viernes, 1 de noviembre de 2013
La Patagonia Trágica en perspectiva 1 de noviembre de 2013 | Patagonia RebeldePor USINAS KOLINA
La Patagonia en 1921 fue un escenario de conflictividad social que desbordó al poder nacional. El aparato coercitivo concentrado en manos del Estado Nacional resolvería el problema articulando funciones con la clase estanciera latifundista y reprimiendo a la clase obrera organizada que había iniciado una huelga exigiendo mejores condiciones de trabajo. Este 1 de noviembre se cumplen 93 años de la declaración de huelga de los trabajadores patagónicos y el comienzo del conflicto.
La Patagonia de principios de siglos XX era un territorio con poca densidad demográfica, con un clima hostil y que acarreaba muchas dificultades para el establecimiento de la población. Quienes habitaban esas tierras pueden clasificarse, a grandes rasgos, en dos clases sociales. La primera era una “peonada” que necesitaba ofrecer su fuerza de trabajo para subsistir, y por otro lado un grupo de latifundistas y comerciantes que se beneficiaron con la explotación de los recursos de aquellas tierras. Bayer así los describe “(…) es decir, por un lado, aquellos que han nacido para obedecer y, por el otro, los que se han hecho ricos porque son fuertes por naturaleza. Y allá, fuerte quiere decir casi siempre inescrupuloso. Pero es que tiene que ser así: la Patagonia es tierra para hombres fuertes (…). ¡Guay de los que quieran quitarle lo que es suyo, lo que conquistaron luchando contra la naturaleza, la distancia, la soledad”.
En este contexto es donde van a tener lugar las huelgas patagónicas que se iniciaron en 1920 bajo la primera presidencia de Yrigoyen. Estamos hablando de un territorio administrado por un régimen latifundista que no promovió cambios estructurales y continuó atado a la receta que mayores beneficios les suministró: condenar a la Patagonia a una explotación primitiva sin planificar cambios respetando los privilegios que tenían los que detentaban los medios de producción.
Es así que los diferentes gremios comenzaron a solidarizarse entre ellos y a unir la lucha que se estaba librando en contra de la patronal. Los trabajadores, agrupados en la Federación Obrera y organizados en asambleas, definían los pasos a seguir en la lucha.
Las huelgas en la Patagonia habían puesto de manifiesto a los patrones que la lucha obrera organizada hacía peligrar el régimen de explotación con el que se habían venido conduciendo; se acababan los tiempos “donde unos mandaban y los otros solamente obedecían”. La peonada comprendió que para que la lucha prospere y se alcancen los objetivos de la misma, debían actuar en forma aunada. Esto mismo comprendió también la clase terrateniente. Para defenderse del peligro que significaba la unidad obrera, los patrones debían actuar en forma conjunta y además solicitar ayuda al gobierno nacional quien acudió al llamado y trasladó al ejército para finalizar con el conflicto. Luego de una primera incursión del ejército donde pareció acercar a las partes, los patrones rompieron los acuerdos y las huelgas volvieron a decir presente.
El ejército, a cargo del Teniente Coronel Varela, volvía a trasladarse a la Patagonia pero con una metodología diferente a la anterior. Se reunió con la patronal, escuchó sus reclamos y actuaron en consecuencia en forma conjunta con un mismo plan de lucha. El plan estuvo ideado por la clase terrateniente y su brazo ejecutor al mando del ejército nacional con Varela a la cabeza. El resultado fue el fusilamiento de miles de trabajadores.
El primer gobierno democrático elegido por voluntad popular, con la ya sancionada Ley Sáenz Peña, fue el responsable de aquellas muertes. Para los movimientos de resistencia, el anarquismo sobre todo, significó un golpe al corazón. A Varela le esperaba en su horizonte lo que los anarquistas llaman “la venganza proletaria”. Le esperaba la muerte en manos del alemán Wilckens en un atentado.
Los siete magnificos
A esta altura del partido abundar sobre las inconsistencias, el corporativismo y las prácticas y acciones golpistas y antipopulares de la SIP –a quien bauticé en estas mismas páginas como la Santa Inquisición Periodística– resultaría reiterativo y no agregaría mucho sobre el origen y los fines de esta maquinaria patronal de desinformación.
