lunes, 4 de mayo de 2015

El mundo de los descartables

Los números que arrojan las encuestas más creíbles permiten hacer elucubraciones sobres dos nombres y sus realidades. Diferencias y semejanzas.

Por Alejandro Horowicz

Las encuestas y los encuestadores ocupan un lugar de rutinario privilegio mediático. Imposible ignorarlas, difícil darles excesivo crédito. Los mismos encuestadores se ocupan que así sea. ¿El motivo? Un escenario con una masa importante de votantes volátiles no permite asegurar mucho más que el presente inmediato: el cortísimo plazo. Es un buen argumento para imponer nuevas mediciones. Como todo cambia no hay otro remedio que volver a medir. En criollo simple: más trabajo de campo para los especialistas en opinión pública.

Vale la pena salirse de la inmediatez y considerar dos escenarios y dos candidatos. Si en algo coinciden los especialistas es sobre el nombre de los que encabezan las encuestas. El gobernador de la provincia de Buenos Aires y el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires están en las listas de todos. No se trata de candidatos particularmente glamorosos. Y si se los compara con los dirigentes políticos anteriores a Carlos Saúl Menem (el doctor Raúl Alfonsín, por ejemplo) sus limitaciones quedan en brutal evidencia. Alfonsín era un lector interesado en historia y política, rodeado de universitarios que podían pasar de la cátedra al gobierno, del ensayo al debate público. No es el caso de los que hoy primerean.

Mauricio Macri en su momento resolvió mejorar su nivel tomando clases sobre la Revolución Francesa con Torcuato Di Tella. El sociólogo millonario educado en el St. Antony's College de la Oxford University, profesor visitante de célebres universidades norteamericanas, autor de importantes trabajos académicos que incursionan en el análisis político comparado, disfrutó la curiosa experiencia. El relato de Di Tella sobre el curso impartido roza lo desopilante, ya que no sólo se lo cobró carísimo sino que se trataba además de una data elemental, casi de colegio secundario, y no de las complejidades que las Ciencias Sociales pueden espigar en tan rico proceso histórico. Aun así, a Macri le costaba seguirlo.

Difícil imaginar a Daniel Scioli tomando la misma clase, o leyendo Las revoluciones burguesas de Eric Hobsbawn (1917- 2012). El motivo es simple: se trata de hombres en cuya experiencia el conocimiento sistemático no juega ningún papel. No sólo no provienen del mundo de la política, ni experimentaron el debate de la universidad pública, ni las exigencias de la militancia clásica, sino que precisamente por no pertenecer escalaron velozmente posiciones a caballo de una fama previa. Menem los invitó a integrar al universo de la política tal cual eran y ellos aceptaron.

Son hombres de su tiempo, y los '90 si algo demostraron precisamente fue la agonía de la política, el reino de la gestión administrativa y la improvisación perpetua, cosa que arrasó los valores que la habían sostenido. No se trata de una mera adscripción ideológica a un cierto universo conceptual, el pensamiento neoconservador, sino de los valores que forjaron su sensibilidad y nutrieron su horizontes. Pues bien, que los tres candidatos que encabezan las encuestas resulten tan parecidos dice más de la política como actividad, que de sus peculiares biografías.

ESCENARIO UNO, NO HAY BALOTAJE. Los expertos sostienen que ausencia de balotaje y victoria de Scioli son sinónimos. Es evidente que para el kirchnerismo puro y duro, tal como lo expresa Carta Abierta, el gobernador bonaerense no es muy bien visto. También queda claro que un candidato de ese riñón, como Jorge Taiana, no goza de suficiente predicamento público y lo que es mucho más grave de buena acogida en Olivos. Con lo que se produce la siguiente paradoja: la jefa del movimiento no auspicia a nadie considerado del palo, de modo que Scioli en este escenario es el candidato oficial y el hipotético vencedor de octubre.

En este punto comienzan las especulaciones: ¿En qué consiste la mentada diferencia K? ¿Scioli las respetará? ¿Qué terminará haciendo el flamante presidente?

Vamos por partes. La política de Derechos Humanos no fue otra cosa que el restablecimiento de la igualdad ante la ley: igual delito, igual pena. Conviene no idealizar, las clases sociales existen. No en vano el juicio por la "venta" de Papel Prensa sigue su lentísimo curso. Y si bien la AFIP persigue a cualquier monotributista que no pague el gravamen correspondiente, la empresa que edita el diario La Nación puede deber decenas de millones sin ser incomodada por nadie. Una cosa son los ejecutores de la masacre, otra sus beneficiarios sociales. La idea de amnistiar los crímenes de lesa humanidad sigue siendo un argumento de la derecha impresentable. Además los juicios importantes sucedieron o están en marcha, y si algo queda pendiente es precisamente la responsabilidad no militar en la masacre. Desde el momento en que el dueño del Ingenio Ledesma terminó siendo sobreseído por la justicia, queda claro que los beneficiarios de la dictadura burguesa terrorista no serán mayoritariamente contrariados.

La política social del kirchnerismo muy difícilmente resulte lastimada. Entonces, ¿cuál sería el punto conflictivo? Obvio, el manejo de la deuda externa. Las relaciones comerciales con China, el acuerdo estratégico con Brasil, y la pertenencia al Mercosur con sus consecuencias políticas, matiz más matiz menos, no sería alterada. Ahora bien, cómo manejar el endeudamiento público y la paridad cambiaria, con qué instrumentos enfrentar los cuellos de botella del comercio exterior y la necesidad de dinamizar el mercado interno en un contexto fuertemente recesivo, cómo manejar la política salarial cuando la Unión Industrial Argentina se manifiesta públicamente contra las negociaciones colectivas, son las preguntas importantes sin respuesta.

El Banco Central viene recuperando divisas y acaba de alcanzar el mejor nivel de reservas de los últimos 18 meses totalizando 33.900 millones de dólares; las dificultades con los fondos buitres no impidieron al gobierno financiarse con títulos públicos a tasa de mercado; queda demostrado, la heterodoxia oficial y la distancia de los instrumentos propuestos por el Fondo Monetario Internacional garpa: ¿Scioli proseguirá esa ruta? La respuesta es simple, el principio de realidad tiene sus exigencias y nada indica que el gobernador bonaerense no sepa atenderlos. En un mercado mundial recesivo, las posibilidades de una política ortodoxa, donde la ideologizada rigidez monetaria sea el norte, no ayuda demasiado y pocos lo ignoran.

ESCENARIO DOS, CON BALOTAJE. Este es el mejor escenario opositor. Todos los votos anti K terminan juntos y, por tanto, la victoria resulta posible. El beneficiario de esa estrategia intentada por tercera vez no sería otro que el referente del PRO. Conviene revisar los antecedentes. Buenos Aires es una ciudad rica, la de mayores ingresos por habitante de la sociedad argentina. Y aun así, el crecimiento de la deuda pública ha sido pavoroso. A finales de 2007 el pasivo ascendía a 458,1 millones de dólares, en la actualidad trepó hasta los 1904,3 millones; vale decir que se incrementó en un 316 por ciento.

Si se compara el nivel de endeudamiento con el crecimiento del Producto Industrial Bruto (168 por ciento) para todo el período, termina quedando en claro el manifiesto deterioro de las cuentas públicas. Además en estos ocho años, salvo el 2010, la CABA siempre tuvo déficit en sus cuentas públicas. La estrategia ha sido simple: el déficit fue enjugado con deuda, y la deuda se pagó con mayor nivel de endeudamiento. La política de Menem y Cavallo queda milimétricamente retratada.

En los '90 el flujo financiero era creciente, los bancos obtenían increíbles utilidades apalancando préstamos, conformando en consecuencia una burbuja financiera que terminó estallando en 2007. El menemismo pudo soportar su juego entre 1991, fecha en que arranca la Convertibilidad, y el año 2001, cuando termina estallando. Por cierto no se trata de olvidar el impacto que esa política suicida produjo en la sociedad argentina, pero debemos admitir que resultaba practicable durante una década. La idea que hoy se puede repetir la experiencia excede un bajo nivel de comprensión política, remitiendo a catástrofe anunciada. Ergo, si Macri se propusiera avanzar en la misma dirección, si reprodujera a otra escala la experiencia porteña, el resultado sería otra serie de saqueos del ingreso popular. Y esa es su propuesta para la sociedad argentina.

iNFO|news

¿Y dónde está el sujeto?

Jorge Alemán, Atilio Boron, Horacio González, Rodolfo Mariani, Dante Palma y Silvia Solas, seis intelectuales de distintas disciplinas, responden a seis interrogantes básicos para rastrear quién es el sujeto histórico, ese trasformador y, al mismo tiempo, productor de la realidad en el actual momento histórico.

