domingo, 8 de febrero de 2015

Uno de los organizadores del #18F trabaja para Clarín

Se trata del fiscal Ricardo Sáenz, quien se desempeña como secretario general de Certal, ONG perteneciente el multimedio.

El fiscal Ricardo Sáenz, uno de los principales promotores de la movilización del 18 de febrero, se desempeña a su vez como secretario general de Certal, ONG de la que forma parte el grupo Clarín a través de su empresa Cablevisión, y que en 2012 protagonizó un escándalo judicial por financiar viajes de jueces a Miami para que asistan a un seminario contra de la Ley de Medios, cuando dichos magistrados debían fallar sobre esa norma.
El escándalo por el pago de viajes a Miami a magistrados por parte de la ONG de Clarín para que asistan al seminario que organizaba en contra de la Ley de Medios el Centro de Estudios para el Desarrollo de las Telecomunicaciones y el Acceso a la Sociedad de la Información de América latina (Certal) llevó al punto de que en el mes de octubre de 2012 el ministro de Justicia y Derechos Humanos pidiera la recusación de uno de los jueces en cuestión: Francisco Horacio de las Carreras.
La ONG Certal, del grupo Clarín, financió en 2012 viajes de jueces a Miami para un seminario contra la Ley de Medios

Tal como lo recordó el periodista Horacio Verbitsky en su columna de hoy en el diario Página 12, los vínculos de Certal con la justicia argentina no culminan con la relación que existe a partir del fiscal Sáenz: la Coordinadora General de dicha ONG es Ana Recondo, la hija del juez Ricardo Recondo, titular de la Asociación de Magistrados y otro de los promotores de la marcha del silencio convocada para el 18 de febrero

Análisis de la estrategia de la ATFA, el memorándum y los escritos del fiscal de los últimos años Los fondos buitre, la familia judicial y el uso político de la muerte de Nisman

Mientras el gobierno nacional levanta el secreto que ampara por ley al mayor espía de la historia argentina para que hable, la judicatura corporativa convoca al silencio de una marcha junto a los referentes de la oposición.

