Masa y masas:
Hoy usamos habitualmente la idea de “las masas” y las ideas correspondientes de
“civilizaciones de masas”, “democracia de masas”, “comunicaciones masiva” y
otras. Aquí se encuentra, creo, una cuestión central y muy ardua que es
necesario revisar más que ninguna otra.
Masas fue una nueva palabra para designar al populacho, y es muy significativa.
Parece probable que tres tendencias sociales se unieran para confirmar su
significado. En primer lugar se produjo la concentración demográfica en las
ciudades industriales, un apiñamiento físico de personas que el gran aumento de
la población total acentuó y que prosiguió con la urbanización constante.
Segundo, tenemos la concentración de trabajadores en las fábricas: otra vez un
apiñamiento físico, que la producción maquinista hizo necesario; también un
apiñamiento social, en las relaciones laborales indispensables debido al
desarrollo de la producción colectiva en gran escala. Tercero, el desarrollo
correspondiente de una clase obrera organizada y en proceso de auto organización:
un apiñamiento social y político. Las masas, en la práctica, han sido
cualquiera de estos agregados específicos, y como las tendencias se relacionaron entre sí, fue posible usar el
término con cierta unidad. Luego surgieron las ideas derivadas sobre la base de
cada tendencia: de la urbanización, la reunión masiva; de la fábrica, en parte
en relación con los obreros pero sobre todo con las cosas fabricadas, las
producción masiva, de la clase obrera, la acción de masas. No obstante, “masas”
era una nueva palabra para denominar al populacho, y las características
tradicionales de éste se mantuvieron en su significación: credulidad,
inconstancia, prejuicio de rebaño, bajezas en los gustos y las costumbres. De
acuerdo con estas pruebas, las masas constituían una amenaza perpetua a la
cultura. El pensamiento de masas, la sugestión de masas y el prejuicio de masas
amenazarían hundir el pensamiento y el sentimiento individual temperados. Aun
la democracia, que gozaba de una reputación clásica y liberal, perdería su
sabor al convertirse en una democracia de masas.
Ahora bien, la democracia de masas – para tomar el último ejemplo – puede ser
una observación o un prejuicio; a veces, en rigor, en ambas cosas. Como
observación, la expresión alerta sobre ciertos problemas de una sociedad
democrática moderna que sus primeros partidarios no podían prever- la
existencia de medios masivos de comunicación inmensamente poderosos está en el
núcleo de dichos problemas, puesto a través de ellos la opinión pública se
moldea y dirige de manera señalada, a menudo por medios cuestionables y a
menudo con fines cuestionables. Analizaré esta cuestión separadamente, en
relación con los nuevos medios de comunicación.
Pero la expresión democracia de masas también es, evidentemente, un prejuicio.
La democracia, tal como la hemos interpretado en Inglaterra, es el gobierno de
la mayoría. Los medios para alcanzarlo, en la representación y la libertad de
expresión, gozan de la aceptación general. Pero si creemos en la existencia de
las masas, el gobierno de las mayoría será, con el sufragio universal, el
gobierno de las masas. Además, si éstas son esa esencia el populacho, la
democracia será el gobierno del populacho. Es dudoso que se trate la
consecuencia, de un buen gobierno o una sociedad; será, antes bien, el imperio
de la bajeza o la mediocridad. En este punto, que algunos pensadores considera
obviamente muy satisfactorio alcanzar, es necesario volver a preguntar:
¿Quiénes son las masas? En la práctica, en nuestra sociedad y nuestro contexto,
apenas pueden ser otra cosa que el pueblo trabajador. Pero si es así, resulta
claro que lo que está en cuestión no es sólo la credulidad, la inconstancia, el
prejuicio de rebaño o la bajeza de gustos y costumbres. Según el expediente
abierto, se trata también de la intención confesa de los trabajadores de
modificar la sociedad, en muchos de sus aspectos, de una manera que aquellos a
quienes antaño se limitaban los derechos políticos desaprueban profundamente.
