domingo, 1 de febrero de 2015

TSIPRAS LLEGARA A PARIS EN BUSCA DE APOYO PARA RENEGOCIAR SU DEUDA Grecia desconoce a la troika

En una semana transcurrió un siglo. El tiempo de la realidad política fue más rápido que el tiempo de los relojes. Hace exactamente siete días, el partido griego Syriza ganó las elecciones legislativas y su líder, Alexis Tsipras, tradujo en los hechos lo que había prometido durante la campaña electoral: buscar una renegociación de la deuda griega, rehusar los plazos y las formas pactadas antes por la derecha, poner término a la austeridad y plantar un esquema de confrontación ante la Unión Europea. En mayor o menor medida, todo se cumplió. El gobierno de la izquierda radical de Tsipras llegó incluso a desconocer ese triángulo del ajuste que es la troika, o sea, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Comisión Europea. El ministro griego de finanzas, Yanis Varoufakis, dejó bien claro que el Ejecutivo no reconocía a la troika, a la cual calificó de ser “una delegación tripartita, antieuropea, construida sobre una base renga”. Atenas se apoya en la lectura de las urnas: las elecciones fueron ganadas con un programa que impugna a la troika, sus métodos y el pago de la deuda tal y como fue estructurado antes a través de la troika. A la espera de que Alexis Tsipras llegue este miércoles a París para entrevistarse con el presidente francés, François Hollande, el titular de la cartera de finanzas se encuentra este fin de semana en la capital francesa para iniciar una ronda de exploración con el ministro francés de Economía, Michel Sapin.
El enfrentamiento más fuerte tuvo lugar en Atenas durante la visita del presidente del eurogrupo y ministro holandés de Economía, Jeroen Dijsselbloem, para quien “los problemas de la economía griega no desaparecieron con las elecciones. Atenas debe seguir en el camino de las reformas”. Esto quiere decir pagar. El segundo frente también lo abrió el mismo Yanis Varoufakis cuando, en una entrevista con el diario The New York Times, rechazó recibir los 7000 millones de euros correspondientes a la quinta y última entrega del plan de rescate supervisado desde 2010 por la troika y cuyo monto asciende a 240 mil millones de euros. “No queremos los 7000 millones. Lo que queremos es volver a pensar todo el programa”, dijo Varoufakis. En lo concreto, Atenas sólo acepta negociar con la Unión Europea y, en vez de préstamos, Grecia quiere más bien consolidar la renegociación de la deuda para obtener ventajas y financiar así el plan social presentado a principios de enero por Alexis Tsipras por un monto de 12 mil millones de euros. Según explicó al vespertino francés Le Monde, uno de los arquitectos del plan económico griego, Georges Stathakis, “debemos renegociar con nuestros socios un descuento de los 23 mil millones de euros que estábamos obligados a consagrar al reembolso de la deuda durante el año 2015”. Ahora bien, la situación financiera de Atenas es grave. Según reveló el diario Kathimerini, las cajas del Estado griego apenas tienen unos dos mil millones de euros, lejos, muy lejos de los 12 mil millones necesarios para financiar el plan social: aumento de salario mínimo, salud gratis, jubilaciones.
Por el momento no se ha producido ninguna ruptura sustancial. Cada parte mueve sus peones y escruta los movimientos de sus adversarios. Alemania salió al cruce de Atenas este sábado a través de dos entrevistas publicadas por el Hamburger Abendblatt y Die Welt, una con la canciller alemana Angela Merkel y la otra con el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble. Ambos rechazaron tajantemente la idea de una condonación de parte de la deuda griega, pero tampoco cerraron las puertas a una posible negociación. Europa entera dice hoy estar dispuesta a “escuchar” los planteos griegos sin ceder por ello en el tema principal: hay que pagar. Angela Merkel dijo a la prensa alemana: “Europa continuará mostrando su solidaridad con Grecia como con los otros países afectados por la crisis, siempre y cuando esos países apliquen las reformas e implementen las medidas económicas”. Los límites retóricos de Europa aparecen acá sin disimulos, expuestos al sol como ropa sucia.
La cuestión de la deuda es también eminentemente política. Si Alexis Tsipras consigue un respiro esto sentaría un precedente, lo cual sería, de paso, un espaldarazo para otros movimientos políticos europeos semejantes a Syriza como, por ejemplo, Podemos en España. Lisboa y Madrid son hoy, paradójicamente, los más acérrimos enemigos de que se hagan concesiones con Grecia. Ambos pagaron un enorme tributo a las reformas y no están de acuerdo con que se le hagan regalos a Atenas. En el caso de España, con un movimiento como Podemos en pleno ascenso, un tratamiento especial para Grecia sería como un certificado de victoria electoral amplísima para Podemos. El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho –centro–, declaró que la idea de que se haga una excepción con Grecia no era algo que “entusiasme a los países que resolvieron sus problemas”. España, por su parte, alega que las reglas negociadas “son inamovibles”.
El nuevo Ejecutivo griego rompió sin demora con varios ejes de la política europea, y no sólo en materia de deuda o reformas. También lo hizo en lo que atañe a la política exterior, en lo concreto con Rusia. En vez de reunirse primero, como es la tradición, con el embajador norteamericano en Atenas, Tsipras cambió el orden del interlocutor y recibió antes al embajador ruso, Andrei Maslow. Antes, Alexis Tsipras había lamentado que se incluyera a Grecia en una nueva advertencia europea dirigida a Moscú para que Rusia respete el acuerdo de alto el fuego en el Esta de Ucrania. A este tema se le agrega desde luego uno de los gestos más fuertes de Atenas: el no reconocimiento del club de acreedores compuesto por la troika. La primera ronda apenas acaba de comenzar. Los protagonistas encarnan identidades distintas: un club de prestamistas que monitorea las políticas nacionales en nombre del dinero que presta. Y una mayoría que salió electa en contra de las políticas de ese club. Legitimidad popular contra dictadura financiera. Grecia es hoy un laboratorio renovado.

