jueves, 4 de abril de 2013

EDUARDO LUIS DUHALDE, EL INTELECTUAL MILITANTE.

A UN AÑO DE LA MUERTE DE EDUARDO LUIS DUHALDE El intelectual militante El ex secretario de Derechos Humanos es recordado en estas páginas por Rodolfo Mattarollo, quien trabajó con él. También se reproduce un texto inédito de Duhalde, uno de sus últimos escritos, redactado en colaboración con Guido Croxatto como “declaración de principios” del Centro de Estudios Enrique Marí. Por Eduardo L. Duhalde y Guido L. Croxatto La memoria es el derecho “Más allá del foso no hay nada. Se sabe porque hay que decirlo. Arena negra extendida. Allí pueden caber millones. Errantes e inmóviles. Sin verse ni oírse jamás. Sin tocarse jamás. Es todo lo que se sabe. Profundidad del foso. Ver desde el borde todos los cuerpos colocados al fondo. Los millones que aún permanecen allí.” Beckett ¿Qué pasaría si el día de mañana las potencias se pusieran de acuerdo en derogar o en desconocer –por cualquier argumento retórico– la Declaración Universal de los Derechos Humanos?, ¿acaso dejarían de existir estos derechos? Vivimos un cambio. Este es un cambio global de paradigma (en filosofía, y en teoría política) que se produjo en los últimos 50 años. No antes. Esto es lo que Ferrajoli llama “derecho sobre el derecho”: la rigidez de las constituciones. Los límites sustanciales –y no ya sólo formales– a la omnipotencia política del legislador: ya no se puede legislar sobre cualquier cosa. (Ni de cualquier manera.) Entramos en un ámbito esencial (el ámbito de los derechos humanos) que configura lo que Ferrajoli denomina “la esfera de lo indecidible” (ya no se puede decidir, por ejemplo, que los judíos no son personas, o que los extranjeros no tienen los mismos derechos o que los crímenes de lesa humanidad pueden y deben quedar impunes). Esto hiere a veces la susceptibilidad de los Estados. Y, sin embargo, es de entender que de esto depende el futuro de la democracia. Este es un nuevo límite. En efecto, los derechos humanos son esa esfera de lo “indecidible”: son algo sobre lo cual ni los Estados ni los pueblos ni nadie puede “decidir” u otorgar impunidad: ¿por qué? (y determinar ese por qué va a ser uno de los objetivos de este Centro Marí). Porque ya está decidido: deben ser respetados. Esto es lo que Rorty llama “la cultura histórica de los derechos humanos”. El fundamento que emerge de su práctica. A esto se refiere Bobbio cuando habla –un poco confusamente– de un “tiempo de los derechos”. Este es ese tiempo. Un paso fundamental (como la abolición de la esclavitud o la abolición de la tortura, o los derechos de la mujer, etc.) en la historia de la humanidad. Estos pasos se advierten rara vez con el nacimiento de figuras jurídicas esenciales y propias como la de genocidio (que le debemos a Rafael Lempkin) y más aún, con la figura de la imprescriptibilidad. Hay ciertos delitos que ya no prescriben, los delitos de lesa humanidad se ligan, de manera fuerte, como vemos, con otro término esencial de la ecuación política actual, y que enriquece al derecho argentino: la memoria. No hay derechos humanos sin memoria. La memoria es parte de este cambio de paradigma en el derecho. La memoria viene a complementar y a enriquecer a la democracia liberal. El auge de los derechos humanos tiene mucho que ver con el respeto y la promoción (algunos dirán también con el abuso) de la memoria. Así como la impunidad tiene mucho que ver con la desaparición, el olvido, la muerte y el silencio, dar vuelta la página, como dice Günter Grass irónicamente, en El discurso de la pérdida, la memoria tiene que ver con la presencia, el derecho, la palabra, y la vida. Argentina está en ese camino. El Centro Marí es una reflexión con un fin práctico. Como decía Adorno en Mínima moral, “lo único que le queda a la filosofía es responsabilizarse”. Esa es la única filosofía que según Adorno podemos hacer, no ya filosofía de los grandes sistemas (códigos y valores, ya que todos los sistemas terminaron o se hundieron en Auschwitz), sino hacer filosofía desde los fragmentos. Las ruinas. Los escombros. Y el dolor. Este era el dilema de la filosofía alemana. Pero también es el dilema de la filosofía argentina: responsabilizarse. Entre todos estamos pensando cómo entender esa responsabilidad. El tema de la responsabilidad del filósofo no es un tema nuevo: es un tema que preocupaba al mismo Platón, el problema de la responsabilidad es un problema que está en los orígenes mismos de la filosofía, para quien el descenso del filósofo, en la alegoría de la caverna, es un término ético esencial: debe liberar al otro de sus cadenas. Debe mostrar las cadenas que el otro no ve. Debe cooperar. Debe bajar de la nube. Debe ayudar. Debe actuar. Debe comprometerse. ¿Qué otra cosa sino ésa son los derechos humanos? Decíamos que la desaparición responde a esta lógica de inhibir la denuncia en un plano que excede al Estado asesino. El Estado es consciente. Por eso es el típico crimen del siglo XXI. El desaparecido es una víctima que no puede hablar. Que carece del derecho más esencial de todos los derechos: la palabra. Su cuerpo mudo, muerto, es un testimonio. Pero se lo priva, incluso, de eso: de su muerte. Este es el extremo del horror. Pero en su