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Por:
Enrique Masllorens
A esta altura del partido abundar sobre las inconsistencias, el corporativismo y las prácticas y acciones golpistas y antipopulares de la SIP –a quien bauticé en estas mismas páginas como la Santa Inquisición Periodística– resultaría reiterativo y no agregaría mucho sobre el origen y los fines de esta maquinaria patronal de desinformación. Inevitablemente, y casi deportivamente, condenan a todos los gobiernos que han puesto en valor al Estado como articulador y compensador de las asimetrías. Y también a los que recomenzaron el camino de la unidad regional y del orgullo soberano e identitario truncados por el neoliberalismo y su salvaje sed de apropiarse de todas las cosas y descartar seres humanos. El repiqueteo constante de sus admoniciones “en defensa de la libertad de expresión”, sus quejas por pautas publicitarias que suponen que les corresponden por derecho propio o divino, ocultan sus operaciones extorsivas con los grandes anunciantes para boicotear a los verdaderos medios independientes o a los competidores pequeños. La esencia y la voz de los monopolios, propios y ajenos, disfrazan sus propios hábitos contrarios al derecho inalienable de la información. Pero ellos son los dueños y los beneficiarios de sus campañas y de sus acciones (en ambos sentidos). Cada cuervo, cada buitre, cuida su nido, su guarida. Y así se consolida y perpetúa la raza. Mientras tanto, en la gótica ciudad de Buenos Aires, Jorge “Batman” Lanata y Ernesto “Robin” Tenembaum, luego de una cabriola fantástica e inesperada, insisten en poner del lado de los débiles al gran monopolio argentino y dar por inocua cualquier campaña, operación, tergiversación, manipulación, ocultamiento o injuria que realizan sus mandantes. Con estilos diferentes, Lanata insulta, calumnia y agrede y Tenembaum ironiza mientras mira sobrador a todos los kirchneristas, dedicándoles un gesto como de estar oliendo heces. Y lo bien que hacen en expresarse libremente, sin cortapisas y exponiendo su actual pensamiento reaccionario. Y otro grupo de notables prestidigitadores, montados en una feroz campaña para destruir los avances de estos diez últimos años y apoyar descaradamente a algún candidato opositor, se juntaron para viajar juntos a Washington y presentarse como víctimas y en representación de la prensa “libre” a una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, “para tratar cuestiones referentes a la situación general de la libertad de expresión en la Argentina”. Son siete periodistas notorios y alineados. Siete periodistas militantes, aunque en rigor son seis militantes y un militonto. En los '60, los norteamericanos hicieron una remake taquillera del gran filme japonés Los siete samurais y la titularon Los siete magníficos. La historia era sencilla: un pueblo mexicano asolado por unos despiadados bandidos contrata para defenderse a siete pistoleros, a siete mercenarios para defender sus pertenencias. Yul Brynner, Charles Bronson y James Coburn eran algunos de los protagonistas. La avanzada que se presentará el 1 de noviembre ante la CIDH para "defendernos" de tanta censura y mordaza al periodismo, está integrada por Magdalena Ruiz Guiñazú, Joaquín Morales Solá, Nelson Castro, Pepe Eliaschev, Alfredo Leuco, Mariano Obarrio y Luis Majul. Como todos los argentinos sabemos, hace diez años que no tienen micrófono ni espacio en ningún medio por orden del gobierno y perseguidos por Guillermo Moreno y los esbirros de La Cámpora. Que el terror jacobino que reina en nuestro país les impide criticar y menos ofender a cualquier miembro de las hordas gubernamentales y sus grupos de choque. Que cualquier intento de contrariar el discurso oficial redunda en amañadas causas judiciales y cárcel en las mazmorras del Régimen. Que el genocida Videla era mucho más comprensivo con la prensa y les regaló Papel Prensa para defender a la Patria. Las quejas y denuncias de “los siete” van desde “presiones e intimidaciones por la expresión de nuestras ideas”, “espionaje telefónico y violación de e-mails”. Para estas dos últimas denuncias humildemente les sugiero que, por lo de los teléfonos averigüen en lo del procesado especialista Mauricio Macri y por lo de los correos electrónicos quienes pueden ayudarlos son el Tata Yofre y su colega de La Nación Carlos Pagni. Se pueden ahorrar los pasajes y el papelón. Además de una sarta de falaces y