OPINION Chocolate laxante

 Por José Natanson *
Más conocido que leído, famoso por sus incursiones políticas, su manera acalorada y un poco rústica de pronunciar el inglés y sus romances (fue pareja de la modelo argentina Analía Hounie y de ¡Lady Gaga!), Slavoj Zizek es sin embargo un filósofo inspirado, capaz de combinar a Marx con Lacan con Hegel con Badiou, y a todos ellos con ejemplos tomados de la cultura pop, la vida cotidiana en las grandes ciudades y el cine de Hollywood, aunque la radicalidad de sus propuestas no siempre esté a la altura de la agudeza, filosa como un tramontina, de sus diagnósticos.
En El acoso de las fantasías (Editorial Akal), Zizek identifica como uno de los rasgos más característicos de la posmodernidad la ilusión de que es posible obtener lo que se quiere sin sufrimiento. Para ello recurre a la figura, inelegante pero expresiva, del chocolate laxante, muy popular en las farmacias de Estados Unidos. “Si estás estreñido –cita Zizek–, ¡come más de este chocolate!, aunque sea el chocolate lo que provoca el estreñimiento.” La metáfora se aplica también a la cerveza sin alcohol, la Coca-Cola sin azúcar y el café descafeinado: la idea de que es posible obtener dosis de placer sin pagar a cambio ningún costo gracias a la magia de productos que llevan dentro de sí el agente de su propia autocontención, como sucede cada vez más con las publicidades de alimentos, que titubean entre promocionar lo que el producto en cuestión contiene –sabor, color, textura– o lo que no –azúcar, conservantes, grasas trans.
La idea se aplica también a los autos que prometen velocidad sin riesgos y remite al famoso monólogo de Jerry Seinfeld sobre los cascos. “La invención del casco demuestra que el ser humano se involucra en actividades que a menudo resultan en fracturas de cráneo. Pero en vez de evitarlas, preferimos desarrollar unos sombreritos de plástico y seguir rompiéndonos la cabeza. Lo único más estúpido que el casco es la ley que obliga a usar casco. O sea: ¡es obligatorio proteger un cerebro que funciona tan mal que ni siquiera intenta evitar que el cráneo en el que reside se rompa!”
Llevando la metáfora al campo de la política, Zizek sostiene que el espejismo posmoderno de las democracias occidentales es el capitalismo sin pobres que, junto a una armónica convivencia multicultural, está en la base del discurso de los líderes socialdemócratas de Europa. Crítico despiadado del consenso democrático-liberal, Zizek pone en cuestión el multiculturalismo propio de lo que aquí llamaríamos progresismo. “El idealizado otro que baila danzas fascinantes y tiene un ecológico acercamiento legítimo con la realidad, mientras que rasgos como el golpear a sus esposas permanecen fuera de la vista”, escribe.
Pero el ejemplo más rotundo de esta ilusión posmoderna es la posibilidad de matar sin morir que habilita esa enorme novedad técnica que son los vehículos artillados no tripulados, los drones, el símbolo de la guerra del siglo XXI. Controlados desde la base de la CIA en Langley por un operador que disfruta tranquilamente de su café mientras maneja el joystick, los drones permiten eliminar al enemigo sin riesgos y, al hacerlo, concretan el viejo anhelo de separar, en este caso por miles de kilómetros, el arma del blanco. Y por eso no es casual que se hayan convertido en el arma favorita del gobierno de Obama, cuya campaña a la presidencia, recordemos, se basó en la promesa de retirar las tropas norteamericanas de Afganistán e Irak. En el marco de la nueva estrategia de lucha contra el terrorismo, los drones identifican y matan silenciosamente, totalmente al margen del derecho internacional, por supuesto, y a menudo en países con los que Estados Unidos mantiene relaciones diplomáticas supuestamente amistosas, como Pakistán, pero sin la necesidad de enviar tropas, declarar la guerra o alimentar con más presos la cárcel de Guantánamo. Los drones borran la línea que separa la guerra de la paz.
Detengámonos ahora en la Argentina. No resulta difícil, siguiendo una idea de Pablo Stefanoni, identificar en la ilusión posmoderna de que es posible obtener placer sin sufrir dolor el tono que está asumiendo la campaña electoral y, en particular, la estrategia de los “políticos commodity” estilo Scioli, Massa e Insaurralde (aunque no sólo de ellos: Macri también intenta recorrer este camino, aunque por momentos no pueda evitar, casi inconscientemente, definiciones más sinceras). ¿A qué me refiero? A las promesas de Asignación Universal sin aumentar los impuestos, más poder a la policía sin torturas en las comisarías, 82 por ciento móvil bajando retenciones y Ganancias, más calidad educativa sin pelearse con los gremios, baja inflación sin ajuste...
Maestros en el arte de eludir definiciones fuertes, los políticos-commodity pueden, como Scioli, visitar el stand de Clarín el sábado y homenajear a Zaffaroni el miércoles, prometen, como Massa, cambiar lo malo dejando lo bueno, o directamente dudan entre jugar de un lado o del otro, como Insaurralde. Si los drones difuminan la línea que separa la guerra de la paz, ellos sobrevuelan con asombrosa agilidad la frontera entre gobierno y oposición que el kirchnerismo tanto se esfuerza en subrayar. Y al hacerlo suscriben la línea de Zizek de que la ideología de la posmodernidad es la no-ideología, versión global de la famosa frase que Fabio le hace decir a Gatica (“yo nunca me metí en política, siempre fui peronista”) y que la galaxia nac&pop nunca se priva de citar.
Se trata, como señalamos en otra oportunidad, de dirigentes pertenecientes a una generación que nació en los ’90 y creció durante el kirchnerismo, que combinan astutamente política, espectáculo y deporte y que, con la plasticidad de un contorsionista, practican el peronismo axiomático: un peronismo que no se proclama ni se justifica; se ejerce (contra lo que a veces se dice, el peronismo, al menos en su fase posmoderna, demanda una carga ideológica bastante relativa. Como Cualquiera puede cantar, el enorme disco de Los Auténticos Decadentes, hoy cualquiera puede ser peronista, mientras que la exigencia ideológica del otro gran partido popular, el radicalismo, se ha hecho mayor: tal vez porque es una fuerza a la defensiva, no cualquiera puede ser radical).
Pero no nos desviemos. Lo que quiero subrayar aquí es el tono general que está asumiendo la campaña, la ilusión de placer sin dolor. En el fondo, lo que se esconde detrás de esto es la pregunta de hasta qué punto el kirchnerismo opera como un sistema cerrado, si es posible descomponerlo en piezas buenas y piezas malas y lograr que, ya mejorado, siga funcionando. ¿Será posible? Por un lado, asumirlo como un todo incriticable, como núcleo compacto que sólo puede ser tomado o rechazado en su conjunto equivale obviamente a negar cualquier corrección, incluso las que el mismo Gobierno ensaya y que sólo son defendidas por el kirchnerismo sunnita una vez que han sido anunciadas. Es la idea del kirchnerismo esférico: un kirchnerismo sin dobleces, contradicciones ni ángulos escondedores. Pero también hay que reconocer que existen algunas líneas estructurales que resultan difíciles de alterar. Por ejemplo, la que conecta a las políticas sociales, que exigen un gran esfuerzo fiscal del Estado, con las retenciones a las exportaciones, que hoy explican el 11 de la recaudación, a ellas con la soja, y a la soja con el glifosato: el hilo rojo que va de la Asignación Universal a Monsanto.
Por supuesto, ningún candidato hace campaña prometiendo penurias. Pero la idea de una ausencia total de efectos secundarios crea la ilusión de un mundo dorado en donde las decisiones políticas no generan ganadores ni perdedores, un paraíso win-win tan seductor como inverosímil.
* Director de Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur, www.eldiplo.org

HASTA AHORA, LAS PERICIAS APUNTAN A QUE EL FISCAL SE DISPARO A SI MISMO El tiro del final

Por Raúl Kollmann
El expediente judicial por la muerte de Alberto Nisman avanza en varias líneas, pero con una afirmación que sobrevuela todo: en el deceso del fiscal no actuó ninguna otra persona. El se disparó a sí mismo. La cercanía del tiro a menos de un centímetro, el hecho de que no haya rastros de pelea en el baño, que Nisman no tuviera heridas defensivas y, desde el viernes, la verificación de que las muestras de ADN encontradas en el baño son exclusivamente del propio Nisman, configuran un cuadro probatorio que indica que el fiscal se sentó en el baño y se disparó. Aun así, hay que confirmarlo con pruebas que faltan. La fiscal Viviana Fein, supervisada por la jueza Fabiana Palmaghini, tiene la obligación de investigar si hubo presiones o inducción al suicidio. En ese terreno, avanzan sobre todo lo que rodeaba a Nisman: su trabajo, el sorpresivo viaje de regreso, el extraño informático Diego Lagomarsino –que viajó con él varias veces al extranjero–, los cuatro celulares del fiscal, sus computadoras y el movimiento en el edificio Le Parc.

Disparo

Por ahora, el punto nodal del expediente es la autopsia. Lo que concluyeron los doctores Héctor Di Salvo y Fernando Trezza, supervisados por el decano Luis María Godoy, es que “no hubo presencia de terceras personas en la muerte del doctor Nisman”.
Los forenses se basaron en tres cosas:
- La distancia del disparo, menos de un centímetro.
- El cuerpo exhibía espasmo cadavérico, lo que significa que en vez de un relajamiento, por la cercanía del disparo, el cuerpo adquirió rigidez inmediata. Es por eso que el dedo quedó doblado, en la posición en que efectuó el disparo.
- Nisman no tiene lesiones defensivas, es decir que no participó de una pelea antes de su muerte.
A esto se agregan dos datos que tienen que ver con la escena de la muerte.
- No hay rastros de lucha en el baño. Ni arrastramiento del cuerpo ni sangre esparcida en distintos lugares.
- Todo indica que el fiscal se pegó el tiro sentado sobre el inodoro y cayó hacia la puerta, bloqueándola. Eso hacía imposible abrir la puerta desde afuera del baño sin producir un arrastramiento. Así lo encontraron los custodios, pero estaba su madre como testigo.
El viernes, la fiscal Fein comunicó que todas las muestras de ADN recogidas en el baño pertenecen al propio Nisman. Se tomaron muestras del short, la remera, la pistola, el cargador, cartuchos y vainas. No se especificó si las muestras surgieron de la sangre que quedó en una mancha de unos 70 centímetros o si también se hizo lo que se llama ADN de contacto, es decir de las células que quedan de la piel en el arma. Cuando se le preguntó a la fiscal por qué no hay ADN del informático Diego Lagomarsino en la pistola, la fiscal contestó que “una huella (la de Nisman) tapó la otra (la de Lagomarsino)”.

