sábado, 22 de noviembre de 2014

La respuesta del radicalismo tras impedir a un reemplazante en la Corte

"Si pudieran meternos presos, nos meten presos", se victimizó el senador radical Gerardo Morales. El titular del radicalismo, sostuvo que la denuncia "es una locura, no resiste el menor análisis".
Luego de la denuncia por sedición presentada por el abogado Eduardo Barcesat contra el bloque de senadores que intenta impedir que se cubra el lugar que deja el juez Zaffaroni, la respuesta del radicalismo no se hizo esperar.

"Si pudieran meternos presos, nos meten presos", se victimizó el senador radical Gerardo Morales. El titular del radicalismo, sostuvo que la denuncia "es una locura, no resiste el menor análisis".

La denuncia surge a partir del documento que firmaron 28 legisladores, en el que resolvieron no facilitar el acuerdo para cubrir el lugar del juez Eugenio Raúl Zaffaroni, que dejará su cargo en la Corte Suprema a paritir del primero de enero próximo. La oposición quiere que la designación de su reemplazo se haga a partir del próximo gobierno.

Sin escatimar en dramatismos, Ernesto Sanz también se refirió a la denuncia y acusó al Gobierno de "avanzar contra senadores opositores y contra la Justicia".

En una entrevista en el canal TN, el senador Morales aseguró que: "Mientra a nosotros nos denuncian penalmente por oponernos en el tema de la Corte, el Gobierno ha hecho ayer una salvajada en el Consejo de la Magistratura".

Según Sanz, "no hay que mirar lo de la Corte como un hecho aislado". Dijo que "la relación que el Gobierno quiere tener con el Poder Judicial es perversa".

La presentación fue realizada por el abogado Eduardo Barcesat y tras el correspondiente sorteo recayó en el juzgado Criminal y Correccional Federal Número 1, a cargo de María Servini de Cubría. Los senadores afectados por la denuncia por "sedición" son: Juan Carlos Romero, Gerardo Morales, Carlos Reutemann, Fernando Solanas, Diego Santilli, Gabriela Michetti, Ernesto Sanz y Luis Juez.

El documento fue impulsado por el socialista Rubén Giustiniani, quien inició contactos con el jefe del bloque radical, Gerardo Morales para reunir firmas. Lleva la firma de senadores de la UCR, el FAP, el peronismo disidente, Pro y partidos provinciales donde rechazan el tratamiento de "cualquier solicitud de acuerdo para la designación de jueces de la Corte Suprema de Justicia" hasta después de las elecciones presidenciales del año próximo.


Aníbal Fernández: "Lo de la oposición es una vergüenza"
El senador nacional Aníbal Fernández (Frente para la Victoria) calificó como "una vergüenza" la decisión de 28 senadores de la oposición de firmar un documento por el cual suscribieron un "compromiso público" para no cubrir la vacante generada en la Corte Suprema con la renuncia del juez Eugenio Zaffaroni.

"Es una vergüenza eso. A mí me llama la atención que no sean conscientes de la denigración de la política, de la falta de respeto a la República", aseveró.

El legislador remarcó que "el artículo 99, inciso cuarto, dice que la designación de los ministros de la Corte son a propuesta del Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado. Qué necesita de esa mayoría agravada del acuerdo del Senado: los dos tercios de los miembros presentes".

"Quiere decir que si usted tiene un número suficiente como los 24, en este caso (refiriéndose a la oposición), porque de 72 totales, 24 habla de un número suficientemente importante como para impedir que con la diferencia nosotros podamos designarlo, ahí tiene el tema resuelto", agregó.

Y se preguntó: "Para qué hacen el escrito? Para sacar una ventaja politiquera? Para poner incómodo al Poder Ejecutivo blandiendo una bandera de falta de legitimidad que no existe?"

"Dan vergüenza. No se han cansado de firmar escritos para trabar al Poder Ejecutivo en cuanta cosa pudieron. ¿Y sabe qué? Siempre les fue muy mal con este tipo de cosas; jamás un dirigente con responsabilidad de nuestro partido ha firmado una denuncia pública en contra de una política pública de su gobierno", añadió.

Y concluyó: "Dígame cuál es la ventaja de firmar esta estupidez".

Además, dijo que para que el abogado Eduardo Barcesat "presente una denuncia de esa característica, hablando de sedición, hablando de deberes de funcionario público, tiene que tener una base jurídica sensata. No lo veo haciendo una desprolijidad en ese tema".

En relación a las declaraciones de los senadores radicales Ernesto Sanz y Gerardo Morales respecto del escrito de Barcesat, el senador Fernández enfatizó: "Escuché las barbaridades que dijo el senador Sanz, que no solamente avergüenza, sino que da vergüenza, porque afirma que se dice intimidado por las expresiones en el escrito de Barcesat".

"La realidad es que no han tenido otra conducta como bloque, tanto él como el senador Morales, que la de entorpecer la vida institucional de un país en cabeza del Poder Ejecutivo denunciándolo en cuanto cosa se le ocurrió", consideró el senador en declaraciones a C5N.