Cuando reflexiono sobre esto, me parece que lo cuestionado no es la democracia
de masas, sino la democracia. Si puede lograrse una mayoría a favor de los
cambios, queda satisfecho el criterio democrático. Pero si uno los desaprueba,
puede, al parecer, evitar la oposición abierta a la democracia como tal
inventando una nueva categoría, la democracia de masas, que no es en absoluto
algo tan bueno. El opuesto oculto es la democracia de clase, en la que la
democracia caracterizará simplemente los procesos mediante los cuales una clase
dominante encauza su tarea de gobernar. Sin embargo, la democracia, tal como se
la interpretó en Inglaterra durante el siglo, no significa eso. Así, es el
cambio llega a un punto en que representa un grave prejuicio y es inaceptable,
o bien debe negarse la democracia o hay que buscar refugio en un nuevo término
oprobioso. Resulta claro que esta confusión de la cuestión es intolerable.
Masas = mayoría no puede equipararse con desparpajo a masas = populacho.
Aquí surge una dificultad con todo el concepto de masas, y es urgente que devolvemos
los significados a la experiencia. Nuestra concepción publica normal de una
persona, por ejemplo, es “el hombre de la calle”. Pero nadie estima ser
únicamente el hombre de la calle; todos sabemos mucho más cerca de nosotros
mismos. El hombre de la calle es una imagen colectiva, pero en todo momento
conocemos lo que nos diferencia de él. Lo mismo ocurre con “el publico”, que nos
incluye pero que pese a ello no es igual a nosotros. Aunque un poco más
complicado, pasa algo similar con “masas”. No pienso en mis parientes, amigos,
vecinos, colegas y conocidos como masas; ninguno de nosotros puede hacerlo, y
no lo hace. Las masas son siempre los otros, aquellos a quienes no conocemos ni
podemos conocer. Hoy, sin embargo, en una sociedad como la nuestra, vemos
habitualmente a esos otros, en la multitud de sus variaciones, físicamente,
estamos a su lado. Están aquí, y nosotros estamos con ellos. Y el hecho de que
estemos con ellos es, por supuesto, el quid de la cuestión. Para otras
personas, nosotros también somos masas. Las masas son la otra gente.
En realidad, no hay masas; solo hay formas de ver a la gente como tales. En una
sociedad industrial urbana, esas maneras de ver tienen muchas oportunidades.
Las cuestión no es reiterar las condiciones objetivas sino considerar, personal
y colectivamente, qué hicieron ellas con nuestro pensamiento. El hecho es, con
seguridad, que una manera de ver a otra gente que se ha convertido en
características de una sociedad como la nuestra se aprovechó con fines de explotación
política o cultural. Lo que vemos, neutralmente, son otras personas, muchas
otras personas desconocidas para nosotros. En la práctica, las masificamos e
interpretamos de acuerdo con alguna fórmula conveniente. En sus propios
términos, esa fórmula será válida. No obstante, nuestra verdadera tarea
consiste en examinar la formula, no la masa. Para hacerlo, tal vez nos ayude
recordar que nosotros mismos somos constantemente masificados por otros. En la
medida en que consideremos que la fórmula es inadecuada para nosotros, tal vez
deseemos extender a otros la cortesía de reconocer lo desconocido.
domingo, 6 de abril de 2014
RAYMOND WILLIAMS CULTURA Y SOCIEDAD.
Al fundarse en una
idea del “desarrollo armonioso de las cualidades y facultades que caracterizan
nuestra humanidad”, esta condición general, el Cultivo, podía considerarse como
el estado observable más elevado de los hombres en sociedad, y era posible
establecer y subrayar “la distinción permanente y el contraste ocasional” entre
él y la civilización (el progreso
corriente de la sociedad). Coleridge examinó con ese espíritu la constitución
del Estado y propuso que dentro de él se dotara a una clase dedicada a la
preservación y extensión del cultivo. En su enfoque genera, seguía a Burke;
pero mientras que éste consideraba cumplida la condición dentro de la
organización tradicional de la sociedad, Coleridge la juzgaba amenazada por el
impacto del cambio. Frente a los procesos desintegradores del industrialismo,
el cultivo tenía que ser entonces, más que nunca, socialmente ratificado. La
idea social de la Cultura, ahora incorporada al pensamiento inglés, significaba
que se había formulado una idea que expresaba el valor en términos
independientes de la “civilización” y por ende, en un periodo de cambio
radical, independientes del progreso de la sociedad. El criterio de la
perfección, el “desarrollo armonioso de las cualidades y facultades que
caracterizan nuestra humanidad”, estaba ahora disponible, no simplemente para
influir en la sociedad, sino para juzgarla.