Secuencia

La fiscal está esperando que la ex esposa de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, que representa a las hijas como querellante, presente peritos de parte para revisar, por ejemplo, las cámaras de seguridad. Fein quiere ver si la secuencia relatada por el informático Diego Lagomarsino es verídica. Hay un dato que vertió el subordinado de Nisman y que encaja con que el fiscal se haya disparado a sí mismo.
Lo primero es que lo citó el sábado a las tres, cuatro o cinco de la tarde (está en duda) y la realidad es que lo hizo exclusivamente para pedirle la pistola. Lo notorio es que no se la pidió para el día siguiente o el lunes, sino que lo mandó de inmediato a su casa a buscarla. Es decir que lo obligó a hacer un viaje de Puerto Madero a Martínez a buscar el arma.
Cuando Lagomarsino llegó a su casa, estaba su esposa con unas amigas y no quería sacar el arma delante de ellas. Eso implicó una demora. Llama la atención que en ese momento vuelve a comunicarse Nisman para preguntarle si encontró la pistola y por qué se estaba demorando.
Por último, está claro que el fiscal quería la pistola de inmediato, por lo que obligó a Lagomarsino a volver desde Martínez a Puerto Madero, ya a las ocho de la noche. No le dijo al informático: “dejá, me la traes mañana o el lunes”.
Como publicó este diario, una jueza amiga de Lagomarsino se comunicó con Página/12 el miércoles 21 de enero. El informático había estado en casa de la magistrada y le contó todo lo ocurrido aquel sábado en que le llevó el arma. Lagomarsino dijo en casa de la jueza: “Ahora, atando cabos, me doy cuenta de que cuando me pidió el arma, Alberto (por Nisman) ya sabía lo que iba a hacer”. Se trató de una clara referencia a que Nisman ya tenía tomada la decisión de dispararse a sí mismo.
Cuando le tome declaración otra vez, la fiscal Fein va profundizar sobre todo esto. Antes querrá ver si la secuencia relatada por Lagomarsino se verifica en las imágenes de las cámaras de seguridad.
Este diario también ratifica que Lagomarsino le dijo a su jueza amiga que Nisman recibió un llamado de Jaime (Stiuso) advirtiéndole que no confiara en su custodia y que les pusiera seguridad a sus hijas. Si el informático no lo declara, la jueza se presentará ante la fiscal.

Escuchas

De acuerdo con lo declarado por colaboradores de Nisman, éste esperaba que le entregaran una serie de escuchas para fortalecer la denuncia que presentó contra la Presidenta, el canciller Héctor Timerman, el diputado Andrés Larroque, los dirigentes Luis D’Elía, Fernando Esteche y el referente chiíta argentino Yussuf Khalil. Por lo que dijeron los empleados, esas escuchas nunca le llegaron a Nisman.
La fiscal, sobre la base de esas declaraciones, está mirando qué trascendencia tuvo esto en la muerte del fiscal.

Laboratorios

Se esperaba para este fin de semana el estudio toxicológico, complementario de la autopsia. Es el que puede indicar si Nisman consumió o lo hicieron consumir un fármaco. La hipótesis que Fein necesita descartar es que al fiscal lo hayan dormido y que, estando inconsciente, armaron una escena de suicidio. Se trata de una alternativa muy remota que ni siquiera encaja con la forma en la que se encontró el cuerpo, trabando la puerta de entrada al baño.
El otro estudio pendiente es la anatomopatología, también complementaria de la autopsia. Es un estudio de varios órganos y del orificio del disparo. La piel que rodea el orificio se analiza microscópicamente y ahí se ratifica la distancia del disparo. De todas maneras, hay muy pocas chances de que forenses de tanta experiencia como Di Salvo y Trezza se hayan equivocado.

Informática

Los peritos de parte que presente Arroyo Salgado seguramente también intervendrán en las pericias sobre los cuatro teléfonos de Nisman y sus computadoras. Las comunicaciones encierran parte de la vida privada del fiscal, por lo cual Fein quiere que su familia asista a los trabajos que se hagan.
Hay que ver si en esos celulares y en las computadoras se puede encontrar algo que oriente sobre el desenlace del domingo 18 de enero. Y no sólo lo que ocurrió ese día o el anterior, sino también en las jornadas previas a la vuelta de Nisman a la Argentina cinco días antes, en plena feria judicial.

Contraprueba

Durante la semana que empieza mañana, se intentará hacer una especie de contraprueba respecto del barrido electrónico de la mano de Nisman. Como ya se sabe, no aparecieron rastros de plomo, bario y antimonio en gases emitidos por el fulminante.
La contraprueba es poco confiable, porque una clave es cuánta pólvora tenía el proyectil que, en principio, se disparó el propio Nisman. Sucede que se trata de una bala vieja, de un lote que Lagomarsino tenía guardado junto con el arma. El problema es que esos proyectiles pueden tener determinada cantidad de pólvora en una bala y poca en otra.
De todas maneras, la pericia se hará y va a ser otro dato a incorporar en el expediente.

Inteligencia

Durante los próximos días seguirá declarando el personal de la Unidad Especial AMIA. Seguramente le permitirá a la fiscal y a la jueza tener una idea del estado de ánimo del fiscal, las escuchas que le prometieron y las presiones que podría estar sufriendo. Por lo que sabe –según declaraciones de quienes hablaron con él ese sábado a la tarde–, Nisman estaba muy preocupado por la audiencia en el Congreso: si los legisladores del Frente para la Victoria le iban a hacer preguntas o no; si se iba a permitir la presencia de cámaras. En todo este tema Fein también está trabajando.
Era pública la relación de Nisman con Stiuso y con los integrantes de la Secretaría de Inteligencia. Sin embargo, hasta ahora no se determinó quién en concreto trabajaba con él y la lógica indica que deberán ser llamados a declarar.
Parece nítido que el regreso intempestivo de sus vacaciones jugó un papel de importancia en el desenlace final. Quienes deberían responder preguntas sobre eso no sólo están entre los que eran los empleados en la Fiscalía sino también en quienes estaban o están en la Secretaría de Inteligencia. Es público y notorio que una hipótesis de lo que pasó –sobre todo la denuncia contra la Presidenta– es que se trató de una operación de respuesta al descabezamiento de la SI. Por ahora no se dio ningún paso para investigar en esa dirección.
raulkollmann@hotmail.com

› LAS JOYAS OCULTAS EN EL ESCRITO DEL EX FISCAL DE LA CAUSA AMIA Nismanismos

Por Horacio Verbitsky
El escrito acusatorio contra la presidente CFK y su ministro de Relaciones Exteriores Héctor Timerman fue presentado el miércoles 14 de enero y difundido por la Corte Suprema de Justicia el lunes 19, al día siguiente del hallazgo del cuerpo sin vida del fiscal Nisman en el baño de su departamento en Puerto Madero. Muchos detalles de su contenido requieren una paciente lectura, incompatible con la respuesta rápida del periodismo, sobre todo cuando los hechos se suceden en forma vertiginosa y múltiples fuentes se superponen con versiones tan contradictorias como interesadas. Pero en cada relectura, alguna de sus 289 fojas puede arrojar alguna sorpresa que si bien no conduce a la solución del enigma de su trágica muerte, ayuda a comprender la situación general de la que el fiscal fue voluntario o involuntario protagonista.

