scioli. Conscientes de que derrotar a Horacio Rodríguez Larreta es una tarea prácticamente imposible, consideran que posicionarse como el líder de una alianza opositora en la Ciudad le serviría al ex ministro de Economía para alimentar su fantasía: ser candidato a presidente de la oposición en 2019. Con eso en mente, hace ya dos años comenzó a tejer una serie de alianzas políticas que incluyen a la UCR, a dirigentes de la Coalición Cívica y a socialistas, entre otros espacios. Sin embargo, ninguno de los tres partidos se anima a proyectar cuál será el futuro de ECO, la alquimia que crearon para esta elección luego de la implosión del Frente Amplio Unen, hace apenas unos meses.
Sin partido propio, pero con un buen nivel de conocimiento y un habilidoso manejo de la comunicación, Lousteau comenzó a construir en 2013 el camino que hoy lo lleva al ballottage en la ciudad de Buenos Aires. Ya en aquel momento fracasaron las negociaciones con el PRO, que lo había tentado con un lugar en el Senado. Su entorno le aconsejó por entonces que no aceptara y él finalmente decidió rechazar la propuesta. En cambio, su amigo y consejero político, el ex jefe de Gabinete de la Alianza Chrystian Colombo le facilitó sus vínculos con la UCR. En aquella elección utilizó la estructura del radicalismo, pero como extrapartidario. Su línea interna en las primarias se llamó Suma Más, un sello que aún mantiene en el Congreso. Lousteau no se integró al bloque radical, sino que, junto a Carla Carrizo, utiliza ese nombre para su pequeña bancada legislativa.
“Hoy el mundo Lousteau y el mundo UCR son compatibles. Si el día de mañana el proyecto de Lousteau deja de ser la ciudad de Buenos Aires, va a tener que empezar a armar su estructura propia. No sería extraño que eso sucediera”, explica un dirigente que conoce ambos “mundos” y que anticipa que la estructura radical a nivel nacional no acompañaría sus pretensiones por fuera de la General Paz.
La llave de la UCR porteña la tiene hoy Emiliano Yacobitti, que armó su estructura de poder interno desde la política universitaria en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Como tesorero de esa facultad, Yacobitti recibió en plena campaña denuncias por manejos irregulares con proveedores del Hospital de Clínicas, dependiente de la UBA. Ese tipo de situaciones ya le valieron más de un dolor de cabeza a Yacobitti, que se imaginaba encabezando la lista de diputados nacionales de la UCR en 2015. Pero más allá de su presidente, las decisiones del radicalismo porteño siguen pasando por las manos de Enrique “Coti” Nosiglia, el histórico dirigente del alfonsinismo. En la UCR aseguran que más allá de los aceitados vínculos económicos del Coti con el macrismo, la apuesta del ex ministro del Interior es volver a tallar fuerte en la Ciudad con Lousteau, por más que no sea un dirigente leal a la conducción partidaria. Ambos son los principales responsables de que hoy la UCR esté detrás de su candidatura.
“¿Por qué no se va a animar? Si Macri se va a su casa, el radicalismo hoy no tiene candidato, Stolbizer y Massa van a hacer una mala elección, el socialismo tampoco tiene dirigentes nacionales...”, desgrana un dirigente que vive dentro de lo que denomina el “mundo Lousteau”. Ya en las legislativas de 2013 Lousteau recorrió distintos puntos del país.
Lousteau no se pronunció a favor de ninguno de los candidatos presidenciales de su espacio y se ganó el enojo de Elisa Carrió. La chaqueña dijo poco antes del cierre de campaña que lo votaría, pero que no era su candidato. La relación de Lousteau con la Coalición Cívica es todavía más distante que con el radicalismo. Sin embargo, tiene una buena sintonía con su aspirante a vice, Fernando Sánchez, y con el legislador Maximiliano Ferraro, dos de los dirigentes más cercanos a Carrió.
Lousteau cuenta también con un importante respaldo económico. Colombo, empresario, ex banquero, lo cobijó en la Fundación País Porvenir cuando abandonó el Ministerio de Economía. En paralelo, su primo, Guillermo Laje, también forma parte del círculo de confianza del ex ministro. Lousteau, por otro lado, también supo hacer sus contactos cuando fue directivo del Banco Provincia, durante el gobierno bonaerense de Felipe Solá.
En este contexto, y después de la segunda vuelta, el 19 de julio, Lousteau tendrá que definir si empieza a construir una fuerza propia, o si sigue recostándose en la estructura radical que le sirvió para meterse en la disputa electoral en una de las principales plataformas políticas del país.