Jorge Alemán, Atilio Boron, Horacio González, Rodolfo Mariani, Dante Palma y Silvia Solas, seis intelectuales de distintas disciplinas, responden a seis interrogantes básicos para rastrear quién es el sujeto histórico, ese trasformador y, al mismo tiempo, productor de la realidad en el actual momento histórico.
¿y dónde está el sujeto?

1- ¿Cómo se transformó el sujeto individual y en qué medida se puede seguir hablando de hombres/mujeres particulares dentro de un entramado social?

2- ¿En qué devinieron las instituciones en tanto protagonistas de la Historia y cuáles serían hoy las relevantes?

3- ¿Cómo calificaría en la actualidad las características de cada clase social y cuál sería el entramado entre ellas?

4- ¿Cuál es el peso económico y cuál el ideológico en la complejidad de los actuales sectores sociales?

5- Religión, poder político, poder privado, ¿considera que vieron crecer o decrecer su peso específico en el acontecer histórico, por qué?

6- Dentro de la fórmula que indica que un sujeto histórico es quien puede transformar su realidad y producir acontecimientos relevantes en términos históricos, ¿quién sería hoy ese sujeto?


Jorge Alemán
Psicoanalista, escritor

1. Se podría decir que el neoliberalismo, esa formación histórica del capitalismo actual, es la que más seriamente intenta intervenir sobre la misma constitución del sujeto, los vínculos sociales y los distintos mandatos, de forma explícita o no, que intervienen el lo que junto a Michel Foucault llamaríamos “la producción biopolítica de la subjetividad”.
Es la época en que el poder ya no es sólo coercitivo sino también control y seducción. En este aspecto, lo que en la pregunta se define como “particularidades” y luego “hombres y mujeres” está siendo alterado de manera muy seria por los distintos factores que el neoliberalismo ha desencadenado. A saber, la destrucción del trabajo como generador de lazos sociales, el declive de las instituciones históricas y las figuras simbólicas de autoridad y la metamorfosis que tanto la técnica como el circuito de la mercancía han provocado en el campo de toda la experiencia humana empujando a hombres y mujeres a subordinarse al cálculo, el rendimiento, la exhibición, la transparencia, lo líquido, la desimbolización, la deshistorización, etcétera.
Todas propiedades que emanan de la técnica y el capital.
No hay un “afuera”, un exterior a este régimen de dominación. Por lo mismo, hay que saber hacer política en su propio espacio, arriesgando a cada paso que lo que deseamos transformar vuelva al mismo lugar.

2. El capital financiero se reapropia progresivamente de todas las instituciones.
En esta perspectiva, la soberanía de la propia moneda me parece crucial, en el punto de partida. Y luego, como lo ha demostrado la actual experiencia latinoamericana, se debería separar, en la medida de lo posible, el Estado de las corporaciones.

3. Las clases sociales se reconfiguraron. La burguesía va dejando, lentamente, el espacio productivo o ya interactúa de forma estructural con el mundo financiero, lo cual la aproxima a una suerte de nueva oligarquía vinculada a negocios sin arraigo de ningún tipo. La pequeña burguesía profesional o asalariada está perforada por el nuevo proceso de concentración. Sus hijos, por ejemplo, no encuentran lugar. Y la clase obrera se fragmentó, se volvió precaria y se multiplicó en distintos modos de exclusión.

4. Las decisiones globales las imponen a partir
de instituciones internacionales las nuevas oligarquías transnacionales. Luego, se trata en cada caso de ver si existe la posibilidad, nunca asegurada de antemano y siempre contingente, de que surja un proyecto que asuma la emergencia de una voluntad colectiva con vocación hegemónica frente al neoliberalismo.

5. Crecieron y decrecieron, sí, absolutamente. La cuestión es que la trama mediática organiza distintos tipos de teatros con los mismos tipos de poder.

6. Por lo que respondía a los cuestionamientos anteriores, creo que ya no se puede concebir un sujeto histórico que, por su lugar en las llamadas
por Carlos Marx “relaciones sociales de producción”, tenga asignado un lugar ya predeterminado y finalístico en un proceso de transformación histórico.
Ahora se trata de ver cómo, entre los sectores que no pueden resolver sus demandas, como consecuencia del poder neoliberal, se pueda constituir, como diría Ernesto Laclau, una cadena de equivalencias entre esas demandas insatisfechas que desemboque en la emergencia contingente de una voluntad colectiva. Sólo así podríamos hablar de un surgimiento eventual de un pueblo como sujeto, inestable, siempre atravesado por diferencias que lo tensionan y con un camino que hay que construir paso por paso, sin ninguna ley histórica que lo asegure.


Silvia Solas
Doctora en Filosofía, profesora de FaHCE-UNLP

1. El de la subjetividad, pese a todo lo dicho y escrito, es un tema de clausura difícil. Ya en un texto de 1960, Merleau-Ponty decía que era un problema filosófico insoslayable, que la filosofía jamás podría desligarse del pensamiento de lo subjetivo ya que se trata de esas cuestiones en las que no es posible echarse atrás; y, subrayaba, ni siquiera, y sobre todo, si se las supera. Hace ya mucho tiempo que el sujeto no es el sujeto cartesiano, universal, unívoco, determinado, estable. Hoy, el sujeto resulta, digamos, más permeable, más difuso e intermitente: los individuos (hombres/mujeres y todas las variantes de género) estamos atravesados, y en ocasiones desdibujados, por los distintos hilos y pliegues que componen la trama social y cultural; sin embargo, la individualidad emerge en todas y cada una de nuestras relaciones con los otros, en una tensión irresoluble entre lo singular y lo colectivo o universal que es, al fin y al cabo, la tensión que está a la base de los grandes dilemas filosóficos de todos los tiempos.

2. Lo institucional está constantemente interpelado por desafíos cada vez más apremiantes respecto de la generación de instancias susceptibles de conmover la rigidez que parece caracterizar algunas desigualdades aún no superadas en la historia (si es que entendemos a la historia como un movimiento de superaciones, claro).
Iglesias, Estados, agrupaciones gremiales o empresariales, instituciones educativas, sanitarias, culturales, fueron, en distintas épocas y en distintos espacios, reconfigurando su incidencia en la constitución de los hechos que ameritaron luego ser considerados “históricos”.
Pero, entiendo que hoy muy particularmente es el Estado quien tiene un rol fundamental que desempeñar. No, en rigor, como protagonista de la historia, sino más bien como promotor y garante del alcance de los necesarios protagonismos que han sido descuidados, ignorados o directamente abolidos en décadas pasadas.

3. El concepto de “clase social” no tiene hoy, obviamente, la vigencia estricta de su sentido original, en una sociedad tan distinta a la del siglo XIX que ofició de referente inmediato. Sin embargo, algo de su connotación primaria se manifiesta en el sentimiento de pertenencia a diversos grupos sociales que conservan ciertas “marcas” distintivas, en el reconocimiento de ciertos gustos o inclinaciones, “tics”, hábitos compartidos: aquí también se pone en tensión la convivencia de lo particular y lo colectivo o grupal de lo que hablábamos anteriormente. Creo, también, que es posible detectar esa convicción de “pertenencia” de clase, (aun si convenimos en que los límites entre las clases están algo desdibujados), en el rechazo, en ocasiones intransigente, hacia los que se considera socialmente “diferentes”: todavía hay quienes pretenden que existen límites (a veces son meramente simbólicos) para la inclusión de los que se juzga inhabilitados para ser incluidos.

4. Habría que pensar hasta qué punto lo económico y lo ideológico están realmente separados. Ciertos análisis presentados como económicos parecen más producto de posiciones ideológicas (o políticas) que de ecuaciones propias de la economía. Pero también en la acción se detecta este cruce: los sectores sociales, los individuos que los conforman, se mueven, digamos, económico-ideológicamente: produzco, trabajo, ahorro, invierto, compro, vendo, etc., y en cada una de esas acciones se involucran razones y principios que sería dificultoso determinar o describir como puramente económicos.
5. No me atrevo a decir que decreció el peso específico de cada uno de esos poderes… sino, tal vez, que se difuminó o diluyó, en el sentido en que los factores que detentan poder ya no se manifiestan de modo tan excluyente: se yuxtaponen o entremezclan de modo que se dificulta señalar su pertenencia a una esfera determinada con nitidez.
Hay, por otra parte, un actor que cobró muy recientemente (para los tiempos históricos) una potencia singular respecto de su incidencia en el acontecer histórico-político: se trata de los medios masivos de comunicación que representan, además, un ejemplo paradigmático de esa yuxtaposición (poder privado/poder político).