Los fondos buitre, la familia judicial y el uso político de la muerte de Nisman
Campaña - Los lobistas de la ATFA atacaron al país en medios internacionales. Ahora, un grupo de fiscales busca usar políticamente la muerte de Nisman.
Es llamativo que el minuto a minuto mediático del caso Nisman no haya reparado todavía en un detalle, en apariencia casual: la sintonía de argumentos entre la denuncia floja de papeles del fiscal de enero pasado y la campaña que desplegó la American Task Force Argentina (ATFA, el grupo de lobby a escala global del fondo buitre de Paul Singer) entre el 4 y el 25 de junio de junio de 2013, con dos publicidades en The Washington Post, donde se denunciaba el "pacto entre Argentina e Irán".
La primera, bajo el título "Aliados vergonzosos", estaba ilustrada con las imágenes de Cristina Kirchner y el entonces presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad. Veinte días después, se publicó la segunda, aunque esta vez la foto de la presidenta lucía junto a Hassan Roahani, el sucesor de Ahmadinejad, bajo una inquietante pregunta: "¿Cuál es la verdad del acuerdo de Argentina con Irán?"
En esta, se destacaban, además, las versiones encontradas sobre los alcances del Memorándum de Entendimiento. Kirchner aparece diciendo que "va a permitir el interrogatorio de funcionarios iraníes" y Roahani afirmando que "bajo ninguna circunstancia se permitirá que el juez y el fiscal entren a Teherán a interrogar a nadie".
Una semana más tarde, aquella movida publicitaria, sin dudas dirigida a influir sobre el ánimo de los congresistas y los funcionarios de la administración de Barack Obama para que tomen medidas en contra de nuestro país, y allanarle de ese modo el camino a los buitres en el cobro de la sentencia Griesa, fue puesta bajo la lupa por dos periodistas, Christina Wilkie y Ryan Grim, del prestigioso portal The Huffington Post.
El informe que produjeron comenzaba con un párrafo demoledor: "Publicidades como las que atacan a Argentina son un método por el cual los capitalistas buitre buscan forzar a un país dañando su reputación entre los decisores políticos." El texto sigue con un breve resumen sobre el eje de la disputa: "Un fondo de inversión con el que el país se enfrenta compró deuda defaulteada por menos de 50 millones de dólares, exigiendo ahora más de 1000 millones de dólares de pago. Para lograr su objetivo, los cobradores de deuda de esta magnitud necesitan astucia política y amigos en los lugares correctos. Ellos (los fondos buitre) pagan generosamente por ambos. En este marco, ATFA, el grupo que aboga por la devolución total de los bonos, lanzó un amplio ataque sobre Argentina en su campaña de relaciones públicas."
Detalla también que Paul Singer "gastó por lo menos 150 mil dólares para hacer lobby en el congreso en los primeros tres meses de este año, cuya porción más grande fue a la poderosa firma de abogados Covington & Burling. El último año, gastó casi un millón de dólares en lobby y desde 2007 gastó más de 3,8 mil millones de dólares en consultores".
Siempre según los autores, "ATFA está compuesta por dos grupos aparentemente no relacionados: los fondos de inversiones buitre, que esperan beneficiarse de pagos de la deuda ordenados por los tribunales y los grupos de agricultores y ganaderos de Estados Unidos, quienes ven a Argentina como un competidor potencial." Y apuntan a Robert Raben, ex empleado del Capitolio y de la administración Clinton, como director ejecutivo de ATFA; y a Robert Shapiro, un ex subsecretario de Comercio, y a Nancy Soderberg, ex embajadora ante la ONU, como sus laderos.
Por último, informan que "junto con Raben, los representantes del grupo ganan sus honorarios de consultorías, en parte, escribiendo artículos de opinión sobre cuán inestable es Argentina y cómo su negativa a pagar a los fondos buitre debería servir como una advertencia a otros para no hacer negocios ahí. Desde 2009, estas piezas de opinión aparecieron en The Wall Street Journal , The Hill, el periódico británico Daily Telegraph y hasta en The Huffington Post."
Es que los periodistas Wilkie y Grim, mientras desarrollaban su valiente investigación, descubrieron que Raben, Shapiro y Soderberg habían escrito contra la Argentina en su propio portal sin advertir a los editores que Singer los tenía contratados, precisamente, para hacer eso. Un claro conflicto de intereses. Desde entonces, la publicación decidió levantar las notas de los tres lobistas que se camuflaban como columnistas desinteresados.
Esa firme actitud del portal estadounidense contrastó con la cálida y amigable recepción que, un año más tarde, un grupo de periodistas argentinos les brindó a los mismos Shapiro y Soderberg, en el exclusivo Palacio Duhau, durante el viaje que realizaron para desacreditar la estrategia del gobierno y contactarse, de manera misteriosa, con aun más enigmáticos interlocutores locales.
Volviendo a los aspectos concordantes entre el escrito de Nisman y la campaña de ATFA, no puede eludirse en el análisis la simultaneidad de fechas entre otra acusación producida por el fiscal contra Teherán por la causa AMIA y las publicidades aparecidas en The Washington Post.
El memorándum se había firmado el 27 de enero de 2013, entre los cancilleres de Argentina e Irán, en Adis Adeba, Etiopía. El Congreso Nacional lo aprobó la última semana de febrero, y el gobierno iraní lo terminó aceptando el 20 de mayo.
Nueve días más tarde, Nisman presentó 500 páginas de acusación contra Irán, calificando a su gobierno de "régimen terrorista que desde hace años tiene el claro objetivo de exportar la revolución acudiendo a la violencia". En su dictamen, daba por probado que "Teherán instaló estaciones de inteligencia, además de la Argentina, en Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Colombia, Guyana, Trinidad y Tobago y Surinam con el fin de cometer, fomentar y patrocinar actos terroristas".
¿Cómo hizo Nisman para investigar esas ramificaciones continentales del terrorismo internacional? ¿De dónde surgía su certeza, por ejemplo, de la actividad de supuestos combatientes clandestinos chiítas en Surinam? ¿O en Trinidad y Tobago?