sesgadas acusaciones, el “problema” del militonto es que fue “acosado por la AFIP”. Seguramente en Estados Unidos donde a Al Capone lo encerraron por evasión de impuestos y persiguen en serio, se van a reír hasta el paroxismo. Ante tanta mezquindad, oportunismo y deseos de figuración no cabe otra conclusión: mienten a conciencia y sin pudor, porque tienen al verdadero poder que los respalda y amplifica. Finalmente, creo oportuno transcribir parte de un texto del reconocido lingüista holandés Teo van Dijk, investigador del Análisis Crítico del Discurso, y que pone en negro sobre blanco el verdadero rol de los medios masivos que en nuestro país representan y amplifican la voz del poder real: “... el poder de los medios de comunicación es generalmente simbólico y persuasivo, en el sentido de tener la posibilidad de controlar, en mayor o en menor medida, la mente de los lectores; sin embargo, el control no se ejerce directamente sobre sus acciones: el control de las acciones, meta última del poder, se hace de manera indirecta cuando se planea el control de intenciones, de proyectos, de conocimientos a alcanzar, de creencias u opiniones”. Los siete magníficos seguirán expresándose libremente como siempre. Aunque se empeñen en negar lo incontrastabl
La Cámara de la Construcción destaca el impulso del sector por la obra pública y privada
En Mañana más, Gustavo Weiss destacó la demanda de mano de obra e insumos basados en la obra pública, el plan Procrear y la obra privada.
Weiss explicó que hay dos segmentos bien definidos, entre los que destacó “la obra pública que está en niveles de actividad muy altos como años anteriores, potenciada este año con el plan Procrear con 48 mil viviendas en ejecución, más 3.800 edificios en construcción que demandan materiales y mano de obra”.
Dijo que la mejoría del sector también se basa en “la duplicación del Plan Federal que pasó de 5.000 a 10.000 millones de pesos”, para la construcción de viviendas sociales en todo el país.
Por otra parte, resaltó que del lado de obra privada, “lo que está muy demandado es la construcción y refacción de viviendas unifamniliares”.
En ese sentido explicó que se registra un incremento en la cantidad de familias que deciden llevar a cabo la construcción de su vivienda, concretar ampliaciones o modificaciones.
Consultado sobre el valor de los insumos y la mano de obra, detalló que el sector tuvo negociaciones paritarias a inicio de año, y que se registra una tendencia de aumento anualizada del 25 por ciento y que el mismo nivel alcanza a los insumos.
Sobre la postura del Grupo Clarín tras el fallo de la Corte Suprema de Justicia que declaró la constitucionalidad de la ley de servicios de comunicación audiovisual, Weiss consideró que si sienten “vulnerados sus derechos pueden presentarse ante la justicia pero sobre la base de una ley que es constitucional”, por lo que consideró que se trata de una etapa distinta.
La Cámara de Apelaciones de Nueva York falló a favor de la Argentina
Confirmó que sigue vigente la medida cautelar que impide la aplicación de la sentencia contra el país hasta que se resuelva el juicio de los fondos buitres.
Según confirmaron fuentes oficiales, la Cámara de Apelaciones rechazó el pedido de los fondos buitre de levantar el denominado "stay", que impide que la Argentina tenga que pagar 100% a estos demandantes bajo la fórmula del juez Thomas Griesa.
De esta forma, la Argentina va a poder cumplir con el normal pago de sus vencimientos de deuda, y esperará hasta la resolución final del juicio en la Corte Suprema de los Estados Unidos.
Las ruinas circulares Por Jorge Luis Borges (1899-1986)
Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probablemente, sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes y se arrastró, mareado y ensangrentado, hasta el recinto circular que corona un tigre o caballo de piedra, que tuvo alguna vez el color del fuego y ahora el de la ceniza. Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres. El forastero se tendió bajo el pedestal. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño. Hacia la medianoche lo despertó el grito inconsolable de un pájaro. Rastros de pies descalzos, unos higos y un cántaro le advirtieron que los hombres de la región habían espiado con respeto su sueño y solicitaban su amparo o temían su magia. Sintió el frío del miedo y buscó en la muralla dilapidada un nicho sepulcral y se tapó con hojas desconocidas.
