lunes, 9 de febrero de 2015

EL 18 F Y SIEMPRE.

LILOTA DIXIT

Y SI....

Alicia Eguren y Susana Pirí Lugones: pasiones revolucionarias

Entrevista a la escritora, periodista y directora de Radio Nacional María Seoane, autora de Bravas, donde aborda la historia (que por años ha sido invisibilizada) de estas militantes extraordinarias.
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Por Juan Ciucci
APU: ¿Cómo surge la idea del libro?, ¿por qué retomar la vida de Alicia Eguren y Pirí Lugones?
María Seoane: En principio, quería hacer una biografía de mujeres, ya que hice varias biografías de hombres (Santucho, Gelbard, Videla, Perrotta), a los que no conocí en persona, tampoco a las chicas. Hay una frase muy interesante de Hobsbawm: “No hay vanguardia política, sino vanguardia cultural”. Tanto Alicia Eguren como Susana Lugones eran mujeres de la vanguardia cultural de los ’50/’60 y de la vanguardia política de los ’70. Ellas me permitieron hacer esa conexión.
Hobsbawm dice que cuando ocurre la fusión de la vanguardia cultural con la política, estamos en presencia de una revolución. Creo que eso fue la década del ’60: una revolución brutal en la cultura, en las ideas.  En el inicio de la década del ’70, en nuestro país, la lucha política determinó la conformación de organizaciones revolucionarias en las cuales participaron Alicia y Pirí. Las dos nacieron en el año 1925, pero sus historias son muy diferentes. Alicia Eguren provenía de una familia radical yrigoyenista forjista; sus padres eran universitarios. Susana Pirí fue la hija de Carmen Aguirre, su abuelo fue Julián Aguirre, un gran compositor.  Además, era la hija de Leopoldo Lugones hijo, quien introdujo la picana eléctrica para perseguir opositores. De cualquier manera, las dos eran hijas de la clase media acomodada. Alicia fue hija de una familia nacionalista popular yrigoyenista y Pirí del nacionalismo oligárquico de “los Lugones”.
APU: Siendo ambas muy conocidas, con historias muy fuertes, no se ha escrito demasiado de ellas, no existen casi documentos, ¿cómo analiza que no se hayan recuperado antes estas figuras?
MS: En el caso de Alicia Eguren no había nada, excepto algunos recuerdos y materiales escritos por ella, la memoria de quienes la sobrevivieron. No había una biografía de Alicia sino algunos perfiles a semblanza. De Pirí Lugones había más porque Graciela Fernández escribió un libro de los periodistas desaparecidos donde se recopilan testimonios de quienes la conocieron, pero no había una cronología de su vida. Pirí era periodista y Alicia también lo fue.
No sé por qué no se había recuperado antes su historia. Pero la historia es así, es como una gran madeja, se va tirando del hilo: primero le toca a los paradigmas y luego le toca a otros.
APU: En el caso de Alicia, se recupera un poco de su vida en la película Alicia y John.
MS: Sí, nosotros hicimos en “Caras y Caretas”, Carlos Castro dirigió un documental dramático extraordinario que se llamó: Alicia y John, el peronismo olvidado. Creo que John fue nuestro Gramsci y murió muy joven, antes de la gran ola revolucionaria, en el ’68, por lo cual falta mucho para estudiar su obra. Alicia y Pirí nacieron y murieron en el mismo año. No había suficiente material para contar sus vidas; imagino que los archivos fueron destruidos.
APU: En el libro da mucho lugar al contexto histórico – político…
MS: Sí, pensé: “No me interesa hacer la biografía de dos mujeres como si esa historia fuera generada absolutamente por ellas”. Como ellas eran existencialistas, me interesó mostrarlas como lo que eran: el producto de una compleja historia argentina, que fue la verdadera matriz que las produjo y las mató. En el Siglo XX se produjo un proceso extraordinario de culturización y de irrupción de la política en las clases medias y en los jóvenes; una revolución que fue desde las alcobas hasta las plazas, porque se cambiaron hasta las formas amatorias, el lugar de la mujer, la relación con el sexo y también con la política. Ellas fueron devoradas por la tragedia del Siglo XX, son un producto absolutamente genuino del Siglo XX argentino.
