jueves, 5 de febrero de 2015

LA MAYORIA SE NIEGA A DISCUTIR; EL PF LO HARA Oposición dividida

Por Miguel Jorquera
Luego de rehuir el debate en comisión sobre el proyecto del Gobierno para modificar el área de Inteligencia y tras ratificar –con algunas deserciones– que tampoco bajará al recinto de ninguna de las dos cámaras del Congreso para plantear sus diferencias con la iniciativa oficial, la oposición parlamentaria encontró un nuevo escenario para sus críticas al Gobierno: la convocatoria a una “audiencia pública” para “debatir el esclarecimiento” de la muerte del fiscal Alberto Nisman, el mismo día que el Senado le daría media sanción a la disolución de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE) y la creación de una Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que modificará parte de sus atribuciones y su actual estructura. Senadores y diputados opositores hicieron el anuncio, luego de una reunión en la que algunos bloques –como el Peronismo Federal– expresaron su “autocrítica” por ausentarse del debate legislativo que ahora están dispuestos a enfrentar en el recinto, fracturando la estrategia que trazaron las principales bancadas de la oposición.
Los senadores Gerardo Morales (UCR) y Fernando “Pino” Solanas (Proyecto Sur), junto a los jefes de los bloques de diputados del radicalismo, Mario Negri; del massismo, Rubén Darío Giustozzi; y del macrismo, Federico Pinedo, comandaron la reunión en el Salón Illia del Senado, donde anunciaron la audiencia pública para el próximo miércoles, que se propone, entre otros temas, analizar la denuncia del fallecido fiscal contra la Presidenta, su canciller y dirigentes oficialistas por el supuesto “encubrimiento” de los acusados iraníes por la voladura de la AMIA en 1994. A la que –según afirmaron– ya habrían comprometido su presencia representantes de la comunidad judía y directivos de la DAIA y la AMIA.
Además de “articular la formación de una comisión para la firma de un compromiso sobre los temas de agenda que impone la muerte del fiscal Nisman”, como expresó el jujeño Morales. De la misma forma que todos los precandidatos presidenciales y referentes de los frentes opositores rubricaron en la Asociación de Magistrados el documento que titularon “Acuerdo político institucional en defensa de la independencia judicial”.
La audiencia pública en paralelo con la sesión del Senado fue presentada como una convocatoria de todo el arco opositor, aunque no se pudieron disimular las divergencias que surgieron en el encuentro previo.
“Se acabó esto de dar quórum y legalizar una política contraria al país”, insistió el senador Solanas, uno de los que más fogonearon la ausencia opositora en el debate, ante la fisura opositora. Morales, uno de los diseñadores de esa estrategia, redujo la sensación de éxito –logrado con la ausencia de la oposición en las dos audiencias del plenario de las comisiones de Asuntos Constitucionales y de Justicia y Asuntos Penales de la Cámara alta– y se limitó a decir que ésa era la intención “de la mayoría de los bloques opositores”. Negri salió al cruce y trató de quitarle trascendencia a las diferencias opositoras: “no fue un tema central” en la discusión, dijo el radical cordobés.
Poco después, las diferencias confirmaron la fractura del frente opositor. “Nosotros hemos hecho una crítica y una autocrítica. Tuvimos la sensación de que la opinión pública consideró que debíamos haber asistido a la reunión de la comisión de ayer (por el martes). Entonces hemos resuelto dar el debate, vamos a asistir a la sesión y vamos a hablar los ocho senadores que integramos el Interbloque Federal”, afirmó su presidente, el puntano Adolfo Rodríguez Saá. “Insistiremos en que las escuchas pasen a mano de la Corte Suprema y no de la Procuración General”, agregó el ex gobernador de San Luis y remarcó: “También vamos a opinar del crimen político del fiscal Nisman, que debe llamar la atención al Poder Ejecutivo, que debe respaldar una investigación profunda para que se sepa la verdad”.
Desde el oficialismo volvieron a cargar contra la postura opositora de ausentarse del debate legislativo, pero por lo bajo también le restaron legitimidad a la convocatoria opositora. Afirman que la “audiencia pública”, en pleno receso legislativo y fuera del temario con que el Ejecutivo convocó a sesiones extraordinarias, no tiene ninguna atribución parlamentaria. Ni siquiera, insisten, está avalada por la mayoría de los integrantes de una comisión ni de los presidentes de ambas Cámaras.
Autoexcluida del debate sobre la ley que crea la nueva Agencia Federal de Inteligencia, la oposición parlamentaria encontró un escenario común para plantear sus críticas al Gobierno, aunque sólo tengan carácter declamativo

DENUNCIAN QUE VENCIERON LOS PLAZOS LEGALES POR UN CRIMEN DE LA BONAERENSE Una revisión demasiado lerda

Por Carlos Rodríguez
Se cumplieron diez años del asesinato de Christian Domínguez, ocurrido en la comisaría primera de Berisso el 5 de febrero de 2005. El cuerpo del joven de 30 años apareció en una celda con un cinturón al cuello y la policía dijo que se había suicidado. Después de una larga instrucción, en la que fueron removidos tres fiscales, en septiembre de 2012 el Tribunal Oral 3 de La Plata confirmó que Domínguez había sido asesinado y condenó a tres policías a penas de entre 3 y 14 años de prisión, desechando el pedido de la fiscal Rosalía Sánchez, de cadena perpetua para los imputados, por el delito de “torturas seguidas de muerte”. El sargento Víctor Gómez recibió la pena más grave, de 14 años, por “homicidio simple”. La revisión del fallo fue planteada ante la Sala II de la Cámara de Casación Penal bonaerense, que a dos años y cuatro meses sigue sin expedirse. Ayer, la familia y la Asociación Miguel Bru denunciaron que se han vencido “todos los plazos legales” para la revisión del fallo y repudiaron “la perversidad de los tiempos que maneja la Justicia”.
“El pedido de revisión de la pena se tuvo que haber resuelto inmediatamente”, aseguró ayer Pedro Domínguez, el padre de la víctima. En noviembre de 2013 se realizó la audiencia convocada por los integrantes de la Sala II de Casación, para que las partes expusieran sus puntos de vista; la parte acusadora volvió a pedir la perpetua para Gómez y para el subcomisario Luciano Príncipi y el oficial Germán Cernuschi, condenados a cuatro y tres años de cárcel respectivamente, en ambos casos por el delito de “privación ilegítima de la libertad”.
El proceso judicial se ha transformado en un karma para los familiares de Christian Domínguez. Al joven lo detuvieron en la calle por estar en estado de ebriedad y lo llevaron a la comisaría de Berisso. Seis detenidos relataron en el juicio que “escucharon los golpes” que le aplicaban los tres policías mencionados. Los jueces desecharon la existencia de torturas porque si bien admitieron que la víctima fue golpeada por los policías, la agresión “no fue grave o intensa”.
Domínguez estaba realizando un tratamiento para superar su adicción y tomaba pastillas. Un perito sostuvo que dada la situación en que se encontraba el joven, su única posibilidad “era dormirse”, lo que marca el grado de indefensión en el que se encontraba. Durante la larga etapa de instrucción, fueron recusados por la familia y tuvieron que dejar la causa los fiscales Leandro Heredia, Ana Medina y Tomás Morán, en todos los casos porque “no hacían más que embarrar el escenario preparado para la impunidad” de los autores del homicidio.
Después de una primera autopsia en la que se confirmaba la versión policial del suicidio, la familia logró la exhumación del cuerpo y allí se confirmó que la muerte se produjo por asfixia por presión manual. Le apretaron el cuello en dos oportunidades y luego, aunque advirtieron la gravedad del estado del joven, no le dieron atención médica. Luego de la segunda autopsia, el cuerpo de Domínguez estuvo ocho años en la Morgue de La Plata, hasta que en febrero de 2013 lo depositaron en un nicho.
Rosa Bru, titular de la Asociación Miguel Bru, sostuvo que “la sentencia del juicio fue un papelón” porque “para los jueces no hubo torturas y no se investigó el encubrimiento policial ni la cadena de impunidad que permitió el crimen y la teoría del suicidio, para lo que tuvieron que montar un grotesco y siniestro escenario”. La familia reclama ahora que la Sala II de Casación se pronuncie sobre el pedido de revisión de las penas.

