Juan Carlos Lascurain es ex titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), actual integrante del comité ejecutivo de la entidad y dirigente metalúrgico. La semana pasada se enfrentó públicamente con la conducción actual de la UIA luego de que desde la entidad se filtrara un informe que criticaba los acuerdos con China pese a que el texto todavía no había sido debatido por el comité ejecutivo. En esta entrevista con Página/12, Lascurain afirma que los acuerdos con China pueden beneficiar la industria argentina, sostiene que la filtración del paper interno obedeció a una operación política de la UIA, cuenta el debate que se produjo en la reunión de comité ejecutivo posterior a ese hecho, revela por qué dijo que a la cámara empresaria la manejan sólo cuatro o cinco personas y le apunta a Techint por utilizar ese espacio para llevar adelante su pelea con el Gobierno.
–¿Por qué considera que los acuerdos firmados con China pueden beneficiar a la industria argentina?
–En el caso nuclear, los metalúrgicos estamos ligados al desa-rrollo de esa industria desde sus inicios en el país. La Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra) tenía incluso un instituto de estudios junto a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), pero con la paralización de la actividad a fines de los ’80 no trabajamos más en el tema. Después, el Gobierno reactivó la construcción de Atucha II y se mostró interesado en construir una cuarta e incluso una quinta central nuclear. La empresa estadounidense Westinghouse invitó en 2010 al Gobierno a visitar su planta en Pittsburgh para mostrarle el reactor AP1000. Viajaron representantes de la CNEA, Nucleoeléctrica Argentina (NASA), Invap y Adimra. Fuimos a ver cómo se construye un reactor de esas características y a partir de entonces entablamos una relación muy importante con CNEA, NASA e Invap. De hecho, en Adimra comenzó a funcionar la comisión de energía nuclear. Cuando la Argentina inició el proceso de licitación para una nueva central nuclear, los chinos tomaron la iniciativa de contactarse con NASA y ésta nos trasladó la posibilidad de reunirnos con la delegación china. Tuvimos una reunión con la delegación china en Adimra y ellos pidieron conocer la capacidad técnica de las empresas metalúrgicas. Visitaron una cantidad importante de empresas. Ese fue un disparador interno para que muchas compañías mejoraran su calificación en aspectos nucleares. Hay un trabajo previo muy importante y cuando el Gobierno decide finalmente darle la obra a China, porque va a poner el dinero para financiarla, se negocia también la participación de la industria argentina.
–¿Y en lo que respecta a las represas hidroeléctricas que se van a construir en Santa Cruz?
–Las represas tienen un alto contenido local en lo que corresponde a la obra civil, que es la parte más importante, y después le sigue todo el equipamiento electromecánico. Las turbinas van a venir importadas, pero hay una cantidad de equipos electromecánicos que se pueden producir en el país.
–Uno de los cuestionamientos que recibió el acuerdo con China es por la posibilidad de que se realicen adjudicaciones directas a las empresas de ese país.
–Ese tipo de acuerdos bilaterales establecen que sólo se le pueden dar adjudicaciones directas a empresas que dependen de los Estados, pero no a firmas privadas. Eso es lo que se interpreta del acuerdo marco firmado con China.
–También se mencionó que el acuerdo podría servir para que China envíe trabajadores al país.
–Los trabajadores que pueden venir a la Argentina son los mismos trabajadores que cualquier suministrador de tecnología trae para poner en marcha una obra. En el edificio del ex Correo Central están armando un órgano que va a formar parte del centro cultural y los que están trabajando son alemanes, porque son los encargados de proveer la tecnología. Algunos dicen que China llevó a Angola trabajadores de su país y ahora están haciendo las rutas, pero con la organización gremial que existe en la Argentina me parece muy difícil que pueda llegar a ocurrir algo así.
–José Ignacio de Mendiguren dijo que el acuerdo firmado con China se parece más al acuerdo que China firmó con Angola que a los que firmó con Brasil y la Unión Europea.
