martes, 4 de marzo de 2014

Del norte tiran clavos quienes no sirven ni para martillo

Por María José Sánchez

“Ya sufriste cosas mejores que éstas” (Un ángel para tu soledad, Los Redondos)

Soy hija de madre soltera. Allí donde para otros hubo madre y padre, para mí hubo madre y madre. Y digo hubo porque ya no hay. Es necesario que plantee esto para comentar lo que sigue.

Cuando Diego Maradona anda por ahí haciendo de las suyas y deja hijos desperdigados por el mundo, por un lado, siento que es su vida privada y ya tengo bastante con la mía. Pero por otro lado, cuando lo agreden y me surge defenderlo de forma visceral, en esa área no puedo hacerlo, hasta allí llega el amor, la admiración, -que es profusa- y el agradecimiento a su zurda, la del pie, la de la gambeta, la que patea y la otra, la lengua. Bueno, esa también patea.

Ahí no puedo defenderlo, no puedo seguirlo en esa. Puedo pensar diferente y bancarlo igual, bancar el simple hecho de que pueda pensar y decir lo que quiera cuando le ponen un micrófono frente a la cara, esperando que lance sus opiniones. Pero en la de los hijos no, porque padecí ese abandono, porque lo llevo, literalmente, en mi apellido, con un alto orgullo que no vale la pena detallar aquí. No lo critico, no soy quien, pero no defiendo ese accionar.

Pero a Diego lo critican por eso y por sus adhesiones políticas, como si fuera un dirigente político, como si el que lo critica desde su casita no hubiera saltado de candidato en candidato, votado una cosa para luego criticarla o reafirmar su elección, como todos. Como si Diego tuviera que ser diferente. ¿Nadie votó a Menem? ¿Por qué en Diego es un error, un defecto y en millones de argentinos no? Eso es hipocresía, no más.

Diego banca a Cristina, a Néstor, a Chávez. Diego es eso, imagino que estuvo apoyando alguna vez a Menem porque ganaba por afano, porque la gente lo votaba, porque Diego veía ahí la elección popular, aunque vendió el país y nos ahogó en el neoliberalismo. Imagino, no lo se. ¿Diego se equivocó o se equivoca? Eso depende de la opinión política tuya, mía. De nuestra ideología. Pero lo que el piense es su problema, así como lo que él vote. Porque a mi nadie me pone en un banquillo para acusarme desde hace 30 años, a vos tampoco. Pero a él sí.

Admiro a Maradona, lo quiero y lo respeto porque es una de las personas que más alegría nos ha dado. Nos ha hecho explotar el pecho en un grito de felicidad, haciéndonos olvidar de todo por un rato, de todo excepto del gol. ¿Ustedes tienen mucha gente en su vida que haya logrado hacer eso? ¿Conocen muchas personas que logren alegrar así a pobres y ricos por igual? Yo no. Tampoco conozco mucha gente que haya surgido de un lugar tan humilde y privado de todo como Villa Fiorito y se haya convertido en el indiscutido mejor del mundo en algo.

Quizá haya que ir, nacer en la más cruenta pobreza, esforzarse, no abandonar y llegar al pico más alto en alguna disciplina, para saber qué se siente, para saber qué frío debe hacer allá arriba. Quizá haya que estar bajo el reflector de la fama toda la vida, que no te deja ni ir a tomar un café, inmerso en esa popularidad que te absorbe, te chupa, te mastica y escupe. Te expone en todo, todo lo que hacés o decís puede ser objeto de escándalo y de comidita a decenas de programas de TV mediocres que creen que pueden juzgar tu vida junto al que te mira con el remoto en la mano y la fácil crítica colgando con desprecio de la boca.

Y en eso surge un tipo que se fue a vivir a Miami hace mucho y que desde allí cree que tiene algún tipo de retorcida autoridad moral para señalar a Diego y decirle cómo tiene que vivir. Esta persona, a quien yo desconocía hasta ayer, Javier Ceriani, escribió una carta abierta publicada en un medio de su país, -en teoría dirigida a Maradona-, donde dice que aprendió a sentirse orgulloso de “nuestro glamour europeo” allí en Estados Unidos. En ese texto insulta y agrede porque Diego grabó un video apoyando a Chávez y Maduro en contra del intento de golpe en Venezuela. Y le pide perdón (?) a Venezuela en nombre de todos los argentinos por ello. Del norte tiran clavos quienes no sirven ni para martillo.

Este tal Ceriani opina sobre esto, tilda de mediocre a Maradona y lo imputa de ser “un pobre ignorante de la vida, de la historia y de la realidad actual del mundo”, acusándolo de recibir dinero para apoyar al gobierno venezolano. “Para muchos argentinos en el mundo Maradona hoy das asco y pena. Das ganas de pedir disculpas por SER ARGENTINO”, dice este sujeto de falsa melena platinada.

Bueno, Javier Ceriani, seas quien seas y sobre todo, quien te creas que sos, a mi no me representan tus injuriosas palabras dichas desde el país que invade, viola, roba y mata a otros países desde hace siglos. Podrías pedir disculpas a Cuba por Guantánamo, pero no. Podrías pedir disculpas a Afganistán por la destrucción del país, a Panamá por el canal, a Haití por la invasión, a Bagdad por los muertos, pero no… te metés con Diego como si existiera algún escalón moral al que te hayas subido solito, creyendo que desde allí podés señalar con el dedo a voluntad a los demás, cuando en tu casa, Norteamérica, no les alcanza todo el papel higiénico del mundo para limpiarse el traste sucio. Que fácil, ¿no?

Un insignificante vende patria, acurrucado al calor del imperio, acusando a alguien que expresa libremente sus ideas. Porque no importa que Maradona haya llegado donde este hablador de cuarta no llegará jamás, importa que puede decir lo que piensa y lo hace, guste o no, porque van y le preguntan siempre, porque Maradona vende, porque lo buscan. A diferencia de este ciudadano de Miami, a Maradona le buscan la opinión sobre todo.