OPINION Luces de la ciudad

Por Luis Bruschtein
La coalición de centroderecha se puso “Cambiemos” porque especuló con que había un sentimiento extendido de “cambio” en la sociedad. Pero la realidad no parece respaldar el nombre ni sus vaticinios porque en la mayoría de los distritos, incluyendo a la ciudad de Buenos Aires, no está cambiando nada, sino que por el contrario se mantienen los oficialismos.
Esta era una elección decisiva para Mauricio Macri, porque necesitaba revalidar la hegemonía de su partido en el distrito capitalino después del sapo en Santa Fe, donde perdieron una elección que creían ganada de antemano con Miguel del Sel. A pesar de que el resultado fue bueno para Mauricio Macri, no fue tan bueno como esperaba. Para el candidato del centroderecha la aspiración de máxima con proyección hacia las presidenciales hubiera sido que su partido ganara en primera vuelta y que disputara la gobernación en la provincia de Córdoba. Había también alguna expectativa de que la oposición tallara en la disputa en la provincia de La Rioja, pero quedó bastante atrás.
Desde el otro lado, en el kirchnerismo, el balance resultó similar. Fue una elección buena, pero no tanto como las aspiraciones de máxima que podían tener. Mariano Recalde no pudo superar a Martín Lousteau para disputar la segunda vuelta, pero obtuvo mejor votación que en las PASO, a poca distancia del segundo, Recalde es un candidato que crece. Y en Córdoba, si bien el kirchnerismo no pudo disputar por el segundo lugar con la triple alianza entre radicales de derecha, macristas y juecistas, hizo una elección mucho mejor que en las anteriores. Y ganó con mucha diferencia en La Rioja, donde una alianza de toda la oposición exhibía encuestas que los daba ganadores con diez puntos de ventaja pero el oficialismo se impuso con mucha tranquilidad.
Macri hizo finalmente el discurso para su campaña presidencial que hasta ahora no había podido hacer en un marco triunfalista. Este discurso y el de la segunda vuelta serán los únicos en ese contexto. En el resto del país no pudo anotar y debió esperar a ganar en el único distrito que gana, que es donde gobierna.
Para Martín Lousteau el resultado confirmó lo que había obtenido en las PASO, y disputará la segunda vuelta con el PRO. Será una especie de interna del frente “Cambiemos”, ya que ambas fuerzas, que en esta votación suman el 71 por ciento de los votos, tendrán el mismo candidato presidencial. Es el único distrito donde ha ganado la fuerza que encabeza Macri pero aquí, las encuestas para las presidenciales le dan menos votos que la suma de las dos fuerzas que concurrirán a la segunda vuelta en la CABA. En todas las demás provincias, el PRO es minoría, aunque el radicalismo ganó en Mendoza.
En su discurso de la victoria, Macri habló de dos mujeres humildes de la provincia de Buenos Aires que miran con envidia las maravillas que hay en la metrópoli. Con eso quiso destacar la obra que hizo su gobierno y desmerecer al gobernador bonaerense, Daniel Scioli, su competidor en las presidenciales. Pero eligió una forma que revela poco conocimiento del país, porque el relato seguramente es irritante por lo típicamente porteño. Las dos mujeres representan la fantasía supremacista de los porteños con respecto a los habitantes de las provincias. Es esa vieja imagen del paisano bruto que se deslumbra con las luces de la gran ciudad. No lo dijo así, pero la relación histórica del porteño con las provincias ha sido así y la forma en que Macri comunica tiene esa connotación que, si la mantiene, perjudica su candidatura nacional. La propuesta de Macri desde la ciudad de Buenos Aires, en representación de la ciudad, con colaboradores porteños y candidatos porteños, está demasiado recortada por la capital porteña. No incorporó a su entorno a ningún referente de las provincias. Llamar a los habitantes de las provincias a expresar su admiración por la ciudad porteña votando a sus candidatos es irritante para esa relación histórica conflictiva. El triunfo en la Capital es el único propio. Tiene otro que comparte con los radicales en Mendoza. Son triunfos importantes pero no le alcanzan.

