lunes, 27 de mayo de 2013

A 40 años de "El Devotazo" Por Marcelo Duhalde

“Ni un solo día de gobierno peronista con presos políticos” Una inmensa alegría, una enorme satisfacción, la fiesta que se vivió el 25 de mayo en la puerta de las cárceles. Las largas luchas de la resistencia peronista comenzaron con el enfrentamiento a la revolución fusiladora. Desde el mismo día en que fue derrocado el gobierno nacional, popular y democrático del General Juan Domingo Perón, surgieron de manera inorgánica en los barrios, en los lugares de trabajo, en las casas, en el sabotaje de los trabajadores, lo que conformó la lucha peronista en la clandestinidad, durante el duro enfrentamiento a los gobiernos militares. Con el correr de los años, distintas instancias organizativas se fueron creando, y a partir del encuentro que se produce entre obreros y estudiantes impulsados por dirigentes representativos, verdaderos exponentes del peronismo combativo, y de otras posiciones revolucionarias dentro del campo popular, empiezan a surgir las organizaciones político-militares que a finales de los '60 toman la vanguardia de la confrontación con la dictadura cívico-militar representada en sus últimos tiempos de ese proceso por Alejandro Agustín Lanusse. Lanusse utilizó distintos medios para tratar de convertirse en un nuevo Perón, con expectativas electorales incluidas, el Perón que representara los intereses de la oligarquía y de los capitales extranjeros. Convengamos que, como exponente de los sectores concentrados de la economía, reunía en sí mismo varios atributos, como su tradición familiar, pertenecer en el ejército a la caballería y ser parte de la oligarquía agroganadera. A partir de los bombardeos de Plaza de Mayo, que cambiaron lo conocido hasta el momento en materia de represión en nuestro país, el enfrentamiento con la dictadura había ido sumando instancias de violencia a medida que pasaba el tiempo. Con el correr de los '60, comenzaron los secuestros de los militantes que, en ese momento, eran selectivos. Primero, en 1962, fue el dirigente obrero y de la Juventud Peronista Felipe Vallese. Posteriormente, se sumaron los secuestros y desapariciones de Marcelo Verd, Sara Palacio, Juan Pablo Maestre, Mirta Misetich, Néstor Centeno y Luis Pujals, entre otros. Pero el punto máximo de explicitación de hasta dónde podía llegar la represión fue la Masacre de Trelew. Esta acción criminal se produce en momentos en que Lanusse había impuesto una cláusula absolutamente ilegal y anticonstitucional que obligaba para su aceptación como candidatos que tuvieran residencia en el país de más de dos años antes del 25 de agosto de 1973, y de esa manera se impidiera que el General Perón fuera el candidato que quería el pueblo. Este general, compadrito de Barrio Norte, al decir de Rodolfo Ortega Peña, en el famoso y trascendente acto de Nueva Chicago en septiembre de 1972, tenía casi una obsesión personal con Perón por haber estado detenido como partícipe del intento de golpe para derrocarlo en 1951. La Masacre de Trelew produce un efecto absolutamente inverso al que pretendían los dictadores cívico-militares del momento. Lo que buscaban era amedrentar a la juventud para evitar que se siguiera sumando masivamente a la lucha que se estaba desarrollando. Los jóvenes, lejos de atemorizarse, se sintieron acicateados y motivados al conocer la brutal masacre que asesinó a 16 presos indefensos en la Base Almirante Zar, el 22 de agosto de 1972. La respuesta activa y masiva de la juventud no se hizo esperar, fue un disparador a lo largo y ancho de todo el país, que se concretó en forma espontánea y que se pareció mucho al impacto que produjo la muerte de Néstor Kirchner en 2010. Esto se volcó rápidamente en la campaña electoral que a todas luces mostraba que sería contundente el triunfo del candidato de Perón y del pueblo, Héctor J. Cámpora, el 11 de marzo de 1973. Luego del triunfo arrasador de Héctor J. Cámpora, bajo la consigna "Cámpora al gobierno, Perón al poder", comenzó a darse dentro del movimiento peronista y, más específicamente, dentro de la Tendencia Revolucionaria del peronismo, un debate sobre la actitud que debía tomar el presidente electo en relación a los presos políticos que se encontraban en las cárceles de la dictadura. La polémica sostenía, por un lado, que no se podía avanzar tanto, y que sería apretar al gobierno popular, según decían, propiciar la liberación de nuestros detenidos. Otra posición sostenía que había que reclamar la liberación porque si se había logrado este triunfo después de 18 años de proscripción y persecución, era en gran parte por esos mismos presos. Otros sectores del campo revolucionario también coincidían que no debían permanecer en la cárcel quienes habían aportado tanto y eran parte fundamental para llegar a ese triunfo. Es así que surgió la consigna de la Tendencia Peronista que se sintetizaba de esta manera: "Ni un solo día de gobierno peronista con presos políticos." Los encargados de impulsar esta posición fueron los abogados que representaban a la mayoría de los compañeros que estaban presos. Entre ellos, Rodolfo Ortega Peña y a Eduardo Luis Duhalde, quienes hicieron las gestiones para explicar y concientizar a los futuros funcionarios, empezando por Cámpora y por Esteban Righi, que iba a ser su ministro del Interior, que no podía ser de otra manera y que era el reclamo que surgía de las bases, que los compañeros fueran reconocidos como héroes de ese proceso y que, por lo tanto, debían ser tratados como tales. Finalmente, dejando de lado distintos intentos de mediar entre esas posiciones, tales como una amnistía a través del Congreso, o una liberación parcial y distintas situaciones que no respondían a la realidad de lo que se estaba reclamando, se aceleraron los acontecimientos. Llegó el gran día y, ante el retraso en la decisión por parte de los funcionarios que debían tomarla, el 25 de mayo de 1973 por la tarde, después de celebrar en la Plaza de Mayo la asunción del representante de las clases populares en la Presidencia de la Nación, numerosos sectores de la militancia marcharon hacia la cárcel de Devoto que era el emblema de las cárceles que estaban abarrotadas de compañeros privados de su libertad a lo largo del país. Situaciones similares se vivieron en casi todas las cárceles del país; en la Unidad 9 de La Plata, en la cárcel de Rawson, en Chubut, en la cárcel de resistencia, en el Chaco, en la cárcel del Buen Pastor y otras, en la provincia de Córdoba. Por cercanía la cárcel de Devoto fue donde se inició el pedido libertad de los compañeros; con el beneplácito y el consentimiento del compañero presidente que acababa de asumir, habían quedado de lado las discusiones internas. Habían quedado de lado las dudas iniciales cuando Héctor Cámpora comprobó que era un reclamo popular y se convirtió en una fiesta en todo el país. Él compartió la decisión de los que querían reencontrarse con estos jóvenes y heroicos militantes encarcelados. La liberación se produjo esa misma noche y fue uno de los hitos más representativos de la conciencia, y del cambio que estaba esperando la población que había votado masivamente a los candidatos del FREJULI. Lamentablemente, los hechos que vinieron después demostraron que el auge en la lucha de masas no era suficiente para la toma del poder. Los dos modelos de país allí también estaban pugnando por ser gobierno. De cualquier manera, esos acontecimientos produjeron una inmensa alegría, una enorme satisfacción en gran parte de la población y la fiesta que se vivió el 25 de mayo por la noche en la puerta de las cárceles es uno de los recuerdos más fuertes, más sinceros y más profundos de toda una generación que luchó con las banderas de la transformación y creó un ejemplo de militancia y de entrega que dejó su huella para que nuestro país pueda vivir lo que hoy estamos construyendo. 25/05/13 Tiempo Argentino