Y esa es una clara divergencia, ¿a quién le interesa saber qué piensa Ceriani de algo? O, ¿a quién le importa que opine yo de él? Evidentemente se ha de creer con algún tipo de autoridad para agredir, mentir y acusar así. Allá él y su imaginación disparatada. Evidentemente este muchacho tiene hambre de fama y quiere conseguirla a costas de Maradona, pero ni en eso resultó original. Y para el hambre ninguna solución mejor que comer. Porque todo puede reducir a eso: la diferencia entre la opinión de Javier Ceriani sobre Venezuela, Chávez, Maduro y Maradona y una pizza, porque a la pizza podemos llegar a pedirla. Así que hagamos eso y convidémosle una porción a Ciriani, así ocupa la boca en algo más útil que la injuria y la infamia.

28/02/14 Diario Registrado
 


Queremos preguntar?

Por Diego Schurman

Los radicales ensayaron todo tipo de adjetivos para repudiar a Gerardo Zamora tras convertirse en el nuevo presidente provisional del Senado.

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Ernesto Sanz lo consideró "inclasificable". Mario Cimadevilla lo tildó de "tránsfuga". Y Gerardo Morales directamente lo acusó de "traidor".

Puede haber un poco de todo eso, y aún más. Pero resulta curioso que la UCR hoy parezca haberse olvidado que años atrás vertió calificativos similares sobre la figura de Julio Cobos.

El mendocino fue vice de Cristina Kirchner y por lo tanto estuvo un escalón más alto que Zamora en la línea de sucesión. La diferencia es obvia: Cleto es hoy uno de los potenciales candidatos a presidente de un frente constituido por radicales, socialistas y seguidores de Elisa Carrió.

Está muy bien que la UCR se pregunte por la vocación hegemónica de Zamora, quien vistió de candidata a su mujer, Claudia Ledesma Abdala, para que se alce finalmente con la gobernación de Santiago del Estero.

El "dedazo" no fue un gesto de generosidad. Zamora, quien había llegado al máximo poder santiagueño en 2005 con la promesa de oxigenar la política, buscó perpetuarse en el cargo –a la usanza de la dinastía Juárez, su predecesora– pero la Corte Suprema de Justicia de la Nación le puso un freno.

El artículo 152 de la Constitución provincial es clara al respecto: habilita a una sola reelección. Sin embargo, el elegido de Cristina buscaba un tercer período consecutivo con un burdo ardid: como la reforma de la carta magna local se aprobó durante su primer mandato quería que el mismo no fuera computado.

Zamora es de la misma liga de radicales K que integró Cobos. Pero como es habitual, de acuerdo a las necesidades, la política critica o se hace la distraída. Hoy el diputado mendocino –que en 2007 fue expulsado "de por vida" del partido por "inconducta y falta de ética"– es recibido por la UCR con los brazos abiertos mientras que el ex mandamás de Santiago del Estero es llevado a la categoría de diablo.

No hay demasiada vocación en el partido centenario para preguntar por el sinuoso derrotero de Cobos, ahora dispuesto a liderar la oposición a un gobierno que no sólo integró sino que –amén de la resolución 125– bendijo con palabras y votos.

Ejemplos similares, y muy recientes, ofrece el oficialismo, tan silencioso durante años sobre el accionar del denunciado Raúl Othacehé en Merlo para descubrir ahora, tras su pase al massismo, a un intendente "traicionero". La defensa de la democracia, que signó el discurso de Cristina en la apertura de las sesiones ordinarias, es también poner reparos sobre las prácticas patoteriles de la dirigencia.

Dicho de otro modo, el cuestionamiento no debería residir únicamente en el cambio de equipo de Othacehé sino en una forma de ejercer el poder que acumula numerosas denuncias judiciales a lo largo de las últimas dos décadas.

¿La Casa Rosada nunca tuvo nada para preguntarle al jefe comunal? ¿Existió alguna razón para que los legisladores oficialistas, orgullosos a la hora de levantar las banderas de Derechos Humanos, se desentendieran de aquel encuentro de la Comisión de –precisamente– Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, en 2011, donde decenas de testimonios detallaron las políticas de hostigamiento y persecución del entonces kirchnerista Otehacehé?

Si es nuestro es bueno, si está con nuestro competidor es malo. Algo de esa lógica domina a las distintas expresiones de la política, incluso a pretendidas actitudes quijotescas, como la de Carrió, quien en su afán de presentarse como un ángel guardián de La República –así, con mayúsculas– decidió ausentarse el sábado de la apertura de las sesiones.

Las verdades que aportó la líder de la Coalición Cívica fueron muchas a lo largo de estos años aunque las mismas se alternaron con pronósticos y sospechas sin sustento. Negar su presencia en el Congreso, entendiendo que el acto protocolar del 1° de Marzo es "fascista", exhibe el mismo nivel de maniqueísmo que ella endilga a sus detractores. Durante años muchos se preguntaron con tino por qué algunos funcionarios oficiales no iban a hablar a TN pero no hicieron lo propio con la líder de la Coalición Cívica, extremadamente selectiva a la hora de concurrir a medios que no fueran del Grupo Clarín.

Si su preocupación sobre las instituciones es real debería al menos cumplir con su obligación republicana de escuchar en el Parlamento a una presidenta refrendada por el voto popular, el mismo que le permitió a ella misma ganar una banca de diputada en la última elección legislativa.

Esta distancia entre lo que se dice y lo que se hace también les cabe –nos cabe– a los periodistas. Se cumplen poco más de dos años de aquella movida de Jorge Lanata en Canal 13 con el reclamo "queremos preguntar". Pasando por alto el error de la consigna –el problema nunca fue preguntar, en todo caso sí que no hubiera nadie que contestara– es interesante lo que expuso en su última edición el periódico Mu con una foto a doble página y un breve recuadro al pie.

El texto dice: "Desde que asumió el 20 de diciembre de 2013, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, ofrece todos los días hábiles, una conferencia de prensa en la Casa Rosada. Comienza a las 9 en punto y se extiende durante 50 minutos. El día que registra esta foto (NdR: en la que se ve al funcionario en el atril y la nuca de tres periodistas, uno de ellos mirando su celular), además del telón de fondo de la devaluación y el alza del dólar y los precios, a la agenda periodística se sumaron dos temas calientes: el fiscal Jorge Di Lello había solicitado al juez Ariel Lijo que cite a declaración indagatoria al vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, y el gobierno nacional había dado marcha atrás al traspaso de Fútbol para Todos a manos del mediático Marcelo Tinelli. En la sala había sólo 4 periodistas. Uno de ellos parece estar jugando al pool en su celular. ¿Hace falta decir más?".

