El Impuesto a las Ganancias volvió a estar en el centro de la escena del mundo sindical. Varios dirigentes guardaban la secreta esperanza de que la presidenta Cristina Fernández realizara algún anuncio referido a ese gravamen, que se convirtió en denominador común de la agenda de reclamos de las cinco centrales obreras. Pero eso no ocurrió.
La primera mandataria sí se refirió a logros de la gestión kirchnerista en materia laboral –la reactivación y vigencia de la negociación colectiva, las leyes que ampliaron derechos laborales y la recuperación de los niveles de empleo– pero del Impuesto a las Ganancias, nada. A decir verdad, no hubo anuncios de proyectos de ley, salvo el que atañe a la estatización de los ferrocarriles.
Y también era previsible que Ganancias no estuviera en la agenda del discurso presidencial. Son muchos los funcionarios que vienen repitiendo una y otra vez que no está previsto modificar Ganancias y que, en última instancia, es una decisión que tomará exclusivamente la presidenta. Por ejemplo, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, afirmó que es la primera mandataria quien "tiene el joystick" para determinar modificaciones en el mínimo no imponible.
Además, durante el anuncio de la recaudación de febrero, el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, volvió a rechazar una futuramodificación de Ganancias. "Está la modificación de 2013 y, al igual que ese año, ahora hay 1.098.000 personas que tributan el impuesto, no hay más gente pagando, más allá de la preocupación entendible de los sindicatos."
Si bien desde septiembre de 2013 –en función de lo dispuesto por el decreto que fijó el último mínimo no imponible en 15 mil pesos– no ingresan nuevos aportantes a Ganancias, la falta de modificaciones en las escalas hace que los trabajadores que sí pagan lleguen muy fácilmente a las alícuotas más altas. Eso explica que la presión tributaria sobre el salario haya aumentado considerablemente en los últimos años.
Según un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) que analiza la evolución de la presión de Ganancias entre 2001 y 2014, para los casados con 2 hijos, la tasa efectiva tuvo un incremento de entre el 68% (para los salarios más altos) y 224% (para los sueldos medios). Esto se debió al "insuficiente ajuste de mínimos y deducciones y del congelamiento desde 2000 de los tramos de escala, en un contexto de alta inflación".
Las alícuotas del gravamen van del 9 al 35% del salario. En 2001 había que ganar 6,5 veces el mínimo no imponible para tributar la alícuota mayor (35%), pero según el documento de IARAF "en la actualidad se comienza a tributar con un ingreso neto equivalente a solamente dos veces los mínimos vigentes." Pero además, el informe señala que un trabajador de sueldo medio que "en 2001 destinaba solamente un 30% de su ingreso mensual al pago de Ganancias, en 2014 debió destinar un salario mensual completo (100%)". Este punto es uno de los más esgrimidos por el sector sindical para cuestionar el impuesto. El argumento es que "Ganancias se comió el aguinaldo."
El Impuesto a las Ganancias fue concebido como un gravamen progresivo. Quienes lo pagan son quienes más ganan (los perciben salarios más bajos que el mínimo no imponible no tributan). Además, cuanto más se gana, más se paga (hay una serie de escalas que establecen la alícuota que se descuenta, que va del 9 al 35 por ciento). Con esa recaudación, el Estado redistribuye la riqueza y realiza reinversión social.
Pero desde 2000 a esta parte el impuesto se fue distorsionando. Las modificaciones, tanto del piso como de las escalas, están sujetas a la discrecionalidad del Poder Ejecutivo y hubo muchos años en los que el mínimo no imponible no se tocó, a pesar de la inflación, por lo que muchos más trabajadores fueron alcanzados por el impuesto. Las escalas directamente no se modifican desde 2000.