Infonews

Un Tenembaum menos combativo

El periodista Ernesto Tenembaum publicó "Una mujer única", novela que ficciona la internación presidencial de fines de 2013. Una larga entrevista con un periodista opositor con contradicciones.
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Por José Cornejo
Ernesto Tenembaum viene de una familia platense de izquierda (maoísta)* y escribió para la fracción progresista de la colectividad, Nueva Sion. Fue uno de los arietes de Página 12 contra el menemismo. Sin embargo, con la crisis por las retenciones rurales de 2008, eligió enfrentar al gobierno y quedar del lado del Grupo Clarín. Desde la otra vereda, se le sacudió en caja y se pasearon afiches de su rostro igualado a voceros del genocidio, como Joaquín Morales Solá o Mariano Grondona. A modo de respuesta, escribió un rabioso líbelo anti K, “Qué les pasó”. La mismísima presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo se interrogó por su involución ideológica.
En las postrimerías del kirchnerismo en el Poder Ejecutivo, el Grupo Clarín le desconfía y lo confinó a un programa nocturno de media semana. Tenembaum quiere dejar atrás esta etapa convulsionada, donde se paró del lado incorrecto. Acaba de publicar “Una mujer única”, una novela donde corroe con sorna al gobierno saliente pero que no supura odio, como en su anterior publicación. El libro tiene altibajos, pero un hallazgo: pensar la sexualidad en tiempos del kirchnerismo.
Todos los candidatos presidenciales con chances tienen una agenda conservadora. El futuro inmediato le dará a Tenembaum la oportunidad de reinsertarse en la larga lucha del Pueblo argentino por alcanzar la justicia social.
AGENCIA PACO URONDO: El libro tiene una mirada de desencanto sobre la política. 
Ernesto Tenembaum: De realismo. En la literatura europea o norteamericana hay muchos ejemplos de burlas sobre el poder político, como en Graham Greene. Un libro que me hizo reír muchísimo es Por favor, señor ministro, lo leí hace 20 años y dije “quiero escribir algo así” que sea tan gracioso sobre lo que uno ve cotidianamente, sobre los “tics” del poder.
APU: Steinbeck escribe sobre la crisis de 1929, Las uvas de la ira.
ET: O Harry Potter, es muy irónico cuando habla de periodismo. En América Latina tenemos literatura sobre el poder de los dictadores; Roa Bastos con Yo, el supremo, Vargas Llosa con La fiesta del chivo, personajes muy muy malos. La visión sobre el poder político en democracia no trata de una cosa sangrienta sino sobre una impostura, sobre un poder que tiene un trasfondo positivo porque es donde se desarrollan los sistemas más libres que hay pero donde está el tipo que se desarrolla una imagen hacia afuera y hacia adentro trastabilla y vos te podés reír. Tiene tics, agachadas y grandezas cuando lo ves en términos humanos. Era muy divertido seguirlo a Menem en los actos. En el primer acto Menem estaba armado y en el cuarto acto decía cualquier banana. Una vez Menem había ido a anunciar por quinta vez el puente Rosario-Victoria y un dirigente radical, Montiel, le respondía que “no nos vengan a comprar el voto con obras faraónicas”. En el acto, Menem contesta “Nos acusan de hacer obras faraónicas…” y yo pensé que iba a completar “es un puente, la gente lo va a usar” y al final remata “yo pregunto qué tienen en contra de los faraones” y se pone a defender a los faraones. Cuando vos estudiás los discursos de Cristina, tienen momentos sensacionales, cuando habla con dos pibes de una fábrica, hay un varón y una mujer y dice “ah, vos sos el que le aprieta el pomo” o cuando dice “a mí me gusta el arroz, pero me constipa un poco”. Aparece la humanidad en medio de un discurso épico, heroico. Es un libro con una visión diferente de Qué les pasó, un libro de trinchera, de pelea.
APU: En Una mujer única matizás la radicalidad de aquel planteo.
ET: Aquel libro era de una persona enojada, el tono era, adrede, muy hiriente, como en todas mis artículos de 2010, 2011. Hay un momento en que se rompe todo, la crisis del campo en 2008, que abre una discusión de qué era el kirchnerismo. Yo estaba en un sector del periodismo en donde cayó una bomba neutrónica, entonces (Qué les pasó) plantea con enojo y dolor lo que yo veía, que no era lo que otros decían. Fue en un momento donde se gritaba mucho más que ahora porque era todo nuevo, todo crispado y yo también estaba en carne viva. No es lo que me pasa hoy, donde el kirchnerismo tal como se lo entendió desde 2008 para acá, es, por lo menos en el corto plazo, un proyecto agonizante donde va a entregar el poder a algo que ya no se llama kirchnerismo, así gane Scioli. Los conflictos, los amigos, la estética, la idea de futuro, la relación con el mercado internacional que imagina Scioli es distinta a la que imagina Cristina o La Cámpora. La realidad ha cambiado.
APU: No menos interesante como para escribir una novela.
ET: No. Si yo estuviera narrando a Clinton, a Bush o a Menem, utilizaría la ironía como arma para cualquier sistema de poder como la usé siempre.
APU: No para una dictadura.
ET: Una dictadura te pone en otro nivel. Este es un libro muy mellizo a El Puñal de Jorge Fernández Díaz, una historia contada desde un callejero de la SIDE. Como tenemos una democracia muy nueva no tenemos una tradición de ficción política democrática y mucha gente, y por lo bajo algunos kirchneristas, me mandan mails diciendo “te agradezco que hayas respetado a Cristina”.
APU: En la novela, parodia de un cuadro que pretende ser respetuosa, realizada por una kirchnerista.
ET: En los primeros tiempos de Página/12, a mí me encantaba hacer “La nota D”, que era el retrato de algún personaje y tenía que ver con cómo se vestía, cómo caminaba, cómo hablaba con los demás, cómo transpiraba, buscar algo que fuera de humanidad.
APU: Ámbito tenía una contratapa con la moda de Cristina
ET: En un momento la miraba a Cristina en los discursos con una mirada lateral, no me importaba lo que decía sino cómo lo decía. Y hace tiempo que pensaba que no la contamos como tiene que ser contada. Se la cuenta como villana o heroína y no como una persona. ¿Cómo hago para contarla como una persona? Y el día que el gobierno dijo que durante 40 días va a estar en convalecencia y no puede enterarse de nada de lo que pasa en el país, pensé “eso es para un cuento” y ahí empecé.