Fuegos artificiales Por Horacio Verbitsky

Aunque varios la han propuesto, esta hipótesis no despierta euforia en un sector que sólo se excita con los fuegos artificiales mediáticos, que se esmeran por suplir en la televisión la procacidad sexual por otra más obscena. Con la deformante iluminación de esas bengalas nocturnas, Ricardo Alfonsín perdió la autoestima al presentarse en un acto partidario con un bolso y preguntar al público si sabía cuánto pesaba. Aquí vale la pena una digresión. En Brasil lleva cuatro años una medida cautelar que prohíbe al diario O Estado, de San Pablo, informar acerca de la investigación judicial sobre los negocios del empresario Fernando Sarney, hijo del ex presidente y actual senador José Sarney. En Estados Unidos el presidente Obama justificó la requisa de llamados telefónicos de la agencia Associated Press y de emails del periodista James Rosen, de Fox News, alegando presuntas razones de seguridad nacional. Ambas cosas serían inimaginables aquí, donde los periodistas gozan de un grado de libertad con poco parangón en el mundo y ninguno en la propia historia del país. Pero la propuesta de pasar a la noche del domingo los partidos de fútbol de Boca y de River permite inferir un cierto grado de inquietud oficial por los efectos del show y su alto rating. Se comprende la irritación oficial ante el tono a la vez frívolo e insultante de Jorge Lanata quien, en forma explícita, se propone mermar las chances electorales del gobierno aunque eso implique insultar al aire a sus propios colaboradores. El fundador y fundidor de Crítica y Data 54 asume esa tarea sin otro código que la medición minuto a minuto. Varias veces, Kirchner y Cristina han aludido a los “generales mediáticos” como el equivalente contemporáneo de los fierros castrenses. En realidad, a lo largo de los sesenta años de inestabilidad institucional se han complementado, como partes de una misma maniobra. La andanada mediática ablandaba a los gobiernos electos y a los mandos castrenses que, convencidos de su rol sobrenatural por la prédica eclesiástica, tomaban el gobierno y entregaban su administración a sus mandantes económicos, nacionales e internacionales. El Grupo Clarín y La Nación cumplen hoy el mismo rol que en 1976, y que en otros momentos desempeñaron Crítica, La Razón o La Opinión. Pero hoy ya no existen Fuerzas Armadas sensibles a esas incitaciones y el gobierno tiene bases firmes de sustentación. Para esto fue imprescindible el largo trayecto histórico, con avances y retrocesos, que permitió que el dictador Jorge Videla muriera en una cárcel común y que a marzo de este año hubiera otros 229 condenados (y 25 absueltos, ya que nadie paga por lo que no se puede probar que hizo, en juicios con todas las garantías). Obstruir este proceso, como propuso el gobernador cordobés José De la Sota en diálogo televisado con un ex custodio del ex general Luciano Menéndez, sería convocar a aquellos fantasmas que la Argentina ha exorcizado mejor que cualquier otro país del mundo. La reconciliación que pregonó es un concepto religioso que no puede introyectarse a presión en la vida política. Ninguno de los represores ha cumplido ni siquiera con las condiciones del catecismo católico para acceder al sacramento de la reconciliación o la penitencia: el arrepentimiento, la detestación de los pecados cometidos y el propósito de reparación y enmienda. La verdadera reconciliación a que puede aspirar una sociedad está cumplida con creces aquí. Consiste en que todos sus miembros se sometan a la ley común, sin privilegios ni prepotencia. La negociación de impunidad por información que pretende De la Sota no se sustenta en la experiencia propia ni comparada. En Sudáfrica los pocos casos esclarecidos lo fueron a costa de una tremenda frustración de los familiares de las víctimas que debieron escuchar en horrendo detalle cómo fueron deshechos hasta la muerte sus seres queridos y ver al responsable irse en libertad luego de confesarlo. Aquí las invitaciones a aportar información en forma reservada, como la del general Balza en 1995, nunca fueron escuchadas. Entre la ley de obediencia debida, de 1987, y la primera detención de Videla y Ma-ssera, en 1998, pasaron once años de impunidad, sin que nadie más que Adolfo Scilingo contara lo que había hecho, no por alguna reducción de pena sino al contrario porque no se aguantaba a sí mismo y pedía castigo. En cambio, en un lapso similar, desde la reapertura de los juicios, en 2001, hasta hoy, se produjeron los mayores avances en la reconstrucción de la verdad. De la Sota disputa con Maurizio Macrì el liderazgo del partido del orden. Ambos respaldan en forma activa la violencia institucional. Macrì con el amparo a la banda de la policía metropolitana que confundió un hospital psiquiátrico de Barracas con una aldea afgana tomada por el talibán. De la Sota al respaldar a los guardiacárceles que encadenan a los presos de su provincia y denunciar por intromisión indebida en los asuntos provinciales al fiscal de la Procuración General Abel Córdoba, que lo descubrió y secuestró los instrumentos de tortura. Ambos promovieron también decretos para defender al Grupo Clarín de una intervención que nunca existió más que como un rumor, desmentido por el gobierno. Macrì le lleva una ventaja apreciable: diez años menos, el apoyo del establishment económico que sueña con un país atendido por sus dueños y el carnet de Boca. De la Sota pierde toda empatía electoral en cuanto sale de Córdoba. Pregunta sin respuesta Por último, una pregunta sin respuesta: la catarata de alegres infamias que se derrama desde las pantallas de la televisión y el dial de la radio hasta los foros de lectores de los diarios, ¿es desestabilizadora y tiene alguna posibilidad de éxito? Mi opinión es que constituye una inofensiva válvula de escape, el venteo que desahoga la inquina de quienes no toleran la ampliación de derechos de todo tipo porque sienten que compromete su propio estatus. Además forma parte del showbiz y como tal mantiene relaciones sólo tangenciales con la realidad. A la inversa, en 1955, con toda la prensa bajo control oficial (forzado, como La Prensa, o voluntario, como Clarín, que hizo grandes negocios con el gurú de la comunicación peronista, Raúl Apold) ese rol fue cumplido por la red de publicaciones clandestinas y panfletos que organizó la Iglesia Católica. Con medios precarios y ante una rígida censura que daba verosimilitud a cualquier rumor tuvo el éxito que no me parece posible hoy, aunque el odio y la difamación sean iguales. No positivo Por Horacio Verbitsky Muy justa elección de paradigma la de José Nun, en su balance de la década que, “como diría un mendocino, no es positivo”. Desde noviembre de 2004, cuando Néstor Kirchner lo designó secretario de Cultura, hasta octubre de 2010, sólo tuvo loas para la gestión oficial. En el contexto de la batalla cultural que se organizó en torno de la ley audiovisual, Cristina ofreció su cargo a alguien más afín, como Jorge Coscia, pero el 24 de noviembre de 2009 compensó a Nun enviando al Senado su pliego como embajador en Gran Bretaña. Antes de aceptar, Nun no consultó con la cancillería acerca de la disputa por las Malvinas, sino sobre los viáticos, el cocinero y el chofer de la embajada. Pero el 29 de julio de 2010, la propia CFK decidió dejar vacante esa representación en respuesta a la política petrolera británica en las islas. Tres meses después, el 28 de octubre, en su “Adiós a un amigo” publicado en La Nación, Nun escribió que deseaba mantener la evocación de Néstor Kirchner en el plano personal y, por primera vez, mencionó sus “errores y omisiones”, algo que “queda en manos de sus sucesores lograr superarlo”. El tono se agravó en 2012, cuando el gobierno modificó su política hacia Gran Bretaña, pero en vez de Nun designó embajadora a Alicia Castro. El 19 de octubre, según la crónica entusiasta de Clarín, Nun “fue la estrella del día” en el coloquio del think tank opositor IDEA. “Invitado para debatir la política y los valores, Nun hizo gala de una oratoria por momentos provocativa, siempre desafiante y con un humor que el público de IDEA desconocía. Se llevó la ovación de la jornada cuando advirtió que ‘la corrupción se está volviendo normal’ y que el populismo ‘destruye las instituciones’.” En los últimos meses ha recorrido los estudios de TN con aire de tortuga deshidratada para denigrar al gobierno que integró durante más de la mitad de su duración, siguiendo el modelo de Alberto Fernández. En el tremendo verano de 2002, durante una reunión de la Comisión Directiva del CELS, Nun planteó que los organismos de derechos humanos debían ampliar su agenda, para incluir la defensa de los “ahorristas entrampados por el corralito”. Otro cientista político de primer nivel, Carlos H. Acuña, lo encaró con rostro de ira y gestos expresivos de sus manos: “¿Si lo que planteás se hiciera, te pusiste a pensar de dónde saldrían los recursos para pagarles?”. Es obvio que no. 26/05/13 Página|12