lugar tenemos otra cosa: su desaparición (forzada) no prueba nada. Ya no basta con matar, ahora también hay que hacer desaparecer, porque ya no bastan las leyes de autoamnistía que el derecho internacional (caso Barrios Altos) tiene por inválidas. El poder soberano no se justifica a sí mismo. Teme. El poder teme y el poder que teme se vuelve peligroso, como advierte Eugenio Zaffaroni, porque se vuelve fácilmente asesino. Oculta y niega los cuerpos. Oculta y niega la verdad. Se vuelve impune. Los derechos humanos no han tenido una historia fácil. Nosotros lo sabemos. Los jóvenes lo saben. El valor de los derechos no es un tema aislado. Es el único que le debe preocupar a una democracia. Hoy muchas democracias seleccionan. Dividen ciudadanos. Algunos tienen derechos. Otros no. Algunos discuten con otros argumentos la idea de que los derechos son universales. Este es en efecto un debate actual en Alemania, en Italia, en Francia. El pasado vuelve. Pensemos, por ejemplo, en las reacciones conservadores de Edmund Burke, Bonald o De Maistre a la Revolución Francesa. Para el obispo De Maistre, la sola idea de “derechos del hombre” universales era una idea “del diablo”, le parecía de una “injusticia extrema” que venía a alterar el “orden divino”. Le pareció absurdo y peligroso a Bonald que todos los hombres tuvieran derechos. Le parecía (nada menos que la propia idea de derechos) una “injusticia extrema” contra la tradición. De Maistre también hablaba o creía hablar desde la moral “correcta”. Desde “la verdad”. No son muy distintos de los argumentos que escuchamos ahora. Sólo que ahora es más difícil darse cuenta. Porque no se dice “que los hombres no tengan derechos”. Se usa un lenguaje diferente, se habla del “costo social”, del “mal necesario”, del “daño colateral”, de la “productividad”, de la eficiencia. El que va perdiendo espacio es el derecho. Por eso pensamos este centro como espacio abierto para elaborar entre todos una definición del Derecho. La memoria es el derecho. Permítanme comentar, antes de seguir, una versión del argumento de la nueva página de la historia. Günter Grass se ha referido a él en su Discurso de la pérdida, y se refiere con ironía a esos alemanes que desde los medios incitaban a todos a “mirar sin vacilar para adelante, solo para adelante” (que a nadie se le ocurra mirar para atrás): en esta versión se sostiene que el pasado debe ser olvidado –incluso un pasado tan palpable y vivo y criminal como el genocidio nazi– rápidamente para que el futuro anhelado pueda empezar. O recomenzar de nuevo. Hay que “dejar paso” a lo nuevo. Esconder el cadáver. Barrer las heridas rápidamente. Como si el propio dolor no tuviera sus tiempos. Los artefactos obsoletos deben ser dese-chados y sustituidos por otros nuevos. No importa cuán encomiable sea en el campo de la tecnología, esta actitud (este simplismo, esta versión sesgada) está completamente fuera de lugar en relación con la historia de un país, como dice Agnes Heller, “que es tanto recordar y conservar el pasado cuanto proyectar el futuro”. Muchos dicen que nosotros defendemos “el pasado”. No es así. Nosotros defendemos vivamente el futuro. No se puede pasar la página sin catarsis y no hay catarsis si se barren los crímenes bajo la alfombra. Sigue el dolor. La idílica página nueva de la historia no estará limpia, después de todo. La decisión de no encausar a los agresores no produce el olvido del odio, el resentimiento y los agravios personales. Una democracia que otorga impunidad, que duerme con la impunidad, que camina y almuerza junto a la impunidad, que es ella impune, entonces niega un derecho. Y niega a la misma democracia. Defender los derechos humanos es la forma que encontramos nosotros para defender la democracia. Todavía hay un largo camino por hacer. Lo haremos nosotros y lo harán los jóvenes. Por eso pensamos este centro de reflexión sobre los derechos humanos Enrique Marí. Sobre el Derecho. Porque todavía hay una definición pendiente en la sociedad argentina. Una pregunta que no obtuvo respuesta. La memoria trabaja con aquello que no ha sido. Nosotros también. Ese impedimento, eso que no ha llegado a ser, también tiene derechos. Voces. Sentidos. Palabra. Un nombre. Nosotros sabemos bien que no estamos acá porque nos interesa el pasado (lo que han rebautizado muchos como “el pasado”, está de moda decir “el pasado”). Estamos acá porque nos interesa el presente. Estamos acá porque nos interesa el futuro. Porque no podemos borrar. Porque no admitimos la impunidad. Por Rodolfo Mattarollo * Un hombre de magnitud incomparable “Mientras los hombres aún respiren y los ojos puedan ver el día.” William Shakespeare, soneto 18. Junto al desgarramiento, la sorpresa. Porque cuesta admitir la muerte de alguien tan entrado en la vida, tanto por la intensidad de su presencia como por su manera de volcarse hacia lo público. En el universo de los derechos humanos faltará durante mucho tiempo esa personalidad de magnitud incomparable. La escena política argentina, en la que evoluciona el entonces joven Duhalde, se transforma en los años sesenta, sin los cuales, solía él decir, los hoy casi legendarios años setenta serían inexplicables. Hay épocas de revolución y épocas de