APU: También fueron dos mujeres muy distintas a lo que se esperaba de una mujer para la época.
MS: Pensá que en el año ’25 las mujeres eran consideradas “incapaces”, casi no tenían derechos civiles y políticos; recién se adquieren en el ’47 con el Derecho al voto, promulgado por el peronismo. Estas mujeres atravesaron los cambios más profundos del Siglo XX. Terminan siendo dos mujeres comprometidas con un cambio revolucionario. Primero, en los ’60, en las costumbres: se separaban de sus maridos, tenían a sus hijos solas, trabajaban, militaban, estudiaban y murieron en los campos de concentración de la dictadura. Las asesinaron a las dos, ese es el derrotero de ellas. Alicia estuvo presa durante la resistencia peronista, hizo pareja con John William Cooke que fue el amor de su vida, ya había estado casada y tenía un hijo con Pedro Catella, estuvo en la Embajada Argentina en Londres, fue una diplomática muy joven.
Pirí, en los años ’60, se convirtió en una gran animadora cultural en la Editorial Jorge Álvarez, manejaba varios idiomas. Tuvieron sus hijos y se criaban a sí mismas mientras criaban a sus hijos. Ambas fueron muy cultas, las pone en común la filosofía existencialista y las ideas revolucionarias. Alicia Eguren fue peronista antes de que existiera la palabra, con una marca muy fuerte en el nacionalismo católico; Pirí votó a Frondizi, estuvo en la izquierda no peronista, inicialmente antiperonista.
Las dos confluyeron en los años ’60 con la Revolución Cubana. Alicia reclutaba militantes y Pirí reclutaba intelectuales. Ambas cumplieron una función: Alicia fue una lugarteniente del Che Guevara, fue encargada de formar muchos jóvenes revolucionarios argentinos. Pirí fue quien lanzó a la fama a Manuel Puig, Piglia y muchos otros.
APU: Del derrotero cubano de Cooke y Alicia también surgen muchas dudas, ¿pudiste encontrar material?
MS: Sí, sobre todo testimonios, documentación hay poca. Ellos estuvieron en la Defensa de Playa Girón. Ellos fueron muy importantes para el proyecto revolucionario en Argentina. Pirí trabajó en Prensa Latina, en la construcción de una cultura alternativa. Tuvieron distintos roles.
Alicia formó la Alianza Popular Revolucionaria, que fue un grupo al margen del PJ, que planteó la “acción directa”, que sostiene la necesidad de la lucha político – militar para la revolución socialista. Pirí se integró junto con Paco Urondo a “Malena” y pasó a formar parte de la FAP, Fuerzas Armadas Peronistas y en el ’73 se fusionaron con Montoneros.
APU: Hay un dato que no conocía: la firma de Alicia detrás de las famosas palabras de Perón tras la muerte del Che.
MS: Sí, Perón nunca lo desmintió, pero esa carta la escribió Alicia Eguren y John William Cooke.
APU: Se conoce poco de lo posterior a la muerte de John William Cooke. Ella se articuló con distintos grupos.
MS: Sí, ella tenía muchas críticas a Montoneros y se alejó de la FAP por su internas. Paulatinamente, se fue acercando a otras organizaciones revolucionarias. Ella era una pasionaria, estaba como por fuera de las organizaciones, pero trabajando en la unidad de las mismas: entre la izquierda peronista y la izquierda marxista, guevarista y el PRT. Se acercó a Santucho y su grupo y, finalmente, se integró políticamente al Frente Antiimperialista por el Socialismo. Los congresos en Chaco y Rosario fueron los últimos lugares públicos donde apareció.
APU: También participó de la Revista Nuevo Hombre.
MS: Sí, Nuevo Hombre aparece como una publicación que termina siendo una publicación del PRT con Diario El Mundo también. Alicia es un personaje complejo y bastante oculto en cuanto al rol que le tocó en los ’70.
APU: Aparece también la cuestión de la pareja militante, ¿cómo piensa esas duplas?