EL 12 DE JUNIO CIERRA LA INSCRIPCION DE ALIANZAS Y EL 22 LA DE CANDIDATURAS Sólo dos semanas Por Horacio Verbitsky

El 12 de junio se inscriben las alianzas y el 22 las candidaturas, causa de tanta exasperación. El gobierno potencia las políticas distributivas y moviliza a su militancia. La oposición busca minar la confianza en las autoridades. Podría controlar el Consejo de la Magistratura si no se embobara con la alegre catarata de infamias del showbiz. Sin militares golpistas los medios son inocuos. Macri, De la Sota y el partido del orden. Alfonsín y la autoestima perdida. El homenaje de Nun a Cobos. La exasperación de la vida política y económica se explica por el cronograma electoral: sólo faltan dos semanas y dos días para la inscripción de alianzas (el 12 de junio) y menos de un mes para la presentación de candidaturas (22 de junio) para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (11 de agosto), de las que surgirán los competidores en las elecciones nacionales de medio término, el 27 de octubre. Cada sector lo encara a su manera. El gobierno nacional intenta potenciar las políticas que entiende más atractivas para el electorado y moviliza a su muy activa militancia, mientras las distintas variantes de la oposición, antes que proponer medidas que aplicarían de alcanzar el poder, buscan degradar la confianza en las posiciones institucionales, políticas, económicas y éticas de las autoridades. No hay que dramatizarlo: la doctrina Sanz, de cuanto peor mejor, está en la lógica de cualquier sistema de suma cero. Basta ver un debate en el parlamento británico. Pasado por el tamiz ítalo-argentino de la comedia bufa, lo único llamativo es que nadie intente disimular que la condición del éxito es la desdicha del oponente. Números El gobierno nacional convocó a dos manifestaciones multitudinarias en los últimos doce días, el martes 14 en la Universidad Nacional de La Matanza y ayer en la Plaza de Mayo y vastas adyacencias. El estadio de la universidad fue colmado por 19.700 personas que se acreditaron con nombre, traje, apellido, corbata y documento de identidad. Las estimaciones oficiales decuplican esa cifra para la concentración de ayer, en la que se conmemoró la fecha patria pero también las cuatro décadas desde la asunción presidencial de Héctor J. Cámpora y los diez años del kirchnerismo, a los que la presidente se refiere como la década ganada. El encuentro en La Matanza fue para debatir si es posible romper la alianza judicial con los poderes fácticos. Veinte mil abogados o estudiantes de derecho siguiendo un discurso político es algo que nadie más que Cristina puede conseguir hoy en el país. Otro tanto puede decirse de la imponente concentración de ayer, con participación determinante de personas jóvenes y de muy distintos sectores sociales, tanto los que forman el núcleo duro del voto kirchnerista como aquellos cuyas oscilaciones alientan la ilusión opositora. Mientras las manifestaciones de adhesión a las políticas en curso mantienen su vitalidad, las contrarias al gobierno se desinflan. Pasó con el ex ingeniero Blumberg y vuelve a ocurrir ahora con los caceroleros. La crítica literaria Beatriz Sarlo anotó con perspicacia que transformar las consignas en política es tarea de los partidos. No contaba con que al día siguiente de la última marcha una dirigente política como Patricia Bullrich se arrogaría haberla organizado y se postularía como candidata a la presidencia y que cuatro días después sus organizadores virtuales viajarían a San Pablo invitados por los acreedores externos que no aceptaron los canjes de deuda de 2005 y 2010 para coordinar acciones “en defensa de la libertad”. Hace diez días, la presidente homologó convenciones paritarias de gremios numerosos, de obreros industriales y de servicios, con aumentos proporcionados a los del índice de precios reales al consumidor. El miércoles dictó una serie de medidas que implican una fuerte transferencia de ingresos a favor del sector social más vulnerable, con incrementos que superan al IPC Tumini-Gil Lavedra. También dispuso movilizar a sus organizaciones políticas y sociales para que controlen que esa mejora no gotee hacia la hoja de resultados de las empresas del oligopolio alimentario (http://www.pagi na12.com.ar/diario/economia/2 220738-2013-05-24.html). Blanco y negro La semana próxima la Cámara de Diputados confirmará la votación senatorial del miércoles pasado, creando bonos de inversión inmobiliaria y energética, ofrecidos con la tradicional generosidad patria a quienes ocultaron dólares. Su anuncio coincidió con una descompresión del mercado cambiario clandestino, aunque no hay un vaticinio homogéneo acerca del éxito recaudatorio que tendrá. La discusión sobre los aspectos éticos de un blanqueo es ineludible, y cada fuerza política exhuma posiciones pasadas de sus adversarios que contradicen las actuales, porque también está en la lógica de las cosas que los gobiernos rastrillen recursos allí donde estén y los opositores los fulminen con un anatema moral. Con los roles, también cambian las perspectivas de cada uno. Pero crear instrumentos financieros para captar los dólares que atesora en forma clandestina un grupo reducido de agentes económicos, mientras no existen otros que defiendan de la inflación los ahorros de la gran mayoría que no especula ni fuga, no es sólo objetable desde un punto de vista moral, sino también económico. Con instrumentos adecuados, como las obligaciones negociables que colocó YPF, con un rendimiento del 19 por ciento anual, podría volcarse a la inversión productiva un caudal superior al que promete el blanqueo y sin sus obvias contraindicaciones. La explícita declaración presidencial de que quien quiera una devaluación deberá esperar otro