6. Es bastante complejo poder establecer una respuesta unívoca o cerrada al respecto porque se trata de términos excesivamente contundentes: “realidad”, “sujeto histórico”, “transformaciones relevantes”. En parte, porque la relevancia de ciertos acontecimientos se vislumbra recién con el paso del tiempo. En parte, porque la singularidad estricta fue relevada por la pluralidad: yo diría que hay sujetos históricos (surgidos en la política, en el arte y la cultura, en la ciencia, en el mundo del trabajo, en el de la educación), actores individuales o colectivos que no sé si “transforman” su realidad, pero sí que producen alteraciones en la dinámica inercial que por momentos asume el devenir histórico. Creo que esos cambios son los primeros pasos de los cambios más profundos que requieren, naturalmente, de tiempos históricos más extensos para consolidarse (pienso, por ejemplo, en los movimientos feministas o en los de identidad de género, en los pueblos originarios… etc.).


Dante Palma
Filósofo, ensayista

1. La pregunta es bastante amplia y me parece que depende demasiado de la perspectiva teórica que cada uno adopte. Si interpreto bien, la pregunta podría ser a qué tipo de filosofía o incluso a qué tipo de filosofía de la historia uno adscribe: ¿se trata de una en la que las transformaciones históricas se piensan como el producto de liderazgos individuales o de una en la que esa individualidad acaba siendo simplemente una pieza más de un proceso colectivo que la trasciende y es más que la suma de las partes?

2. Al igual que en la pregunta anterior, una vez más, depende qué lugar se les dé a las instituciones en la concepción política y si el énfasis se pone en la historia reciente o en procesos a largo plazo. Si apuntamos a la historia reciente, me parece saludable que se haya puesto en tela de juicio el valor de determinadas instituciones, en particular, la institución periodística y la institución “Poder Judicial”, pues se trataba de instituciones que solapadamente constituían realidad a través del carácter performativo de su lenguaje alcanzado gracias a la credibilidad inmaculada que habían forjado hegemóni-camente durante décadas y, por qué no, siglos. Hoy, al menos en la Argentina, parece haber una reivindicación del Estado y de instituciones políticas sometidas a la voluntad popular de una u otra manera, reemplazando al oenegeísmo que había surgido con fuerza durante la década de los noventa a la sombra de la crisis de representación de la dirigencia política y el vaciamiento de los Estados.

3. Sin dudas, la distinción clásica entre clases sociales hoy resulta poco explicativa por sí misma de los fenómenos sociales. En todo caso, el gran desafío es poder explicar y predecir asumiendo que las variables no son meramente económicas, sino culturales, políticas, de género, etnia, religión y objeto de deseo, lo cual pone en tela de juicio aquellas consideraciones estáticas que vinculaban de manera determinista un tipo de comportamiento con la pertenencia a una clase.

4. Hoy queda bien desprestigiar una decisión popular (sea a favor de Cristina Kirchner o de Mauricio Macri) afirmando que la gente vota por el bolsillo, pero hay otras razones que también priman. Si las decisiones sólo pasaran por el bolsillo, ¿cómo explicar el conflicto con las patronales del campo y el resultado de las elecciones de 2009? Es decir, ¿cómo explicar que sectores que ganaron dinero como pocas veces en la historia hayan sido parte de un intento desestabilizador contra el gobierno que implementó políticas que beneficiaron a los que menos tienen pero también a esos sectores que mantuvieron parado el país durante cuatro meses?

5. A pesar de la importante recuperación del poder político y de la institución presidencial en los últimos años, es claro que el poder privado mantiene, como mínimo, su capacidad de veto, tal como se observa en la insólitamente todavía demorada aplicación completa de la ley de medios o en la devaluación que se vio obligado a realizar el Gobierno a principios del año 2014. El caso de la religión o, si se quiere, más específicamente, el rol de la institución eclesiástica, tuvo en la Argentina un reverdecer especial por la entronización de Bergoglio como Papa. La imagen positiva que tiene hoy en día un Papa que recogió la mirada latinoamericanista, la tradición de la doctrina social de la Iglesia y la crítica al capitalismo financiero, tiene una importante prédica y, por sobre todo, mantiene a raya a aquellos sectores recalcitrantemente conservadores que están tentados a denunciar la presunta infalibilidad de la máxima autoridad católica pero entienden que no es el momento histórico para hacerlo. Asimismo, más por la figura de Francisco que por respeto a la jerarquía eclesiástica, desaparecieron, de la agenda pública, temáticas sensibles a la agenda de la Iglesia, especialmente en lo que a derechos sobre el cuerpo de las mujeres se refiere.
Con todo, la intuición que tengo es que el efecto Francisco no se traslada automáticamente al resto de una jerarquía que todavía es mirada con recelo por buena parte de la sociedad.

6. La respuesta a esa pregunta varía en función de los procesos históricos. En Bolivia, por ejemplo, hay una apuesta por una conjunción entre el sujeto histórico indígena y los trabajadores en una amalgama enormemente compleja y en tensión pero que hoy en día tiene al MAS de Evo Morales liderando uno de los procesos de transformación más estables de la región. En la Argentina, el kirchnerismo, heredero del peronismo en muchos sentidos, no puede concebir a los trabajadores como el sujeto histórico tal como se lo pensaba en la década del ’40. Esto no tiene que ver con una circunstancial pelea con los líderes de algunos gremios, sino con que la matriz productiva, económica y laboral en la Argentina y en el mundo cambió y el peso específico de los trabajadores organizados es menor al de algunas décadas atrás. En esa línea, hubo una apuesta, especialmente tras la muerte de Kirchner, de impulsar un complejo y algo amorfo sujeto llamado “juventud”, que incluye a las nuevas generaciones y que estaría liderado por referentes que rondan los 40 años y que, en tanto tal, crecieron en democracia. Se trata de una juventud que reivindica los ideales de sus padres en los años ’70, pero no acuerda con las prácticas y los modos violentos de llevarlas adelante. Pareciera, entonces, que CFK pensó en un trasvasamiento generacional hacia ese espacio y depositó allí la responsabilidad de continuar, sea desde el poder formal o desde la organización comunitaria y partidaria, con este proceso de transformación. Si esa generación y sus dirigentes estarán a la altura de la circunstancias es algo que sólo podrá responderse con el tiempo.


Atilio Boron
Politólogo, sociólogo

1. El sujeto individual se transformó porque la sociedad capitalista actual no es la misma de antaño. La sociabilidad se vio modificada por la lógica destructiva y alienante del capital, imponiendo un patrón cada vez más egoísta e insolidario, apto para sobrevivir a duras penas, ante el darwinismo del mercado. Obviamente siguen siendo hombres y mujeres en un entramado social cada vez más enfermo e inhumano.

2. Las instituciones tradicionales también están atravesadas por la crisis, con mayor o menor intensidad en todos los países: desde las instituciones propiamente políticas –gobierno, congreso, partidos, judicatura– hasta las más propias de la sociedad civil, en un sentido gramsciano: la escuela, la universidad, las iglesias, los medios de comunicación y, en el terreno económico las formas tradicionales de organización empresaria y, por supuesto, los sindicatos. Es un mundo que requiere de nuevas formas institucionales que reemplacen a las ya obsoletas. Por ejemplo, las limitaciones de la democracia mal llamada representativa saltan a la vista: no representan sino a las diversas fracciones del capital, y poco más. Se necesita la refundación del orden democrático, con nuevas instituciones políticas que hagan posible la soberanía popular al estimular el protagonismo ciudadano. Hay que refundar la escuela y la universidad, para que sean focos de creación y de pensamiento crítico y no máquinas para adaptar a los jóvenes a las necesidades del capital. Es preciso crear nuevas formas de organización sindical que representen a una masa asalariada cada vez más masiva, heterogénea y vulnerable. El protagonismo que las diversas instituciones podrán jugar es algo que surgirá de la práctica histórica, no se puede deducir de la teoría.