la patria es del otro / in-pacto social / bajar un cambio los nietos de fierro

por Mario Antonio Santucho / Martín Rodríguez /
Una biografía social de los hijos reales del kirchnerismo. Los que hoy defienden con uñas y dientes el empleo que les llovió a la salida de la crisis, frente a la patronal y al sindicato clásico. Un mundo de viejos zorros donde hacerse grande. Un joven que se hizo marxista entre los engranajes del sueño eterno del desarrollismo argentino. Un delegado en primera persona. Y cómo armar un país potencia fabricando autos.
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Foto: Emiliana Miguelez
L a industria automotriz es la pieza maestra del desarrollismo argentino. Y el ícono fabril de "la década ganada". Nacida a mediados del siglo XX de la alianza entre industria pesada y consumo de masas, pronto se convirtió en el fetiche de un imaginario modernizador que perforó todas las clases sociales. Autos y rutas argentinas en el ideal de la movilidad social ascendente: familias rodantes.
La noción de armaduría describe el mecanismo que rige en el complejo automotor. Técnicamente, la producción funciona como un ensamblaje sincronizado de distintos paneles de auto-partes; desde el punto de vista político, articula aspiraciones sociales que se ubican en el corazón de lo que entendemos por "desarrollo".
Pero la fábula de los coches nacionales es también el signo de un fracaso: el de la industrialización argentina. Al interior de esta encrucijada se desatan conflictos salvajes que hacen estallar los cánones de la época. Escenas traumáticas de un improbable paisaje posperonista, que nunca termina de conformarse.
el delegado
—Soy Robi Amador. Hace una década que trabajo en el rubro automotriz. En Gestamp estuve cuatro años y medio, antes laburé en Metalsa, donde hacen los chasis para 4x4 de Ford, Volskwagen y Toyota. Con la reactivación económica muchos de mi edad entramos a la industria. Tengo 35 años, soy del 79. Pero primero trabajé en un taller de herrería, en Bellavista. Allí éramos treinta laburantes. Hacíamos la cartelería para las estaciones de servicio. En ese entonces era bastante antipolítico, porque soy de una generación que cuestionó mucho a los partidos políticos. En el 2001 metí una feta de salame en la urna. En el taller donde trabajaba había un flaco que fue el que me enseñó el oficio, y entre charla y charla me preguntaba a quién iba a votar. Yo le decía que no votaba a nadie porque eran todos garcas. Y el chabón me decía que votara a la izquierda porque “aunque no sé qué proponen siempre tiran para los trabajadores". Soy de Moreno, me crié en el barrio Satélite, mi viejo es albañil, mi vieja ama de casa, y me acuerdo cuando vino el bajón del 89 porque en ese tiempo la pasamos mal. Yo veía todo el accionar de los punteros, a los tipos les daban mercadería y las vendían en los negocios del barrio. Eso te genera el cuestionamiento. Y bueno, empecé a trabajar en el taller, hice mi intento de estudiar en la Universidad, en General Sarmiento cursé un par de años de Ingeniería Industrial. Ahí conocí a los compañeros del PTS. Me hablaban de Zanón. Pero yo era medio reacio a las "corrientes", porque a la Universidad iba a estudiar. En el 2004 entré a la fábrica, que es algo totalmente distinto, es un mundo. Busqué en los clasificados, me tomaron por tres meses y después quedé efectivo. Ahí me mudé a Villa de Mayo. En Metalsa éramos 1700 laburantes. Y a diferencia del taller, el trabajo era muy repetitivo. Te embola. Durante estos diez años las empresas autopartistas aprovecharon la maquinaria que había instalada. En las líneas nuevas de producción pusieron robots pero el trabajo que queda para el laburante es de mucho esfuerzo. En el caso de Dana había que empujar el chasis a mano en el tiempo que imponía el robot, y la repetitividad te provoca lesiones. En la industria automotriz hay un índice muy grande de accidentes laborales: tendinitis, hernia de disco, problemas en las cervicales. Ahí te vas haciendo a la fuerza, porque ves un montón de cosas y tenés que elegir: o te callás, o empezás a hablar con tus compañeros y a pensar qué podemos hacer.
estancia o civilización
La promesa automotriz encandiló por igual a Perón y a Frondizi. Gracias a ella la industria desplazaría al agro. La burguesía nacional doblegaría a la oligarquía terrateniente. Se acabarían las contradicciones entre mercado interno y exportaciones. El automóvil contra el ferrocarril. Norteamérica el progreso, Inglaterra el imperio vencido. Todo cerraba.
El sujeto de semejante salto modernizador era el capital trasnacional, en busca no solo de nuevos mercados sino también de territorios donde reinvertir los excedentes financieros del Primer Mundo. Por eso esta historia comienza en 1953, cuando un peronismo obsesionado con la productividad impulsa la ley 14222 de radicación de capitales extranjeros. La noticia llegó volando a oídos de Henry Kaiser, fundador en Estados Unidos de la Kaiser Frazer Corporation. Dicen que fue el mítico brigadier general Juan Ignacio San Martín, primer gobernador peronista electo por los cordobeses, quien le sugirió mudarse con fábrica y todo al país que se preparaba para ser potencia. El engendro de fusión entre los emprendedores yanquis y el Estado se inaugura en enero de 1955, en la localidad cordobesa de Santa Isabel. Nacían las flamantes Industrias Kaiser Argentinas (IKA).
Cuando en 1958 asume Frondizi, el experimento ya estaba en marcha, pero no había puesto segunda. Una nueva ley de inversiones extranjeras, la 14780, y un decreto presidencial inaugurando el Régimen de Promoción de la Industria Automotriz, bastaron para que en un abrir y cerrar de ojos se radicaran Citroen, Chrysler, Fiat, Ford, General Motors y Peugeot. Para no ser menos surgió Siam Di Tella, que en solo seis meses vendió mil unidades de su exitoso modelo 1500 producido en Monte Chingolo. En el albor de los sesenta el sueño se inflamaba.
Hasta 1975 la cantidad de fierros producidos no cesó de trepar. Las 89 mil unidades fabricadas en 1960, una cifra extraordinaria, se multiplicaron más de tres veces hasta alcanzar los 294 mil automóviles el año de la muerte del general Perón. A partir de entonces la ley del serrucho: descenso pronunciado y sostenido durante la dictadura y el alfonsinismo; relanzamiento espectacular en los noventa; caída en picada hacia fin de siglo; y finalmente, "al infinito y más allá", el 2013 finalizó con una producción récord de 791 mil unidades.
Lo que no se recuperó nunca más fue la clase trabajadora. De los casi 60 mil obreros automotrices que disfrutaban en 1974 el sueño desarrollista hoy quedan menos de la mitad. Los llaman la nueva clase media.
mecánicos de cuello blanco
—Lo que tiene el SMATA es que los sueldos son altos, si lo comparás con otros gremios. En los tiempos de crecimiento económico y récords de producción había muchas horas extras y eso engordaba más el salario. Por eso usan el lema "el orgullo de ser mecánico". Y porque en los noventa los tipos controlaban los ritmos de trabajo y se preocupaban por las cadencias de la producción. Ahora cambió totalmente. Lo que ellos plantean es que no hay que parar la línea por ningún motivo, lo cual es un discurso muy patronal. La empresa organiza cursos de Lean manufacturing donde baja la línea de eliminar la grasa productiva para que respiren los poros, eliminar los tiempos muertos del proceso, y por el otro lado tenés al SMATA que te dice lo mismo aunque de una manera menos académica, te dice "no podemos parar la producción por nada del mundo porque si paramos la empresa se va". Después del 2008 cuando hubo la crisis que bajó la producción, como que el SMATA pasó a centrarse más en reclamar por el impuesto a las ganancias. Porque llegó el momento en que si hacías horas extras parecía que estabas trabajando para que te descontaran más plata. Si hacías por ejemplo una diferencia de 1200 pesos, en el recibo te descontaban 1300 en impuesto a las ganancias. Pero lo que nos da mucha bronca es la relación tan carnal que tienen los tipos del gremio con la empresa. Los compañeros hacen el más mínimo reclamo y en el sindicato ya empiezan a decir que no corresponde. Suponete que alguien protesta porque no hay papel en el baño o porque el supervisor te trató mal. Nosotros por ejemplo en Gestamp teníamos una máquina que le decíamos la rompehuesos, todo compañero que pasaba por ahí terminaba en la ART. Y si vos planteabas el cuestionamiento te trataban de zurdo. La lista oficial en el SMATA es la verde y si bien tiene en fábricas como Volskwagen y Ford una buena cantidad de delegados, en realidad funcionan como patotas. Los compañeros lo que quieren es trabajar. Por eso, de los 67 que fuimos echados en Gestamp la mayoría arregló y quedamos muy pocos en este camino de la lucha. En la asamblea que teníamos de despedidos había compañeros que se ponían a llorar y te decían "mirá yo nunca pasé por esta, y viene mi pibe y me pide que le compre los botines que le gustaron y le tengo que decir que no tengo plata". Es natural que un laburante quiera cuidar el puesto de trabajo, porque yo pienso que el laburante lo que quiere es trabajar. Además, te da prestigio estar en el SMATA, trabajar en la industria automotriz, y el gremio se encarga de hacerte sentir que vos podés ser el próximo. También está el compañero que dice "mirá que afuera está peor la cosa". Esa realidad le pone un límite al activismo, pero lo que uno tiene que pensar es cómo dialogar con los compañeros. Porque hay un activismo que no dialoga con los compañeros, que es puro huevo, vamos para adelante y no importa nada. Y el que no quiere ir para delante es un cagón.
sindicalizar a los robots
