viernes, 1 de noviembre de 2013
Los siete magnificos
A esta altura del partido abundar sobre las inconsistencias, el corporativismo y las prácticas y acciones golpistas y antipopulares de la SIP –a quien bauticé en estas mismas páginas como la Santa Inquisición Periodística– resultaría reiterativo y no agregaría mucho sobre el origen y los fines de esta maquinaria patronal de desinformación.
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Por:
Enrique Masllorens
A esta altura del partido abundar sobre las inconsistencias, el corporativismo y las prácticas y acciones golpistas y antipopulares de la SIP –a quien bauticé en estas mismas páginas como la Santa Inquisición Periodística– resultaría reiterativo y no agregaría mucho sobre el origen y los fines de esta maquinaria patronal de desinformación. Inevitablemente, y casi deportivamente, condenan a todos los gobiernos que han puesto en valor al Estado como articulador y compensador de las asimetrías. Y también a los que recomenzaron el camino de la unidad regional y del orgullo soberano e identitario truncados por el neoliberalismo y su salvaje sed de apropiarse de todas las cosas y descartar seres humanos. El repiqueteo constante de sus admoniciones “en defensa de la libertad de expresión”, sus quejas por pautas publicitarias que suponen que les corresponden por derecho propio o divino, ocultan sus operaciones extorsivas con los grandes anunciantes para boicotear a los verdaderos medios independientes o a los competidores pequeños. La esencia y la voz de los monopolios, propios y ajenos, disfrazan sus propios hábitos contrarios al derecho inalienable de la información. Pero ellos son los dueños y los beneficiarios de sus campañas y de sus acciones (en ambos sentidos). Cada cuervo, cada buitre, cuida su nido, su guarida. Y así se consolida y perpetúa la raza. Mientras tanto, en la gótica ciudad de Buenos Aires, Jorge “Batman” Lanata y Ernesto “Robin” Tenembaum, luego de una cabriola fantástica e inesperada, insisten en poner del lado de los débiles al gran monopolio argentino y dar por inocua cualquier campaña, operación, tergiversación, manipulación, ocultamiento o injuria que realizan sus mandantes. Con estilos diferentes, Lanata insulta, calumnia y agrede y Tenembaum ironiza mientras mira sobrador a todos los kirchneristas, dedicándoles un gesto como de estar oliendo heces. Y lo bien que hacen en expresarse libremente, sin cortapisas y exponiendo su actual pensamiento reaccionario. Y otro grupo de notables prestidigitadores, montados en una feroz campaña para destruir los avances de estos diez últimos años y apoyar descaradamente a algún candidato opositor, se juntaron para viajar juntos a Washington y presentarse como víctimas y en representación de la prensa “libre” a una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, “para tratar cuestiones referentes a la situación general de la libertad de expresión en la Argentina”. Son siete periodistas notorios y alineados. Siete periodistas militantes, aunque en rigor son seis militantes y un militonto. En los '60, los norteamericanos hicieron una remake taquillera del gran filme japonés Los siete samurais y la titularon Los siete magníficos. La historia era sencilla: un pueblo mexicano asolado por unos despiadados bandidos contrata para defenderse a siete pistoleros, a siete mercenarios para defender sus pertenencias. Yul Brynner, Charles Bronson y James Coburn eran algunos de los protagonistas. La avanzada que se presentará el 1 de noviembre ante la CIDH para "defendernos" de tanta censura y mordaza al periodismo, está integrada por Magdalena Ruiz Guiñazú, Joaquín Morales Solá, Nelson Castro, Pepe Eliaschev, Alfredo Leuco, Mariano Obarrio y Luis Majul. Como todos los argentinos sabemos, hace diez años que no tienen micrófono ni espacio en ningún medio por orden del gobierno y perseguidos por Guillermo Moreno y los esbirros de La Cámpora. Que el terror jacobino que reina en nuestro país les impide criticar y menos ofender a cualquier miembro de las hordas gubernamentales y sus grupos de choque. Que cualquier intento de contrariar el discurso oficial redunda en amañadas causas judiciales y cárcel en las mazmorras del Régimen. Que el genocida Videla era mucho más comprensivo con la prensa y les regaló Papel Prensa para defender a la Patria. Las quejas y denuncias de “los siete” van desde “presiones e intimidaciones por la expresión de nuestras ideas”, “espionaje telefónico y violación de e-mails”. Para estas dos últimas denuncias humildemente les sugiero que, por lo de los teléfonos averigüen en lo del procesado especialista Mauricio Macri y por lo de los correos electrónicos quienes pueden ayudarlos son el Tata Yofre y su colega de La Nación Carlos Pagni. Se pueden ahorrar los pasajes y el papelón. Además de una sarta de falaces y sesgadas acusaciones, el “problema” del militonto es que fue “acosado por la AFIP”. Seguramente en Estados Unidos donde a Al Capone lo encerraron por evasión de impuestos y persiguen en serio, se van a reír hasta el paroxismo. Ante tanta mezquindad, oportunismo y deseos de figuración no cabe otra conclusión: mienten a conciencia y sin pudor, porque tienen al verdadero poder que los respalda y amplifica. Finalmente, creo oportuno transcribir parte de un texto del reconocido lingüista holandés Teo van Dijk, investigador del Análisis Crítico del Discurso, y que pone en negro sobre blanco el verdadero rol de los medios masivos que en nuestro país representan y amplifican la voz del poder real: “... el poder de los medios de comunicación es generalmente simbólico y persuasivo, en el sentido de tener la posibilidad de controlar, en mayor o en menor medida, la mente de los lectores; sin embargo, el control no se ejerce directamente sobre sus acciones: el control de las acciones, meta última del poder, se hace de manera indirecta cuando se planea el control de intenciones, de proyectos, de conocimientos a alcanzar, de creencias u opiniones”. Los siete magníficos seguirán expresándose libremente como siempre. Aunque se empeñen en negar lo incontrastabl
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