Quizá de otro lado, pero no de su fiscalía especial. Dos meses antes, Roger Noriega, el ex secretario de Estado Adjunto del Hemisferio Occidental de George Bush, había comparecido ante el "Subcomité de Terrorismo y no Proliferación", en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, y allí describió supuestas redes paralelas de colaboración con el terrorismo iraní, que "crecen a un ritmo alarmante en América Latina. Una de ellas es operada por colaboradores venezolanos y la otra por un ex diplomático iraní. Abarcan más de 80 cuadros en al menos 12 países de la región, siendo sus grandes áreas prioritarias Brasil, Venezuela, Argentina y Chile."
Lo concreto es que, el mismo día que Nisman presentó su denuncia sobre la amenaza de las redes iraníes en Latinoamérica, el Departamento de Estado difundía su informe anual "sobre el terrorismo en el mundo". Y, en el párrafo dedicado a la Argentina, deploraba "el marcado giro" de la política del gobierno kirchnerista CFK hacia Irán y reflejaba también las críticas de la AMIA y la DAIA al memorándum.
De mínima, corresponde decir que el fiscal que consultaba los pasos a seguir en la investigación de la causa AMIA con la Embajada de los Estados Unidos –relación acreditada en los cables de Wikileaks y confirmada por el protagonista–, era el autor de escritos que conceptualmente no contravenían lo regimentado en la materia por algunas de las agencias de inteligencia de aquel país y su sector político más conservador y radicalizado, representado por Noriega. Sin ir más lejos, mientras Nisman escribía que Irán era la expresión más acabada del terrorismo planetario, Barack Obama reanudaba las relaciones con Teherán, interrumpidas desde 1979.
No es una conclusión, apenas una pregunta. ¿Por qué Nisman hace pública la acusación contra Irán al mismo tiempo que la ATFA de Singer castiga a la Argentina por el acuerdo? La sincronía es curiosa. Quizá no haya relación directa entre una cosa y la otra. No se puede afirmar eso, pero descartarlo es igual de temerario.
¿Existe una relación entre estos fondos y un sector del gobierno de los Estados Unidos que quiere que le vaya bien a Singer y mal a la Argentina en el pleito de la deuda? Casi seguro.
¿Acaso se usó la voladura de la AMIA, el dolor de los familiares de los 85 muertos y una causa a la deriva, infectada por los lugares comunes de la CIA y su paranoia planetaria, para debilitar a nuestro país en el juzgado de Griesa? Sería terrible, pero no improbable. ATFA lo hizo, eso seguro.
¿Hasta dónde llega Singer en la superestructura del poder financiero económico mundial controlado desde Wall Street y aledaños? La nota del Huffington Post le asigna una importante injerencia. ¿Es capaz, incluso, de haber encontrado ayuda de parte de alguna de las múltiples contratistas de la CIA que operan en la Argentina para conseguir su propósito? En una novela de espionaje no sería descabellado, pero en la realidad hay que atenerse a los hechos, y los hechos dicen que una cosa es Singer y la AFTA, otra la CIA, otra el Departamento de Estado y otra, los escritos de Nisman, aunque abunden los hilvanes conspirativos entre todos ellos.
Las elucubraciones de esta columna pueden llegar al infinito. No así, los último hechos, que se pasan a describir.
Cristina Kirchner decidió descabezar la SI (ex SIDE) en diciembre. Al parecer, detectó que, desde la firma del memorándum con Irán, que agotaba en la práctica la pista iraní en el expediente AMIA al llevar a indagatoria a los acusados, paso final del proceso judicial, los jefes operativos de la central de inteligencia local lanzaron una serie de operaciones, en connivencia con un sector de la Justicia Federal, destinadas a demoler la imagen pública del gobierno y sus funcionarios. No sólo eso: la sospecha es que muchos de los agentes estarían trabajando para agencias extranjeras y prestarían servicios de pinchaduras y seguimientos a empresas privadas.
El 5 de enero, la presidenta puso a Oscar Parrilli al frente del organismo y jubiló al director Jaime Stiuso, ladero de Nisman, constructor meticuloso durante varios gobiernos, en 20 años de fallido expediente, de la conexión que conducía a Teherán para explicar el bombazo de la calle Pasteur.
Esta semana, decidió que Stiuso sea relevado del secreto para que vaya a la fiscalía de Viviana Fein y relate qué tipo de relación mantenía con Nisman, con quien habría hablado 12 minutos, el día anterior del hallazgo macabro en la Torre Le Park de Puerto Madero.
Si se agota la pista iraní, que sirvió para consumir en una década casi 1000 millones de pesos de presupuesto público para llegar a nada, la investigación va a volver a concentrarse sobre la conexión local y sus encubridores: Menem, Anzorreguy, jueces, policías y fiscales. También sobre la SIDE.
Circula una versión que estremece. La aportó el ex prosecretario de la causa, Claudio Lifschitz, en la época del ex juez Juan José Galeano. Habla de la voladura de la AMIA como un atentado entregado por la CIA para ser descubierto por el gobierno de las relaciones carnales y mejorar su imagen a nivel internacional. Pero 48 horas antes, los espías locales habrían perdido el rastro del coche bomba. ¿Será cierto? Lo demás es trágicamente conocido.
Esto no exculpa a los iraníes para nada. Pero, ¿qué pasaría si las pruebas materiales que los incriminaban se eliminaron en el trayecto de estos años para borrar la torpeza de los que tenían que actuar de una manera y lo hicieron de otra? ¿Se puede condenar a los funcionarios de Teherán sólo con informes de inteligencia provistos por la CIA, sin que estos se corporicen como prueba en un expediente judicial, como manda la legalidad más elemental? Es imposible.
Ese era el problema más grave que enfrentaba Nisman. Como fiscal sabía que lo que la SI le entregaba como evidencia no resistía una revisión de un tribunal superior más o menos despierto. Mucho menos, después de que la Argentina sellara un principio de acuerdo con Irán para resolver la situación de sus funcionarios.
Lo del encubrimiento fue un atajo a ningún lado. Esto no hace más soportable su lamentable muerte, pero ofrece una explicación al dolor.
Por eso no tiene sentido que, mientras la presidenta releva del secreto a una figura clave de esta historia para que hable fuerte y claro, y diga todo lo que sabe, con los fiscales federales al frente, toda la familia judicial y el sindicato moyanista del rubro hayan optado por el silencio de una marcha callejera para el 18F, en alianza con la oposición.
Si toda esta historia reclama algo, esa es la verdad, a los gritos si se puede.
Nunca el silencio. «

