viernes, 4 de abril de 2014

MUNDO • Papa Francisco • Viernes 04 de Abril de 2014 | 10:31 Francisco: "No soy comunista, la pobreza no tiene ideología"

"Tienen inquietudes, y yo siento como un deber servir a estos jóvenes, porque la inquietud es como un signo. Siento que debo hacer un servicio a lo que es más precioso en este momento, que es la inquietud de los jóvenes", respondió Francisco ante las preguntas de un grupo de comunicación católico juvenil belga. 
Luego el diálogo giró hacia la pobreza, uno de los focos que llevó a Jorge Mario Bergoglio a adoptar "Francisco" como nombre para su papado: "Para mí, el alma del Evangelio son los pobres. Hace dos meses escuché a una persona que dijo: '¡Siempre hablando sobre los pobres, este Papa es un comunista!' No, ésta es una bandera del Evangelio, la pobreza sin ideología: los pobres están en el centro del Evangelio de Jesús".
Francisco consideró: "En este momento de la historia -continuó el Pontífice-, el hombre ha sido expulsado del centro, se ha deslizado hacia la periferia, y en el centro está el poder, está el dinero. En este mundo, los jóvenes son expulsados. Son expulsados los niños (no queremos niños, solo familias pequeñas), y son expulsados los ancianos: muchos de ellos mueren por una eutanasia oculta, porque la gente no los cuida", denunció.
Luego analizó la cruda realidad laboral de los adultos jóvenes y consideró: "En Italia, por ejemplo, el desempleo de los 25 años en adelante es casi del 50 %. Hemos entrado en una cultura del deshecho, lo que no sirve a esta globalización se desecha: los ancianos, los niños y los jóvenes".
Sin embargo, Francisco valoró su experiencia en Buenos Aires, donde se reunió y habló "con muchos jóvenes políticos", de diferentes ideologías, y que quedó "contento, porque hablan con una nueva música, un nuevo estilo de política".
Luego, el Papa confesó que comete errores: "Me he equivocado y me equivoco. Se dice que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en el mismo sitio. Los errores han sido grandes maestros de vida. No diría que he aprendido de todos mis errores: de algunos no, también soy testarudo. Pero he aprendido de muchos otros errores y esto me hace bien".
"Hace dos meses escuché a una persona que dijo: '¡Siempre hablando sobre los pobres, este Papa es un comunista!' No, ésta es una bandera del Evangelio, la pobreza sin ideología: los pobres están en el centro del Evangelio de Jesús", dijo Francisco.

A poco más de un año de comenzar su papado, Francisco dijo estar "completamente feliz" y tener "una cierta paz interior, una paz grande" que atribuyó a "la edad" y al camino que ha recorrido: "En mi vida, e incluso ahora, he tenido siempre problemas, pero esta felicidad no se va con los problemas".
Para terminar, los jóvenes le consultaron si tenía alguna pregunta para ellos, a lo que el Papa inquirió: "¿Dónde está tu tesoro, en dónde descansa tu corazón? ¿Sobre cuál tesoro descansa tu corazón? Porque en donde está tu tesoro está tu vida. El corazón se apega al tesoro: puede ser el dinero o el orgullo, o la bondad, la belleza, el deseo de hacer el bien. Deben responderse a ustedes mismos, solos, en su casa. Gracias, les agradezco mucho y recen por mí".

04.04.2014 | El titular de la Pastoral Social del Episcopado expresó la postura de la institución eclesiástica Fuerte repudio de la Iglesia a los linchamientos: "No es justicia"

