Sube agotado el ojo al mangrullo.
Confunde polvareda con nubes marrones,
lluvia con rocío, estampida cimarrón
con bandada de pájaros sordos.
La civilización cautiva y miente
la Historia, la olvida entre papeles amarillos.
Inunda las tolderías de grapa y
atracones de viruela.
Es el progreso blanco.
El Malón es alarido para la mujer,
fuego y robo sus dioses, para el cura,
orejas cortadas y patacones por ellas
para los oficiales.
Solo la soldadesca sabe que ella siempre será
barbarie, también.
Por eso le importa su pellejo.
O salva la osamenta o vive en el camposanto.
O es viento en la frontera o pajonal reseco
en enero.
Hacia atrás galopan los Pampas, aporías rescatando tierras
de ayer que fueron de antes.
Chuza, crin, cuero mojado en las muñecas
(para el estaqueado)
lengua del crepúsculo, vizcachera, tendones cortados,
sueñan horneros que alguna vez serán
los criollos.
Todo se vuelve llanura de bordes salitres en el relámpago,
que moja los cuerpos,
que hunde la zanja,
que reza al borbotón de saliva
que escupió Mandinga.
GB
miércoles, 2 de abril de 2014
Lanzan un billete de 50 pesos en conmemoración de Malvinas
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner dio a conocer la edición especial del billete de 50 pesos que se lanzará por los próximos seis meses. La mandataria presentó hoy un boceto de un nuevo billete con el contorno de las Islas Malvinas.
Según se anunció, el billete de curso legal emitido por la Casa de la Moneda conmemorará a los soldados argentinos caídos en la Guerra de las Malvinas y en defensa de la soberanía argentina sobre el archipiélago.
El billete fue presentado por la mandataria al encabezar en la Casa de gobierno el acto central conmemorativo por el 32do. aniversario de la Guerra de Malvinas.
El Estado es el otro--REVOLUCION TINTA LIMON BLOGSPOT.
Hay Moncloa. Todos piden más Estado: los que piden seguridad, los que piden trabajo en blanco, los que piden más impuestos, los que piden menos impuestos, los que piden dólares, los que piden 82 % móvil, y así. Dicen Estado pero dicen muchas cosas a la vez. O como el círculo de fuego del viejo 8N: piden que venga el Estado para sacarles el Estado de encima. Porque nadie, a su modo, pide “menos Estado”.
Hablemos de los linchamientos. Hay dos discursos: 1) ese momento ideal para el buen samaritano: mira a una parte de la sociedad como un conjunto de pequeños Ku Klux Klanes. Gente blanca sobre un “negro”. Todo simplificado hasta el punto de sólo estar cómodo con el culo en los prejuicios (mientras los hechos de estos días dan cuenta de algo más enmarañado); 2) ese discurso culposo de no cargarle nunca la cuenta a nadie, así como habló Massa: hay linchamiento porque hay Estado ausente. O sea: pedir siempre más Estado, nunca pedir “más Sociedad”.
Cristina respondió, pero subrayó esa línea, al decir, junto al cura del SEDRONAR: acá estamos, incluiremos. En ambos discursos el Estado siempre es el otro, eso otro que en su ausencia es capaz de exculparnos de cualquier acto, porque, en definitiva, así parece, todo es acción sobre “el terreno vacío del Estado”, y el acto social sólo contiene la ausencia estatal. Para Massa el Estado podría ser a través de las cámaras un gran ojo que nos ve. Para Cristina a través de las políticas públicas un abrazo franciscano que no nos deja solos. Y esos dos ideales nos subrayan otro ideal imposible: que un individuo pueda “ser” el Estado democrático cuando ocurre un delito. ¿O no es eso una sociedad civil, en parte? Pedir Estado parece declarar la inocencia social. O sea, ¿la sociedad tiene valores que sólo el Estado garantiza? ¿Pero en cada ausencia del Estado no hay una ausencia de la sociedad? Los vecinos/testigos de un robo también pueden actuar como la “civilización que falta” frente al hurto, y no como la barbarie que late bajo el piso civil. Decir eso no es progresismo, entendido para la chacota. Decir eso es tratar de poner un grado cero, un punto de partida.