ENCUESTADORES ANALIZAN EL ACUERDO MACRI-CARRIO Y SU IMPACTO EN EL ESCENARIO ELECTORAL Con la mirada puesta sobre la UCR

Por Sebastian Abrevaya
Cuando todavía una parte de la sociedad argentina está metabolizando la sorpresiva muerte del fiscal Alberto Nisman –cuyas derivaciones electorales son aún inciertas–, un hecho eminentemente político-partidario asomó en una agenda completamente acaparada por ese entramado policial, mediático y también político. Mauricio Macri y Elisa Carrió anunciaron su decisión de competir en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias de agosto, lo cual terminó de dinamitar los débiles lazos de la chaqueña con el debilitado Frente Amplio Unen y allanó el camino hacia una alianza que también incluya al menos a un sector de la UCR. En paralelo, el líder del PRO logró colocarse un paso delante de su principal competidor, el líder del Frente Renovador, Sergio Massa. Ese es parte del escenario que pintaron los encuestadores consultados por Página/12 para este inicio de un año bisagra para la política argentina. El otro aspecto en el que coincidieron tanto Ignacio Ramírez, de Ibarómetro, Ricardo Rouvier, de Rouvier y Asociados, y Enrique Zuleta Puceiro, de OPSM, es que no están dadas, al menos por ahora, las condiciones para que se produzca una gran alianza opositora que confronte con el Frente para la Victoria.
“El PRO con esto pasa de la política de las fotos, que es un poco lo que viene haciendo el Frente Renovador, a una foto de la política, que anuncia algo: una convergencia”, asegura Ramírez, que evita referirse a la nueva sociedad como una “alianza”. Para el sociólogo, el acuerdo pareciera “funcional a las aspiraciones de competitivad del PRO”. “Le suma en términos de posicionamiento y construcción de identidad”, asegura el director de Ibarómetro para quien la sociedad Macri-Carrió “consolida las credenciales de alteridad total”. Es decir, que de esta manera el binomio PRO-CC se ubica como la oferta electoral opositora por excelencia al kirchnerismo, dejando un poco más atrás a un Frente Renovador “zigzagueante” en su posicionamiento frente al gobierno nacional. Si bien ahora tiene un perfil de opositor más duro, el massismo mantuvo durante un primer momento un eslogan más moderado: “Corregir lo malo y mantener lo bueno”. Además, a diferencia del PRO, en sus filas revistan varios ex kirchneristas de primera línea como Alberto Fernández, Roberto Lavagna y Felipe Solá, entre otros.
“Desde el punto de vista estadístico, de la conveniencia por sumatoria de votos, es muy poco lo que aporta Carrió. Los votos que tiene ella a Macri le sobran. En cambio, el PRO es un partido nuevo y éste es un inicio de experiencia de alianzas, entonces tiene un valor simbólico porque inaugura una alianza. Carrió abre una puerta donde lo más importante no es ella sino el camino que conduce hacia la UCR. Un puente. Esto sí tiene importancia por el desarrollo territorial del radicalismo”, explica Rouvier.
La clave entonces para entender el acuerdo con Carrió es mirar hacia la UCR, que definirá su situación en la Convención Nacional del 14 de marzo. Allí conviven al menos 3 posturas. Los que proponen no modificar el actual Frente Amplio Unen, integrado por el Partido Socialista, el GEN, Proyecto Sur, Libres del Sur y, hasta ahora, la Coalición Cívica. Allí se ubican Julio Cobos y Ricardo Alfonsín. Por otro lado, están quienes impulsan el acuerdo con el PRO, como Oscar Aguad y Ricardo Buryaile. Y por último, quienes impulsan una gran interna con Massa y también Macri, fundamentalmente apoyada por Gerardo Morales, José Cano y el presidente del partido Ernesto Sanz, que giró hacia esta última postura en el último tiempo.
“En la sociedad, no hay una grieta, no hay una sociedad polarizada, la gente está muy convergente. La política está tratando de adaptarse. Es una revolución desde la demanda, no desde la oferta”, asegura Zuleta Puceiro en diálogo con este diario. El titular de OPSM consideró que para que eso se produzca tiene que haber un caso de “extrema gravedad institucional”, que hoy no ocurre. Respecto del acuerdo Macri-Carrió, el consultor sostiene que si el acuerdo termina en una alianza “muy aparatista” puede terminar siendo contraproducente. “Puede ser visto como un contubernio y beneficiando a Massa”, advierte. Sobre la UCR, en cambio, arriesga que va a terminar sumándose a la sociedad PRO-CC pero “no se sabe muy bien cómo”. En el radicalismo más de uno cree que puede derivar en una ruptura. Según Zuleta Puceiro, más de la mitad de los votantes de Unen elige votar en la primaria entre Macri y Carrió. De todas maneras, afirma que frente al desarrollo territorial del radicalismo, el PRO podría verse en aprietos en una interna abierta, a pesar del liderazgo del jefe de Gobierno porteño.

A PASO redoblado

Por Mario Wainfeld
El jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, y la diputada Elisa Carrió difundieron el sábado 31 de enero su voluntad de competir-converger en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Era cantado que los diarios dominicales abundarían en cobertura sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman. Presentarse en ese marco fue una jugada mediática que arriesgaba a ser criticada por irrumpir en el contexto monotemático de los medios. Se hizo, seguramente, porque la cuenta regresiva corre y apremia.
Clarín zarandeó algo al líder de PRO, con el que tiene una ojeriza más vasta, que ya se aludirá.
La jugada interpela, antes que a nadie, al radicalismo. Hay una fuerza gravitatoria, cree este cronista, que favorece la idea de una fórmula conjunta entre Macri y el senador Ernesto Sanz. La propuesta sería una bandera añeja: una entente no peronista, que llegado el momento puede ser antiperonista. El radicalismo desempeñaría, como furgón de cola del PRO, el rol que le cupo desde el ’45: ser la oferta electoral contraria al justicialismo. La propuesta ideológica, históricamente, fue en espejo. Contra el kirchnerismo nacional popular, el sesgo se corre a derecha o centroderecha, casi por definición.

La Unión Cívica Radical (UCR) está en una encrucijada. El Frente Amplio- Unen (FA-Unen) se deshilacha. Las tres vertientes opositoras competitivas enfilan a ser dos: PRO y el Frente Renovador que conduce el diputado Sergio Massa.
Así las cosas, ir a las PASO contra PRO-Lilita suena a apuesta perdedora, en principio. E ir por la libre, bastante más.
Pensemos en una mesa de arena. Las PASO podrían funcionar con esos participantes (o con más) si mediaran acuerdos para listas de unidad de diputados y senadores nacionales. No es tan exótico, en el papel: es verosímil que el Frente para la Victoria (FpV) ensaye una táctica similar.
Claro que el FpV es una fuerza bastante orgánica... y una sola, con un liderazgo claro y aceptado.
Si se tratara de varias tribus con más caciques, compatibilizar listas para el Congreso, provincia por provincia, sería un quebradero de cabeza. La necesidad lubrica todo pero no es sencillo.
Los correligionarios aspiran a mantener 14 bancas de diputados y 9 de senadores. Misión ardua, en especial en la Cámara alta. Se renuevan allí 24 bancas, de ocho provincias: dos para el primero, una para el segundo. Para conservar sus curules, los boinas blancas deberían como piso ganar en un distrito y sacar segunda minoría en todos los demás. Nada es imposible en las viñas del señor... pero es un bruto número. De cualquier forma, los radicales se juegan la supervivencia a nivel nacional, eso aguza el ingenio y, eventualmente, moldea la ambición.