El recuadro lleva de título un interrogante destinado a los periodistas pero que bien podría extenderse a la clase política: "¿Queremos preguntar?".

Infonews
 

Pablo Escobar y la nueva geopolítica del narcotráfico

Por José Natanson
Fracasada desde cualquier punto de vista, la guerra contra las drogas lanzada por Estados Unidos en los ’70 se basa en la idea de reducir el consumo mediante el control de la oferta. En Globalización, narcotráfico y violencia (Norma), Juan Gabriel Tokatlian explica de manera sencilla pero clarísima el carácter quimérico de esta cruzada, que asume que una represión eficiente y sostenible permitirá, en algún momento, extinguir el problema. En otras palabras, la ilusión prohibicionista de que será posible, por vía del combate duro, lograr la abstinencia total.
Nada de esto ha sucedido, por supuesto. Pese a los esfuerzos guerreros, la prevalencia del consumo de drogas se ha mantenido más o menos igual en los últimos años. Según Naciones Unidas, sólo el 5 por ciento del total de la población mundial adulta –208 millones de personas– consumió algún tipo de estupefaciente prohibido en los últimos doce meses, mientras que solamente el 0,6 por ciento registra un patrón problemático de consumo. La marihuana, la droga más difundida, es consumida por el 4 por ciento de la población (unos 165 millones de personas), y hay alrededor de 16 millones de consumidores de cocaína y 24 millones de anfetaminas. Colateralmente, la guerra contra las drogas ha generado efectos sociales, medioambientales y de derechos humanos muy negativos. Y también consecuencias políticas impensadas, como la emergencia del liderazgo de Evo Morales, que no se entiende sin considerar la brutal represión a los cocaleros del Chapare por las fuerzas de seguridad bolivianas asistidas por la DEA.
Pero no sólo la demanda, también la oferta se mantiene estable, lo que ha llevado a algunos buenos lectores de Adam Smith, como el escritor Mario Vargas Llosa o los editores de The Economist, a inscribirse en el cada vez más nutrido bando de la despenalización. La producción de cocaína, tras el descenso experimentado luego del boom de los ’80 es más o menos la misma desde hace una década. Lo mismo sucede con la de marihuana, en tanto que la producción de heroína y drogas sintéticas se ha incrementado.
Pero lo más notable del análisis de la oferta es su especialización geográfica en territorios con fuerte influencia político-militar de Estados Unidos: Afganistán produce el 80 por ciento de la heroína del mundo, el 60 por ciento de la cual se concentra en la provincia de Helmand, en el sur del país. Los talibán, que en el pasado combatieron las plantaciones de amapola por motivos religiosos, aprendieron la lección y ahora las administran (y se benefician de ellas), lo que demuestra que cuando hay dinero de por medio incluso las interpretaciones islamistas más fanáticas se flexibilizan. En cuanto a la cocaína, casi la totalidad se produce en tres países: dos de ellos, Colombia y Perú, son aliados estratégicos de Washington (el tercero es Bolivia). La marihuana, en cambio, se cultiva prácticamente en todos lados, pues alcanza con una maceta y un poco de sol. Hasta en Cuba, que combate las drogas con rigor stalinista, es posible ver las plantas a la vera de algunas rutas.

Todo cambia

Pero que la guerra contra las drogas haya fracasado no implica que no haya producido efectos. El más importante es una reconfiguración del narconegocio a nivel global que incluye el traslado de los centros estratégicos de decisión de Colombia a México y la caída de los grandes carteles de los ’80/’90, en un proceso que tuvo su punto más alto con la muerte de Pablo Escobar Gaviria, el capo del Cartel de Medellín que había llegado a controlar el 80 por ciento de la cocaína del mundo, que llegó a ser el séptimo hombre más rico del planeta según Forbes y que en su gigantesca hacienda de Antioquia contaba con un zoológico privado por donde se paseaban hipopótamos, jirafas, elefantes, cebras y avestruces. La serie que lo retrata –El patrón del mal– se ha convertido en un justificado un éxito de rating.
¿Qué es lo que sucedió? Básicamente, que la ofensiva antidroga arrinconó a los tradicionales carteles andinos y se sumó a las nuevas tecnologías de comunicaciones (GPS y celulares) y a los avances en el campo de la aeronáutica (sistemas de bombeo para recargar combustible en vuelo y ganar autonomía) para definir una reconversión a gran escala, a la que también contribuyeron ciertas transformaciones económicas, como la mayor fluidez del comercio internacional y el perfeccionamiento de los mecanismos de lavado de dinero. Como consecuencia de estos cambios, la estructura piramidal anterior, que implicaba una integración vertical de los diferentes eslabones de la cadena de producción en una relación cara a cara bajo un único liderazgo al estilo Escobar, fue reemplazada por organizaciones autónomas que operan bajo la forma de un circuito de postas, en donde cada paso del proceso (cultivo, primer procesamiento en bruto, refinación, corte y distribución) queda a cargo de una banda diferente, muchas veces situada en un país distinto (Juan Cruz Vázquez, La sombra del narcotráfico, Editorial Capital Intelectual).
Esto le da al narco actual un carácter más descentralizado, transnacional y elusivo. Cada eslabón de la cadena conoce sólo al anterior y al siguiente, de modo que, si cae, no arrastra al resto, que pueden ser reemplazados con facilidad. Y produce también una cierta economía de la violencia. ¿Qué significa esto? Por sus características, el negocio del narcotráfico es eminentemente territorial: requiere zonas de cultivo, rutas de traslado y áreas de distribución (y ejércitos para protegerlas). Es este carácter de frontera, más que la maldad intrínseca de los capos, lo que explica su estilo violento. Pero los narcos aprendieron de la experiencia de líderes como Escobar, que inauguraba partidos de fútbol, se hacía elegir diputado y conquistaba a periodistas despampanantes, y tienden a comportarse, cada vez más, de manera sigilosa y mimética, camuflados en la “vida normal” de la ciudad. Por eso, a diferencia de lo que sucedía hasta hace unos años, hoy ya no conocemos los nombres de las narcoestrellas, que recién cuando son detenidas nos revelan todo su mal gusto para las casas (grandes), los autos (deportivos) y las chicas (siliconadas).