El Estado es una campera: de un lado corderito, del otro lado piel de lobo. El debate político parece ser entre darla vuelta para uno u otro lado. Mientras, esa sobredimensión del Estado hace a una ciudadanía débil: no esperar nada de nadie, total, el brazo que no doy, lo tiene que dar el Estado. Es una sobredimensión que nace de las mismas fuerzas políticas que sobre-ofertan las capacidades estatales. Por cada “más Estado” un “más Sociedad” también. Y yo haría una remera como las de la ecología (save the wales) pero al revés: No salvemos a la sociedad. Nueva ecología para un mundo mejor.
Massa acentúa su reclamo de “mano dura”, como si dijera: es mano dura estatal o es mano dura social. Ustedes elijan. Pretendiendo subrayar en el linchamiento la prolongación del “hombre común”, como el protagonista de Un día de furia, que aguanta y aguanta hasta que no, y ese día tiene su bate de beisbol en la mano. El hombre es el lobo del Estado. Cualquier discurso de mano dura desprende la convicción de que “la gente es violenta”. Dijo estos días el sociólogo Gabriel Kessler: “no es normal pegarle entre muchos a uno”. Y decir esto no es negar el derecho a defenderse. En las redes sociales hay un tic anti progresista: oponer “la calle”, cierto realismo sucio, a la oración bien pensante. Pero: no son “normales” los que entre muchos le pegan a uno.
Mientras escribo, leo que ya surgió un colectivo de abogados garantistas anti-linchamiento. Velocidad de cualquier business simbólico. Los progresistas lo sabemos: juntarnos es al pedo. Infiltrados, mejor. La transformación progresista esconde una cartilla de cambios a espaldas de la sociedad. Porque el buen izquierdista nunca plebiscita todas sus ideas. Los argentinos somos 40 millones de de todo un poco. Y con miles de hijos de puta también. Un viejo amigo me lo grabó en el bocho: la clase política está a la izquierda de la sociedad. Lo creo (con las excepciones que vengan al caso), y prefiero mil veces a la clase política que al periodismo.
Empecemos de nuevo. Vida de David Moreyra: joven argentino en el “país de la inclusión”, roba, huye, lo pescan; la turba lo mata; la familia dona sus órganos.
(este domingo, esta columna en Ni a Palos)
Hablemos de los linchamientos. Hay dos discursos: 1) ese momento ideal para el buen samaritano: mira a una parte de la sociedad como un conjunto de pequeños Ku Klux Klanes. Gente blanca sobre un “negro”. Todo simplificado hasta el punto de sólo estar cómodo con el culo en los prejuicios (mientras los hechos de estos días dan cuenta de algo más enmarañado); 2) ese discurso culposo de no cargarle nunca la cuenta a nadie, así como habló Massa: hay linchamiento porque hay Estado ausente. O sea: pedir siempre más Estado, nunca pedir “más Sociedad”.
Cristina respondió, pero subrayó esa línea, al decir, junto al cura del SEDRONAR: acá estamos, incluiremos. En ambos discursos el Estado siempre es el otro, eso otro que en su ausencia es capaz de exculparnos de cualquier acto, porque, en definitiva, así parece, todo es acción sobre “el terreno vacío del Estado”, y el acto social sólo contiene la ausencia estatal. Para Massa el Estado podría ser a través de las cámaras un gran ojo que nos ve. Para Cristina a través de las políticas públicas un abrazo franciscano que no nos deja solos. Y esos dos ideales nos subrayan otro ideal imposible: que un individuo pueda “ser” el Estado democrático cuando ocurre un delito. ¿O no es eso una sociedad civil, en parte? Pedir Estado parece declarar la inocencia social. O sea, ¿la sociedad tiene valores que sólo el Estado garantiza? ¿Pero en cada ausencia del Estado no hay una ausencia de la sociedad? Los vecinos/testigos de un robo también pueden actuar como la “civilización que falta” frente al hurto, y no como la barbarie que late bajo el piso civil. Decir eso no es progresismo, entendido para la chacota. Decir eso es tratar de poner un grado cero, un punto de partida.