Un fantasma recorre las fábricas automotrices argentinas. Durante agosto las suspensiones se contaban de a decenas de miles, tanto en las terminales como en el autopartismo. Las suspensiones son el arma de los empresarios del sector para reducir la masa salarial en períodos que conviene hacer la plancha. Para los trabajadores, el preaviso de los despidos por venir. Y suelen estar acompañadas de una batería de medidas: retiros voluntarios, desvinculación de contratados, recorte de turnos. Prerrogativas del Convenio Colectivo de Trabajo toyotista que exigieron las trasnacionales para instalarse y permanecer en el país.
En lo que va del año la caída de las exportaciones, las ventas y los patentamientos ha sido vertiginosa. El bajón abrupto en el mercado repercutió automáticamente en la producción. Just in time. Durante los primeros siete meses del 2013 se armaron en las terminales argentinas más de 466 mil autos, mientras que en igual período de 2014 esa cifra no llegaba a los 358 mil.
Según el Ministerio de Trabajo de la Nación (que gentilmente respondió nuestras preguntas), "hay una crisis del sector por la reducción en las ventas internas y en la exportación sobre todo a nuestro principal mercado, el brasileño. Si bien podrían registrarse otros factores relativos a la demanda en general, es prácticamente en la única actividad en que la crisis se manifiesta claramente". Sin embargo el líder de la CGT y secretario general de la UOM, Antonio Caló, había reconocido en febrero la pérdida de 3 mil puestos de trabajo en Tierra del Fuego (en la perspectiva de un mercado laboral chico de 14 mil 539 trabajadores registrados, representa una disminución de casi el 20 por ciento). Y la construcción, según los datos oficiales de mayo, se contrajo un 4,6 por ciento en la comparación interanual, ocasionando una pérdida de 17 mil puestos de trabajo, que según Gerardo Martínez, capo de la UOCRA, ascendía a 20 mil despedidos hacia mediados de año.
La tormenta financiera provocada por la escasez de divisas y el piquete de los buitres impacta de lleno en las industrias que insumen dólares para su funcionamiento. Y la automotriz, a pesar del boom de sus exportaciones, es estructuralmente una actividad deficitaria. Las grandes corporaciones del sector definen sus estrategias a nivel global con el objetivo de minimizar los costos absolutos, seleccionando según sus propios intereses los proveedores de autopartes y componentes, relocalizando eslabones de los procesos allí donde los gastos laborales sean menores, y conservando en sus países de origen una proporción abrumadoramente mayoritaria de las inversiones en materia de tecnología y desarrollo.
En tales condiciones el Estado y el sindicato, otra vez, imploran piedad y se muestran impotentes ante el proceso de deterioro.
el puente grúa por asalto
—En Gestamp los problemas comienzan en abril, con setenta compañeros suspendidos. El gremio pedía que estemos tranquilos porque era algo pasajero y lanzó una medida de trabajo a reglamento. Pero después el mismo SMATA venía a los sectores y le pedía a los compañeros que hicieran horas extras los fines de semana, porque estaban negociando. Los compañeros no entendían nada. “¿Cómo es? ¿Hay gente suspendida y nos piden que hagamos horas extras?”. Un grupo de cuarenta compañeros que estaban lesionados eran presionados por la empresa para que arreglen y se vayan. Por una parte se querían deshacer de ellos, y por otra parte de los activistas. Como respuesta a una asamblea que se hace en el turno mañana la empresa hace un lockout, llaman por teléfono a los del turno tarde para que no vengan a trabajar. Al otro día envían telegramas argumentando que habíamos tomado la fábrica. Lo que hicimos en Gestamp fue un activismo muy de huevo, huevo. Cuando lanzamos el conflicto tomamos medidas muy rápido y eso dividió aguas, porque son dos plantas y una no acató la asamblea, no quiso participar, y la otra sí pero fueron quedando pocos compañeros. En cambio en Lear cuando empiezan las suspensiones lanzan una campaña de denuncia callejera. Normalmente la izquierda no tiene en cuenta ese diálogo permanente con los compañeros y se pasa rápidamente a la acción directa. Al compañero que va a trabajar eso le choca. Es finito ese dilema del activismo, que no tiene que ser puro corazón sino también pensar mucho. Porque hay una responsabilidad enorme: cuando uno va a una fábrica y organiza una lucha hay que saber que si las cosas se hacen mal y el gremio y la empresa avanzan van a quedar compañeros en la calle. Haciendo un balance del conflicto en Gestamp yo creo que haber subido al puente grúa durante cuatro días fue una acción arriesgada y generamos cosas que no imaginábamos. Haber parado tres plantas importantes de la industria automotriz, que Cristina haya tenido que hablar del conflicto, es una experiencia que no la vamos a olvidar nunca. Vimos en concreto actuar a la policía, coordinada con la empresa, con el gremio, con el Ministerio de Trabajo. Pero si lo mirás en retrospectiva y te preguntás por qué el Ministerio accedió al pedido de la empresa que era revocar la conciliación obligatoria, lo pudieron hacer porque ellos calculaban que no era el conjunto de la fábrica el que apoyaba la medida. Y si bien uno cree que la iniciativa estuvo bien quizás haya que admitir que no es la forma, porque lo que necesitamos es que las medidas sean asumidas por el conjunto de los trabajadores. La acción tenía el objetivo de generar al interior de la fábrica una situación en la que los compañeros pudieran participar, tratando de quitarle todo ese clima impuesto por la patota y la policía. Lamentablemente no lo logramos pero sí pudimos golpear en un punto que para la producción es estratégica, que es el puente grúa. A nosotros nos llegaban mensajes cuando estábamos arriba, de compañeros que quedaron shockeados del impacto que había generado. Por ahí podríamos haber esperado un poquito más. Tal vez en una situación donde la empresa lo que quiere es bajar un cambio no es tan efectivo parar la producción. Por más que logramos parar Volkswagen, Ford y Peugueot, en verdad era algo que a la patronal mucho no le molestaba. Hicimos esa medida porque el Ministerio de Trabajo avaló la posición de la empresa que decía que los despidos formalmente habían sido con causa. Y el argumento era que no podían hacer otra cosa porque como el SMATA no quiso hacer la denuncia, el conflicto quedaba en un plano individual. Lo que logramos con esa medida, en definitiva, es haber sacado el conflicto de lo individual para convertirlo en algo colectivo. Y después vino Lear. Y luego Donnelley.
a mi izquierda la panamericana
Del kilómetro 48 donde se radicó Gestamp, al 31 donde está Lear. De allí a Donnelley, en el 36.7. Pasando siempre por la Ford de Pacheco, en el kilómetro 38.5. La conflictividad obrera se hizo fuerte en el norte, con eje en la Panamericana.
Los grandes sindicatos afectados, aliados al Gobierno, sienten con los ojos cerrados y con la reacción de un balbuceo macartista, la lenta erosión en su base. El Ministerio de Trabajo explica: "ante este tipo de crisis hay dos modelos de reacciones gremiales. En uno el Sindicato se asume conjuntamente con las empresas y el Estado como parte del sector involucrado, privilegiando el mantenimiento de la actividad y la conservación de las fuentes de trabajo aun a costa de la limitación transitoria de algunas prácticas laborales, admitiendo cambios en los horarios de trabajo, suspensiones rotativas, retiros voluntarios. La otra opción, ejercida habitualmente por las oposiciones internas, niega que los trabajadores deban asumir los riesgos propios de las empresas, porque así como ellas disponen de sus ganancias deben asumir las pérdidas manteniendo el empleo y las condiciones de trabajo a cualquier costo. SMATA, según su tradición, tomó la primera de las opciones, aceptada colectivamente sin mayores dificultades en las terminales y auto-partistas afectadas. En Gestamp, Lear y algún otro caso, donde la existencia de comisiones internas vinculadas a partidos de izquierda con apoyo de sus bases y de organizaciones externas confrontan con la estructura sindical, reaccionaron de la otra manera."
En esa postal a cielo abierto de las costuras del modelo que ofrece cada día la ruta Panamericana, asoma un nuevo sujeto. Casi diríamos, “el hijo del kirchnerismo real”: el delegado de fábrica. A media distancia muchos oficialistas, habituados al confort ideológico de la educación televisada del Gobierno, solo ven en ellos el rictus típico del trotskista militante. Esa figura del costumbrismo político que empioja los “cursos naturales de la historia”. Para el sindicato clásico peronista, que ni se inmutó con la década de la memoria, son la “zurda loca” sobre la que volver a depositar el remanido autoritarismo gremial. En su blog, el sociólogo Artemio López, apunta: “Lo cierto es que no hay siquiera delegados de fábrica en el 80 por ciento de los establecimientos y cuando algunos pocos aparecen son captados por la oposición de izquierda sin perspectiva política, porque la CTA Yasky y su troupe no parece ser un polo de atracción irresistible para los jóvenes delegados fabriles. Ah, y Caló es Caló, ese modelo está ya en tercer anillo de Júpiter, digámoslo metafóricamente.” Artemio sacude desde adentro los cimientos de la posición cómoda. Sigue: “Esta ausencia de práctica sindical de la militancia kirchnerista obviamente no se compensa ocupando bancas o desarrollando militancia barrial aderezada con batallas culturales en una especie de scoutismo social, querible pero que se revela muy acotado, breve, angosto o fútil, a la hora de afrontar los mega conflictos en el terreno de la producción”.
El dirigismo estatal encuentra su límite como filosofía política: nada que les sea autonomizable es útil. Ese Estado de vanguardia es un Estado sin sujetos. Gremios cerradísimos, más y más corporativos. Empresas transnacionales incapaces de contemplar realidades nacionales. Y un Estado que articula demasiados intereses a la vez, casi sin aliados. Foto de ese paisaje es la voz, por momentos libre, por momentos radical, a veces en el desierto, de este delegado sindical argentino. Un hijo de fierro.
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Foto: Emiliana Miguelez