“No hay comunidad de Inglaterra; hay agregación, pero
agregación en circunstancias que la convierten en un principio más disociador
que unificador. […] La sociedad se constituye gracias a una comunidad de
objetivo […] sin ellos, los hombres pueden quedar en contigüidad, pero siguen
estando, no obstante, virtualmente aislados.”
“¿Y ésa es su condición en las ciudades?”
“Es su condición en todas partes; pero en las ciudades dicha condición es más grave. Una mayor densidad de población implica una lucha más severa por la existencia y el rechazo consiguiente de los elementos que tienen un contacto demasiado estrecho. En las grandes ciudades, lo que une a los hombres es el deseo de ganancia. No se encuentran en un estado de cooperación sino de aislamiento, en lo tocante a hacer fortuna; y en cuanto a todo el resto, no se preocupan por sus vecinos. El cristianismo nos enseña a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; la sociedad moderna no reconoce prójimo alguno”
“¿Y ésa es su condición en las ciudades?”
“Es su condición en todas partes; pero en las ciudades dicha condición es más grave. Una mayor densidad de población implica una lucha más severa por la existencia y el rechazo consiguiente de los elementos que tienen un contacto demasiado estrecho. En las grandes ciudades, lo que une a los hombres es el deseo de ganancia. No se encuentran en un estado de cooperación sino de aislamiento, en lo tocante a hacer fortuna; y en cuanto a todo el resto, no se preocupan por sus vecinos. El cristianismo nos enseña a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; la sociedad moderna no reconoce prójimo alguno”
La gente que encontró no era la pura encarnación de la
unidad de sentimientos, interés y objetivos que ella había imaginado en sus
abstracciones. El pueblo tenía enemigos entre el pueblo: sus propias pasiones,
que a menudo los hacían simpatizar y a menudo concertar con los privilegiados.
La prudente negación
con la cabeza acarrea una complaciente sonrisa de respuesta. Pero lo que yo
mismo encuentro en un pasaje con éste, tanto en el estilo (“impregnada de las
exhalaciones del alma”, “bienaventuranza milenaria en general”) como en el
sentimiento (“un acamada más abundante de necios y desdichados”), no es el
funcionamiento profundo y dilatado de una mente generosa, sino más bien el
cinismo mezquino de una mente que ha perdido, aunque solo temporariamente, su
capacidad para el respeto humano.
BUSHIDO
"Recibir el aliento de la vida en cada cosa."
"En cada taza de té."
"Ninguna flor es perfecta, pero buscarla, aunque nos lleve todo una vida no está mal":
"Anoche soñé con los ojos de un tigre y los confundía con los míos, pero los ojos del tigre provienen de lo profundo, lo turbulento, el misterio, la violencia. Mis ojos, ya no son ese vendaval natural."
"Haberte encontrado es karma, el destino esa aquí."
GB
"En cada taza de té."
"Ninguna flor es perfecta, pero buscarla, aunque nos lleve todo una vida no está mal":
"Anoche soñé con los ojos de un tigre y los confundía con los míos, pero los ojos del tigre provienen de lo profundo, lo turbulento, el misterio, la violencia. Mis ojos, ya no son ese vendaval natural."
"Haberte encontrado es karma, el destino esa aquí."
GB
sábado, 5 de abril de 2014
POLÍTICA • Sábado 05 de Abril de 2014 | 16:59 Cancillería desmiente las denuncias de Clarín sobre exhortos en el caso Lázaro Báez
A través de un comunicado, la Cancillería se refirió a las "falsas denuncias del diario Clarín sobre la tramitación de exhortos" en la investigación en torno al empresario Lázaro Báez.
"En un breve lapso de tiempo el diario Clarín ha publicado al menos 11 artículos según los cuales la Cancillería estaría incurriendo en el delito de encubrimiento al demorar los exhortos solicitados por la justicia argentina y uruguaya relativos a la investigación de supuestos ilícitos cometidos por el señor Lázaro Báez", sostiene Cancillería en el comunicad y afirmá que "todos los artículos, así como los comentarios repetidos por otros medios propiedad de dicho diario se basan en fuentes anónimas o en comentarios de políticos en busca de publicidad gratuita".
