jueves, 12 de febrero de 2015

Por Mariano Massaro Razones para no concurrir a una marcha Parecería que existe una voluntad concreta de aportar al estado de confusión general.

La convocatoria a una movilización para el próximo 18 de febrero, efectuada por un sector del Ministerio Público Fiscal Federal, pone en discusión su representación, legitimidad y objetivos perseguidos.
En el contexto actual las operaciones lanzadas para usufructuar la muerte del fiscal Nisman están a la orden del día, aunque resulta elocuente que todas convergen en la búsqueda de erosionar al gobierno nacional.
Como integrante del Poder Judicial me asiste la libertad de expresar las razones por las cuales en el contexto descripto no asistiría a la marcha del silencio vomitada por los fiscales federales.
Entre ellas, la voluntad de no ser instrumento de intereses solapados de bajo de la convocatoria. Atento que no existe una racionalidad democrática que hile la marcha con el esclarecimiento de una muerte con repercusiones nacionales.
La pretensión de la convocatoria es confusa, el objeto perseguido es difuso. Parecería que existe una voluntad concreta de aportar al estado de confusión general, elemento que indudablemente es el combustible necesario para expandir la ofensiva opositora.
No participar parece razonable, cuando hay un intento de apropiación de la voluntad de esclarecimiento. La presentación de la convocatoria parecería invitar a un razonamiento binario por el cual si uno participa de la marcha desea el esclarecimiento y si no lo hace es cómplice en el encubrimiento de la muerte. Todos deseamos que se resuelva sigilosamente el deceso y el despedazamiento de un cuerpo es más propio de buitres y caranchos que de integrantes de una justicia democrática.
Tampoco deseo ser cómplice de una maniobra que tiene aristas vinculadas a preparar un escenario defensivo en términos de responsabilidades profesionales. Dicho en otros términos, si algunos de los convocantes están flojos de papeles respecto de sus participaciones judiciales, obstruyendo el esclarecimiento del atentado a la AMIA, como han manifestado familiares de las víctimas, deberán afrontar sus responsabilidades.
Otra línea convocante recorre el camino de unificar la oposición al proceso de democratización de la justicia y la férrea voluntad de descabezamiento de la procuradora general, doctora Gil Carbó. Ambas cuestiones están engarzadas, al procurar mantener beneficios corporativos que han sido atacados de frente por la procuradora. Participar en la marcha conlleva un reforzamiento de la legitimidad de los convocantes en contraposición al intento de disipar beneficios concretos para estos sectores.
También diría que el aglutinamiento presentado permite entre ver parte del objetivo deseado, instituir a la justicia federal como víctima del poder político. Presentarlos como un reducto democrático donde se resiste el avasallamiento de un proceso político autoritario. Querer arrogarse la subsistencia republicana suena un tanto pretensioso, máxime cuando se ha puesto en el centro de la escena la vinculación entre sectores de la justicia federal y los servicios de inteligencia, a través de comportamientos simbióticos. Esto debe ser investigado, y no podemos convalidar un intento de expiar las responsabilidades en términos públicos y mediáticos. En esta línea podemos citar a título ilustrativo el comportamiento del juez federal, Bonadio, quien ante cada intento de juzgarlo por los pedidos de juicio político por denuncias muy graves, o incluso por cuestiones administrativas, invoca una nueva amenaza sufrida, o pasa a la ofensiva a través de los carpetazos.
En nada me representa éste sector convocante del poder judicial, que se ha opuesto a transparentar la designación y remoción de jueces, que reacciona alérgicamente frente a la posibilidad de hacer transitar estos temas bajo la soberanía popular.
Son estos mismos justicieros de corte conservador, quienes presionan en la sombra, dando texto al discurso de una oposición errática para impedir la designación de un nuevo miembro de la Corte Suprema, desconociendo la manda constitucional y las leyes vigentes.
Recae sobre estos sectores la reedición del rol que supo jugar el partido militar en los cortos intersticios entre dictaduras. Un actor político con capacidad de moldear parte de la política por fuera del juego de los actores democráticos. No podemos soslayar el nivel articulatorio existente entre estos sectores de la corporación judicial y arco opositor, del cual muchos de sus dirigentes ya han confirmado su participación.
Son estos mismos fiscales quienes irrumpen como ariete buscando suplir las deficiencias políticas de las instancias opositoras. Haciendo a la veces de rueda de auxilio respecto de la legitimación no lograda en la arena política.
No participar de la convocatoria tiene razón de ser en tanto no se puede poner por fuera de uno la responsabilidad que le es intrínseca. Si es el propio Ministerio Público quien conduce la investigación por la muerte de Nisman, no parece lógico que sea los representantes de las fiscalías quienes solicitan que se investigue.
Para finalizar, en otro orden de cosas, podemos encontrar un hecho positivo en la irrupción de estos fiscales: el corrimiento del velo. Desde siempre las derechas sostuvieron un paradigma según el cual la justicia como poder del estado debía ser independiente, una afirmación en abstracto que utilizaban a su conveniencia. Aquí queda revelado como la justicia es un poder político y sus integrantes están atravesados por esta realidad. Reivindico el hecho político de los agentes judiciales, sean magistrados, funcionarios o trabajadores, siempre en el contexto interpretativo de la norma, pues el hecho intelectual de interpretar está ligado a la cosmovisión que lo determina (tamiz ideológico); también encuentro saludable la exteriorización de voluntad respecto de las políticas del servicio de justicia en pos de su mejoramiento o modificación, lo que no puede ser ponderado es el hecho de pavonarse como independiente de otros actores de la vida política y ser sujetos irremplazables de las acciones que éstos generan. Ante esta realidad, hoy más que nunca se torna indispensable que el pueblo tenga la posibilidad de expresar su respaldo o rechazo a estos sectores, y si la condición de posibilidad de concretarlo esta atado a la modificación de la Carta Magna, es un camino que deberá de recorrerse, ahora que nadie podrá tildar de oportunista, por cuanto no se está exigiendo re elecciones.
*Abogado – Periodista. Secretario General Asociación Judicial Bonaerense Departamental Quilmes. Integrante Mesa Ejecutiva CTA Pcia. Buenos Aires. 

Por Demetrio Iramain Breve cronología del golpe judicial De las leyes para democratizar la Justicia a la marcha del 18F.