APU: Hay un estilo muy Asís en esto de no nombrar a funcionarios. 
ET: Me gusta cuando Asís provoca, es muy inteligente. Es un escritor que yo leí mucho, el estilo de él me cuesta, es cortante, rústico, todo sobre la base de que es muy buen escritor. Es el que más se ha atrevido en esta área. Ahora, cosas que me influyeron: un escritor mexicano, Héctor Aguilar Camín, es el marido de Ángeles Mastretta pero para mí es mucho mejor escritor él. Escribió dos libros que me ayudaron a pensar la política: Morir en el golfo y La guerra de Galio. Son dos libros magníficos sobre política, sobre las caras del periodismo heroico, el periodismo cínico, el periodismo pegado al poder, la desmitificación del héroe periodístico. Aprendí más de política leyendo ficción que ensayos.
APU: ¿Nunca pensaste en hacer política partidaria?
ET: No. Cuando estaba en Página/12 sentía que podía cambiar el periodismo desde ahí, empujar los límites. Desde el periodismo podés hacer cosas. En el caso Grassi, Miriam Lewin, una periodista ajena a la estructura puede incorporar temas de debate social fuertes. También creo que un periodista tiene que ponerle el micrófono a víctimas. En el caso Arruga tenés que estar ahí, si acontece (la masacre de) Once, tenés que estar ahí, lo mismo la AMIA. Soy de una generación que empezó acompañando víctimas del terrorismo de Estado. Yo me recibí de psicólogo pero me dediqué al periodismo porque me interesaba a la política siempre desde un lugar de observador y de narrador. Yo pensaba que el periodismo podía impulsar un cambio, denunciar cosas, y ahora creo que tiene que ver más con contar cosas con moderación, con criterio, con estilo.
APU: ¿Es un Tenembaum más maduro?
ET: Más viejo, con más experiencia. Menos crédulo, más realista. El aporte que uno puede hacer es más puntual y más respetuoso, menos creído de que un periodista puede ser un héroe, me parece que esa idea, que abarca una generación previa a la nuestra, es un Verbitsky, un Morales Solá que desde distintos lugares se ven como faros orientadores del pensamiento, dicho esto con todo respeto. Me parece que nosotros podemos contar historias, aportar ideas y siempre pensando que otro puede tener tanta razón como uno. A mí siempre me gustó contar. Una vez llegué a Catamarca primero que nadie y pude contar el poder de los Saadi y distintos personajes en medio del caso María Soledad Morales. O haber ido a Japón a cubrir una gira de Menem y hacer una nota con extranjeros que viven en Japón sobre como son las minas japonesas.
APU: También es raro para una novela sobre el poder político es el erotismo que transita. Sobre todo, en tipos cincuentones que dejaron de coger y que hoy vuelven a calentarse.
ET: Eso está, pero si lo que me preguntás es si es autobiográfico definitivamente no. El esquema del libro fue muy influenciado por dos novelas de Graham Green que a mí me encantaron: Nuestro hombre en la Habana y El americano impasible. En medio de las grandes luchas del siglo XX, hay un tipo con una historia de amor que tiene componentes sexuales pero que sobre todo es historias de amor. La mirada sobre el sexo siempre me pareció divertida.
APU: ¿Qué pensás que se haya escrito un libro así sobre Cristina y no sobre Alfonsín?
ET: Hay. El día que mataron a Alfonsín de Dalmiro Sáenz fue un bestseller. Como anduvo tan bien hizo El día que mataron a Cafiero, que no funcionó porque Cafiero no tenía el encanto de Alfonsín. Cristina es un personaje muy dramático, Adrián Suar dijo que es “polkiana” en el mejor sentido del término, es un personaje muy atractivo, hay momentos en que es reconcheta y otros repopular, momentos que está linda, momentos que está fea. Es agresiva o ronronea y es seductora. Hay momentos brillantes y otros delirantes, momentos de erudición sorprendente y momentos en que dice cualquier banana. Siempre te interpela y tiene una potencia dramática que no baja nunca. Se va una semana y el gobierno no genera ningún hecho político. Vuelve y te pone el mapa argentino patas para arriba, la mudanza de la capital a Santiago del estero, la reformulación de tres códigos que hace cien años que no se tocan, la denuncia de que la están por matar y una carta a Obama. Todo en cinco días. Esa energía le está haciendo pagar un costo físico. Es una líder muy presente, un personaje muy atractivo. No me parece una buena presidenta pero contarla a ella como alguien que se pone más en el rol de observador que en el de denunciante es más mi trabajo que el otro. Lo que pasa es que el dramatismo de la política argentina tanto en los 90 como ahora te chupa hacia un lugar de “eh, estos hijos de p…”. Siempre me resultó más placentero contarlos que confrontarlos.
APU: La política tiene consecuencias sociales.
ET: Si, pero el lugar que a mí me da placer es el de un narrador eficiente. Que el tipo que lo lea diga “che, qué bueno lo que me está contando, me hace reír, me da bronca”. Busco un lector más variado que Qué les pasó. Ahí me imaginé un lector más politizado. A este lo imagino como un lector de verano, me encantaría que se lea en la playa.
APU: Un lector antikirchnerista. 
ET: Más antikirchnerista que kirchnerista. Un kircherista inteligente lo puede leer. No puedo decirte quién pero hay tipos de adentro del gobierno cagados de risa diciéndome “es como si hubieses estado acá, hijo de puta” por los tics y las conspiraciones y las movidas de piso y las sospechas de unos contra otros. Yo no estuve en el kirchnerismo porque estaba muy tomado por el laburo radial que te quita mucha posibilidad de dar vueltas pero miré y escuché mucho. Si vos tomás en joda los dimes y diretes de quién va y quien no al casamiento de Martín Insaurralde y si tomás en joda la historia de Martín Redrado, es desopilante. Quien mejor las describe es Carlos Pagni. Cuenta la política más allá de lo ideológico, es como si hubiera un frasco de insectos peleándose entre sí y Pagni lo ve desde afuera como un entomólogo. Si querés, Wainfield desde otro lado tiene el mismo rol de observador que de participante de la pelea. Están en la pelea, como Pagni, pero con una mirada dos pasitos atrás. De la misma manera me divierte ver Intratables donde se pelea pero no se lo toman en serio. Ves a Brancatelli defendiendo una idea fuerte pero no le dice al otro “sos un hijo de puta, comprado”.
* En Twitter, Ernesto Tenembaum desmintió que sus padres fueran maoistas.