El Estado es una campera: de un lado corderito, del otro lado piel de lobo. El debate político parece ser entre darla vuelta para uno u otro lado. Mientras, esa sobredimensión del Estado hace a una ciudadanía débil: no esperar nada de nadie, total, el brazo que no doy, lo tiene que dar el Estado. Es una sobredimensión que nace de las mismas fuerzas políticas que sobre-ofertan las capacidades estatales. Por cada “más Estado” un “más Sociedad” también. Y yo haría una remera como las de la ecología (save the wales) pero al revés: No salvemos a la sociedad. Nueva ecología para un mundo mejor.
Massa acentúa su reclamo de “mano dura”, como si dijera: es mano dura estatal o es mano dura social. Ustedes elijan. Pretendiendo subrayar en el linchamiento la prolongación del “hombre común”, como el protagonista de Un día de furia, que aguanta y aguanta hasta que no, y ese día tiene su bate de beisbol en la mano. El hombre es el lobo del Estado. Cualquier discurso de mano dura desprende la convicción de que “la gente es violenta”. Dijo estos días el sociólogo Gabriel Kessler: “no es normal pegarle entre muchos a uno”. Y decir esto no es negar el derecho a defenderse. En las redes sociales hay un tic anti progresista: oponer “la calle”, cierto realismo sucio, a la oración bien pensante. Pero: no son “normales” los que entre muchos le pegan a uno.
Mientras escribo, leo que ya surgió un colectivo de abogados garantistas anti-linchamiento. Velocidad de cualquier business simbólico. Los progresistas lo sabemos: juntarnos es al pedo. Infiltrados, mejor. La transformación progresista esconde una cartilla de cambios a espaldas de la sociedad. Porque el buen izquierdista nunca plebiscita todas sus ideas. Los argentinos somos 40 millones de de todo un poco. Y con miles de hijos de puta también. Un viejo amigo me lo grabó en el bocho: la clase política está a la izquierda de la sociedad. Lo creo (con las excepciones que vengan al caso), y prefiero mil veces a la clase política que al periodismo.
Empecemos de nuevo. Vida de David Moreyra: joven argentino en el “país de la inclusión”, roba, huye, lo pescan; la turba lo mata; la familia dona sus órganos.
(este domingo, esta columna en Ni a Palos)
Posted by Martín
EL PAIS Uno que derrapó
El abogado Carlos Maslatón (ex Unión por Todos) aseguró que “la población debe continuar ejerciendo justicia por mano propia y matar en el acto a los delincuentes capturados in fraganti” porque se trata de “legítima defensa”. Maslatón escribió la afirmación en un texto que trascendió porque lo publicó en su perfil de Facebook, en el que también caracterizó como “muy auspicioso lo que está sucediendo en el país”, en relación con los ataques de turbas a personas sospechadas de haber robado. “Es legal, téngase presente, defenderse del delito en estas condiciones que nos impusieron Zaffaroni, los comunistas y cómplices del delito como (Federico) Pinedo, (Ricardo) Gil Lavedra y (María Elena) Barbagelatta”, todos ellos “políticos que trabajan a favor de los delincuentes. Posteriormente, en una entrevista radial, el abogado dijo que “el Estado argentino está, desde el punto de vista de la represión criminal, disuelto. Ha decidido proteger al delito.
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OPINION No matarás
“El que mata tiene que morir”, sentenció una conductora de televisión. Cabe preguntarse: ¿qué pensará esa conductora de los asesinos de David Moreyra, a quien mataron a golpes porque sospechaban que era responsable de un robo? ¿Pensará que debemos matar a las 50 personas que lincharon a David? Creería que no.
Cacho Castaña sostuvo: “Acá con trescientos ladrillos solucionamos todo. Trescientos ladrillos nada más, hay que hacer un paredoncito y listo”. Ahora bien, ¿Cacho estará indignado por la muerte a palazos de Lucas Navarro, un pibe de 15 años? Pienso que no.
Pero, ¿por qué a cierto sector le indigna un robo y le es indiferente un violento asesinato? Porque el miedo no es al que mata. Es miedo a un sector social. A “Ellos”, los jóvenes pobres.
“Ellos” se presentan en el imaginario colectivo como la representación del mal, como peligrosos. Ocupan el lugar de chivo expiatorio de nuestra sociedad actual. Es sobre quienes canalizamos nuestros miedos y angustias.