El montaje que construyen pacientemente segmentos conservadores y corporativos del Poder Judicial, medios hegemónicos y dirigentes políticos y sindicales de oposición, se trasladará el próximo miércoles a las calles. La motivación de los escenógrafos es, cuanto menos, política. Los hechos demostrarán cuánto de golpista tiene semejante forzamiento de la agenda pública.
Antes, los jueces y fiscales sólo hablaban a través de sus sentencias; ahora convocan a movilizaciones callejeras. Son los mismos que hasta ayer nomás sostuvieron que era inconstitucional que el pueblo votara a los miembros del Consejo de la Magistratura. Quieren la democracia y la libertad de expresión, pero para ellos solos.
El 18F será la actualización de una alianza de nuevo tipo, que no es nueva. Cuando en el primer semestre de 2013 se debatieron en el Congreso las leyes para democratizar la Justicia, aprobadas con suficiente amplitud legislativa, esos sectores reaccionarios, muy consolidados en la estructura judicial argentina, las resistieron con todas sus fuerzas. Y ganaron, aunque a lo Pirro, por puntos de dudosa legitimidad. Juraron contragolpear.
Entonces, las entidades sindicales de empleados y de jueces, más oposición política y medios de comunicación hegemónicos, forjaron una sociedad política nueva, no explicitada hasta ese momento. Esa amalgama produjo escenas inéditas e insólitas, como tener cerrados los Tribunales durante varios días a la semana a través de un mecanismo algo obvio, pero eficaz: Julio Piumato llamaba a paro en defensa de la "independencia judicial" y los jueces, que no podían cumplirlo debido a su funcionalidad institucional, garantizaban el éxito de la medida, cerrando los juzgados. De perfil, parecía una huelga, pero era un lockout. Una maquinita básica, elemental, pero rendidora, que estos días descubrió una nueva utilidad: una marcha de silencio, que será un sonoro rechazo de jueces y fiscales federales al nuevo Código Procesal Penal y a las reformas en Inteligencia.
Cuando la Corte declaró inconstitucional la ley más sensible para transformar la Justicia, creyó clausurar la batalla cultural abierta en Tribunales. Fue al revés. Tanto, que el miércoles 18, la derecha judicial saldrá a la calle a medir sus propias fuerzas. Con un ojo mirará al gobierno, con el otro escrutará cuántos jueces y fiscales están todavía alineados con la conducción del Partido Judicial y se encuentran disponibles a la hora de ponerles el cuerpo, no a la República (como colorea Elisa Carrió en los medios) sino, quizás, a un golpe. O lo que dé.
Cuando decimos "golpe" no hablamos de tanques en la calle, sino de adelantamiento de las elecciones, crisis política, severo conflicto de poderes, juicio político a la presidenta, hasta hechos de violencia. O todo eso junto.
La movilización del 18F es un nuevo ejercicio de ese movimiento que siguió activo, y que durante todo este tiempo se dejó a ver en forma creciente, aunque nunca con la espectacularidad teatral de estos días. Ejemplo: durante el jury contra el fiscal José María Campagnoli, donde los desestabilizadores de hoy actuaron en espejo a como lo hacen por estas horas.
A propósito, cuando la derecha recurre a su más brutal honestidad y dice que "si nos tocan en la marcha cae el gobierno", deja ver la costura del lado del revés. ¿Acaso estará diciendo que la movilización es el comienzo de una fase más activa en el proceso desestabilizador? Desde luego, sus convocantes festejarían si se consideraran "tocados". La opción es, sin dudas, atractiva.
Vende bien, especialmente en la prensa internacional que responde a la línea editorial de CNN. No es casual el reclamo casi a coro de los dirigentes opositores: para esclarecer la muerte de Nisman deben acudir las potencias extranjeras y sus servicios de informaciones. No es la primera vez: en abril de 2013, cuando el gobierno legisló las leyes de democratización del Poder Judicial, Carrió pidió por carta "asistencia" a la OEA para hacer "un seguimiento de la situación" y garantizar que sea "preservado el orden constitucional".
Cuanto más dantesco sea el montaje, más rentable. Hay antecedentes: el desencadenante del golpe a Hugo Chávez, en abril de 2002, fue la supuesta represión paraestatal a una marcha opositora. Nunca se suceden dos hechos iguales en la historia, pero que los hay, los hay.
Por lo demás, en la profusa folletería que invita al 18F, las entidades corporativas del Poder Judicial que convocan, aparecen disimuladas en la imprecisa figura de "la comunidad judicial". Las conducciones de UEJN (Piumato), Asociación de Magistrados (Recondo-Sáenz), y Asociación de Fiscales (Donoso Castex), se arrogan así, sin ofrecer la posibilidad de una contraprueba, la representación de miles de jueces, fiscales, funcionarios y trabajadores que no acompañan la movida destituyente ni suman su voz a la vocinglería golpista, supuestamente apolítica, aunque profundamente interesada en que la cosa se desmadre.
Como alguna vez fue "el campo", ahora es "la comunidad judicial", pero es exactamente la misma gente. Y como es la misma gente, no se puede repetir el mismo error.
Hacé memoria: en 2008, cuando la corporación mediática, la derecha política y los más potentes actores de la nueva ruralidad lograron el consenso bajo la construcción de "los pequeños productores" como legítimos protagonistas del conflicto por las retenciones, el gobierno potenció ingenuamente la protesta al querer desalojar la ruta nacional 14, en Entre Ríos. En vez de terminar con la estrategia desestabilizadora, la avivó, sirviendo el contexto para que en la sesión legislativa que debía convertir en ley la Resolución 125 se consumara la traición de varios legisladores del oficialismo, incluido el vicepresidente.
Si las formas y las palabras de la política se desbocan; si los protagonistas del escenario son personajes marginales de la democracia, depreciados en las urnas (Carrió, Bullrich, Asís, el duhaldista residual Toma); si por televisión se diagnostica con demasiada ligereza "crisis política", "el gobierno es sospechoso", "conflicto intrapoderes", "fin de la República", "peligro para la democracia"; si algunos fiscales más la versión judicial del moyanismo llaman al pueblo a salir a las calles; si la izquierda de derecha, esa sí que bipolar, esquizoide, califica al fiscal Nisman de agente del imperialismo sionista, y acto seguido, convoca a marchar en su memoria, hay que desconfiar. Se parece mucho a un intento de golpe.  