gobierno, ratificó la doctrina Mugica y contribuyó a quitar presión al mercado cambiario marginal. En vísperas de la convertibilidad, Domingo Cavallo paró una corrida contra el peso vendiendo todo lo que fuera necesario hasta generarles pérdidas significativas a los apostadores. Ahora, en cambio, el mismo efecto se consiguió cuidando las reservas, que son el recurso estratégico que sostiene el funcionamiento del sistema, porque es tan malo devaluar como endeudarse. Si la especulación con la divisa constituye una ostensible presión devaluatoria, el pronunciamiento presidencial opera como estabilizador. La inyección al consumo de 17.000 millones de pesos adicionales termina de definir un panorama. A pesar del impacto de las dificultades brasileñas y de la desaceleración china, el gobierno sigue empecinado en la protección del empleo (que está creciendo a menor velocidad que los nuevos demandantes que se incorporan) y del nivel de ingresos. Esto explica la hostilidad en ascenso que suscita: si el empleo y los ingresos no se desploman, aunque el desempeño de la macroeconomía sea entre dos y tres veces inferior al de los mejores años de la década, es porque también los costos de la crisis se están repartiendo en forma más equitativa, lo cual es vivido como una provocación por aquellos que siempre dictaron el rumbo a seguir en cada encrucijada del camino: no pueden atesorar en dólares, que es el refugio en el que se agazaparon a la espera de cada nuevo golpe cambiario; sus costos laborales no serán licuados por ningún pase de magia; se sigue incrementando el control para impedir su evasión y elusión fiscal. Además se obliga a las empresas transnacionales a reinvertir en el país sus utilidades en vez de enviarlas a sus casas centrales, lo cual ha provocado un porcentaje record de Inversión Extranjera Directa (con un crecimiento del 27 por ciento, el más elevado de la década, según la CEPAL) aunque hasta ahora tienda a concentrarse en recursos naturales con o sin elaboración. Por todo esto, aún los consultores y analistas más sesgados contra el gobierno, como los radicales de Poliarquía o el maurrasiano Vicente Massot, dan por descontado el triunfo del Frente para la Victoria en los próximos comicios, y sólo se consuelan con la presunta imposibilidad oficial de remover los obstáculos para una nueva elección de Cristina en 2015, que ellos consideran como el objetivo principal de un gobierno cuyas señales en contrario prefieren ignorar. El derrotismo opositor Esta ausencia de expectativas de victoria fue notable en las discusiones sobre la reforma al Consejo de la Magistratura. La primera objeción se centró en su constitucionalidad, que en última instancia decidirá una justicia que es tan independiente del gobierno como para haber motivado este tipo de proyectos. Pero es obvio que este tipo de consideraciones no es central en la vida política argentina, donde el juicio por jurados lleva un sueño de 160 años entre las páginas de la Carta Magna. Y en forma más reciente, la Corte Suprema de Justicia negoció con el gobierno el único punto de los seis proyectos cuya constitucionalidad no admite dos opiniones: aquel que reglamentaba las facultades del artículo 114.2, por las que el Consejo de la Magistratura debería “administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administración de justicia”. Pasada esta efusión de virtud, las diatribas se concentraron en el propósito atribuido al gobierno de controlar el Consejo y por esa vía conseguir la impunidad para los gravísimos delitos que cada hora del día cometen todos los funcionarios del Poder Ejecutivo, sus familiares, amigos y testaferros. El supuesto implícito de esta argumentación es el mismo de los poliarcosos y los falangistas de negocios: la impotencia electoral de cualquiera que se enfrente con Cristina. Recién en un tercer momento contemplaron la posibilidad de apoyar una lista común de notables que permitiera batir a la del oficialismo. En octubre serán elegidos por voto popular tres jueces, tres abogados y seis académicos; en cada caso el partido ganador duplicará los representantes del que le siga. Los así electos se sumarán a los tres jueces, dos abogados, un académico, tres representantes del Senado, tres por Diputados y uno del Poder Ejecutivo que ya lo integran. Si la oposición venciera en octubre con una boleta única, tendría una mayoría de 13 a 12, según este detalle: - Mario Fera (aliado inestable del kirchnerismo) - Alejandro Sánchez Freytes (aliado inestable del kirchnerismo) - Ricardo Recondo (oposición, UCR) - Dos nuevos por la oposición - Uno por el Frente para la Victoria. Abogados: - Alejandro Fargosi (oposición) - Daniel Ostropolsky (oposición) - Dos nuevos por la oposición - Uno por el Frente para la Victoria. Académicos: - Manuel Urriza (aliado del kirchnerismo) - Cuatro nuevos por la oposición. - Dos nuevos por el Frente para la Victoria. Legisladores: - Oscar Aguad (diputado UCR) - Mario Cimadevilla (senador UCR) - Marcelo Fuentes (senador FPV) - Ada Iturrez de Cappellini (senadora FPV) - Carlos Moreno (diputado FPV) - Stella Maris Córdoba (diputada FPV) PEN: - Hernán Ordiales (Frente para la Victoria) Total: FpV + aliados = 12. Oposición = 13. Si esto ocurriera, ¿qué harían con el discurso sobre el gobierno autoritario que quiere quedarse con todo? A partir de 2015 sí, cada presidente podría contar con mayoría en el Consejo. Pero en el caso de una victoria opositora este año lo más probable sería que esa fuerza también impusiera la sucesión presidencial dentro de dos años. Esto tal vez mejoraría las condiciones de gobernabilidad democrática, en los términos del teórico de los partidos políticos y la democracia Giovanni Sartori y al estilo del parlamentarismo europeo.