Además, sostiene que "la presentación o el mero anuncio de futuras denuncias penales a cambio de espacio en el diario Clarín es una práctica habitual de varios políticos y, en consecuencia, la publicación de la información que sigue no aspira ya a la debida rectificación en los mismos medios que se hicieron eco de la denuncia, sino simplemente a que, tratándose de una “denuncia en expectativa”, el público pueda sacar sus propias conclusiones".
Además, sostiene que "la presentación o el mero anuncio de futuras denuncias penales a cambio de espacio en el diario Clarín es una práctica habitual de varios políticos y, en consecuencia, la publicación de la información que sigue no aspira ya a la debida rectificación en los mismos medios que se hicieron eco de la denuncia, sino simplemente a que, tratándose de una “denuncia en expectativa”, el público pueda sacar sus propias conclusiones".
"Como de costumbre el diario Clarín publica sus pseudo denuncias adjudicándolas en su mayoría a fuentes anónimas"
"Como se observará, la Cancillería no solamente ha gestionado los exhortos con la debida diligencia, sino que ha sido el organismo que con mayor celeridad ha cumplimentado las actuaciones, pues lo ha hecho siempre en plazos de pocos días y no de meses como ha consignado el diario Clarín", afirma Cancillería, y enúmera:
Hechos y fechas
La Cancillería ha tramitado varios exhortos relativos a la Causa nro. 3017/13 caratulada “Báez, Lázaro y otros s/ encubrimiento y otros” Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 7, secretaría nro. 13
Hubo dos exhortos del Juzgado argentino dirigidos a Uruguay recibidos por la Cancillería. Tiempo de tramitación: 6 días hábiles.
Respecto al primer exhorto, relativo a la propiedad “El Entrevero”, la justicia uruguaya no aceptó el pedido de asistencia solicitada por declarar de carácter reservado a la causa.
Tiempo de tramitación de la respuesta por las autoridades uruguayas pertinentes: 8 meses.
Hechos y fechas
La Cancillería ha tramitado varios exhortos relativos a la Causa nro. 3017/13 caratulada “Báez, Lázaro y otros s/ encubrimiento y otros” Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 7, secretaría nro. 13
Hubo dos exhortos del Juzgado argentino dirigidos a Uruguay recibidos por la Cancillería. Tiempo de tramitación: 6 días hábiles.
Respecto al primer exhorto, relativo a la propiedad “El Entrevero”, la justicia uruguaya no aceptó el pedido de asistencia solicitada por declarar de carácter reservado a la causa.
Tiempo de tramitación de la respuesta por las autoridades uruguayas pertinentes: 8 meses.
Tiempo de tramitación en la Cancillería de la respuesta judicial: 2 días hábiles.
En cuanto al segundo exhorto, referido a una solicitud de información por parte de organismos gubernamentales y entidades financieras sobre personas físicas y jurídicas.
Tiempo utilizado por las autoridades uruguayas pertinentes para responder: 8 meses. Tiempo de tramitación en la Cancillería para entregarla a la justicia nacional: 3 días hábiles.
Pasemos ahora a los exhortos emitidos por la justicia uruguaya (Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Penal Especializado en Crimen Organizado de 2° Turno de Montevideo) dirigidos a la justicia argentina.
Se trata de tres exhortos dirigidos respectivamente “Al Señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti”, “A las Autoridades Judiciales de la República Argentina” y “Al titular del Juzgado N° 7 de la Justicia Federal en lo Criminal y Correccional de Argentina (Dr. Alberto Sebastián Casanello).”
Motivó la devolución, entre otras irregularidades procesales: el hecho de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación (destinataria de uno de los pedidos) se encuentra fuera de la jurisdicción asignada por la Constitución Nacional y las leyes argentinas sobre el diligenciamiento de pedidos de asistencia jurídica formulados por otros países.
Luego de la devolución efectuada por irregularidades procesales de las autoridades judiciales uruguayas, las mismas enviaron los pedidos unificados conforme a derecho recién 8 meses después. A su vez la cancillería entregó la respuesta uruguaya a la justicia argentina en 3 días hábiles luego de su recepción oficial.
