martes, 2 de julio de 2013
Rodolfo Walsh, el ajedrez y la guerra Por David Viñas (1927-2011)
"Recuerdo cómo salimos en tropel los jugadores de ajedrez... y cómo, a medida que nos acercábamos a la plaza San Martín nos íbamos poniendo serios y éramos cada vez menos, y al fin, cuando crucé la plaza, me ví solo".
Operación masacre
El derrotero crítico de Walsh culmina en Operación masacre, de 1957, ese testimonio fundamental que por su movimiento de página y por su entonación se graba con nitidez en un curso trágico: el que inaugura José Hernández con sus comentarios al degüello del Chacho Peñaloza en 1863, prolongado en el aguafuerte de Roberto Arlt con la descripción del fusilamiento de Severino Di Giovanni en 1931. Esos momentos portan tres blasones que corroboran las complejas y mediadas pero decisivas relaciones entre la política argentina y el espacio textual: la liquidación del gaucho rebelde, la eliminación del inmigrante peligroso y la masacre del obrero subversivo. La carta abierta de Walsh a la dictadura de 1977 –al inscribirse en esa secuencia como cuarto blasón– no sólo la continúa y ahonda sino que preanuncia ya el asesinato del intelectual heterodoxo * Horacio Verbitsky es hoy el continuador más notable del periodismo inaugurado por Walsh. Con una diferencia que correspondería destacar: en sus denuncias y en sus crónicas, Horacio Verbitsky pone en movimiento tal cantidad de datos y referencias que muchos de sus lectores tenemos la sensación de que se enfrentan a una polvareda inconexa o arbitraria; excepcionalmente Horacio Verbitsky propone o insinúa una síntesis o algún foco que relacione esa proliferación. Corresponde preguntar, me parece, si esa carencia reproduce los límites actuales de la izquierda intelectual: ¿No hay ejes? ¿No hay proyectos? ¿Sólo los datos en estado coloidal? Después de la muerte de Walsh, ¿ése es el síntoma de la situación desarticulada de esa franja política y cultural? ¿O, quizá, la puntuación que Verbitsky utiliza –discontinua y quebrada– presupone una figura simétrica o correlativa de la "fragmentación" convulsiva típica del discurso oficial?
Corresponde preguntar también, en este orden de cosas, si Walsh, con los rasgos artesanales de su producción, representa una suerte de cristianismo primitivo dentro de este linaje periodístico, ¿Verbitsky, acaso, representa la institucionalización correspondiente al catolicismo?
Con el paso del tiempo, el itinerario de Walsh va prescindiendo de la creencia en la inmortalidad o "la gloria" entendida como fama póstuma laicizada dado que cada vez más trabaja con la inquietante contingencia de lo efímero y de la cotidiana fugacidad del periodismo.
Por este flanco, Walsh puede ser evaluado por consiguiente como la figura antagónica de El triunfo de los otros: en esa pieza teatral, el protagonista de Payró se lamentaba por su dependencia de los ritmos del periodismo y, a la vez, exaltaba nítidamente los valores trascendentes del libro.
Esa relación fetichizada con la propiedad literaria y "la firma del autor" no sólo va definiendo a Payró y a los escritores canónicos, sino que encuentra en Sarmiento –como en muchos otros aspectos– el prototipo fundacional: la obsesión en los últimos años del autor del Facundo porque sus "hojas periodísticas sueltas no se vuelen" se repite como exigencia en sus diversas correspondencias; el capital simbólico que se ha ido imprimiendo en los diarios no se puede despilfarrar; urge organizarlo sistemáticamente en libro. Al fin de cuentas, si aquellos artículos sueltos representaban la base de su monumento, "el libro encuadernado y con tapas" será parte integrante del metal de su propia estatua (cfr. Michael Lowy, Pour une sociologie des intellectuels révolutionaires, 1986).
En esta zona, la relación de Walsh con el libro institucional así como su asunción del periodismo "intrascendente", corrobora finalmente sus polémicas actitudes de iconoclasta: su palabra llegó a valer más que su firma.
Si Federico García Lorca sintetiza, tanto por su producción literaria como por su asesinato a manos del fascismo español, a la generación del 27 en su país, Walsh condensa por sus textos y por su eliminación ordenada por el fascismo argentino de los años 1976-83, la problemática mayor, las búsquedas, aciertos y fracasos de los escritores de la generación del 60. Los llamados parricidas por Emir Rodríguez Monegal. Quiero decir: "la generación del Che". * Una vez me invitó Walsh a vivir en su casa del Tigre. En esa época su compañera era Piri Lugones. Y desde el comienzo, ese apellido turbador y el escenario del Delta nos fueron situando alrededor de una letra alegórica que solía deslizarse entre frustradas ironías hacia El Tropezón. En los atardeceres en que Walsh arreglaba su bote, la figura de Quiroga se sobreimprimía a la de Lugones; y entre ambas se iba armando una tensión que a Walsh, divertido pero sombrío, le gustaba exasperar: defendía con argumentos enmarañados pero convincentes el distanciamiento de la ciudad practicado por "el cuentista selvático"; lo justificaba por su ademán neobárbaro tan antivictoriano mientras aludía a su propia destreza con las armas y en la pesca del surubí. Su fervor, sin embargo, oscilaba entre el dorado y el pejerrey; y cuando se internaba en el escabeche, ya parecía lograr mi aprobación a sus autoabastecimientos y a su creciente adhesión a "lo elemental". Nunca llegó a aludir a Conrad ni a Gauguin.
Dos cuentos memorables, excepcionales, tiene Rodolfo Walsh: el primero es Esa mujer, donde se produce una coreografía cargada de simetrías entre el periodista y el coronel, y que concluye –boxísticamente– cuando uno de los contrincantes, en esa dialéctica mezcla de escolástica y de marivaudage, logra quedarse con el centro del escenario mientras al otro sólo le queda hacer mutis. En este sentido, Esa mujer se convierte en un drama por el dominio del espacio textual.
El otro cuento magistral de Rodolfo Walsh es Nota al pie: allí no sólo ese recurso tradicional va acaparando el espacio destinado al texto principal, sino que esa especie de nube corrosiva y proliferante que sube desde el pie, condiciona una tensión narrativa que trasciende los cuentos de Borges. Al fin y al cabo, el protagonista, Alfredo de León, no se limita a sintetizar, simbólicamente, el itinerario de Walsh, sino que (al situarse en el otro extremo del eficaz Daniel Hernández de Variaciones en rojo), va dibujando un antihéroe análogo a Bloom, a K o al tío Vania.
Llegué a presentir en aquellos días que el humor cambiante de Walsh coincidía con las alzas y bajas de las mareas: descendía el río y Walsh se iba extendiendo en su hamaca y en sus opiniones sobre Hemingway. Y su desaliento marcaba silencios intercalados apenas por uno de sus ademanes más repetidos: apuntaba con el dedo a una torcaza que revoloteaba entre los sauces; cerraba un ojo; iba recogiendo el índice: "En la ciudad yo llego a perder el sentido" decía; "el problema es encontrar un conjuro". La torcaza se había depositado en la rama más alta de un álamo.
Variaciones, colección de asesinatos resueltos como juegos de salón, no sólo remite a sus antecedentes británicos, sino a los crucigramas con su apelación al ingenio, al home y a ciertas pistas enigmáticas. Pero como género corresponde evaluarlo en virtud de su indirecta apelación a un orden social amenazado. Daniel Hernández, esencialmente conservador, con la solución de los enigmas, significativamente planteados en interiores o casas de campo, restablece mediante su accionar "privado" y amateur, los residuos de una confianza en el equilibrio de la sociedad. Se trata de un Walsh que todavía creía que con el final del peronismo 1945-55 se iban a recuperar las "tradicionales virtudes patrias".* La serie de los irlandeses no se limita a reproducir la figura del semicírculo que casi rodea, acosa y termina por ser seducida por el protagonista. Eso, también, es faena de Daniel Hernández que se prolonga en el Gato. Pero el universo del colegio pupilo, si en la literatura argentina me remite a lo más rescatable de Juvenilia, ineludiblemente me reenvía, además, a ese fraseo de Maldoror: "Quand un éleve interne, dans un lycée..."