› LA PARTICULAR RELACION QUE ESTABLECIERON MAURICIO MACRI Y HORACIO RODRIGUEZ LARRETA No mucho más que dos socios políticos

Por Werner Pertot
–Yo no soy amigo de Horacio –soltó Mauricio Macri.
El clima era tenso en la mesa del hotel Four Seasons, en el que se habían reunido para convencer a Gabriela Michetti de que no compitiera en la interna con Horacio Rodríguez Larreta. La frase completa de Macri, dirigida a Michetti según los testigos, fue: “Es claro que yo con vos tengo una relación de amistad, que con Horacio no tengo. Yo no soy amigo de Horacio”. El dato clave: Larreta estaba sentado en la mesa con Macri, Michetti, Nicolás “Nicky” Caputo, Federico Pinedo, Humberto Schiavoni, Marcos Peña y Emilio Monzó. Jura más de uno de los presentes que el rostro de Larreta no se movió un milímetro. La mayoría de los dirigentes subraya este punto: Macri y Larreta no son amigos, pero funcionan en la gestión y en política a la perfección. Sin embargo, hay una duda en el horizonte: ¿qué ocurrirá si Macri pierde en octubre, pero Larreta se queda con el gobierno porteño? La mayoría sostiene que la fidelidad del jefe de Gabinete es incuestionable. Otros creen que concentrará el poder.
Aquella vez del Four Seasons no fue la primera en la que Macri le marcaba a Larreta que no son amigos. El jefe de Gobierno no parece decirlo con intención de agraviarlo: es más bien la constatación de que la de ellos es una relación de trabajo. En el PRO, las opiniones sobre la relación Macri-Larreta coinciden todas en este punto: no son amigos, no comparten una vida social en común. A Macri le gusta juntarse a jugar a las cartas los sábados por la noche –cuenta la leyenda que aprendió a jugar al bridge para ganarle a su padre–, mientras que Larreta suele acompañar a su esposa, Bárbara Diez, en sus eventos. “A Horacio le gusta comer, la política y Racing y no mucho más”, comenta uno de los amigos del candidato PRO. Otro señala que es hermético a la hora de hablar de su vida privada: “¿Vos hablaste alguna vez con Horacio? –interpela el contertulio a Página/12–. Habrás visto que no es muy demostrativo...”
Sin embargo, los amigos de Larreta señalan que Macri le tiene un gran respeto y que lo destaca en su capacidad para hacer, para resolver problemas de gestión. Quienes no lo quieren dentro del PRO, en cambio, sostienen que Macri lo ve como poco más que buen gerente. Un empleado, en definitiva. “Es el empleado del mes”, define, con malicia, uno de los dirigentes que lo conocen desde hace más tiempo. “Es el lugar en el que se pone Horacio también. Nunca le discutió nada. Siempre le baja la cabeza, por lo que la relación se estableció de esa manera”, opina un tercer macrista, que tampoco le tiene mucho aprecio al jefe de Gabinete. Las miradas difieren, pero todo se remonta a cómo se conocieron Macri y Larreta.