Todos los caminos conducen a Irán

Mientras Estados Unidos carece de un plan definido, no existe ningún arreglo posible en Siria e Irak que no incluya a la república islámica.
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Por Ezequiel Kopel
A Barack Obama no le queda otra opción que emplear una estrategia cautelosa en Irak. No por deseo propio sino, simplemente, porque aún no posee un plan definido para ese país, después de abandonarlo a la órbita de Irán. Este país, de mayoría chiíta al igual que Irak, no siguió la táctica empleada por los norteamericanos cuando desbarataron la insurgencia sunita entre los años 2006 y 2008, a base de dinero y posiciones en el ejército, y dejaron que el gobierno iraquí del exprimer ministro Nouri al-Maliki profundizara una política de discriminación económica y social a la minoría sunita (durante los años de Saddam Hussein la ecuación fue a la inversa). Pero ahora, la situación ha cambiado y la insurgencia sunita, encabezada por el Estado Islámico, ha mutado a su forma más radical y ambiciosa. Ya no sólo Irak y Siria son los amenazados: el último mensaje del líder del EI mencionando a Arabia Saudita (que, automáticamente respondió ampliando a 20 kilómetros su zona de seguridad en la frontera con Irak) demuestra que el conflicto se encuentra sólo en su fase inicial; y su escenario puede ampliarse a países tan distantes como Egipto, Pakistán o Libia.
Por el momento, Estados Unidos intenta influir mediante sus aliados en la zona, ya sean los kurdos en Irak o los supuestos moderados en Siria, con la intención de desestabilizar al Estado Islámico y no tener que lanzar una invasión estadounidense con fuerzas terrestres que podría complicar la situación aún más. No obstante, ya hay más de 3000 “asesores” norteamericanos en Irak. Una invasión -como pretenden numerosos representantes del partido republicano de Estados Unidos, envalentonados por su reciente victoria en últimas elecciones parlamentarias- sin lugar a dudas destruiría militarmente al Estado Islámico por un determinado periodo de tiempo, aunque a la larga haría a sus seguidores más numerosos y fuertes, pues les otorgaría una legitimidad medida por el peso de su contrincante, el gran satán americano, y dejaría de ser una lucha religiosa y social contra los opresores infieles chiítas o las fuerzas de la secta alawita de Basher Al Assad. El EI comprende a la perfección esta ecuación formulada por ellos mismos, que explica sus constantes provocaciones con las decapitaciones a occidentales y el crescendo en lo gráfico de las imágenes de sus videos de propaganda: la intención del líder yihadista, Abu Bakr Al bagdadí, de que Estados Unidos se inmiscuya en el conflicto hasta quedar atrapado. De esta manera, la situación ya no volvería sólo a 2003 -cuando los norteamericanos invadieron Irak- sino a la de 2006 -cuando las tropas estadounidenses se desangraban en Irak a manos de sunitas y chiítas por igual-.
Obama cree controlar la situación pero de un día para el otro las acciones de un Senado opositor comandado por los republicanos lo pueden conducir a una acción delimitada por alguna ley: como antecedente vale recordar cómo el cierre de Guantánamo fue cancelado por las gestiones de los republicanos en el Senado y cómo el mismo Congreso logró que Obama implementara el bloqueo financiero a las ventas del petróleo iraní, incluyendo la acción a la Ley de Defensa.
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Si el objetivo es improvisar sobre la marcha mientras se espera la ofensiva del gobierno iraquí -prevista para los primeros meses de 2015-, entonces Estados Unidos, en contraste, tiene dos metas bien claras en Siria: por un lado, debilitar tanto al Ejército Islámico como a la milicia pro Al Qaeda de Jabhat al- Nusra y, por otro, que el poco organizado y supuestamente moderado “Ejercito Libre Sirio” aproveche su oportunidad para tomar el lugar de esas dos organizaciones y derroque al gobierno de Basher Al- Assad. Si bien parece poco probable el éxito de este plan, que a la vez implica que el Ejercito Libre Sirio permanezca “moderado” y no degenere en algo peor -como antes sucedió con sus apadrinados talibanes afganos-, los norteamericanos tienen otro as bajo la manga: un arreglo que incluya a Irán. El acuerdo contemplaría el desarrollo de un programa nuclear iraní con “fines pacíficos” a cambio de su colaboración activa contra el Estado Islámico, que también tiene por objetivo a la república “infiel” de los ayatollahs. Además, dejaría al ejército sirio activo y en pie, en contraposición a lo realizado por los norteamericanos cuando conquistaron Irak: purgaron su ejército de los militantes del partido de gobierno Bath, provocando así la destrucción de las fuerzas armadas, tal como quedó contemplado cuando el ejército iraquí no presentó batalla ante el avance del ejército islámico, muchos de los cuales pasaron a formar parte de las filas de los extremistas. La repetición del mismo error cometido por George W. Bush y su gabinete podría ser mucho más riesgosa en esta oportunidad y sus consecuencias, más perdurables.
Hay dos corrientes de pensamiento sobre cuál debería ser la mejor alternativa para detener al Estado Islámico; ambas contienen a Irán. Mientras una opción convoca a contemplar una alianza con el estado persa, la otra considera que Irán es parte del problema y su inclusión, que produciría el enojo de Arabia Saudita y los países del golfo, lo único que lograría sería la exacerbación del conflicto. Lo cierto es que Irán ha invertido política y militarmente en diferentes países de la región y dicha inversión ha dado sus frutos: con diversos grados de éxito, Irán controla las capitales árabes de Siria, Líbano, Irak y ahora Yemen. En Damasco es la “joroba del camello” que sostiene al régimen de Bahser Al Assad, en Beirut funciona a través de sus aliados y súbditos del Hezbollah, en Bagdad se pudo apreciar cómo el coronel Qasem Soleimani -comandante en jefe iraní de la Guardia Revolucionaria Quds- se pasea dictando órdenes a las fuerzas militares iraquíes y las milicias chiítas y en Sana ‘a el apoyo de Irán le admitió a los rebeldes Houthis posicionarse a kilómetros del estratégico estrecho de “Bab al-Mandab”, que permite conectar el mar Rojo con el mar Mediterráneo.
Irán está dispuesto a negociar una salida en Siria que no contenga a Assad; sólo basta leer los cuatro puntos de su plan, que incluye la descentralización del poder fuera de las manos de la presidencia siria. Pero sólo lo hará bajo el amparo de un acuerdo que contemple sus ambiciones nucleares. A Irán no le importa cuánta sangre se derrame en Siria, no así en Irak, donde sus intereses son mayores y la mayoría de la población es chiíta. Sin embargo, la ecuación que calcula en ambos países es simple: con nosotros habrá sangre pero sin nosotros, habrá mucha más.