"Como de costumbre el diario Clarín publica sus pseudo denuncias adjudicándolas en su mayoría a fuentes anónimas. Sin embargo, el 1 de abril del corriente año publicó otra denuncia que merece figurar en los anales de la ridiculez periodística, la primera fuente anónima que se permite dudar y reconocer que no tiene información: “Sin dar certeza absoluta, la fuente entiende que las solicitudes de la justicia uruguaya, nunca llegaron a manos del juez federal Sebastián Casanello. Sin embargo, desconoce dónde están estos exhortos en este momento”. Clarin (sic)".
"Los hechos, las fechas y los instrumentos absolutamente verificados hablan por sí solos", concluye el comunicado.
En cuanto al segundo exhorto, referido a una solicitud de información por parte de organismos gubernamentales y entidades financieras sobre personas físicas y jurídicas.
Tiempo utilizado por las autoridades uruguayas pertinentes para responder: 8 meses. Tiempo de tramitación en la Cancillería para entregarla a la justicia nacional: 3 días hábiles.
Pasemos ahora a los exhortos emitidos por la justicia uruguaya (Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Penal Especializado en Crimen Organizado de 2° Turno de Montevideo) dirigidos a la justicia argentina.
Se trata de tres exhortos dirigidos respectivamente “Al Señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti”, “A las Autoridades Judiciales de la República Argentina” y “Al titular del Juzgado N° 7 de la Justicia Federal en lo Criminal y Correccional de Argentina (Dr. Alberto Sebastián Casanello).”
Motivó la devolución, entre otras irregularidades procesales: el hecho de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación (destinataria de uno de los pedidos) se encuentra fuera de la jurisdicción asignada por la Constitución Nacional y las leyes argentinas sobre el diligenciamiento de pedidos de asistencia jurídica formulados por otros países.
Luego de la devolución efectuada por irregularidades procesales de las autoridades judiciales uruguayas, las mismas enviaron los pedidos unificados conforme a derecho recién 8 meses después. A su vez la cancillería entregó la respuesta uruguaya a la justicia argentina en 3 días hábiles luego de su recepción oficial.
"Como de costumbre el diario Clarín publica sus pseudo denuncias adjudicándolas en su mayoría a fuentes anónimas. Sin embargo, el 1 de abril del corriente año publicó otra denuncia que merece figurar en los anales de la ridiculez periodística, la primera fuente anónima que se permite dudar y reconocer que no tiene información: “Sin dar certeza absoluta, la fuente entiende que las solicitudes de la justicia uruguaya, nunca llegaron a manos del juez federal Sebastián Casanello. Sin embargo, desconoce dónde están estos exhortos en este momento”. Clarin (sic)".
"Los hechos, las fechas y los instrumentos absolutamente verificados hablan por sí solos", concluye el comunicado.
TIEMPO ARGENTINO
EL PAIS › PROYECTO PARA CREAR UNA COMISION BICAMERAL QUE INVESTIGUE LOS VINCULOS DE LA DICTADURA CON EL MUNDO ECONOMICO En busca de los cómplices del empresariado
Por Ailín Bullentini
Cuando se presentó Cuentas Pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura, el último libro que coordinó y dirigió el periodista Horacio Verbitsky junto al jurista Juan Pablo Bohoslavsky, la creación de una comisión de la verdad que investigue desde el Estado la complicidad económica con los crímenes de la última dictadura cívico militar era sólo una propuesta con tono de exigencia. A más de medio año de aquel encuentro, el diputado del Frente para la Victoria Héctor Recalde elaboró un proyecto que responde a ese pedido. “No implica ubicar a las grandes firmas en un lugar diferente del que hoy ocupan, sino reconocerlas en el que siempre estuvieron”, analizó Recalde, autor de la iniciativa que crea una comisión bicameral que tendrá 180 días para identificar los vínculos entre el mundo económico y el terrorismo de Estado. El proyecto, cuyo ingreso formal al Parlamento acompañaron con su firma una docena de diputados del bloque oficialista, será presentado de manera oficial el lunes próximo, en una mesa redonda integrada por su autor; el presidente de la Cámara baja, Julián Domínguez; el titular de la Comisión Nacional de Valores, Alejandro Vanoli, y Verbitsky.