El número dos

Larreta desembarcó en el macrismo en 2002 con los cuadros técnicos del Grupo Sophia, el think tank que creó de cero con egresados de las carreras de política y economía. Le ofreció a Macri, que recién comenzaba a armar su espacio político, una consultoría en el área social. Según escribió Gabriela Cerruti en su libro El Pibe, le pidió una cifra tan desmesurada por sus servicios que Macri prefirió contratarlo a tiempo completo. Según otras fuentes del PRO, el comienzo de la relación no fue tan comercial: Larreta lo conoció a Macri en los campeonatos de fútbol que organizaba el entonces presidente de Boca en su quinta Los Abrojos, en Malvinas Argentinas. En la cancha, cada uno empezó a mostrar su personalidad: Macri fue suspendido de su propio campeonato por protestarle al árbitro y quejarse constantemente; en cambio, Larreta era muy disciplinado. Macri lo superaba en destreza en tenis y golf. Finalmente, Larreta decidió sumarse a la Fundación Creer y Crecer. Sería el comienzo de una hermosa... relación de trabajo entre Macri y Larreta.
Larreta iba a ser el candidato a jefe de Gobierno si Macri iba por la presidencia en 2003. Cuando Macri bajó a la Ciudad, le pareció lógico llevarlo de vice. En la presentación de la fórmula, lo elogió como un cuadro técnico, no como un dirigente político: “Es el hombre que más estudió sobre el asistencialismo en la Argentina”, dijo el entonces presidente de Boca. Sin embargo, Larreta venía de dirigir el Instituto de Previsión Social con Eduardo Duhalde, de ser uno de los directores del PAMI en la Alianza y de ser subsecretario de Políticas Sociales con Ramón “Palito” Ortega durante el gobierno de Carlos Menem.
“Macri-Larreta, la fórmula de Recoleta”, los gastaban (a sus espaldas) en esa época los peronistas que se acababan de incorporar a Compromiso para el Cambio (todavía no era PRO) y que pensaban que en ese lugar tenía que ir Diego Santilli. Casualidades de la vida: este año, Santilli terminó siendo el vice, pero no de Macri, sino de Larreta. Pero en 2003 Macri no quiso escuchar a quienes le sugerían otro perfil para su compañero de fórmula: insistió con el argumento de que Larreta le aportaba el conocimiento técnico para gobernar. En el libro Mundo PRO, los autores Gabriel Vommaro, Sergio Morresi y Alejandro Bellotti recuerdan que Larreta traía legitimidad por su tarea en la fundación, aunque siempre se había movido como un político de raza. El resto fue historia: la fórmula Macri-Larreta perdió contra Aníbal Ibarra.

El candidato

En 2007, no pudo repetir la fórmula con Macri: debió observar cómo la dupla Macri-Michetti conseguía lo que él no pudo. En 2011, debió postergar una vez más sus ambiciones de suceder al jefe de Gobierno, cuando el líder del PRO defeccionó de la contienda presidencial. Pero Larreta tuvo su revancha apenas asumieron como gobierno. Desde el lugar de jefe de Gabinete, controló velozmente todos los detalles de la gestión que Macri delegaba en él. Aquellos que le fue acercando a Macri ascendieron velozmente dentro del PRO: el caso paradigmático es María Eugenia Vidal, que viene del Grupo Sophia. Pero también Carolina Stanley, la actual ministra de Desarrollo Social, y su amigo personal Esteban Bullrich, ministro de Educación. Estar cerca de Larreta, en el PRO, ayuda.
“Horacio es el que le hace todas las tareas del tablero de control y le garantiza a Macri que cada cosa se hará en su tiempo y forma. Pero Macri no le reconoce ningún recurso de conducción política ni ningún carisma ni relación positiva con la gente. Se la pasa diciendo que él no es más que un técnico obsesivo y que, aunque se cree que va a llegar a ser presidente, no va a tener el voto de la gente”, cuenta un contertulio de Macri que se conoce de memoria al gabinete porteño. No obstante, quienes lo respaldan a Larreta apuntan que este año rompió ese karma cuando venció nada menos que a Michetti en la interna más taquillera de la historia del PRO. Y esperan que los resultados electorales lo consoliden como candidato.
Sus detractores dentro del macrismo hacen otra lectura: Larreta ganó con votos prestados y eso le permite a Macri ejercer un control sobre su eventual gobierno en la ciudad: “En el partido todos saben que ganó porque Macri se jugó en la interna. Sin Macri, no ganaba. Lo tiene muy agarrado con eso”. Y ésa es la clave de la elección de Macri de Larreta como su sucesor: “Mauricio lo eligió a Horacio y no a Gabriela porque confía más en él, en su lealtad”, dice un antiguo dirigente macrista, que los conoce a ambos hace años. ¿Está Macri en lo cierto?