MS: Eran parejas de amor y la vida cotidiana estaba atravesada por un ideal superior: la revolución. La política las fue determinando a ambas; en pareja y solas. Porque Alicia se quedó sola, después de Cooke no se le ha conocido pareja. Hay unas cartas maravillosas que le escribió a John William Cooke desde la cárcel, que están en el libro, facilitadas por su hijo, donde se ve claramente el vínculo que tenía con Cooke.  Pirí se separó de Carlos Peralta, padre de sus tres hijos, tuvo amores erráticos hasta que conoció a Carlos Collarini. Fueron sus años más felices, porque su segundo hijo, Alejandro, se suicidó en El Tigre, como su bisabuelo. En el ’71 se puso en pareja con este médico ginecólogo, militante de Montoneros, unos años menor. Él desapareció meses antes de que fuera secuestrada, en septiembre del ’77, eso para ella fue una especie de punto final. Todos los meses que siguieron hasta que fue secuestrada sólo pensó en cómo encontrar a Carlos.
APU: Pirí tuvo una infancia terrible, parte de la “tradición Lugones”.
MS: Toda la historia personal y familiar es oscura: hay traiciones amorosas, violaciones. Pirí vivió ese clima dentro de su familia.
APU: En el libro se marca que Pirí logró convertir esa “tradición Lugones” en algo distinto.
MS: Sí, ella se presentaba como la nieta del escritor y la hija del torturador. De alguna manera, estaba tratando de cerrar esas dos historias trágicas que la habían marcado. Cuando Pirí nació, el abuelo acababa de decir que había llegado “la hora de la espada”, el fundamento ideológico y político para el primer golpe de Estado en Argentina. La separación de sus padres fue muy tormentosa. Vivió una infancia difícil y un padre tremendo, paranoico y torturador. Su padre fue “Polito” Lugones, jefe de la policía política de Uriburu en el golpe de Estado del ’30. Ella lo descubrió cuando en el colegio alguien le mostró un ejemplar del Diario Crítica, que lo denunció como torturador. Eso marcó su odio a esa estirpe de oligarcas y paranoicos violentos.
APU: Sobre el final del libro das cuenta de la continuidad de las causas abiertas contra los genocidas por sus desapariciones.
MS: Sí, las causas continúan porque todavía no hay sentencias. Lo que hicimos fue “tirar el hilo de la memoria”, en espera espera de justicia.

Bautismo de fuego

Alejandro Covello nos adelanta en exclusiva un fragmento inédito de su libro sobre la historia política de la aviación argentina. El texto rescata la figura heroica de Ernesto Jorge “Muñeco” Adradas, piloto fundamental en la defensa del peronismo y de los civiles atacados en los cruentos bombardeos a plaza de Mayo por parte de las fuerzas golpistas el 16 de Junio de 1955.
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Por Alejandro Covello
Los pilotos navales se fueron a dormir sabiendo que al día siguiente rociarían de trotyl la ciudad enemiga. Se sentían más convencidos que seguros, de la acción que llevarían a cabo. No había tocado diana en la base naval de Punta Indio y ya el jefe del ataque aéreo, explicaba a los pilotos cual era el objetivo del bombardeo que iban a emprender. Se dispuso un ataque en línea, un avión tras otro, una escuadrilla tras otra, fueron aproximadamente 30 aviones y 90 toneladas de explosivos.
A menos de 200 km de distancia, en la Base Aérea de Morón de la Fuerza Aérea Argentina, se alojaba el Grupo Aéreo III de caza interceptora, su misión era la defensa aérea ante un ataque enemigo. Para ello estaban los aviones Gloster Meteor, el primer caza a reacción británico, birreactores construidos en Inglaterra sobre el final de la II Guerra Mundial, diseñado para despegar buscar en el cielo al agresor y derribarlo, un caza interceptor.
El escenario militar fue el siguiente: Aviones bombardean una ciudad abierta, la capital de un país, dejando caer sus bombas sobre la población civil. Se arma la defensa y despega la caza interceptora a detener el ataque, defendiendo a los habitantes de la ciudad y a un gobierno constitucional. Es un hecho de guerra, donde un arma: La Fuerza Aérea Argentina, intervino por primera vez en un combate militar real, en un combate aéreo donde el Teniente Ernesto Jorge “Muñeco” Adradas, derribó un avión enemigo: Fue el bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina, el 16 de Junio de 1955.