3. Las clases sociales cambiaron. Se homogeneizaron arriba, y se heterogeneizaron abajo. Las diversas fracciones de la burguesía se entrecruzaron de manera acelerada, tanto dentro como fuera de sus países. El agronegocio, por ejemplo, integra al capital financiero con el industrial y con las viejas clases terratenientes. La banca se ramifica en la industria y el comercio. La economía digital funde en un haz de intereses a la industria, el capital financiero y la publicidad. En la cumbre de la estructura social, antiguas fracciones encuentran cada vez más un terreno común, con intereses compartidos que ahora defienden en una estrategia no sólo nacional sino internacional, coordinada por una suerte de estado mayor, un “comité central” de la burguesía que cada enero se reúne en Davos. En el otro extremo, el capitalismo actual pulverizó y atomizó al universo popular, fragmentado, dividido, parcializado de suerte tal que la concertación de acciones de conjunto resulta muy problemática. Si en la segunda mitad del siglo XIX aquél era signado por la presencia homogeneizante del proletariado industrial, los comienzos del siglo XXI nos presentan una escena en donde los particularismos y, por lo tanto, la división, constituyen el rasgo sobresaliente de las clases y capas populares. Agravado por los desarrollos de las nuevas tecnologías de información y comunicación que hicieron posible la creación y rápido desarrollo, sobre todo en los capitalismos avanzados, de un “cibertariado” que trabaja desde su casa y que intensifica hasta lo indecible la autoexplotación de los trabajadores, con jornadas laborales que llegan a las doce horas, con trabajo nocturno, sin descanso dominical...

4. El peso económico es muy fuerte, y se deriva del impetuoso desarrollo de las fuerzas productivas y los formidables avances tecnológicos de los últimos veinticinco o treinta años que reformatearon el proceso de trabajo, introdujeron nuevas divisiones en el seno de la clase trabajadora (que hoy abarca a la mayoría de la población mundial, sometida directa o indirectamente a la lógica de la valorización del capital) y facilitaron las tareas de dirección y control a cargo de los gigantescos oligopolios contemporáneos. Todo esto tuvo su contrapeso en la esfera de la ideología, ocasionando el descrédito de las estrategias de acción colectiva y fomentando una cultura individualista, egoísta, cortoplacista, que conspira contra la posibilidad de enfrentar con ciertas posibilidades de éxito a la clase dominante y sus representantes políticos e ideológicos. Aquí hay que destacar el enorme papel de los medios de comunicación de masas, convertidos en vanguardia política de la burguesía y desentendidos ya de cualquier propósito de informar a la opinión pública. Su gravitación es hoy mucho mayor que la de los partidos políticos, en la medida en que el terreno favorito escogido por la burguesía para librar la lucha de clases es el ámbito de la cultura, de la ideología, consciente de que su predominio en este ámbito le garantizará una cómoda primacía en la política y la economía.

5. La religión está en alza: casos del fundamentalismo de los cristianos evangélicos en EE.UU., los católicos en Europa y América latina, el de los musulmanes en el mundo árabe (en Medio Oriente y en Europa, no así en Asia) y el de los judíos en Israel y los EE.UU. Son expresiones por ahora minoritarias pero no por ello menos preocupantes. En suma, la religión, que hace poco más de un cuarto de siglo parecía destinada a eclipsarse, resurgió con mucha fuerza. El poder de los privados se acentuó extraordinariamente, en desmedro del poder político, completamente colonizado por aquél. La decisión de la Corte Suprema de los EE.UU. de equiparar los derechos de propiedad de las personas con los de las corporaciones, y la libertad de los individuos para disponer a su antojo y sin intromisión estatal de sus fortunas con la de las empresas para hacer lo mismo con sus patrimonios abrió la puerta a la rápida degeneración de las democracias capitalistas en sórdidas plutocracias, donde el poder político aparece como completamente colonizado por el poder privado a través del financiamiento ilimitado e incontrolado que las empresas pueden hacer de la vida política.

6. Respondería parafraseando un conocido verso de Machado: “Militante no hay sujeto, se hace el sujeto al andar”. No existe sujeto revolucionario preconstituido. Ya el joven Marx lo observaba en Miseria de la Filosofía al hablar del tránsito de la clase en sí a la clase para sí, recorrido que no siempre se daba y que para nada podría reducirse a un automatismo social. Hoy las víctimas del capitalismo son muchas más que antes, porque el capitalismo se convirtió por primera vez en su historia en un sistema genuinamente mundial que incorporó a la lógica de la plusvalía a un enorme y heterogéneo universo de trabajadores y, además, porque florecieron nuevas contradicciones derivadas de su implacable lógica de dominio. Estas nuevas y viejas contradicciones fueron el manantial de donde surgió una pléyade de sujetos que se agregaron al tradicional proletariado industrial: nuevos estratos de trabajadores en diversos sectores de la economía; jóvenes sin futuro en el “turbocapitalismo” de alta tecnología; mujeres explotadas por el patriarcado y por la “doble jornada”; activistas de los derechos humanos y defensores del medio ambiente; minorías sexuales; pueblos originarios otrora concebidos como “sin historia” (y sin futuro) que emergen con fuerza en las sociedades latinoamericanas y otros más. En suma, los sepultureros del capital son ahora muchos más que el antiguo proletariado industrial, que seguirá siendo un actor importantísimo, pero no el único.


Rodolfo Mariani
Politólogo

1. La pregunta plantea la relación actual entre individuo y sociedad y entre subjetividad y la producción social de sentido. El neoliberalismo es una forma histórica particular del capitalismo que afecta tanto los parámetros básicos de la construcción social como los pilares fundantes de las estructuras subjetivas. La crisis de empleo, por un lado, y el deterioro de la función de padre, por otro, son dos formas sintéticas de mencionar esas afecciones. En el medio se ubica el derrumbe del Estado en su faz protectora, precisamente en la que las democracias le reclaman para enarbolar toda posibilidad de igualdad. En el viejo dilema entre libertad de los antiguos y de los modernos hay un corrimiento radical hacia lo segundo. El lado bueno, es la posibilidad de la emergencia de la singularidad o en los términos de la pregunta, de las particularidades que al ser constituyentes son inescindibles de cualquier idea emancipatoria. Pero ese movimiento se produce a expensas de lo colectivo, de la comunidad como geografía de la felicidad humana. “Deriva”, “enajenación”, “egoísmo”, “angustia”, son palabras que nadan mejor en esas aguas que “proyecto”, “liberación”, “solidaridad”, “Otro”.
El problema es que la oposición política al neoliberalismo sigue cayendo dentro del campo de lo que el lenguaje del capitalismo define como posible. Lo pensable está atrapado en esa lógica y desde esa limitación es preciso enviar sondas más allá, construir las palabras que abran fisuras en el domo del capitalismo global Hoy la política de emancipación es contra referencial, procura un orden desconocido por construir y empujan tanto en esa dirección la aspiración a la justicia social como el rescate de la particularidad profundamente humana que nos constituye.

2. Las instituciones están sometidas a la presión del capital financiero que las empuja a adaptarse a sus estrictas necesidades. La desregulación, las privatizaciones, la flexibilidad laboral son expresiones que, entre otras, estridentemente nos aturdieron en los ’90 anunciando la transformación del Estado a la medida del interés de las corporaciones económicas dominantes. La radicalización de esa presión conduce a una oposición radical entre el interés económico-financiero dominante y cualquier forma, por atenuada que sea, de voluntad popular. En el reino del neoliberalismo sólo tiene lugar la política como quehacer del interés del capital y, en su forma menguada, como placebo o paliativo, pero nunca como campo del conflicto. El neoliberalismo anula la expresión de lo político. Por otro lado, en América latina se procura enfrentar esa corriente restituyéndole a la política la capacidad de encarnar las tensiones sociales y de intervenir y regular el conflicto siempre presente. Las sociedades son campos atravesados por relaciones de poder que el neoliberalismo invisibiliza. En nuestro país y en varios de la región, la política camina correctamente -y con las dificultades del caso- por el camino de construir y representar una voluntad popular de cambio e inclusión. La contingencia de la institucionalización de esa voluntad es un momento crucial y difícil de estos procesos históricos en la región.

3. En los sectores dominantes el capital financiero teje un entrecruzamiento de intereses que diluye la distinción y afecta la lógica clásica de conflictividad entre fracciones. El caso de los famosos pool de siembra es paradigmático, pero también lo son las formas de financiación de la IyD y sus derrames a actividades industriales, de servicios, etc. Y ni qué decir de las formas más sofisticadas de financiarización. En los sectores populares hay una pérdida relativa de centralidad de la clase obrera (y sus sindicatos) y un aparecer de múltiples formas de inserción muchas veces precarias, inestables y de subsistencia. La desigualdad es un fenómeno global creciente que encuadra estos procesos. Hay concentración y más homogeneidad en los sectores dominantes y progresiva heterogeneidad en los sectores populares. Y, estilizadamente, las categorías que definen a la derecha permanecen inalteradas frente a la convulsión que causó en la izquierda el derrumbe del socialismo real. Además, el pasaje entre ser desposeído y la autoconciencia política de esa situación está, hoy más que nunca, interceptado por una suerte de teatro de la humanidad guionado por los grandes medios corporativos que construyen sentidos e ideales de éxito y bienestar que velan las relaciones de dominación, los modos de exclusión y la arquitectura de poder real.