contrarrevolución. Aquélla era una época de revolución. Un tiempo de resistencia que llamaba a adoptar diversas formas de lucha ante la planificada destrucción, por la dictadura de Juan Carlos Onganía, de acendradas conquistas económicas y sociales, pero también políticas, educativas y culturales del pueblo argentino. Bajo la dictadura de Lanusse, la Argentina vive el vértigo de vísperas indescifrables, para algunos anuncian el socialismo, para otros la vuelta del líder: insurrecciones parciales en grandes ciudades del interior preceden el accionar de las organizaciones político militares, surge un sindicalismo clasista y combativo –en el que se destaca la figura unitaria de Agustín Tosco y el sindicalismo antiburocrático de la CGT de los Argentinos–, aparecen los “curas del Tercer Mundo”, se practica el periodismo de investigación y se multiplican los movimientos sociales. Además, cobran un protagonismo que no abandonarán las organizaciones de derechos humanos e irrumpen como una fuerza de la naturaleza los familiares de los presos políticos y de los primeros desaparecidos, integrantes de comisiones que luchan, como se decía entonces, “contra la represión y la tortura”. En ese panorama juegan un papel esencial, entre los nuevos actores, los periodistas y los abogados. Reuniendo ambas condiciones dos personalidades resumen las virtudes de inteligencia y audacia de toda una generación: Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, recreados en los inefables personajes Barrantes y Barroso de Megafón o la Guerra, la última novela de Leopoldo Marechal. Raro privilegio el de contar con semejante retratista. Eduardo Luis buscó constantemente la síntesis entre el pensamiento nacional y popular y los enfoques clasistas en la interpretación de nuestra breve y cruel historia. Seguramente, el repaso de sus textos mostrará su vinculación con la lectura gramsciana del marxismo y su relación con “los nuevos movimientos sociales”. Su estrecha vinculación ideológica con John William Cooke debería ocupar un sitio central en toda reflexión sobre su vida y su obra, como su fecunda colaboración intelectual y política con Rodolfo Ortega Peña. En Argentina y en América latina no siempre es fácil ser contemporáneo del propio presente. El lo fue. En Néstor Kirchner descubrió, cuando pocos lo veían, un destino, el del hombre que transformaría un país. Se encontró lejos de correr la suerte de ese personaje de Stendhal que estuvo en la batalla de Waterloo sin saberlo, como parece ocurrirles hoy a ciertos compañeros de luchas pasadas. Imposible sintetizar aquí cuarenta años de amistad inquebrantable, con picos de intensos períodos de militancia en común, incluidas esas decisivas etapas de la Comisión Argentina de Derechos Humanos (Cadhu) en el exterior y la de organización y puesta en marcha de la nueva Secretaría de Derechos Humanos en la Argentina a partir de 2003. Eduardo Luis escribió tempranamente en el exilio el primer análisis integral de la violación de los derechos humanos por la dictadura militar de 1976 y su finalidad reordenadora, el establecimiento de una “pedagogía del terror”. El trabajo fue publicado en Madrid antes del Mundial del ’78 bajo el título Argentina, Proceso al Genocidio. En ese tiempo acuñó la caracterización de la última dictadura como “terrorismo de Estado” y polemizó con la encubridora interpretación de una Junta Militar dividida entre “moderados” y “pinochetistas”. Su nombre, y el de algunos de nosotros, la primera línea de los que integrábamos la dirección de la Cadhu en el exterior, fueron incluidos en listas ampliamente difundidas por los medios masivos de máximos responsables de la llamada por la dictadura “campaña antiargentina en el exterior”, claro reconocimiento del papel que jugaba la Cadhu en la lucha democrática. Eduardo Luis sintió que la suerte o un destino enteramente humano nos había otorgado ese don raro que es una segunda oportunidad en la vida, de la que hablaba con frecuencia. En su caso fue la suerte excepcional de poder contribuir como secretario de Derechos Humanos de la Nación a modelar una política de Estado de derechos humanos en los períodos presidenciales de Néstor Carlos Kirchner, en el que lo acompañé como subsecretario, y de Cristina Fernández de Kirchner. Cuando los grupos de tareas recorrían desenfrenados las calles de Buenos Aires, los primeros meses de la dictadura, cuando ya habían sido secuestrados nuestros compañeros, los abogados Mario Hernández, Roberto Sinigaglia y tantos otros, o el escritor Haroldo Conti, para citar sólo a algunos de entre los miles de detenidos-de-saparecidos del terrorismo de Estado, recién en septiembre de ese fatídico año de 1976, Eduardo Luis decide dejar el país. Antes de que transcurriera un mes desde su muerte escribí un poema del que incluyo cuatro líneas con las que termino esta breve evocación de su memoria: Y sin embargo quedan los recuerdos Ese fuego sin fin de mil campañas Que no se borrará de la memoria Mientras los ojos puedan ver el día * Embajador de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en Haití. 03/04/13 Página|12 Nota relacionada: A los 72 años murió ayer el secretario de Derechos Humanos

NO TOQUEN AL COLON POR MEMPO GIARDINELLI.