El Impuesto a las Ganancias a la cuarta categoría (la que comprende a los trabajadores) es fundamental dentro del esquema recaudatorio y eso, en parte, explica la resistencia oficial a modificarlo. Sin embargo, hay especialistas que aseguran que elevando el mínimo no imponible, cambiando las escalas y modificando la tabla de deducciones, Ganancias podría volverse más progresivo y recaudar un monto similar.
Pero más allá de la cuestión tributaria, la discusión para modificar Ganancias parece ser política. Por un lado, hay varios funcionarios del Poder Ejecutivo y legisladores del Frente para la Victoria que elaboran informes, acercan documentos y presentan proyectos al ministro de Economía, Axel Kicillof o al flamante jefe de Gabinete para intentar llegar a la presidenta y convencerla de los beneficios de lanzar una reforma del impuesto antes de dejar el poder en diciembre próximo.
Por un lado, se argumenta que no hacerlo ofrece a la oposición la posibilidad de utilizar los cambios en ganancias como parte de su plataforma electoral de cara a las presidenciales de octubre. Tanto Mauricio Macri como Sergio Massa prometieron modificar y hasta eliminar el gravamen de llegar a la primera magistratura. Hace sólo unos días, el tigrense "exigió" al gobierno nacional "que suspenda el cobro del impuesto a las ganancias porque si no lo que los trabajadores ganen en las paritarias, lo van a perder porque se lo va a robar la AFIP". Y agregó: "Creemos que es muy importante terminar con esta manía de que les roben desde el Estado a los trabajadores, con esta aspiradora de impuestos que tenemos en marcha."
Por otro lado, aceptar que es necesario modificar Ganancias –aun cuando sea con el envío de un proyecto de ley al Congreso, cosa que no implicaría una complicación inmediata en la recaudación– desarticularía la demanda sindical que, en un año electoral, podría complicar el panorama de conflictividad.
De hecho, los gremios del transporte están organizando un paro para el 31 de marzo próximo con Ganancias como principal reclamo y buscan sumar sindicatos que no sean del transporte pero que estén afectados por Ganancias, como el caso de La Bancaria. De todos modos, esa huelga podría perder fuerza si el titular de la CGT Azopardo, Hugo Moyano ratifica la suspensión que dio a la participación de la central obrera.
Quienes promueven la modificación al impuesto dentro del gobierno, no lo hacen como una concesión a los reclamos de los trabajadores, ya que estiman que ese no puede ser el principal pedido del sindicalismo.
Tiempo consultó a varios sindicalistas sobre este cuestionamiento y todos coincidieron en que Ganancias no es el único reclamo.
"Hay otros pedidos", dijo un dirigente que integra la CGT de Antonio Caló y detalló: "Que se vayan actualizando las asignaciones, pedimos por el trabajo en negro aunque no es una responsabilidad del sindicalismo."
"Ganancias está muy deformado como impuesto. Modificarlo es algo que subsanaría el malestar, ambicionamos a que haya una reformulación por ley que cambie la estructura actual", indicó el dirigente, quien remarcó: "Hay otras cuestiones que son importantes, pero este tema no se ha resuelto y viene acumulando tensión."
Desde el sector moyanista rechazan la hipótesis oficial de que el sindicalismo carece de una agenda de reclamos por fuera de Ganancias. Un dirigente cercano al líder camionero ensayó una explicación para el excesivo protagonismo de Ganancias entre los reclamos gremiales: "No creo que Ganancias sea el único reclamo. También se critican cuestiones de la política económica en general: la inflación, la falta de inversión, la pérdida de poder adquisitivo, etcétera. Pero todos esos temas se corrigen desde la política económica y hay muchos factores políticos involucrados para resolverlos. Ganancias, en cambio, depende solo de una medida. Es más cercana la solución."
El Impuesto a las Ganancias sigue encabezando la lista de reclamos de sindicalistas opositores y oficialistas. El gobierno, por ahora, no hará modificaciones aunque admite beneficios en hacerlo. La última palabra la tiene Cristina Fernández.