El futuro

–¿Qué pasa si usted gana y Macri pierde? ¿Usted se convierte en el nuevo referente del PRO? –le preguntó este diario a Larreta.
–Yo creo que la gente quiere un cambio en la Argentina y Mauricio es quien mejor expresa ese cambio, así que va a ganar –repitió de memoria el candidato macrista. Larreta esquivó la pregunta sobre un eventual escenario en el que Macri está en el llano y él detenta el poder. ¿Por qué no respondió que Macri va a seguir siendo el líder, en cualquier caso? Aquí, las opiniones se dividen dentro del macrismo.
Una franja importante de los dirigentes consultados sostiene que es impensable que Larreta se diferencie de Macri, que le dispute el liderazgo del espacio desde el Estado porteño. “Juegan de memoria. Son un gran equipo. El grado de fidelidad de Horacio es muy alto. Otra cosa es inimaginable”, indica un dirigente que no se jugó por ninguno de los dos bandos en la interna macrista.
“Si Macri pierde, yo creo que Larreta va a tratar de concentrar todo el poder, pero el problema es que hay mucha gente del PRO que de ninguna manera se va a sentir conducida por él. Gabriela, por ejemplo, olvidate de que lo siga como líder”, indica otro dirigente macrista, que en ese caso tiene una perspectiva más pesimista: “Lo más probable es que, en ese caso, se empiece a romper todo”. Un tercer dirigente, en tanto, siembra la duda a través de un recuerdo: el de cómo se presentaba Larreta cuando se incorporó al macrismo. Solía extender la mano y decir: “Hola, soy Horacio Rodríguez Larreta, futuro presidente de la Argentina”.

domingo, 5 de julio de 2015

Otra Heroína olvidada... 5 de Julio de 1807.

Martina Céspedes captura a doce soldados ingleses
Mediante una astuta maniobra, Martina Céspedes, propietaria de un estanco de bebidas y comidas en el barrio de El Alto de San Telmo, captura junto a sus tres hijas a doce soldados ingleses que, embriagados, habían entrado a su pulpería a proveerse de bebidas.
De sus doce prisioneros, entregó once a Liniers, pues el restante se había prendado de una de las hijas de Martina.
En reconocimiento a su valor, Liniers la nombró "Defensora de Buenos Aires" y le otorgó el grado de Sargento Mayor del Ejército con derecho a sueldo y al uso de uniforme.
La demolida pulpería de Martina estaba ubicada en el 335 de la calle Humberto I, donde hoy se alza un moderno edificio de departamentos.
El vecino Avelino Carril, viejo escritor y cerrajero con puesto en el mercado de San Telmo, bregó durante años porque la calle, que honra a un rey italiano que nunca conoció la Argentina muerto en un atentado anarquista, fuera bautizada con el nombre de Martina Céspedes. Jamás encontró el debido eco entre los legisladores de la ciudad.
En su costado una placa (que fue robada el año pasado) nos la recordaba, y dentro del colegio se conserva la reja de la ventana de la que fuera su casa.
Lamentablemente no se registran retratos de Martina Céspedes.