La defensa de lo conquistado también se libra en el parlamento Por Felipe Yapur

Durante el discurso que la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, realizó en el multitudinario acto por los 203 años de la Revolución de Mayo y la década de gobierno kirchnerista, dio cuenta de lo que está por venir. Fue muy clara y precisa al asegurar que es el pueblo quien "debe empoderarse" del proyecto político que lleva diez años en el poder. Pero, sobre todo, la jefa de Estado se preocupó en remarcar: "No soy eterna." Durante el discurso que la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, realizó en el multitudinario acto por los 203 años de la Revolución de Mayo y la década de gobierno kirchnerista, dio cuenta de lo que está por venir. Fue muy clara y precisa al asegurar que es el pueblo quien "debe empoderarse" del proyecto político que lleva diez años en el poder. Pero, sobre todo, la jefa de Estado se preocupó en remarcar: "No soy eterna." De esta forma, abrió la puerta a una nueva etapa, maravillosa y compleja, que debe transitar el movimiento kirchnerista: su permanencia en el tiempo pero, sobre todo, continuando en el poder sin la exigencia de que la líder, que nadie discute, sea la cabeza del Poder Ejecutivo. En los últimos actos y discursos, CFK vino dando señales de lo que puede entenderse como una decisión sobre el futuro inmediato del proyecto político que ella conduce. Esto es, no reformar la Constitución nacional para conseguir una nueva reelección presidencial. En más de una oportunidad ha dado cuenta de la necesidad de respetar esa cláusula constitucional que desvela a más de un dirigente kirchnerista. Allí reside la magnitud del "no soy eterna" que pronunció el sábado pasado. CFK ha demostrado, una vez más, que no le escapa a retos que el manual de la política tradicional jamás aconseja. El sobreponerse al límite constitucional que impide una nueva reelección implica, por un lado, buscar entre los propios cuadros políticos el nombre de esa persona que el Frente para la Victoria (FPV) ofrecerá a la sociedad para continuar con el desarrollo del proyecto político iniciado en 2003. Son pocos los movimientos políticos que se animan a enfrentar tamaño desafío sin que haya mediado un imprevisto, como la muerte del líder, que los obligue a recorrer este camino. De ser así, como todo parece indicarlo, esta novedad provoca un sano cimbronazo hacia el interior del kirchnerismo que llevará a cada militante pero, sobre todo, a cada dirigente a mostrar los verdaderos motivos que lo llevan a estar dentro de esta estructura que hoy se conoce como FPV. Y es que están los convencidos, capaces de dar todo porque el modelo perdure en el tiempo. Pero también están los que se suman por su pertenencia al tradicional Partido Justicialista, por más que haya cosas de la jefa política que no compartan y, por qué no, los que con la mirada cortoplacista consideran que no están dadas las condiciones para saltar a otro espacio donde se sientan más identificados y seguir gozando de algunos privilegios. Es de esperar que este último grupo sea minoritario. Todo movimiento político de masas, como lo es el kirchnerismo, tiene este tipo de personajes y/o sectores en su interior. Algo similar sucede en el chavismo como en el castrismo cubano, en la revolución ciudadana de Rafael Correa, en la Bolivia de Evo Morales, en el PT brasileño e incluso en el Frente Amplio uruguayo. No hay garantía de que esta novedosa etapa tenga un resultado exitoso pero tampoco la había cuando Néstor Kirchner asumió, ese 25 de mayo de 2003, con apenas el 22 por ciento de los votos y mucho menos luego del traspié de los comicios de 2009. Sin embargo, el kirchnerismo tuvo y tiene una característica que lo distingue del resto de las fuerzas políticas y es que no evitó esas pruebas difíciles, incluso las que parecen imposibles. Ahora bien, conseguir a la persona que pueda continuar con el proyecto (que para nada implica un final para la participación de CFK) deberá ser resuelto al mismo tiempo en que se gobierna. Lo dijo la presidenta el sábado en Plaza de Mayo e incorporó un actor imprescindible: el pueblo. Los llamó a "empoderarse" de los logros alcanzados. Eso implica hacerse cargo de los derechos conquistados, las reivindicaciones logradas y a comprometerse en su defensa, que no sólo se limita a denunciar la especulación de los empresarios que promueven la inflación, sino que además implica superar aquello que se gobierna a través de los representantes y tomar la democracia como un sistema de participación plena. En ese listado de tareas también se incluye el custodiar y defender, por ejemplo, las leyes que el Parlamento debate y aprueba. El próximo miércoles, por caso, los diputados del FPV y sus bloques aliados buscarán sancionar dos leyes. Por un lado, aprobar el proyecto que regla la incorporación al Poder Judicial y que es la última de las seis iniciativas que había remitido CFK para comenzar el proceso de democratización de la justicia. Es un comienzo, pero la única forma de transformar ese poder cerrado es comenzar a hacerlo, aunque sea con estas seis leyes. Por otra parte, el recinto de Diputados será el escenario de un extenso debate sobre el proyecto que instrumenta la exteriorización voluntaria de depósitos en moneda extranjera no declarados. La oposición legislativa, que no acompaña el proyecto, insistirá con su rosario de quejas y anuncios de un inminente "apocalipsis" político. En esas bancas las propuestas alternativas han dejado de existir hace tiempo. Mientras tanto, las verdaderas fuerzas opositoras no cejarán en su intento por debilitar (es decir, destruir) el modelo. Aprovecharán los malestares internos que puede provocar esta tarea de conseguir el relevo para 2015. Pero también harán uso de sus poderosas herramientas, como los medios de comunicación que se resisten a acatar la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, para una nueva y oportuna versión del periodismo de investigación sin fuentes. Estos verdaderos adversarios al proyecto que conduce CFK son las grandes corporaciones, los monopolios, los grupos mediáticos e incluso algunas instituciones tradicionales que ya demostraron su capacidad de daño. Los partidos de la oposición, al menos por ahora, fungen como una más de las herramientas con que se valen estos intereses para debilitar al kirchnerismo. El desafío está planteado. La tarea es más que compleja pero el resultado debe valer algo más que la pena, sobre todo si se tiene en cuenta todo lo que se avanzó en estos diez años y todo lo que se puede perder si el triunfo se lo llevan los que combaten esta década conquistada. 27/05/13 Tiempo Argentino