La lealtad de los espías

Una de las cosas que saltan a la vista de inmediato es la escasez de fundamentación jurídica del dictamen: apenas va de la foja 280 a la 282. Se titula “Breves consideraciones normativas”, no contiene citas de doctrina ni jurisprudencia y apenas enumera los artículos del Código Penal que habrían violado la presidente y su canciller: 241, 248 y 277, por encubrimiento agravado, impedimento o estorbo de un acto funcional e incumplimiento de sus deberes como funcionarios públicos. Pero en lecturas sucesivas es posible descubrir que lo que Nisman intenta preservar es la confidencialidad de las informaciones recibidas de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos e Israel. La transcripción es contundente: “Desde el momento en que se suscribió el acuerdo con Irán, a esta altura ya se sabe, un instrumento cardinal en la maniobra de encubrimiento, se consumaron serias afectaciones al normal desenvolvimiento de los intercambios de información, elementos y demás piezas probatorias relevantes para la pesquisa del caso AMIA, implementados a través de los mecanismos de cooperación judicial internacional. El acuerdo firmado con Irán se traduce en restricciones y serias afectaciones a la recepción de información y documentación probatoria aportada por terceros estados para ser agregada al expediente judicial. Como bien se sabe el acuerdo con la República Islámica incluye, entre sus disposiciones, la obligación de entregar la totalidad de las actuaciones en trámite ante la justicia argentina –no a los imputados, lo que corresponde por derecho– para su revisión por parte de la Comisión de la Verdad prevista en el convenio para su posterior comunicación al gobierno de la República Islámica de Irán. Justamente la eventual puesta en conocimiento de las autoridades iraníes de informaciones, investigaciones, revelaciones y/o conclusiones elaboradas por organismos y/o agencias extranjeras, constituye una severa perturbación a dichos canales internacionales que nutren a la causa de elementos probatorios de interés, lo que claramente se erige en una traba que opera en detrimento de la investigación” (ff. 281-282). Esto confirma el cordón umbilical que unía a Nisman con la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, como lo revela la sucesión de despachos enviados a su cancillería, sistematizados en sus libros Argenleaks y Politileaks por Santiago O’Donnell, en los que se muestra cómo, en palabras del propio O’Donnell “Nisman recibía órdenes directas de la embajada estadounidense de no investigar la pista siria y la conexión local y de dar por cierta la culpabilidad de los iraníes, aunque ningún juicio se había realizado. Que Nisman le anticipaba sus dictámenes y los fallos del juez Canicoba Corral a la embajada con varios días de anticipación. Que una vez Nisman llevó a la embajada un dictamen de dos carillas y que la embajada lo mandó a corregirlo, entonces Nisman volvió unos días después con un dictamen de nueve carillas que sí fue aprobado por la embajada y recién entonces presentado en la causa. Y que otra vez Nisman pidió perdón tantas veces por no avisar que pediría la captura de Menem, que los diplomáticos tuvieron que escribir tres cables distintos para dar cuenta de sus sucesivas ampliaciones de sus pedidos de perdón y de sus promesas de que no volvería a suceder. Todo eso reflejaba una falta de independencia del fiscal nada menos que ante una potencia extranjera, por muy amiga que fuera”.

En defensa propia

Otra comprobación llamativa es que Nisman habla de sí mismo en diferentes tramos del dictamen, cosa que no es en absoluto usual. Ya en la foja 5, dice que “se lanzó una feroz campaña de descrédito hacia la investigación del caso”; en la 150 agrega que los partícipes del encubrimiento intentaban “remover al suscripto de su cargo”; elogia “los significativos avances” que él mismo obtuvo (f. 154) y las cosa que “logró demostrar de manera sólida y contundente” (f. 156); en la 182 denuncia una “campaña de descrédito” en su contra, en la siguiente alega que el “objetivo clave” de apartarlo de la causa debía lograrse “mediante el descrédito personal y/o la deslegitimación de la pesquisa”, y en la 184 insiste en que su alejamiento de la causa AMIA, “beneficiaría sin duda el plan encubridor que aquí se detalla y se denuncia”. Como no acepta ningún cuestionamiento a su tarea, basada como le recordó el juez Rodolfo Canicoba Corral, en los aportes de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos e Israel, Nisman opina que “lo único que necesita ser destrabado en esa causa es la firme negativa de Irán a extraditar a sus nacionales, para ponerlos a disposición de la Justicia argentina. El memorando de entendimiento está lejos de solucionar este problema” (f. 160).
Es posible comprender semejante grado de involucramiento personal en una causa tan inflamable. Pero esto conspira contra la necesaria imparcialidad y la pobre presentación de las pruebas. También contribuye a entender las razones del fiscal para presentar un trabajo ostensiblemente inconcluso desde el punto de vista de la investigación de los hechos, ya que Nisman no llegó a cotejar lo que sostenían quienes hablan en las 5.000 horas de grabaciones de los números telefónicos de una sola persona, Jorge Khalil (esto quiere decir un año completo durante 16 horas de vigilia por día), con los datos objetivos. Por ejemplo, la fuente que menciona una presunta emergencia energética
(f. 7) y el supuesto interés argentino en “intercambiar lo de aquellos por granos y carne” (f. 206) es el experto granbonaerense del barrio El Tambo Luis D’Elía. Quien dice que la Argentina tiene necesidad del petróleo iraní es el líder de la comunidad islámica argentina Jorge Khalil, a quien uno de los acusados por la voladura de la AMIA, Mohsen Rabbani le responde que hay interesados iraníes en vendérselo (ff. 97-98, 147). Esto es obvio, dadas las restricciones que Irán enfrentaba para vender petróleo, dadas las sanciones que Estados Unidos logró imponerle. Esto no equivale a decir que la Argentina realmente estuviera interesada en comprarlo. En el escrito no consta un solo intento de Nisman por verificar si el 1,3 por ciento de azufre que contiene el petróleo iraní permite su procesamiento en las refinerías argentinas, que trabajan con petróleos con 0,2 por ciento de azufre, seis veces menos. Tampoco se advierte que haya procurado confirmar con Interpol si el gobierno argentino había tratado de alguna manera de conseguir el levantamiento de las alertas rojas contra los imputados iraníes. De haberlo hecho, hubiera caído con estrépito la columna vertebral de su acusación y Nisman se hubiera ahorrado el escarnio de la contundente desmentida posterior del secretario general de Interpol, Ronald Kenneth Noble.

¿Quién es Noble?

En otro despacho al Departamento de Estado, firmado en 2006 y que lleva el número 2745 en la colección Wikileaks, el embajador en Buenos Aires Earl Anthony Wayne cuenta que el 22 de enero de ese año, Nisman viajó con funcionarios de la cancillería argentina a Lyon, sede de Interpol, para presentarle a Noble “nuevas evidencias” a favor de las alertas rojas, pese a lo cual el Secretario General postergó la decisión hasta la reunión del Comité Ejecutivo programada para dos meses después. Agrega que el vicecanciller Roberto García Moritán le pidió los “silenciosos esfuerzos diplomáticos” de Estados Unidos con vistas a esa reunión, y Wayne pidió a su gobierno que hiciera todo lo que estuviera a su alcance ya que si Interpol no emitiera las alertas rojas, “esto sería visto como una victoria de Irán”. García Moritán le contó al embajador Wayne que la reunión de la delegación argentina con Noble y otros funcionarios “comenzó muy mal cuando los funcionarios de Interpol preguntaron si Nisman había traído a Lyon algo más que la ‘basura’ que presentó el ex juez Galeano en 2005”. El 30 de enero Nisman se reunió con el embajador, su segundo y el representante del FBI en la embajada, y les dijo que había hecho progresos para convencer a los principales funcionarios de Interpol, pero que era crucial asegurar que Interpol recomendara al Comité Ejecutivo apoyar la solicitud argentina de las alertas rojas, ante la que Irán había replicado amenazando con emitir una orden de captura contra Nisman y todos quienes repitieran sus “difamatorias afirmaciones” sobre la República Islámica. El canciller Jorge Taiana, en consulta con el presidente Kirchner, decidieron presentar una protesta formal por esa intimidación. En su comentario final, el embajador Wayne escribió que “seguimos preocupados por la aparente predisposición del Secretario General Noble de alinearse con el Gobierno de Irán”, por lo cual recomendó que continuaran las expresiones de apoyo del gobierno y del Congreso de los Estados Unidos, como la carta que el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Tom Lantos, envió a Noble. Como se puede apreciar, fue necesaria la presión política de los gobiernos de Washington y Buenos Aires para que Interpol dictara las alertas rojas, porque las pruebas de Nisman no eran demasiado convincentes. Este cable muestra que Noble no hubiera sido un obstáculo para el levantamiento de las alertas rojas si Timerman se lo hubiera pedido, cosa que de acuerdo a su experiencia previa Nisman sabía muy bien, y potencia más aún su certificación de que por el contrario el gobierno argentino hizo todo lo posible para que las mantuviera en efecto aún después de la firma del Memorando de Entendimiento. Es comprensible que los iraníes grabados por Nisman lo llamaran ruso de mierda. Más difícil es entender por qué el rabino Sergio Bergman pidió su expulsión de la AMIA, repitiendo la historia de hostilidad que padeció su padre cuando fue secuestrado por la dictadura militar y la DAIA protestó ante las organizaciones judías de otros países que reclamaban su libertad. Como el propio Jacobo Timerman narró en su libro Prisionero sin nombre, celda sin número, esa dirigencia defendió a la dictadura, alegando que no había antisemitismo en la Argentina y que denunciar todos los casos que se registraban ponía en peligro la vida comunitaria, como le llaman al normal funcionamiento de la DAIA y la AMIA.