doctrina de seguridad nacional y popular / las orejas del estado / km 601 la inteligencia argentina, niño prodigio

por Claudio Mardones /
El Estado es también la gestión de los secretos. Argumentos para la resolución de internas de palacio, estrategas de la diplomacia internacional, operadores de tapas de diarios, disparadores de la represión. Las capas de la inteligencia militar y civil son un agujero negro de la política. No sólo por la oscuridad de su funcionamiento sino porque descose lo público con su potencia absorvente.
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Foto: Santiago Haffor­d
Piso seis. Oficina 602. Edificio Alfredo Palacios, ex Caja Nacional de Ahorro y Seguro, actual anexo del Senado Nacional. Detrás de sus puertas blindadas trabajan siete empleados que según la ley deben reportar a los catorce senadores y diputados que integran la Comisión Bicameral Permanente de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia. El ente más importante de todo el Congreso Nacional. La ventanilla que más denuncias recibe por los abusos de los espías argentinos, lleva trece años sin funcionamiento formal y es la última frontera constitucional entre el poder civil y la autonomía del espionaje repartido en una decena de organismos policiales y militares de inteligencia que nadie logra controlar.
Según el presupuesto votado para este año por el Congreso, la Secretaría de Inteligencia (SI), ex SIDE, considerada la zona más visible de todas las áreas de espionaje interior y exterior de la Argentina, tiene un presupuesto de 1.874 millones de pesos, con 1.492 millones destinados a pagar los salarios de un número desconocido de agentes. Las planillas oficiales de esos gastos reservados solo mencionan a dos empleados: al jefe y subjefe de la SI. El resto, tal como lo convalida la Ley de Inteligencia Nacional, es secreto y no puede ser revelado. Sin embargo, la cueva de la calle 25 de Mayo yace desde hace medio siglo en el viejo edificio Martínez de Hoz, frente a la Casa Rosada y dicen que cuenta con unos dos mil empleados, en su mayoría reclutados a partir de recomendaciones y vínculos familiares de los antiguos habitantes de ese mundo recóndito. Otros casos son por designaciones políticas de cada gobierno. Pero en ese mundo ningún número es concreto, gracias a la ley secreta 17.112, que establece el estatuto “para el personal civil de la secretaría de informaciones de estado y de los servicios de inteligencia de las fuerzas armadas”. Su artículo 14 define que solo cuatro categorías del “personal civil de inteligencia” de la SI y del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea cobrarán su salario “por partida pública del presupuesto”, aunque otras tres lo harán “por partida secreta, en planillas aparte, y utilizará nombre de encubrimiento”. Es decir, que una parte del presupuesto nacional tendrá todos los años una parte oculta, con nombre ficticio, para pagar los salarios de una cantidad desconocida y sin control de agentes en cuatro organismos del Estado.
Sin embargo para los conocedores solo se trata de una norma básica de cualquier organismo similar en el mundo. En algunos pocos casos, no en Argentina, los controles constitucionales echan luz sobre esa ausencia de contornos entre lo público y lo secreto, pero por encima de esa norma fundacional, transcurre un sistema basado en lo oculto, estructuras verticales, compartimentadas, extremadamente autoritarias, pero también sofisticadas y perfeccionadas al cobijo de la tecnología. Desde las transmisiones secretas por radio de la Segunda Guerra Mundial, pasando por los códigos de CIA que descifró el periodista Rodolfo Walsh para evitar la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, hasta la nueva guerra fría que provocó la filtración de documentos secretos del Departamento de Estado, a manos de la organización Wikileaks. En ese contexto navega la poco explorada relación actual de la democracia argentina con sus catacumbas secretas.
lista negra
El actual jefe de la SI es el bonaerense, oriundo de Chivilcoy, Héctor Icazuriaga. El “chango” es el vigésimo “señor Cinco” de la historia de ese organismo, desde que Juan Domingo Perón lo creó como Coordinación de Informaciones de la Presidencia (CIPE), bajo la batuta del agente nazi Rodolfo Ludovico Freude. Poco después pasó a llamarse Coordinación de Informaciones del Estado (CIDE) y funcionó con ese nombre hasta 1966. La dictadura del general Juan Carlos Onganía la bautizó como Secretaría (SIDE), un nombre que duró hasta la sanción de la nueva Ley de Inteligencia Nacional (25.520), aprobada por el Congreso el 27 de noviembre de 2001 y promulgada 17 días antes de que su impulsor, el radical Fernando De la Rúa, huyera en helicóptero de la Casa Rosada.
En medio de esa tragedia nació el nuevo ordenamiento del aparato nacional de espionaje que finalmente fue reglamentado por el decreto 950/2002. Firmado por el mandatario interino Eduardo Duhalde el 6 de junio, tres semanas antes del operativo conjunto que protagonizaron la Bonaerense, la Federal y la Prefectura para reprimir la protesta que cortó el Puente Pueyrredón y terminó con las vidas de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. El operativo contó con la sibilina intervención del entonces titular de la SI, Carlos Soria, quien según la versión del periodista Ricardo Ragendorfer habría alertado al gobierno nacional sobre la elaboración por parte de los movimientos sociales de un “plan insurreccional que ya estaba en marcha y que tenía prevista la toma del poder el 9 de julio”. El comisario Alfredo Fanchiotti, actualmente preso por el asesinato de ambos jóvenes, cumplía las funciones de enlace con “La Casa” de la calle 25 de mayo a través de la Jefatura Departamental del distrito.
Según esa norma vigente, la “secretaría” nunca dejó de depender en forma directa del presidente, bajo la sigla SI, pero desde entonces es la cabeza del “Sistema de Inteligencia Nacional”, compuesto también por la “Dirección Nacional de Inteligencia Criminal”, que depende de la Secretaría de Seguridad Interior, y por la “Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar”, bajo la órbita del Ministerio de Defensa. La lista de entes secretos no termina ahí. Hay otros tres, que reportan a Defensa, y por su intermedio, al menos en la letra de la ley, a la SI: la Armada cuenta con su Servicio de Inteligencia Naval (SIN), la Fuerza Aérea con el SIFA y el Ejército con su viejo servicio secreto militar, que se llamó Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) desde el 45 hasta el 69. Por entonces, la dictadura de Onganía lo reinauguró para la Doctrina de Seguridad Nacional y lo bautizó Batallón 601. Funcionó hasta el 31 de diciembre del 86. Desde comienzos del 87 se llamó Centro de Reunión de Inteligencia Militar, bajo la órbita de la Jefatura II del Ejército, hasta el año pasado conducida por el General César Milani, quien también tuvo bajo su órbita a la División de Inteligencia del Estado Mayor de la Defensa J-2, la Compañía de Comandos 601 y el desmantelado Batallón 601.
A esa red del secreto castrense se suman los aparatos de espionaje criminal de la Gendarmería Nacional, de la Prefectura y de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, y las tristemente célebres superintendencias de Seguridad Federal y de Interior de la Policía Federal Argentina, dos áreas que contienen los restos de Coordinación Federal, organismo creado en 1944 y originalmente diseñado por la Escuela de Informaciones del Ejército para perseguir al espionaje extranjero. Al principio quedó dividida en antinazis y pronazis, pero después del fin de la Segunda Guerra Mundial y con el gobierno de Juan Domingo Perón se transformó en una estructura de espionaje interior, la temida “Sección Especial”.
Si entre 1946 y el 55 la Policía Federal fue la mayor fuerza civil armada que tuvo Perón, a partir de su derrocamiento fue el brazo ejecutor de la nueva dictadura, esta vez, bajo el comando del temible SIN de la Libertadora del Almirante Isaac Rojas. A partir de 1966 pasó a llamarse Superintendencia de Coordinación Federal y tuvo a su cargo toda la persecución política, gremial y estudiantil en el área metropolitana, y en las delegaciones del interior del país. La dimensión de su letalidad pasa inadvertida por las intrigas que rodean a la ex SIDE y a la corrupción de la inteligencia militar, pero la Federal cuenta con un cuerpo de espías bajo órdenes de sus jefes y sin intervención de ningún juez, desde la misma época en que Juan Perón potenció a la fuerza. Son las “plumas” del gallo que simboliza a la Federal. Esos agentes, según reflejó con precisión la periodista de Página 12 Adriana Meyer, pasaron a formar parte del Cuerpo de Informaciones de la PFA, mediante el decreto ley 9.021 de 1963. “Un verdadero servicio paraestatal de informaciones e inteligencia no sujeto a ningún tipo de contralor administrativo, judicial y parlamentario más allá que el ejercido por algunos pocos miembros del comisariato superior de la fuerza”, detalló Marcelo Saín sobre el organismo que, desde 1970 gracias a la ley 18.895, también cuenta con el Cuerpo de Auxiliares de Investigaciones, el cual incluye un estatuto secreto propio para los plumas y que les permite tener cualquier empleo público en forma paralela a las funciones de espía interior estatal.
a desalambrar, a desalambrar