El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Le convenía el templo inhabitado y despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la cercanía de los leñadores también, porque éstos se encargaban de subvenir a sus necesidades frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo suficiente para su cuerpo, consagrado a la única tarea de dormir y soñar.
Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica. El forastero se soñaba en el centro de un anfiteatro circular que era de algún modo el templo incendiado: nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas; las caras de los últimos pendían a muchos siglos de distancia y a una altura estelar, pero eran del todo precisas. El hombre les dictaba lecciones de anatomía, de cosmografía, de magia: los rostros escuchaban con ansiedad y procuraban responder con entendimiento, como si adivinaran la importancia de aquel examen, que redimiría a uno de ellos de su condición de vana apariencia y lo interpolaría en el mundo real. El hombre, en el sueño y en la vigilia, consideraba las respuestas de sus fantasmas, no se dejaba embaucar por los impostores, adivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia creciente. Buscaba un alma que mereciera participar en el universo.
A las nueve o diez noches comprendió con alguna amargura que nada podía esperar de aquellos alumnos que aceptaban con pasividad su doctrina y sí de aquellos que arriesgaban, a veces, una contradicción razonable. Los primeros, aunque dignos de amor y de buen afecto, no podían ascender a individuos; los últimos preexistían un poco más. Una tarde (ahora también las tardes eran tributarias del sueño, ahora no velaba sino un par de horas en el amanecer) licenció para siempre el vasto colegio ilusorio y se quedó con un solo alumno. Era un muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador. No lo desconcertó por mucho tiempo la brusca eliminación de los condiscípulos; su progreso, al cabo de unas pocas lecciones particulares, pudo maravillar al maestro. Sin embargo, la catástrofe sobrevino. El hombre, un día, emergió del sueño como de un desierto viscoso, miró la vana luz de la tarde que al pronto confundió con la aurora y comprendió que no había soñado. Toda esa noche y todo el día, la intolerable lucidez del insomnio se abatió contra él. Quiso explorar la selva, extenuarse; apenas alcanzó entre la cicuta unas rachas de sueño débil, veteadas fugazmente de visiones de tipo rudimental: inservibles. Quiso congregar el colegio y apenas hubo articulado unas breves palabras de exhortación, éste se deformó, se borró. En la casi perpetua vigilia, lágrimas de ira le quemaban los viejos ojos.
Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo. Antes de ejercitarlo, dedicó un mes a la reposición de las fuerzas que había malgastado el delirio. Abandonó toda premeditación de soñar y casi acto continuo logró dormir un trecho razonable del día. Las raras veces que soñó durante ese período, no reparó en los sueños. Para reanudar la tarea, esperó que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un nombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó con un corazón que latía.
Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No lo tocaba: se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo con la mirada. Lo percibía, lo vivía, desde muchas distancias y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la arteria pulmonar con el índice y luego todo el corazón, desde afuera y adentro. El examen lo satisfizo. Deliberadamente no soñó durante una noche: luego retomó el corazón, invocó el nombre de un planeta y emprendió la visión de otro de los órganos principales. Antes de un año llegó al esqueleto, a los párpados. El pelo innumerable fue tal vez la tarea más difícil. Soñó un hombre íntegro, un mancebo, pero éste no se incorporaba ni hablaba ni podía abrir los ojos. Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido.
En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado. Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.) Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se arrojó a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un potro, e imploró su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó con la estatua. La soñó viva, trémula: no era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas, excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre de carne y hueso. Le ordenó que una vez instruido en los ritos, lo enviaría al otro templo despedazado cuyas pirámides persisten aguas abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio desierto. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.
El mago ejecutó esas órdenes. Consagró un plazo (que finalmente abarcó dos años) a descubrirle los arcanos del universo y del culto del fuego. Íntimamente, le dolía apartarse de él. Con el pretexto de la necesidad pedagógica, dilataba cada día las horas dedicadas al sueño. También rehizo el hombro derecho, acaso deficiente. A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo eso había acontecido... En general, sus días eran felices; al cerrar los ojos pensaba: Ahora estaré con mi hijo. O, más raramente: El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy.