Un tema no judiciable

En varios tramos, el fiscal aclara que la celebración de un acuerdo con una nación extranjera es un acto de gobierno que la Constitución faculta a realizar al Poder Ejecutivo, con acuerdo del Congreso, como ocurrió en este caso. “Debe quedar claro que no se está cuestionando un cambio de política exterior - resorte exclusivo del Poder Ejecutivo Nacional y por lo tanto tema no judiciable”, sostiene en la foja 59; en la 61 explicita que la presidente “cuenta con la potestad constitucional de concluir y firmar tratados y celebrar negociaciones para el mantenimiento de las buenas relaciones con las naciones extranjeras (art. 99 inc. 1 y 11 de la Constitución nacional). Nada de ello está en discusión”. Agrega que “si bien la materia, oportunidad y conveniencia de lo actuado resulta ajena al conocimiento de los jueces, el Poder Judicial se encuentra obligado a intervenir cuando la ejecución de ciertos actos, aún dentro de las competencias asignadas constitucionalmente, conlleve la comisión de delitos”. Pero luego discute sobre la interpretación del Memorando y señala como parte del alegado plan criminal que CFK haya presentado la firma como “un logro histórico” y “una victoria”. La libre interpretación de Nisman fue que su propósito era “mantener oculto el verdadero sentido del Memorando de entendimiento”, que a su juicio era “brindar un marco jurídico creíble para instrumentar solapadamente la impunidad de los acusados iraníes y así viabilizar políticamente el acercamiento geopolítico y comercial con Teherán” (f. 205).

Un rosario de mentiras

“El plan tenía sello presidencial. Esto es de una gravedad institucional inusitada. La orden para ejecutar el delito provino directa y personalmente de la presidente”, que es “la autora intelectual” (f. 135). La señora presidente “ha emitido una expresa directiva para que se diseñara y ejecutara un plan de encubrimiento”, que califica como “vil maquinación” (f. 200), cuyo objetivo era “desvincular a los acusados de nacionalidad iraní de la causa por el atentado a la sede de la AMIA, a efectos de brindarles impunidad definitiva” (f. 265). La única prueba de semejante acusación consiste en grabaciones de Allan Bogado, a quien Khalil menciona como “jefe de la SIDE” (f. 246) y de quien Nisman dice que “poseía información privilegiada y verídica de la salud de la primera mandataria” y por lo tanto “pertenece al entorno más cercano a la presidente. De lo contrario, nunca se le hubiera encargado una tarea en extremo sensible: ejecutar una acción delictiva por directa orden de la Sra. Presidente” (f. 248). Una vez establecidas ambas conclusiones como si fueran dos premisas, hay espacio para cualquier manipulación. En sus diálogos con Khalil, Allan dijo que el trato “está cerrado muy arriba” (f. 250), lo cual para Nisman quiere decir Cristina. Además, a pedido de Khalil, Allan prometió conseguirle cargos en la Aduana para gente de la comunidad chiita. La conclusión de Nisman es que Allan fue un actor central para abrir puertas a los contactos locales de los imputados iraníes, lo cual indica que “existió una orden, desde lo más alto del poder, que había autorizado determinados accesos, contactos y facilidades a los referentes de Irán en la Argentina, dentro del contexto mucho más amplio que significó el plan de impunidad” (f. 251). También considera llamativo que Allan “no haya considerado actuar en forma encubierta. Ello sólo puede deberse a la circunstancia, como ya se demostró, de que estaba actuando por órdenes superiores” (f. 253). Al fiscal no se le ocurría otra posibilidad, entre otras cosas porque ignoraba que el gobierno nacional había denunciado a Bogado ante la Justicia como falso influyente ante la Aduana. Esta intriga da más para una denuncia contra Bogado por estafa, como otras que ya enfrenta por no pagar el alquiler y cargarlo sobre los garantes cuya identidad había usurpado. Es decir, la única prueba de que Cristina ordenó cometer un delito es que Allan Bogado conocía antes de que fuera pública información sobre la salud presidencial y que Luis D’Elía dijo que se reunió con Julio De Vido para tratar sobre las relaciones comerciales con Irán “por orden de la Jefa” (f. 230). Establecido mediante esta petición de principios que Cristina es culpable, Nisman utiliza los dichos de Allan acerca de los cambios geopolíticos (“ya estamos en otro país, es otra situación mundial y hay que trabajar en otro contexto”, afirma en la foja 102) con el discurso oficial que construía la señora presidente, “muy distinto a la realidad que manejaban los partícipes de su plan” (f. 141). Nisman se refiere así a la afirmación presidencial al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso de 2013 de que “no voy a permitir que esta tragedia terrible que nos ocurrió a los argentinos sea utilizada como pieza de ajedrez en el tablero internacional” y la califica como un “rosario de mentiras” (f. 141).

libros DOMINGO, 1 DE FEBRERO DE 2015 LA OTRA PATRIA

Por Juan Pablo Bertazza
En el marco de la Guerra Gaucha, las mujeres salteñas cuyos hijos, maridos y hermanos libraban la pelea en los ejércitos patriotas se las ingeniaban para realizar numerosas operaciones de espionaje a favor del general Güemes: desde su infiltración en los ejércitos realistas para seducir y averiguar hasta la redacción de mensajes en clave que ocultaban en los huecos de los árboles o en el ruedo de sus polleras. Un verdadero movimiento transversal que estaba integrado por representantes de encumbrada posición social –la propia hermana de Güemes y Doña María Loreto Sánchez Peón de Frías, por ejemplo–, pero también por mujeres del pueblo, mestizas y hasta esclavas. Esas mujeres que durante tanto tiempo fueron ignoradas en el discurso de la historia oficial son parte fundamental de la primera novela de Elsa Drucaroff, La patria de las mujeres, que acaba de ser reeditada por Marea.
En todo caso, el gran tema de La patria de las mujeres es la rebeldía: no sólo la de las rebeldes como Loreto, que se desempeñó como jefa de Inteligencia de la vanguardia del Ejército del Norte desde 1812 hasta 1822, sino también la de algunas mujeres que prefirieron oponerse, por ejemplo, al matrimonio por conveniencia. Es el caso de Mariana Mercedes Molina, otra de las grandes protagonistas del libro, que no sólo se niega a casarse con el acaudalado comerciante de Lima que había pautado con su padre sino que incluso se enamora de Gabriel Mamaní, un mestizo con un extraordinario talento para tallar. Gabriel corresponde el amor de Mariana, rebelándose, a su vez, contra el destino que había decidido para él su protector Fray Hernando, párroco de la Iglesia de San Francisco.
“Cuando era muy joven viajé a Ouro Preto (Minas Gerais, Brasil) de mochilera y descubrí las esculturas de Aleijadinho, un esclavo del Brasil colonial que se me filtró en la creación del personaje de Mamaní porque noté algo impresionante: sus esculturas, aunque eran religiosas, tenían sutilísimas marcas personales inconscientes que la Iglesia no advertía. Recuerdo por ejemplo unos angelitos que exhibían un tremendo agobio, y ahí estaba la marca de su clase, ahí estaba el artista”, revela Elsa Drucaroff, desde una mesa alejada, en un café de San Cristóbal.
Mientras algunos escritores sienten vergüenza de su primera obra, o directamente la sacan de circulación, vos reeditás la tuya.
–Y... es lindo, además fue el comienzo de una saga y yo sigo pensando que la continuación de este libro, La conspiración de Güemes, es mi mejor novela. Más allá de que algunos de los personajes cambian, y la historia y la época histórica son distintas, no pudo haber existido sin La patria de las mujeres, también por eso le tengo mucho cariño. No hubo corrección, la verdad es que la releí y siento que la novela se la banca.
Una de las columnas que la sostienen es, precisamente, el rigor de la investigación histórica.
–Es una novela histórica tradicional. Y es una novela histórica cruzada con espionaje y policial, que son géneros mucho más cercanos en el tiempo. Me gusta mucho jugar con los géneros masivos y populares. Me encanta investigar el teatro histórico real y armarlo como un tinglado donde poder incluir personajes imaginarios, me gusta mucho porque es como jugar a dios.