Toda la arquitectura legal que sostiene a la vieja osamenta de los espías argentinos se mantuvo en secreto hasta 2003, cuando Kirchner comenzó un lento proceso de desclasificación de archivos. Fue el paso previo a la ley 26.134 que desde agosto de 2006 dejó sin efecto el carácter secreto de todas las leyes reservadas. Esa decisión abrió la puerta para la desclasificación a partir de 2008 de los nombres del Personal Civil de Inteligencia que se desempeñó en los tres servicios secretos de las fuerzas armadas entre 1976 y 1983. Los que siguieron trabajando para la misma estructura desde 1984 siguen siendo un secreto bien guardado. La revelación ocupó tres veces la primera plana de la revista Veintitrés. Primero con los empleados del Batallón 601, luego con los miembros del SIFA y finalmente con la nómina de 1265 agentes del SIN. La caída del secreto sobre la identidad de unos 7 mil espías civiles de las tres fuerzas, solo permitió conocer la estructura del personal asalariado que cumplió tareas criminales, y también servicios generales durante la dictadura. Entre ellos zafó el actual secretario general de la UOCRA Gerardo Martínez. Pero hubo algunos mandos militares y policiales que siempre zafaron de la desclasificación y fueron descubiertos por periodistas y organismos de derechos humanos, como el ex miembro del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA, Ricardo Miguel Cavallo, descubierto cuando llevaba años como titular del Registro Nacional de Vehículos, con una identidad similar. El capitán de navío Jorge Raúl Vildoza tuvo una suerte aún mayor: jamás cayó preso, su mujer cumple reclusión, pero sostiene que ya murió. En rigor, gozó de una compleja protección en el exterior hasta hace pocos años. Otro espía con éxito e impunidad en el exterior es Mario Alfredo Sandoval, ex oficial de Coordinación Federal que, según indagó la periodista Nora Veiras en 2008, llegó a trabajar como asesor del presidente francés Nicolás Sarkozy hasta que el juez federal Sergio Torres pidió su detención en la causa que investiga la desapariciones cometidas por “Coordina”, regidora de un centro clandestino propio en el 1417 de la calle Moreno.
letra chica
La desclasificación permitió la publicación de normas y documentos que muy pocos miran, como los informes diarios sobre actividades políticas que producía Coordinación. En los archivos del Congreso Nacional yacen, desde hace diez años, las listas diarias que realizaba la Federal, hora por hora, de lunes a lunes, sobre lo que ocurrió en cada punto del país entre 1973 y 1976, cuando parte de su estructura, en forma orgánica, integró la Alianza Anticomunista Argentina. Esa valiosa pieza de documentación revela un funcionamiento informativo que nunca dejó de realizarse, pero que fue cambiando de formatos con el correr del tiempo y la tecnología. El destape hace un año del mayor de inteligencia de la Federal Américo Balbuena, que infiltró a la agencia alternativa Rodolfo Walsh, es la muestra viva de esa presencia secreta en la vida política argentina desde hace por lo menos medio siglo. Actualmente esa red de informantes secretos y auxiliares de investigaciones de la Federal superaría los mil agentes. Sus tareas de vigilancia ideológica se han mantenido en el tiempo, pero fueron acompañadas desde fines de los noventa por la inteligencia interior de la Gendarmería Nacional. A pesar de su bajo perfil, comenzó intervenir activamente en la represión del conflicto social a partir de la represión de los cortes de ruta en Tartagal y Cutral Có en 1997.
Las tareas de seguimiento político del viejo organismo de control de fronteras, que tiene servicio propio de inteligencia desde fines de los 30, fueron conocidas en su real dimensión con las denuncias que revelaron la existencia del Proyecto X.
La lista de organismos secretos se completaría con el Servicio de Inteligencia Penitenciario Federal, creado el 18 de mayo de 1973, cinco días antes de la partida de la dictadura de Lanusse, que sigue vigente y cuenta con 16 escalafones de agentes. Una norma que, al igual que los demás estatutos de los otros servicios, establece presupuestos y nóminas ocultas. Los memoriosos recuerdan que su inauguración “técnica” estuvo en manos de dos viejos torturadores del batallón 601 y de la ex SIDE: el criminal común Aníbal Gordon y el espía Eduardo Alfredo Ruffo. El primero murió en los ochenta y el segundo está preso en el penal de Marcos Paz por crímenes de Lesa Humanidad. Luego de asesinar y torturar para la Triple A desde una patota promovida por el Batallón 601, ambos fueron designados en uno de los primeros centros clandestinos de detención del Plan Cóndor: Automotores Orletti. Tan activa fue la participación de Ruffo que, como inorgánico del aparato de espionaje, siguió manteniendo contactos con las redes activas de 25 de mayo para negociar la entrega de información sobre el paradero de hijos de desaparecidos a cambio de protección. La maniobra duró hasta el 25 de octubre de 2006, cuando se entregó en la coqueta calle Juez Tedín al 2600, en Barrio Parque, muy cerca de los calabozos que tiene la División Antiterrorista de la Federal en la calle Cavia.
el ojo de la patria
Los aparatos de inteligencia deben ser auxiliares de la justicia para las investigaciones que requieran los magistrados y para las intervenciones que consideren necesarias. Esos pedidos van a parar a la Dirección de Observaciones Judiciales, históricamente conocida como la Ojota.
Antes de tener un Gran Hermano con acceso a todos los cableados telefónicos del país, “La Casa” mandaba agentes a cada una de las centrales e instalaba grabadores en las terrazas. Los datos surgen de la escasa literatura sobre el espionaje nacional y de SIDE, la Argentina Secreta, un libro publicado por Planeta en 2006, que llegó a las tres ediciones, y se agotó con la velocidad de quien manda a comprar todos los ejemplares. Su autor, Gerardo Young, ex redactor deClarín, sacó del secreto a Antonio Horacio Stiusso, alias Jaime, o Aldo Stiles, y contó parte de su pasado. Actual Director de Contrainteligencia del organismo y dueño de la tecnología dedicada a la intercepción de comunicaciones, a un paso de cumplir los 61, es considerado uno de los jefes más “viejos” de 25 de Mayo.
Según Young está en el organismo desde 1972 y pertenece a la casta de espías de carrera. Trabajó para dos dictaduras, el radicalismo, el menemismo, y también para el kirchnerismo, hasta el último cisma ocurrido hace pocos años por el cambio de enfoque respecto al atentado de la AMIA, que puso en tela de juicio la tesis del coche bomba, construida bajo la persistencia de los servicios de inteligencia norteamericanos e israelíes, poseedores de una excelente relación con la SI y con Stiuso, quienes suelen realizar espionaje a pedido de ambas centrales extranjeras. Esa práctica se ha mantenido durante décadas, en dictadura o democracia, pero entró en una compleja inflexión a partir de los atentados contra la Embajada de Israel, que dejó 29 muertos y 300 heridos el 17 de marzo de 1992, y contra la AMIA, el 18 de Julio de 1994 que mató a 85 personas e hirió a otras 300. A pesar de la intervención de toda la autodenominada “comunidad de inteligencia”, nadie cayó preso en forma definitiva, mientras que la interpretación sobre ambos ataques siempre evolucionó bajo la tutela de Washington y de Tel Aviv. La investigación tuvo dos pistas principales: una adjudicó la autoría del atentado a la organización islámica Hezbollah, presuntamente apoyada por Irán; y otra, la llamada pista siria, apunta a los vínculos entre el ex presidente Carlos Menem y el traficante de armas sirio Monzer Al Kassar. El caso sigue abierto y algunas indagatorias centrales dependen del “Memorandum de entendimiento” firmado por Argentina con Irán para que declaren en Teherán.
Pero no fue la única puja que “Stiles” libró con el kirchnerismo. La primera estalló el 25 de julio de 2004, en el programa Hora Clave, conducido por Mariano Grondona. El invitado especial era Gustavo Béliz que había cumplido más de un año en el Ministerio del Interior cuando Néstor Kirchner le aceptó la renuncia. Tras el portazo Béliz guardó silencio, hasta sentarse ante las cámaras para vengarse del hombre al que sindicó como jefe en las sombras del organismo secreto. “Me echaron por nombrar la palabra maldita de la política argentina: SIDE”, dijo y mostró el rostro de Antonio Horacio Stiusso a la televisión. Nervioso pero seguro, Beliz buscó resumir el papel de ese organismo: “Es una especie de agujero negro, se manejan fondos sin rendición de cuentas. Constituye un Estado paralelo, una policía secreta sin ningún tipo de control: la maneja un señor al que todo el mundo le tiene miedo porque dicen que es peligroso y te puede mandar a matar. Ese hombre participó de todos los gobiernos y se llama Jaime Stiusso”. Y terminó la denuncia con una despedida: “Dejo la política, estoy desilusionado”. Se fue con su familia a Estados Unidos y desde entonces afronta una causa penal por “revelar secretos políticos o militares concernientes a la seguridad”.
La ferretería técnica, controlada desde una base ubicada en el 4100 de la calle Estados Unidos, prosperó con los años. Con la llegada de Internet y los celulares, sumó nuevas generaciones de espías. También nuevos equipos. Una de las mayores inflexiones sucedió a comienzos de los noventa, cuando Menem privatizó ENTel y la vendió a France Telecom y a Telefónica de España. Ambas multinacionales tuvieron que garantizarle al Estado el monopolio de las escuchas legales (e ilegales) que realizaba la SIDE por medio de la Dirección de Observaciones Judiciales. Ambas acordaron financiar y equipar un edificio para las orejas del Estado. Desde entonces un inmueble ubicado al 3832 de Avenida de Los Incas, en pleno barrio de Belgrano, es la sede de la Ojota. Desde la existencia de los celulares, Stiusso fue comprando una enorme cantidad de valijas interceptoras. Esa tecnología contó con la creciente presencia de competidores privados. Hace dos años, los dos gerentes de las telefónicas confiaron a la Comisión Investigadora de la Legislatura Porteña que intervienen “un promedio de 250 líneas por mes a pedido de la SI”. El promedio real superaría las seis mil líneas pinchadas por año con el escuálido control de algunos jueces. Un rastrillaje telemático que también promueven los “grandes” del fisgoneo corporativo como Kroll, Stratfor y The Ackerman Group, tres multinacionales del espionaje con sucursal en Buenos Aires que cuentan con el gerenciamiento de ex agentes de la CIA y el FBI.
El rompecabezas siempre será incompleto para comprender el nivel del acecho estatal en la política argentina. Pero es muy posible que algo entenderíamos si pudiéramos acceder a las 20 mil carpetas rebosantes de información secreta que la SI poseería en los subsuelos de su sede principal.