Massot: otra vez frente a la Justicia

El empresario periodístico fue indagado ayer por segunda vez. No diluyó contradicciones en sus coartadas y repitió que estuvo ausente de la ciudad al momento de los hechos que se le imputan. Extraña acusación sobre el juez de la causa por parte de otro magistrado.
Por Diego Kenis
Vicente Massot, propietario y director de La Nueva Provincia, prestó este jueves 20 declaración indagatoria en Bahía Blanca ante el juez Álvaro Coleffi y los fiscales Miguel Palazzani y José Nebbia, que desde mayo del año pasado lo acusan de participar, desde su rol directivo en el diario bahiense, en el plan criminal de la última dictadura en dos planos: el de la acción psicológica desplegada para legitimar discursivamente el terrorismo estatal y el del asesinato de los obreros gráficos y delegados gremiales Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola, asesinados poco después de mantener un extenso conflicto con la patronal.
La declaración indagatoria, la segunda que presta el acusado desde la apertura de la causa, se realizó desde cerca de las 9 de la mañana en la sede de la Secretaría de Derechos Humanos del Juzgado Federal 1. El empresario reiteró cada uno de sus pasos del 24 de abril último, cuando fue indagado por primera vez: llegó al lugar más de dos horas antes, optó por responder las preguntas del juez Coleffi pero no las de los fiscales y se retiró tras unas tres horas de declaración, en un patrullero y en medio de un gran dispositivo de custodia.
En sintonía, sus afirmaciones no variaron. Massot repitió que no estuvo en Bahía Blanca al momento de los hechos que se le imputan y que tampoco formaba parte del grupo directivo deLa Nueva Provincia, lo que dejaría como responsables a su madre Diana Julio y su hermano Federico Massot. Ambos están fallecidos.
De ese modo, el empresario no logró rebatir documentos hallados en el curso de la investigación e incorporados a la causa poco después de su declaración de abril. Los más contundentes son los que pertenecen al archivo contable de la empresa, secuestrados en el allanamiento del 8 de ese mes y analizados por la Oficina de Investigación Económica y Análisis Financiero (OFINEC), que el 25 de abril concluyó que el imputado se desempeñaba “en forma permanente” en el diario en 1976 y que cumplía el rol de editorialista, de los principales en su estructura periodística. Además, en los archivos consta que entre septiembre y noviembre de ese año tuvo “asistencia completa”. Los datos desmienten no sólo su ausencia de la ciudad en 1976 sino también sus afirmaciones respecto a que recién en 1977 comenzó a trabajar en la empresa familiar.
En el caso específico de los obreros gráficos asesinados, a ese corpus se agregan un poder firmado por su madre que certifica que a Massot le fue encomendado en 1975 “todo trato con el personal” en conflicto con la patronal y una decena de actas notariales que avalan que los encuentros con los delegados gremiales no fueron excepcionales, como pretendió explicar el 18 de marzo en una declaración de carácter espontáneo, sino frecuentes.
Durante los casi siete meses que mediaron entre la primera y la segunda indagatoria surgieron además varios testimonios relativos al caso y aportados en el marco del juicio por delitos de lesa humanidad que actualmente se lleva a cabo en la ciudad y encuentra en el banquillo a marinos y prefectos acusados por los crímenes de Heinrich y Loyola. Sus familiares y compañeros de trabajo y militancia gremial no dudaron en vincular sus asesinatos con los reclamos que hacían a la patronal, que supo advertirles en una nota editorial que no se creyeran parte de “una nueva raza invulnerable de por vida”.

Queremos preguntar
El mismo día en que el juez Coleffi se disponía a tomar declaración indagatoria a Massot, tomó estado público una denuncia que contra él formuló su par Santiago Martínez, subrogante a cargo del Juzgado Federal 1 bahiense. Secretarios ambos, Martínez subroga el cargo desde la jubilación de Alcindo Álvarez Canale y Coleffi solía reemplazarlo en aquellas causas en que se ve imposibilitado de intervenir.
Ese fue el caso de la causa que involucra a Massot. Ante el primer pedido de los fiscales para detenerlo y tomarle declaración indagatoria, Martínez entendió que ni el acusado ni la empresa resultaban vinculados con el plan criminal y que sus prácticas en la época se enmarcaban en el ejercicio de la libertad de expresión. Con ello, desconoció el fallo del Tribunal integrado por un camarista y dos jueces federales que le remitió el expediente para su investigación, en el convencimiento de que el medio había ejecutado una  “comprobada campaña de desinformación y de propaganda negra, destinada no solo a imponer la versión de los victimarios, sino principalmente a colaborar en la creación de un estado tal de anomia legal en la sociedad, que permitió el ejercicio brutal de violencia irracional y desatada por parte de la estructura estatal”. Cuando la Cámara Federal bahiense falló en sentido contrario al suyo, la causa pasó de manos de Martínez a las de Coleffi.
Similar derrotero corrieron otras investigaciones. Conocido previamente por fallar a favor de Alfredo Astiz y del Grupo Clarín, Martínez falló en contra del planteo fiscal relativo a delitos sexuales y propició una fragmentación de las causas vinculadas al terrorismo de Estado, lo que va en desmedro de la economía procesal. También negó el pedido de detención del ex capellán y capitán del Ejército Aldo Vara, acusado por privaciones ilegales de la libertad, tormentos y homicidios. Tras la revisión de la Cámara Federal, su relevo Coleffi emitió la orden de captura internacional del sacerdote prófugo, dirigió su búsqueda por el país y sus limítrofes y, tras su detención, procesó por encubrimiento al arzobispo de Bahía Blanca Guillermo Garlatti. Un cimbronazo para la Iglesia del papa argentino Francesco.
Atípico juez de la jurisdicción, por su disposición a investigar el andamiaje civil de la dictadura, Coleffi fue denunciado por Martínez ante el fiscal Antonio Castaño a raíz de la filtración de escuchas telefónicas de la mediática causa de narcotráfico que tiene como acusado a Juan Suris. Por la difusión de los audios y su negativa a revelar sus fuentes ya fue procesado un periodista local, hecho que el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) consideró “inconstitucional”.
La denuncia específica contra Coleffi, que según fuentes judiciales no es la primera muestra de hostilidad en su contra dentro del Poder Judicial, se inscribe bajo un tipo de delito “de forma”. Es decir, no se basa en pruebas que indiquen que haya sido él el funcionario que violó la reserva pero se le imputa que la filtración haya sorteado su cuidado. Con ese criterio, la denuncia –que demoró ocho meses desde la publicación de la primera escucha- debería extenderse a todos los actores que tuvieron esa responsabilidad de guarda respecto del material: la Policía que lo recopiló, la Fiscalía General que lo estudió y el propio denunciante Martínez, a cargo de la causa que investiga a Suris.
La imputación hacia el único magistrado que osó llevar al banquillo a los rostros históricos del poder civil bahiense quedará en manos de la jueza Ana María Araujo, también subrogante e hija del capitán de navío Ricardo Araujo, acusado por delitos de lesa humanidad bajo la órbita de la Armada. Coleffi se desayunó de las novedades en la mañana del mismo jueves, a través del informativo de la radio de Massot y minutos antes de tomarle indagatoria para preguntarle por sus contradicciones.