Gradualmente, lo fue acostumbrando a la realidad. Una vez le ordenó que embanderara una cumbre lejana. Al otro día, flameaba la bandera en la cumbre. Ensayó otros experimentos análogos, cada vez más audaces. Comprendió con cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer -y tal vez impaciente. Esa noche lo besó por primera vez y lo envió al otro templo cuyos despojos blanqueaban río abajo, a muchas leguas de inextricable selva y de ciénaga. Antes (para que no supiera nunca que era un fantasma, para que se creyera un hombre como los otros) le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.
Su victoria y su paz quedaron empañadas de hastío. En los crepúsculos de la tarde y del alba, se prosternaba ante la figura de piedra, tal vez imaginando que su hijo irreal ejecutaba idénticos ritos, en otras ruinas circulares, aguas abajo; de noche no soñaba, o soñaba como lo hacen todos los hombres. Percibía con cierta palidez los sonidos y formas del universo: el hijo ausente se nutría de esas disminuciones de su alma. El propósito de su vida estaba colmado; el hombre persistió en una suerte de éxtasis. Al cabo de un tiempo que ciertos narradores de su historia prefieren computar en años y otros en lustros, lo despertaron dos remeros a medianoche: no pudo ver sus caras, pero le hablaron de un hombre mágico en un templo del Norte, capaz de hollar el fuego y de no quemarse. El mago recordó bruscamente las palabras del dios. Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe, el fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma. Ese recuerdo, apaciguador al principio, acabó por atormentarlo. Temió que su hijo meditara en ese privilegio anormal y descubriera de algún modo su condición de mero simulacro. No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo! A todo padre le interesan los hijos que ha procreado (que ha permitido) en una mera confusión o felicidad; es natural que el mago temiera por el porvenir de aquel hijo, pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo, en mil y una noches secretas.
El término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo prometieron algunos signos. Primero (al cabo de una larga sequía) una remota nube en un cerro, liviana como un pájaro; luego, hacia el Sur, el cielo que tenía el color rosado de la encía de los leopardos; luego las humaredas que herrumbraron el metal de las noches; después la fuga pánica de las bestias. Porque se repitió lo acontecido hace muchos siglos. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.
PIBE TROSKO CLANDESTINO
Comunicado Nº 1. Al Gran Pueblo argentino:
-Hemos pasado a la clandestinidad. Hoy se cumplen 16 días de la última vez que vi la luz solar. No la extraño en absoluto. El sótano es algo húmedo, pero se tolera. Me sedujo la idea de tener asma, como para agregarle algo de mística a este periplo, pero no fue posible. Mis pulmones responden perfectamente bien. El comandante Alfredo Casero ha sido muy claro: nos van a tener que matar, porque no pensamos callarnos. De acá nos sacan con los dos pies para adelante. Nos acompaña también Enrique. Si la ven a María Teresa, no se lo comenten. Necesitamos cigarrillos y tarjetas de teléfono. Y un joystick.
-No sé a ciencia cierta cuando podré volver a emitir un comunicado, por lo cual aprovecharé este para resolver tareas que no deben quedar pendientes.
-La democracia es la forma de organización política en la que el pueblo tiene derecho a elegir a sus representantes y siempre gana el peronismo. Leemos los diarios, estamos al tanto de lo acontecido el último fin de semana. 80% en la Provincia de Buenos Aires, un panorama desolador.
-Mi vieja dice que cuando sos boludo, jugás al rugby. Y cuando sos muy muy boludo, le ponés nombre a la lluvia.
La tormenta Berta. La nube Alicia. El granizo Horacio. La nieve Sofía. Y el sol, como no podía ser de otra manera, Néstor Carlos Kirchner.
-La izquierda metió 3 Diputados Nacionales. No será la Revolución Intergaláctica, pero va queriendo.
-En la Capital, buena elección de UNEN. Pino logró captar el voto de aquellos que creen que se debe aceptar la decisión de la Corte, y Lilita sedujo a quienes advierten un pacto espurio entre Zannini y Lorenzetti.