En casa

El lugar de Argentina en esta nueva geopolítica narco también ha cambiado.
En los últimos años, las presiones de Estados Unidos y la cooperación con las agencias de seguridad local fueron limitando las posibilidades de las organizaciones del área andina para operar en sus países. La radarización de las zonas selváticas de Perú, Ecuador y sobre todo Colombia limitó los vuelos desde los lugares de producción hacia el mercado norteamericano y forzó a las redes ilegales a ensayar triangulaciones y nuevas rutas. En esta nueva división regional del trabajo, Argentina dispone de algunas ventajas comparativas: cuenta con el puerto más importante de Sudamérica, aeropuertos muy transitados y 15 mil kilómetros de fronteras escasamente custodiadas (más por la ausencia de conflictos limítrofes que por una especial desidia gubernamental).
El aumento de la producción de coca en un país limítrofe como Bolivia, admitido por el mismísimo Evo Morales, el desplazamiento de parte de los cultivos colombianos a Perú y el auge de las plantaciones de marihuana en Paraguay terminaron de cerrar el círculo. La consecuencia de este nuevo contexto es la radicación en territorio nacional del último eslabón de la cadena de producción: la transformación de la pasta base en cocaína en las llamadas “cocinas”, que además aprovechan la amplia disponibilidad de solventes ácidos y oxidantes de la industria química local, la segunda más importante de la región, y el desconocimiento –o complicidad– de policías poco acostumbrados a lidiar con bandas narco profesionales.
Si Argentina fue durante años un país de tránsito y más tarde un país de tránsito lento, hoy es un centro de producción con destino a los lucrativos mercados del Primer Mundo. Se estima que la mayor parte de la droga sale por el puerto de Buenos Aires y que el resto se traslada en vuelos comerciales, fundamentalmente desde Ezeiza, como confirma la decisión de las autoridades del Hospital Teresa de Calcuta, cercano al aeropuerto, de acondicionar una sala de terapia intensiva especialmente destinada a los capsuleros, las mulas que son detectadas con droga dentro de sus estómagos, e incluso prevé contar con médicos que hablen francés, inglés y portugués para atenderlos.
Uno de los efectos colaterales del nuevo lugar de Argentina en el entramado narco es el aumento del consumo local. Los especialistas coinciden en que los niveles de prevalencia se acercan hoy a los de los mercados maduros de Europa y Estados Unidos. Sucede que, bajo las nuevas condiciones de organización intermodal del negocio, se ha generalizado el pago en drogas, que bajan por las rutas que conectan los puntos de ingreso en la frontera noroeste y noreste con las ciudades de Córdoba, Rosario y Buenos Aires. La utilización de la misma droga como moneda de cambio obliga a las bandas a buscar mercados, o a pelear por ellos, y el procesamiento en las cocinas permite utilizar los desechos para producir paco.
El resultado es una montaña de dinero para comprar policías y jueces y, como sostiene Marcelo Saín, el quiebre del tradicional pacto de regulación del delito con las fuerzas de seguridad, lo que a su vez explica la disparada fenomenal de la violencia en algunos puntos, como Rosario, donde el año pasado se registraron 200 homicidios intencionales, una tasa superior a los 20 homicidios cada 100 mil habitantes de, por ejemplo, San Pablo.

Confusiones

El debate acerca de la incidencia del narcotráfico, necesario y urgente, debería, sin embargo, evitar simplificaciones y lugares comunes. Por ejemplo, la confusión acerca de la mejor forma de combatir el negocio, que depende mucho menos de radares y scanners que del trabajo paciente y silencioso de las agencias de Inteligencia, como demuestra el hecho de que la droga sigue ingresando a Estados Unidos por la frontera mexicana a pesar de los 40 mil agentes que la custodian, el muro artillado de mil kilómetros y los drones que la sobrevuelan día y noche. También convendría poner en cuestión el entusiasmo un poco irresponsable con el que algunos impulsan la creación de policías municipales, que pueden ser útiles para acercar la seguridad a los vecinos pero que, sin un adecuado sistema de supervisión, podrían derivar en pequeñas bandas armadas fácilmente corrompibles. Esto es justamente lo que sucede en México, donde hay más de tres mil cuerpos de policía (que se entienda: no tres mil agentes sino tres mil instituciones de policía) que se disputan el servicio de albergue a los grupos narco en verdaderas subastas de protección. Para evitarlo, el único camino conocido es la conducción efectiva por parte del poder político, algo que, como demostraron los amotinamientos de diciembre, está lejos de suceder.
Por otra parte, aunque la tan mentada relación entre pobreza y drogas es más compleja de lo que habitualmente se piensa, resulta difícil entender el auge del narcotráfico sin considerar su función social. En efecto, si se analiza el conjunto del negocio es fácil comprobar que los oligopolios se sitúan sobre todo en la producción, y que a medida que se desciende en la cadena se van multiplicando los actores hasta llegar a una amplia atomización en el último nivel. Sucede que, a diferencia de lo que ocurre con los productos legales, cuya comercialización se concentra en las grandes cadenas –de supermercados o ropa o lo que sea–, en el caso de las drogas es imposible, por motivos de seguridad, oligopolizar la distribución minorista, que recae en miles y miles de dealers individuales, en general pertenecientes a los sectores excluidos. Según los números de Iban de Rementería (revista Nueva Sociedad, Nº 222), ellos se quedan con el 57 por ciento del ingreso total. Los datos coinciden con los de Mauro Federico, que en su libro Mi sangre explica que un kilo de coca cuesta 250 euros en Bolivia, 950 en la localidad salteña de Salvador Mazza, 2500 en Buenos Aires y 35.000 en las calles de Barcelona. Para decirlo con las palabras de moda, las drogas contribuyen a la redistribución del ingreso.
Advirtamos por último sobre las comparaciones apresuradas. Argentina, contra lo que se escucha a veces, no podrá ser nunca Colombia sencillamente por una cuestión topográfica: no existen aquí selvas y montañas aptas para los cultivos ni porciones sustanciales del territorio sustraídas al control del Estado durante décadas, las “zonas marrones” sobre las que prevenía Guillermo O’Donnell. Tampoco México, que comparte 3300 kilómetros de frontera con el principal país consumidor del planeta. La idea de que Rosario es la “Medellín argentina” no pasa por lo tanto de una exageración televisiva. Pero Argentina sí puede acercarse a Brasil (no a Río, porque las favelas son verdaderos fuertes controlables por los narcos desde sus cuarteles en las alturas, como muestra bien esa enorme película que es Tropa de Elite) sino a San Pablo, megalópolis de llanura en la que, como en Buenos Aires o Rosario, la pobreza más extrema convive pornográficamente con la opulencia más absoluta.
* Director de Le Monde Diplomatique, Edición Cono Sur. www.eldiplo.org