Con un documento que versa sobre la supresión de los derechos de los trabajadores durante la última dictadura cívico-militar, Recalde participó de la compilación de trabajos de investigación que integran el libro de Verbitsky y Bohoslavsky. “Una de las conclusiones de aquel trabajo era que sería bueno que existiera una bicameral que pudiera trabajar con todos esos datos, así que me puse manos a la obra”, explicó entre los argumentos por los que elaboró el proyecto de ley que crea, finalmente, una Comisión Bicameral de Identificación de las Complicidades Económicas durante la dictadura militar.
Según Recalde, el objetivo principal de la comisión es la elaboración de un informe que especifique, detalle y desarrolle las consecuencias de la política económica, monetaria, industrial, comercial y financiera que instaló y llevó a cabo la última dictadura y que identifique también, en la medida de lo posible, a los actores económicos y técnicos que “contribuyeron con la instalación y el sostenimiento de ese régimen dictatorial y/o se beneficiaron aportando apoyo logístico, económico o de otra índole a él, y aquellos que participaron siendo cómplices o de manera directa con los crímenes de lesa humanidad que se perpetraron entonces”. La elaboración de esa documentación deberá estar estructurada en la formulación de “propuestas concretas y útiles para forjar la memoria, responsabilizar a los cómplices y consolidar y fortalecer las instituciones de la democracia así como reformas legislativas que propendan a desalentar conductas como las investigadas”.
“Este proyecto de ley se inscribe dentro de los principios de Memoria, Verdad y Justicia. Se sabe quiénes son los responsables más visibles de la pata económica del terrorismo de Estado que quebró al país entre el ’76 y el ’83; (el entonces ministro de Economía José Alfredo) Martínez de Hoz, por ejemplo. Pero, ¿y los demás?”, se preguntó Recalde. En ese sentido, reconoció que el trabajo de la comisión andará el camino de las investigaciones que concluyeron con el procesamiento del presidente del Ingenio Ledesma, Carlos Blaquier, y aquellas que determinaron el rol jugado por directivos de Mercedes Benz y Ford, pero asegura que la meta es “avanzar más, entrecruzar todas las líneas posibles”. “Cualquier momento es bueno, sobre todo para terminar con la impunidad que impera sobre este sector. No se trata de ubicarlo en el lugar que le corresponde, sino de reconocer aquel que siempre ocupó”, concluyó. A partir de las 17 del lunes, en el anexo C de la Cámara baja, Recalde y quienes lo acompañarán se explayarán sobre estas cuestiones en el marco de la presentación oficial del proyecto.
Tal como fue elaborado, el proyecto indica que la comisión, integrada por cuatro diputados y cuatro senadores, estará dirigida por un presidente designado por el Poder Ejecutivo nacional “quien deberá contar con una acreditada solvencia en el campo de los derechos humanos”, aclaró el diputado autor de la iniciativa. Los legisladores participantes del cuerpo deberán ser elegidos por sus respectivas cámaras. Una vez creada, la comisión tendrá 20 días para elaborar y presentar un plan de acción y 180 más para llevarlo a cabo. Si necesita, podrá tomar otro medio año. Las pruebas o testimonios serán recogidos en el marco de un cronograma de audiencias que contarán con la presencia de la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, académicos, empresarios, empresas y cámaras empresarias, asociaciones sindicales y partidos políticos. También podrá requerir informes a empresas, organizaciones no gubernamentales, dependencias de los tres poderes de los Estados nacional, provinciales y municipales y estados extranjeros para recoger testimonios para comprobar la eventual comisión de delitos. Transcurrido el plazo correspondiente, la comisión deberá presentar el informe en cuestión, que no será vinculante. No obstante, sus integrantes podrán formular denuncias ante la Justicia si así la información elaborada lo determina.
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EL PAIS › OPINION El espejo de los DD.HH. como horizonte
Por Guido Miguel Carlotto *
Los linchamientos (o intentos) a supuestos delincuentes, sucedidos en los últimos días, exigen especial atención a quienes tenemos responsabilidades político-institucionales; y también debemos hacer un esfuerzo para no caer en la tentación de los análisis simplistas.