SE CUMPLEN CINCO AÑOS DE LA CREACION DE LA POLICIA METROPOLITANA Una fuerza nueva con vicios viejos

Por Werner Pertot
Hace cinco años la Metropolitana desembarcó en la calle. Fue creada como una fuerza de proximidad con los vecinos, pero rápidamente se vio envuelta en escándalos que comenzaron cuando Mauricio Macri nombró a su primer jefe: Jorge “Fino” Palacios, quien terminó procesado por presuntas escuchas ilegales junto con el jefe de Gobierno que lo nombró. Le siguieron una decena de casos de policías con prontuarios a los que la gestión PRO también debió separar. En sus cinco años de existencia, la Metropolitana cambió de jefe cuatro veces. También tuvo participación en hechos represivos como el del Parque Indoamericano, la Sala Alberdi o el Hospital Borda, por recordar sólo algunos. Hoy cuenta con cinco mil policías y no cubre ni la mitad de la Ciudad de Buenos Aires.
El despliegue territorial de la Metropolitana alcanza a las comunas 4, 12 y 15. Además, hacen patrullaje de subtes, metrobuses, microcentro y Constitución. Este año no piensan ampliarse a nuevas comunas, sino sumar otros 1100 policías. En su informe “Cinco años y cinco deudas”, La Fábrica porteña –el think tank del kirchnerismo porteño– advierte que “sólo llega a completar el patrullaje en estas comunas, dado que no llegó a formar los 15 mil agentes que prometieron Macri y Montenegro”.
Tampoco se cumplió con la promesa de que fuera una policía nueva: el 60 por ciento proviene de otras fuerzas de seguridad, según el relevamiento que hicieron los ex legisladores Pablo Failde y Silvia La Ruffa, que trabajaron en la ley que creó la Metropolitana. De los policías que incorporaron, más de la mitad son de la Bonaerense, seguidos por los de la Federal. Entre esas dos fuerzas, proveen el 90 por ciento de los policías con experiencia a la Metropolitana. Los altos mandos son todos ex federales. A esto se suma otro cinco por ciento que proviene de las Fuerzas Armadas, pese a que la ley que creó la Metropolitana lo prohibía.
Pero el parámetro que más resalta son los delitos que fueron transferidos como competencias de la Metropolitana: todos aumentaron a más del doble. Según estadísticas de la Fiscalía General de la Ciudad, en 2008, la totalidad de delitos denunciados sobre los que tiene competencia la Metropolitana sumaba 7983 casos anuales. Esta cifra fue creciendo hasta llegar a 21.934 casos en 2013. Algunos ejemplos: los delitos contra la libertad pasaron de 4438 en 2008 a 13.964 en 2013; los delitos contra la propiedad, de 2311 a 5190. “A partir de estos datos, pareciera evidenciarse la ausencia de una estrategia efectiva para la disminución de los delitos”, advirtieron Failde y La Ruffa. El informe de La Fábrica porteña agrega que la Metropolitana instaló 2000 cámaras, pero tienen operadores para visualizar menos del 10 por ciento. “A cinco años de la entrada en actividad de la Metropolitana vemos que el Gobierno de la Ciudad no realizó el esfuerzo suficiente para desarrollar una policía local al servicio de la ciudadanía”, advirtió Matías Barroetaveña, uno de los coordinadores de La Fábrica porteña.