De cartas, aniversarios y discursos Por Eduardo Aliverti

Entre los muchos y reiterados episodios que día tras día ratifican quiénes son los jugadores en el partido de hacer pelota al Gobierno, justificadamente o a como sea, parte de esta columna trata de uno en particular. Con toda certeza, no se trata del hecho que más sueño masivo quita. Es, sólo, que al suscripto le parece muy contundente. Por fuera de la notable manifestación popular del sábado, podría haberse elegido que el monto aumentado de la Asignación Universal por Hijo fue una noticia que no existió para los medios opositores. O, mejor todavía, que el anuncio presidencial sobre control de precios a cargo de organizaciones populares fue transformado inmediatamente en milicias de escrache inútil y violento. Sin embargo, la reacción mediática frente al reciente documento pareciera brindar un lugar de análisis mucho más amplio que el abordaje de las manipulaciones de prensa cotidianas. El texto de los referentes intelectuales, científicos y artísticos nucleados en Carta Abierta –que surgió en 2008 para oponer alguna mirada de análisis progresista y sosegado contra la bestialidad de la ofensiva campestre– es una pieza de gran valor teórico y denunciativo acerca de qué se persigue al fabricar y potenciar una atmósfera de pudrición, cuando hay gobiernos contradictores de ciertos intereses de clase. Está escrito en un lenguaje más enojado y a la vez más “abierto” que alguno de los anteriores. Citemos algunos conceptos de elección tan personal, resumida y descriptivamente alterada como de profunda articulación semántica. “Son actores de un relato que afirma la condición autoritaria y hasta dictatorial del Gobierno, para generar las condiciones de una irrevocable restauración conservadora. (...) El vodevil televisivo, el stand up ingenioso, el improperio pseudovirtuoso del periodista, puestos al servicio de una Justicia express que, una vez más, nos demuestra que todo está perdido mientras nos dejemos gobernar por un populismo de hipócritas (...). Sabemos que este conjunto de palabras apunta a erosionar la figura pública de un ex presidente, en una acción que se torna una respuesta de music hall para problemas que merecen otro tratamiento (...). Lo atacan, hasta la náusea, y utilizando todos los recursos a su alcance, por haber reinstalado la idea de que (...) lo justo no constituye una quimera inalcanzable o una reflexión académica, sino la práctica posible de un proyecto sostenido en los principios de la igualdad y la ampliación permanente de derechos. Lo atacan porque Videla murió en la cárcel y porque propone, con más costos que beneficios, que la Justicia puede y debe ser reformada (...). Una simple y rápida revisión del papel de ciertos medios de comunicación en nuestra historia, al menos desde Yrigoyen en adelante, permitiría poner en evidencia la falta de originalidad de la actual campaña desestabilizadora que se viene llevando a cabo en nombre del ‘periodismo independiente’. Otro tanto comprobaríamos con sólo echar un vistazo a lo que ocurre en otros países de la región en que los intereses de la derecha se complementan, perfectamente, con el funcionamiento de los grandes medios de comunicación. Nunca ha sido tan clara la intervención desestabilizadora de la máquina mediática puesta al servicio del establishment económico-financiero. Un lenguaje surgido de las letrinas amarillistas y de las gramáticas del golpismo histórico se despliega con virulencia insidiosa desde las usinas del poder mediático, que han dejado de apelar a cualquier tipo de argumentación para desencadenar, una tras otra, una batería de rumores, mitos urbanos de enriquecimientos olímpicos, denuncias indemostrables articuladas con una colección de personajes que van de los lúmpenes del jet set vernáculo a una ex secretaria despechada.” Razonamientos de esta índole –que, reiteramos, son una ínfima porción cuantitativa del escrito de Carta Abierta– fueron reducidos por un título y columna de opinión de Clarín del viernes (entre otras reacciones) a que “Báez no existe y los denunciantes son nazis”, forzando el discurso –dice el copete– para presentar las denuncias como “antisemitas”. Si lo primero es inaguantable pero artificialmente efectivo, lo segundo es amoral. No hay en el texto una sola palabra ni intención de la prosa que invite a ignorar a Báez, sino la advertencia de que el caso Báez debe ser ubicado en el contexto de la guerra que Clarín le declaró al Gobierno. Y lo que el editor y el columnista de ese diario identifican como “antisemitismo” es un parágrafo en el que se avisa de los antecedentes de climas periodísticos donde se hace cabalgar con mayor o menor grado de ingenio a los jinetes del Apocalipsis. El colega que firmó esa nota de Clarín rotula como antológico y fascinante –por la negativa, por lo execrable– que la corrupción sea señalada por Carta Abierta como una verdad fundamental pero abstracta. Lo que se le perdió de vista es justamente que lo abstracto no pasa por ignorar las andanzas de Báez o de cualquiera de los empresarios amigos del Gobierno, sino por pretender que escribe desde una factoría de carmelitas descalzas. Pero sobre todo, porque lo antológico es en realidad creer (¿sí? ¿Se lo creen?) que la corrupción es un hecho totalizador por fuera del cual no existe absolutamente nada. ¿Ese es el fondo de todos los fondos? ¿Unos empresarios ligados al oficialismo enriquecidos en forma fraudulenta, dando por cierto que es así, son la medida principal o exclusiva para juzgar una etapa que mejoró la vida de la mayoría de los argentinos, y que no empeoró la de ninguno? ¿Acaso podría hablarse, siempre acordando con que las denuncias son veraces, de una corrupción sistémica, como la que rigió en el menemato? Para evitar confusiones, le damos la derecha a que no hay la corrupción buena y la mala. La palabra significa lo que significa y bajo ningún aspecto puede justificarse a quienes perpetran hechos de esa índole. Pero en términos de observación política, hay escalas diferentes si se trata de no caer en un análisis radicalmente parcializado. La corrupción de la segunda década infame fue inherente al modelo que se instauró, desde el momento en que era imposible llevar a cabo el remate del país sin recurrir a la violación expresa de toda norma de ética pública. Menemismo y corrupción fueron una pareja conceptual inseparable. En el caso de los hechos que hoy se ventilan, objetivamente, no hay otra cosa que el presunto o certero florecimiento económico personal de un grupo de íntimos del poder. Para usar cierta figura: no es serio convertir a una bóveda en el examen completo de uno de los períodos políticos más sustanciosos de nuestra historia, o por lo menos de las últimas décadas. Si queremos ser suaves, eso es trampa intelectual. Los ejemplos acerca de esto último se renovaron, naturalmente, pero no tanto como para dejar de sorprenderse, con el tratamiento mediático tras el discurso de Cristina, el sábado. Casi no había terminado de hablar y el título a cabeza de uno de los portales opositores ya era que la Presidenta había rechazado que existiese un “fin de ciclo”. No sólo que jamás dijo eso, sino que, bien escuchado sin ningún esfuerzo, en verdad advirtió sobre los riesgos de que justamente puedan perderse todas o algunas de las conquistas centrales. Lo que hizo fue preguntarse si quienes mentan eso, el fin de ciclo, en lugar de referirse a resultados electorales inminentes, no estarán haciéndolo respecto de acabar con el piso de medidas como la Asignación Universal por Hijo, la estatización de las AFJP u otras. Lo que Cristina se interrogó fue si el nudo de la cuestión no vendría a ser el retroceso hacia las fórmulas que hundieron al país. Previno que no es eterna y que la condición necesaria es empoderar al pueblo, y que éste adquiera una dinámica propia de organización, como garantía de que no le arrebatarán los logros. ¿Alguien podría negar que transformar esos conceptos literales en el rechazo a la existencia de un fin de ciclo es impudicia periodística barata? Entendámonos. Si se señala que la celebración fue con milicias populares, como citó ayer algún columnista, uno tiene el legítimo derecho a pensar que el autor de la frase incurre ya en enajenación de la realidad. Si auténticamente se infiere que el Gobierno no admite otra definición que la de “cueva de ladrones”, o símiles, también puede colegirse que el status ideológico de esa gente es patético. Pero al fin y al cabo, son interpretaciones personales que, digamos, se prestan a la discusión. En cambio, si alguien –nada menos que la Presidenta, para el caso– dice literalmente una cosa y le titulan que apuntó literalmente otra, no estamos hablando (antes que nada) de posicionamientos políticos ni de conjeturas afiebradas. Estamos hablando de una manipulación obscena que, más allá de la vergüenza que provoca en lo profesional, habla primariamente de la catadura moral de quienes se erigen en los moralistas de la Nación. Es probable, por no decir seguro, que reacciones o maniobras de esta naturaleza respondan al grado de impotencia que exhibe el arco rival en cuanto a presentar una opción creíble, expansiva, aglutinadora. Y es igual de probable o seguro que la manifestación del sábado haya provocado, en ese espacio antagonista, la comprobación –reprimida pero incontenible– de que el Gobierno conserva energía para dar batalla. Dirán, como dijeron y continuarán sosteniendo, que todo pasa por la 9 de Julio alfombrada de micros, por el choripán, por los planes sociales, por la extorsión, por el aparateo. Por las milicias pseudocamporistas que nos arrastrarán a ser Cuba o Venezuela. Pero puestos frente al espejo que ocultan, ni ellos se lo creen. Es ése un paso insuficiente pero nada menor: por lo general, terminan ganando quienes están convencidos, por obra de cómo les va y de la comparación con cómo les iba. 27/05/13 Página|12