Ese día, por la mañana, una escuadrilla de la Fuerza Aérea Argentina, tenía previsto un desfile aéreo sobre la Casa de Gobierno en honor al General San Martín, las condiciones meteorológicas lo habían impedido. Aviones Gloster Meteor, volarían sobre la plaza de mayo, mientras en la ciudad se cumpliría la rutina de un día de semana normal. Seguramente algunos curiosos y amantes de la aviación, junto con niños de escuela esperarían el espectáculo. Llegada la media mañana, fue el momento en que el Brigadier Daneri, junto con otras autoridades irrumpió en la sala de pilotos y ordenaron armar una escuadrilla de alarma. Se había declarado situación “coninte”, conmoción interna.  Los pilotos se miraron para adivinar de qué lado estaría cada uno, era incierto.
El primer teniente García se convirtió en el jefe de la escuadrilla de alarma, y se le ordenó ir a las maquinasEl Jefe de Escuadrón les dio un resumen de lo que estaba ocurriendo, aviones North American AT6 Texan, Beechraft AT 11 y Bombarderos Catalinas, de la aviación naval, habían sorprendido a la población de Buenos Aires, sin previo aviso alguno, depositando bombas en el centro neurálgico de la ciudad. Hubo preguntas pero no había tiempo para muchas respuestas, la orden fue - ¡Derribarlos!
Ellos son pilotos de caza, una estirpe nacida en la I guerra mundial. Un piloto de caza vuela aviones monopostos, de un solo asiento, vuela solo y lo acompaña luego la escuadrilla formada de otros 3 aviones. Están entrenados para navegar al blanco, vigilar los sistemas del avión, preparar su armamento y disparar con acierto, nada sirve si el proyectil no penetra en el acero del enemigo y así un piloto de caza luego de 5 derribos se convierte en As de la aviación. La escuadrilla estaba formada por el Capitán García, el Primer teniente Olezza, el Primer teniente Rosito y el Teniente Adradas (Muñeco).
Esto es en serio se dijo el Muñeco que terminaba de agarrar su pernera, el casco de cuero y la máscara, mientras echaba una mirada de reojo a su jefe de escuadrilla, quería controlar que nadie se niegue a ponerse la ropa de combate, hubo un silencio, se volvieron a mirar y salieron a la plataforma.
Entraron de uno en pista, pero eran solo tres aviones, faltaba uno. El muñeco al poner en marcha el motor numero dos tuvo problemas. El resto de la escuadrilla apenas se alineó en pista uno por uno empujo a fondo la palanca de gas, y fueron 12000 rpm y 1600 kg de empuje para mover 6 toneladas de acero. A los pocos minutos el muñeco estuvo listo y despegó para unirse al resto. Las nubes estaban donde estuvieron toda la mañana, al ras del piso, era necesario volar rasante, el muñeco escuchó que el punto de reunión era Plaza de Mayo, se pegó a las vías del tren, única forma de navegar con techos tan bajos.
El jefe de escuadrilla anunció por la radio “antenas”, había que subir, pero no tan alto de quedar ciego en una nube y no tan bajo para estrellarse en la ciudad. El Comodoro Soto dirigió el ataque desde la torre de control. Finalmente la escuadrilla logró reunirse en formación cerrada, se internaron en una zona de bruma y eso hizo que el muñeco los perdiera de vista, puso rumbo al río para asegurarse de no chocar con ningún edificio o antena. En ese momento se escuchó la orden del Comodoro Soto de derribar cualquier avión que estuviera volando en esa zona.
García tuvo a la vista dos aviones y ordenó: - a las 3, dos aviones... Rosito le forma a uno de los aviones y lo obliga a aterrizar, sino responde abre fuego. Olezza y Rosito se lanzaron en picada sobre el primer avión enemigo, cuando la caza interceptora lo tuvo próximo descargó una ráfaga de cañones con la intención de disuadir y ajustar el tiro. Uno de los AT 6 Texan, viró bruscamente a la izquierda viendo pasar la munición trazante muy cerca del fuselaje, entonces decidió escapar comenzando un vuelo rasante sobre la estación de tren de la ciudad (Retiro). Olezza le dijo a su numeral que no dispare, que un derribo provocaría muchos muertos inocentes. El piloto naval del Texan: Teniente de Corbeta Máximo Rivero Kelly logró escapar usando de escudo humano, a la población civil, huyendo sobre la estación retiro y luego sobre un tren con destino Tigre.