Son muchos los políticos opositores que repiten “la gente nos pide que nos juntemos”. Es verosímil si se acota algo el significado de la palabra “gente”. Quienes sí se lo piden, exigen y aspiran a imponérselo son los poderes fácticos, con el multimedios a la cabeza. Macri se encabrita (un cachito) ante los reclamos y es entonces cuando recibe rapapolvos.
Massa es la tercera pata de esa mesa. Prodiga gestos de unidad, pero no se define en términos pragmáticos. Cómo hacerlo, qué pasa con los compañeros de la primera o segunda hora, cuál es el reparto de los porotos en las listas.

En el imaginario opositor cunde el ejemplo comparativo: el año 1997, en el que se produjeron el asesinato de José Luis Cabezas y la primera derrota del menemismo en las urnas. Sin adentrarse en simetrías y brutas divergencias, el plano estrictamente político conspira contra hacer atractivo el ejemplo. La Alianza fue una calamidad gobernando. Tanto que el ex presidente Carlos Menem fue el candidato con más votos en la primera vuelta de 2003. Se añade otra consecuencia, más perdurable: a menos dos años de la huida del ex presidente Fernando de la Rúa los distintos candidatos del peronismo juntaron algo así como el 60 por ciento de los votos nacionales. Una tendencia que se mantiene.
Para dirigentes con vocación política es una señal de alerta. Para el establishment, que cuenta con un abanico fungible de candidatos, mucho menos. Las corporaciones no piensan en las revalidaciones democráticas ni gobiernan seduciendo mayorías.
Una pregunta central de la coyuntura es si los dirigentes opositores de mayor talla serán capaces de soportar las presiones que reciben hora tras hora. De momento, no dan esa impresión. Su plataforma tiene un punto único: desplazar al kirchnerismo. Discutir un modelo de país o, así más no fuera, un programa de gobierno atractivo y sustentable está fuera de su radar, hasta el cierre de esta nota.

Marchas y andanzas

Por Mario Wainfeld
Antonio “Jaime” Stiuso fue dispensado del secreto, pongámosle, profesional, mediante una veloz acción del Gobierno. Cuando comparezca ante la fiscal Viviana Fein deberá (debería) hablar sin tapujos, bajo juramento de no mentir ni ser reticente. Stiuso ha pasado de ser un hombre poderoso y opaco a un protagonista citado con asiduidad en la primera plana de los diarios. La muerte del fiscal Alberto Nisman, como otros episodios similares, tiene entre otras repercusiones hacer famosos y comidilla de las tertulias a personas conocidas por pocos. Fein es otra, el servicial informático Diego Lagomarsino, un tercero.
Interrogar como testigo a quien podría ser imputado o procesado es un dilema procesal: puede estar contraindicado. El testigo debe expresar la verdad bajo apercibimiento de incurrir en delito, el indagado puede negarse a declarar en su contra y no está bajo juramento. Tal vez Fein demoraba la citación, reclamada a gritos desde distintos sectores, con esa idea en la cabeza. La revelación de una llamada vía Nextel poco antes de la muerte de Nisman impone el trámite, que deberá extenderse a cualquier persona que se comunicó con él, en esas horas o días.
El superespía es patrocinado por un abogado ducho en esas lides, hábil o hasta taimado. Sacará ventaja de todos los ripios del trámite o los urdirá.
Stiuso mismo es un personaje avezado en mentir, simular, urdir operaciones, generar confusión. Creerle o no, en lo atinente a esa llamada y al hecho de sangre que se investiga, será cuestión de fe. Desde luego, habrá elementos pasibles de ser cotejados con otras evidencias. Las referencias al contenido de la conversación, todo lo indica, quedarán a su merced y control. Si es que se presenta, claro.
Es notorio y fue asumido por Nisman que Stiuso lo asesoraba o llevaba de la mano en todo sobre al expediente referido al atentado contra la sede de la AMIA. Esa rama de la Secretaría de Inteligencia (SI, ex SIDE) a su vez tributaba a la CIA y a la “embajada”. Todos ellos son partidarios de la llamada “pista iraní”.
El oficialismo actuó bien al dispensar del secreto a Stiuso. Claro que esa presencia en Tribunales abrirá otra caja de Pandora. Esa historia mitológica, de momento, funciona más asiduamente que el hilo de Ariadna aludido por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en un reciente discurso.