–El otro día en la reunión de la UIA también hicieron referencia al acuerdo que Brasil firmó con China. En ese momento, yo pedí verlo y no lo tenían. No lo conocen.
–¿No se analizaron en la UIA los acuerdos que firmó China con otros países para poder compararlos?
–No sé qué datos maneja Mendiguren, pero en el comité ejecutivo de la UIA no se analizó ningún acuerdo que haya firmado China con otros países. Por eso yo digo que lo que hizo la UIA fue una operación de prensa que la inició Mendiguren con la publicación de un artículo en El Cronista, que firma como diputado y secretario general de la entidad, y que siguió con la difusión de un documento interno de la UIA donde se critica el acuerdo, documento que ni siquiera había sido debatido en el comité ejecutivo.
–¿Se filtró antes de que ustedes lo traten?
–Claro, el martes fui a la reunión del comité ejecutivo, pregunté quién conocía el acuerdo y nadie lo conocía. El papel lo conocimos en la presentación que ese mismo día realizó el director ejecutivo de la UIA, Martín Etchegoyen, un papel que tenía que tratar el comité ejecutivo, un papel interno.
–¿Y qué pasó en esa reunión?
–En ese encuentro yo destaqué algunas de las ventajas que suponen los acuerdos para la industria metalúrgica e incluso Carlos Garrera, metalúrgico de Santa Fe, dijo que la difusión de ese documento interno tenía mala intención. En ese momento Etchegoyen se sintió tocado y puso su renuncia a disposición del comité. La reunión continuó y varios coincidieron en que la filtración del papel había sido un hecho desgraciado y lamentable. Incluso Rattazzi dijo que había sido un problema que se filtrara el papel y que era muy bueno que vengan las inversiones chinas y todas las inversiones que quieran venir a la Argentina. Los representantes de la provincia de Buenos Aires y de Santa Fe también manifestaron su malestar con ese documento, incluso los textiles, sector de Mendiguren. Entonces, el titular de la UIA, Héctor Méndez, intentó poner paños fríos y dijo que él estaba en Estados Unidos cuando se filtró el documento.
–¿Y quién filtró entonces el documento interno? Algunas fuentes dejaron trascender que fue Luis Betnaza, el representante de Techint.
–Bueno, él mismo lo reconoció ante todos nosotros en el medio de la reunión. Después de que Méndez dijo que no había estado, Betnaza tomó la palabra y dijo que fue él quien le dijo a Etchegoyen que ponga el papel en los medios.
–¿Cuál fue la justificación?
–Ninguna. Por eso en ese momento yo dije que estaba clarísimo que hubo una operación política de la UIA con el artículo de Mendiguren y con la filtración de ese papel interno.
–La Nación publicó que usted le hizo llegar a la Presidenta el dato de que Betnaza fue el que filtró el documento.
–El propio Betnaza lo reconoció ante todo el comité ejecutivo. Eramos como veinte personas. ¿Cómo se lo voy a decir yo a la Presidenta si ni siquiera la vi?
–Mendiguren le había dicho a usted a través de los medios que la pelea había que darla internamente en la UIA y no tirar piedras desde la calle.
–El había dicho eso antes de la reunión del comité ejecutivo que se realizó el martes. Después yo fui a la reunión, dije lo que tenía que decir y el que no estuvo fue él.
–¿Mendiguren no fue a la reunión?
–Mendiguren no estuvo. Dijeron que estaba de viaje.
–Antes de esa reunión Méndez lo acusó a usted de defender los acuerdos con China porque recibe prebendas del Gobierno.
–Le recriminé lo que había dicho y me respondió que dijo que él sabía de qué hablaba porque recibió dádivas del Gobierno y que se las habían quitado cuando empezó a criticarlos.
–¿Y usted qué le respondió?