Las nubes y el humo negro no dejaban ver adelante, cuando de repente todo pareció más claro porque el sol penetró, las nubes se abrieron y el Muñeco tuvo al avión enemigo a la vista, estaba prácticamente en la “percha. El muñeco estaba solo y el enemigo en su línea de tiro: Quiero imaginar  como el avión de Adradas persiguió a su presa posándose sobre él  a 300 mts. Lo veo apretarse aun más la máscara de oxigeno, armar sus cañones y descolgarse de la percha. El muñeco se lanzó en picada, el Texan quiso escapar y esconderse en las nubes, era tarde al muñeco se le agrandaba cada vez más el avión enemigo en su mira, entró en el ángulo muerto, lo tuvo y disparó. Los proyectiles ingresaron por el plano izquierdo y cortaron prácticamente el ala. El piloto naval Guardiamarina Armando Roman, se arrojó en paracaídas y salvó su vida cayendo sobre el río.
El muñeco Adradas estaba empapado de sudor, no podía creer lo que vio, quitó potencia para volar bajo y poder observar la ciudad en llamas, los muertos...luego si lo creyó pero nunca lo entendió. Nunca pudo. La radio de su avión lo despertó del asombro, se le pedía un reporte. – Estoy bien y mi avión en servicio, he derribado a uno de ellosFue el último en aterrizar, y en solo 20 minutos que duró su navegación a la base, las imágenes se le repitieron infinitamente.
Como piloto de caza había cumplido su misión, lo que no sabía el muñeco era que el destino marcaba para siempre a su derribo como una victoria “Pírrica”. Se bajó de la aeronave cansado, esperando mas órdenes...fue felicitado por el Vicecomodoro Perez Laborda, el médico militar lo encontró sobre excitado y recomendó no asignarle otra misión. No había compañeros, un mecánico que corrió a su encuentro logró decirle: Jefe los marinos están entrando con gente nuestra para tomar la base, escóndase porque estos asesinos lo van a querer matar...
La Base Aérea de Morón, que fuera leal en un primer momento, se había sublevado. Las fuerzas rebeldes tomaron la base, en el tiempo en que la escuadrilla había cumplido su misión de defensa. Adradas fue perseguido por los oficiales rebeldes que juraban matarlo por haber derribado un avión naval. Por la tarde la sublevación fracasó y el muñeco salvó su vida porque pudo esconderse en un armario. Tres meses más tarde, volvió a combatir contra la flota naval, comandada por el Contralmirante Rojas, que había bombardeado Mar de Plata y amenazaba con bombardear Buenos Aires, si Perón no renunciaba. Fue la victoria de la revolución libertadora.
El muñeco Adradas pidió el retiro y le fue concedido el día 27 de Abril de 1956, presionado por un tribunal de honor, que lo acusaba de sus acciones en el 16 de Junio de 1955. El muñeco Adradas fue juzgado y fue sentenciado por deshonrar a su institución. Sin embargo el hombre Ernesto Jorge Adradas, fue aquel que con su acto de lealtad y de respetar las órdenes que le fueron impartidas por sus superiores naturales y en cumplimiento de su misión, salvó a la institución Fuerza Aérea Argentina, de que su bautismo de fuego hubiera sido la ignominia de bombardear y ametrallar una ciudad abierta contra civiles indefensos.
Ese mismo año sufrió un nuevo intento de asesinato, por los mismos que el 16 de Junio no pudieron matarlo. Luego de varios años logró ingresar como piloto en Aerolíneas Argentinas, allí fue parte de correo clandestino que comunicaba al general Perón con la resistencia peronista, llevando documentación y cartas en total secreto.
En 1973 integró la tripulación del avión de Aerolíneas Argentinas, que trajo definitivamente al general Juan Domingo Perón de su exilio. Adradas, siempre soñó con volar y cuando tuvo la oportunidad en el curso de aviadores militares de la Fuerza Aérea, lo hizo de la mejor manera. Egresó de la escuela de caza con excelente promedio y fue destinado de teniente (joven en su rango) para volar el avión insignia de arma aérea, el Gloster Meteor. Se puede decir que el Muñeco Adradas estaba destinado a ser As de la aviación, solo le faltaba como a su institución el bautismo de fuego, el combate aéreo real. Se puede decir que todo hombre tiene un destino y que en un momento nos enfrentamos cara a cara y ese momento es toda la vida. Para Adradas fue el 16 de Junio de 1955, el comienzo de su destino, que no fue.