-Más de 21.000 votos obtuvo El Partido de la Red. Tienen 22.000 Me Gusta en Facebook. ¿Esto que quiere decir? Que si yo me presentaba para Legislador Porteño, entraba.
Decí que no me interesa pasarme el año nombrando Ciudadanos Ilustres a ex jugadores de fútbol y cambiándole el nombre a las calles de San Telmo.
-Mauricio Macri anunció su candidatura a Presidente en 2015.
Faltan menos de dos años para las elecciones y, si nuestros números no fallan, la cantidad de votos que tiene Macri en la Provincia de Buenos Aires es…cero. Sí, ya sé, estamos hablando del distrito más grande del país.
A menos que las 4 millones de personas que viven en La Matanza se muden mañana a Villa Crespo, el escenario para Mauricio es bastante complicado.
-Mientras ustedes pelotudean en Facebook, el Colorado Mac Allister es Diputado Nacional.
-Nos acompaña también el chico que defecó sobre el altar de la Iglesia San Ignacio de Loyola. Adeuda un trabajo práctico de Geografía que, según dice, lo entregará antes de fin de mes.
-No dije nada sobre los 30 años de Democracia. La figura del Dr. Alfonsín sirve para recordar que, durante los gobiernos peronistas, si se prende fuego el país la responsabilidad será de los peronistas. Mientras que durante los gobiernos radicales, si se prende fuego el país la responsabilidad será de...los peronistas.
-Hermes Binner ha ganado en su Provincia con comodidad y, si hace las cosas bien, tiene altas chances de dirigir una sociedad de fomento al finalizar su mandato como legislador.
-No se olviden, pero por favor les pido, no se olviden de cambiarle los pañales a Pino Solanas cada cierto tiempo.
-La Corte Suprema de Justicia declaró la constitucionalidad de la Ley de Medios y esto, entendemos, no perjudica a Independiente. Al que si perjudica es a Sabbatella, que ayer mismo levantó la bolsa de dormir que había tirado junto al colchón de Enrique, se afeitó y salió corriendo hacia las oficinas del Grupo Clarín.
-El hombre mayor de 18 que se disfraza para Halloween no merece nuestro respeto. El hombre mayor de 18 que se disfraza para Halloween y ni siquiera así logra ponerla, no merece vivir.
-Mamá, si de casualidad leés esto, hoy tampoco voy a comer, así que no me esperes.
Cambio y Fuera
Patria o Suerte.
Venceremos y Venceremas.
IMPRESENTABLE INFORME Clarín se te nota tanto la sangre en el ojo
El multimedio supuesto paladín de la "independencia periodística" no puede dejar un minuto de defender sus intereses empresariales y realizó un informe tan mediocre que adjetiva despectivamente a la marcha por el fallo de la Corte Suprema a favor de la Ley de Medios.
De la Redacción de Diario Registrado // Jueves 31 de octubre de 2013 | 21:29
Patético. Así fue el guión que se leyó como fondo de un cúmulo de imágenes para ilustrar lo que fue la multitudinaria marcha al Congreso Nacional para festejar la completa aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual tras el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia.
Se utilizaron frases agresivas contra los asistentes y en esta embestida de Clarín contra el Gobierno entraron todos en la misma bolsa. Las ONG´s que participaron de la marcha, las radios comunitarias, los militantes, los autoconvocados, los organismos de derechos humanos. Todos fueron insultados y bastardeados por Canal 13.
En el texto se decía que la plaza estaba repleta de "punteros políticos que subsidia el Estado y que todos pagamos". A Martín Sabbatella, el titular del AFSCA, ese mismo que en el 2003 se mostraba como ejemplo de político en la lucha contra la corrupción desde la pantalla de Telenoche, se lo comparó con "El Rafa" Di Zeo.
"Se parecía mas al Rafa Di Zeo en un para avalancha que a un juez recoleto y equidistante" dicen en una total falta de respeto. Pero lo peor llega al final donde se describe la "kirchner-fest". Aseguraron que había "cantitos de estudiantina" y que faltaron los "movimientos sensuales del gordo Boudou". Creemos que no hace falta recordar que se trata del vicepresidente de la Nación.
Otro papelón de Clarín.
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