Mientras las noticias sobre presuntos "linchamientos" o intentos de "ajusticiamiento" ante supuestos delincuentes detenidos in fraganti mantienen la centralidad de diarios, programas de radio y noticieros televisivos, voces representativas de las instituciones de la sociedad siguen advirtiendo sobre la peligrosidad de este fenómeno. Ayer, tras varios días de debate sobre esta aparente ola de hechos de represalia colectiva, el titular de la Pastoral Social del Episcopado, monseñor Jorge Lozano, exhortó a no recurrir a las  reacciones violentas.
"En un Estado de Derecho, el camino a transitar es el de acudir a las instituciones que corresponde. Si es por ‘mano propia’ no es justicia, debemos ser claros", remarcó Lozano, quien además es obispo de Gualeguaychú. El religioso cuestionó a quienes participan de estas golpizas hasta matar o dejar inconsciente a una persona. “Valoran más la propiedad robada, o por serlo, que la vida del presunto delincuente, y digo presunto porque algunos de los que participaron de la agresión lo deducen por los dichos de otros", reprochó.
 A la opinión del representante de la jerarquía católica se sumó la voz del ex Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. "Si alguien comete un delito no significa que deja de tener derechos: debe ser llevado ante las autoridades judiciales para que se le aplique la ley penal, si se comprueba lo que se presume. Toda persona tiene derecho a un juicio justo y rápido, tanto la víctima como el victimario, y nadie es dueño de la vida ajena", subrayó el titular del Serpaj a través de un comunicado. "Los linchamientos no son individuales, sino colectivos. Tienen mucho que ver con conductas y presiones sociales que llevan a lo que denomino la suspensión de la conciencia, donde, si los demás hacen lo mismo, la culpabilidad se diluye en lo colectivo", agregó.
 Pérez Esquivel condenó además el rol que asumen ciertos medios de comunicación, que parecen retroalimentar el fenómeno. "Cuando un solo delito se repite durante 24 horas en todos los canales cientos de veces, ¿significa que creció el delito o que va a crecer el miedo? Los medios están deseducando a nuestra sociedad. Es importante que de una vez por todas haya auditorías sobre los contenidos", exigió. En sintonía con estos planteos, el miércoles se conoció una solicitada publicada por COMUNA, un espacio de trabajadores de prensa y comunicadores, que llamó a los periodistas y a los propietarios de los medios a informar con responsabilidad cuando se trata de estos casos.
A la hora de señalar las causas del problema, tanto Lozano como Pérez Esquivel mencionaron las deficiencias en la acción de las fuerzas de seguridad, el Ministerio Público y los jueces, como la existencia de "zonas liberadas" en determinados barrios. 
 La oleada de violencia ejercida en grupo contra supuestos delincuentes viene despertando inquietud entre las personalidades del Derecho Penal, sean jueces, fiscales o académicos. La Red de Jueces Penales de la provincia de Buenos Aires, como también la Asociación Argentina de Profesores de Derecho Penal (AAPDP), advirtieron ayer sobre la gravedad de esta sucesión de episodios y sus consecuencias en los lazos sociales. "No podemos dejar de hacer referencia a la demagogia punitiva de algunos dirigentes y periodistas, que durante esta semana han tratado el tema con absoluta irresponsabilidad, justificando estos hechos en una supuesta ausencia del Estado en materia de políticas de seguridad", denunció la AAPDP. "Son expresiones de venganza privada, ejecuciones sumarias, que amenazan la paz social y constituyen actos de brutalidad criminal", señaló la Red de Jueces Penales del distrito bonaerense. "No son más que una manifestación de pura venganza, que se llevan adelante en el marco de una patota que garantiza el anonimato", coincidió la jueza de la Cámara de Crimen María Garrigós de Rébori, titular de la asociación Justicia Legítima.
Los jueces consultados por este tema suelen poner el acento en la tipificación de homicidio calificado que le corresponde, según el Código Penal, a cualquier linchamiento que termine con el fallecimiento de la víctima. Consultados por Tiempo Argentino, el camarista de Casación Penal Alejandro Slokar y el ex procurador general de la Nación, Esteban Righi, coincidieron en que la legislación es categórica: un ajusticiamiento es un homicidio calificado. "Desde el punto de vista técnico del Código Penal, al linchamiento se lo debe definir como un homicidio calificado. Las palabras encierran opciones valorativas, culturales. La política de la represión por la mano dura, que caracteriza a ciertos sectores como chivo expiatorio apelando a prejuicios clasistas, racistas y sexistas, es un llamado a la disolución y la fragmentación social. Esa matriz reaccionaria, que es la que ofrece cámaras y drones de vigilancia, atenta contra la inclusión social", señaló Slokar.
"La discusión jurídica es muy sencilla: (Un linchamiento) es un homicidio calificado, porque los actos se realizan después de consumado el hecho y neutralizado el supuesto ladrón. Y también hay ensañamiento y alevosía, por lo tanto a los autores le corresponde pena perpetua privativa de libertad. No hay argumento que justifique la justicia por mano propia. La afirmación de que no hay Estado no es atendible en un juicio razonable", remarcó Righi, titular del posdoctorado de la Facultad de Derecho de la UBA. "La única dificultad que existe es identificar a los autores", concluyó.  «


highton: "son homicidios sangrientos"
Como ya lo hiciera su colega Raúl Zaffaroni, la vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia, Elena Highton de Nolasco, repudió ayer los casos de linchamientos registrados en los últimos días y los calificó como "homicidios violentos, sangrientos y en masa".
"No sé por qué se está alentando (ese tipo de acciones) como si fueran algo bueno", cuestionó la jueza suprema, al tiempo que las definió como actitudes "cobardes".
Para Highton de Nolasco, "no hay proporción entre el robo o el hurto de una cartera, con un homicidio". "Son homicidios", reafirmó la magistrada al ser consultada por los linchamientos. Sin embargo, hizo hincapié en que "no ocurren por una falta de justicia", como señalaron voces de la oposición política, que también cuestionaron la presunta inacción y ausencia "del Estado".
La jueza de la Corte dijo además que ese tipo de acciones violentas son "bastante cobardes" porque se llevan a cabo entre varias personas. "Nadie solo se animaría a hacer eso", remarcó.
"La gente está violenta y se suman unos a otros", razonó Highton de Nolasco. Y agregó: "Hubo casos en que la policía tenía agarrado al ladrón y la gente se lo quería arrebatar para pegarle."
La jueza hizo declaraciones a la prensa en Salta, donde viajó para participar de la primera jornada del Taller de Fortalecimiento de las Prácticas Restaurativas en Mediación Penal.
La magistrada se suma así al rechazo a los linchamientos expresado por Zaffaroni, quien había considerado que ese tipo de acciones "no es legí­tima defensa, se trata de homicidio calificado, doblemente calificado: por alevosí­a y por ensañamiento". Y había fustigado, entre otros, al "renovador" Sergio Massa por evitar condenarlos.