GÜEMES ENAMORADO

El título, la trama y hasta la dedicatoria (“Para Alejandro Horowicz, para Ignacio Apolo, varones de una patria de mujeres que está por construirse”) de la primera novela de Drucaroff, que salió originalmente en 1999, apuntan a destacar la importancia y el rol de mujeres con diferentes grados de protagonismo pero intensa identidad: desde la sabia Loreto hasta la esclava negra Benita –quien, en su momento, será blanco de sospechas de traición cuando el grupo de las bomberas pierde a una de sus integrantes, y logra revertir cualquier estigmatización en su contra–. Personajes femeninos complejos que parecen sobreponerse a la misoginia de hombres tan planos como el párroco Fray Hernando y la tremenda asfixia del clima católico.
“Ninguna de las religiones tiene una posición interesante con las mujeres, por supuesto tampoco el cristianismo, que logró que todas las mujeres del mundo estén en falta por hacer aquello que es necesario para ser madres, tener sexo. Todo porque inventó una madre que no tuvo sexo: pocas operaciones más perversas y más brillantes para constituirnos inmediatamente a todas en infames”, concluye Drucaroff.
Subyace en la novela una posición feminista poco ortodoxa.
–El feminismo es los feminismos, un cuerpo teórico fascinante y lleno de debates. Yo no me caso con ningún dogmatismo, a mí me parece que construir una sociedad con relaciones democráticas de género no se puede hacer sin tener también como aliados a los varones. La tarea de las mujeres es conseguir aliados varones, aunque hay muchos casos perdidos porque están los que no quieren ceder su lugar de poder y los que sí pero son cagones, y no están dispuestos a revisar nada porque les tiembla mucho el piso.
¿Qué cambios percibís, en ese sentido, en estos quince años que pasaron desde la primera publicación de La patria de las mujeres?
–Bueno, tenemos una mujer presidenta pero también hubo cosas que empeoraron, por ejemplo el aumento de casos de violencia de género. Yo no estoy de acuerdo en muchas cosas con ella, pero la vez pasada leí un libro de Andrea D’Atri, fundadora de la agrupación Pan y Rosas, y algunos datos que maneja me abrieron la cabeza: en un momento donde para ciertas mujeres hay derechos democratizados, más del 70 por ciento de la clase obrera planetaria son mujeres, y de esa cifra un porcentaje más alto aún trabaja en condiciones de semiesclavitud.
Incluso libres, independientes y combativas, las mujeres de esta novela no dejan de tener una referencia masculina: la del general Martín Güemes quien, no obstante, tiene una aparición tan fugaz como extraña: “Era un hombre alto y fornido, usaba una chaqueta punzó con alamares dorados, pantalones blanquísimos, un sombrero militar con plumas y una capa corta de caballería, también color grana”.
En ese imprevisible encuentro que mantiene con Loreto, Güemes no sólo la convence de rodearla de hombres para protegerla, porque “un ejército debe cuidar a toda costa a su jefa de Inteligencia” sino que además le explica por qué decidió utilizar un atuendo tan ridículo: “Lo hago cada tanto. Me visto como para desfile, me interno por los matorrales, cabalgo por el camino... hay que forjar leyenda para generaciones futuras”.
¿Cómo se te ocurrió la construcción de un Güemes tan especial?
–Se la debo a Paula Viale, mi editora de ese entonces de Sudamericana que, ante mi negativa de incorporarlo como personaje, me recomendó que hubiera, aunque sea, algún resplandor de él. Buena parte de la novela la escribí durante seis días que pasé en La Plata, donde fui a refugiarme a una pensión para estudiantes. Trabajaba hasta nueve horas por día, almorzaba en un comedor con mesas colectivas llenas de gente aunque no hablaba con nadie. Estaba muy metida en el mundo creativo, y me agotaba porque eran todas aventuras las que vivía. En un momento me estaba dando una ducha y empecé a cantar, y me di cuenta de que había usado las cuerdas vocales por primera vez en tres días. Bueno, una de esas noches me fui sola a ver Shakespeare in Love, una peliculita muy linda donde la reina Isabel aparece totalmente lejana, distante, casi en joda, todopoderosa, como un deus ex machina. Así pensé la aparición de este Güemes omnisciente y casi ridículo. Además hay un chiste: no hay retratos sobre Güemes, nadie sabe cómo era físicamente y la única descripción documentada que hay es la del general Paz que, por obvias razones, no lo quería y se burlaba de que era gangoso. Después está lo que dice la aristocracia salteña que, más allá de que después intentaría mitificarlo, tiene amplia responsabilidad en su asesinato.

COMO VIENE LA MANO

“Las generaciones de la posdictadura cargan con la angustia y con la lucidez de que estar arriba de la torre es estar presos, y desde esa angustia y esa lucidez escriben”, se lee en Los prisioneros de la torre (2011), libro en el que Drucaroff sistematizó sus lecturas y reflexiones en torno de la literatura de escritores jóvenes o emergentes que habían publicado hasta el año 2007. Elogiado y atacado casi en dosis iguales –pero nunca tratado con indiferencia–, la obra en cuestión anticipó tanto a los lectores de las nuevas narrativas como también a sus más fervientes detractores, en tanto demostró que esas obras emergentes ya estaban en edad de merecer: de merecer una lectura seria. Casi al mismo tiempo que ponía punto final a ese libro de más de quinientas páginas, Drucaroff complementaba su labor al publicar una antología que incluía ahora cuentos, poemas, crítica, teatro y entradas de blogs de algunos de esos autores.
Teniendo en cuenta que muchas de las obras analizadas en aquel libro eran primeras novelas, ¿bajo qué parámetro de Los prisioneros de la torre habría que leer La patria de las mujeres?
–La novela tiene las marcas de su tiempo: un escepticismo propio de finales de la década del ’90. La patria de las mujeres está escrita con la vieja pasión infantil que tenía por las novelas de aventura. Durante toda mi niñez fui una gran lectora de Salgari y Verne, y siempre quise que hubiera una novela de aventuras para chicas: los personajes femeninos de las novelas que yo amaba se desmayaban en los momentos de peligro y se morían rápido para dejar a los viudos tristes y llorosos pero libres para emprender sus aventuras, y yo siempre quise hacer una novela con heroínas, escribir la novela que siempre quise leer.
¿Qué cambios pensás que hubo en las nuevas narrativas en los últimos años?
–Creo que hay una especie de cuenta que empieza a saldarse con el pasado traumático de la dictadura, y un ejemplo de eso podría ser La apropiación, de Ignacio Apolo, donde la dictadura y la culpa aparecen, pero como un mambo absolutamente extemporáneo. Estoy fascinada con El rey de los espinos, de Marcelo Figueras, porque ahí se lee un imaginario político que junta dos Argentinas que antes eran inconciliables para la generación de Figueras: la Argentina escalofriante de la dictadura y la de una democracia corrupta, protagonista de un nuevo genocidio, el de los pobres. La conciencia histórica en El muchacho peronista es fuerte, pero es la conciencia de no tener conciencia, la falta de raíces, y ahora es todo lo contrario: Figueras puede hacer ese coágulo ficcional tan lúcido porque entiende de dónde vendría un mundo como el que protagoniza la Argentina futurista de la novela, buceando en las raíces de la dictadura, y puede entender la guerrilla, a la vez, con lo bueno y con lo malo.
¿Hay algo de lo escrito en Los prisioneros de la torre de lo que quizá te arrepientas?
–En el libro planteaba también la existencia de un movimiento que fue muy importante para la nueva narrativa y que consiguió muchas cosas, sobre todo visibilizarla. Mi libro quiso acompañar ese movimiento, pero quizá se entusiasmó más de la cuenta. No me arrepiento porque prefiero equivocarme por entusiasmarme más de lo aconsejable que por ser uno de esos forros escépticos que ven pasar el tren de la historia por sus narices mientras pronuncian una frasecita divina de Puán 460. Quizá podría haber sido un poco más prudente, pero prefiero seguir siendo joven.