“Lo que se pierde luchando, tarde o temprano se recupera”

Hace 38 años, un hombre se subió a su Dodge naranja en Villa Domínico. Debía abordar un avión que lo llevaría a Mar del Plata. Allí se encontraría con su mujer y sus hijas. Pero nunca llegó al aeropuerto.
Hacía tiempo que sabía que estaba en peligro. Se lo habían advertido. Esa mañana, probablemente en algún momento de su recorrido, se haya dado cuenta de que lo seguían. Eran tres Ford Falcon. Finalmente, uno de ellos lo chocó. Con armas largas, patadas y golpes, lograron sacarlo de su auto. Él gritaba, se resistía. Fue peor. De los pelos lo arrastraron hasta tirarlo en el piso del asiento trasero de uno de los falcon, que era blanco.
Esa fue la última que vez que Oscar Smith, secretario general de Luz y Fuerza Capital Federal, fue visto con vida. Aún permanece desaparecido.
Smith se había afiliado al Sindicato de Luz y Fuerza en 1958, cuando estaba por cumplir los 19 años y acababa de terminar la secundaria en una escuela técnica. Su padre trabajaba en SEGBA desde la década del '30 y ayudó a su hijo a conseguir trabajo.
Con la ayuda financiera del sindicato se compró un terreno en su Villa Domínico natal, donde se construiría una casa y viviría con su flamante esposa, Ana María Pérez, con quien tendría dos hijas.
A pesar de la propaganda en contra que imponía la autodenominada Revolución Libertadora, siempre se sintió peronista. En 1963 fue elegido delegado de su sector en SEGBA.
En las elecciones de 1966, sería postulado para ocupar un cargo en la nueva conducción. Su amigo, Juan José Taccone, era secretario gremial y una de las "manos derechas" del secretario general Félix Pérez.
Hacia fines de los sesenta, Luz y Fuerza rechazó la creación de la CGT de los Argentinos porque cuestionaba el sesgo ideológico de sus dirigentes. Además, el sindicato se puso a las órdenes del metalúrgico Augusto Timoteo Vandor. El "participacionismo" para con la dictadura de Juan Carlos Onganía de la conducción de Luz y Fuerza comenzó a cuestionarse desde varios sectores, especialmente de quienes respondían a Agustín Tosco, dirigente cordobés, proveniente de la izquierda.
En 1970, Smith llegó la conducción del sindicato de Capital Federal, donde ocupaba la Secretaria Gremial. EL secretario general para ese entonces era su amigo de toda la vida, Juan José Taccone.
Una vez regresado Juan Domingo Perón a la presidencia, implementó una nueva política energética. A fines de 1973 Perón ofreció a Taccone la posibilidad de administrar SEGBA. Taccone aceptó y propuso un novedoso modelo autogestionado en dos niveles: consejos de trabajadores y consejos de usuarios. El Estado Nacional se ocuparía exclusivametne de la coordinación de la conducción. Los resultados fueron óptimos: se disminuyeron gastos, se mejoraron los servicios y se llevó energía eléctrica a regiones alejadas de los centros de población urbana.
Esta cogestión en SEGBA implicó para el Sindicato Luz y Fuerza una nueva etapa. Además del poderío gremial que el sindicato había ido adquiriendo a lo largo de los años desde su creación, ahora se sumaba la gestión en áreas sólo permitidas al Estado o a empresas privadas.
En ese contexto –y en 1974– fue cuando Oscar Smith se convirtió en secretario general. Después de la muerte de Perón y con la escalada de violencia contra los grupos guerrilleros protagonizada por la Tripe A, muchos sindicalistas comenzaron a moverse con custodia e incluso a muchos se los acusó de prestar a sus "muchachos" para tareas represivas. Pero Oscar Smith siempre prefirió mantenerse al margen de esa costumbre, y rechazó tener custodia. "Los hombres de Luz y Fuerza jamás tuvieron guardaespaldas.
Esa ha sido una trayectoria que yo no torceré", también dicen que decía...
Ya con Isabel Perón en el poder y con la complicada situación económica y política que se vivía, Smith consiguió un legendario convenio colectivo.
Luz y Fuerza fue uno de los primeros objetivos de la represión de la última dictadura cívio-militar. A un mes del Golpe, el sindicato fue intervenido por el Ejército, pero la empresa estatal SEGBA fue ocupada por la Marina, cuando las Fuerzas Armadas se repartieron los organismos del Estado. El interventor de Luz y Fuerza fue el coronel Saumel y el de SEGBA el coronel Roberto Roualdés. Además, decretado un despido masivo de delegados de Luz y Fuerza, y derogado las convenciones colectivas de trabajo, lo que generó un intenso plan de lucha que incluyó huelgas y sabotajes.
Según consta en la declaración que el fallecido Oscar Lescano hizo en 2001 en el Juicio por la Verdad, Smith inició negociaciones con el Ejército para reinstalar a los despedidos y recuperar a los detenidos. En ese marco, concurrió a una reunión junto a Lescano con quien entonces era jefe del Primer Cuerpo de Ejército, Carlos Guillermo Suárez Mason. Smith le dijo al militar: "Nosotros nos venimos a entregar, tenemos captura recomendada." Y agregó: "Afuera están los vivos y adentro están los perejiles. Largue a los 43 y nos quedamos nosotros dos". Según Lescano, Suárez Mason le contestó: "Pero ustedes tampoco son los que tiran con Itaka a los transformadores y que hacen todo tipo de sabotaje para que se corte la luz." A lo que Smith replicó que él era quien daba las órdenes de hacerlo. Es ya legendaria la frase que le espetó en ese contexto Smith a Suárez Mason: "A mi no me grite que yo no estoy vestido de verde."
Además, entabló negociaciones con el entonces ministro de Trabajo, general Horacio Tomás Liendo, y con su segundo, general Américo Daer, entre el 7 y 8 de febreroen las que habrían llegado a un acuerdo con el cual se levantarían las medidas de fuerza.
Según relatos de sus compañeros, en el verano de 1977, el General Roberto Viola, uno de los jerarcas del proceso, le hizo saber que saliera de circulación, porque su vida corría peligro, Oscar no hizo caso a la advertencia.
El 11 de febrero de 1977 –según declararon vecinos de Villa Dominico– Smith circuló con su auto por avenida Mitre y luego giró por Debenedetti hacia el Riachuelo. Allí fue encerrado por otros autos. Personas vestidas de civil se lo llevaron en un Falcon blanco.
Hay quienes interpretan la desaparición de Smith como una interna entre la Armada y el Ejército, cosa que explicó también en otras desapariciones.
La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos realizó el primer hábeas corpus masivo en favor de Smith, el 11 de abril de 1977. La Corte Suprema se declaró incompetente, pero le pidió al Ejecutivo que hiciera saber la lista de los detenidos.
En su carta abierta a la Junta Militar, Rodolfo Walsh también denunció las atrocidades cometidas contra los trabajadores en general y contra Smith en particular. "Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, llevando la desocupación al récord del 9%, prometiendo aumentarla con 300 mil nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.
En una nota al pie, aclaraba: Entre los dirigentes nacionales secuestrados se cuentan Mario Aguirre de ATE, Jorge Di Pasquale de Farmacia, Oscar Smith de Luz y Fuerza. Los secuestros y asesinatos de delegados han sido particularmente graves en metalúrgicos y navales.
En 1998, Roberto Corrales –un ex detenido desaparecido cuyos testimonios fueron difíciles de corroborar y que admtió haber colaborado con la dictadura para entregar compañeros– testimonió ante la Subsecretaría de Derechos Humanos que había compartido celda con Smith en un centro clandestino de detención ubicado en el sótano de una fábrica abandonada, en avenida La Plata y 12 de Octubre, Quilmes (donde hoy funciona el hipermercado Carrefour). Según ese mismo testimonio, Smith fue brutalmente torturado aunque mantenía entereza moral y murió entre el 8 y el 10 de enero de 1978. Además, se cree que fue enterrado en ese predio.
Ayer se realizó una misa a las 18 horas frente a la sede del sindicato de Capital Federal. Según el actual secretario general, Guillermo Moser, la prédica de Smith "está más vigente que nunca por la convención colectiva que él consiguió y que está vigente hoy en día." El Convenio Colectivo 36/75 había sido derogado por la dictadura. Pero hoy está nuevamente en vigencia. El lema del dirigente era: "Lo que se pierde luchando, tarde o temprano se recupera."
Cuestionado desde sectores combativos por burócrata. Reivindicado por el sindicalismo peronista. Recordado por su legado para los trabajadores lucifuercistas. Admirado por su valentía. Oscar Smith, "El Gato", tenía 45 años, mujer y dos hijas. Era secretario general de Luz y Fuerza. Hoy permanece desaparecido. Nunca más.  