viernes, 21 de noviembre de 2014

ALIANZA CONTRA ROSAS (21 de noviembre 1851) (Entre Ríos-Brasil-Corrientes-Uruguay)

Texto del Tratado de Alianza 

Tratado celebrado entre Corrientes, Entre Ríos, Brasil y Uruguay contra Rosas.

Art. 1° Los Estados aliados declaran solemnemente que no pretenden hacer la guerra a la Confederación Argentina, ni coartar de cualquier modo que sea la plena libertad de sus pueblos, en el ejercicio de los derechos soberanos que deriven de sus leyes y pactos o de la independencia perfecta de su nación. Por el contrario, el objeto único, a que los Estados aliados se dirigen, es libertar al pueblo argentino de la opresión que sufre bajo la dominación tiránica del gobernador don Juan Manuel de Rosas y auxiliarlo para que, organizado en la forma regular que juzge más conveniente a sus intereses, a su paz y amistad con los Estados vecinos, pueda constituirse sólidamente, estableciendo con ellos las relaciones políticas y de buena vecindad, de que tanto necesitan, para su progreso y engrandecimiento reciproco.

Art. 2° En virtud de la declaración precedente, los Estados de Entre Ríos y Corrientes tomarán la iniciativa de las operaciones de la guerra, constituyéndose parte principal en ella, y el imperio del Brasil y la República Oriental obrarán en cuanto lo permita el breve y mejor éxito del fin a que todos se dirigen como meros auxiliares.

Art. 3° Como consecuencia de la estipulación precedente, su excelencia el señor general Urquiza, gobernador de Entre Ríos, en su calidad de general en jefe del ejército entrerriano-correntino, se obliga a pasar el Paraná lo más antes que posible fuere, a fin de operar contra el gobernador don Juan Manuel de Rosas con todas las fuerzas que pudiere disponer y los contingentes de los Estados aliados que se ponen a su disposición.

Art. 4° Estos contingentes serán: Por parte de su majestad el emperador del Brasil, una división compuesta de tres mil hombres de infantería, un regimiento de caballería y dos baterías de artillería bien provistas de guarnición, animales y todo el material necesario.

Art. 6° Para poner a los Estados de Entre Ríos y Corrientes en situación de sufragar los gastos extraordinarios que tendrán que hacer con el movimiento de su ejército, su majestad el emperador del Brasil les proveerá en calidad de préstamo, la suma mensual de cien mil patacones por el término de cuatro meses, contados desde la fecha en que dichos Estados ratificaren el presente convenio, o durante el tiempo que transcurriesen, hasta la desaparición del Gobierno del general Rosas, si este suceso tuviese lugar antes del vencimiento de aquel plazo. Esta suma se realizará por medio, de letras libradas sobre el Tesoro Nacional a ocho días vista, y entregadas mensualmente por el ministro plenipotenciario del Brasil, al agente de su excelencia el señor gobernador de Entre Ríos.

Art. 7° Su excelencia el señor gobernador de Entre Ríos se obliga a obtener del Gobierno que suceda inmediatamente al del general Rosas, el reconocimiento de aquel empréstito como deuda de la Confederación Argentina, y que efectúe su pronto pago con el interés del seis por ciento al año. En el caso no probable de que esto no pueda obtenerse, la deuda quedará a cargo de los Estados de Entre Ríos y Corrientes, y para garantía de su pago con los intereses estipulados, sus excelencias los señores gobernadores de Entre Ríos y Corrientes hipotecan desde ya las rentas y los terrenos de propiedad pública de los referidos Estados.

Art. 12° Su excelencia el Señor presidente de la República Oriental del Uruguay contribuirá, por su parte, con todos los recursos de que pudiere disponer, a mas de la fuerza mencionada en el artículo 4° y suministrará de su parque de artillería todas las municiones de guerra que le fueren pedidas por su excelencia el señor Urquiza.

Art. 14° La estipulación contenida en el artículo 18° del convenio del 29 de Mayo continúa en vigor. Y a mas de eso, los Gobiernos de Entre Ríos y Corrientes se comprometen a emplear toda su influencia cerca del gobierno que se organizare en la Confederación Argentina, para que este acuerde y consienta la libre navegación del Paraná y de los demás afluentes del Río de la Plata, no sólo para los buques pertenecientes a los Estados aliados, sino también para los de todos los otros ribereños que se presten a la misma libertad de la navegación, en aquella parte de los mencionados ríos que les perteneciere. Queda entendido, que si el Gobierno de la Confederación y los de los otros Estados ribereños no quisieren admitir esa libre navegación, en la parte que les corresponda, ni convenir en los ajustes necesarios para ese fin, los Estados de Entre Ríos y Corrientes la mantendrán en favor de los Estados aliados, y con ellos solamente tratarán de establecer los reglamentos precisos para la policía y seguridad de la dicha navegación.