Un comienzo fino

En 2007, el Congreso derogó el artículo de la Ley Cafiero que impedía la creación de la policía porteña, que nació en octubre de 2008 con la Ley de Seguridad Pública. “Si hubiéramos tomado la misma actitud mezquina que toma hoy la oposición en el Congreso, hoy la Ciudad no tendría policía”, recordó La Ruffa, que presidía la comisión de Seguridad. En julio de 2009, la semana siguiente a las elecciones, Macri eligió a Jorge “Fino” Palacios como primer jefe de la Metropolitana. El nombramiento causó escándalo, dado que Palacios estaba siendo investigado por la represión en diciembre de 2001 y por el encubrimiento al atentado a la AMIA. Hubo críticas de opositores, organismos de derechos humanos y sociales. Al ministro de Justicia Guillermo Montenegro lo citaron a la Legislatura, donde dijo que Palacios era “el mejor policía para dirigir la Metropolitana”. Failde recuerda que conversó con el fiscal Alberto Nisman, quien le dijo que Palacios iba camino al procesamiento. La oposición porteña denunció las compras sospechosas de autos, armas, uniformes, chalecos antibala y hasta una polémica por las pistolas eléctricas Táser.
A las sospechas sobre el jefe, se sumó la noticia de que una decena de ex federales incorporados a la Metropolitana tenían causas abiertas, que incluían protección de prostíbulos y narcotráfico, entre otros delitos. La gestión PRO debió separarlos y el escándalo llevó a que la Legislatura creara una comisión para revisar los legajos de los incorporados por Palacios. El gobierno porteño retaceó información y documentos a esa comisión, que de todas formas pudo constatar que habían incorporado una cantidad llamativa de ex agentes de Inteligencia de la Federal y cuadros que tuvieron algún tipo de desempeño en la dictadura. En su informe final, recomendaron que se remueva a toda la cúpula de la Metropolitana.
“Cuando constatamos la incorporación a la Policía Metropolitana de personal de otras fuerzas de seguridad, formados o con actuación durante la última dictadura cívico-militar, y de personal con antecedentes penales, desde el bloque del FpV presentamos un proyecto de ley que apunta a prevenir estas situaciones. El PRO se negó a tratarlo”, advirtió la jefa del bloque kirchnerista Gabriela Alegre, quien condujo esa comisión.
“Después de cinco años queda claro que se ha perdido la oportunidad de tener una fuerza de seguridad depurada, profesionalizada y respetuosa de los derechos humanos”, indicó la legisladora.

Escuchas y represión

La causa por las escuchas ilegales en las que están procesados tanto Palacios como Macri impactó en la cúpula de la Metropolitana. El 25 de agosto de 2009 tuvo que renunciar Palacios, y el 29 de octubre, su sucesor Osvaldo Chamorro. Les siguió un civil, el macrista Eugenio Burzaco, pero en 2011 Macri les volvió a dar el control de la Metropolitana a dos ex federales: Horacio Giménez y Raúl Pedace, que coordinaron algunos de los hechos represivos en los que actuó la Metropolitana:
- Indoamericano: una represión conjunta con la Federal, que terminó con dos jóvenes inmigrantes muertos. Los 41 policías que habían sido imputados por estas muertes fueron absueltos. Apelaron la decisión.
- Sala Alberdi: se comprobó que en la represión a los ocupantes y manifestantes de la Sala Alberdi utilizaron balas de plomo que hirieron a dos periodistas de medios alternativos. Tres integrantes de la Policía Metropolitana están procesados. Fueron pasados a servicio pasivo.
- Borda: la represión contra pacientes, trabajadores, periodistas y legisladores opositores no tiene precedentes. Sin embargo, la mayoría de los policías fueron absueltos. Sigue procesado el titular de la Metropolitana, Horacio Giménez.
- Papa Francisco: en medio de una violenta represión, recibió balazos de goma el legislador Pablo Ferreyra, hermano del militante asesinado del PRO Mariano Ferreyra.
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OPINION La investigación y el contorno