OPINION Sin corbata

Por Alfredo Zaiat
El triunfo de la izquierda de Alexis Tsipras en las últimas elecciones en Grecia y el nombramiento de Yanis Varoufakis (foto) como ministro de Economía han sacudido a una Europa en crisis, con derivaciones aún imprevistas pero excitantes ante la soberbia de los promotores de la austeridad. La irrupción de Syriza, y el crecimiento del partido Podemos en España, en un escenario dominado por una elite gobernante en la Unión Europea remite al proceso político latinoamericano de comienzos de este siglo. Tsipras y Pablo Iglesias, líder de la fuerza política con posibilidad de ganar las próximas elecciones españolas, han admitido que se identifican con las experiencias políticas de la región, incluida la del kirchnerismo. Esta preferencia incomoda a los grupos conservadores locales porque muestra que el actual ciclo no es una “anormalidad” de las buenas prácticas
políticas y económicas, sino que está siendo una reacción efectiva al neoliberalismo que aspira a una restauración ortodoxa.
Primer ministro sin corbata recibiendo al presidente del Parlamento Europeo, Martín Shulz, y un ministro de Economía que se presenta con camisas o remeras poco habituales para funcionarios, remiten a uno de los integrantes del gabinete de CFK. Varoufakis se define además como “marxista errático”. Prometió seguir activo con su blog y el jueves, ya como ministro, publicó un post sobre la errada información trasmitida por la prensa sobre la posición de Grecia respecto de las sanciones a Rusia. “En el primer día en nuestros ministerios, el poder de los medios para distorsionar me golpeó de nuevo”, inició su escrito, para precisar que no hubo unanimidad en la UE porque la posición de Grecia no fue expuesta, o sea que “la cuestión no es si nuestro nuevo gobierno está de acuerdo o no con nuevas sanciones a Rusia; la cuestión es si nuestro punto de vista se puede dar por sentado sin siquiera haber sido dicho”.
Doctor en Economía por la Universidad de Essex, nació en 1961 y ha dado clases en las universidades de Atenas y de Texas. Tiene un perfil más académico que político y su libro más reciente es El minotauro global, donde aborda la crisis de Estados Unidos y la Unión Europea.
Varoufakis afirmó que “Grecia no quiere abandonar el euro ni amenazar con hacerlo; no deberíamos haber entrado en el euro, eso está muy claro, pero una vez dentro sería desastroso salir voluntariamente”. Advirtió que la presente crisis en Europa “no es simplemente una amenaza para los trabajadores, para los desposeídos, para los banqueros, para grupos en particular, clases sociales o, incluso, naciones. No. La actitud actual de Europa representa una amenaza para la civilización tal y como la conocemos”. En su trabajo “A Modest Proposal” reclama al Banco Central Europeo enfrentar una cuádruple crisis: de endeudamiento, bancaria, de falta de inversión y social.
En “Confesiones de un marxista errático en medio de una crisis europea repugnante”, publicada en su blog, Varoufakis expone sus principales ideas sobre la situación económica griega, pero tiene una influencia más amplia puesto que resulta interesante el diálogo que entabla con las posiciones radicales de izquierda y los conceptos referidos a qué política elegir para evitar mayores sufrimientos a la mayoría de la población.
Varoufakis escribió:
- Si la crisis europea no es sólo otra recesión cíclica que pronto será superada, la pregunta que se nos plantea es la siguiente: ¿Debemos aprovechar esta oportunidad para reemplazar al capitalismo por un sistema mejor?, o ¿deberíamos estar tan preocupados como para embarcarnos en una campaña para estabilizar el capitalismo europeo?
- Mi respuesta ha sido inequívoca en los últimos tres años. La crisis de Europa ha sido provocada por fuerzas regresivas que tiene la capacidad de provocar un baño de sangre mientras se apagan las esperanzas de cualquier movimiento progresista para las generaciones venideras.
- Por este punto de vista se me ha acusado, por voces radicales (de izquierda), como “derrotista”, cuya finalidad es salvar el actual sistema socioeconómico europeo, que es indefendible. Un sistema neoliberal, muy irracional, transnacional y antidemocrático, que deja de lado cualquier capacidad de evolucionar hacia una comunidad genuinamente humanista en el que las naciones de Europa puedan vivir y desarrollarse. Esta crítica, lo confieso, me duele. Y duele, ya que contiene más de un núcleo de verdad.
- En ese sentido, me siento obligado a reconocer que me gustaría que mi campaña sea de un estilo diferente, promoviendo una agenda radical cuya “razón de ser” sea la sustitución del capitalismo europeo por un sistema diferente, en lugar de hacer campaña para estabilizar un capitalismo europeo con el que estoy en desacuerdo en mi definición de buena sociedad.
- Esta crisis es profundamente irracional, de un capitalismo europeo repugnante, cuya implosión, a pesar de sus muchos males, se debe evitar a toda costa. Es una confesión para convencer a los radicales de que tenemos una misión contradictoria: detener la caída libre del capitalismo europeo “con el fin” de comprar el tiempo que necesitamos para formular su alternativa.
- En verdad, Karl Marx fue el responsable de la elaboración de mi perspectiva del mundo en que vivimos, desde mi infancia hasta el presente. Si mi carrera académica fue en gran parte vinculada con Marx, y mis actuales recomendaciones políticas son imposibles de describir como marxista, ¿por qué abrir mi marxismo ahora? La respuesta es sencilla: incluso mi economía no marxista fue guiada por una mentalidad fuertemente influenciada por Marx.
- Sí, me gustaría proponer una agenda radical. Pero no estoy dispuesto a cometer el mismo error dos veces. ¿Qué logramos en Gran Bretaña a principios de 1980 con la promoción de una agenda de cambio socialista que la sociedad británica despreció mientras caía de cabeza en la trampa neoliberal de la señora Thatcher? Nada. ¿De qué sirve hoy convocar a un desmantelamiento de la Zona Euro, de la propia Unión Europea?
- ¿Quién creen que se beneficiaría? ¿Una izquierda progresista, que se levanta como el Ave Fénix de las cenizas de las instituciones públicas de Europa?, o ¿el partido nazi Amanecer Dorado, los neofascistas, los xenófobos y los vividores? No tengo absolutamente ninguna duda acerca de cuál de los dos se beneficiará de una desintegración de la Zona Euro.
- Yo, por mi parte, no estoy dispuesto a soplar el viento fresco en las velas de esta versión posmoderna de la década de 1930.
- Si esto significa que somos nosotros, los marxistas adecuadamente erráticos, que deben tratar de salvar al capitalismo europeo de sí mismo, que así sea. No por amor o aprecio al capitalismo europeo, a la Zona Euro, a Bruselas, o al Banco Central Europeo, sino porque sólo queremos minimizar las pérdidas humanas innecesarias de esta crisis; las incontables vidas cuyas perspectivas serían aplastadas sin beneficio alguno para las futuras generaciones de europeos.
- La propuesta para la estabilización de Europa es para poner fin a la espiral descendente que, al final, sólo refuerza a los intolerantes e incuba el huevo de la serpiente. Irónicamente, ¡los que detestan la Zona Euro tienen la obligación moral de salvarlo!
- Si hemos de forjar alianzas con el diablo (por ejemplo, con el FMI), hay que evitar llegar a ser como los socialistas, que no lograron cambiar el mundo, pero lograron mejorar sus situaciones personales. La clave es evitar el maximalismo revolucionario que, al final, ayuda a los neoliberales.
Un desafiante debate conceptual y de gestión política propuesto por Varoufakis que excede las fronteras griegas y de la Eurozona para alcanzar las playas de la interpretación sobre la orientación del ciclo del kirchnerismo y, en especial, sobre el período que se abrirá a partir de 2016.
azaiat@pagina12.com.ar

MAYOR CONCENTRACION ECONOMICA DESDE LA CRISIS DE 2008 EN ESTADOS UNIDOS Súper ricos, los únicos privilegiados