A diez años de un cambio de paradigma Por Jorge Muracciole

Una década no es suficiente para las reformas necesarias que refunden una sociedad más libre e igualitaria. Hay seguramente distintas formas de abordar un balance de los últimos diez años de gobiernos kirchneristas en Argentina. La batería de medidas económicas, de las cuales las más significativas han sido la privatización de las AFJP; la extensión de la cobertura jubilatoria a más de 5 millones de personas con dificultades –por las crisis recurrentes–; la implementación de la Asignación Universal por Hijo; la recuperación de Aerolíneas Argentinas como línea de bandera –luego de la administración fraudulenta de la gestión privada. Hay seguramente distintas formas de abordar un balance de los últimos diez años de gobiernos kirchneristas en Argentina. La batería de medidas económicas, de las cuales las más significativas han sido la privatización de las AFJP; la extensión de la cobertura jubilatoria a más de 5 millones de personas con dificultades –por las crisis recurrentes–; la implementación de la Asignación Universal por Hijo; la recuperación de Aerolíneas Argentinas como línea de bandera –luego de la administración fraudulenta de la gestión privada–; la expropiación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales; la institucionalización y puesta en funcionamiento de las Convenciones Colectivas de Trabajo con los correspondientes aumentos paritarios; son tan sólo una apretada síntesis de un listado extenso de iniciativas que expresan un punto de inflexión en el paradigma dominante del neoliberalismo que tiñó las políticas de los gobiernos de la transición democrática argentina que precedieron al kirchnerismo. Como afirma el pensador Ernesto Laclau, "estos son los logros de un inmenso camino recorrido en diversos campos desde la afirmación de los Derechos Humanos, hasta la igualdad civil, desde la reconquista de la economía nacional en distintos rubros básicos hasta el avance en una legislación distributiva que nos acerca a una sociedad más participativa e igualitaria". También es posible abordar los cambios acontecidos a escala micro en las vivencias cotidianas de millones de familias argentinas, atravesadas hace tan sólo diez años por las penurias de la desocupación, la pérdida de sus viviendas por las deudas hipotecarias contraídas en la farsa de la Convertibilidad. Con tan sólo preguntarse sobre la situación particular de cada uno y el contexto social de desocupación estructural, atomización y anomia política se podrá llegar a la conclusión de que, pese a las asignaturas pendientes, puede afirmarse, en contraposición a la década del '90, que desde hace diez años transitamos –aunque con obstáculos– por una década ganada al escepticismo y la degradación social de la crisis a la que nos llevaron los experimentos neoliberales implementados por años desde la dictadura hasta mayo de 2003. El valor agregado de este proceso político es su articulación con experiencias que han emergido en la última década, con importantes niveles de autonomía con los centros de poder, tanto en Venezuela como Ecuador y Bolivia, que hicieron posible junto a Brasil y Uruguay la Unasur. Desde la confrontación con el ALCA en la histórica cumbre de Mar del Plata, o el marcado fortalecimiento del bloque regional del Mercosur, junto a Brasil con la incorporación estratégica de la República Bolivariana de Venezuela y la futura integración de Ecuador, marcan de alguna manera la proyección del bloque y su posicionamiento ante un mundo donde la hegemonía de los países centrales se va modificando con la emergencia de la multipolaridad. En ese contexto internacional, la batalla por la democratización de los medios y la ampliación de los canales de participación popular se tornan esenciales para la nueva etapa que se abre. Parafraseando a Cristina Fernández en su alocución del décimo aniversario del primer gobierno del kirchnerismo, "a esta década ganada queremos que le siga otra más". Diez años en la historia de un país que se recupera de la crisis más profunda de su historia económica, política y social no son suficientes para las reformas necesarias que refunden una sociedad más libre e igualitaria. La oposición mediática como defensora de los intereses corporativos es la expresión más evidente del malestar de los sectores del privilegio ante un gobierno que, a diferencia de sus predecesores, no terminó siendo funcional a sus intereses. Lo que se ha modificado desde mayo de 2003 no ha sido tan sólo un cambio de discurso, ni simplemente la sumatoria de medidas. Lo que se ha alterado es la colonización de lo económico sobre la política. La sustitución de esa lógica donde el dios mercado decidía la vida de la ciudadanía. Un nuevo paradigma de la política sobre lo económico ha posicionado a un Estado presente capaz de priorizar el interés común sobre la puja de los intereses privados. En ese devenir en la dialéctica de lo instituido y lo instituyente navega el proyecto latinoamericanista con el desafío de trascender los obstáculos impuestos por los defensores del statu quo y sumar a los sectores históricamente influenciados por el discurso hegemónico. 27/05/13 Tiempo Argentino