Si el trayecto interno de los textos de Walsh va dibujando el pasaje desde el juego a la tragicidad, destaca, al mismo tiempo, el tránsito del ajedrez a la guerra: lo policial –como colección de estratagemas– se desplaza del lúcido acertijo intelectual al comentario de la represión. Como si Walsh fuese advirtiendo que aun Sherlock Holmes, positivista darwiniano, drogadicto y seduc tor, se va convirtiendo en informante, en aliado y en funcionario de Scotland Yard. Y que, incluso, en sus momentos más crispados se troca en cómplice de torturas hasta terminar como verdugo clandestino u oficial. Es lo que, por cierto, va de Variaciones en rojo de 1953 a ¿Quién mató a Rosendo? del 69.
Piri Lugones nos dejó solos en esa casa del Delta. Ella se había trepado a la popa de una lancha y no dejó de saludarnos, mientras se alejaba, alzando el brazo y dejando que el chal le revoloteara igual a otro río diminuto, muy rojo. Walsh elogió, entonces, algunos cuentos de Setenta veces siete; insinuó ciertos reparos sobre "el crujido de los finales" y después se encarnizó con las subas y bajas de la Bolsa literaria. Recuerdo que dijo "Más veloces y más injustas que las mareas del río". Y como ese atardecer le tocóel turno al ascetismo que Walsh defendió con un fervor jansenista a medida que se entusiasmaba con la palabra "despojado" y el paladeo de algún verso de Shelley que se escandía sobre el antebrazo desnudo, yo fui proponiendo "Gallegos", "Pico Truncado" y "Cañadón de la Yegua Quemada" El prefirió el "Gran Valle". Pero ahí nos reencontramos: entre los matorrales y los caballos que galopaban sin levantar polvareda. Él se inclinaba por los zainos; yo por los alazanes. De ahí pasamos a nuestros colegios de curas: él se enterneció con el Padre Dollans que hamacaba sus caderas de matrona al tocar el armonio a pedales o cuando se señalaba la punta de los zapatos hablando del infierno. Yo me demoré demasiado con el Padre Adij y su breviario forrado con hule.
Al anochecer, mientras yo me trepaba a una silla para enroscar la bombita floja, Walsh se fue hacia el borde del río: allí se sentó en la punta del muelle de madera. Se puso a pescar. Doblaba el cuerpo sobre el agua. Parecía muy atento a su caña y a la marea que iba subiendo.
La muerte, en Variaciones, no es mucho más que el disparador del relato. Y está vinculada a sórdidas relaciones de hijuelas, albaceas, herencias y propiedades. Después de 1955 y de Operación masacre, Walsh no sólo se desliza desde la ciudad o de lo vacacional hacia el suburbio –que nada tiene que ver con el de Gálvez, con el de Borges o con la versión de Boedo–, sino que se multiplica e historiza hasta la politización. Ya se ha insinuado: Holmes deja de fascinar a Watson; y la novela policial de enigma se va trocando en novela negra. Hasta en esta franja, el eje cultural argentino se fue desplazando de Europa hacia los Estados Unidos. El renovado suburbio de Walsh es un escenario en el que ya no hay un asesino solitario, sino donde se verifica que toda la sociedad está mafisizada: policía, sindicatos, tribunales, ejército. Vertiginosa comprobación que subraya el Bildungsroman vital de Walsh.
Una conversión, quizá, más que un desplazamiento lineal, se puede ir verificando en otras dos comarcas de la aventura de Walsh: desde la aprobación del "heroísmo oficial" que publica frente a los acontecimientos de 1955, y su contramarcha en dirección a las investigaciones y denuncias de los fusilamientos de José León Suárez. Es que en ese tramo fue advirtiendo que la ciudad escindida en fachada y contrafrente (el carnaval y la favela en una dimensión latinoamericana), al ahondar sus muescas permanentes, instauraba de nuevo el drama.
Análogamente el paulatino distancia miento de la industria cultural a la cual Walsh había estado vinculado al comienzo de sus publicaciones en Leoplán y en Vea y lea, subraya ese circuito periodístico con rumbo a Propósitos y a los semanarios sindicales.
El juego inaugural dejaba caer así los paréntesis alrededor del tablero, y la ironía como economía de afecto se mutaba en un escenario desnudo sin ripios ni treguas.
El vuelo de pájaro es una constante en la manera de mirar en la literatura argentina: se da en El matadero, se reitera en el Sarmiento que contempla el cruce del Paraná por el Ejército Grande, se repite también con Alberdi en su sobrevuelo del Aconquija. Quizá La Bolsa y Lugones reproduzcan esa óptica que proyecta la perspectiva del narrador omnisciente.
Walsh, mediante sus planos explicativos, inesperadamente incurre en ese ademán. Incluso cuando describe una partida de ajedrez "vista desde arriba". Parecería que allí sobrevive una dimensión teológica.
En aquella semana del Tigre en compañía de Walsh, una noche nos entusiasmamos elogiando a Eva Perón. Desproporcionadamente, por ahí, pero era la única manera que teníamos de disminuirlo a Perón y de conjurar su peso histórico que entonces nos abrumaba. Algo parecido nos pasó con el Che: lo elogiamos con fervor y sin matices; pero a Walsh y a mí, de pronto, también nos pareció que nuestro entusiasmo era excesivo. Pero no contábamos en aquella época con otra forma de ser reticentes con Fidel Castro. "¿Es un juego?" Walsh me dijo que sí y se rió con acidez; y se largó a imaginar una pareja de Eva y el Che. Aunque al final –ya iba amaneciendo y alguien nos llamaba desde el río– sugirió que ese presunto casal hubiera resultado un asunto incestuoso.
Una suerte de "genealogía" se puede verificar en la serie pueblerina de Walsh: la que entreteje Fotos con Un nieto de Juan Moreira (ya sea por el nombre del protagonista –Mauricio–, ya se trate de las referencias al comisario Barraza). El otro extremo de ese linaje es el pueblo de Manuel Puig.
Desde la vertiente del don la literatura argentina exhibe tres "manchas temáticas" fundamentales: violación (1840), conquista (1880) e invasión (1890); desde la perspectiva de los prontuarios, esos núcleos –en lo esencial– van enhebrando la persecución (1870), el fracaso (1930) y la represión (1976). Esa mujer resulta el capítulo sobreviviente de una crónica más con los rasgos de Operación masacre, Satanowsky o Rosendo. Sin la entonación populista de esta serie (condicionada por los medios donde se publican y por el público al que se apela), conserva un rasgo que tiene algo de residual: las alusiones a un cadáver que en Variaciones funciona como disparador del relato clásico policial. Cierto: aquí, en cambio, se trata de una ausencia-presencia aunque el "¿dónde?" reiterado remite a la constante walshiana del mapa que reordena el espacio. Incluso, las alusiones a esa mujer ausente se entretejen con "la mujer del coronel", borrosa y apenas una voz, con "mi hija" –ausente también– "en manos de un psiquiatra", y con el "mayor X" que "mató a su mujer".
A partir de ahí, se podría sugerir el recorrido a lo largo de la totalidad de los textos de Walsh: desde la convencional Herminia –de Asesinato a la distancia– "con los brazos llenos de flores" mientras "la brisa matinal agitaba sus cabellos rubios, de reflejos cobrizos, y en su cara de delicados rasgos se reflejaba una perfecta serenidad" (¿idealizada-escurridiza "versión" de Victoria Ocampo en su quinta Junto al mar?), pasando por la ya aludida Celia Ahumada, "guerrillera" de La batalla, hasta llegar a las madres borrosas de la serie irlandeses (a las que se ama y en las que se caga). Y luego preguntar: lo fundamental de los textos de Walsh, ¿exhibe un universo de men without women? ¿Se trata de un residuo literario machista, "tímido" o de alguna incomodidad retórica?
"Me descifro en mi testamento", podría decirse de esa peculiar "carta abierta" que es Nota al pie. También aquí las mujeres –"ya no"– implican "un punto doloroso". También: poco verosímil ese obrero que proviniendo de una gomería se convierte en traductor (¿concesión a un presunto obrerismo o alusión al eventual borramiento?. Memorable interjuego entre el dinero y las palabras y sus vertiginosos significados. Excelente –y, sí– que hablando "desde la experiencia", Alfredo de León no dé consejos. Así como evidente la colección de suicidios que rescatan la imagen del protagonista y cuyo antecedente mayor es Fotos.