Después de una de las peores crisis de su historia, Estados Unidos comenzó a mostrar signos de recuperación. Con casi 3 billones de dólares inyectados en la economía a través de políticas fiscales no convencionales, los diferentes programas de adquisición de activos y salvataje directo de bancos desplegados por el gobierno estadounidense facilitaron el saneamiento del sistema financiero y propiciaron una incipiente mejora del nivel de actividad. Durante el último trimestre del año pasado las estadísticas oficiales del Bureau of Economic Analysis arrojaron un crecimiento interanual de 2,6 por ciento del PIB. Sin embargo, se trata de una expansión anémica. Las mejoras en el nivel de ingreso no son percibidas por la mayoría del país, sino que son apropiadas por una reducida porción de la sociedad. La magnitud de la concentración del crecimiento económico fue estimada por Pavlina Tcherneva, investigadora del Levy Economics Institute of Bard College: cada 100 dólares adicionales generados luego de la crisis, 116 dólares fueron apropiados por el 10 por ciento más rico de la población. El absurdo resultado es posible porque el 90 por ciento restante de los estadounidenses registró una reducción en su nivel de ingreso. Ese proceso constituye la mayor transferencia de ingresos hacia los súper ricos de la historia norteamericana.
“Para la amplia mayoría de la gente en Estados Unidos el crecimiento económico se convirtió en poco más que una atracción estadística secundaria totalmente desconectada de sus recibos de sueldo. La gravedad de la desigualdad en la distribución del ingreso en Estados Unidos es simplemente insostenible”, advierte Tcherneva, que incorpora un factor prácticamente ignorado en los análisis dominantes sobre la evolución de la economía en los países desarrollados. La primera conclusión no es novedosa para las sociedades latinoamericanas: el efecto derrame no funciona. La segunda advertencia trazada por la economista en cambio sí: incluso si el camino no es la austeridad fiscal, la expansión de la inversión pública en momentos depresivos debe direccionarse hacia la creación directa de puestos de trabajo desde el Estado para garantizar una dinámica de crecimiento inclusivo y sostenible. La redistribución del ingreso es una condición necesaria para el desarrollo.

Anemia garantizada

A partir de la base de datos de largo plazo elaborada por la dupla francesa que conforman Emmanuel Saez y Thomas Piketty, la profesora de la Universidad de Missouri-Kansas estimó cómo se distribuyeron los frutos del crecimiento económico entre la sociedad norteamericana desde 1920:
n Ordenando a la población en diez partes de acuerdo con su nivel de ingreso, identificó que durante las tres décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial (1946-1976) el 10 por ciento más rico de los hogares se apropió del 30 por ciento del crecimiento del ingreso. El resto de la población capturó en promedio el 70 por ciento de la ampliación de la torta.
n Cuando se hace zoom sobre ese período de tres décadas, es posible identificar como la redistribución se fue deteriorando. Entre 1949-1953, 8 de cada 10 dólares adicionales fueron apropiados por la gran mayoría de la población, los primeros nueve deciles de ingresos de la pirámide distributiva. Desde entonces, la porción de la expansión de la renta percibida por el 90 por ciento de la población se redujo al punto que, a comienzos de los años ochenta, el 10 por ciento más rico comenzó a apropiarse de la mayoría del crecimiento del ingreso.
n De 1977 a 2007, el ingreso real promedio en Estados Unidos aumentó casi tanto como durante el período de posguerra. Con la hegemonía neoliberal, lo único que cambió fue quién se quedó con las mejoras: el 90 por ciento de las ganancias fueron apropiadas por el 10 por ciento más rico de los hogares. Los pobres no se hicieron necesariamente más pobres, pero la brecha con los ricos se amplió significativamente. “A quienes no se conmueven con consideraciones sobre la Justicia, les digo que la inequidad en la distribución del ingreso es un factor central para la inestabilidad financiera en Estados Unidos. En ausencia de un aumento de sus ingresos, los hogares en el 90 por ciento más pobre de la sociedad fueron forzados a depender cada vez más del endeudamiento para financiar su consumo”, sostiene Tcherneva.
n La ampliación más rápida en la desigualdad se observó durante la eufórica primera década del siglo XXI, justo antes del estallido de la crisis financiera. El único otro momento de la historia en el que Estados Unidos vio una erosión tan dramática en su distribución del ingreso fue durante la década de 1920. En ambos períodos, el 10 por ciento de la población capturó todas las mejoras en el ingreso mientras que la mayoría de la población registró una contracción en su poder de compra.
n Según advierte la investigadora del Levy Economics Institute, existe una diferencia fundamental entre esas dos experiencias. Durante la Gran Depresión se registró un colapso generalizado en los ingresos sin importar su posición social y la totalidad de las mejoras que se observaron en los años siguientes fue apropiada por la gran mayoría de la población. En cambio, la incipiente recuperación luego del estallido de la última crisis fue completamente capturada por el 10 por ciento más rico y, fundamentalmente, por el todavía más exclusivo grupo del 1 por ciento. En otras palabras, el período reciente fue testigo de la más amplia y rápida transferencia de ingresos hacia los súper ricos en la historia.

El huevo y la gallina

“El mecanismo del derrame de la política fiscal contemporánea funciona a través del restablecimiento, en primer lugar, de los ingresos de las firmas y el flujo de caja, relegando a un efecto secundario cualquier incremento en el empleo y el ingreso de los hogares”, lamenta la economista de la Universidad de Missouri-Kansas City. “Por eso, no es extraño que la mejora en el ingreso agregado haya ido mayoritariamente para el 10 por ciento más rico (y más precisamente para el 1 por ciento) de la pirámide distributiva, mientras que la ausencia de una sólida recuperación pro-empleo aseguró que los ingresos del restante 90 por ciento de la población hayan declinado”, expresa en el documento.

Reorientando la política fiscal luego de la Gran Recesión

Existe un amplio consenso entre los economistas de distintas corrientes de pensamiento, de que el objetivo primario de la política fiscal es estimular la inversión y el crecimiento. Desde esa visión, las mejoras en el mercado de trabajo son un subproducto de esas políticas fiscales. El gasto público es necesario y determinante para reactivar una economía, pero Tcherneva considera que no es suficiente para garantizar un proceso sostenido de reducción del desempleo y mejora en la distribución del ingreso. El resultado distributivo de los 3 billones de dólares invertidos por el Estado para los salvatajes del sector financiero ponen en evidencia esas limitaciones. “Se requiere una reorientación fundamental de la política fiscal”, advierte. La investigadora argumenta que ese rediseño debería apuntar a la creación directa de puestos de trabajo a través del Estado.
“Cuando faltan oportunidades de empleo para los individuos con bajo nivel educativo y escasas calificaciones, la tarea para una política contracíclica de empleo público es proveerles un trabajo en el sector estatal. La creación directa de puestos de trabajo es una red de seguridad contracíclica del empleo que no depende de efectos secundarios o terciarios de una reactivación para mejorar las condiciones de empleo para aquellos en el fondo de la distribución del ingreso”, afirma la economista que es una activa militante de planes como el jefes y jefas de hogar.
Sin embargo, los programas de creación directa de empleo estatal fueron gradualmente eliminados del herramental macroeconómico estadounidense a partir de la década de 1970, cuando comenzó la hegemonía de los programas de “incentivos impositivos”. La marginación de las iniciativas coincidió con el proceso de flexibilización y precarización de las condiciones laborales. “Así, cuando más se necesitaban el empleo público y la inversión para contrarrestar la erosión de las del mercado laboral, esas opciones de política ya no estaban disponibles”, advierte Tcherneva.
Precisamente, una de las consecuencias más profundas de la crisis fue sobre el mercado de trabajo norteamericano. Después de mantener un nivel de desempleo superior al 9 por ciento entre 2009 y 2011, los indicadores comenzaron a retroceder. Durante el último trimestre del año pasado la tasa de desocupación fue 5,6 por ciento. Sin embargo, esas “mejoras” en el mercado de trabajo no responden a una creación masiva de empleos, sino que son explicadas por la profundización de una tendencia decreciente de la tasa de actividad que cayó alrededor de 6 puntos porcentuales (10 por ciento) desde que estalló la crisis.
Una aproximación más precisa al escenario laboral norteamericano en un contexto deteriorado son las medidas alternativas que ofrece el Bureau of Labour Statistics (BLS), el organismo estadístico del Departamento de Trabajo del gobierno estadounidense. Cuando se suman a la estimación del desempleo los desalentados y trabajadores a medio tiempo la desocupación trepa hasta el 11,2 por ciento. Históricamente, la diferencia entre esa medición más amplia y el guarismo tradicional rondó entre 3 y 4 puntos porcentuales. Durante la crisis la brecha se duplicó hasta llegar a los 7 puntos porcentuales. Los analistas más rigurosos advierten que esa estimación más amplia también subestima el desempleo, ya que ignora 2 y 5 millones de personas que recibieron el seguro de desempleo durante más de dos años.
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