Reforma de la ex SIDE: las observaciones del CELS

El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) emitió un comunicado donde reflexiona sobre “contradicciones” del proyecto para reformar la Secretaría de Inteligencia. Sus principales críticas.
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Por Boris Katunaric
El Centro de estudios legales y sociales (CELS) emitió un comunicado con algunas críticas al proyecto de ley de reforma de la ex SIDE que se debatirá próximamente en el Congreso Nacional. Los cuestionamientos se dividen en dos ejes:
1. Aumento de las competencias de la AFI y redefinición del concepto de “inteligencia”;
2. Lo referido a los controles y el acceso a la información.
Relación promiscua
Sobre el primer apartado, el CELS señaló que “subrayamos todas estas cuestiones porque es precisamente la articulación promiscua de las actividades de investigación e inteligencia lo que ha causado varios de los problemas que la reforma intenta solucionar”.
Por empezar, la “redefinición” de la Inteligencia nacional no incluye hipótesis sobre agresiones extranjeras. “En este sentido, por ejemplo, esa definición restringiría la competencia que el artículo 12 de la Ley 25.520 de Inteligencia Nacional le confiere al Presidente de la Nación de fijar los lineamientos estratégicos y objetivos generales de la política de Inteligencia Nacional, que debe incluir obviamente a las hipótesis de agresión de un Estado extranjero”.
En el artículo 3 se introduce un concepto de “Inteligencia interior” que el CELS considera "confuso" ya que el proyecto lo describe como “Inteligencia criminal de delitos complejos (…) agrega como ‘actividad de inteligencia a la investigación en materia de delitos federales complejos, inteligencia criminal compleja o atentados contra el orden institucional o democrático’ (art. 36, CN). Esta capacidad de realizar investigaciones no está contemplada en la definición conceptual de Inteligencia Nacional del art. 2 del proyecto e implicaría una ampliación.”
“En sentido opuesto al proyecto de creación de la nueva agencia, entendemos que la mejor doctrina es aquella que plantea que la Agencia Federal de Inteligencia, como coordinadora de todo el sistema, deber ser la que analiza la información que producen los otros subsistemas sin ningún nivel de actividad operativa (específicamente en investigaciones criminales).”
Así las cosas, para el CELS la AFI tendría más facultades que la SI en lo que hace a la producción de inteligencia. “Resultará problemático el entrecruzamiento con las tareas de inteligencia criminal previstas para las áreas de Seguridad. Esta ampliación de funciones, en lugar de proponer una función eminentemente de análisis, implica que será difícil reformular la relación promiscua que hoy existe entre la estructura de inteligencia y la justicia federal, lo que no se resuelve sacando sólo de su órbita la capacidad de realizar las intervenciones telefónicas”.
Más controles
En el segundo apartado sobre “controles y acceso a la información” el organismo de derechos humanos propuso tres cambios a tener en cuenta.
En primer término, el CELS se refiere a la selección del personal: “Una experiencia similar fue implementada cuando se suprimió la Policía Aeronáutica Nacional y se creó la Policía de Seguridad Aeroportuaria. La nueva ley orgánica previó importantes cambios en la estructura y escalafón de esa policía. A su vez, fue clara en la incorporación de reglas para el ingreso de nuevo personal y la revisión de la planta existente”.
Otro punto problemático es el referido al control de los fondos de la futura AFI. En el proyecto de ley actual se prevé que el presupuesto esté a cargo del Poder Ejecutivo. En cambio, el CELS indica la necesidad de que también participe el poder legislativo en la intervención del mismo ya que “es central que se defina, de igual manera, que no todos los fondos son reservados sino que parte del presupuesto de esta Agencia es ordinario y auditable como cualquier otro gasto del Estado mediante la ley de administración financiera. Respecto de los gastos reservados se deben aplicar normas específicas para el acceso de la Comisión Bicameral del Congreso de la Nación. Esto implica también revisar la regla que define el secreto de toda la información y actividad de las agencias de inteligencia y la autorización del PE como única forma de destrabar los pedidos parlamentarios”.
El último punto trata sobre el “acceso a la información”. El proyecto mantiene la lógica del artículo 16 de de la ley actual, que establece que el acceso es autorizado únicamente por el Presidente de la Nación o a quién delegue esa tarea, en definitiva “se sigue manteniendo la regla del secreto mediante una clasificación abierta sujeta a la interpretación de la autoridad” además de dejar como piso la desclasificación el tiempo de 25 años.
El debate sobre cómo diseñar un servicio de inteligencia acorde a una democracia empezó luego de que Cristina diera el puntapié incial. Opiniones como las del CELS deberán ser contempladas para que la reforma no quede trunca a poco de implementarse.