¡No lo toquen a Colón! Por Mempo Giardinelli En estos días de furias y mal tiempo, mientras los sojeros argentinos retienen el grano esperando que el peso se devalúe, el Gobierno no se decide a refundar la Junta Nacional de Granos y en Nueva York es inminente el rechazo de la oferta a los fondos buitre –todo ello para alegría de Clarín y La Nación–, son muy pocos los compatriotas que se preocupan por el traslado de la estatua de Cristóbal Colón a Mar del Plata. Lo que resulta un disparate doble: por un lado que se quiera quitar al navegante genovés que en 1492 inauguró nuestra historia moderna y nos trajo la lengua que hablamos –además de horrores y atropellos, desde ya, que la Historia viene juzgando– del hermoso emplazamiento donde está desde hace un siglo. Y, por el otro, que el asunto no le importa a casi nadie, a pesar de que el magnífico monumento está donde está por donación de la colectividad italiana, la que más inmigrantes aportó a nuestra ciudadanía y de la cual desciende la mayoría de los argentinos de origen europeo. Conviene recordar que fue esa colectividad la que encargó la realización de la obra al escultor Arnaldo Zocchi (1862-1940), no por cualquier motivo, sino en ocasión de la conmemoración del Centenario de la Revolución de Mayo. Y para despejar aún más la ignorancia que parece haber ganado a quienes tomaron la desdichada decisión del traslado, hay que decir que la donación fue aceptada por el Congreso de la Nación mediante la Ley Nº 5105 del 26 de agosto de 1907. Si bien el monumento fue inaugurado recién en junio de 1921 –el retraso se debió a la Primera Guerra Mundial, pero también a ciertas ya entonces desarrolladas taras nacionales–, el espacio verde que lo rodea a espaldas de la Casa Rosada fue proyectado y construido como parte del Paseo de Julio por el célebre arquitecto y paisajista francés Carlos Thays (1849-1934). Con el nombre de Plaza Colón, fue inaugurada en 1904, en 1911 se construyeron las terrazas y escalinatas que derivaban hacia el río y en 1921 se terminó el arreglo de jardinería, justo para la apertura al público. Según informaciones que recibo de una organización civil ejemplar llamada ¡Salvemos las estatuas!, el monumento consta de 623 toneladas de bloques de mármol de Carrara y la estatua de Colón fue colocada sobre una base de más de 20 metros de altura. “La complejidad del monumento –aseguran– hace que los expertos preservacionistas consideren riesgosísimo el traslado del monumento, mucho menos a una ciudad balnearia como Mar del Plata, exponiéndolo al ambiente marino altamente agresivo para los materiales de construcción, incluido el mármol.” Como sea, y más allá de si el desatino de trasladarlo fue decisión del gobierno nacional o del municipal, la remoción no es sino una muestra más del errado, estúpido concepto argentino del verbo “gobernar”, entendido como “el que gana hace lo que quiere con la cosa pública”, en lugar de “el que gana la cuida y administra temporariamente”. Hace un siglo la comunidad italiana en nuestro país donó, además, y como parte del conjunto monumental, una cripta ubicada bajo la estatua, en cuyo interior se guardan objetos donados a la Argentina, como un cofre con un ladrillo de la casa natal genovesa de Colón y un bloque de mármol romano labrado, extraído del monte Palatino. Según consta en el Archivo de Monumentos y Obras de Arte del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el monumento es propiedad de la Capital de la República, pero no por eso nos es ajeno a los 40 millones de habitantes de este país. La mayoría de los cuales, no lo dudo, suele estar en desacuerdo con este tipo de mudanzas de la Historia que nos es común. Y en esta opinión no tiene nada que ver el justificado homenaje a Juana Azurduy, que también merece que se emplace el monumento donado por el gobierno de la hermana República de Bolivia, pero en otro lugar. Me disculparán los lectores porteños, pero no puedo ver en este desatino otra cosa que lo que en 23 provincias argentinas se suele llamar “otra porteñada”. Porque hay casi tres millones de kilómetros cuadrados de territorio nacional donde colocar a la heroica generala. Y si debe ser en Buenos Aires, sobran espacios públicos. Y lo que también fastidia de esto, finalmente, es esa otra, igualmente necia manía argentina de cambiar no sólo emplazamientos sino incluso los nombres de calles y avenidas. Como si la Historia se pudiera mutar, o imponer, a gusto de coyunturales gobernantes, legisladores, concejales o jefes de Gobierno. Que nunca alcanzan a ver que por este camino sus imposiciones serán también cambiadas, en décadas venideras, por otros, igualmente autoritarios administradores civiles. No es así como se afianza una identidad nacional. 04/04/13 Página|12 GB

MAURIZIO NECESITA DESCANSAR. Y NOSOTROS DE EL.