más repudio judicial
Desde los más altos estamentos judiciales hubo voces que salieron a repudiar y encuadrar desde lo legal los casos de linchamientos ocurridos en los últimos días en distintos puntos del país. A las declaraciones de la jueza de la Corte Suprema nacional, Elena Highton de Nolasco (ver "Son homicidios sangrientos"), se sumaron los de la procuradora general del máximo tribunal bonaerense, para quien "la justicia por mano propia es injusticia". La funcionaria opinó que la cuestión de la inseguridad delictiva "no es sólo poner policí­as" en las calles. "Las causas son muchas, por eso hay que ir al fondo", resaltó,  y expresó: "La inclusión social no se puede recitar, hay que incluir e incluir."
"Hay que llamar a una reflexión profunda sobre los costos sociales que tienen estas actitudes, porque no sabemos qué vendrá después. No se construye un país mejor desde la agresión y la violencia", sostuvo por su parte la vocal del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Mercedes Blanc de Arabel, en relación con los linchamientos.
Blanc de Arabel insistió en que hay que preguntarse "cómo hará una persona que agrede a otros para convivir después con sus hijos, con sus familias y amigos, porque ninguna persona de bien puede creer que este es un modo legítimo de actuar". 
"Son ejecuciones sumarias" que "bajo ninguna circunstancia pueden explicarse o comprenderse por la aducida 'ausencia del Estado' en materia de políticas de seguridad", expresó la Red bonaerense de Jueces Penales. Y sostuvo que son "expresiones de venganza" que "amenazan la paz social". 
La jueza de la Cámara de Casación Penal, María Laura Garrigós de Rébori, afirmó tildó a los linchamientos como "una manifestación de venganza, que se lleva adelante en el marco de una patota que garantiza el anonimato".

NOTICIAS POSITIVAS

Nueva estación transformadora para Laguna Blanca con una inversión total de U$S 13.400.000. La obra consiste en una Estación Transformadora de 132/33/13,2 kV de simple barra con un transformador de 30/30/15 MVA, que consta de dos campos de 132 kV de línea equipados y otros dos sin equipamiento, celdas en 33 kV y 13,2 kV, sala de control, de tableros, comunicaciones y baterías.

Catamarca se sumó a Precios Cuidados en la Construcción, el encuentro del ministro con los empresarios, los  empresarios se comprometieron a "acompañar" a los beneficiarios de los créditos del Programa Créditos Argentinos (PROCREAR).

El Estado Nacional rescató 6431 víctimas de trata en casi 6 años, el 52 % de las víctimas eran  sometidas a explotación laboral. Las víctimas en su mayoría son mayores de edad (88 por ciento), y en cuanto a la nacionalidad, el 47 por ciento son argentinas y el 53 por ciento restante extranjeras, principalmente de países limítrofes.

Dennis Rodman  junto a otros jugadores profesionales dieron una clínica de básquet para más de 100 niños y niñas de instituciones barriales y sociedades de fomento, quienes compartieron la experiencia que les transmitieron estas estrellas del básquetbol mundial.


Alemania: cancelados cientos de vuelos por huelga, la compañía aérea más importante del país canceló unos 600 vuelos el día jueves por reclamos sindicales.


El Ministerio de Educación de la Nación invertirá 84 millones de pesos para insumos destinados a escuelas técnicas de todo el país. Son 2.454 establecimientos que se beneficiaran con esta inversión y unos 946.540 alumnos de la modalidad.


El Ministerio de Agricultura de la Nación invertirá más de $56 mil millones con el objetivo de  duplicar la superficie regada del país a unas 4 millones de hectáreas para el año 2030.

Referentes de cincuenta movimientos de agricultores familiares de todas las provincias de la Argentina destacaron el apoyo del gobierno nacional para el desarrollo de los pequeños productores.

Cecilia Bouzat, científica del CONICET se destaca entre las cinco mejores del mundo en el año 2013, fue galardonada por el programa internacional L´Oréal – Unesco “For Women in Science” por su trayectoria científica.


Claudia Ledesma Abdala gobernadora de Santiago del Estero y Ministro de Salud de la Nación inauguran el Hospital Zonal de Quimilí, cuenta con 17 consultorios externos para diferentes especialidades médicas , 60 camas para internación - 20 de ellas para niños y 9 para emergencias -, y dos quirófanos, uno de ellos para operaciones cesáreas.