Un reclamo de reparación histórica

Por Jorge Lamadrid Mascaró *
El regreso a su Patria este viernes 28 de febrero de Fernando González Llort, uno de los Cinco Héroes antiterroristas cubanos condenados arbitrariamente a largas penas de prisión en Estados Unidos, ha sido motivo de júbilo para sus familiares, su madre y esposa especialmente, sus compañeros de prisión, para las autoridades y para el pueblo cubanos y para todos los que han luchado porque se haga justicia, y pone de relieve al mismo tiempo la magnitud de la soberbia y el odio imperiales hacia Cuba y su invicta Revolución.
La alegría por su ejemplar y largamente esperado retorno, el cariño y la admiración que despierta su inclaudicable firmeza al enfrentarse, junto a sus cuatro compañeros, al brutal ensañamiento de las autoridades estadounidenses y a su obtusa y arbitraria “justicia”, viene acompañada por la indignación que provoca el haber cumplido 15 años, cinco meses y 15 días de ilegal encarcelamiento. La entereza de Fernando se puso de manifiesto a lo largo de esos largos años. Acusado de un supuesto delito menor, su abogado defensor le propuso deslindar su causa de la de sus compañeros, lo que fue rechazado de plano por Fernando. La ambivalencia del regreso fue expresada por él mismo, al afirmar que la felicidad completa llegará cuando los cinco estén libres en su Patria.
Los mundialmente conocidos Cinco Héroes cubanos, Gerardo Hernández Nordelo, Antonio Guerrero Rodríguez, Ramón Labañino Salazar, René González Sehwerert y Fernando González Llort fueron apresados por el Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos el 12 de septiembre de 1998. Habían llegado al territorio del estado de la Florida con la tarea de infiltrarse en las organizaciones terroristas que pululaban y pululan allí, integradas por elementos recalcitrantes, agentes y ex agentes de la Agencia Central de Inteligencia, terroristas confesos, asesinos, torturadores, esbirros y sus descendientes, de la tiranía batistiana, que habían sido acogidos en 1959 por las autoridades estadounidenses, bajo cuya responsabilidad, con su participación directa o su complicidad manifiesta, se perpetraron cientos de actos terroristas contra Cuba, como consecuencia de los cuales más de cinco mil quinientas familias cubanas sufren la pérdida de 3478 seres queridos y 2099 familiares incapacitados.
La valiosa información recopilada por los cinco luchadores antiterroristas, que prevenía la ocurrencia de nuevas y muy serias acciones terroristas no sólo contra ciudadanos cubanos, sino de Estados Unidos también, que pusiera fin al baño de sangre impuesto, fue entregada oficial y oportunamente a las autoridades estadounidenses. La reacción de éstas, en una actitud que desnuda ante el mundo su vil condición, fue el aprisionamiento de los cinco cubanos, condenados en junio de 2001 a largas, arbitrarias e ilegales condenas, producto de un juicio amañado y violatorio de la propia Constitución de los Estados Unidos. Los terroristas y asesinos, confesos y no confesos, radicados en territorio estadounidense, nunca fueron tocados.
El regreso a la Patria de Fernando González, como antes, en mayo de 2013 de René González, también con el cumplimiento íntegro de la injusta condena impuesta, es un momento especial para agradecer a los miles de ciudadanos argentinos que han batallado y batallan a diario desde hace muchos años, agrupados en torno al Comité Argentino creado al efecto, y al Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba, exigiendo la inmediata liberación de los cinco luchadores antiterroristas cubanos. Esta justa causa, enarbolada por esos miles de argentinos de bien, junto a innumerables personas de buena voluntad en todo el mundo, avanza ahora con más ardor que antes, hasta lograr la liberación de los tres Héroes cubanos que aún guardan prisión. La reparación histórica, liberándolos, es prerrogativa del gobierno de los Estados Unidos. Es el momento de redoblar el reclamo porque la verdad y la justicia se abran paso.
* Embajador de Cuba en la República Argentina.
 
Página 12

Europa y EE.UU. buscan frenar al león ruso

 