El desplazamiento de Walsh desde Variaciones hacia Operación, además de inscribirse en su propia revisión del peronismo luego de 1955, corresponde contextuarlo en el impacto latinoamericano de la revolución cubana de 1959. Porque si allí hunde sus motivaciones el documentalismo de Cimarrón de Miguel Barnet, ocurre algo análogo con La hora de los hornos y La patagonia rebelde. Por sentido contrario, La batalla se frustra dramatúrgicamente al no lograr verosimilitud su dictador a lo Tirano Banderas o Señor Presidente. Así como la vehemente e increíble Celia en su rol de militanta y protoguerrillera. Desde el lenguaje vacilante entre el uso de un "tú" genérico y un "usted" desabrido, se advierte un proyecto latinoamericanista que, en función de presuntos "universales", prescinde sin reemplazarlos de los "localismos" (particulares) que en La granada hasta funcionan escénicamente con motivo de su estreno.
El agresivo cuestionamiento que le hace Walsh a Murena en 1956 resuena como el conjuro de uno de los posibles que lo tentaron desde Sur y de La Nación. Walsh conoce esos espacios del liberalismo tradicional desde adentro; sabe de su confortabilidad, de sus complicidades y de sus miserias. Y su cuestionamiento a Murena es otra forma de tomar distancia respecto del poder cultural. Sobre todo que Murena, en ese momento, es visto y valorizado no sólo como "la joven promesa", sino como el escritor estrella, figura de marketing poco conocida entonces, y que después proliferará con rasgos cada vez más espectacularmente triviales.
Además de un número reiterado y enigmático (ciento treinta páginas traducidas, ciento treinta libros traducidos también, ciento treinta alumnos en el colegio irlandés), la trascendencia de El aleph borgeano –del que Walsh proviene–, en Un oscuro día de justicia se dispara de manera alucinante hacia "el profético ojo del nautilo".
Toda la literatura de libro conserva y cultiva notorios residuos de "la torre de marfil": ese mismo volumen encuadernado y más sólido tiene mucho de sagrado, prolijo y defensivo. La tapa tradicional ostenta un diseño de marquesina de teatro con el título de la obra y la corroboración del autor. También suele parecer un cofre o un portarretrato. No digamos si la foto del responsable reposa en la cubierta o se disimula a medias en esa especie de bambalina representada por la solapa. Con la foto en la contratapa, el libro suele aludir al mazo de naipes de algún prestidigitador. Y qué decir del texto que ahí se imprime, generalmente redactado o inspirado por el autor (especulando con la imagen de sí mismo con la que quiere ser visto) y que suele ser tan convencional como las explicaciones que se imprimen en los programas de mano de los teatros. "Todo el libro, en fin, tiene un aire de afectación" (cfr. Daniel O'Hara, The Romance of Interpretation, 1985). * El libro como tal, entonces, no sólo cultiva un aire confidencial que generalmente se comprueba en su arquitectura que, desde una perspectiva urbanística, suele resultar abollada. De esos términos Walsh fue cada vez más consciente. Y más crítico. Y en su pasaje definitivo hacia el periodismo heterodoxo llegó a presentir que realmente se iba exponiendo a "la luz pública" como alguien maquillado que sale de su casa para entrar a la calle.
Alguna vez el mismo Walsh aludió al parentesco del libro tradicional con la pintura de caballete asociando, en cambio, la escritura periodística al muralismo: era el escritor consabido que optaba por la coralidad; un modelo anterior que se reiteraba en la Argentina definido por el tránsito desde la literatura como vanguardismo a la literatura –en circunstancias que se exasperaban– vivida como guerra civil.
Al final de su itinerario, Walsh alude a su pasaje desde "los tiempos de la inocencia" hacia el duro y lúcido reconocimiento de la historia, la ciudad y el mercado. Podría decirse –glosando un texto clásico– que en 1977 Walsh ya "sabe los grandes secretos del poder de la burguesía".
Si recorremos por última vez la cartografía de la literatura argentina a partir de sus contradictorias relaciones con la política y el Poder, se podría ir formulando –al evaluar las diversas prácticas de Walsh– una suerte de ecuación: a mayor criticismo y heterodoxia, mayor riesgo de sanción. El típico estar fuera de lugar de los escritores heterodoxos de la Argentina al estilo de Martínez Estrada debería traducirse aquí como un réquiem o un epitafio. vivida como guerra civil.
Al final de su itinerario, Walsh alude a su pasaje desde "los tiempos de la inocencia" hacia el duro y lúcido reconocimiento de la historia, la ciudad y el mercado. Podría decirse –glosando un texto clásico– que en 1977 Walsh ya "sabe los grandes secretos del poder de la burguesía".
Si recorremos por última vez la cartografía de la literatura argentina a partir de sus contradictorias relaciones con la política y el Poder, se podría ir formulando –al evaluar las diversas prácticas de Walsh– una suerte de ecuación: a mayor criticismo y heterodoxia, mayor riesgo de sanción. El típico estar fuera de lugar de los escritores heterodoxos de la Argentina al estilo de Martínez Estrada debería traducirse aquí como un réquiem o un epitafio. * En una última (o penúltima) instancia, si tuviera que simbolizar el itinerario de Walsh, echaría mano de escenarios de la Biblia. Con una cita de Daniel arranca Walsh. Entonces, uno, el inicio como descifrador frente al semicírculo de los cortesanos de Nabucodonosor. Dos, hacia 1956, y mediante Operación, el camino hacia Damasco. Y tres, por último, con su carta abierta a la Junta Militar, en 1977, el sacrificio del Gólgota.
No postulo aquí la comunión de los santos. Pero tanto en su travesía como en su producción, Walsh, no sólo descalifica la teoría de los dos demonios que equipara de manera simétrica y fraudulenta la subversión libertaria con el terrorismo de Estado, sino que, a la vez, reactualiza "la violación" mediante la cual El matadero y la Amalia inauguran con perfiles propios a través de una mutación de la literatura argentina. Claro: pero invirtiendo la violencia que si en Echeverría y en Mármol se producía desde los de abajo hacia el cuerpo y la vivienda de los señores, en 1977 se ejecuta desde el Poder en dirección a un escritor crítico.
[De "Literatura argentina y política II", publicado en 1996. © 1996 Sudamericana]
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Colombia le abre las puertas a la OTAN El neoliberalismo nunca duerme
Sin instrumentos financieros, los acuerdos regionales se van limitando a las muy buenas reuniones de mandatarios.
Por Eduardo Anguita
Nadie puede desconocer los grandes cambios que vivió Colombia con la llegada de Juan Manuel Santos al frente del Ejecutivo hace casi tres años. Con Santos, América Latina pudo integrar a ese esquivo país a varias de las iniciativas de integración regional, básicamente su integración a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y también a las políticas de terminar con el aislamiento de Cuba del sistema interamericano desde la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). El diálogo abierto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desde hace siete meses en La Habana comenzó ayer, 1 de julio, formalmente. La pacificación de Colombia es una ambición compartida por la mayoría de las naciones de la región, habida cuenta de que toda la política antidrogas del Departamento de Estado y el Pentágono de Estados Unidos desde 1999 apuntó a consolidar las bases de ese país en Colombia y, además, no dieron ningún resultado, salvo la feroz represión consolidada por el ex presidente Álvaro Uribe.
En estos años, Santos logró vínculos asiduos y de cooperación con el extinto Hugo Chávez, también con Cristina Kirchner, con José Mujica o con Evo Morales sin perder su afinidad ideológica con Sebastián Piñera. Este juego abierto de Santos siempre estuvo atento a ganar consensos sin dejar de mirar a Washington.
El diálogo con las FARC avanzó en lo referente a la entrega de tierras para que los campesinos que viven bajo la influencia de la guerrilla puedan tener tierras. Santos advirtió en estos días que sin la entrega de las armas por parte de los insurgentes, "el diálogo de paz carece de sentido". No fueron pocos los intentos de pacificación que sirvieron en Colombia para que el Estado obtenga más información sobre la guerrilla para luego ser más eficaz en su exterminio. Sin un sistema de garantías y un cronograma pausado, las FARC no parecen dispuestas a ceder con tanta rapidez.