"Me avisaron que la causa iba a cerrarse por presiones de la SIDE"

Lorena Martins acusó en 2011 a su propio padre, el ex agente de la SIDE Raú Martins, por ser el responsable de una red de prostíbulos que funciona en la Ciudad de Buenos Aires. Los supuestos vínculos con Jaime Stiuso.
Por Santiago Asorey
Lorena Martins vive en España hace un tiempo. A la distancia, dialogó vía correo electrónico conAGENCIA PACO URONDO. ¿En qué quedó su denuncia de 2011 referida a una supuesta red de trata de personas que organizó su propio padre, el ex agente de la SIDE Raúl Martins? Su presentación se vincula con la que realizará en estos días el legislador porteño y referente de la ONG La Alameda, Gustavo Vera, y que incluye a Jaime Stiuso.
APU: En 2011 denunció a su padre Raúl Martins, ex agente de la SIDE, por ser el responsable de una red de prostíbulos y de trata de personas en la Ciudad de Buenos Aires y en México. ¿La denuncia involucra a otros agentes de la SIDE?
Lorena Martins: Lo de mi padre Raúl Martins es muy claro. Es el dueño de los prostíbulos que denuncié y el jefe de la red de trata. Empezó en el negocio con la impunidad que le brindaba ser un agente de la SIDE y afianzó esa impunidad mediante coimas o grabando jueces y gente influyente manteniendo relaciones sexuales en sus prostíbulos. También tenía cámaras en el bar swinger de la calle Anchorena al 1100. A Stiuso no lo conozco personalmente aunque si lo nombraban mi padre y el Lauchón Viale (fue asesinado por la policía Bonaerense en lo que se supone una interna entre fuerzas) en muchas conversaciones. Todos empezaron en SIDE por la misma época, en la década del '70.
Por otra parte, sé que la ONG Alameda denunció vínculos de Stiuso con la trata. Yo ya vivía fuera del país y no conozco a fondo la denuncia. Por otro lado, no es la primera vez que alguien lo nombraba en ese contexto. En el 2011 vino a verme el Lauchón para que le comentara a mi viejo un tema de "negocios". Supuestamente, según el Lauchón, había un prostíbulo en la Triple Frontera que era de la SIDE (50%) y de otro socio (50%). Ese otro socio dejaba el negocio y la idea era que mi viejo ocupara ese lugar. Entre varias cosas que me comentó mencionó que Stiusso tenía conocimiento de esto. Yo no quise preguntar mucho. Todo esto según las palabras del propio Lauchón. En ese momento todo me desbordaba y no sabía ni que pensar. Denuncié esto en el año 2011 cuando el Lauchón aún estaba vivo y se le podrían haber pedido explicaciones o investigar a fondo. Lamentablemente nada se hizo.

APU: ¿Qué roles cumplían los ex agentes de la ex SIDE mencionados, como Lauchón Viale, Stiuso y Martins?
LM: Repito que mi padre era el dueño de los prostíbulos. Para lograr impunidad recurrían a coimas y extorsiones. Mi padre había empezado en el negocio de la trata con otra agente de la SIDE que fue amante de él (Norma Oviedo). Hay documentación en el Juzgado y más que podría aportar que la vincula a ella también pero no tiene mucho sentido ya que murió hace años. Tras muchas diferencias con mi padre murió "accidentalmente" y él se quedó con el negocio de los prostíbulos para él. Demasiados agentes vinculados a lo mismo. Todos ingresados en SIDE en la década del 70.
Creo que en mi denuncia del 2011 explico que el Lauchón cobraba de la organización de mi viejo un dinero mensual para que le avisara si estaban pinchados los teléfonos por alguna investigación judicial, etc. Los pagos al Lauchón aparecen en la contabilidad interna que mi padre lleva de sus prostíbulos. Todo esto está en el Juzgado Federal de Servini de Cubría.
APU: ¿Cuál es la responsabilidad de los funcionarios del Gobierno de la Ciudad? Usted ha mostrado en su momento una foto que comprometería al propio Mauricio Macri.
LM: En el 2011 denuncié a funcionarios del Gobierno de la Ciudad por habilitaciones truchas. Presente mails y documentación. Había habilitaciones que incluso incumplían las más mínimas medidas de seguridad. Con este tipo de cosas se arriesgan vidas. Pero parece que el dinero podía más que esto. Clausuraron sólo un prostíbulo (de manera definitiva) de los que denuncié.
APU: ¿Por qué cree que la denuncia que realizó sobre la vinculación de servicios de Inteligencia y trata de personas no avanzó en la Justicia?
LM: Antes de que cerraran la causa me avisaron que iba a cerrarse y me dijeron que era por presiones de la SIDE. La persona que me lo comentó me da total credibilidad. Además no dudo que habría presiones también desde otras instituciones o algún partido político. Había demasiada gente involucrada.
APU: ¿Qué lectura realiza sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, vinculado con Jaime Stiuso? ¿Qué opinión te merece la disolución de la ex SIDE?
LM: Con respecto al fiscal Nisman obviamente no puedo saber lo que pasó pero es cierto que no me sorprendería nada que la SIDE estuviera involucrada en el tema. Desde el primer momento que empezaron a depurar la SIDE personalmente estaba convencida de que habría una "revancha" o venganza. Es mi opinión personal por años de relación con varios integrantes de los servicios.
Más allá de opiniones es la justicia quien debe investigar y esclarecer los hechos. Hay que tratar de ser muy serios en esto ya que se trata de la vida de una persona.
Por otra parte, festejo la disolución de la SIDE. Desde mi punto de vista es una institución nefasta (por muchos de sus integrantes y por su historia). Pero es importante que haya una depuración real de agentes. De hecho, una depuración que creo que ha empezado pero estoy convencida de que debe continuar. Sin dudas ha sido una decisión muy valiente que hasta ahora nadie se había atrevido a tomar. Ojalá se continúe en ese rumbo.

Je suis... ¿qué?