 Por Eduardo Febbro
Desde París
Los iluminados de Occidente, dependientes del gas ruso como del peso estratégico de Moscú, siguieron con los regateos diplomáticos y las amenazas para torcer el brazo del presidente ruso Vladimir Putin luego de la ocupación militar solapada de la península de Crimea por parte de soldados rusos sin identificación clara. La crisis en esta República Autónoma de Ucrania, que en realidad pertenece históricamente a Rusia, ha derivado de forma incontrolable en el mayor enfrentamiento entre los bloques desde el fin de la Guerra Fría. Como era de esperarse, los europeos se reunieron de urgencia en Bruselas sin adoptar ninguna medida concreta. Las amenazas verbales que precedieron la reunión de los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea se quedaron en eso. La UE no concretó las advertencias anteriores, o sea, la suspensión del dialogo entre la UE y Rusia con vistas a levantar la visa para ingresar en Rusia o en la UE, las sanciones económicas, o el cierre de las fronteras del espacio de la Unión a los ciudadanos rusos. De hecho, si hubiesen adoptado ese dispositivo de retorción, las grandes capitales del Viejo Continente como Londres, París, Roma, Berlín o Bruselas habrían perdido el considerable fruto de los millones y millones de euros que dejan en esas ciudades los nuevos ricos de la Rusia liberal de Vladimir Putin. Todo quedó condicionado a un supuesto “si no hay avances para apaciguar la tensión”. Lo único que se plasmó fue la suspensión de las reuniones previas a la cumbre del G-8 que debían realizarse de aquí a junio (la cumbre está prevista en la ciudad rusa de Sochi).
Los hilos están en manos de la insustancial jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton. Esta dirigente británica sin ninguna experiencia en la diplomacia, incapaz de hablar otro idioma que el suyo y duramente criticada por su bajo perfil en el seno de la UE, se reúne hoy en Madrid con el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov. Difícil pensar que con la enorme dependencia energética que tiene la UE con respecto a Rusia, las históricas metidas de pata de la jefa de la diplomacia europea y su controvertida legitimidad, la señora Ashton pueda hacer vacilar al gigante ruso. Los tambores de guerra solapada hicieron temblar las Bolsas de Europa y de Rusia. La de Moscú perdió 11 por ciento y las plazas europeas registraron una caída global del 2 por ciento.
Todo el mundo está en la cuerda floja, tanto Moscú como Occidente. Los bancos rusos, por ejemplo, tienen invertidos en Ucrania 35 mil millones de euros. Realista y sin metáforas, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, juzgó que la fase actual equivalía a la “crisis más aguda que vive el mundo desde la caída del Muro de Berlín”. En el mismo tono, el jefe de la diplomacia española, José Manuel García Margallo, reconoció que si hubiese un enfrentamiento entre Moscú y los 28 miembros de la UE “las consecuencias serían muy graves desde el punto de vista del abastecimiento energético”.
En Washington, el presidente norteamericano, Barack Obama, poco habituado a estas fórmulas, se despachó con una frase literaria digna de la mejor poética de la diplomacia europea: “Rusia está del lado malo de la historia”. Obama aseguró también que “el mundo coincide en su gran mayoría en que los pasos dados por Rusia suponen una violación de la ley internacional” (ver aparte). La lección de Obama es desplazada: Occidente intervino en Kosovo y en Irak en 2003 sin ningún respaldo de legalidad internacional (fuera de todo mandato de las Naciones Unidas).
La brutalidad y la incompetencia parecen presidir esta crisis, en cuyo desenlace los europeos tienen una enorme responsabilidad. Fueron ellos quienes empujaron a la calle a los pro europeos ucranianos que provocaron la caída del régimen del tiranosaurio del Este Viktor Yanukovich; fueron ellos quienes, desde hace más de 8 años, vienen intentando sin una consolidación previa arrimar a Ucrania a la ladera más europea, con ofertas de asociaciones estratégicas con el Oeste que no hicieron sino avivar las susceptibilidades históricas de Putin con respeto a Ucrania y Crimea, territorio autónomo bajo bandera ucrania desde 1954 y punto estratégico hacia el Mar del Norte.
Colmo de la improvisación y de la provocación, apenas cayó Yanukovich las nuevas autoridades se apuraron y dejaron sin efecto una ley que amparaba los derechos regionales del idioma ruso. Peor aún, uno de los partidos de peso en el seno de la revolución de Kiev, Svoboda (libertad), es un movimiento neonazi, de ultraderecha, profascista, antisemita y antirruso hasta la médula.
El león ruso no tardó en jugar sus cartas en una región tan sensible como Crimea. Putin busca recuperar en el plano militar lo que perdió en el político cuando su protegido Yanukovich fue sacado del poder. Más de dos terceras partes de los pobladores de Crimea son rusos, cerca del 15 por ciento son tártaros (musulmanes de lengua turca), el resto es una combinación de ucranianos, griegos y judíos. La negociación entre Moscú y el Oeste es inevitable. Cada parte ha puesto mucho en juego como para provocar el hundimiento completo de Ucrania. Queda, con todo, una evidencia: los europeos, en su afán de conquista, fueron incapaces de evaluar la complejidad de la situación. En un chat muy enriquecedor con los lectores del vespertino Le Monde, Arnaud Dubien, director del observatorio franco-ruso e investigador en el Instituto de Relaciones Internacionales Estratégicas, puso de relieve el error de Europa: “Ucrania es un concentrado de intereses político-militares, económicos e identitarios muy fuertes para Rusia. La subestimación de esta realidad por parte de los europeos es uno de los factores que explican la crisis ucraniana desde noviembre. Putin no tiene ninguna confianza en los occidentales”.
En resumen, esa pedantería típica de los dirigentes del Viejo Continente ha desencadenado una crisis política y militar de proporciones insospechadas hasta hace sólo unas semanas. En una entrevista difundida por la BBC, el ministro británico de Relaciones Exteriores, William Hague, admitió que se trataba “seguramente de la peor crisis en la Europa del siglo XXI”. Y la provocaron los mismos europeos, sin medir ni anticipar las fuerzas y susceptibilidades de Moscú. Contrariamente a Mali o República Centro Africana, esta vez el presidente socialista François Hollande no mandó sus tropas y sus avioncitos para “salvaguardar” la integridad territorial de Ucrania. Desde luego, enfrente, sus antagonistas no son del mismo calibre.