EL JEFE DE GOBIERNO PORTEñO, MAURICIO MACRI, JUSTIFICO SU VIAJE A BRASIL “Necesito unos días de descanso por año” Macri explicó los motivos del viaje por el que la inundación en la ciudad lo encontró fuera del país. Ayer, el jefe de Gobierno buscó mostrarse activo e insistió con la necesidad de realizar obras para evitar los desastres. Mauricio Macri salió a defender fuertemente su derecho a las vacaciones en Trancoso, Brasil, de las que volvió raudo cuando se inundó la ciudad de Buenos Aires. “Soy un servidor público y como tal necesito unos días de descanso por año”, afirmó el jefe de Gobierno en declaraciones radiales. El mandatario buscó mostrarse activo ayer: comenzó la mañana con una conferencia de prensa, se sacó fotos en las zonas de las inundaciones y lo llamó al gobernador bonaerense, Daniel Scioli, para ofrecerle ayuda en las tareas de rescate en La Plata. Macri dijo que las obras públicas para evitar las inundaciones deberían ser coordinadas con el gobierno nacional y el bonaerense. Desde el kirchnerismo le contestaron con un pedido de interpelación, para que vaya a la Legislatura a dar explicaciones. Promediaba una conversación en el programa de radio de Jorge Rial cuando el conductor le dijo a Macri “con cariño” que no se podía tomar vacaciones mientras esté en la función pública. Macri, de inmediato, se mostró muy ofuscado. Le dijo a Rial que no coincidía con él. Las palabras se le amontonaban en la boca para responderle. “No me tomé más que cinco días en el verano, porque teníamos alertas durante el verano. Entonces dije ‘me voy a quedar acá’”, relató Macri. Le argumentó que cuando se va no apagan la luz en el gobierno porteño, sino que hay “todo un equipo a cargo” y “una jefa de Gobierno”, en referencia a la vicejefa María Eugenia Vidal. No pudo mencionar, en cambio, al secretario general Marcos Peña y al jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, porque ambos estaban también de vacaciones. Larreta, en París. “Soy un ser humano, tengo familia y también necesito descansar”, se victimizó Macri, muy ofuscado. Por la mañana, el jefe de Gobierno dio una conferencia de prensa en la que dijo que “la Ciudad seguirá trabajando sin pausa para asistir a todas las personas afectadas por el grave temporal de la madrugada de ayer”. El jefe de Gobierno insistió en que las obras del arroyo Vega y el Medrano –que tenía ya preadjudicadas en 2009– las debería hacer en coordinación con el gobierno nacional y el bonaerense “para poner en marcha las obras”. Los canales aliviadores que se debían hacer estuvieron paralizados cuatro años, hasta que el gobierno porteño consiguió que la Legislatura votara otra forma de financiamiento que no implicaba poner a la coparticipación federal como garantía. Las obras que deberían iniciar en el arroyo Vega están esperando la autorización del financiamiento del Banco Mundial. Para el Medrano, no hay aún un proyecto. Son los dos cauces que atraviesan el norte de la ciudad, y especialmente los barrios inundados. “Vamos a seguir trabajando intensamente, hemos renovado los equipos para la emergencia, pusimos servicios adicionales de limpieza, estamos instalando volquetes y comenzamos a reparar todos los daños que esto ha provocado en el espacio público”, señaló Macri, quien intentó mostrarse activo luego de su retorno de sus vacaciones en Trancoso, Brasil. Los funcionarios porteños debieron llamarlo tres veces hasta que lo convencieron de que era conveniente que retornara. Informó que ya fueron desagotados casi todos los pasos bajo nivel en Saavedra, Núñez y Villa Urquiza. “Estamos en contacto con la Secretaría de Energía, que está trabajando con Edesur y Edenor para restablecer el suministro eléctrico lo más pronto posible”, dijo sobre la falta de electricidad que todavía sufren muchos en la ciudad de Buenos Aires. Macri anunció también que el Banco Ciudad duplicará las líneas de crédito subsidiadas para los damnificados por las inundaciones. El jefe de Gobierno indicó que los montos se elevarán a 120 mil pesos para consorcios a través de líneas a tres años subsidiadas al 13 por ciento de interés, a 60 mil para comercios y a 40 mil para residentes domiciliarios. En la misma conferencia, informó que estuvo en diálogo con Scioli y le ofreció ayuda de los cuerpos de emergencia porteños. También dijo que no tuvo ninguna llamada de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Y, como quien no quiere la cosa, mencionó la tragedia de Once. 04/04/13 Página|12 GB