La denuncia de Nisman y los calificativos de los medios opositores para los funcionarios judiciales que no son de su agrado revelan la intención de vincular al kirchnerismo con el “terrorismo” que acusa la prensa hegemónica mundial, sobre todo tras el atentado de París. Los riesgos en el discurso propio.
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Por Diego Kenis
El diario La Nación reconoció esta semana la osadía expuesta por la procuradora general Alejandra Gils Carbó para enfrentarse a Antonio Stiusso cuando ella era una simple fiscal y él el hombre más poderoso en Inteligencia en la Argentina.
Ello no impidió, sin embargo, la germinación de críticas hacia la funcionaria.  Los medios opositores siguen apostando a confundirla con una fanática kirchnerista, pese a que demostró su honestidad intelectual muy temprano: nada menos que enfrentándose, al mismo tiempo, al grupo Clarín y a Néstor Kirchner, cuando la guerra no había estallado y el ex presidente renovó antojadizamente las licencias del pulpo.
Algunas palabras se repiten en el discurso mediático. Prestarles atención es prevenir. Si en ese relato el fallecido Alberto Nisman es el fiscal mártir del antiterrorismo, Gils Carbó y los fiscales que de su Procuración dependen son “talibanes”. La Nueva Provincia de Bahía Blanca utilizó ese adjetivo para Gils Carbó el jueves 29, cuestionando el proyecto oficial de depositar en la Procuración las escuchas obtenidas por Inteligencia. La misma calificación había otorgado Ricardo Roa, uno de los principales editores de Clarín, al fiscal Miguel Palazzani.
En ambos casos, es perfectamente comprensible. El director del diario bahiense está imputado en una causa por delitos de lesa humanidad que descubre como tipo penal el aporte al genocidio de operaciones psicológicas previstas en reglamentos castrenses secretos y sin las cuales los crímenes no se habrían podido llevar a cabo. La causa tiene antecedentes internacionales, pero no locales. Palazzani, designado en diciembre último fiscal general porteño, fue el autor del planteo penal contra Massot.
También “talibán” resultó Roberto Carlés, propuesto esta semana por el gobierno para reemplazar a Eugenio Zaffaroni en la Corte Suprema, de acuerdo a la interpretación del ex miembro del Consejo de la Magistratura Alejandro Fargosi.
El uso y abuso del término, extrapolado de otras realidades y comprado a ciegas a las grandes cadenas informativas norteamericanas, compara a funcionarios de instituciones republicanas,inobjetables académica y profesionalmente, con presuntos terroristas, en medio de la sensibilidad mundial por el atentado de París y del enrarecido clima local tras la muerte del fiscal Nisman, quien procuró hundir en una telaraña incongruente de sospechas a los gobiernos de Argentina e Irán.
Cabría volver a analizar la oportunidad de la llamada “ley antiterrorista”, en especial recordando que la calificación depende de la palabra hegemónica. La pregunta golpea también a las puertas del kirchnerismo y sus aliados, incluso de aquellos que avalaron la normativa, por la llamativa sucesión de mensajes judiciales y mediáticos que buscan emparentar al oficialismo con sectores, léxicos y regiones asociadas –justa o injustamente, se sospecha en muchos casos lo segundo- con el término “terrorista”.
Los antecedentes que ofrece la historia reciente no son alentadores para el campo popular en general ni en particular para el peronismo, que siempre ha aportado el grueso de las víctimas en la aplicación de normativas que confunden seguridad y defensa y a las que prestó aval e incluso promoción.
Las circunstancias son, al menos de momento, muy distintas. También varía el enemigo mundial escogido. Pero cabría recordar al plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes) que Arturo Frondizi creó en noviembre de 1958, un semestre después de ganar las elecciones con un peronismo proscripto que optó por apoyarlo. Tres lustros más tarde, María Estela Martínez viuda de Perón y un grupo de sus funcionarios firmaron el decreto que envió a los militares a “aniquilar” a los “elementos subversivos” y terminó de abrir, de ese modo, la puerta a la etapa más oscura de la Argentina. Bajo el estigma del “subversivo” e incluso del ahora recuperado “terrorista” se asesinó, torturó y secuestró a miles de seres humanos, muchos de las cuales eran peronistas. El decreto que convirtió en legales los estigmas también lo era.

Democracia vs. secreto (cría cuervos y te comerán los ojos)

El académico Esteban Rodríguez Alzueta reflexiona los problemas que ha tenido la clase política desde 1983 para hacer del servicio de Inteligencia algo útil para la sociedad argentina.
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Por Esteban Rodríguez Alzueta
“Y nadie sabe callar como los muertos”.
“Fue peor que un crimen, fue una equivocación”.
Stefan Zweig en Fouché. El genio tenebroso.