4. La relación entre lo económico y lo ideológico también se reconfiguró en el sentido de que unas condiciones materiales de existencia no refieren linealmente a una determinada conciencia social. Hay una amplia dimensión cultural que altera esa relación y que coadyuva a desplegar un extenso abanico de autopercepciones, particularismos, diversidades. A nadie sorprende que el PRO gane cómodamente en Recoleta, lo cual reafirma el vínculo entre los “ganadores” y la derecha, pero es más complejo que también gane con holgura en las comunas del Sur. Hay una extensa intervención de significaciones culturales en la relación entre lo económico y lo ideológico; pero además, lo ideológico está fuertemente incidido por la posición subjetiva.

5. Las religiones, o las instituciones que hablan en nombre de los distintos credos continúan jugando papeles importantes. Hay regiones enteras del mundo en las cuales el componente religioso es clave para entender los conflictos o para articular equilibrios posibles. El fundamentalismo religioso me parece particularmente preocupante. Medio Oriente es un caso pero no es el único. La derecha radical de los EE.UU., que apunta a colocar al próximo presidente, tiene un fuerte componente fundamentalista religioso. Por su parte, en América latina crecieron las Iglesias evangélicas y es cada vez más estrecha su relación con la política. El papado de Bergoglio vino a moderar un poco el fuerte corrimiento a la derecha de la Iglesia Católica, a recuperar una mejor tradición de doctrina social y a ocupar un rol político en la denuncia del neoliberalismo y el capital financiero, al menos en sus formas más lacerantes. En cuanto al poder político, digamos que está subordinado a los propósitos de las grandes corporaciones y el capital financiero y cuando eso es así, como decía Walzer, el poder económico se transforma rápidamente en gobierno privado de la sociedad. Hoy la idea dominante en los países centrales es que toda intervención pública es expropiatoria: eso pone a la propiedad por encima de la vida misma. La derecha radical se toca con el fundamentalismo religioso y ese es el límite de la política como imposibilidad del exterminio del otro. Una vez más, America latina da pelea por recuperar la política como expresión de la voluntad los pueblos y de los conflictos auténticos de cada sociedad y no como la gestión sumisa del interés de las corporaciones económicas.

6. No me parece que exista un sujeto constituido del tipo del proletariado industrial o el campesinado. Quizás en Bolivia pueda tener centralidad el movimiento indígena como una homogeneidad resaltante dentro de un colectivo más abarcativo. Pero en general de lo que se trata es de una articulación compleja y heterogénea de una multiplicidad de posiciones sociales, la mayoría de privación, de injusticia y otras integradas pero con conciencia y compromiso (y también insatisfacción, en dónde falla el ideal de felicidad basado en el éxito y el consumo). Dentro de esa multiplicidad también existen tensiones internas que dificultan la articulación. La construcción del llamado sujeto requiere de fuertes referencias políticas y tiene mucho de la tarea del “Reparador de Sueños” de Silvio Rodríguez.


Horacio González
Sociólogo, escritor

1. Hay una característica contemporánea y que define la actualidad política de las grandes democracias globalizadas, que es la fabricación de políticos, como si se tratara de la producción serial de hombrecillos –o mujercillas– con características prefiguradas en un estudio de laboratorio. En realidad, los estudios que se hacen del denominado mercado electoral, no se refieren a que éste exista previamente y las personas “midan” o no, sino al revés. Esas “mediciones” son el estado real que crean las tramas promovidas por el complejo comunicacional dominante, que es un núcleo de sentido común que modela personajes según estereotipos de consumo que promueven el intercambio se objetos, ideas, relaciones interpersonales, formas de lenguaje. El cambio en la propia idea de política es sorprendente. No es que haya concluido la era del individuo, sino que sobre las cenizas del viejo individuo que acompañó todo el ciclo de la burguesía productiva y competitiva, se levanta un pseudo individuo con sus pasiones modeladas, como el Golem, por la arcilla de los grandes medios de construcción de ideales del yo, que finalmente terminan en grandes aglomerados de consumo cultural, para los cuales también es preciso –aunque la tarea sea más laboriosa– cincelar los políticos correspondientes. Esta crítica proviene de los años ’60, cuando las elecciones en los grandes países capitalistas se transformaban en competencias entre grandes agencias publicitarias y financieras. Esto no cambió aunque sufrió infinitas mutaciones. Por eso, en gran medida, un candidato popular, hoy lo es cuando se sitúa críticamente ente esos aparatos discursivos de “crean una personalidad”, y al mismo tiempo no recurre a mimetizarse con los bajos fondos de la lengua, lo que tampoco ya da resultados más que fugaces (se verá en el caso Miguel Del Sel).

2. En todo el mundo, el personal del Estado se divide entre acentuar su intervención en la economía y el control de los excesos del mercado, o interactuar con empresas comunicaciones, productivas y agencias de comercio exterior, intercambiando prácticas homologables, que en un extremo pueden hacer del Estado un mero apéndice del Mercado. Para un estudio comparativo, puede tomarse el Estado Prusiano fundado por Bismarck y su relación con las empresas (Krupp, por ejemplo) donde la relación era asimétrica en favor del aparato estatal-militar, y el actual estado norteamericano, que tiene todo tipo de núcleos de control (Pentágono, DEA, etc) combinado con interrelaciones empresariales donde no es fácil distinguir la identidad de una empresa de finanzas y partes del aparato judicial estatal (como en el caso de los fondos buitre). Las instituciones de la historia (legiones romanas, principados de los Medici, monarquía absoluta, república jacobina, etc,., dejaron paso hoy a instituciones que algo conservan de la historia del Estado y de las historia de los monasterios, pero ya a través de los grandes medios de comunicación. Una cadena norteamericana (NBC o CBS) no es un Estado clásico, pero concentra muchas de las funciones del Estado, y de hecho, toman decisiones sobre el tiempo libre, el consumo y el lenguaje, que las hace más poderosas que los Estados de la antigüedad mediata o inmediata.

3. No se las puede observar sin considerar modelos de consumo y lenguaje, hábitos domésticos e intereses culturales. Las definiciones por propiedad, ingresos o nivel de empleo necesariamente deben cruzarse en damero con los ámbitos del existenciario social simbólico. Y este “cruce” no es encuestológico sino la oportunidad de un pensar crítico diferente.

4. Cuando creemos que es la “economía”, no nos privemos de buscar en la “ideología” (la más soterrada, la que se expresa en decisiones cotidianas y prácticas que suponen ilusoria o simbólicamente el “buen vivir”). Cuando creemos que es la “ideología” (las prácticas existenciales) no nos privemos de buscar en la economía. En el fondo, buscar al “burgués” o al “clase-media” en las sociedades contemporáneas es un trabajo que obliga a vacilar entre la economía y la ideología. Bueno para tener en cuenta en las campañas electorales. No hay en ellas conocimientos o dichos “científicos” sino ese infinito juego de vacilaciones, en el fondo irresoluble.

5. Un gran acontecimiento histórico fue la separación del tesoro privado del rey, convertido en el tesoro general del reino. Una cosa es el poder privado (los grandes medios concentrados) y otra cosa la privacidad con sus poderes a veces milenarios, Hay que diferenciarlos. Nunca se desploma un poder; pueden caer los imperios. La religión es un poder público/privado difícil de escindir, y en esa dificultad reside su extraordinaria fuerza.

6. Hay que construirlo, sin abusar de la noción de sujeto histórico (proveniente del historicismo) ni abandonarla definitivamente en nombre de bruscos cortes en la historia, surgidos de agencias publicitario-financieras, que hablan de “cambio de dirección”. Ese cambio no es el corte de paradigma que señalaban los viejos estructuralismo, sino el llamado de las grandes corporaciones a deshistorizar la vida de las sociedades.

03/05/15 Miradas al Sur
 

Porotos Por Eduardo Aliverti

Otra vez, un resultado de comicios porteños desató algunas de las polémicas más encendidas que puedan encontrarse en todo el país. No es una cuestión de ombliguismo, aunque haya algo de eso por tratarse de la vidriera mayor, sino que es difícil acertar –o asumir– los valores y voluntades electorales de este distrito.