Art. 18° Las condiciones de la paz serán ajustadas entre los jefes de las fuerzas aliadas, solicitándose para su ejecución la aprobación de los Gobiernos respectivos, o de sus representantes debidamente autorizados.

Art. 20° El Gobierno de la República del Paraguay será invitado a entrar en alianza, enviandosele un ejemplar del presente convenio y si así lo hiciere, conviniendo en las disposiciones arriba enumeradas, deberá tomar la parte que le corresponda de cooperación para el fin de la dicha alianza.

Art. 21° Este convenio se conservará secreto hasta que se consiga su objeto: su ratificación será canjeada en la Corte de Río dc Janeiro en el plazo de treinta días, si no pudiere antes. En testimonio de lo que, nos, los abajo firmados, plenipotenciarios de los Estados de Entre Ríos y Corrientes, de su majestad el emperador del Brasil y de S.E. el señor presidente de la República Oriental del Uruguay, en virtud de nuestros plenos poderes, firmamos el presente convenio con nuestras manos y le hicimos poner el sello de nuestras armas. Fecho en la ciudad de Montevideo, a los veintiun días de Noviembre del año del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, 1851.

Diógenes J. de Urquiza - Honorio Hernieto Carneiro Leao - Manuel Herrera y Obes.

Articulo adicional relativo al artículo sexto del convenio firmado a los veintiun días del corriente mes, por los plenipotenciarios abajo firmados:

Articulo único: Se ha convenido en que, atendiendo a la brevedad del tiempo y a la urgente necesidad de comenzar' las operaciones de guerra, el plenipotenciario de su majestad el emperador del Brasil, realizará la primera entrega mensual de cien mil patacones del empréstito estipulado en el articulo sexto del mencionado convenio, entregando las respectivas letras inmediatamente después de la ratificación por parte del Gobierno de la República Oriental de Uruguay: quedando así alterado en esta cláusula dicho artículo y subsistente en todas las otras.

El presente artículo adicional tendrá la misma fuerza y valor, como si fuese ingerido en el convenio de 21 de Noviembre corriente.

Fecho en la ciudad de Montevideo, a los veinte y cinco días del mes de Noviembre del año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, de mil ochocientos cincuenta y uno.

21 de Noviembre de 1851

Fuentes:

- Asambleas Constituyentes Argentinas, T.VI,2° parte, p. 451.
- La Gazeta Federal: 
www.lagazeta.com.ar 

EL GAUCHO RIVERO

El 26 de agosto de 1833 se produjo la heroica sublevación de un grupo de gauchos e indios en las Islas Malvinas, acaudillados por el gaucho Rivero, un precursor de la unidad de las banderas de la justicia social y de la soberanía nacional en las luchas populares.

Antecedentes

1833 no fue un buen año para la Confederación Argentina. Don Juan Manuel de Rosas, a pesar de la ayuda que ha brindado a los Treinta y tres orientales es, todavía, solamente el astuto estanciero de Los Cerrillos; no se ha plasmado aún en plenitud su personalidad de gran caudillo nacional.

Ha finalizado su primer gobierno de Buenos Aires en diciembre de 1832, ha rechazado en varias oportunidades su reelección en la Sala de Representantes, y marcha a la expedición al desierto.

Lo sucede en el gobierno de la provincia Juan Ramón Balcarce, un federal íntegro aunque moderado, que empieza por cometer el error de designar ministro de guerra a su primo Enrique Martínez, cabeza de los “lomonegros” y de la política antirrosista.

Al déficit económico público habría que sumar los estragos producidos por las continuas sequías, y ahora también el reclamo por parte de la Casa Baring del préstamo otorgado durante la administración deRivadavia en 1824.

La esposa de Rosas, doña Encarnación Ezcurra, acosada en Buenos Aires, le escribe al brigadier general en campaña: “... lo mismo me peleo con los cismáticos que con los apostólicos débiles, pues los que me gustan son los de hacha y tiza”. Es que se está gestando -misteriosamente, en forma lenta pero firme- laRevolución de los Restauradores.

Mientras, muy lejos de Buenos Aires, se había producido la usurpación británica a las Islas Malvinas por los marinos ingleses de la corbeta Clío. El capitán Oslow había dejado encargado al colono irlandés William Dickson la administración del archipiélago, y la misión de izar el pabellón británico cada vez que un barco se aproximara a puerto.
El gobernador Luis Vernet había renunciado a su cargo en marzo de 1833 a fin de evitarse problemas con Gran Bretaña; regresó a Buenos Aires, pero siguió desarrollando normalmente, con la autorización inglesa y a través de sus capataces, la administración de sus negocios particulares en la colonia de Puerto Louis.

Desde tiempo atrás, un vivo descontento cundía entre los peones de Vernet, en razón de la explotación a que eran sometidos. Además, la paga se les abonaba no en dinero, sino en vales emitidos por el propio ex-gobernador, y que para colmo Dickson, que oficiaba a la vez de despensero de la colonia, no aceptaba.

Por otra parte, les prohibían matar ganado manso para alimentarse, obligándolos a cazar animales chúcaros. La indignación creció cuando luego de la usurpación se comprobó que los explotadores actuaban en perfecta armonía con los extranjeros que izaban la insignia británica.


La rebelion de los gauchos.

El 26 de agosto de 1833 un grupo de ocho peones, todos analfabetos, acaudillados por el gaucho entrerriano Antonio Rivero, se sublevó y atacó a los encargados del establecimiento, dando muerte a cinco personas, entre ellas al capataz Simón y al despensero William Dickson. Luego se instalaron en la vivienda principal, arriaron la bandera inglesa e izaron la azul y blanca.