Mañana empiezan las jornadas de capacitación para el abordaje de la problemática suicidio dirigido a equipos profesionales de Chaco, Corrientes, Misiones y Jujuy, estarán a cargo del Ministerio de Salud de La Nación y Hospitales zonales.

El Tren Sanitario y de Desarrollo Social "Ramón Carrillo", se trata de un tren especial que cuenta con 9 vagones dotados de consultorios con el objetivo de brindar atención en clínica médica, oftalmología, ginecología, obstetricia, nutrición, odontología, pediatría y enfermería, así como para la asistencia social que requieran las personas que allí se atiendan.


La empresa de equipos para riego Reinke proyecta instalarse en la Argentina, una de las empresas más grande de fabricantes de sistemas y componentes de irrigación del mundo, para luego exportar a Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Perú, principalmente.

PYMES mostraron una recuperación de su actividad productiva en 2013, respecto a 2012. Tuvieron mejoras en las ventas, exportaciones y mantuvieron los niveles de empleo. Además, los empresarios se mostraron optimistas respecto a 2014 y cerca del 40% reveló  sus intenciones de invertir durante el año.


El apoyo a jóvenes deportista que brinda el ministerio aumentó de 334 becados que cobraban entre 150 y 2.250 pesos;  en 2004, a  1.509 becados que reciben entre 660 y 6.600 pesos, es decir, que el número de deportistas becados se incrementó, en menos de 10 años, en un 451 %.