La propuesta es recorrer tres aspectos, que pueden estar interrelacionados o no. Primero, reparar en los datos numéricos relevantes. Está claro que una enorme mayoría rechazó la opción kirchnerista para la Ciudad y prefirió candidatear a las figuras de un espacio donde confluyen PRO y ECO. Sólo la pereza intelectual permite el olvido de que Martín Lousteau tributa a la Coalición Cívica, y que ésta va aliada al macrismo y a la porción de los radicales avaladora de este rejunte. No hay ninguna diferencia de fondo entre esas tres patas. Son votos ideológicamente sumables. Después podrán discutirse las subjetividades puntuales, pero eso entra en el terreno de las interpretaciones y, por ahora, estamos en el de los números fríos. Allí, la variante K fue claramente derrotada pero hay el detalle de que tiene un piso atendible en el escenario más gorila. Una cosa es la lupa que se posa sobre la Ciudad y otra la proyección nacional que tienen esas cifras, lo cual es el tercer aspecto. También resalta que el triunfo macrista fue homogéneo en todas las comunas. Aun en la menos favorable al oficialismo porteño, que fue la 15 (Chacarita, Villa Crespo, Paternal, Villa Ortúzar, Agronomía y Parque Chas), obtuvo el 41,1 por ciento de los votos. En la 8 (villas Soldati, Riachuelo y Lugano), el PRO conquistó casi el 47 por ciento. Ahí le fue mal a ECO, al igual que en La Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya, pero en Caballito se alzó con más del 26 por ciento y, en el resto, consiguió cifras parejas que le valieron a Lousteau salir segundo en 10 de las 15 comunas. Agregado a ello, los candidatos a comuneros por Larreta se impusieron en todas las comarcas. Y los cortes de boleta, en las tres fuerzas prevalecientes, fueron intrascendentes. Significa que puede hablarse de un resultado uniforme, que atraviesa el conjunto de barrios y clases sociales.

Más luego, cómo interpretar estos guarismos. Hay dos grandes bloques de razonamiento. Uno de ellos se resume en la muy comentada columna que Luis Bruschtein escribió en la edición del lunes pasado de Página/12, de la que se siguen algunos de sus conceptos centrales. “Se ha planteado que el voto porteño es más ideológico que concreto, más motivado por el temor al ascenso de los sectores sociales postergados que por sus intereses reales. En los barrios próximos a las villas miseria hay muchos votos por derecha. Son justamente las zonas que más progresaron. Las mejoras en las casas son evidentes; son barrios que se han beneficiado por la economía del país en los últimos diez años y es imposible encontrar un lugar para estacionar. Pero la villa está a ocho o diez cuadras y lo más importante no es el progreso personal, sino mantener esa distancia. En la Ciudad de Buenos Aires, el kirchnerismo y, en general, el progresismo, no han podido quebrar ese núcleo de pensamiento hegemónico que instaló el macrismo. (...) El voto conservador en las provincias contiene cierto aire de patrón paternalista, es lo más parecido al populismo del viejo partido conservador, que buscaba como interlocutores a los pobres porque necesitaba sus votos. Por el contrario, el discurso de la derecha o centroderecha porteño no tiene alusión a los pobres. No les habla ni les promete mejoras. Se dirige (...) a los sectores sociales que se quieren diferenciar de los pobres. Y así será si gana ese discurso: habrá muchos más pobres, pero los relativamente pocos que se salvan en la clase media se diferencian mucho más de ellos. (...) Esos mecanismos funcionan incluso en una clase media cuyos sectores empobrecidos, que antes eran mayoría, ahora han logrado estabilizar su trabajo, mejorar sus viviendas y comprarse un automóvil. (...) Es una paradoja: el kirchnerismo generó una amplia clase media próspera, que se siente amenazada por las políticas que le dieron prosperidad.”

Sin renegar, necesariamente, de ese marco ideológico, un segundo bloque analítico apunta primero a los méritos de la gestión macrista y, en igual o mayor proporción, a las serias deficiencias de la táctica y trabajo del kirchnerismo. En ese orden, debe admitirse lo elemental de que el PRO ya no es –en la ciudad– un simple grupejo de yuppies encabezado por un empresario ricachón, mediáticamente protegido y estimulado, con serias dificultades para articular dos oraciones seguidas. Desde ya que tiene el abrigo de los grandes medios opositores, que se beneficia del derrame de la economía mejorada por el gobierno nacional y que, como hacen todos los oficialismos, usa los fondos publicitarios estatales en su provecho. Ponerse a llorar sobre esa leche derramada, como si no fueran reglas del juego, es patético. Episodios como el Indoamericano y el horror de los talleres clandestinos, o antes la represión en el Borda, el espionaje telefónico o el endeudamiento feroz, tienen un efecto marginal. El PRO dispone ya de un fuerte despliegue territorial, aparato, punteros, velocidad de respuesta concreta en arreglos de calles y veredas, cambio de alumbrado público y etcéteras de ese tipo. La diferencia que Larreta le sacó a Michetti, sin ir más lejos, es casi exactamente la suma que –antes de bajar sus precandidaturas para favorecer al delfín de Macri– obtenían en las encuestas Diego Santilli y Cristian Ritondo, dos de los referentes con inserción vecinal destacada. Para decirlo de otro modo, el PRO se ha convertido ejecutivamente en la más peronista de todas las variables opositoras. Es una derecha posneoliberal. Como también lo escribió José Natanson en este diario, el martes pasado, Macri “(...) no privatizó las escuelas, pero disminuyó el presupuesto educativo como porcentaje del PBI; no aranceló los hospitales (ni prohíbe que se atiendan los no porteños o los no argentinos), pero tampoco invirtió en nuevos centros de salud; no mandó las topadoras a las villas, pero tampoco destinó un peso extra a vivienda social. (...) La fórmula, quizá, podría resumirse de esta manera: todo el gasto social que haga falta para garantizar la estabilidad política y la prosperidad de los negocios, pero ni un peso más del que sea necesario. Una estrategia que, dicho sea de paso, puede funcionar gracias a un Estado central hiperactivo, que compensa en materia social la desatención de los niveles subnacionales”. Y en lo estrictamente electoral de las PASO, por si fuera poco colaron a un Lousteau que –ya opinado por el firmante en su nota del lunes pasado– es la quintaesencia del joven décontracté, novedoso, “descontaminado” e ideológicamente ligerito, capaz de atraer numeroso sufragio delivery que en buena medida tal vez haya traccionado desde Michetti, cuando las encuestas la dieron derrotada en forma irreversible frente a Larreta. Esto último motiva los bingos de si acaso no hay ingredientes anti Macri en los votos de Lousteau y de la dama, cómo habrán de comportarse en el partido por los puntos del 5 de julio y así sucesivamente. Nada que vaya a cambiar la orientación general. En cualquier caso, el kirchnerismo capitalino volvió a no encontrarle la vuelta a ese cúmulo de “novedades” por la derecha. Con el diario del lunes, es cierto, aconteció que su precandidato preferido fue escogido a último momento; que todavía le falta demasiado fogueo; que el exceso de postulantes adheridos al Frente para la Victoria dispersó antes que sumar; que fue un grave error centrarse en un discurso duro mucho más preocupado por la exclusividad de la crítica al macrismo que en las propuestas de un modelo de ciudad, y que tal discurso no halló jamás un eje de campaña (ni tan sólo algunos sueltos, en realidad). También se cayó la teoría de que para enfrentar a Macri con alguna expectativa hacía falta un kirchnerista “puro” en lugar de un progre, y muchos añoraron los porcentajes de Filmus. El “perdón Daniel” sonó voluminoso tras el domingo, al igual que haber reparado en que a los K les faltó en los barrios un laburo específico capaz de superar las meras caminatas y encuentros con gente del palo. Este comentarista opina que hay veracidad y verosimilitud en ambas unidades de análisis, y que no son excluyentes una de la otra. El componente de un voto ideológico, conservador, frívolo, gorilón, es indesmentible y no caracteriza únicamente a Buenos Aires. Pero asimismo lo es el de los yerros kirchneristas que acentuaron ese perfil, y que por ahora habrían dejado escapar ánimos conquistables. Vamos: en esta ciudad ganaron Cristina e Ibarra y, por muy contrafáctico que sea, si en 2007 no se hubiera partido el voto progresista es probable que hoy no estuviéramos hablando de la afirmación macrista. ¿Qué se supone? ¿Que casi todo lo que no fue a parar al FpV es un voto inevitablemente facho, caceroludo, tilingo sin más? Es esa una lógica binaria, con anteojeras análogas a las que sellan que en este país hay más de un millón de trotskistas porque basta y sobra con tomar nota de los votos del FIT.