Imposible no dejar de leer los acontecimientos desde lugares comunes. Después de tanto Hollywood cada uno tiene una película en la cabeza para “entender” lo que pasó y lo que no pasó. Pues, a esta altura, eso ya no es lo que cuenta. Los límites se desdibujan, y a medida que pasa el tiempo, más difusos se vuelven. El film en el que estoy pensando ahora se llama Al filo de la oscuridad, del director Martin Campbell y protagonizado por Mel Gibson que interpreta a un detective veterano de Boston que acaba de recibir la visita de su hija Emma, recién graduada en Ingeniería. Emma, además trabaja para una empresa dedicada al desarrollo de proyectos militares.No voy a contar la trama porque el film es bastante malo, pero hay dos momentos que me interesa compartir. Cuando un tipo, que se dedica a la contrainteligencia, le dice a unsenador bastante corrupto: “Mi trabajo es hacer una trama tan complicada donde todas las teorías conspirativas puedan caber”. Y luego al detective: “-Estos casos nunca se resuelven, nunca se conecta la A con la B”. “–¿Cómo lo sabes?” –le pregunta Gibson-. “-Porque yo soy la persona que se encarga de que la A nunca se junte con la B”.
Escucho esto y me viene a la memoria Libra, la novela que Don DeLillo dedicó para explorar el misterioso asesinato de John F. Kennedy, un crimen donde las conspiraciones se fueron acoplando una encima de la otra. Más que un crimen político un golpe institucional monitoreado por las agencias de inteligencia. Un crimen que necesitaba otro crimen como chivo expiatorio: el asesinato deHarvey Oswalden vivo y en directo frente a las cámaras de televisión. GuyBanister, agente veterano del FBI, le dice a otra colega: “-Antes de irte quiero que abras  un nuevo expediente… -Qué quieres que guarde en ella? Le pregunta la novata. –Delphine, cuando se abre un expediente, basta esperar para que aparezca material a raudales. Notas, listas, fotos, rumores. Todos los fragmentos y chismes del mundo que no tienen vida hasta que alguien se presenta a recogerlos. Resulta que todo ese material te estaba esperando.”
Más acá, me interesa compartir también una conversación que José Pablo Feinmannmantiene con HéctorIcazuriaga, el ex director de la SI hasta diciembre del año pasado, y que rememoraba en su libro El flaco.Están hablando del aparato de Duhalde, una máquina de violencia hecha de corrupción, intendentes todo-terreno, guita, drogas, prostitución, y mucha yuta de lo peor. Icazuriaga, muy canchero, le dice: “Néstor va por Duhalde”.Feinmann, más canchero que él, y más inteligente, retruca: “Supongamos que la cosa es así. Te pregunto. (…) Va por Duhalde. Le gana. Se queda con todo el puto aparato duhaldista. ¿Sabes cuál es el resultado? Néstor ya no es Néstor. Es Duhalde. ¿Cómo vas a seguir siendo el mismo tipo si ahora estás al frente de un ejército de escorpiones? Te digo la respuesta: no vas a seguir siendo el mismo tipo. Vas a ser un escorpión más. Es como si yo te dijera: Chango, andá por Himmler. Quedate con las SS. Me hacés caso, vas por Himmler, lo hacés mierda y te quedás con las SS. ¿En quién te convertiste? En Himmler. ¿O las SS se van a dejar conducir por un alma pura?”
El diálogo tuvolugar a comienzos de la gestión de Néstor Kirchner,y Feinmann sabía que entre las deudas pendientes de los gobiernos democráticos estaba la SIDE. Una deuda cada vez más pesada, porque a medida que pasaba el tiempo cada gobierno había incrustadoentre sus filas a sus propias camarillas que luego lo sobrevivían. ¿Qué hacer? Un tema intocable, para hablarlo en voz baja. Sospecho que a Feinmann no se le escapaba que no bastaba con meter a la mujer maravilla para poner en caja a todos los tipos que venían haciendo carrera desde hacía tiempo. Tampoco alcanzaba una purga. Se sabe, el problema no es la manzana podrida sino el canasto que las contiene. No se trata de la presencia de tal o cual agente corrompido sino las prácticas ilegales de las que son objeto aquellos actores. Prácticas que se fueron tallando durante décadas hasta llegar a constituir el ADN de la institución. Lo dijo la Presidenta en la última Cadena Nacional del lunes 26 de enero: “El problema no es el nombre sino las prácticas”.Lo había dicho también Balzac hacía más de un siglo, hablando sobre Fouché, Ministro de la policía de los girondinos, los jacobinos y de Napoleón: “Los gobiernos pasan y la policía permanece”. La pregunta por la permanencia hay que buscarla en la presencia de tal o cual funcionario sino en las prácticas que las definen. Aunque no está de más recordar que algunas veces existen algunas figuritas repetidas.Vaya por caso la Argentina: Pasaron los militares y Stiusso quedó. Cayeron los radicales y Stiusso seguía ahí. Pasó el menemismo, los radicales fueron otra vez arrojados, y Stiusso permaneció flotando. Es que Stiusso, como Fouché, “le importaba una sola cosa: estar siempre con el vencedor, nunca con el vencido”.
Una aclaración antes de continuar: Por supuesto que Feinmann no está equiparando la SIDE a las SS, y tampoco yo estoy sugiriendo una filiación equiparable. Lo aclaro porque muchos kirchneristas suelen ser demasiados literales y muy poco proclives a las lecturas oblicuas.
Pasaron diez años y el gobierno, como dijo alguna vez Alfonsín, hay cosas que no supo, algunas que no quiso, y otras que no pudo. El tiempo dirá cuál parte del clisé le cabe al kirchnerismo en esta materia, por lo menos hasta ahora. Pero sabemos que el primer intento de meter manos en la SIDE resulto fallido. El 25 de julio de 2004, al día siguiente de haber “renunciado” como ministro de Justicia, Gustavo Béliz, salió a denunciar públicamente al agente Stiussoen el programa Hora Clave que conducía de Mariano Grondona,diciendo que había montado en la SIDE una suerte de ministerio paralelo que se dedicaba a espiar y chantajear a dirigentes y funcionarios. En esa misma entrevista el ex ministro acusó también al agente de “haber embarrado la investigación en la causa AMIA”.Esto sucedió hace diez años atrás!Su enfrentamiento le costó el cargo; y la denuncia un juicio.Además, tuvo que irse del país y desaparecer de la escena política. El telón de fondo de aquella disputa fue el secuestro de Axel Blumberg y el detonante la represión de la Policía Federal, que dependía de su cartera, a un grupo de manifestantes que reclamaban ante la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires contra la sanción del Código Contravencional.Según Béliz, aquellos acontecimientos fueron montados por la propia SIDE para desplazarlo Béliz. Fue absuelto en agosto de 2011 por el Tribunal Oral Federal 3. En las audiencias de aquel juicio no sólo ratifico sus dichos sino que añadió que Stiusso se dedicaba–textual- “a la compra y tortura de testigos, extorsiones y enriquecimiento ilícito”.
Hacía tiempo que Stiussoera el hombre fuerte de la SIDEy ahora se convertía en el número 1. Fue el hombre clave del kirchnerismoen la SIDE no sólo en la causa AMIA sino para enfrentar y controlar -por izquierda-el aparato que había montado el Comisario Jorge “Fino” Palacios al interior de la Policía Federal Argentina. Palacio acumulo poder primero dirigiendo la División Narcotráfico y luego a cargo de la Unidad Antiterrorista que había creado Hugo Anzorreguy, ex director de la SIDE en el gobierno de Menem.
Horacio Antonio Stiusso, alias “Jaime” o “Stiller”, había empezado su carrera en 1979, pero fue durante el menemismo, con otro ex director de la SIDE de ese gobierno, Miguel Ángel Toma, cuando cobra protagonismo y poder. Luego, con la Alianza, el entonces director de la SIDE, Ricardo Santibañez, lo nombra director de la división de Contrainteligencia. No sabemos cuáles fueron los entretelones estos años, pero sabemos que se trataba de un peso pesado con demasiados contactos locales y conexiones internacionales que no podían cortarse de un día para el otro. Lo sabemos además porque durante todos estos años, el periodista Horacio Verbitsky se encargó de recordarnos la bola de nieve que seguía rodando, cada vez más grande, más tenebrosa, peligrosa.