jueves, 3 de abril de 2014

EL PAIS › OPINION “La gente” también delinque

Por Mario Wainfeld
- Un grupo numeroso de vecinos asesina a David Moreira en Rosario. La víctima tenía 18 años. El crimen se cometió con alevosía (indefensión de la víctima) y ensañamiento (afán de agravar el sufrimiento). Homicidio calificado, dice el Código.
- Un grupo de remiseros se confunde y decide que un par de jóvenes morochos que van en una moto son chorros. Los persiguen, gritan enardecidos. Las víctimas creen que quieren afanarles. La confusión sería cómica, digna de una película costumbrista italiana de las buenas... de no terminar en una golpiza salvaje a un muchacho indefenso, responsable sólo de portación de aspecto.
- En un paraje porteño se comete tentativa de homicidio contra un motochorro pescado en flagrante delito. Y hay otras situaciones similares por aquí y acullá.
Las justificaciones o las explicaciones son pertinentes, a condición de establecer jerarquías. Lo principal son los delitos de sangre, que deben ser investigados, juzgados y en su caso condenados. Pontificar que los autores materiales lo hicieron porque demandan mayor estatalidad es secundario, en lo argumental y en la escala de valores.
Hasta para el patético simulacro de Código Penal vigente, ese que defienden con ahínco los diputados Sergio Massa y Darío Giustozzi, los delitos contra la vida son más graves que aquellos contra la propiedad. Sin embargo, la conductora de un noticiero del canal C5N da rienda suelta a su indignación. ¡Dejaron libre al ladrón de Palermo e investigan a los vecinos! En vano un abogado le explica que un robo o una tentativa como ésa es excarcelable y que para colmo no hay pruebas materiales ni denuncia. A la periodista no le entran balas y se explaya: “¡Investigan a las víctimas!”. No repara en que hubo dos víctimas en secuencia: la del robo y el de la agresión patotera. Un mundo complejo le queda grande.
Cesare Lombroso lo había hecho sencillo, en la prehistoria del derecho penal. Su obra más famosa se titula L’uomo delinquente. Para ese imaginario hay seres prefigurados para el crimen, con marcas genéticas. Se suponía que esas teorías habían sido superadas con la modernidad pero, por suerte, estamos volviendo a las fuentes.
Claro que todo es un poco intrincado para el simplismo de los medios dominantes. Hay “gente”, sinónimo de bondad y de victimización, que ataca cual jauría sin frenos inhibitorios ni compasión.
Se puede disfrazar lo de Palermo, por ahí falta poco para que algún creativo alegue que es un modo de protesta social que no debería judicializarse. Se puede “traspapelar” el desarreglo de los remiseros... pero el martirio del pibe Moreira les complica los tantos a los apologistas de la barbarie.
Clarín hace escuela de nuevo, sin dilemas ni traumas. Cierra el círculo en su tapa de ayer, un homenaje tardío a “La crisis causó dos nuevas muertes”. El gran diario tituló “Hubo otros cinco casos de palizas de vecinos a ladrones”. Joya y bingo. Son “palizas”, correctivos familiares, aunque alguno deje un muerto tirado en la calle. Chas chas con mano dura, suponemos. Son “casos”, expresión ambigua si las hay. Los “ladrones” son, sin excepciones, los sujetos pasivos, aunque la familia de Moreira niegue que David lo fuera y hay un ejemplo clavado en que no sucedió eso.
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La demanda por seguridad es válida y la incitan delitos contra la propiedad cometidos con un grado alto de violencia, que degrada la cotidianidad de gentes de a pie. Tienen razón y derecho en reclamar y es insuficiente replicarles con estadísticas comparativas. Pero como la sociedad de masas es compleja, el listado de los delincuentes no se limita a aquellos (los motochorros, por ejemplo) que empiezan su jornada decidiendo que ese día van a robar.
La vida tiene cien bifurcaciones. Como El extranjero de Camus, una persona puede terminar matando a otro en un día en apariencia rutinario. No es lo habitual, no es el promedio, pero puede darse.
Las familias que se sentaron a tomar un cafecito por Palermo no imaginaban que sus integrantes se convertirían, de arrebato, en autores, cómplices o encubridores de un delito mayor. Ciertos vecinos de Rosario no arrancaron la jornada pensando “hoy me cargo a uno”.
Hay, también, personas que delinquen a diario sin que se los encuadre como causantes de la inseguridad. Pensemos en quienes cometen violencia de género o intrafamiliar. O en los abusadores sexuales. Ejercen su poder o explotan su posición de modo perverso. Dañan mucho, pueden tener una fachada respetable: “la gente” no tiene motivos para abrazar con fuerza la cartera cuando los ve por la calle.
Otro tanto podría decirse de los evasores, de los explotadores que no pagan cargas sociales. Son personas de bien, no desentonan si se acodan en un bar VIP.
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Un sano sentido común extendido reclama a los autores de delitos, aun culposos, que den la carea, que se presenten en los tribunales, que pidan disculpas a las familias de sus víctimas. En suma, que afronten en público las consecuencias de su accionar. No es ése el clamor mediático en los casos que nos ocupan y debería serlo. Si son gente, obren como tal.
Pero no hay conductas individuales que den un alivio: gestos de contrición o, así más no fuera, hombres que se hagan cargo. No aparece quien explique que se sacó, que exprese remordimientos, que explique que ésa no es su norma de vida, que se disculpe porque no midió las derivaciones de su furia.
O un fundamentalista altivo que doble la apuesta, alardeando: que es un guapo de barrio, que reivindica su actitud de patear a una persona inerme en el piso, entre veinte o treinta más.
Más de cuatro lo aplaudirían como se hizo con el ingeniero Santos. Fue hace ¡24 años!, lo que sugiere que no hay nada nuevo bajo el sol.
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Los linchamientos no son tampoco una originalidad gauchesca. El sociólogo Gabriel Kessler explicó en una entrevista pasada en Radio Nacional que hay muchos en países hermanos y vecinos: Bolivia, Guatemala o El Salvador sin agotar la enumeración. Según un artículo publicado en el diario El País, de España, en Bolivia hubo 190 linchamientos culminados en asesinato entre 2005 y 2013. El mal de muchos no consuela a nadie, pero ayuda a relativizar a los que solo ven “color local” en los hechos y por lo tanto culpan de todo a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Los textos fundacionales del sociólogo europeo Zygmunt Baumann, escritos hace añares, también rondan la solidaridad rencorosa de los que se leen como víctimas de la inseguridad.
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Hasta ahora no se ha detenido a ningún sospechoso. Una cortina de silencio los preserva.
El fiscal santafesino Florentino Malaponte parece mostrarse activo. Un asesinato no deja espacio a devaneos. Su colega porteño, Marcelo Roma, afronta un cometido difícil. El ulular de la tribuna, “la opinión pública” le pide impunidad. Si se empecina en investigar a “la gente”, que es cumplir con su deber, corre el riesgo cierto de pasarla mal en el Agora y en los medios. Su responsabilidad y dignidad están sujetos a una prueba ácida. “La calle” no tiene ganas de ayudarlo: si el expediente se archiva los reproches serán mínimos. Total, “el delincuente” está libre.
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Si el cronista fuera fiscal y ya hubiera sospechosos identificados los acusaría por los cargos que ya señaló.
Si fuera su defensor trataría de encuadrar las acusaciones como delitos cometidos “en riña”. O invocaría defensa propia o emoción violenta. Manejaría el derecho de sus representados de declarar o de callar. Pediría su excarcelación, desde ya.
Si muchas personas llegaran al banquillo de los acusados y fuera juez se sentiría en un brete porque una sentencia severa destruiría decenas de hogares. Y una absolución masiva dejaría desamparadas a las víctimas, sus familiares y amigos.
Como no desempeña esos roles y es puro cronista, le vale decir que lo ocurrido es una señal acerca de la complejidad de la vida social. Y que no cree que los que levantaron la mano contra otros sean asesinos desde el vamos, designados por un Lombroso progresista.
Lo que aterra no es que tengan un desvarío momentáneo, que usen más fuerza de la necesaria para reducir a un sospechoso (¿cómo medirla exactamente?). Espanta que ciudadanos “normales” pateen a quien está desvanecido en el piso, “peleen” veinte contra uno, que no recapaciten horas o días después. Son desoladoras las licencias sociales o mediáticas que se les dispensan.
Por último, solo porque el espacio y el saber tienen límite, asombra el grado de violencia concentrado en una sociedad que vive en democracia desde hace treinta años. Y que supo tener otros valores o reglas no escritas hasta para una pelea en la calle.