Fiscales en marcha: Un conjunto de fiscales, que no todos aunque se asevere lo contrario, convocó a una “marcha del silencio” para el 18 de febrero. Es ocioso debatir si es o no “política” o cuestionar ese aspecto. Toda movilización en el espacio público es política y un derecho constitucional. Si se afina el análisis el punto es si es proselitista en términos electorales. No caben dudas: se trata de una movida opositora. Habrá dirigentes políticos que serán de la partida sin llevar estandartes ni cotillón pero esmerándose en “robar cámara”.
Varios de los convocantes tienen escasa legitimidad para hablar en nombre de “la Justicia” (ver páginas 2/3). Carlos Stornelli, de trayectoria política y tribunalicia zigzagueante, podría a su vez dictar un curso sobre investigaciones criminales patéticas. Era ministro de Seguridad en la provincia de Buenos Aires cuando se produjo el trágico accidente que segó las vidas de la familia Pomar. La pesquisa se demoró meses, se nutrió de “carne podrida” entregada a los medios arrojando sospechas perversas contra las víctimas. Se urdieron y divulgaron fábulas varias que las enlodaban. En definitiva, tras semanas de trabajo penoso, el auto se encontró a pocos metros de la ruta que transitaba, estrellado.
Los fiscales expresan una lucha frontal contra el oficialismo, que en buena medida tramita en Comodoro Py. Cuando tanto se habla de Stiuso, a quien se transforma en una especie de superhombre, es bueno recordar que hay un túnel virtual, invisible a los ojos, que comunica la SI con Comodoro Py. En tiempos no tan remotos, sobres frondosos lo transitaban de punto a punto.

La causa es mía, mía, mía: Tal vez la causa Nisman supere la capacidad de trabajo y la aptitud para tratar con los medios de Fein. Está por verse y por ponerse a prueba.
La fiscal estaba a punto de jubilarse y de tomarse vacaciones, desistió de éstas. Las presiones que recibe la abruman y se le nota. Su jefe y convocante a la marcha, el fiscal Ricardo Sáenz, finge arroparla mientras la “conduce”. Alega que el Gobierno quiere desplazarla de su labor pero los movimientos visibles para quitar el expediente del juzgado en que tramitan vienen de otro lado.
El juez federal Luis Rodríguez, como informó ya este diario, aspira a succionar el juicio ligándolo por conexidad con otro que tramita en su juzgado. Es una denuncia por amenazas presentada con anterioridad por la jueza Sandra Arroyo Salgado, ex esposa y madre de las hijas de Nisman.
La táctica es alentada desde varias notas del diario Clarín. Es difícil exagerar el protagonismo del multimedios no como mero ejercicio del periodismo sino como conductor de la oposición política y judicial. Con Rodríguez a cargo del pleito, Clarín jugaría de local.

El recuerdo de Isabel: El discurso de los medios dominantes es atronador y no repara en límites ni en el rigor profesional. El columnista de La Nación Joaquín Morales Solá escribió en dos ocasiones algo así: “En el caso de la AMIA, la Justicia argentina concluyó que fue el gobierno de Irán el que ordenó y financió el devastador crimen”. La afirmación es falsa: los tribunales sólo “concluyen” cuando dictan sentencias definitivas. En la causa AMIA, obstruida desde 1994 por gobiernos anteriores al kirchnerismo y por los servicios, no hay sentencia definitiva ni siquiera una de primera instancia apelada. Nisman pidió que se llamara a indagatoria a ex funcionarios iraníes, que sujetos a la ley argentina y no a los protocolos del Departamento de Estado, son inocentes hasta que se pruebe lo contrario. La citación no se pudo cumplir porque los sospechosos no se presentan e Irán no concede extradiciones. Esto no demuestra que la hipótesis sea incorrecta pero tampoco que esté comprobada.
En la edición de Clarín de ayer, el periodista Alberto Amato desarrolla una tesis que se ha puesto en boga. Compara los últimos tiempos del gobierno de la ex presidenta María Estela Martínez de Perón con el actual. Cristina, en ese relato, “es” Isabelita. El jefe de Gabinete Jorge Capitanich es la nueva versión de José López Rega. La nómina de paralelismos forzados es prolongada. Y no propone una conclusión, explícitamente. Pero una lectura atenta del mismo ejemplar y de todos los de estas semanas habilita una inferencia. A la nota le falta un párrafo final o un desenlace, sugerido en tinta limón. Es una obviedad, pero allá va. A pocos meses de elecciones de recambio presidencial (como hoy día) el gobierno de Isabel fue derrocado para instituir la dictadura más sanguinaria de nuestra historia. Se impuso el terrorismo de Estado y se implementó una política económica antinacional, antipopular y antiobrera. Para la sociedad en su conjunto, fue devastador. Clarín no corrió una suerte similar: en el tramo más brutal, la presidencia de facto de Jorge Rafael Videla, adquirió Papel Prensa. Los vendedores pasaron de la negociación de prepo a la mesa de tortura, en cuestión de días.
La embestida es arrolladora y viene siendo exitosa en el corto plazo. El afán es posiblemente conseguir sacar al Gobierno. Por ahí en una doble acepción.

Tácticas y desafíos: Se sabe: “sacar” en jerga cotidiana es conseguir enardecer al otro, enfurecerlo. El elenco gubernamental acusó el impacto. Las encuestas lo comprueban, más aún el clima de palacio. La conducta de Capitanich, ya comentada en estas columnas, fue más grave que un error: una actitud autoritaria, posible consecuencia de una furia que un dirigente avezado, un profesional al fin, debe saber controlar.
La falta de gestos y palabras hacia las víctimas de la muerte, la familia en particular, es otra carencia. El kirchnerismo tiene un patrimonio acumulado en reivindicar a las víctimas, enaltecerlas, “darles voz”, contenerlas. No se trata de rectificar las críticas al insostenible dictamen de Nisman ni cejar en ese debate. Está en juego un proceder que valoriza a las personas y que mucha gente de a pie espera y valora.
Cuando la plana mayor del PJ discutió un necesario documento de defensa de la Presidenta se analizó la posibilidad de incluir un párrafo alusivo a la familia de Nisman. No “coló”, aunque tenía promotores. Fue más que un error de comunicación: una incongruencia con los mejores principios del oficialismo.