NO LOS VOY A DEJAR SOLOS, CFK

“No los voy a dejar solos” La presidenta Cristina Kirchner visitó las zonas más afectadas por el temporal. Primero recorrió Tolosa, en La Plata, y luego fue a Barrio Mitre, en Capital. Recogió las impresiones de los vecinos y anticipó ayuda y refuerzos en la seguridad Testimonios de primera mano Estuvo en Tolosa, su barrio natal y donde todavía vive su madre, donde recabó las necesidades de los afectados. Luego se reunió con el gobernador Scioli para coordinar medidas de ayuda y decretó tres días de duelo por la tragedia. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner decretó tres días de duelo nacional en recuerdo de las víctimas del temporal que “afectó ayer a los habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, del conurbano bonaerense y especialmente de la ciudad de La Plata”. Durante la tarde, la mandataria viajó a la capital de la provincia para recorrer algunas zonas que fueron arrasadas por la tormenta, donde dialogó con los vecinos y prometió hacer llegar colchones, agua mineral, pañales, medicinas y otros elementos necesarios para hacer frente a la emergencia. A continuación se reunió con el gobernador Daniel Scioli para coordinar la respuesta ante el desastre y, en diálogo con los medios presentes, destacó la necesidad de redoblar “la labor humanitaria” así como el operativo de seguridad para evitar que por la noche se produzcan saqueos y episodios de violencia. Más tarde, CFK también visitó el barrio Mitre, uno de los más afectados en la capital del país (ver página 13). El temporal, que hasta anoche había dejado un saldo de 48 muertos, fue “un fenómeno sin precedentes” en tiempos recientes, aseguró la mandataria ante la prensa, luego de recorrer las áreas anegadas de la ciudad de La Plata acompañada por el secretario de Seguridad, Sergio Berni (quien participó personalmente de operativos de rescate), el de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro, y el diputado Andrés Larroque. Poco después de las 15, a bordo de un helicóptero de la Policía Federal, Cristina Kirchner había llegado al barrio de Tolosa, en las afueras de la capital bonaerense, para conocer de primera mano la situación en el barrio donde ella misma se crió y donde aún vive su madre, Ofelia Wilhelm. La mandataria también sobrevoló otras zonas afectadas, como el barrio Los Hornos, y visitó un centro de evacuados instalado en una escuela en Villa Elvira. “Mamá está sin luz y agua pero no se quiere ir de la casa porque el agua le llegó a la puerta, tiene miedo de que vuelva a llover y no se quiere ir porque tiene una gotera en el techo –relató más tarde la jefa del Estado–. Este es un fenómeno sin precedentes para los más jóvenes, yo me acuerdo de habernos inundado cuando yo tenía 12 o 13 años. Mi hermana vive en la misma casa que vivíamos.” Respecto de las labores que se llevaron a cabo en el lugar, la mandataria destacó que se está “trabajando muy fuertemente en la identificación de las personas y en la tarea humanitaria que viene ahora” y pidió colaboración para hacer llegar a los afectados los elementos necesarios, particularmente colchones y agua mineral. En Tolosa, donde estuvo caminando entre los vecinos damnificados sin custodia, dialogó un largo rato con quienes se acercaron, incluso quienes le hacían reclamos de índole política: “La lluvia no es peronista ni radical, es lluvia”, señaló CFK ante una queja. “Voy a hablar con el gobernador y con el intendente para ver cómo se organizan y los ayudan”, agregó. Además, ordenó redoblar los esfuerzos en las labores de seguridad para evitar que a los problemas que trajo el temporal se sumen saqueos o situaciones de violencia. “La gente me dijo que tiene temor, más allá de lo que perdió. Tienen miedo, así que hablamos con el ministro Casal para que haya mucha presencia policial, y que las personas que estén habilitadas para entregar agua o cosas vayan identificadas con pecheras”, aseguró a la prensa a la salida de la reunión que mantuvo más tarde con Scioli en la gobernación bonaerense. Luego de ese encuentro, del que participó también el ministro de Seguridad bonaerense, Ricardo Casal, Scioli brindó una conferencia de prensa donde aseguró que “se está priorizando la tarea humanitaria” en la zona. “Hemos fijado prioridades. La prioridad es la cuestión