Página 12

Kiev denunció un ultimátum

Por Kim Sengupta *
Desde Belbek El plazo final para rendirse era a las 16, o habría un ataque. No era ningún engaño, ningún tímido escondite de las insignias de las fuerzas de Rusia como hemos estado viendo. Esta exigencia que conocemos fue entregada por el teniente coronel Vladimir Mirnov de la Flota del Mar Negro: escribió su nombre e incluso un número de teléfono celular para ponerse en contacto con él cuando Ucrania decidiera cumplir. Pero el coronel Yuli Mamchar, comandante de la base aérea Pokrishkin en Belbek, no estaba dispuesto a darse por vencido: “Le dije que no tenía intención de traicionar a mi país, mis hombres y mujeres van a cumplir su deber y resistir. Le dije que sabía el significado de honor y me entristeció que estuviera actuando de manera deshonrosa”.
The Independent fue testigo del desafío a las fuerzas ucranianas en el curso de un día asombroso en este campo de aviación militar cerca del puerto de Sebastopol, en contra de la abrumadora superioridad militar, que incluía las fuerzas especiales de Rusia, el Spetznatz. Sólo numéricamente, los ucranianos tenían alrededor 200 hombres y mujeres militares; las tropas de Moscú eran tres veces más.
El sábado por la noche, los rusos habían aumentado la presión lanzando granadas y disparando tiros al aire –los primeros actos de violencia cometidos por ellos en Crimea–. El domingo, los hombres y mujeres del Coronel Mamchar, desde un batallón de apoyo técnico, esperaron el asalto armados con fusiles Kalashnikov y ametralladoras ligeras, sin chalecos antibalas, detrás sus defensas que consistían principalmente en sacos de arenaque perdían.
Pero tenían algo más: sus familias y vecinos estaban afuera de la entrada principal, preparados, dijeron, para mantener una posición y asegurar que los de adentro no estuvieran solos. Un grupo de soldados rusos, en dos Tigers, su versión de los Humvees, apareció, vio la reunión, sobre todo de mujeres y se dio la vuelta. Poco después, el teniente coronel Mirnov apareció para recordar al coronel Mamchar que tan sólo quedaba media hora antes de que se dispararan los primeros tiros. Pero había un aspecto de resignación en su rostro: la intimidación, pareció darse cuenta, no iba a funcionar.
Las tropas de Vladimir Putin no estaban de buen ánimo. Hasta ahora, como habían tomado las instalaciones estratégicas en Crimea, había habido silencio detrás de los pasamontañas. Ahora, fuera de las candilejas, no hubo enmascaramiento de furia. Uno de ellos, en traje de combate, caminó hacia un soldado ucraniano y gruñó: “Hemos venido a salvar a los eslavos, mientras que ustedes están ocupados vendiendo su país”.
No todos ellos, sin embargo, eran belicosos. Uno le dijo a uno de los centinelas en la base: “Tengo una hija en casa que nació hace tres días, realmente no sé lo que estoy haciendo aquí”. Al caer la noche, el ataque no se había materializado. Pero se reportaron más ultimatums de los rusos. El comandante de la Flota del Mar Negro, el almirante Alexander Vitko, había exigido que las fuerzas ucranianas en Crimea se rindieran a las 5 am o se enfrentarían a un “asalto”, una afirmación que posteriormente fue desmentida por Moscú.
Las tropas rusas se hicieron cargo de una terminal de ferry en el extremo más oriental de la península, en Kerch. Los tanques y los vehículos blindados se habían reunido sobre la otra orilla 12 kilómetros de distancia. The Independent llamó al teniente Coronel Mirnov a su celular para preguntar si la terminal del ferry había sido tomada antes de la llegada de más tropas y lo que sería la consecuencia exacta si las fuerzas ucranianas se negaban a rendirse en masa. Se escuchó una palabrota y la llamada se cortó, no quiso hacer comentarios.
Aunque el Kremlin controla ahora la capital de Crimea, Simferopol, así como el puerto principal, Sebastopol, no todo está a su favor. Hubo resistencia en otra base ucraniana, Perevalne, y algunas otras en todo el estado también se resisten a pesar de estar rodeados.
Ayer el contraalmirante Denys Berezovsky, quien desertó a las 24 horas de ser nombrado jefe de la marina de guerra de Ucrania, fracasó públicamente en lograr que sus capitanes se le unieran. Los oficiales se alinearon en las sedes navales para escuchar al Almirante Berezovsky y su sucesor Serhiy Haiduk apresuradamente nombrado. Algunos de ellos afirmaron que los rusos apostaron francotiradores en los tejados vecinos.
El Almirante Haiduk dio lectura a la orden oficial por parte del gobierno en Kiev de anunciar la destitución de almirante Berezovsky y que ahora se enfrenta a cargos de traición. Dijo: “Sé que mis hombres permanecerán fieles a su juramento. Lo que Berezovsky hizo es un asunto sólo suyo. Cuando trajo intrusos aquí, no ofrecimos resistencia armada como hubiera sido nuestro derecho, a fin de evitar cualquier provocación que al otro lado le gustaría. Estamos resolviendo el tema, pero nunca vamos a entregar nuestras armas”. Hubo un aplauso espontáneo seguido por el himno nacional.
La respuesta del almirante Berezovsky, en la que insistió en que Viktor Yanukovich, el presidente depuesto, seguía siendo el gobernante legítimo, ofreció la garantía de que los que se reunieron con él en la inauguración de la marina de guerra de Crimea conservarían su rango y salario. Se escuchó en un silencio sepulcral.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12. Traducción: Celita Doyhambéhère.


Otro Código va a chapa y pintura

Por Ailín Bullentini
De un día para el otro, un reclamo que desde cada rincón del Poder Judicial aseguran haber sostenido durante varios años sale a la luz y con el impulso suficiente como para contar con la posibilidad de convertirse en realidad: la reforma del Código Procesal Penal nacional. El proyecto de ley que engloba esos cambios presentado por el ex diputado y actual ministro de Seguridad y Justicia de Río Negro, Oscar Albrieu, fue el elegido para recibir el impulso del Poder Ejecutivo durante el transcurso del año legislativo que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró el sábado. Lleva más de tres años en la Cámara de Diputados. En su momento fue respaldado por más de 200 jueces federales y contó con la venia de todos los bloques legislativos, pero nunca traspasó los límites de la Comisión de Legislación Penal. Frente a toda la familia judicial, fue el propio jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien en la última semana formalizó la intención del Ejecutivo de revivir la iniciativa.
“Creo que existe un acuerdo firme y amplio en avanzar en esta reforma imperiosa porque en materia del proceso penal la legislación federal ha quedado atrasada respecto no sólo de la región sino incluso de las provincias, ya que muchas la han adoptado ya”, consideró Albrieu quien redactó el proyecto de reforma junto a la abogada Helena Arteaga. La “necesidad” de modificar el régimen de procedimiento penal y la “urgencia” para hacerlo fueron expresamente remarcadas por la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó; la defensora general nacional, Stella Maris Martínez, y la jueza de casación penal Angela Ledesma. En el marco del Congreso sobre Reformas Legislativas, que se desarrolló a principios de la semana pasada en Mar del Plata, las tres referentes de las principales partes del proceso judicial –el defensor, el fiscal y el juez en tanto figuras empíricas– remarcaron los cambios que incluye el proyecto de Albrieu: la transformación del proceso penal en acusatorio, la eliminación de los expedientes judiciales devenidos en “prácticas burocráticas dilatorias” y la concentración del sistema penal en las actividades criminales de envergadura.