En ese sentido, vivimos con un miedo exacerbado a ser víctimas de un homicidio en situación de robo, frente al cual el discurso dominante sólo plantea soluciones irracionales y violentas.
Porque no importa que la mayoría de los homicidios sean por discusión o riña y sólo 15 por ciento se cometan en situación de robo. No importa que mueran muchas más personas en accidentes de tránsito que en robos. La irracionalidad nos lleva a cruzar los semáforos en rojo por miedo a ser interceptados por un joven pobre.
En ese marco, en la sociedad actual, a un joven pobre que responde a ese estereotipo le será difícil ejercer sus derechos. Será víctima de las arbitrariedades del sistema penal y estará expuesto a la irracionalidad de una sociedad atemorizada.
Mataron a David. Una persona que tenía derecho a crecer, a vivir, a ser feliz. A equivocarse y a aprender. Eso debería darnos miedo.
* Licenciado en Comunicación Social.
Docente de la UNRN.
CAMPAÑA CONTRA LOS LINCHAMIENTOS DE LA ASOCIACION DE PENSAMIENTO PENAL Para parar la violencia
Por Ailín Bullentini
Las pantallas de televisión cuentan desde el viernes, todos los días y con falso asombro, cómo se reproduce aquel ya lejano para la velocidad urgente del minuto a minuto “primer” linchamiento, sucedido en Rosario hace poco menos de una semana, en el que el joven David Moreyra fue asesinado a patadas. La cuenta de estos hechos, que también la llevan los diarios, recalienta la reacción de “la gente”, que se expresa sin tapujos en las redes sociales. Ese terreno de debate virtual y efímero puede ser útil para “construir conciencia” sobre aquello que es trending topic, aquello sobre lo que habla “todo el mundo”. La campaña “No cuenten conmigo” es ejemplo de eso.
“Quisimos reaccionar rápido frente a episodios que consideramos preocupantes”, indicó en diálogo con este diario el juez Mario Juliano, director ejecutivo de la Asociación de Pensamiento Penal, creadores de la campaña de recaudación de firmas “en rechazo a los linchamientos” que lanzaron hace 36 horas vía Facebook y Twitter. “Sumemos las múltiples voces que rechazan los linchamientos como forma de dirimir conflictos, demostrando que las expresiones bárbaras que los propician forman parte de una sociedad en la que no queremos vivir”, propone desde el slogan esa organización de la sociedad civil.
La campaña comenzó a circular con el objetivo de “contrarrestar” la repetición de los ataques colectivos y virulentos a personas sospechadas de haber robado: “No es el modo en que debe funcionar la sociedad en un estado de derecho”, apuntó el titular de la organización. Según explicó, la recolección de firmas difundida bajo el título de una columna de opinión del periodista Javier Núñez, que se publicó el pasado viernes en la edición de Rosario de Página/12 (y que es reproducida en esta página), está basada en “la creencia fuerte y certera” de que “la inmensa mayoría de la sociedad discrepa con este modo violento de resolver los conflictos”, que es tan solo “una reacción clasista y selectiva que implica la respuesta frente a determinado tipo de delitos y determinado tipo de delincuentes”. “No veo la misma preocupación ni indignación frente a delitos de bastante mayor magnitud o gravedad que el de tomar una cartera ajena, como los delitos de cuello blanco, los hechos de corrupción, aquellos que ocasionan graves perjuicios económicos”, advirtió el juez integrante del Tribunal Criminal de Necochea.
La iniciativa, que ya cosechó dos mil firmas “del más amplio espectro social”, permanecerá abierta durante el resto de la semana (a través de @pensapenal, /pensamientopenal, www.pensamientopenal.org.ar). Luego, se presentarán los resultados para “demostrar que estos episodios son minoritarios en la sociedad”. “Somos muchísimos más los que queremos vivir en paz y en una sociedad donde los delitos tengan una respuesta estatal”, apuntó Juliano.