Fuentes:
Entrevista a Olga Adradas, viuda de Ernesto Adradas.
Bombardeo del 16 de Junio de 1955. Investigación histórica del Archivo Nacional de la Memoria

Claudio Slemenson, emblema de la UES

Fue uno de los dirigentes fundacionales e imprescindibles de la Unión de Estudiantes Secundarios a nivel nacional. El “Barbeta” Slemenson fue miembro titular por la Rama Juvenil del Consejo Superior del Movimiento Peronista Auténtico. Tenía solo 20 años cuando fue secuestrado por personal uniformado el 4 de Octubre de 1975 en la Ciudad de San Miguel de Tucumán.
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Por María Susana Rossi
La memoria es loca, todos sabemos. Durante muchos años recordé con increíble claridad una escena: Claudio Slemenson, sale desde una de las aulas, en la que acababa de terminar una clase, al enorme claustro de 6to del Nacional Buenos Aires.
El claustro está casi vacío, sólo hay algunos compañeros de mi división, que teníamos hora libre. Yo estoy parada en una esquina hablando con alguien, no recuerdo con quién. Otros están en la otra punta del rectángulo, sentados sobre el piso frío, porque es invierno. Lo veo a Claudio de perfil, con una campera de jean y una bufanda escocesa. Estábamos en 1973 y del uniforme no quedaba casi nada.
Es el primero en salir del aula, unos segundos después saldrán los demás en grupitos de a dos o tres. Claudio camina con pasos largos y se dirige directamente hacia el ventanal que da al patio, como si la clase lo hubiese agobiado y necesitara alejarse de todo y tomar aire. Se acerca a las puertas de vidrio, que se nublan con las bocanadas de su aliento y se queda absorto mirando hacia el patio vacío un rato largo.
El claustro se va llenando de voces de los que salen de las aulas, adelantándose al timbre, que suena unos momentos después, pero Claudio no parece registrar nada de eso. Ni él, ni ninguno de nosotros, sabe que un año más tarde, iba a velarse el cuerpo de Eduardo Beckerman, acribillado por las tres A, ahí mismo, en el amplio claustro de 6to.
Pero quizá Claudio ya tenía analizada una situación posible: en caso de que el soldado de la fila de adelante cayera, si esa fuera la circunstancia, el de la fila siguiente daría un paso al frente. Cuando mataron a Eduardo, me dio la impresión de que Claudio hizo, entonces, lo que había decidido y evaluado hacer hacía mucho, mucho tiempo antes.
Claudio aparece casi siempre sonriente en las fotos, de hecho, era alegre, sociable y casi siempre estaba con gente. Hace unos años, su hermana Mariana me mostró la carta que le mandó a su familia cuando dirigía un continente de la UES en una campaña político-social en Salta: con qué fresca ternura trata a sus padres y a sus hermanas.
Sin embargo, ahora pienso que la nitidez con la que recuerdo la escena es inexplicable, pero la escena en sí no es caprichosa: me mostró a lo largo de muchos años algo también esencial de Claudio: su gran reserva y reconcentración, hasta circunspección, diría. Solamente alguien que –bien o mal- se ha sopesado a sí mismo y a sus circunstancias, puede dar sin demora, cabalmente, y más allá de todo cálculo, un paso al frente, cuando la situación se le presenta. Y ese fue Claudio.
Publicado originalmente en claudioslemenson.blogspot.com.ar

Susana Valle: en el nombre del padre

Hija del General Valle, uno de los primeros mártires de la Resistencia Peronista, Susana es uno de los iconos de las resistencias populares frente al golpismo militar. También lo es del peronismo, al punto que muchos la describieron como una princesa peronista y montonera. Sufrió en carne propia los peores años de la ultima dictadura que la secuestró y torturó junto a sus hijos, que fueron asesinados recién nacidos en cautiverio. El escritor y piloto Alejandro Covello la recuerda y homenajea en esta nota.
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Por Alejandro Covello.