–“Ese es un problema tuyo, ¿por qué me ponés a mí en esa condición?”, le dije. Después Méndez me pidió disculpas ante los miembros del comité por si me había sentido ofendido.
–Lo que dicen es que el Gobierno lo benefició a usted al darle participación en la construcción de la central térmica Vuelta de Obligado.
–El consorcio Vuelta de Obligado está integrado por tres empresas eléctricas (NdR: las generadoras eléctricas Sadesa, Endesa y Duke Energy). Ese consorcio llama a licitación y contrata a General Electric para hacer la obra. General Electric tiene un convenio con la empresa Duro Felgueras, que es la que me invita a participar a mí de una UTE (Unión Transitoria de Empresas). Yo hice el 40 por ciento de las calderas. Las calderas las compró General Electric. El Estado en todo esto no tuvo participación. Esa obra no me la dio el Estado. La única directiva que dio fue que lo que se fabricara en la Argentina había que hacerlo en la Argentina. Yo le expliqué esto a Méndez y le dije que se tenía que informar bien.
–Usted dijo hace unos días que la UIA la manejan cuatro a cinco personas, ¿quiénes son y cómo la manejan?
–A la UIA desde hace muchos años la maneja un grupo muy chiquito de dirigentes. Cuando yo fui electo presidente de la entidad, ese grupo estaba conformado por Mendiguren y Betnaza en representación de la lista Industriales y Federico Nicholson y Héctor Massuh por la lista Azul y Blanca. Los lunes nos reuníamos para ver los temas que se iban a tratar en la reunión de comité ejecutivo del día siguiente, pero resulta que al día siguiente, antes de que se reuniera el comité ejecutivo, aparecía todo filtrado en la prensa. Entonces decidí no participar más de esa reunión y llevar los temas directamente a la reunión de comité. A raíz de eso Mendiguren se puso loco. Fue la principal contra que tuve en la UIA, me limaba por todos lados. Betnaza también. Llegó un momento en que la situación se hizo tan insostenible que la lista Celeste y Blanca, que no era mi lista, me salió a respaldar para que pudiera trabajar tranquilo.
–¿Ese grupo sigue activo?
–Claro, por eso digo que la UIA la manejan cinco. Méndez se reúne con Mendiguren y Betnaza y un par más de la otra lista. Mendiguren y Betnaza tienen mucho peso. Ellos en su momento me apretaron para que la UIA se plegara al paro del campo. Betnaza decía que el Gobierno tenía el boleto picado. Massuh jugó muy bien aquella vez, me apoyó tremendamente y la UIA finalmente no se sumó. Todo eso lo terminé pagando cuando Techint me anuló todas las órdenes de compra y no me dieron más trabajo.
–¿Se cumplió eso?
–Sí, totalmente. La satisfacción mía es que la empresa igual creció, es una firma importante y no les debo nada.
–¿Cuándo le dejaron de comprar?
–Fue en 2009, cuando empezaron con todo este proceso de disputa de poder. En definitiva, lo que ellos quieren es disputarle poder al Gobierno. No quieren un gobierno fuerte. Cuando íbamos a ver a De la Rúa durante su presidencia le golpeaban la mesa. La última cena que tuvimos con De La Rúa en la Casa Rosada, que él nos invitó y que estaba Cavallo, yo me acuerdo que Mendiguren le golpeaba la mesa, una mesa de vidrio y los platos hacían ruido. Y De la Rúa le decía “no, Vasco, pará”. ¿Usted se imagina qué pasaría si le golpearan la mesa a esta presidenta? Lo que buscan es ser poder.
–La Presidenta dijo el otro día que las críticas obedecían a una cuestión política.
–Coincido con esa interpretación.
–Dijo que Techint critica los acuerdos con China, pero que va a construir la represa El Tamboral con financiamiento de ese país.
–Lo que pasa es que Techint usa la cámara, nos usa a todos, para dar la pelea con el Gobierno y después negocia por otro lado.