En su lugar

A grandes rasgos, son esos lineamientos los principales ejes de la reforma que elaboraron Albrieu y Arteaga. El traspaso de la situación actual en la que se encuentra el Código Procesal Penal a una acusatoria plena tiene que ver, principalmente, con la distribución clara de roles entre los operadores jurídicos. “Se busca disminuir las facultades del juez para que haga de juez, no de juez y también de fiscal; para que en un juicio se limite a escuchar y analizar lo que dicen los testigos, no que realice preguntas, que compita con sus colegas de tribunal en las indagaciones. No queremos jueces protagonistas, sino jueces que resuelvan conflictos”, resumió el autor, ex presidente de la Comisión de Legislación Penal de la Cámara baja.
Luego de la reforma implementada en 1992, en la que el espíritu de renovación en pos de la acusación sólo alcanzó a la etapa oral, el Código Procesal Penal a nivel nacional quedó en un estado mixto ya que la instancia de instrucción quedó envuelta en viejas estructuras inquisitorias: un juez que decide discrecionalmente si es él quien desarrolla la instrucción o si la delega en un fiscal. “Es en la etapa de instrucción en donde suceden los mayores atropellos a los imputados, en donde se aplican prisiones preventivas injustificadas, en donde no se lo escucha”, determinó Arteaga.
La definición de roles –un fiscal que investigue en pos de lo sufrido por las víctimas, un defensor que vele por los derechos del sospechado y un juez que controle la cuestión y dirima los conflictos– implica necesariamente un cambio en este aspecto, ya que lo obliga al juez a cumplir con el mandato de imparcialidad. “Si el juez instruye, que es quien recolecta las pruebas en la búsqueda de la imputación del acusado, ¿cómo se puede esperar que ese mismo juez no acuse a quien investigó? La imparcialidad no existe. La mejor manera de impartir justicia de manera imparcial es no estar influenciado por ninguna de las partes”, explican.
Esta división de funciones descansa en el fiscal todas las facultades acusatorias, además de permitirle la selección sobre qué casos llevar a instancia de juicio y cuáles resolver mediante otras vías, aquello que se llama “principio de oportunidad”. “Si el fiscal está obligado a perseguir todos los delitos, se pierde una gran oportunidad de dedicar tiempo y recursos para poder perseguir a quien realmente vale la pena”, consideró Arteaga. En el marco de los debates sucedidos en el Congreso sobre Reformas Legislativas, fueron varios los expositores que abogaron por dedicar esfuerzos y recursos a combatir organizaciones criminales que operan con el narcotráfico o la trata de personas desde la Justicia Penal. Tal modificación lograría, además, una revalorización del juicio oral como instancia fundamental de solución de conflictos: si el juez sólo controla pero no está sobre la instrucción, es en el juicio oral en donde se encontrará cara a cara con los testigos y conocerá las pruebas en profundidad. “Lo que existe hoy es una teatralización de lo que ya está escrito en el expediente. Los jueces se sientan sobre lo ya escrito y como lo creen conocer todo lo que allí existe, porque ellos lo ordenaron, el juicio oral termina siendo un trámite de confirmación”, apuntó la abogada. Los ejemplos continuaron en boca del actual ministro rionegrino: “Lo fundamental es darle importancia al juicio oral. Si uno ve las películas en las que suceden juicios, no hay mucho papeleo para analizar. Sin embargo, acá nos invaden las fojas. El nuevo código busca dar centralidad al juicio, que se discuta todo allí”.

La oralidad

Aquí ingresa la otra novedad del proyecto que descansa en la Cámara de Diputados desde hace poco más de tres años: la oralidad en la inmediación entre los elementos probatorios y el juez, que da según Arteaga “transparencia, publicidad y celeridad” al trabajo de la Justicia. En sí, el proyecto plantea la jubilación del expediente como guía de la investigación judicial. Siguen permitiendo la existencia de pruebas documentales escritas, pero ubica la investigación penal en manos de un fiscal que elabora un legajo, una hoja de ruta breve y concisa de sus pasos en la que figurará toda medida solicitada ante el juez en audiencias orales.
Tal cambio obliga a los jueces a trabajar a tiempo completo resolviendo los expedientes a su cargo en la sala de audiencias, tomando contacto con las partes, supervisando el trabajo del fiscal y resolviendo conflictos, pero siempre en persona. Punto final a los oficios, con una condición no menor: “Lo que se necesita para una reforma así es que los jueces estén dispuestos a estar resolviendo, tomando decisiones todo el día, que estén en el juzgado, que es lo que debe hacer”, advirtió la colaboradora del ex diputado.

Celeridad

Albrieu insistió en algunas otras falencias del sistema penal actual, compartidas por los otros actores judiciales: la poca agilidad en los procesos. “Debemos tener juicios más rápidos para tener soluciones más rápidas de los conflictos que son traídos a la Justicia penal. Estamos juzgando hechos que sucedieron hace 20 años, un grave problema que tiene que ver no sólo con el código vetusto, sino con la mala formación de los jueces, fiscales y defensores, que hacen muchas veces lo posible para que los juicios demoren lo imposible”, apuntó y sentenció: “Debemos cambiar la mentalidad de la gente, que busque soluciones rápidas y en muchos casos alternativas”.
De por sí, la reforma es novedosa y cuenta con un amplio consenso tanto en el Congreso como en la familia judicial. Pero no es autosuficiente para generar los cambios esperados. Sin ir más lejos, el proyecto cuenta en su articulado con la creación de una policía judicial “superformada, especializada en divisiones de grandes crímenes”, y la implementación de los juicios por jurados. Además, requeriría sin lugar a dudas de una reforma de la ley orgánica del Ministerio Público Fiscal que redistribuya sus recursos y organice a sus miembros de una manera más eficiente. Las funciones de los fiscales cambiarían, por ende sus desafíos.
A esto último habría que sumar la impostergable capacitación de los operadores judiciales y una restauración del pleno funcionamiento del Consejo de la Magistratura que permita “apurar las designaciones de jueces y llenar todas las vacantes. Faltan jueces en la Justicia federal, muchísimos”, concluyó Albrieu.

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