Habían pasado dos años desde que le había escrito para pedirle una entrevista. Habrá sido el miedo, la desconfianza o el no querer volver a ese relato triste; o quizás, solo un respiro en tanto dolor lo que a Soledad Perusset Valle, nieta del General Valle le impidió aceptar mi cita.
Me encontré con Soledad, en un bar de la Ciudad de Buenos Aires, “La Farola” de Cabildo y Congreso. Cuando llegó yo estaba escribiendo, y una sombra tapó la hoja, levanté la vista y la vi. En su rostro estaba toda la historia de su familia, toda la tragedia, el intento brutal de borrar su apellido y su descendencia. Pude ver las persecuciones, robos, saqueos y asesinatos, pero todo eso no impidió ver su belleza, su carácter y lo heredado. Su madre fue Susana Valle, y cada vez que la nombra se ríe con orgullo, diciendo “mi mamá era brava, no se detuvo ante nada”.
El abuelo de Soledad, General Valle, fue el líder del Movimiento de Recuperación Nacional, una contrarrevolución cuyo fin era devolver la constitucionalidad al país y derrocar el gobierno de facto del general Aramburu. La contrarrevolución fracaso antes de comenzar, el Presidente Aramburu y su Vice Rojas conocían todos los planes y dejaron hacer, era la posibilidad de dar un escarmiento definitivo. El día 9 de Junio comenzó la rebelión y los fusilamientos sin ley. El General Valle no pudo creer tanta violencia y decidió entregarse con la esperanza de que se detengan los fusilamientos. El contralmirante Rojas había prometido a Valle no más fusilamientos. Aramburu hizo lo mismo con la Suprema Corte. La realidad fue que en menos de 20 horas el General sería detenido, interrogado, sentenciado, encarcelado y ejecutado en la Penitenciaría Nacional. Es el día 12 de Junio de 1956, el día que comenzó la historia de Susana Valle, cuando a los 19 años fue a visitar a su padre para hablar con él por última vez.
Cuando Susana ingresó a la Penitenciaria Nacional, ya se había fusilado a 25 hombres, el edificio era majestuosamente tétrico, sus muros tenían una altura de siete metros y el espesor en su base alcanzaba los cuatro metros, por dentro era un semicírculo panóptico, un sistema celular de celdas distribuidas en dos pisos. Susana sabía que era la última vez que vería a su padre. El general Valle salió de la celda rodeado de marinos, era evidente que Rojas no confiaba en nadie y dispuso que su gente se cerciorara hasta del tiro de gracia. Susana al ver a los militares que custodiaban a su padre, les grito “asesinos”. Un enfermero estaba con la guardia de marina y tenía dos chalecos de fuerza, previendo que el padre o la hija, se conviertan en monstruos, evidentemente no podían ver su propia monstruosidad, la que describió el mismo Valle en su carta póstuma a su asesino Aramburu: “Con fusilarme a mí, bastaba. Pero no, han querido escarmentar al pueblo cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas…desahogar una vez más su odio al Pueblo. De aquí está inconcebible y monstruosa ola de asesinatos….La palabra “monstruos brota incontenida de cada argentino a cada paso…”
Valle estaba frente a su hija:
Susanita si derramas una sola lagrima no eres digna de llamarte Valle
Pero, ¿quién te ha condenado papá?
- No lo preguntes jamás, querida mía. Yo quisiera que nunca lo supieras, nunca; para que tu corazón no odiara jamás.
- Pero, ¿Por qué te has entregado? ¿Por qué no entraste en una embajada? ¿Por qué has querido que estos te maten?
Valle vio que su hija prendía un cigarrillo, era la primera vez que hacía eso delante de él, le pidió que le convidara uno y luego le siguió hablando.
Porque no podría con honor mirar a la cara a las esposas y madres de mis soldados asesinados. Yo no soy revolucionario de café. No me tienes que llorar vos a mí; yo soy el que tendría que llorarte a vos y a mamita que se quedan en el mundo. En estos instantes seria yo el hombre más feliz, sino fuera porque sé que ustedes van a sufrir tanto. Tu misión ahora será cuidar a tu madre. Debes quererla mucho!
Miro al sacerdote que entraba a la sala, lo abrazó y le dijo:
¿Cómo Padre, no nos ha dicho usted siempre que en este mundo vivimos de paso, y que la verdadera vida es aquella a la que ahora me empujan quienes me condenan?