Tal vez, como dijo alguna vez Marcelo Sain hablando de las policías en Argentina, políticamente hablando, cuando la correlación de fuerzas no te da, al gobierno le sale más barato negociar con ellas que encarar los procesos de reforma. Más aún cuando gran parte de la justicia federal, promovida por la SIDE, que se nutre de sus operaciones, se dedicó a cuidarle las espaldas. Y sobre todo cuando figuras célebres del periodismo, campeones de la “independencia”, paladines de la “objetividad”, obtienen su primicia y construyen los “escándalos políticos” en base a los carpetas que compila y construye la SIDE.
El secretismo se ha incrustado en el seno de la democracia hasta convertir en rehenes a gran parte de la dirigencia política. Ahora bien, no sólo forma parte del gobierno nacional, también el gobierno de la ciudad fue tomado por agentes de inteligencia. Recordemos el escándalo en el que quedó envuelto Mauricio Macri con la flamante Policía Metropolitana, cuando nos enteramos que su jefe, el citado Palacios, rescatado por Macri de la Federal después de haber sido apartado por el gobierno nacional, se dedicaba a espiar a funcionarios y otras personalidades junto al espía Ciro James. Un caso, dicho sea de paso, que le costó el procesamiento al Jefe de la Ciudad. Y lo mismo sucede todavía en el ámbito de la Policía Federal Argentina con el Cuerpo de Informaciones de la PFA creado en 1963, una suerte de agencia paraestatal de inteligencia que nuclea casi 1000 espías. (Sobre este tema puede leerse el artículo de Marcelo Fabián Sain “Los Intocables” publicado en el diario Página/12 el 26 d enero de 2010). El caso más conocido fue la infiltración de uno de estos agentes en la Agencia Rodolfo Walsh, el Oficial Mayor de inteligencia Américo Ignacio Balvuena, un caso que tomó estado público en mayo de 2013.
Hay un refrán que dice, “cría cuervos y te comerán los ojos”. Y esos cuervos no nacieron ayer, hace tiempo que les venían dando de comer. La moraleja es la siguiente: Tarde o temprano, las personas que habilitaste, por acción u omisión,a espiar, empezarán a espiarte también y te van a “encarpetar”. Los servicios sabenque… “muerto el rey, viva el rey!” Los amigos de hoy, mañana pueden ser los mejores enemigos. Por eso conviene fichar a todos y tenerlos “encarpetados”. Nunca se sabe cuándo se puede usar la información acumulada.
Los servicios de inteligencia se mueven sigilosamente. Y sus golpes son también sutiles. El efecto mariposa es su táctica preferida. Lo importante no es el objetivo directo sino sus consecuencias. La SIDE golpea de manera rizomática y sus golpes -salvo que se sea el destinatario-, se sabrán cuando ya no queden huellas de su presencia. La SIDE es un puño sin brazo, una agencia que se fue autonomizando del poder ejecutivo. Una agencia descontrolada. No sólo los jueces miran para otro lado, tampoco los legisladores hicieron durante todos estos años un seguimiento de sus actividades y el destino de los suculentos fondos reservados que financiaban sus operaciones.
Los servicios secretos aprendieron que su poder se sostiene en la capacidad de hacer daño,que el éxito depende de la onda expansiva de sus operaciones. Cuanto más enigmáticos resulten los hechos, mayor será su capacidad de destrucción. A veces, para hacerlo, alcanza con dar un carpetazo a un periodista. Otras veces, con pasarles una serie de escuchas a los jueces que se refriegan las manos mientras se inmiscuyen en la vida privada. Algunas otras alcanzan con mandar una foto o filmación a un dirigente para dejarlo en el molde para siempre, o por lo menos para sacarlo de carrera durante un tiempo largo. Recordemos lo que dijo alguna vez el Lole Reuteman: “Vi algo que no me gusto y que no diré nunca” y se fue a boxes otra vez. Otras veces –está visto- son capacesde matar o inducir un suicidio. No es necesario comerse a la reina para desarmar el tablero. Bastará con sacrificar a un peón para remover el avispero y desarmar cualquier estrategia ajena.
El secreto genera secreto. El secreto ensancha las oportunidades para el secreto. Hace tiempo que Norberto Bobbiohabía encendido una alarma sobre esta práctica que, según Elías Canetti, “ocupa la médula del poder”. Decía que el secreto le iba a costar caro, demasiado caro, a las democracias. Que las democracias estaban en riesgo, que el secretismo podía degenerarlas en regímenes autocráticos. Para Bobbio, si la democracia es el gobierno del poder visible, la autocracia el reino de la invisibilidad. Bobbio sabía que debajo del gobierno democrático se tejían subgobiernos, incluso, en el fondo, criptosgobiernos. Las conspiraciones se alimentan de la desconfianza mutua, el deseo de poder y la gloria, pero también, de la valorización infinita, la necesidad de expandir los negocios, sean criminales o legales. Es decir, el secreto puede adoptar formas diferentes y cada vez más peligrosas. Hemos ido demasiado lejos. El secreto ha puesto a las democracias frente al abismo. Para Bobbio los servicios secretos del estado son un mal necesario, que se justifica en la necesidad de recabar y sistematizar información en el marco de investigaciones judiciales que se siguen, por ejemplo, contra el delito organizado. Pero si los controles fallan, no tardarán en autonomizarse y empezar a complotar. En ese punto la republica habrá dejado de ser una cosa pública, y la democracia el gobierno del poder visible.
Bienvenida sea entonces la disolución de la SI. Como dice otro refrán, “más vale tarde que nunca.” Ya hablaremos en otra oportunidad más detenidamente. Pero me apresuro a decir sólo una cosa:No estoy de acuerdo que la flamante Agencia Federal de Inteligencia (AFI) concentre las tareas de inteligencia que atañen a la defensa nacional (la inteligencia defensiva) y la seguridad pública (la inteligencia criminal). Si cada una de estas problemáticas fue objeto de legislación diferente, emplazadas luego en carteras distintas, no me parece que haya ahora que juntarlas. El rejunte, por otro lado, certifica la tendencia del último kirchnerismoapolicializar a los militares y militarizar la seguridad. Las figuras de Berni y Milani, son los prototipos de esta confusión. De apoco, la clase política –y esto corre para algunos sectores del kirchnerismo, pero incluye al massismo, el macrismo y parte del radicalismo- está borrando las fronteras que separan a las policías de los militares, un diseño estructural consecuente con la historia que nos tocó. No se debe confundir el crimen complejo con la defensa nacional. (Para los que les interese el tema encontraran en la nota “Nunca es tarde” de Marcelo Fabián Sain en el diario Página/12 del domingo 25). Hay que evitar la concentración del secreto, para evitar reproducir estos nichos de poder. Canetti, en el citado libro Masa y poder, decía que las democracias, a diferencia de las dictaduras que tienden a concentrar el secreto, deberían diluirlo y repartirlo entre muchos. Y llamaba concentración del secreto “a la relación entre el número de aquellos a quienes afecta y el número de aquellos que lo guardan”. Y agregaba: “Tras esta definición es fácil comprender que nuestros modernos secretos (…) son los más concentrados y peligrosos que jamás hubo. Afectan a todos, pero sólo un ínfimo número sabe acerca de ellos, y de cinco o diez hombres depende el que sean utilizados”.Si se pretende democratizar la “inteligencia” no debería concentrarse en una agencia todas las tareas. Al contrario, la concentración puede reforzar su carácter antidemocrático.
Termino con las palabras de Albert Camus difíciles –por cierto- de digerir, peroque deberían llevarnos a estar alertas. La frase la tome de su obra Los justos. El personaje que habla es el jefe de la policía secreta del zar, y sus palabras están dirigidas al revolucionario que acaba de arrojar una bomba que mató al zarpara proponerle un trato que implica la traición a sus compañeros. El revolucionario se niega, y el agente insiste:“En su lugar yo demostraría menos orgullo. Tal vez llegue a sucederle lo mismo. Se comienza por querer la justicia y se acaba organizando una policía”.