Repasos: Las distintas vertientes opositoras construyen un mito falso: el oficialismo como culpable cuando no ejecutor de un asesinato. Las pruebas materiales sobre la muerte no lo ayudan, la fragilidad del dictamen sobre el memorándum se corrobora día a día. No importa, se sigue azuzando con el afán de convertirlos en los ítem únicos de la agenda cotidiana y los principales de la campaña electoral.
Las gestiones kirchneristas produjeron años de paz social y estabilidad inusuales en la Argentina. Con el aditamento, que se puede considerar o no contradictorio, de una radicalización del verbo político y el conflicto como eje cotidiano del debate.
El kirchnerismo admitió movilizaciones en su contra desde sus albores. Juan Carlos Blumberg fue el adalid de la primera, las entidades agropecuarias organizaron la más lesiva y convocante. En tales casos, el oficialismo cayó en traspiés varios (que abarcan concesiones indebidas) pero jamás apeló a la violencia. Mientras “el campo” cortaba rutas, promovía desabastecimiento y apostrofaba a la Presidenta, la disputa se llevó al Congreso. Hubo, como estrafalaria excepción, un apresamiento del “melli” Alfredo De Angeli, tosco y transmitido en directo por tevé que duró un puñado de horas.
La gravedad de los cargos y su inconsistencia pueden atizar bronca, es uno de sus objetivos. El oficialismo haría bien en tomar nota y no dejarse envolver en la espiral del odio.

Expedientes y campañas: Hay muchas teorías sobre las causas de la muerte de Nisman, ninguna está probada donde debe serlo. El kirchnerismo cree que “le tiraron un muerto” y construye un silogismo político-investigativo: un dictamen falaz que genera el clima, el homicidio a Nisman, a manos de quienes fueron sus aliados.
El razonamiento no es absurdo ni imposible, pero un crimen no se acredita con silogismos. Hacer todo lo accesible para facilitar la investigación es el medio más idóneo. El expediente penal es un universo propio con reglas prefijadas. Para la sociedad y el sistema democrático es necesario que la investigación se preserve dentro de sus fronteras.
La dispensa a Stiuso es una decisión potencialmente funcional a la pesquisa y a la vez riesgosa.
El episodio en torno de un borrador de Nisman permite una deducción no tan trillada. El Ejecutivo no dispone de información propia sobre el expediente: produjo (y sobreactuó) su desmentida en base a declaraciones equivocadas de Fein. En términos institucionales es valioso que el Gobierno no tenga acceso a la causa, en términos comunicativos debe motivarlo a ser cauto cuando la alude.
El escenario anticipa la campaña electoral más feroz de la recuperación democrática, acaso diferente cualitativamente a las anteriores. Eso intuye este cronista, basado en la mirada cotidiana, ojalá se equivoque. Dependerá de la templanza y calidad de los dirigentes políticos de todas las banderías.
Las historias continuarán, vaya si continuarán.

STIUSO Y LAGOMARSINO SERIAN CITADOS POR LA FISCAL FEIN Espía e informático a declarar

 Por Raúl Kollmann
Primero Antonio Horacio “Jaime” Stiuso. Después, Diego Lagomarsino  Todo indica que ambos tendrán que declarar esta semana ante la fiscal Viviana Fein, uno como testigo, el otro como imputado por entregar un arma a una persona como Alberto Nisman que no era legítimo usuario.
Stiuso figura entre las últimas comunicaciones que mantuvo Nisman desde su departamento de Le Parc. Se ve que el ingeniero, como le dicen a Stiuso, pese a haber sido desplazado de la Secretaría de Inteligencia, igual mantenía sus contactos y su influencia sobre Nisman.
Hay un punto de trascendencia y que podría tener que ver con la muerte del fiscal. Uno de los integrantes de la Fiscalía testimonió que Nisman esperaba que le entregaran una serie de escuchas telefónicas con las que se respaldaría la denuncia contra la Presidenta, el canciller y el diputado Andrés Larroque. En las que Nisman aportó no hay ninguna que vincule directamente a la mandataria ni a sus laderos con ningún delito ni con el encubrimiento.
Está claro que buena parte de la denuncia la trabajó Nisman con Stiuso. El fiscal afirmó que hace cuatro años que la venía elaborando y en casi todo ese período –como el propio Nisman lo decía– trabajó codo a codo con el espía. Parece que al final –según el testimonio– le prometieron escuchas para darle alguna fortaleza a lo que Nisman presentó. Pero nada de eso apareció y nadie sabe si esas supuestas escuchas existen.
En los primeros tres días posteriores a la entrega del escrito, la denuncia sufrió sucesivas derrotas:
- El texto fue desmentido por el ex secretario general de Interpol Ronald Noble.
- Hubo un cuestionamiento lapidario del juez Rodolfo Canicoba Corral: “Lo presentado por Nisman tiene escaso o nulo valor probatorio”.
- La AMIA y la DAIA no respaldaron la denuncia y sólo dijeron que querían ver las pruebas.
- Algunos de los juristas más importantes –Raúl Zaffaroni, Julio Mayer y León Arslanian– afirmaron que aún si Nisman probara lo que afirmaba, no habría delito.
- Para colmo, Nisman mencionó a dos supuestos agentes que la SI desmintió que revistaran en esa secretaría y Nisman no aportó ningún elemento que sirviera como evidencia.
El rumor que circula en Tribunales es que esta semana el fiscal Gerardo Pollicita impulsará la denuncia de Nisman. No hacerlo sería una afrenta para la memoria del fiscal, pero aquel domingo, el de la muerte de Nisman, ya el texto estaba en una situación de crisis grave y el fiscal iba a tener que defenderlo al día siguiente en el Congreso. Las escuchas prometidas no aparecieron y es muy probable que sobre eso le pregunten al ingeniero.
A Stiuso también le hablarán de un par de frases clave que aparecen en la causa. Por un lado, en un whatsApp dirigido por Nisman a su ex esposa, el fiscal habla de la denuncia: “No podía no hacerla”. Muchos días antes de conocerse ese mensaje, Página/12 publicó el relato del informático Diego Lagomarsino en su anteúltimo encuentro con Nisman. “Y ese día me llamó la atención una frase de Nisman: ‘Yo esto lo tengo que hacer, no tengo alternativa’”. Como se ve, el fiscal hablaba de una cierta presión para que haga la denuncia.
La otra frase también surge del relato que Lagomarsino transmitió a este diario. Según el informático, Nisman le pidió el arma porque Stiuso le dijo que desconfiara de su custodia y les pusiera seguridad a sus hijas. Lagomarsino repitió una frase muy parecida “Nisman desconfiaba de su custodia y les quería dar seguridad a sus hijas”, pero ya no se la adjudicó a Stiuso. Eso lo escamoteó.
Tal vez esta semana ambos hombres misteriosos contesten algunos de los interrogantes, aunque parece difícil que lo hagan. Los dos esconden muy bien sus cartas.