Los militares de la Marina contemplaban la escena y sus únicos gestos fueron mirar el reloj continuamente, esperando que llegue la hora, y así fue. "Es hora!" Dijo uno de ellos.
Valle se saco su anillo de matrimonio y entregó unas cartas que escribió a sus familiares y a su verdugo: “Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado”. “Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos”. Besó a Susana y se despidió. A las 03:00 la presidencia de la nación, dio un comunicado: “Fue ejecutado el ex general Juan José Valle, cabecilla del movimiento terrorista sofocado”.
Susana Valle habló en esa ocasión solo veinte minutos con su padre, fue el comienzo de la tragedia familiar, del mito, de los muertos que no dejan de aparecer. Susana iba a conmemorar todos los años a partir del 1957, la fecha del fusilamiento de su Padre, sin importar la represión que recibiría constantemente. En algún lugar del país, y de alguna forma gritaría la memoria de su Padre.
En junio de 1963, el país vivía una campaña electoral para la presidencia. Susana pegó afiches en toda la Capital. Era una carta pública dirigida al teniente general (RE) Pedro Eugenio Aramburu, quien se postulaba como presidente. Una vez obtuvo el nombre de quien encabezó el pelotón de fusilamiento, el coronel D’elía. Lo fue a buscar a un bar llamado Gran Rex, donde el hombre habitualmente jugaba al billar y le pegó un carterazo. Para el aniversario del año 1968, llevó una corona de flores al domicilio del general Aramburu, quien al año siguiente fue secuestrado y asesinado por un comando del grupo armado Montoneros llamado “General Valle”. Ante este hecho, de inmediato la policía la fue a buscar, la encarceló y la torturo por días.
Escucho hoy el relato de su hija Soledad y le pregunto por fotos y recuerdos, me dice que en 1976 luego del golpe militar, a poco días de asumir la junta, la casa de la abuela, la viuda de Valle, fue saqueada y ocupada militarmente. “no nos quedo nada.. Mi abuela vendió la casa con los milicos adentro”. En ese mismo año y previendo lo peor, Susana huye a la provincia de Córdoba, tenia cuarenta años y estaba embarazada de mellizos. En 1978 fue atrapada, por los hombres del general Luciano Benjamín Menéndez, alias “La Hiena”. Susana Valle fue tomada prisionera y encerrada en una prisión clandestina, estaba embarazada pero  su estado de gravidez no detuvo en ningún momento las sesiones de tortura, sobre la mesa de la morgue de un hospital le fue provocado el parto. El primer bebé falleció al nacer y se lo pusieron ya muerto en el pecho. El segundo nació vivo, y se lo dejaron a distancia, sin que ella pudiera abrazarlo. Su segundo hijo murió; como quien sacrifica la cría de un animal, murió de frío. Fui su única hija viva, me dice Soledad, nací al año de morir mis hermanos.
En el año 2006, en el último aniversario del fusilamiento en el cual Susana pudo estar, el presidente, Néstor Kirchnerreivindicó el nombre de su padre. Fue ascendido Post mortem al rango de Teniente General  y se bautizó con su nombre a la Escuela de Ingenieros del Ejército.
Susana Valle era una mujer muy hermosa, hoy puedo verla en la foto de la revista Gente del 16 de Junio de 1966. Falleció a los sesenta y ocho años, el 3 de septiembre del año 2006, y está enterrada en el Cementerio de Olivos, al lado de la tumba de su padre y de los mellizos que no alcanzaron a vivir. La memoria de Soledad no pudo ser saqueada, como tampoco su descendencia, con una sonrisa me dice: tengo trece hijos.
La penitenciaría Nacional, fue demolida durante el Gobierno de Arturo Frondizi, en el año 1962. Hoy es una plaza, casi un parque que ocupa varias manzanas. En una esquina, la de Salguero y Las Heras, hay una placa de granito con una inscripción: “En este lugar se fusiló a la patria”. Son letras blancas sobre fondo negro. Para Susana Valle, ese lugar nunca fue un parque, pero ahí estuvo siempre para colocarle flores, terca y fiel a su memoria, a veces acompañada y otras veces en “soledad”.
Fuentes:
  • Entrevista a Soledad Perusset Valle
  • Entrevista a Christian Ferrer
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