En primer lugar, debemos remarcar que estas situaciones expresan conductas pre democráticas. Es inaceptable que consignas como “el que las hace las paga” u “ojo por ojo” sean las que determinen nuestro comportamiento social. Y es inaudito que legisladores nacionales repliquen esas ideas y las justifiquen.
La sociedad debe estar muy atenta a los discursos dominantes en torno de estas situaciones, y a la creación de sentidos que apunta a presentar escenarios desastrosos que legitiman estas acciones de “justicia por mano propia”.
Los discursos de determinados políticos, cargados de demagogia punitiva, que apuntan a la “ausencia del Estado” están cargados de intencionalidad política y miopía social.
Resulta particularmente esclarecedor el comportamiento oscilante de estos mismos políticos, que actúan como caja de resonancia de los discursos mediáticos dominantes: no aparecen con el mismo temperamento en casos de violencia institucional contra jóvenes pobres del conurbano. Parece que estos dirigentes son apenas portavoces de lo que los medios dominantes imponen como agenda: un pibe asesinado en una villa no merece la atención que sí le dispensan a un robo a un vecino de Palermo.
Sin embargo, lo principal es que, ante estas situaciones, recordemos las enormes conquistas sociales, culturales, laborales, institucionales que hemos logrado en los últimos 11 años. Por supuesto que no se trata de esconder los notorios problemas que enfrentamos como sociedad. Pero al mismo tiempo que la autocrítica, es vital entender que fue el Estado nacional, y el provincial en sintonía fina, quien impulsó la reparación de derechos y ampliación de ciudadanía más importante de los últimos 50 años.
Las demandas y banderas históricas de sectores sociales que habían sido reducidos a la marginalidad e invisibilizados por los mismos medios que hoy acicatean el descontrol fueron recuperadas por el Estado para empoderarlos, protegerlos, incluirlos.
Los organismos y militantes de derechos humanos somos un claro ejemplo de ello. Hoy, Memoria, Verdad y Justicia son políticas de Estado. Los valores que constituyen esa consigna se han hecho carne en los argentinos.
Abuelas y Madres, HIJOS y familiares, sobrevivientes. Todos ellos son el ejemplo que debemos tomar ante estas situaciones sociales complejas: jamás hubo justicia por mano propia. A pesar de conocer a los asesinos y desaparecedores de nuestros hermanos, a pesar de las provocaciones de los genocidas –incluso en los mismos juicios–, a pesar de los años de ninguneo institucional, nunca hubo respuestas violentas ni “ojo por ojo”. Sólo la búsqueda de justicia a través de las instancias institucionales correspondientes.
No podemos adoptar las prácticas de los victimarios, porque nos convertiríamos en uno de ellos. Debemos profundizar la inclusión y la apertura de posibilidades. Debemos abrir las instancias de diálogo para abordar las tensiones de nuestra sociedad. Y debemos estar atentos ante el oportunismo y la demagogia de determinados sectores y ciertos dirigentes políticos.
* Secretario de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires.
EL PAIS › OPINION Salir a asustar
Por Manuel Barrientos *
A principios del siglo XX el filósofo y sociólogo alemán Georg Simmel advertía que, en medio de la multitud moderna, la presencia del otro era sentida como amenazante; y que el precepto “sólo puedo ganar perjudicándote” comenzaba a expandirse en las relaciones culturales, sociales y económicas. Más de un siglo después, cada vez más observamos a los “otros” como rivales que complotan contra el normal desenvolvimiento de nuestras vidas cotidianas. A escala global, los inmigrantes en Europa –o los jóvenes pobres en América latina– se transforman en los blancos de esa sensación de inseguridad creciente. Son “pájaros de mal agüero”, como sostiene el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, porque traen el eco del desempleo y la exclusión que podrían llegar a alcanzarnos.
Hoy parece producirse un encerramiento con dos polos. Proliferan los countries, donde las clases medias y altas se refugian de los peligros externos. Al mismo tiempo, crece el número de detenidos en unidades penitenciarias. Pero ese encerramiento –impuesto o autoimpuesto– no hace más que multiplicar la sensación de inseguridad, porque aumenta el desconocimiento de lo que está afuera, de lo que no es igual. Genera un círculo perverso que –en la medida en que los puentes con lo distinto se desploman– se torna cada vez más frenético y tiende a retroalimentarse.