LAS DOS HIPOTESIS SOBRE POR QUE REGRESO DE ESPAÑA El caso de la vuelta de Nisman

Por Raúl Kollmann
El abrupto regreso de Alberto Nisman a Buenos Aires deja planteadas al menos dos hipótesis. La primera, que el fiscal volvió sorpresivamente, pero que lo tenía pensado desde de fines de diciembre y se lo ocultó a su ex esposa y gran parte de su entorno. La segunda, que tomó la decisión un día antes: “Debí suspender intempestivamente mis vacaciones”, como él mismo escribió.
El trasfondo se relaciona con elementos que ya aparecen en la causa judicial.
Decisión política: El 7 de enero se produjo la matanza en la revista Charlie Hebdo, en París. Los asesinatos crearon una conmoción mundial y la hipótesis es que Nisman o quienes venían trabajando con él, como Jaime Stiuso, decidieron que era el momento político para acusar al Gobierno de algo tan grave como el encubrimiento del terrorismo, en este caso los sospechosos iraníes del atentado contra la AMIA. El WhatsApp de Sandra Arroyo Salgado, dirigido a su ex marido, es impactante: “Está claro que mis prioridades están en otro lugar. Para vos lo más importante es la puja de poder y salir en los diarios, revistas y TV”, le dijo duramente al fiscal. Impresiona que la jueza no haya hablado de que las prioridades de Nisman eran su trabajo o la Justicia, sino la puja por el poder y su aparición en los medios. En cualquier caso tenía lógica el enojo de Arroyo Salgado, porque debió trastrocar sus planes e ir a buscar a la hija de ambos al aeropuerto de Barajas. Pero en esta hipótesis, Nisman volvió sin planificación anterior y porque la denuncia contra el Gobierno le hacía todavía más daño al Ejecutivo porque engarzaba con lo de Charlie Hebdo.
La fiscalía: La otra hipótesis es que Nisman pensaba que lo iban a desplazar de la fiscalía AMIA, en especial de una de las vertientes en las que trabajaba la unidad: la causa por el encubrimiento, es decir las pistas falsas que se sembraron en el caso AMIA. En ese expediente están imputados todos los que presuntamente desviaron la investigación, entre ellos el ex presidente Carlos Menem, el ex juez Juan José Galeano, los fiscales de entonces, los jefes de la SIDE y varios agentes, el comisario Jorge “Fino” Palacios y un grupo de secretarios judiciales. Existía un pedido de que a Nisman se lo apartara de esa parte de la causa. El pedido lo hicieron los familiares de Memoria Activa porque consideraban que Nisman fue parte de aquel equipo de investigación original. El juicio oral por el encubrimiento está previsto que empiece a mitad de año y si a Nisman lo apartaban la acusación se podía volver en su contra e incluso podría apuntar a Jaime Stiuso, porque todos participaron de las investigaciones, aunque no desde el principio. Tal vez Nisman creyó que era un hecho que lo removían y ya a fines de diciembre pensó en volver, presentar la denuncia, lo que lo convertía en una especie de intocable. De acuerdo con esta hipótesis, él sabía desde fin de año que regresaría el 12, pero se lo ocultó a Arroyo Salgado y a casi todos los que lo rodeaban.
En la procuración niegan en forma terminante que existiera el plan de desplazarlo. Es más, cuentan que en diciembre se hicieron casi todos los cambios, algunos de fuerte trascendencia, y sin embargo que no se tocó la Unidad AMIA. “Si se hubiese pensado en un cambio, se habría hecho en diciembre”, afirman desde las oficinas de Alejandra Gils Carbó.
En cualquier caso parece claro que Nisman volvió de forma abrupta y lo hizo para presentar apresuradamente una denuncia muy poco preparada, sin fundamentos y sin siquiera aportar las pruebas más elementales. Resultó todo tan improvisado que la jueza María Romilda Servini de Cubría le contestó que no era para tratar en feria y que no había acompañado las evidencias, y el juez Ariel Lijo sostuvo exactamente lo mismo.