Sí que hay una mirada porteñocéntrica en apresurarse a sacar conclusiones nacionales por las primarias capitalinas. Sí hay que Macri se perfila como el candidato prioritario de la oposición no peronista, frente a la caída probablemente irreversible de Massa. Sí que provoca cosquilleo, inquietud, o directamente temor, en buena parte del entusiasmo K, ver el resultado de las PASO porteñas. Pero también hay que aun en Buenos Aires el kirchnerismo puede sostener su piso y volver a su techo, en las presidenciales; que en las primarias habidas hasta ahora son sólidos los datos que muestran lo mismo; que falta nada menos que la contienda en territorio bonaerense, madre de todas la batallas y donde muy difícilmente haya milagro que evite la victoria oficialista. Y que resta la clave de lo que vuelque Cristina con su decisión implícita o explícita, con un horizonte de la economía que la propia oposición admite como tranquilo.

Los porotos que cuentan son ésos, y los pierden de vista quienes ven o dicen ver otra cosa.

04/05/15 Página|12

El humor político, en clave dominguera Por Felipe Yapur

El humor de un individuo cambia, incluso varias veces en un mismo día, y por los motivos más dispares. En un año electoral, el humor político, el de los dirigentes, simpatizantes y militantes no escapa a esa lógica y, por lo general, fluctúa los domingos. Y este año habrá muchos. Que sean domingos de buen humor depende de muchos factores, sobre todo para el oficialismo, pero nada es imposible.

SANTA FE. Las Primarias de esa provincia auguraban pocas sorpresas. Un Miguel del Sel, de Unión PRO, imponiéndose ante el Frente Progresista Cívico y Social que lideran unos alicaídos socialistas y el Frente para la Victoria haciendo fuerza para que el tercer lugar sea lo más cercano posible al segundo. En ese distrito, lo que provocó el cambio de humor no fue necesariamente el resultado provisorio que arrojaron las urnas sino su desmanejo y el tufillo a fraude que surgió a partir del descubrimiento de la falta de escrutinio en 807 urnas. Omar Perotti, el candidato del FPV local, mejoró su cuantía y en el conteo individual llegó a estar por delante del crédito socialista, Miguel Lifschitz. Todo eso provocó que el humor de la gente que trabaja con Perotti se modificara y renaciera la esperanza.

Ante ese escenario, el FPV santafesino reorganiza la estrategia de campaña. Por un lado, sostienen que el socialismo está en caída y, como siempre, los motivos son múltiples. En primer lugar anotan los graves problemas de gestión, donde el tema del narcotráfico encabeza el listado. Es más, entre los operadores de Perotti aseguran que la salida del responsable técnico del polémico escrutinio provisorio, Javier Echaniz, está más relacionado con el tema narco que con el manoseo informático de las Primarias. Ante esa posibilidad es que prefirieron eyectar al funcionario por el desaguisado electoral que por lo que se avecina.

En cuanto a Del Sel, el peronismo santafesino realiza el siguiente análisis. En primer lugar, es preciso concentrarse en el rol político del candidato del PRO y no hacer eje en su condición de humorista. "Hay que pelear desde lo político, apuntar a sus colaboradores, que tienen mucha responsabilidad en la caída de la provincia en gobiernos anteriores", juran. Eso no parece tan complicado. Lo difícil está en recuperar el voto peronista en las barriadas más humildes donde, sostienen, el PRO realizó una muy buena campaña ocultando la figura de Mauricio Macri y levantando sólo la figura de Del Sel como un integrante del extinto grupo Midachi. El ocultamiento del jefe de Gobierno porteño, dicen, es porque los sectores populares ven a Macri como un gobernante para los ricos que no se preocupará por ellos. "Hay que demostrar que los dos son harina del mismo costal", indican y pergeñan la estrategia. En cuanto al socialismo, reconocen que es un hueso duro pero que la disputa con el radical Mario Barletta no terminó cuando finalizaron las Primarias. Es más, auguran escasa migración del voto radical hacia Lifschitz. El otro dato que rescatan y que consideran que los beneficiará es que las elecciones generales, previstas para el 14 de junio, ya habrá comenzado la campaña presidencial y la nacionalización de la disputa electoral los beneficiará. Eso los pone de mejor humor.

MENDOZA. El distrito más importante de la región de Cuyo no está cerrado para el FPV. La escasa distancia que representa el 4,75% con Cambia Mendoza los obliga a restañar diferencias entre los peronistas (por así decirlo) ortodoxos y los kirchneristas. En este caso no sólo la unión hace la fuerza sino que alimenta las posibilidades de retener el control de uno de los cinco distritos electorales más importantes del país. Adolfo Bermejo, el candidato, tiene en sus manos la mayor responsabilidad de conseguir este objetivo. Debe, junto con Guillermo Carmona (el kirchnerista puro) y Matías Roby, amalgamar la oferta electoral y conseguir que el 21 de junio sea una jornada de buen humor que supere los límites geográficos de Mendoza. Claro, para esa época también estará desatada la carrera presidencial y puede ayudar.

LA PROVINCIA. Buenos Aires es clave y eso lo sabe hasta el más inocente de los militantes políticos. El FPV no sólo gobierna sino que está obligado a ganar bien para que los pronósticos halagüeños que surgen de algunos sondeos de opinión se conviertan en realidad. El dilema no sólo pasa por cuál será el mejor candidato para garantizar la continuidad de gobierno sino también si conviene repetir el experimento de las PASO porteñas con siete precandidatos. Hay intendentes que se niegan de manera rotunda a esa posibilidad y exigen, por ahora por lo bajo, que haya una sola fórmula. Pero por ahora eso parece estar lejano. Son 12 los precandidatos y nadie se anima a realizar una referencia bíblica por aquello de que en ese grupo había un traidor. El último en anotarse es el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien tiene a su favor algunas condiciones clave para cualquier distrito: conocimiento público, entidad peronista y cercanía con la presidenta Cristina Fernández. Es claro que muchos de los anotados terminarán siendo un fórmula electoral, como la de Julián Domínguez-Juan Patricio Mussi o Diego Bossio-Sergio Berni, pero por ahora el dilema pasa por cuántos binomios competirán. Esa definición modificará, para bien o para mal, el humor de los dirigentes territoriales. Sucede que consideran que más de una fórmula para gobernador les puede provocar una dispersión de fuerzas que termine por debilitar su caudillismo municipal. Pero además, sostienen, el triunfo debe ser tal que la distancia con cualquier opositor permita garantizar el triunfo nacional sin sobresaltos, el único motivo que mejorará definitivamente el humor.

LA CAPITAL. Es tal vez el distrito más complicado. Mucho se ha escrito por estos días luego de las Primarias que dejaron al FPV en un tercer lugar. El objetivo más real es llegar al 5 de julio como segundos y forzar el balotaje. No hay una receta clara y precisa. Una alternativa bien puede ser concentrarse en promesas y propuestas que hacen a la gestión municipal de la Ciudad de Buenos Aires. De hecho, es lo que hizo Macri durante ocho años más allá de los resultados y, se puede convenir, no implica una traición a los ideales del FPV. También es válido recordar que esa campaña porteña estará absolutamente nacionalizada y, si los pronósticos presidenciales se afirman, bien puede ese domingo ser un día de buen humor aunque se obtenga el segundo puesto.

iNFO|news

Sweet home Buenos Aires Por Daniel Cecchini

No me cierre la puerta en la cara, Cecchini, mire lo que le traigo, me dice Argañaraz y enarbola una botella de Bowmore a manera de escudo. Es la noche del domingo electoral en la Ciudad Autónoma y acabo de apagar el televisor justo en el momento en que Mauricio Macri ensaya unos pasos de marioneta desarticulada al compás de Tan Biónica, que hay cosas que a uno le dan vergüenza ajena. A pesar del soborno casi le doy con la puerta en las narices para dar vuelta el ánimo de la noche escuchando a oscuras la interpretación de Jacqueline Du Pré y Daniel Barenboim de la Sonata número 3 para cello de Beethoven, pero el Islay de 12 años no es una cosa que se pueda andar despreciando. Así que ya los tengo adentro, a Argañaraz y a la botella. Traigo dos vasos, una jarra con agua helada, dejo que sirva el single malt y espero, que a veces tomar un buen whisky escocés cuesta muy caro.

Y, ¿qué me dice, Cecchini?, me pregunta repantigado en mi mejor sillón. (No está de más recordar que con Argañaraz nos tratamos de usted, por decisión mía y para mantener las distancias, porque llegado un punto mi peor parte tiende a confundirse con él.)