Por Mario Wainfeld
La sangre y la actividad siniestra de los “servicios” afrentan al sistema democrático y lo jaquean. La “muerte dudosa” del fiscal Alberto Nisman conjuga (según el imaginario social casi unánime) ambos factores, su investigación es mucho más que una prioridad. Si se descifrara de modo creíble y con evidencias qué pasó se cumpliría con el deber estatal hacia la familia y sus allegados. También sería un aporte para relegitimar al régimen democrático. No es para nada seguro que así suceda: la experiencia argentina previa es, en ese aspecto, desoladora.
Se ha comentado asiduamente con anterioridad: el Poder Judicial y las agencias de seguridad, en promedio, son muy inhábiles para investigar a fondo los crímenes que conmueven al conjunto social. Esto vale tanto para delitos cometidos contra personas del común cuanto para aquellos con gravitación política. Como meros ejemplos que podían multiplicarse o potenciarse: vale para María Marta García Belsunce o Nora Dalmasso, para la Embajada de Israel o la AMIA.
Adentrándonos en hechos de sangre con incidencia política, la estadística abruma. La regla es la falta de esclarecimiento o la demora desmedida que desvaloriza cualquier desenlace o las dos variables unidas. Claro que de estadísticas hablamos y no de un caso concreto, el actual. Por abrumadora que sea la tendencia, esta vez puede (debe) ser la excepción. Con el expediente recién iniciado vale abrir un crédito para el activismo y la capacidad de los responsables.
Hay contraejemplos gratificantes, pocos. Las pesquisa y el juicio sobre los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron dos de ellos. Con imperfecciones se llegó a condenar a los autores materiales. Un ejemplo más acabado fue la investigación sobre el homicidio de Mariano Ferreyra. Ahí se conjugaron la celeridad, la detección de autores materiales e instigadores (autores intelectuales, en jerga común). Es posible, entonces, aunque cabe apuntar que dichos crímenes se cometieron a la luz del día, ante muchos testigos siendo registrados por cámaras de tevé y máquinas fotográficas. Son contingencias excepcionales, bien diversas a las de la muerte de Nisman. La buena praxis de fiscales y querellas fue imprescindible pero contaba con esa sólida base probatoria. En el caso Ferreyra, en particular, la jueza de primera instancia tuvo un desempeño inusual, por lo eficaz y corajudo.
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Las interpretaciones políticas y familiares convergen en una conclusión común: fue asesinato y no suicidio. O como alternativa el llamado “suicidio inducido”. La expresión aceptada por consenso designa a un suicidio instigado por presión brutal e irresistible de otra u otras personas. Con tales aditamentos es algo mucho más similar a un asesinato que a la desaparición por mano propia.
No hay paradoja en la coincidencia de diagnóstico entre la familia, el Gobierno, la oposición política o mediática. El relato que explica cada versión es diferente. La familia, representada por la madre de las hijas de Nisman, su ex esposa Sandra Arroyo Salgado, niega que haya sido suicidio.
Para el oficialismo la muerte es un jalón de un recorrido que comienza con el dictamen de Nisman acusando por encubrimiento a la propia presidenta. El dictamen es producto de una operación política. Añaden que el ex fiscal fue utilizado como una pieza de una escalada que incluía su asesinato, ya que su denuncia tendría nula fortuna en los tribunales. La mano de obra desocupada (recientemente) tendría mucho que ver. La conspicua relación entre el fiscal y el súper espía Antonio “Jaime” Stiuso redondea la hipótesis.
Para los opositores, el Gobierno es responsable del asesinato. Sea por omisión de deberes: no haber custodiado o protegido debidamente a un protagonista expuesto a riesgos especiales. O sea por una conducta más atroz, que pocos explicitan pero que se sugiere aquí y allá.
Así las cosas, un dictamen o una resolución que decidiera que fue suicidio sería rechazado o denostado por una mayoría abrumadora de protagonistas. Todo indica que respondería parecido la “opinión pública”, suspicaz por idiosincrasia y por experiencia acumulada.
Volvamos a la estadística, que nunca aplica al ciento por ciento de las situaciones ni define de antemano el caso. En tendencia jueces y fiscales son muy vulnerables al ulular de la tribuna, a las presiones directas o difusas de los medios, al “qué dirán” por ponerlo en términos simplotes. Es más que común que decidan en función de (o tengan muy en cuenta) las expectativas sociales, tal como ellos las ven. La aversión al descrédito pesa en un platillo de la balanza, la idea de justicia concreta en otro... el balance puede defraudar.
La jueza y la fiscal conocen esas visiones, que fungen como demandas. De su calidad y capacidad depende que sepan y puedan “enfrascarse” en lo empírico, lo comprobado, las evidencias.
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En el transcurrir de los días el dictamen sobre el encubrimiento perdió voltaje, preeminencia y credibilidad. Buena parte de sus acérrimos apologistas a priori van asumiendo que tiene baches gigantescos, que su fundamentación jurídica frisa con lo inexistente, que el cúmulo de pruebas es nimio.
Para el conglomerado opositor nada de eso importa porque la muerte de su autor es traducida como corroboración de la calidad de su trabajo. No es así, por varios motivos evidentes. El primero, como ya se escribió en este diario, porque el dictamen es pobre, sus premisas no se corroboraron y las acusaciones contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no tienen siquiera una mención con nombre y apellido, ni hablar de algún elemento de prueba.
El expediente, tras declinaciones de competencia de los jueces Ariel Lijo y Daniel Rafecas, fue adjudicado por la Cámara a éste. No es el que Nisman eligió, un elemento más que habla de la ligereza de su planteo.
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Se están procesando pruebas esenciales, en particular las comunicaciones de Nisman, sea por llamadas telefónicas, mensajes de texto o por soportes informáticos. Puede que la querella reclame nuevas pericias o ampliaciones de las realizadas. No se completó la primera tanda de evidencias imprescindibles. Hay, de movida, falencias probatorias. La seguridad del edificio no cumplía con lo que prometía y cobraba. Muchas cámaras eran simulacro, no capturaban imágenes. Será imposible, pues, probar por ese medio que nadie entró o salió en las horas determinantes. Ese vacío no prueba que alguien lo hizo, pero deja incertidumbre.
Hasta acá, todo lo comprobado concuerda con la hipótesis del suicidio: el arma, el cuerpo, el estado del departamento, la entrada de la bala. Se ratifica: faltan piezas esenciales. Especular, cree este escriba, es prematuro y hasta perjudicial.
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La oposición y su vanguardia mediática transforman a Nisman en un estandarte. Pero se desbocan al hablar de dictadura, equiparar la etapa kirchnerista al terrorismo de Estado. Las comparaciones carecen de asidero, lo que se corrobora con sólo leer los diarios y escuchar lo que se divulga en medios audiovisuales. Y nada tiene que ver con el clima de exaltada libertad de expresión que caracteriza a la Argentina.
Quienes anunciaban el fin de ciclo desde hace más de un año encuentran un nuevo argumento. Proclaman que el Gobierno perdió poder, que no controla al Estado. Dictadura y vacío de poder, dos peligrosos argumentos, remanidos en la historia nacional.
El aparato comunicacional opositor es formidable, ya que dispone del multimedios más grande de América latina, con escasos parangones mundiales. La táctica responsiva del Gobierno es replicar uno a uno. Es asunto opinable, el autor de estas líneas cree que se escala en la temática propuesta por el adversario, incluso en puntos laterales de importancia relativa o nimia.
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, cometió un acto indebido al romper un ejemplar de Clarín. Un gesto violento e impropio dada la historia reciente. Para colmo, lo hizo refutando un dato real, o sea le concedió un gol o un doble de básquet (que vale menos en el conjunto) a Clarín. Ese revés puede acaecer, lo peor es ser incongruente con la firme política de derechos humanos del Gobierno, que comprende la simbología.
La disputa por la agenda es un clásico del sistema democrático. La muerte de Nisman ocupa un sitio preferencial y lógico. El oficialismo tiene el deber de tutelar la investigación, dotarla de recursos.
Y a su vez construir. Es quimérico suponer que los aumentos jubilatorios (que son reales y mejorarán a los beneficiarios) o los acuerdos con China serán reconocidos en las tapas de Clarín o en el discurso opositor. Pero es sensato pensar que el Gobierno debe velar y promover el bienestar de todos los argentinos. Su agenda de gestión será su recurso de legitimidad ante los votantes. Hablar o pensar en el “impacto electoral” de una muerte violenta es aleatorio y en algún sentido de mal gusto.
Pero sí es imperioso saber que el colectivo social tiene muchas prioridades que es misión del Estado atender día a día, con eficiencia y solidaridad. Esos son sus deberes permanentes, que no excluyen otros urgentes y lacerantes pero que no deben ser olvidados.

ESTA SIENDO JUZGADO POR HACER APOLOGIA DEL TERRORISMO Un cómico francés dijo ser perseguido

Por John Lichfield *
Desde París
El cómico francés Dieudonné afirmó ayer ser víctima de un doble standard en materia de libertad de expresión cuando se presentó en la Corte por tercera vez en una semana. El cómico fue a juicio acusado de hacer una “apología del terrorismo”, después de publicar en Facebook un video asociándose con el hombre que asesinó a cuatro personas en un supermercado kosher en París el mes pasado.
Dieudonné M’bala M’bala, de 48 años, está a la espera de una condena, procesado por “incitación al odio racial” contra los judíos. Fue juzgado el martes por “insultar a un miembro del gobierno”, después que, en 2013, describió al primer ministro del gobierno francés, Manuel Valls, como un “Mussolini con un síndrome semi-Down”.
El comediante, quien tiene tres condenas anteriores por hacer comentarios antisemitas, es hasta ahora el acusado de más alto perfil en una serie de juicios sobre la base de “apología del terrorismo”, desde los asesinatos jihadistas en París hace casi un mes. De acuerdo con cifras dadas a conocer ayer, 41 personas fueron juzgadas y 18 de ellas fueron condenadas a penas de prisión de corta duración. El fiscal pidió anoche al tribunal imponer al cómico una multa de 30.000 euros.
En el día de las “marchas por la República” después de los asesinatos de París, Dieudonné publicó un video de sí mismo en su página de Facebook. Después de burlarse de los medios de comunicación acerca de las marchas, dijo: “En cuanto a mí, me siento Charlie Coulibaly”. Amedy Coulibaly fue el atacante que asesinó a una mujer policía al día siguiente del atentado a la revista Charlie Hebdo el 7 de enero y luego mató al día siguiente a cuatro personas en el supermercado Hiper Cacher en el este de París. Ayer, en la Corte en París, Dieudonné dijo que “condenaba” los atentados jihadistas “sin limitación y sin ambigüedad”. “Yo estaba profundamente disgustado por los asesinatos contra Charlie Hebdo”, dijo. “Por supuesto, yo también soy Charlie. Al mismo tiempo, siento que me tratan como a un terrorista. Soy perseguido por cada chiste que hago.”
Al llamarse a sí mismo “Charlie Coulibaly”, dijo, estaba tratando de establecer un punto “pacíficamente”, y que había sido sacado de contexto. Dijo que era un mártir de la libertad de expresión como Charlie Hebdo, pero fue tratado por el gobierno y los medios de comunicación franceses como si fuera un terrorista como Amedy Coulibaly. El comediante afirmó que sus declaraciones habían sido útiles para abrir un debate en Francia sobre los verdaderos límites de la libertad de expresión.
Dieudonné alcanzó notoriedad internacional hace un año cuando el futbolista Nicolas Anelka realizó el saludo nazi para celebrar un gol. Anelka fue suspendido después del gesto antisemita. El debate sobre la libertad de expresión que Dieudonné afirma haber comenzado tuvo lugar principalmente en sus propios sitios web y los de sus devotos seguidores. Al mismo tiempo, los medios de comunicación franceses expresaron algunas dudas sobre la ola de arrestos y condenas por “apología del terrorismo”. Sobre todo, esos artículos se interrogaron sobre los casos de un niño de ocho años y una niña de 10 años, quienes hicieron declaraciones en la escuela diciendo que ellos “apoyaban a los terroristas”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.