Si bien desde la asociación no se niega “que objetivamente la inseguridad es un problema que existe”, consideran oportuno “tener presente que el concepto de inseguridad no se reduce al hecho delictivo, sino que se amplía en la situación en la que viven sectores vulnerables que no tienen las mismas oportunidades que otros para integrarse a la sociedad” y se mantienen firmes en la convicción de “difundir mensajes que apunten a minimizar los niveles de violencia que circulan: “La violencia debe ser rechazada de raíz, sobre todo a la luz de nuestro pasado más cercano, el cual no tenemos derecho a olvidar”. Por último, abogaron por la permanencia de un debate “generoso y amplio que permita encontrar serios y duraderos métodos para afrontar los conflictos y para el cual el discurso de mano dura solo significa su clausura”.
CRUCES ENTRE LA DIRIGENCIA POLITICA POR LOS ULTIMOS CASOS DE LA MAL LLAMADA “JUSTICIA” POR MANO PROPIA Y SUS JUSTIFICADORES Un debate que ni debería haber comenzado
Por Werner Pertot
Los últimos casos de “justicia” por mano propia generaron un debate al que se sumaron ayer dirigentes de todo el arco político. Si bien algunos se mostraron comprensivos y hasta hubo algún defensor aislado, la mayoría los repudió. La discusión dio luego un giro esperable: los opositores culparon al Gobierno por estos hechos. Casi en espejo, Sergio Massa y Mauricio Macri hablaron de “la ausencia del Estado”, como si formaran parte de una ONG. Les contestó el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien consideró que “es un simplismo de carácter absurdo”. “Cuanto mayor es el grado de exclusión, mayor violencia genera y enfrentamiento entre argentinos y eso es lo que queremos evitar”, afirmó la presidenta Cristina Kirchner a través de Twi-tter, y condenó “las voces que traen deseos de venganza”.
Massa quedó, una vez más, en el centro de la escena por su campaña previa contra la reforma del Código Penal que, según dijo, “no piensa en la gente sino en el delincuente”. Si bien nadie consideró que haya una relación directa entre los linchamientos y las posiciones del diputado, varios lo señalaron como un exponente de la demagogia punitiva. Quizá por eso Massa fue de los primeros en salir a hablar. Como la mayoría de los opositores, culpó al Gobierno por los linchamientos. El ex intendente de Tigre –y referente de un grupo de intendentes bonaerenses– dijo el lunes que se debían “a la ausencia del Estado” y que la solución es dar el mensaje de “el que la hace la paga”. Más tarde debió salir a aclarar que no estaba de acuerdo con los casos de justicia por mano propia.
“Objetivamente, la afirmación de que hay un Estado ausente y por eso se producen linchamientos, en definitiva, es un simplismo de carácter absurdo”, respondió ayer Capitanich, quien retrucó: “Deberíamos preguntarnos cuál es la responsabilidad de quienes ejercen liderazgos locales cuando el nivel de cobertura de agua potable en sus distritos es equivalente al 34 por ciento, o del 26 por ciento en redes cloacales, que también afectan la calidad de vida de sus respectivas comunidades”. El ministro coordinador no explicitó que se refería a Tigre, pero quedó claro: “Muchas de esas comunidades se benefician con la particularidad de que un tercio de su población vive en countries o clubes cerrados, que no necesitan la presencia del Estado”.
Capitanich sostuvo que hay 305 mil agentes entre fuerzas federales y provinciales, además de “todo el equipamiento correspondiente, desde cámaras, 911, patrulleros, logística, inteligencia criminal” y recordó que los poderes Judicial y Legislativo tienen responsabilidad en el tema. El titular de la Cámara baja, Julián Domínguez, consideró que es “absolutamente irresponsable” por parte de Massa hablar de ausencia del Estado. “La sociedad necesita más que nunca normas, pautas claras y la certeza en los ciudadanos de que el Estado los tutela, los protege y los ampara. Cualquier otro camino lo único que hace es debilitar la convivencia en la sociedad”, estimó.
Anoche, también opinó el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, quien consideró que “la lucha por la civilización ha sido siempre para que las penas y los castigos se encuadren en la ley y para desterrar el salvajismo de los que pretenden hacer justicia por mano propia”.