El escenario da para ser cauto: Colombia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) firmaron ayer un acuerdo de cooperación e intercambio de información. Se trata de la primera vez que la OTAN pone un pie legalmente sobre América Latina. Cabe recordar que las bases británicas en las Islas Malvinas son un claro antecedente de intrusión colonial en la región y no sólo en territorio argentino. El anuncio no podría ser más inquietante. Cuando las autoridades de la OTAN y las de Colombia firmaron el protocolo en Bruselas advirtieron que esto "no otorga rango de socio a Colombia, pero constituye un primer paso hacia una futura cooperación en el área de seguridad". Si hacía falta una confirmación de la ideología de este acuerdo, vale la pena destacar un párrafo del comunicado de Colombia, que remite a una fraseología propia de las doctrinas de seguridad nacional: "Lo que buscamos es aprender de la OTAN, pero también compartir con ellos nuestra experiencia de la lucha contra el narcotráfico, contra grupos terroristas y otros delitos que cometen las organizaciones del crimen organizado transnacional."
Nada indica que las políticas de la OTAN vayan en otra dirección que no sea continuar en Afganistán o en Pakistán, territorios que estratégicamente colocan a ese poderoso conglomerado de poder político y militar a las puertas de China y cerca de Rusia. Las principales empresas multinacionales y los bancos más poderosos tienen una lógica de inversiones completamente relacionada con el respaldo que le puede brindar la OTAN. En ese sentido, Colombia juega a seguir con el diálogo en La Habana y, al mismo tiempo, ser una cabeza de playa para la OTAN. No es preciso ser un gran estratega para saber cuál de esas dos políticas tiene más peso. Ni bien conocido este acuerdo, se levantó polvareda en la región: Brasil, Ecuador, Nicaragua, Venezuela y Bolivia rechazaron este paso hacia la intromisión de la OTAN en América Latina.
La Unasur tiene al peruano Ollanta Humala como presidente pro témpore. Su mandato expira justamente en estos días y todavía no hizo ninguna declaración. Tampoco se supo qué posición tendrá su Consejo de Defensa. No es fácil: Humala tiene, al igual que Colombia y Chile, una clara concepción favorable a los tratados de libre comercio impulsados tanto por Estados Unidos como por la Comunidad Económica Europea. Y el Consejo de Defensa de la Unasur no podrá tomar una posición única frente a esto porque, desde ya, se partiría de inmediato. La Unasur se prepara para un debate significativo para poner a prueba su fuerza: el 15 de agosto asume la presidencia de Paraguay el electo Horacio Cartés y ese país había sido suspendido del organismo regional hace exactamente un año cuando un golpe de Estado derrocaba a Fernando Lugo. No cabe duda de que la voz de Cartés acompañará al bloque de conservadores y neoliberales.
EL FMI Y LA ALIANZA DEL PACÍFICO. Casi al unísono con el pacto con la OTAN, la semana pasada, el Fondo Monetario Internacional (FMI) firmó una línea de crédito "flexible" de 5840 millones de dólares al gobierno de Santos. "Colombia cuenta con marcos de política muy sólidos –dice el comunicado del FMI–, que comprenden un régimen de inflación objetivo, un tipo de cambio flexible, una eficaz supervisión y regulación del sector financiero y una política fiscal basada en una regla del balance estructural para el gobierno central." A su vez, las autoridades colombianas aclararon que estos fondos tienen carácter "precautorio". Es decir, no tienen objetivo fijo. Son una clara señal de volver a tomar deuda atada a las recetas del FMI.
Estos anuncios del FMI se conocieron exactamente un mes después de la realización en Cali, Colombia, de la VII Cumbre de la
Alianza del Pacífico, un bloque que tiene como protagonistas a los mandatarios de Colombia, Chile y Perú al que se suma Enrique Peña Nieto, el presidente de México que asumió hace seis meses. Cabe recordar que ese país forma parte del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica –junto a Estados Unidos y Canadá– desde 1994. El presidente estadounidense Barack Obama estuvo hace dos meses en México precisamente para estimular los vínculos binacionales. Cabe recordar que Colombia fue anfitriona de la reunión de la CELAC en abril de 2012 y en pocas semanas, Santos firmaba con Estados Unidos una serie de convenios –con acuerdo parlamentario– destinados a formalizar tratados de libre comercio.
La reciente reunión de Cali indica que los integrantes de la Alianza del Pacífico constituyen un bloque poderoso y que va en la dirección opuesta de las políticas de soberanía e integración para el desarrollo autónomo impulsadas en los últimos años por Hugo Chávez, Lula, Néstor Kirchner, Evo Morales y Rafael Correa. En paralelo a la reunión de Cali, se reunió el consejo de ministros del Banco del Sur en Caracas, dando un primer paso, muy tímido, después de siete años de anuncios sobre su creación. La idea del organismo es lograr aportes por 20 mil millones de dólares para financiar obras de infraestructura en el continente. Brasil, el socio económico más poderoso de la región, todavía no dio acuerdo parlamentario a la inclusión de ese país al Banco del Sur. Es evidente que sin instrumentos financieros, los acuerdos regionales se van limitando a las muy buenas reuniones de mandatarios. Sin instrumentación de proyectos, a lo sumo, se pueden lograr algunas medidas comerciales y arancelarias, pero que no permiten juntar fuerzas para quebrar la pavorosa desigualdad social que vive América Latina.
ELECCIONES EN LA REGIÓN. En noviembre próximo habrá comicios presidenciales en Chile y Michelle Bachelet podrá ratificar su importante triunfo de las primarias del domingo 30 de junio. La salida de Piñera y la llegada de Bachelet es una buena noticia en varios sentidos, sobre todo en la confirmación de que las derechas latinoamericanas no tienen ninguna posibilidad de lograr adhesión electoral a sus planes de ajuste y exclusión. Sin embargo, cualquiera que conozca la política exterior de los socialistas chilenos y sus aliados, deberá reconocer que el librecambismo –o neoliberalismo– es parte sustantiva de sus concepciones. El saldo comercial favorable de Chile no sólo es por los buenos precios de los minerales sino también por el impulso a la exportación de vinos, frutas, pescado y mariscos y otros productos que están libres de aranceles y cuentan con líneas de financiamiento además de un dólar que los neoliberales llaman "competitivo".
Uruguay tendrá recambio presidencial en octubre de 2014 y todo indica que Tabaré Vázquez tendrá la posibilidad de volver al gobierno. Vázquez, al igual que el actual vicepresidente Danilo Astori, representan el ala liberal del Frente Amplio.
Brasil tendrá elecciones también en octubre de 2014 y esta situación de turbulencias pone una dura prueba al Partido de los Trabajadores, que logró grandes avances en una década, pero que se topa con un Estado diseñado para el afianzamiento de una poderosa burguesía industrial aliada aún a las tradicionales oligarquías rurales.
ARGENTINA. Es difícil saber cuánto tienen presente este escenario los laboratorios de los diferentes sectores políticos argentinos de cara a las legislativas de octubre próximo. Aunque la situación regional no forme parte de los debates de campaña, podría decirse que las principales espadas opositoras de cara a las presidenciales de 2015 no tienen la convicción de fortalecer una América Latina integrada y determinada a defender políticas soberanas para profundizar el desarrollo y luchar por una distribución justa de la renta. Pese a los grandes esfuerzos por mejorar la distribución de la renta y fortalecer políticas universales como la Asignación Universal por Hijo, es indudable que la Argentina es muy dependiente de las divisas de la soja, tanto por mantener un saldo comercial favorable cuanto por la posibilidad de financiar la educación y los planes sociales.