En días subsiguientes, el resto de los colonos cuyas vidas habían sido respetadas pudieron escapar y permanecieron refugiados en el pequeño islote Peat. Así, ambos grupos vivieron separados durante varios meses, sufriendo avatares diversos.

Finalmente, los primeros días de 1834, dos buques británicos llegan a la isla Soledad para recuperar la usurpación, organizando una partida armada para capturar a los gauchos, los que a su vez sufren una traición y una deserción antes de huir al interior de la isla.

No les resultó fácil a los ingleses, que necesitaron enviar varias expediciones, pero por fin logran apresar a los peones, engrillarlos y conducirlos detenidos a Gran Bretaña para ser juzgados.

Allí permanecen por varios meses presos hasta que el ministerio fiscal, estudiados los antecedentes del caso, le aconseja al Almirantazgo dejarlos en libertad y embarcarlos de vuelta a Buenos Aires, lo que así ocurre.

Se ha afirmado -aunque sin demostrarlo- que el gaucho Antonio Rivero perdió la vida mucho después, luchando valientemente para la Confederación en el combate de la 
Vuelta de Obligado.

JUAN JOSÉ CATRIEL - Fallecimiento 16 de noviembre de 1910

Juan José Catriel, Cacique pampa del Azul, nació hacia 1838 en el campo de Nievas, distante unos 15 km de aquella población. Segundo hijo del cacique Juan Catriel. A la muerte de su padre en 1866, no asumió el cacicazgo, sino que lo hizo su hermano menor Cipriano, quién poseía mayores dotes militares y diplomáticas. Según tradición familiar se rehusó a asumir el mando por no estar de acuerdo con los tratados de paz firmados por su padre con el gobierno nacional. Alejado de los resortes del poder dentro de la tribu, se dedicó a la cría de ganado al pié del “Cerro Negro” (cerca de Olavaria).

Con el paso de los años, una serie de desgraciadas circunstancias trocaron su carácter y su suerte. La disconformidad con muchos años de gobierno de su hermano Cipriano –propenso por carácter y principios a mantener buenas relaciones con los jefes de frontera y gozar de las ventajas de la vida civilizada-, lo indispusieron anímicamente contra él.

En este sentido, Juan José siempre manifestó otro temperamento y otras opciones de vida: menos inteligente que su hermano, más independiente y frontal, menos negociador, contrario a todo acercamiento y componendas con los cristianos, por quienes sentía profunda aversión, siempre prefirió la vida del desierto, en toldo y campo raso, manteniendo inalterables las costumbres que le venían de origen y raza.

A estas disposiciones anímicas, se unió la turbulencia de la Revolución Mitrista , en setiembre de 1874, a la cual se plegó –para propia desgracia- su hermano Cipriano, aconsejado en esto por su amigo el general Ignacio Rivas. Derrotadas por el ejército nacional las tropas adictas a Mitre –en la “Verde”, en noviembre de ese mismo año- la suerte de los hermanos quedó sellada. Cipriano murió degollado en Olavaria, junto con su secretario, Santiago Avendaño; mientras que Juan José, partícipe activo con su gente en el crimen, fue reconocido por el gobierno como nuevo cacique de los catrieles, contando con el apoyo de los coroneles Hilario Lagos y Julio Campos por entonces al mando de las tropas que perseguían a los mitristas.

Por algún tiempo, Juan José se estableció en el campamento de Blanca Grande, ahora al mando del coronel Nicolás Levalle, colaborando con sus indios en la vigilancia y defensa de la frontera, conservando la tribu los fértiles campos de Nievas.

La resolución del gobierno de adelantar paulatinamente la frontera, hasta llevarla a las márgenes del Río Negro, trajo consigo la necesidad de reubicar la indiada de Juan José, en una zona más propicia para tales fines, contando para ello con su sometimiento y fidelidad como hasta esos momentos. Pero los planes del astuto cacique eran otros.

En principio aceptó el ofrecimiento del ministro Adolfo Alsina, formulado en agosto de 1875, de trasladarse a las inmediaciones del Fortín Aklecoa para conformar una especie de “colonia pastoril”, cuyos hombres quedaran afectados a la Guardia Nacional en calidad de “auxiliares” (militarización). Pero habiendo iniciado tratativas con el cacique salinero Manuel Namuncurá, se plegó con sus fuerzas a la invasión que a fines de diciembre de ese mismo año cayó sorpresivamente sobre Azul y zonas vecinas, conocida como “Malón Grande” por sus efectos devastadores. De este modo, aprovechó el regreso de los invasores para confundirse con ellos y emigrar juntos, con toda la tribu, a Salinas Grandes, para recobrar la libertad perdida, rompiendo toda relación con el gobierno nacional y con sus antiguos vecinos de frontera.

A principios de 1876 fijó su residencia en “Treyco”, en las cercanías del actual Guatraché ( La Pampa ), bajo la protección de Namuncurá. De allí en más, demostró una abierta y desafiante resistencia a la decisión gubernamental de trasladarse a la frontera de Carhué.

Asumiendo como conducta habitual el organizar frecuentes invasiones sobre fortines y poblaciones –por cuenta propia o unido a los caciques de Salinas Grandes- , a modo de hostigamiento y obtención de recursos para el sostenimiento de la tribu.

Bajo el rigor de las batidas despachadas desde Carhué y desde Puán, terminó por rendirse, junto con su hermano Marcelino y toda la tribu, el 26 de noviembre de 1878, en Fuerte Argentino ante el comandante Wintter.

Al poco tiempo, los hermanos Catriel fueron embarcados con sus familias en el vapor Santa Rosa rumbo a la isla Martín García, quedando allí sujetos a una espantosa epidemia de viruela y a toda clase de privaciones. Los dos hermanos fueron bautizados en Buenos Aires el 11 de agosto de 1879, en la iglesia del Pilar, junto con otros indígenas enganchados en el ejército. Murió de cáncer en el hospital de Olavarría, el 16 de noviembre de 1910.

Fuente: Julio Argentino Roca – Iconografía Militar, Museo Roca, Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires (2006).



Colaboración de Oscar Turone - Agrupacion Patricios Reservista