El referente del FAP Hermes Binner consideró que esto ocurre “por la impunidad que hay en el país”. “Que haya una persona que hacía negocios en el sur de todo tipo, como la gente ya conoce, está demostrando que hay impunidad”, estimó Binner, quien no llegó a explicar la relación entre los linchamientos y el caso al que hacía referencia. También sostuvo que una de las causas es que el Gobierno protege a un vicepresidente sospechado de corrupción en la causa Ciccone. La líder de GEN, Margarita Stolbizer, coincidió en que “el alto nivel de criminalidad que hoy sufrimos los argentinos tiene que ver con la corrupción política y la pérdida de autoridad y de ejemplaridad”. De paso, Stolbizer consideró que “Massa debe dejar de hacer campaña electoral con el miedo de los argentinos, asumiendo sus propias responsabilidades”.
Mauricio Macri se sumó ayer con un discurso casi calcado del de Massa. “Que aparezca el Estado”, reclamó el titular del Estado porteño. “La ausencia del Estado lleva a la desesperación de la gente, que quiere tomar la justicia por mano propia”, justificó el jefe de Gobierno. “Paremos la mano”, pidió luego el líder del PRO. “El Estado renuncia a defendernos, a cuidarnos, no hay una propuesta integral de seguridad en más de diez años. No ha habido vocación de ponerle límite al narcotráfico”, opinó Macri, quien consideró que las policías estás desfinanciadas, reciben “un sueldo espantoso, el chaleco está vencido y no tienen nafta para el patrullero”. Afirmó que además debería estar presente el Poder Judicial y señaló que otro aspecto del problema es la educación.
Talión y sus amigos
El radical Ricardo Gil Lavedra remarcó que, “si cada uno de los habitantes saliera a tratar de defender los derechos ante las agresiones de los demás, sería una guerra civil” y cuestionó “la ilusión mágica que utiliza el populismo punitivo de hacer reposar en la fantasía del monto de la pena la cuestión de la seguridad”. “En Argentina hay una percepción de inseguridad que puede que no se compadezca con los datos objetivos, pero esta percepción no está desmentida por una presencia estatal mucho más fuerte”, afirmó en declaraciones a FM Nacional Rock. Por su parte, el titular de la UCR, Ernesto Sanz, dijo “estar de acuerdo en que el Estado está ausente del espacio público de los barrios carenciados y de las fronteras –espacios tomados por el crimen organizado–, pero ninguna de esas cosas justifican la justicia por mano propia”.
“Si quieren desgastar un gobierno, desgástenlo, pero no generemos una sociedad donde terminemos todos contra todos”, reclamó el subsecretario general de la Presidencia, Gustavo López. El ministro de Educación, Alberto Sileoni, advirtió que “los linchamientos son anteriores al estado de derecho”. “Rechazo cualquier tipo de expresión que pueda intentar entenderlos. Porque comprender esas actitudes es un modo de justificarlas”, afirmó. “Estamos generando una cultura de violencia que tenemos que frenar rápidamente porque el linchamiento te convierte en un asesino”, consideró el titular de la Sedronar, Juan Carlos Molina.
En tanto, Unidos y Organizados emitió un comunicado en el que repudió “toda manifestación de justicia por mano propia, al margen de la ley. Porque no es justicia esta manera de actuar, es decididamente delito y como tal debe tratárselo”. “Tampoco aceptamos el discurso e implementación de la mano dura como política de seguridad, con su consecuencia: la violencia institucional”, afirmó esa agrupación.
La legisladora porteña Claudia Neira advirtió sobre el rol de los medios masivos de comunicación en la “creciente instalación de un debate que implica un retroceso histórico en materia penal como es el de la legitimidad de la venganza privada”. Gabriela Cerruti, de Nuevo Encuentro, pidió “dejar de llamar justicia por mano propia a un asesinato, dejar de llamar delincuente a quien es inocente hasta que se pruebe lo contrario, dejar de llamar hartazgo social a una horda asesina”.
El defensor penal juvenil de La Plata Julián Axat advirtió que “desde la dictadura hacia aquí existe un imaginario vinculado con el chivo emisario, antes eran ‘los subversivos’ y hoy son los jóvenes que viven en los barrios pobres. Este clima de eliminación social, que reproducen los mismos medios que hoy se horrorizan con estos hechos, señala un chivo emisario que hoy son los jóvenes a quien se los responsabiliza de todos los males”.
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