Cristina Fernández de Kirchner es una de las líderes latinoamericanas que está en la primera línea de avanzar en una integración al margen de los grandes poderosos del comercio y las finanzas a nivel global. Sin una integración regional que profundice esas políticas y que concrete herramientas operativas, habrá que considerar la posibilidad de escenarios donde las políticas neoliberales avancen, al menos por un tiempo. Pasaron siete años y medio del No al ALCA de Mar del Plata. El neoliberalismo pretende que eso quede como una noche en la historia. Los pueblos de la región, que vivieron la regresiva década del noventa, necesitan de una dirigencia que no ceda principios frente a este desafío y que haga todos los esfuerzos para avanzar en términos prácticos para mejorar la integración y avanzar contra la exclusión y la mala distribución del ingreso.
Infonews
“Es un banco técnicamente criminal”
ENTREVISTA EXCLUSIVA A MAURIZIO TURCO Y CARLO PONTESILLI, AUTORES DE PARADISO IOR
Francisco completa la obra de limpieza inconclusa de su predecesor, Benedicto XVI.
La historia que narran sobre el banco vaticano es un viaje tan exhaustivo como espeluznante al corazón de una entidad financiera cuyas prácticas estuvieron hasta ahora en total contradicción con el mensaje moral de la Iglesia.
Por Eduardo Febbro
Desde Roma
Cada mes que transcurre, el papa Francisco completa un poco más la obra inconclusa de su predecesor, Benedicto XVI. El teólogo duro y poco amigo de los medios había comenzado una profusa obra de limpieza en el seno de uno de los organismos bancarios más secretos y sucios del mundo, el IOR, el Instituto para las Obras de Religión, el banco del Vaticano. La guerra interna que desencadenó ese histórico intento de poner término a las prácticas tramposas heredadas del pontificado de Juan Pablo II condujo a la inédita renuncia de Joseph Ratzinger. La guerra por el control del IOR y por impulsar cambios que pusieran al banco del Vaticano en sintonía con un mínimo de las reglas internacionales es uno de los motivos que explican el alejamiento de Benedicto XVI.
Francisco siguió la obra iniciada por Ratzinger: apenas electo papa, retiró los exorbitantes privilegios económicos de que gozaban (25 mil dólares) los cinco miembros de la comisión cardenalicia que supervisaba –inútilmente– las actividades del banco: luego nombró una comisión de cinco miembros encargada de investigar la situación económica y jurídica del banco del Vaticano. Dicha comisión está presidida por el cardenal salesiano Raffaele Farina –80 años– y su meta consiste en proponer una reforma del banco para que “los principios del Evangelio impregnen también las actividades de carácter económico y financiero”. Por último, Bergoglio terminó por decapitar la cúpula del IOR y poner el banco bajo su mando. La Santa Sede anunció ayer la renuncia del director general, Paolo Cipriani, y del vicedirector, Massimo Tulli (ver pág. 25). Esta serie de decisiones no tiene precedentes en la negra historia del IOR. A pesar de que el Muro de Berlín se cayó hace mucho –1989–, el banco del Vaticano siguió operando como si el mundo no hubiese cambiado. Juan Pablo II había hecho del IOR el brazo armado de su estrategia contra el comunismo. Para recabar fondos con el fin de usarlos en la lucha contra el comunismo y la Teología de la Liberación, el papa polaco contrató a una inusual galería de cardenales corruptos y mafiosos asesinos. Entre éstos se destacan tres: el banquero de la mafia Michele Sindona; el banquero al frente del Banco Ambrosiano, del cual el IOR era el accionista mayoritario, Roberto Calvi; el arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, quien pasó de guardaespaldas de Pablo VI a presidente del IOR, y el cardenal venezolano Rosalio Castillo Lara. Sindona murió envenenado en la cárcel y Calvi apareció colgado en el puente londinense de los Frailes Negros. Bergoglio ha puesto esta vez un límite entre aquellas historias y el futuro. Hace un par de días la Santa Sede se puso a disposición de la Justicia italiana y ello permitió el arresto del monseñor Nunzio Scarano, apodado Monseñor 500 por su gusto pronunciado y demostrativo por los billetes de 500 euros. Scarano, un miembro de los Carabineros, Giovanni Maria Zito, y el trader Giovanni Carenzio están acusados de haber montado circuitos paralelos de lavado de dinero a través del IOR.
Se podría escribir una historia tan extensa y cautivante como la Comedia Humana de Balzac sobre el inescrupuloso banco del Vaticano. Hasta hoy, la mejor historia la escribieron Maurizio Turco, Carlo Pontesilli y Gabriele Di Battista. Su libro Paradiso IOR es un viaje tan exhaustivo como espeluznante al corazón de una entidad financiera cuyas prácticas estuvieron hasta ahora en total contradicción con el mensaje moral de la Iglesia. En esta entrevista exclusiva con Página/12 en Roma, Maurizio Turco y Carlo Pontesilli analizan el pasado turbio y el porvenir aún incierto del IOR.
–Ustedes no dudan en calificar al IOR como un banco criminal. Tratándose del Vaticano ese calificativo sorprenderá a mucha gente.
Carlo Pontesilli: –El IOR es un banco que goza de una extraterritorialidad mundial. El IOR es un territorio de bandas oscuras, de capitalistas aventureros, de financistas inmorales, de dinero del crimen organizado que circuló a través del banco y también, por supuesto, el dinero de la corrupción de la clase política italiana. Todo gracias a una normativa que protegió al banco y a sus actividades a lo largo de las últimas décadas.
–¿Esto es un recuento histórico o una realidad aún presente?
C. P.: –No, esto no pertenece al pasado en el sentido de que las condiciones que permitieron todas esas irregularidades aún se siguen dando dentro del IOR. Todo este sistema pudo funcionar debido a una falta absoluta de control por parte de Italia y de la misma Unión Europea, que no controló lo suficiente como debió hacerlo. La verdad es que ese pasado negro no se acabó todavía. Nuestra tesis consiste en decir que un banco no puede coincidir con una religión. Por eso confiamos mucho en el papa Francisco para que esto cambie, esperamos que haga lo que hizo San Francisco, quien no sólo ayudó a los pobres, sino que también fue pobre él mismo. No se puede estar de acuerdo con un banco que funciona a través de un sistema técnicamente criminal.
–Criminal es una palabra muy fuerte...
C. P.: –Sí, es un banco técnicamente criminal. El crimen es todo aquello que viola la normativa. A partir del momento en que un banco del Vaticano viola la normativa sobre el lavado de dinero, la normativa monetaria mundial, a partir del momento en que el banco del Vaticano recibe a personajes turbios, no se lo puede calificar de otra manera. La historia reciente está llena de episodios terribles: asesinatos, muertes sospechosas, quiebras bancarias, dinero del crimen organizado. En suma, a un banco así sólo se lo puede definir como técnicamente criminal.
–Ustedes hablan concretamente de falta de control. ¿Qué significa eso?
C. P.: –Significa que al banco del Vaticano entra dinero que luego termina en todos los mercados mundiales sin que nadie sepa nada. Por ejemplo, en teoría, el estatuto del IOR dice que sólo los miembros de la Iglesia pueden tener una cuenta en el banco. Pero no es exactamente así. Sabemos que detrás de las cuentas abiertas por los religiosos se esconden los verdaderos titulares: hombres políticos, mafiosos. Sería bueno saber quiénes son esos laicos que operan a través del banco del Vaticano y gozan del estatuto offshore del IOR para operar en el mercado financiero. El IOR tiene, por ejemplo, unos 300 millones de dólares invertidos en Estados Unidos. Pero no se sabe dónde. ¡Imagínese que se descubre que ese dinero está invertido en sectores como el mercado de las armas o de los organismos genéticamente modificados!
–Para ustedes, esa manera oculta de operar es la que permite todos los abusos imaginables... y más allá.
Maurizio Turco: –Desde luego, el tema no son las cuentas secretas, eso no existe, sino las cuentas enmascaradas. Por ejemplo, el IOR hacía un giro a nombre de IOR hacia otro banco, y también a nombre del IOR. Eso no se puede hacer. El problema es que al banco del Vaticano se le permitió operar en todo el planeta enviando el dinero de un banco a otro sin que se supiera a quién pertenecía ese dinero y sin decir que ese dinero era de la Iglesia. Teóricamente, ese dinero debe servir para las obras religiosas. Pero no. Hemos visto que ese sistema de enmascaramiento de las cuentas funcionó en todo el mundo: ¡la Iglesia universal tiene el banco universal para el reciclaje universal!: IOR, Instituto para las obras de reciclaje... Lo último que uno puede imaginar es que el banco del Vaticano intente lavar dinero. Pero es así porque no tiene ninguna obligación, ni interna ni externa. No le rinde cuentas a nadie. Son muy pocas las personas que saben a quién pertenecen realmente las cuentas abiertas dentro del IOR.