EL PAIS › OPINION ¿Lynch?

 Por Julio Maier *
Sólo la creencia firme de que la obra humana puede llegar a la perfección justifica la negación radical de la discusión de esa obra humana acerca de su modificación. Eso es lo que expresaba el sábado último el cartel colocado en una mesa de recolección de firmas que había en la vereda de un supermercado de los líderes: “NO a la reforma del Código Penal actual”. Desconozco si esta especie de paso previo a una consulta popular institucional o, simplemente, de consulta popular privada, se multiplicaba en la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. Sólo diría que el lugar de esta consulta aloja preferentemente clase urbana con poder económico o, al menos, racionalmente satisfecha en relación con sus consumos.
Me pareció increíble constatar que el Código Penal –al que yo he rendido culto por más de 50 años profesionalmente, ignorado en cambio por el ciudadano de a pie– servía como atractivo de una campaña para una elección presidencial. Pero todo no hubiera pasado de una anécdota algo risueña si dos periodistas de este diario no me hubieran recordado el domingo el tema en sus artículos, con cita de la opinión anterior de una persona integrante de un Consejo de la CABA, publicada también en Página/12, y si los hechos no hubieran superado todo lo imaginable de crueldad como sistema de reacción penal. Ya es suficientemente impiadosa la privación de libertad como método correccional o de prevención delictiva, incluso fracasado en la realidad, para tolerar un regreso cavernícola a la venganza anónima mediante penas corporales, sin verificación alguna del delito y de su autor, y sin enjuiciamiento, venganza que, respecto de los vengadores, sólo puede ser calificada como asesinato o tentativa de asesinato, si la víctima, por casualidad, no falleció. Sin embargo, allí no termina el cuento. He verificado que una proporción apreciable de personas, con la cuales tengo contacto por diferentes razones, justifica los hoy llamados “linchamientos” de muy diversas maneras, pero siempre con un denominador común que puede sintetizarse con las siglas TV y campaña presidencial de un candidato determinado.
Debo reconocer que el conocimiento de estos sucesos –que, al parecer, ya no significan una extravagancia, algo singularísimo– me ha sumido en una depresión horrible respecto de la sociedad argentina y su cultura. Era suficiente mi pesimismo respecto del Derecho Penal de la actualidad, para agregar ahora este regreso intolerable a las cavernas, provocado, a mi juicio, por políticos y periodistas –en el sentido de gente de prensa, con poder mediático, sobre todo en TV– irresponsables. Cuando se compara a nuestros vengadores con Charles Lynch se comete una injusticia con este último: al menos él era un revolucionario, patriota de la independencia estadounidense que reaccionó contra los tories, leales a la Corona inglesa, por razones propias de la guerra de la independencia de ese país, contexto que no lo justifica pero que explica sus acciones. Los hechos que conocemos y sus autores carecen en absoluto de esa explicación.
Yo no les pido ni al candidato que hace campaña con el Derecho Penal –para colmo de males abogado recibido en la UBA, según creo por difusión pública–, ni a sus seguidores, que renuncien a postulación política alguna, ni a los personajes de la televisión regidores de las noticias policiales, que eliminen este rubro de sus informaciones; sólo les ruego –incluso desde mi egoísmo, lo confieso: defendiendo primeramente mi propia salud como ciudadano de este país– que no infecten de odio a esta sociedad, que no dividan a sus integrantes en buenos, cuyas acciones todas son legítimas o justificables, y malos o criminales, que ni siquiera pueden aspirar a ser tratados como ciudadanos de este país ni como víctimas, hecho que no significa otra cosa que uno de los más crueles e injustos modos de discriminación social.
* Profesor titular consulto de Derecho Penal (UBA).
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EL PAIS › OPINION Los linchamientos argentinos en el espejo latinoamericano