Las sociedades refeudalizadas y privatizadas exigen al “otro” su sacrificio constante y buscan no otorgarle nunca el estatuto de ciudadano pleno. Las políticas sociales universales son desvalorizadas y estigmatizadas, porque es esa integración a medias, precisamente, la que permite someter al “otro” a más y más exigencias: jornadas más extensas, sueldos más bajos, peores condiciones laborales. Los muros permiten al “nosotros construido” no ver el sometimiento que sufre el extraño.
Es necesario estigmatizar al otro, encerrarlo, aislarlo –a través de la xenofobia, la discriminación y la segmentación social– para perpetuar la asimetría y, al mismo tiempo, restaurar la comunidad del “nosotros” en base a esa diferencia. Sentirse parte de una comunidad que expulsa, que lincha, que castiga a lo diferente, aglutina identidades. Como resumía Ricardo Mollo, el cantante de Divididos, en uno de los discos clave de la música popular argentina de los años noventa: “Salir a asustar te protege más, en esta, la era de la boludez”.
La “solidaridad” se recupera a través de la elección de un enemigo común y habilita la exacerbación mutua contra ese otro que intranquiliza. “El miedo es un sentimiento favorable a los procesos de estigmatización, ya que encontrar ‘el culpable’ objetiva, ‘pone afuera’ el sentimiento. En cierta medida conjuga la incertidumbre concreta en palabras y nombra el objeto de los males”, explica Alicia Entel en su libro La ciudad y los miedos la pasión restauradora.
En esa línea, no se puede perder de vista que aquellos mecanismos que producen incertidumbre e inseguridad son, en general, de tipo global. Y, como recuerda Bauman, permanecen “fuera del alcance de las instituciones políticas existentes y, en especial, fuera del alcance de las autoridades estatales elegidas”. Esa precariedad nos lleva a sentirnos bajo permanente amenaza y genera una sensación de angustia dispersa y difusa.
Todas las acciones parecen concentrarse en el “combate contra la inseguridad”, el único aspecto en el que parece visible que se puede hacer algo. Con la vista en ese reino del ahora que brindan las encuestas, buena parte de la clase política busca sumar “imagen positiva” y apela a la demagogia punitiva. Proclaman que la “presencia” de ese Estado –al que prefieren ausente de la vida económica– debe centrarse en políticas de exclusión: cámaras de vigilancia, construcción de cárceles, más personal policial, aumento de las penas.
La actual lógica de la economía globalizada requiere una “política económica de la incertidumbre”. Exige que los Estados compitan entre sí (bajando impuestos) para captar inversores a través de la liberación del mercado. Así, el verdadero poder –el de las grandes empresas transnacionales– se vuelve opaco, invisible. Y esa política de la incertidumbre, lo sabemos, tiene entre sus pilares la expansión de las brechas de desigualdad: los pobres y los excluidos son los otros de los asustados consumidores. Volvamos a Bauman: “La imagen de los pobres mantiene a raya a los no pobres y, de ese modo, perpetúa su vida de incertidumbre. Los insta a tolerar con resignación esa incesante ‘flexibilización’ del mundo. La visión de los pobres encarcela la imaginación de los no pobres y les ata las manos”. El rostro del otro devuelve la imagen espejada de aquello en lo que se puede caer y termina desgastando la confianza de quienes tienen empleo e ingreso regular.
El grave problema es que esos ciudadanos –que se sienten inseguros y temen por lo que puede sobrevenir– no parecen estar en las mejores condiciones para sumarse a la discusión de los asuntos públicos. “Entretenidos en los miedos coyunturales y en el vivir hoy, no existen demasiadas posibilidades de pensar y desarrollar participativamente estrategias de anticipación y siembra colectiva”, previene Entel.
Se vuelven necesarias, entonces, más (y no menos) políticas de inclusión plena, que garanticen el ejercicio de los derechos económicos, civiles, sociales y culturales, que salten las barreras nacionales y alcancen escalas regionales. Para su planificación y puesta en práctica hace falta seguir fortaleciendo –desde la dirigencia política que se asume del campo popular, las organizaciones sociales y comunitarias, las universidades– aquellos espacios públicos que permitan construir miradas colectivas, globales y de largo plazo.
* Licenciado en Comunicación, UBA.
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