–En suma, el banco del Vaticano fue una suerte de eslabón libre de toda norma y obligación.
M. T.: –Así es. A lo largo de todos estos años el IOR pudo operar en el corazón de Europa, pero no en nombre de intereses europeos o nacionales, sino en nombre de intereses personales. Esto quiere decir en nombre de los intereses de hombres del crimen y de la política. El banco del Vaticano es un seguro absoluto de que no se sabrá a dónde va el dinero, ni a quién pertenece.
02/07/13 Página|12
Cae la cúpula del banco vaticano
EL DIRECTOR GENERAL Y EL VICE RENUNCIAN A UNA INSTITUCION QUE HA SIDO CENTRO DE MULTIPLES ESCANDALOS
El hasta ayer director general del Instituto para las Obras de la Religión, Paolo Cipriani.
Paolo Cipriani y su vice, Massimo Tulli, dimitieron, investigados por la fiscalía de Roma en relación con unos 23 millones de euros secuestrados en 2010. Fue otro sacudón para el único banco que tiene la Santa Sede.
Por Elena Llorente
Desde Roma
El IOR (Instituto para las Obras de Religión) o banco vaticano se quedó ayer sin su director general, Paolo Cipriani, y su vice, Massimo Tulli. Los dos renunciaron en una semana traumática para esa institución, el único banco que tiene el Vaticano y que ha sido centro de múltiples escándalos en los últimos años. Tanto Cipriani como Tulli han sido investigados por la fiscalía de Roma en relación con unos 23 millones de euros secuestrados en 2010, porque la Justicia sospechaba que habían violado las normas antilavado de dinero. Pero hasta ahora se habían mantenido en su cargo.
La renuncia fue aceptada ayer por la comisión vaticana de vigilancia del IOR, integrada por varios cardenales, y las funciones de ambos quedaron a cargo interinamente del presidente de la institución, el alemán Ernst von Freyberg. “Después de muchos años de servicio, ambos han decidido que esta decisión era la mejor en el interés del Instituto y de la misma Santa Sede”, dijo un comunicado del Vaticano. Por lo demás, se precisó, simplemente fue informada de la renuncia la comisión especial sobre el IOR, nombrada el 26 de junio por el papa Francisco, que parece muy decidido a cambiar la estructura del banco vaticano y hacer transparente su gestión. La nueva comisión deberá hacer una exhaustiva investigación sobre todos los negocios y cuentas del banco vaticano y entregar los resultados al Papa personalmente, así como todo el archivo de la institución.
Muchos se preguntan por qué los dos dirigentes renunciaron en este momento y algunos los relacionan, aunque nada se ha dicho oficialmente sobre esto, con el arresto el viernes pasado del prelado vaticano Nunzio Scarano, miembro activo de la APSA, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, que se encarga de los innumerables bienes inmobiliarios que posee la Santa Sede, pero también de sus inversiones en títulos y acciones. Scarano, a quien se le concedió el arresto domiciliario pero sigue siendo interrogado por los fiscales, es sospechoso de haber intentado repatriar –junto a un carabinero de los servicios secretos del Ministerio del Exterior y a un mediador financiero– unos veinte millones de euros de Suiza, que supuestamente habían escapado fraudulentamente al fisco italiano. Pero es además poseedor de numerosas propiedades inmobiliarias cuya proveniencia los jueces quieren aclarar. Las interceptaciones telefónicas realizadas a Scarano habrían demostrado además, según la prensa italiana, una estrecha relación con Tulli, a quien Scarano llamaba a menudo y lo tuteaba. Pero Scarano también mantenía contacto frecuente con Cipriani. Scarano, nacido en Salerno –cerca de Nápoles–, había sido un empleado de banco antes de recibir la ordenación sacerdotal en 1987. Poco después empezó a trabajar en el Vaticano, como una suerte de contador de la APSA.
Mientras tanto, ha adquirido cada vez mayor peso en el IOR la Promontory, una sociedad de asistencia financiera y antilavado que colabora con el banco desde mayo del año pasado. Von Freyberg anunció además el nombramiento de dos nuevos colaboradores, Rolando Marranci como vicedirector y Antonio Montaresi a cargo, entre otros, de proyectos especiales, ambos con una considerable experiencia en bancos de Estados Unidos e Inglaterra. “Desde 2010, el IOR y su dirección han trabajado seriamente para llevar las estructuras y los procedimientos al nivel de los estándares internacionales de lucha contra el lavado de dinero. Si bien estamos agradecidos por los resultados obtenidos, es claro que hoy tenemos necesidad de una nueva dirección para acelerar el ritmo de proceso de transformación”, dijo por su parte el presidente, Von Freyberg.
El banco vaticano actualmente tiene más de cien empleados y dispone de fondos por valor de 5000 millones de euros, repartidos en más de 25.000 cuentas pertenecientes a entidades católicas y clérigos. El actual presidente del IOR, Von Freyberg, fue nombrado pocos días antes de que renunciara el papa Benedicto XVI, el pasado 11 de febrero, y luego de que otro escándalo de operaciones poco transparentes arrasara con su predecesor, el italiano Ettore Gotti Tedeschi. El banco vaticano ha estado en el ojo del ciclón desde hace años. Tal vez uno de los más importantes escándalos en el que estuvo implicado fue el del Banco Ambrosiano, en 1982, cuando se descubrió que en complicidad con algunos dirigentes de ese banco, el IOR había lavado dinero de la mafia siciliana.
Estaba entonces dirigido por monseñor Paul Marcinkus.
Breve reflexión en torno a Massa y la Teoría del Conflicto Por Conrado Yasenza *
Es muy interesante observar cómo se viene construyendo desde el domingo pasado la idea mediante la cual Massa encarna la tercera oleada del Fin de Ciclo Kirchnerista. La corporación comunicacional hizo su trabajo, una vez más: Comenzó la maquinal instalación de Massa - "el político más popular de este tiempo", según Morales Solá en su editorial -y el aniquilamiento político de Daniel Scioli. Luego Massa hizo lo suyo y se postuló como la representación política de la Argentina que viene: Un país en armonía enunciado en la convergencia de diferentes expresiones ideológicas sumadas a la cuota necesaria de espectacularización que los tiempos reclaman. Un noventismo aggiornado que nos ofrece una reversión forzada de un mundo feliz donde el conflicto o la crispación serán remplazados por el Soma de la unidad bajo el deseo de vivir seguros y felices.
Pero este planteo se encuentra con algunos obstáculos: 1) Se sabe, ninguna conquista a favor de los pueblos se consigue sin conflicto, tensión y confrontación con los poderes reales; 2) Esta idea está en profunda vinculación con la de relato retórico. Massa y su Frente Renovador plantean hoy la formulación de la pax social como slogan de campaña. El problema sobrevendrá a la hora de la toma de decisiones que son siempre políticas. Allí tendrá Massa que dejar de lado el relato de la armonía, que se aproxima al de la no política promulgado desde la política, para entrar de lleno en el campo del "juego político" y las decisiones que en él se esgrimen. Entonces, deberá decidir por la agenda que el poder comunicacional le impone a cambio de apoyo en su carrera hacia el 2015, o por lo que su relato retórico manifiesta como continuidad del kirchnerismo en su faceta postkirchnerista de nuevo fin de ciclo, en donde se esboza desde el discurso el sostenimiento de algunas "conquistas" logradas por la dupla Kirchner-Fernández.