Por Leandro A. Gamallo *
Imagen: DyN.
Los resonantes casos de linchamientos dados a conocer en los últimos días ponen sobre el tapete una cuestión que, hasta ahora, parecía ser ajena a la sociedad argentina, pero que constituye un fenómeno instalado en muchos países latinoamericanos. Vale la pena conocer qué sucede en la región para tratar de entender qué significan estos hechos en nuestro país y reflexionar acerca de posibles desarrollos futuros.
El término linchamiento (“lynching”) tiene sus orígenes en la Guerra de Independencia estadounidense. En ese marco, el juez Charles Lynch decidió castigar extralegalmente a un grupo de leales al imperio británico aun cuando éstos habían sido absueltos ante un jurado oficial. Varias décadas después, el término Lynch’s law (Ley de Lynch) comenzó a utilizarse para designar la práctica de los hombres blancos del sur de Estados Unidos que comenzaron a organizar “patrullas” civiles para capturar ciudadanos afroamericanos, sospechosos de cualquier crimen por el simple hecho de tener un color de piel distinto.
En Latinoamérica los linchamientos comenzaron a cobrar notoriedad hacia fines de los años ’80, cuando las reformas neoliberales empezaron a hacer estragos en toda la región. A mediados de la década del ’90, los linchamientos eran un problema público en Brasil, Guatemala, México, Perú, Bolivia y Ecuador, entre otros. Las explicaciones en cada país difieren según las particularidades de cada sociedad, pero a nivel general se pueden resumir en la precariedad social, la extensión y fragmentación de la violencia urbana (narcotráfico, mafias, ilegalismos diversos, etc.) y una fuerte percepción de inseguridad social vinculada con la ineficacia del Estado para prevenir el delito en un contexto de desigualdades gigantescas.
En ese escenario, diversos sectores de la sociedad civil se hicieron cargo de la provisión de su propia seguridad, favoreciendo procesos de aislamiento y exclusión. Los sectores más acomodados fueron los que mejor se adecuaron al nuevo panorama: las seguridades privadas, los barrios privados y distintos métodos de “encierro residencial” aseguraron los bie-nes y las vidas de los más favorecidos. Los sectores populares respondieron como pudieron: la reciente creación de policías comunitarias en Michoacán, México, y la extensión de los linchamientos en dicho país son algunas de esas expresiones.
De este modo, los linchamientos se han constituido en algunos países (particularmente en México y Guatemala) como una estrategia precaria de seguridad popular en escenarios percibidos como extremadamente inseguros. Un ejemplo de ello es la presencia cada vez más creciente de amenazas públicas de linchamientos como un método de “persuasión” a futuros ladrones.
Esta imagen del linchamiento (como una estrategia) contrasta con la visión irracional y espasmódica que frecuentemente se tiene de estas acciones. Más bien lo contrario: en dichos países los linchamientos suelen producirse en barrios y ciudades con una fuerte impronta comunitaria que organiza las acciones de manera de que tengan la máxima exposición posible. Por esto, los episodios concentran a un gran número de personas y suelen llevarse a cabo en espacios públicos simbólicos –como plazas principales– o en torno de edificios públicos. De allí también que el prejuicio asocie (espuriamente) a los linchamientos como un acto de derecho indígena.
Este breve panorama presentado es radicalmente distinto del que estamos viendo en estos días en nuestro país. La complejidad del asunto debe partir de reconocer que la violencia colectiva se produce en Argentina en un contexto de reversión de las políticas neoliberales, a diferencia de lo que sucede en otros países de la región.
En segundo lugar, los linchamientos en Argentina son aún casos aislados. En nuestro país la violencia colectiva en respuesta a casos de inseguridad surge más ante agravios contra las personas (violaciones, asesinatos) que ante robos, y se expresa más en el ataque a los bienes de los agresores (la quema de la casa de un violador, por ejemplo) o en ataques a las fuerzas estatales (comisarías o edificios municipales, como el caso de Junín del año pasado) que en la violencia hacia individuos.
En este sentido, los linchamientos argentinos presentan un grado de coordinación y organización mucho menor, protagonizados por colectivos que, a veces, no tienen relaciones previas entre sí: peatones y automovilistas que no se conocen previamente pero identifican a un supuesto delincuente como un enemigo común y mancomunan acciones para atacarlo, como ocurrió el último sábado en el barrio de Palermo.
Probablemente en estas reacciones convivan el “hartazgo” de una situación percibida como intolerable con una concepción absolutamente discriminatoria que genera un “nosotros” (la ciudadanía o los vecinos) opuesto a un “ellos” que debe ser eliminado (los delincuentes). Lo que parece una certeza es que en nuestro país los linchamientos no pueden concebirse como una estrategia, ni mucho menos como un acto de prevención ciudadana en materia de seguridad. Al menos por ahora.
Más allá de las interpretaciones, estas acciones vuelven a mostrar que el reclamo “por seguridad” está asentado muy fuertemente en el sentido común de buena parte de la sociedad argentina. Entender el problema de la seguridad pública como un problema que atañe principalmente a los sectores más vulnerables de la sociedad debe ser el punto de partida para escuchar estas demandas, demoliendo el repertorio de recetas conservadoras que capturan ese sentido común con las propuestas de siempre: endurecimiento de las penas, criminalización de la pobreza y represión social.
* Becario Conicet. Sociólogo (UBA) y magister en Ciencias Sociales (Flacso, México). Autor de la tesis de Maestría Crimen, castigo y violencia colectiva: Los linchamientos en México en el siglo XXI.