humanitaria. Salvar las vidas que se puedan salvar. Estar al lado de las familias. Brindar contención y seguridad”, señaló el ex motonauta. Además, dijo que durante la reunión con la Presidenta se decidió “contribuir a la reposición de los bienes que se hayan perdido, mediante subsidios o créditos” que se canalizarán a través del Banco Provincia, realizar un “operativo especial de seguridad” coordinado con el gobierno nacional para garantizar la tranquilidad en las zonas más afectadas, con la participación de efectivos del Ejército, Prefectura y Gendarmería y garantizar “un servicio esencial como es el servicio de salud”. Por último, Scioli elogió la actitud de la Presidenta de acercarse al lugar de los hechos para interiorizarse con la situación de los vecinos. “Le agradecí su preocupación, presencia, respaldo y acompañamiento que se fue dando a través de cada una de las áreas de su gobierno”, señaló el gobernador en son de paz. Luego de varios días de enfrentamiento de alta intensidad con la Casa Rosada, la tragedia climática dio pie para un acercamiento. Ya de regreso en la Ciudad de Buenos Aires, y antes de visitar el barrio Mitre, una de las zonas más afectadas por la tormenta, la Presidenta decretó tres días de duelo por las víctimas y resolvió suspender todos los actos públicos previstos para esta semana. Entre otros actos, para ayer a la tarde tenía previsto anunciar el envío al Congreso de los proyectos de ley tendientes a profundizar la democratización de la Justicia, tal como lo había anticipado a comienzos de marzo en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso. Esa actividad, informaron en Casa Rosada, se llevará a cabo el próximo lunes. REVUELO EN EL BARRIO MITRE, DE SAAVEDRA, POR LA PRESENCIA DE CRISTINA KIRCHNER Una visita en la zona más castigada La Presidenta llegó a las seis y media de la tarde. Entró a las casas inundadas, escuchó pedidos, ordenó a sus funcionarios que priorizaran la ayuda. Cientos de vecinos se acercaron, con elogios y con reclamos. Las historias que escuchó la Presidenta. El Barrio Mitre, en Saavedra, fue una de las zonas más castigadas por el temporal del martes en la ciudad. Allí hubo dos muertos y debieron ser evacuadas 300 personas. Después de visitar el desastre de La Plata, la presidenta Cristina Kirchner llegó sorpresivamente también a ese barrio de la Capital. Su presencia causó una verdadera conmoción: visitó casas inundadas, saludó a vecinos, recibió elogios, escuchó reclamos. Cientos de vecinos se abalanzaron alrededor de la Presidenta y su comitiva. Cristina Kirchner pidió priorizar las necesidades más urgentes e instruyó a sus colaboradores para comenzar a trabajar “cuanto antes”. “Vengo a ver qué les pasó con este desastre, no los voy a dejar solos”, dijo Fernández de Kirchner al llegar a las 18.30 al Barrio Mitre de Saavedra, donde fue abordada por una marea humana de vecinos que querían conocerla y contarle su situación. Una mujer se acercó emocionada a la Presidenta y la abrazó con fuerza. Luego, la mandataria le dijo que tuviera fuerzas y que la guiara hasta donde estaba su casa. En el interior se veía una cocina con una mesa plagada de elementos de cocina, botellas de lavandina y ropa, y abajo agua, barro y hojas. Más lejos, estaba el patio con un cúmulo de juguetes destrozados y la misma arenilla mojada alrededor. Después, otra mujer interceptó a la jefa de Estado para que visitara una vivienda que se había incendiado parcialmente. De esta forma, fue conducida a través de la plaza embarrada hasta el otro extremo del predio, todavía más rodeada de personas que empujaban para verla o hacerle oír su reclamo. La casa era muy humilde, con todos los ladrillos, caños y el cemento a la vista y una precaria escalera de ingreso. Sin embargo, Fernández de Kirchner sorteó varios obstáculos hasta que logró subir y entrar al lugar. “¿Qué es lo que más necesitan? ¿Cuáles son las prioridades?”, preguntó y acto seguido llamó a un funcionario por celular e inquirió “¿Cuándo podemos empezar?”