Ese será el momento de quiebre, de estrechamiento de las posibilidades de escapar a la presión ya ejercida desde las corporaciones comunicacionales; será el tiempo de decidir y ese tiempo reinstala el conflicto ya sea porque Massa decida enfrentar los núcleos duros de poder - escena que quien escribe estas lineas descarta - para sostener la AUH, las Jubilaciones Estatales con sus aumentos respectivos dos veces al año, las políticas de expansión de derechos, las paritarias, la estatización del 51 % de las acciones de YPF, la inversión en salud y educación y podría seguir enumerando; o ya, para ceder a la presión - que suena a extorsión - del poder real con el consabido efecto de retorno a las políticas de ajuste, el control de la inflación mediante la fijación de metas de emisión monetaria y la reprivatización de YPF y Jubilaciones. En torno a este último punto cabe destacar que siendo Massa el titular de la ANSES, descreía profundamente de las posibilidades de éxito que implicó la reestatización de las AFJP para sostener el empleo, reducir las desigualdades e implementar la AUH que contribuye a reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de los sectores socialmente más vulnerables. En cualquiera de los dos escenarios, se desintegra la retórica del país en armonía.
Es allí, en la arena de la acción política donde las posibilidades de Massa para evitar el conflicto se extinguen. Será allí también donde veremos la verdadera consistencia ideológica de Massa y su Renovación. Allí también están cifradas su chances hacia el 2015. Porque como se planteó al comienzo de esta breve reflexión, ninguna conquista se obtiene sin tener que enfrentar férreos núcleos de poder. Y Massa conoce la harina con la que se hornea el pan de la historia.
* Periodista. Dtor. de la Revista Digital de Cultura y Política, La Tecl@ Eñe
La crisis política pegó un salto de calidad Por Alejandro Horowicz
La renovación política, en el sentido de una nueva política con nuevos protagonistas, todavía no sucedió. La crisis mundial también ha golpeado a Brasil. El flujo de capitales que alimentó las arcas de su Banco Central da muestras de inequívoca volatilidad. La política de la Reserva Federal estadounidense, en su lógica ortodoxa, vuelve a funcionar como aspiradora monetaria; los capitales tienden a abandonar la periferia; la estabilidad financiera y cambiaria paulista pareciera haber concluido.
La crisis mundial también ha golpeado a Brasil. El flujo de capitales que alimentó las arcas de su Banco Central da muestras de inequívoca volatilidad. La política de la Reserva Federal estadounidense, en su lógica ortodoxa, vuelve a funcionar como aspiradora monetaria; los capitales tienden a abandonar la periferia; la estabilidad financiera y cambiaria paulista pareciera haber concluido.
En todo caso depende, para recuperarse, de una decisión estratégica de Beijing. Si el Banco Central chino auxiliara con sus gigantescas reservas a su principal socio en el BRIC, las aguas cariocas bajarían relativamente mansas. Al menos por un rato. En cambio, el movimiento de resistencia popular ante el desmadre financiero es apenas una posibilidad. O el gobierno de Dilma Rousseff vira e intenta sumarlo, o el gobierno se debilita, y la fragmentación volverá a hacer de las suyas. En suma, la inestabilidad redibujará brutalmente el tablero. Todo el tablero político sudamericano.
Solo China conserva su juego, y nadie sabe por cuánto tiempo, ni en qué dirección. La próxima decisión del gigante asiático todavía no abandonó los recoletos pasillos del politburó del viejo partido de Mao. Mientras tanto, las llamaradas de la crisis global amenazan devorar las apuestas "independientes", y la política sudamericana enunciada para enfrentarla (Banco Sudamericano, moneda común, construcción de un nuevo bloque supranacional) corre el serio riesgo de morir en las gateras.
En esa situación estamos. No sólo falleció el comandante Chávez, el tenue trazo de su política indicativa parece amenazado por idéntica suerte.
La Europa del Manifiesto Comunista hace décadas que ya no existe. Ni la burguesía, ni el proletariado disponen de partidos delimitados. El Muro de Berlín se derrumbó sobre sus cabezas. La bancocracia los remplazó sin mucho aspaviento, y se vote como se vote las recetas recesivas del Fondo Monetario Internacional siguen su curso.
Angela Merkel hizo saber que no habrá trabajo para los desocupados. Al menos no ahora. Lo que olvidó señalar es que habrá muchos más desocupados; todo su intento pasa por que ese "crecimiento" no afecte demasiado a los alemanes. Incluso esa módica fantasía tampoco tiene demasiados visos de posibilidad.
La crisis global no sólo no se detuvo, más bien se apresta a golpear con renovada intensidad, sin que sus víctimas muestren aptitud para la resistencia política. A la derrota histórica de los socialismos se sobreimprime la debacle de los sectores populares. No sólo no avanza una corriente revolucionaria, sino que las tendencias hacia la despolitización siguen siendo muy potentes. No cabe duda de que la mayoría de los europeos se opone a sus respectivos gobiernos; ahora bien, esa mayoría no ha sabido, podido, transformar su no en un sí propositivo: un nuevo proyecto europeo común, y el nacionalismo más ramplón avanza.
La política de la sociedad argentina no escapa, no puede escapar, a tan complejo entramado. Eso sí, esta problemática "que no preocupa a la gente", tampoco taladró las frágiles molleras de los intendentes bonaerenses. Aun así, la música que bailan tiene, al menos en parte, ese origen. Vale la pena considerar sus particularidades extraeconómicas, ya que no tienen poca incidencia en el comportamiento electoral de los argentinos.
ESTAMPIDA DE INTENDENTES O ESTAMPIDA ELECTORAL. Los expertos en contar votos nos explican cómo afectará la irrupción de Sergio Massa. Quién conservará su banca y quién probablemente abandonará la Cámara. Los resultados obseden. Única obsesión cierta de los políticos en actividad: las encuestas, y su continuación obvia: octubre. Las lecturas oficialistas subrayan la evidente fragmentación de "la oposición"; en la vereda de enfrente hacen lo propio, es decir, le cuentan las costillas al cristinismo. No dejo de leer las encuestas, tampoco los "análisis profesionales", y me asombra la facilidad para ganar dinero de los expertos en encuestología política.
Nada que no salga en una encuesta reclama su capturada atención. De modo que no termina de quedar claro si la superficialidad de su clientela les organiza la agenda, o si la labilidad de sus instrumentos refuerza la despolitización general. Algo sí resulta indiscutible: una nueva generación irrumpió, sus miembros no integran precisamente La Cámpora, y para formar parte del pelotón resulta imprescindible disponer de poder territorial. La renovación política, en el sentido de una nueva política con nuevos protagonistas, todavía no sucedió, y la pregunta sobre si sucederá no pasa de retórica televisiva. Casi nadie apuesta en esa dirección.
La sociedad argentina debe computar un dato relevante: a doce años de una brutal explosión sistémica, salvo la inevitable modificación del paso del tiempo, todo discurre por los mismos canales. La interna del peronismo sigue siendo la madre de todas las internas, y su capacidad de renovación no excede el nivel de los nombres propios: intendentes, mejor dicho. El proceso de descomposición político prosigue, y la sociedad parece haber hecho suyo el celebrado aforismo del Chacho Jaroslavsky: "Si las internas coinciden con la política nacional, la UCR tiene política nacional, si no siguen las internas."
En 1946, cuando el naciente peronismo enfrentaba a los partidos de la Unión Democrática, el welfare state ya era un programa común. El partido del Estado tenía programa, versiones del Plan Pinedo, y se trataba de ver qué alineación de fuerzas era capaz de llevarlo a cabo. En 1975 terminó por quedar claro que el fracaso excedía el arco parlamentario, ese programa terminó archivado y los negocios ocuparon su lugar.
La dictadura burguesa terrorista inaugurada en 1976 ancló ese "nuevo programa" mediante una increíble deuda externa. La política económica de ahí en más se redujo a pagarla, y la convertibilidad aseguró que todo siguiera igual. Hasta que voló por los aires, y no hubo modo de seguir por la trillada senda de siempre.
Néstor Kirchner lo entendió muy rápido, y a caballo de la crisis dibujó un mapa elemental: permitió que la relación entre los delitos y las penas fuera restablecida, vía decisión de la Corte Suprema, y puso fin a la impunidad de la casta militar. Las condiciones para la renovación de la política estaban dadas. Ahora bien, la sociedad no sólo no avanzó en esa valiosa dirección, sino que todo el tiempo amenaza con volver hacia atrás. Al menos discursivamente.