LA PRESIDENTA DIJO QUE EL INTERES BRITANICO EN LAS MALVINAS SE DEBE A SU VALOR COMO BASE MILITAR “No pueden seguir ocultando la verdad”

Por Nicolás Lantos
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner ratificó ayer la soberanía argentina sobre las islas del Atlántico Sur e insistió en que la diplomacia y la paz son los únicos medios válidos para llevar adelante ese reclamo: fue durante el acto que protagonizó en el Patio Malvinas Argentinas de la Casa Rosada, en el Día del Veterano de Guerra, a 32 años del comienzo de la guerra con el Reino Unido. Durante su discurso, CFK volvió a condenar el “doble estándar” de las potencias mundiales respecto del colonialismo y denunció que el principal motivo por el que Gran Bretaña permanece en el archipiélago es que “constituye la base militar nuclear de la OTAN en el Atlántico Sur” y lo vinculó con los episodios de vigilancia electrónica por parte de los Estados Unidos denunciados en el último tiempo. “Malvinas es una causa regional”, agregó. Ante funcionarios, autoridades militares, legisladores y las titulares de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, la Presidenta anunció además la creación de un nuevo billete de 50 pesos con la imagen de las islas (ver aparte).
“La historia de la humanidad demuestra claramente que siempre se terminan recuperando los enclaves coloniales, más tarde o más temprano, por eso tengo una infinita confianza en la historia, en el pueblo, para la recuperación de esas islas”, señaló la jefa de Estado en su mensaje, transmitido por cadena nacional, en el que sostuvo “el compromiso con la necesidad de una recuperación pacífica” del archipiélago. Pero, en un giro novedoso respecto del mensaje de años anteriores, no hizo énfasis en “el uso y abuso de los recursos naturales que son tomados indiscriminadamente” por los británicos en el territorio en disputa, sino que apuntó a otro aspecto de la importancia estratégica de las islas: “La verdad sobre Malvinas es que constituye la base militar nuclear de la OTAN en el Atlántico Sur, ésta es la verdad que no pueden seguir ocultando y que quiero leerlo. Porque por eso nuestro mensaje no solamente tiene que ver con la soberanía, con un reclamo de soberanía. Nuestro mensaje también tiene que ver con un mensaje de paz, en un mundo desquiciado por los enfrentamientos militares, étnicos y religiosos”, señaló.
En ese sentido, explicó que Malvinas es “la mayor base militar existente al Sur del paralelo 50”, desde donde “se maneja todo el despliegue militar británico, ma non troppo”, en referencia a la utilización de ese enclave por otras potencias, principalmente Estados Unidos. Allí, agregó, están montados “los sistemas de inteligencia electrónica” que podrían tener vinculación con el espionaje a presidentes de la región difundido el año pasado. También denunció la presencia de submarinos con capacidad para armas nucleares y de misiles que pueden alcanzar a todo el Cono Sur, “hasta Ecuador”. “Hay casi un 20 por ciento de jóvenes desocupados en Inglaterra, sería bueno que se dedicaran menos a guerrear y más a ocuparse de los propios ingleses y del propio pueblo inglés”, añadió Fernández de Kirchner, que estimó en 31 mil dólares al año por inglés el costo del mantenimiento de las bases militares.
CFK agregó que “en realidad lo que domina la política internacional es la relación de fuerzas, no es el derecho internacional, no son los derechos humanos, no es el respeto a la paz, no es el respeto a la integridad territorial. Es la ley del más fuerte; el que puede pisarle la cabeza al otro se la pisa y nadie reclama” e hizo un llamado a “abandonar estos dobles estándares que finalmente luego se terminan volviendo en contra, como un boomerang. Porque (es) lo único que nos permite, no solamente a una sociedad nacional, sino también a la sociedad global, poder convivir racionalmente, evitar muertes, conflictos, miserias”. Durante el acto, la Presidenta estuvo acompañada por su gabinete de ministros y por el vicepresidente Amado Boudou. A un lado estaban también autoridades legislativas y militares y un puñado de dirigentes y funcionarios. El Patio Islas Malvinas, de tamaño reducido, estaba abarrotado de invitados y militantes.
Otro anuncio de CFK estuvo relacionado con los 123 cuerpos argentinos no identificados que están enterrados en las islas. “Hay una obligación moral y patriótica de identificar a cada uno de ellos para honrarlos como se honra la memoria de los héroes”, dijo, y en ese sentido se convocó a la Cruz Roja y al Equipo Argentino de Antropología Forense para avanzar en la tarea. “Estamos recorriendo el país con recursos del Estado también, y ya hemos logrado obtener 65 muestras de sangre de más de 145 familias, precisamente para lograr esa identificación”, dijo CFK.
Por último, inauguró una vitrina en la que se exhibe una de las siete banderas que flamearon en 1966 en Malvinas, durante la llamada Operación Cóndor, en la que militantes peronistas secuestraron un avión de Aerolíneas Argentinas y lo dirigieron al archipiélago. La última de las banderas que queda por ubicar tendrá su lugar en el museo sobre Malvinas que se inaugurará en junio en el espacio de la ex ESMA, mientras que las restantes se encuentran en el Mausoleo de Néstor Kirchner, en Río Gallegos; en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso; en el Museo del Bicentenario; y en las basílicas de Luján y de Itatí.