sábado, 25 de mayo de 2013

La nueva casa de Lilita Un lugar exclusivo para “resistir” políticamente

Por Equipo de política. Revista Veintitrés Carrió piensa mudarse a su chacra. Construye una vivienda en el Club de Campo Chacras de la Cruz, que tiene desde lagunas propias hasta campo de equitación. ¿Seguirá insistiendo con su pobreza? "No tengo nada”, insiste como si su supuesta pobreza garantizara la certeza de sus pronósticos apocalípticos. “Soy la única política en la Argentina que vive en una casa alquilada, Dejé casi todos mis bienes en el divorcio, porque no me interesaban. Mis ingresos son como presidente del partido más el sueldo de diputada, y vivo bien. Tampoco tengo auto, me manejo en taxi o camino”, explicaba en un reportaje brindado a la revista Para Ti. Quien constantemente insiste en sus apariciones públicas con su falta de bienes es la diputada Elisa “Lilita” Carrió. Hace de esto uno de sus caballitos de batalla predilectos, para marcar su “diferencia moral” con la mayor parte de la dirigencia política, lo que, según ella, la ubica en un sitio de privilegio para “resistir al kirchnerismo”. Chacras de la Cruz es un club de campo ubicado en la localidad bonaerense de Capilla del Señor. “Emplazado sobre un antiguo campo de características quebradas y rodeado de espacios verdes puros, Chacras fue concebido bajo un marcado estilo clásico, campestre y con detalles muy cuidados”, señala su página web. “Se mantuvo el casco de la estancia –agrega– y se lo convirtió en un pintoresco Club House de campo respetando su estilo colonial, adicionalmente se mantuvo la antigua pulpería que fue transformada en el bar del club. Además de las añosas arboledas de eucaliptos y los tres lagos internos, el Club cuenta con canchas de tenis, fútbol, voley, vestuarios, sauna, gym, SUM, sector hípico y dos piscinas junto al House”. ¿Qué es lo que une a los dos párrafos anteriores? Que justamente Lilita Carrió, quien utiliza el ser inquilina del departamento donde vive como un elemento de campaña política, se está construyendo una importante vivienda en el exclusivo club de campo bonaerense, ubicado al norte de la ciudad de Buenos Aires. Catarata de denuncias. Después de no llegar ni al dos por ciento de los votos en las últimas elecciones que la tuvieron como candidata, la estrella política de Lilita parecía apagarse. Incluso llegó a anunciar, golpeada tanto por los resultados como por las críticas que recibía dentro de su propio partido y de socios circunstanciales, que se retiraba de la política partidaria para seguir su lucha desde otro lugar de la escena nacional. Pero del 2011 a la fecha el escenario cambió, y de la mano de una oposición que le regaló la iniciativa al Grupo Clarín y que va detrás de las denuncias mediáticas que se realizan en sus medios, reapareció la Lilita que –más allá de sus magros resultados electorales– visita todos los programas televisivos para repartir denuncias que principalmente centran el foco en Cristina Fernández de Kirchner y sus funcionarios, pero que también apuntan a otros dirigentes opositores. “Muchos opositores cobran por abajo”, denunció Lilita, con su habitual guiño de ojo, en el programa de Mariano Grondona. Tanto frente a este como en los variados programas políticos de la señal TN, la diputada les cae con todo a ex aliados como María Eugenia Estensoro, a otros que anteriormente elogió como Ricardo Gil Lavedra, y a opositores por derecha y por izquierda. En cuanto al gobierno nacional, su mirada apocalíptica desgrana las siguientes frases: “Tenemos un sistema fascista, autoritario y dictatorial”; “hay que resistir para salvar a la república”; “objetivamente vamos a una dictadura con elecciones fraudulentas”, y “cuando hay fascismo hay resistencia”. Junto con el oficialismo y la oposición, también reciben su parte los votantes que la dejaron con un magro 1,8 por ciento en las últimas elecciones: “La gente votó muy mal”, asegura en televisión, mientras reclama que “la gente tiene que elegir un líder de la oposición”. Cargo para el cual obviamente se presenta y cree superar al resto, ya que, asegura, “hay muy pocos decentes en la política argentina”. Lilita insiste con su superioridad moral respecto del resto de la dirigencia política argentina y su supuesta falta de recursos económicos es uno de los ejemplos que permanentemente expone. “Mi hijo mayor no puede entender que haya tenido tanto éxito y que sea pobre”, aseguró en el mencionado reportaje dado a Para Ti. Pero la compra de su chacra en el exclusivo Club de Campo y la construcción de una importante vivienda no es justamente algo que figure entre los gastos de alguien “que sea pobre”, según sus propias palabras. La chacra. “Paisaje quebrado y diseño agreste combinado con infraestructura y confort hacen de Chacras de la Cruz un lugar distinto. Su cercanía a la plaza de Capilla del Señor lo hace mágico como el pueblo y sus costumbres de mediados de siglo XVII”. Así se presenta este exclusivo club de campo en su página de Internet. Este es el lugar que eligió Lilita Carrió para construir su futura vivienda. Un año atrás Carrió compró a la empresa Urbaland Argentina S.A. una parcela –el lote número 261– de la fracción cuya superficie total es de 4.240 metros cuadrados, en el Club de Campo Chacras de la Cruz., junto con la acción número 261 de ese club. El precio total de la operación ascendió a 49 mil dólares. De esta cantidad, 30 mil dólares corresponden al valor de la parcela y los restantes 19 mil dólares son pagados por el valor de la acción del Club de Campo. De acuerdo con la escritura con fecha del 29 de febrero de 2012 –que la propia Carrió reproduce en su sitio web–, se acuerda pagar estos 49 mil dólares de la siguiente manera, 9.800 dólares en el momento de la firma del boleto y el saldo de 39.200 dólares en 48 cuotas mensuales, iguales y consecutivas de 816 dólares, “o entregando la cantidad de pesos de curso legal, equivalente a multiplicar la cantidad de billetes dólares de cada cuota por el valor que publique el Banco de la Nación Argentina para operación de cambio tipo vendedor”, según se aclara en la escritura. Si bien se reconoce la compra de ese terreno, nada se dice de la casa –que se calcula de unos 300 metros cuadrados– que se está construyendo en el Club de Campo y de la cual Veintitrés ofrece distintas imágenes. Las imágenes son de tiempo atrás, cuando la construcción no estaba muy avanzada. De todas maneras se muestra una casa grande, con numerosas habitaciones y un amplio espacio en el interior. Una construcción así, de acuerdo a consultas realizadas, puede significar un costo final de unos 400 mil dólares. Cifra muy alta para quien dice “no tener nada”. Y que no podría pagar únicamente con su sueldo de diputada nacional. En su declaración jurada correspondiente al período 2012, Carrió declara que sus ingresos –brutos– por la Cámara de Diputados fueron anualmente de 478.453 pesos. En su última declaración de Bienes Personales –que Lilita subió a Internet–, la legisladora dice que tiene bienes inmuebles en el país por un total de 362.795 pesos. “El total de predio son unas 211 hectáreas, con más de 65 hectáreas en áreas comunes y de circulación. Tiene un total de 273 lotes, con un promedio de 4.500 metros cuadrados cada uno, generando así mayores vistas y una densidad habitacional muy baja”, se asegura en el Club de Campo donde Carrió se construye su casa. No es exactamente un lugar donde van a vivir personas sin dinero. Basta recordar los beneficios que tendrá Lilita cuando decida mudarse a su chacra. Un casco de estancia que se ha convertido en un “pintoresco” Club House de campo al estilo colonial; un bar que se realizó a partir de una vieja pulpería del lugar; tres lagos internos junto a las arboledas de eucaliptos; canchas para practicar diversos deportes, desde fútbol hasta tenis; sauna y gimnasio; un sector para practicar deportes hípicos, y dos piscinas que se construyeron junto a lo que era el casco de la vieja estancia. Todo con un servicio de vigilancia las 24 horas, custodios que se molestaron mucho ante la presencia del periodista y fotógrafo de la revista. Cuando se establezca en su chacra. Lilita Carrió ya no podrá decir que es la única política argentina que alquila donde vive. También correspondería, teniendo en cuenta su habitual discurso, que Carrió hablara públicamente de esta chacra en el exclusivo club de campo. _______________________________________________________________________________ Exclusivo y bien protegido Hace falta algo más de una hora de viaje por veloces autopistas interconectadas para pasar del infierno ciudadano al tranco de la vida campestre. Distante 80 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, Capilla del Señor forma parte de una antigua línea de poblaciones cercanas, emparentadas por la tradición y las costumbres gauchescas. En la entrada al pueblo, un viejo almacén asegura pertenecer al primer poblado histórico, y en su vereda, un cartel azul y nuevo inicia una sucesión de mojones que llevarán a los visitantes hasta el club de campo. La diferencia en la velocidad es muy grande y comienza a notarse en las calles. Señores con bombacha campera y gorras chatas de lana, bicicletas en los cordones, y para quien es del interior, una escena entrañable que lleva a los recuerdos: perros que persiguen a caballos y automóviles. El camino es corto pero intrincado. Después de pasar por debajo un puente del ferrocarril y a poco de andar, el camino a la ciudad de Campana deja ver la entrada al exclusivo Chacras de la Cruz, con la clásica guardia y las dos barreras. El perímetro del country es interminable, de alambre combinado con cañas que echan brotes y dejan ver muy poco al interior. Adentro, casas grandes de arquitecturas colonial, moderna, minimalista o imitación de casco de estancia apenas se pueden divisar detrás de hileras de arbustos que fueron plantados junto con los cimientos. El campo conserva la tradicional fila de eucaliptos centenarios y salvo por ese único detalle original, fue rediseñado como el resto de los countries y los barrios cerrados. Una línea de alta tensión cruza en diagonal la chacra entera y una camioneta pequeña de color blanco pasa de tanto en tanto por un camino interno. La guardia está inquieta y desde adentro, un jefe vocifera a sus subalternos. Ordena que los intrusos deberán retirarse de la entrada, seguramente acostumbrado a proteger a los inquilinos más allá de los límites del camino público. 23.05.2013 Revista Veintitrés