Qué quiere que le diga, Argañaraz, le contesto, no fue una noche de sorpresas. Casi la mitad votó amarillo. Si a eso le suma los votos de Lousteau, las tres cuartas partes de la ciudad son de derecha. Como noticia es vieja, no es para gritar que paren las rotativas.
Bueno, me dice, puede consolarse pensando que la otra cuarta parte es de izquierda…
No me joda, Argañaraz, que no estoy de ánimo, le digo. La autodenominada izquierda, que no sé bien qué es, sacó menos del cinco por ciento. El kirchnerismo sacó, con todas las listas, menos del veinte. Y ya sabe lo que pienso del kirchnerismo, Argañaraz, tendrá sus logros, pero de ahí a que sea izquierda hay un abismo...

Está bien, no se me caliente, Cecchini, que le hace mal. Tómese otro whisky, que lo traje para usted, me interrumpe, contemporizador. Hace una pausa para terminarse la medida, se sirve otra con un chorrito de agua y agrega:

Lo que me llamó la atención viendo la tele fue que todos festejaban, dice. Larreta porque ganó, Michetti porque perdió pero es parte del “equipo” ganador, Macri porque es el jefe, Lousteau porque sueña con robarle algunos votos de Michetti a Larreta y arañar el balotaje, Zamora y Bregman porque llegaron al piso y pueden seguir participando... y Recalde porque es peronista y, usted sabe Cecchini, los peronistas son de festejar siempre, es una cuestión de militancia, de mística...

No sé, le contesto, no presté atención a lo que pasaba en los bunkers, y cuando vi a Macri bailando como un autómata entre todos esos globos apagué la tele.

Pero igual se habrá dado cuenta de algo, me dice.

De qué...

Que en la tarima de Costa Salguero estaban todos los macristas, los ganadores y los perdedores, hasta De Angelis con diente nuevo… Todo el “equipo”, bah…

¿Y?

Que faltaba uno…, empieza y deja la frase en suspenso para obligarme a preguntar.
Entonces le pregunto:

¿Quién?

Cómo quién, Cecchini, ¿no se dio cuenta de que faltaba Del Sel?

¿Y qué?, le digo, fastidiado, se habrá quedado en Santa Fe porque tendría otras cosas que hacer. O ahora me va a hacer una lectura política de eso...

Política, me interrumpe, lo que se dice política no, pero hay una explicación...

Me sirvo otra medida del Bowmore, le agrego un poquito, apenas un dedo, de agua helada y me quedo en silencio. No quiero darle el gusto de preguntarle. Si Argañaraz quiere desarrollar una teoría lo va a tener que hacer solito. Se queda casi un minuto en silencio, mirándome y no aguanta más.

Le deben haber pedido que no viniera, me dice y vuelve a hacer una pausa, a ver si pico, pero como mi silencio es más que elocuente, sigue:

Usted se preguntará por qué, me dice, Imagínese…

Una vez más, Argañaraz me gana por cansancio, de modo que le contesto:

No, no me lo imagino, por qué no me ilumina…

Imagíneselo a Del Sel bailando sobre la tarima, festejando, y de pronto, fiel a sí mismo, le mete una mano en el tujes a Juliana, o a Mariu Vidal, a Laurita Alonso… Imagínese, ¡A la Bullrich!, dice cada vez con más entusiasmo.

Déjese de joder, Argañaraz, lo corto, no me haga ver imágenes que después no me van a dejar dormir…

Bueno, bueno, dice entre dos carcajadas, pero no me diga que no era un riesgo. Y después, repentinamente serio, agrega:

La verdad es que para ser la derecha son bastante poco elegantes…

Ahora el que no entiende nada es usted, Argañaraz, lo interrumpo. La derecha, para tener éxito electoral, tiene que ser populista. Y el macrismo es un populismo de derecha, no sólo por estas boludeces sino por su manera de gobernar.

¿Qué manera de gobernar?, me pregunta.

Efectista, cortoplacista. Disfrazando las medidas recesivas con fuegos artificiales, o tapándolas con globitos, le contesto.

Menemismo puro, me dice.

No, diferente. Lo de Macri es obsceno, lo de Menem era pornografía pura, le digo.
Argañaraz se vuelve a reír y me sirve otro chorro, generoso, del single malt. No se caliente, me dice, ya le dije que le hace mal. ¿Por eso apagó la tele, para no verlos?

No, no sólo por eso, le contesto. Me iba a poner a escuchar música, pero justo llegó usted.

A Argañaraz, como siempre, la indirecta no le hace ningún efecto. Al contrario, le da una excusa para seguir en la suya.

Hablando de música, me hizo acordar, me dice. Porque la ocasión electoral lo amerita –agrega engolando la voz–, le traje buena música para escuchar. Y sin pedir permiso, se para, va hasta el equipo de música y pone un cedé. Tardo apenas un segundo en reconocer la melodía, inconfundible, de Sweet home Alabama, de Lynyrd Skynyrd. “Sweet home Alabama / Where the skies are so blue”, canta el rubio racista. Y después pregunta, cantando: “¿Tu conciencia te importa? / Decí la verdad”.

Buenos Aires es Alabama, Cecchini, me dice Argañaraz. Entiéndalo de una vez por todas.
Estoy a punto de tirarle el vaso de whisky en la cara, pero el single malt es muy rico, además de caro. En lugar de eso le contesto:

Para eso, prefiero el cover de Charly García...

Claro, es casi premonitorio, me responde y para mi martirio se pone a cantar, desafinado:
“Sweet home Buenos Aires / donde el cielo está gris / Sweet home Buenos Aires / condenado país”.

03/05/15 Miradas al Sur
 

GABRIELA VAZQUEZ RECLAMO QUE SE COMPLETE LA CORTE “Es antidemocrático” Gabriela Vázquez preside el Consejo de la Magistratura.

Gabriela Vázquez preside el Consejo de la Magistratura.

“La Corte Suprema de Justicia tiene que estar ya mismo integrada en su completud”, dijo ayer la presidenta del Consejo de la Magistratura, Gabriela Vázquez, y consideró que es “totalmente antidemocrático” que los senadores de la oposición se nieguen a tratar el pliego de Roberto Carlés, el candidato propuesto por el Ejecutivo para ocupar la vacante dejada por la renuncia de Raúl Zaffaroni. Vázquez también cuestionó la “mala distribución” de los recursos del Poder Judicial y aseguró que mientras “la Corte Suprema tiene un superávit millonario, el Consejo de la Magistratura tiene un déficit operativo”.

Como se sabe, desde el año pasado, un grupo de treinta senadores y senadoras de distintas fuerzas opositoras sostiene un compromiso para “rechazar el tratamiento de cualquier solicitud de acuerdo para la designación de jueces de la Corte Suprema” hasta tanto “finalice el próximo proceso en virtud del cual se elegirá al presidente/a de la Nación y se renovarán parcialmente ambas cámaras del Congreso”. Vázquez calificó de “muy reprochable” esa decisión de la oposición, y dijo que “ya mismo” la Corte debería reponer los cargos vacantes desde la muerte de los supremos Enrique Petracchi y Carmen Argibay y la renuncia de Zaffaroni. “El Senado debe tratar el pliego del candidato que remitió la Presidenta de la Nación y, si considera que no es idóneo, tratar el del que se remita en sustitución”, señaló en relación con la postulación del abogado penalista Roberto Carlés.

Dos semanas atrás, en un mismo día, los miembros de la Corte Suprema tomaron dos decisiones que tensaron más la ya tirante relación entre el presidente del máximo tribunal, Ricardo Lorenzetti, y el Poder Ejecutivo: anularon la lista de conjueces nombrados por el Ejecutivo, con acuerdo del Senado, para actuar en la Corte cuando resultara necesario, y re-re-reeligieron a Lorenzetti como presidente en una votación llamativamente adelantada. Al ser consultada por los alcances de los sucesivos cruces entre los titulares de ambos poderes del Estado, Vázquez consideró que “no debería incluirse la política partidaria” en los asuntos judiciales “porque está en juego la solución de los problemas de la gente en todo el país”.

Vázquez también se refirió a la “mala distribución” de la partida presupuestaria del Poder Judicial y aseguró que, al revés del Consejo de la Magistratura, “los recursos que recibe la Corte Suprema son superiores a los gastos que tiene a su cargo”. “Este ingreso, que no está hecho en función de los gastos que tiene cada órgano, determina que la Corte tenga un superávit millonario y el Consejo tenga un déficit operativo”, concluyó. La titular del Consejo señaló que es viable la opción de redireccionar los recursos excedentes de la Corte hacia el Consejo “porque los recursos del Poder Judicial son para atender las necesidades que tiene el Poder Judicial en general”.

04/05/15 Página|12