El gobierno no sólo no aportó para la elaboración de un nuevo programa del partido del Estado, sino que hizo una peligrosa finta: actuar como si ya existiera, como si un conjunto de medidas defensivas básicas fueran un "modelo"; y por tanto, como si no hubiera demasiado que discutir. Entonces surgen los expertos en gestión, palabreja que organiza la política de los que carecen de estrategia, y los expertos en gestión, qué duda cabe, son los intendentes. Esa es la cosecha que expresa Massa, y en esos términos discurrirán las próximas elecciones.
Cuando la presidenta ganó en 2011, el gobernador de la provincia de Buenos Aires hizo saber que aspiraba a sucederla. En un mapa político donde la "traición" sigue siendo la principal categoría analítica, donde las explicaciones no abandonan la pobreza del juicio moral, Daniel Scioli hace saber una y otra vez que él es leal. Negarlo es casi imposible.
No sólo cortó la hemorragia parlamentaria de 2008, evitando el derrumbe del gobierno en medio de la disputa campera, cada vez que el oficialismo fue puesto en la picota respaldó al gobierno. Claro que los K más corridos a izquierda y la juventud siempre lo miraron con absoluta suspicacia. Ahora bien, la irrupción de Massa aportará el próximo milagro: los que hasta ayer lo denostaban, a partir de octubre lo verán como un heredero razonable del ciclo iniciado en 2003. Y ese será el nuevo milagro de la política K en la Argentina.
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“Es algo impropio de la Corte”
EL TITULAR DE LA AFIP SALIO A RESPONDER A LAS ACUSACIONES DE RICARDO LORENZETTI Y SU ENTORNO
El presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, denunció una persecución de parte de la AFIP.
Imagen: Bernardino Avila
Ricardo Echegaray aseguró que no hay ninguna investigación en marcha sobre Lorenzetti y sus hijos, que sólo existe un entrecruzamiento de datos. Consideró “impropio” que la Corte reclame tratar cuestiones individuales.
Por Irina Hauser y Tomás Lukin
El titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, dijo ayer en una conferencia de prensa que no hay ninguna investigación en marcha contra el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, sus hijos y el administrador general del tribunal, Daniel Marchi, y aclaró que lo que sí hubo fueron “cruces de información”, que son habituales y que están siendo analizados. De ese relevamiento, sostuvo, surgieron algunos datos que por el momento no dieron lugar a ninguna “verificación o fiscalización”. Echegaray cuestionó al alto tribunal por el comunicado de la semana pasada donde pedía “aclarar la situación” con el ente recaudador. Es “impropio que la Corte, de manera institucional, nos peticione tratar cuestiones estrictamente individuales de contribuyentes y sus familiares”, dijo. Voceros del tribunal contestaron que interpretaron lo que dijo el jefe de la AFIP como “la confirmación de que hay una investigación” pero que “no fue formal ni legal sino una forma de espionaje ilegal”.
La tensión Corte-Gobierno ya lleva unos cuantos meses, y se acrecentó con los anuncios oficiales de reforma judicial. Pero alcanzó el pico máximo la semana pasada cuando los diarios La Nación y Clarín informaron el miércoles último que en el plenario supremo del día anterior Lorenzetti había realizado una suerte de denuncia ante sus pares al informarles que había recibido información de que la AFIP estaba investigándolos a él, a uno de sus hijos y al contador Marchi, su histórico mano derecha, y socio años atrás. El tribunal recién confirmó en un comunicado la existencia de esa manifestación dos días después, el mismo donde decía que esperaba “aclarar la situación”. El planteo de Lorenzetti llegaba justo después del fallo de la Corte que declaró la inconstitucionalidad de la reforma del Consejo de la Magistratura y prohibió la elección popular de consejeros.
“Ante cualquier duda, todos los contribuyentes tienen la posibilidad de acercarse a las agencias de la AFIP donde están inscriptos”, ironizó Echegaray, como quien hace notar que el tribunal buscó una situación de privilegio. Sostuvo que la Corte incurrió en un “avance frente a las funciones y facultades de la AFIP como organismo ejecutor de la política fiscal”. “Veo amenazada la función de la AFIP de fiscalizar a todos los contribuyentes de la Argentina”, insistió. “Con Lorenzetti hemos hablado bastante (en el pasado), hablamos de mi gestión y me ha convocado a sus oficinas por temas institucionales. Muy distinto es tener una reunión particular de un miembro de la Corte por él o uno de sus hijos o familiares”, sostuvo. Enfatizó que al menos hasta ahora no se inició “ninguna investigación, inspección, fiscalización, verificación, reclamo judicial, juicio de cobro o intimación a Lorenzetti o sus hijos”.
En la Corte, a través de voceros, argumentan que sus ministros decidieron emitir el comunicado para “exponer que había existido un operativo irregular”, “no hubo un procedimiento formal ni legal sino una forma de espionaje ilegal” que “se hizo desde Buenos Aires con instrucciones la delegación de la AFIP de Santa Fe”. “Toda esa información la conoció Lorenzetti durante el fin de semana largo (del 20 de junio)”, dicen. Ante la consulta de Página/12 acerca de cómo supo Lorenzetti todo eso, la respuesta es que no saben. En la AFIP creen que quien habría puesto a Lorenzetti en conocimiento de la existencia de los cruces de información no puede ser otro que el titular de la AFIP de Santa Fe, Carlos Vaudagna.
También cuentan que a raíz del primer plenario donde Lorenzetti dijo ante sus colegas que lo investigaban junto con su entorno, el contador Marchi se comunicó con Angel Toninelli, titular de la DGI, y le dijo que sabían de las investigaciones y que evaluaban hacer una denuncia penal por “extorsión” y “abuso de autoridad”. Toninelli lo invitó al día siguiente a su despacho porque le parecía un planteo demasiado serio como para hablarlo por teléfono. En la reunión, según dicen en la AFIP, le dijo a Marchi que no existía una investigación, sino que había habido cruce de datos, que es algo de rutina, donde habían surgido algunas cuestiones, aunque tampoco habían dado pie a ninguna inspección ni medida similar: Marchi adeudaba la declaración jurada de 2012 y según el ente debió haberla presentado en mayo; también había una operación (declarada) por la cual la firma Ratio S. A. adquirió un inmueble en ubicado en Puerto Madero a la empresa radicada en Inglaterra Muscoy Company of London. La firma pertenecería a los hijos de Lorenzetti (33 por ciento cada uno) y a otro familiar. En la AFIP señalan que del mismo cruce de datos surgieron 3400 casos de empresas locales que realizan operaciones con firmas extranjeras. “Son indicios para futuras investigaciones”, explican.
En la Corte insisten en que toda la explicación de la AFIP confirma que sí hay o hubo una investigación reciente contra Lorenzetti y su círculo. Que Marchi presentó su declaración de ganancias el 27 de junio y que a su entender estaba en término. Según la Corte, en la reunión en la AFIP Marchi preguntó “por qué no se seguían los procedimientos que corresponden y le manifestó que no era la investigación impositiva, ya que no encontraron nada y fue hecha directamente en Buenos Aires”. Respecto del departamento en Puerto Madero, la Corte dice que fue adquirido en diciembre de 2005 a una sociedad extranjera, “fue declarada inmediatamente y no hubo objeción”.
También trascendió que otros de los datos que detectaron fueron que, por una cuenta en el exterior, Lorenzetti habría omitido pagar ganancias sobre las rentas que generaba, aunque habría sido regularizada durante la moratoria lanzada en 2009 que luego creó el último blanqueo, aunque Echegaray no confirmó si el juez participó de esos beneficios. En la Corte niegan que haya participado del planteo y dicen que tenía una cuenta en el exterior declarada desde antes de entrar al tribunal.
En el ente dijeron también que a Lorenzetti le enviaron una notificación sobre el nuevo régimen de registración de trabajadoras de casas particulares (igual que a otras 500 mil personas). En el tribunal dicen que fue una “intimación” enviada a un domicilio equivocado. En la AFIP señalan que Marchi y Lorenzetti fueron socios en Medios de la Región SA hasta 2003. En la Corte dicen que la sociedad fue para ayudar a una radio y duró poco tiempo.
02/07/13 Página|12
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