. A pesar de lo trágico de su situación, los presentes no perdieron la oportunidad de sacarse una foto con la Presidenta. Por otra parte, una joven con un bebé en brazos sólo se dedicaba a mirarla. La salida de esa segunda vivienda se tornó difícil por la creciente cantidad de gente que no dejaba espacio para que la mandataria pudiera transitar hacia otra casa. Tal era la mezcla de emoción y desesperación de los presentes que el vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, el legislador Juan Cabandié y el diputado Andrés “Cuervo” Larroque tuvieron que hacer de seudoguardias de seguridad. Al lado, en la casa 263 se había quemado todo. Después de la lluvia del martes, que hizo llegar el agua hasta 1,60 metro, hubo un cortocircuito que incendió el lugar. Juan Pablo Martín y María Sol Gómez, junto a sus hijos de 7, 6, 4 y 2 años, y el bebé de 6 meses, se salvaron pero no quedó nada en pie. Sólo agua, hollín y lo que parecía ser una parrilla. La jefa de Estado luego visitó al personal de Gendarmería estacionado en una carpa montada por el Ministerio de Seguridad de la Nación, donde se distribuían chocolate, mate cocido, budín y mermelada. Calzada con botas de goma y vestida con pantalón y camisa de manga larga, siguió escuchando los pedidos de la gente. Otro caso desesperado fue el de Paola Peralta y su familia. La joven estaba durmiendo con su esposo y sus dos hijos de 9 y 1 año el martes a la madrugada cuando el agua empezó a brotar por las ventanas y superó la compuerta. Acto seguido, se dio vuelta la heladera, y decidieron subir al piso de arriba, donde vive una prima. “Pensé que moríamos ahogados”, confesó. Ella trabaja por hora, su marido está deso-cupado y el único ingreso fijo es una pensión de su madre, Aída Gómez, dueña de la casa. Los nenes, que están con una hermana, tienen problemas bronquiales, y su padre es diabético y tiene una sonda urinaria. Paola pidió medicamentos, colchones, ropa, muebles y una heladera. Por otra parte, María Elena Peralta, de 89 años, se despertó a las 3 y media de la mañana con las heladeras flotando. Se subió a un banco y el agua ya le llegaba al pecho. “Si me caía, me ahogaba”, aseguró. En tanto, su marido quedó arriba de una mesa que se rompió, pero por suerte fue socorrido por su hija. El hombre, con problemas cardíacos, hace changas con un auto prestado que quedó arruinado tras el temporal. Ella está sin trabajar por problemas de tiroides y la hija tiene una alergia bronquial. La mujer solicitó materiales para rehacer su casa mientras secaba fotos de ella en carnavales. Según contó, tiene un diploma del Gobierno de la Ciudad por haber sido la primera mujer carnavalesca. Tras ver por ella misma el paisaje desolador, Cristina Kirchner finalmente se fue con un ramo de flores que le regalaron. 04/04/13 Página|12 GB

LA PLATA.

AL MENOS 48 MUERTOS, UNOS 3000 EVACUADOS Y MAS DE 80 MIL PERSONAS SIN LUZ TRAS UN TEMPORAL SIN PRECEDENTES El agua tendió en La Plata su trampa mortal La gran cantidad de agua caída en pocas horas, que no logró ser absorbida, anegó calles, ingresó a viviendas y arrastró autos. La mayoría de las víctimas son personas mayores que murieron ahogadas. Tres días de duelo nacional. Una lluvia de una intensidad sin precedentes que se abatió en la noche del martes sobre la ciudad de La Plata convirtió a la capital bonaerense en una trampa mortal. En pocas horas, el agua anegó calles, se metió en las viviendas, en algunos casos hasta una altura superior al metro y medio, y arrastró automóviles hasta provocar la muerte de al menos 48 personas, según confirmaron anoche autoridades bonaerenses. El saldo, sin embargo, puede ser aún peor: los funcionarios a cargo de la emergencia temen que cuando terminen de bajar las aguas puedan aparecer más víctimas fatales. Más de 3000 personas tuvieron que evacuarse, aunque muchas de ellas anoche volvieron a sus viviendas. Y las personas sin luz superaban las 80 mil, con lo que barrios enteros quedaron a oscuras, lo que hacía crecer los temores a robos y saqueos. Por eso se dispuso un despliegue de fuerzas de seguridad en esos lugares. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner voló por la tarde a la localidad de Tolosa, en el Gran La Plata, una de las zonas más afectadas, y luego se trasladó al Barrio Mitre, en el porteño barrio de Saavedra. Antes había suspendido sus actividades oficiales y decretó tres días de duelo nacional. La magnitud de la tragedia platense desencadenó una ola de solidaridad: distintas organizaciones de todo el país promovieron colectas y donaciones para acercar a los damnificados. Hasta el martes por la tarde, los vecinos de La Plata habían sido espectadores del desastre que, horas antes, había afectado a los porteños, donde el temporal había dejado a la madrugada un saldo de seis muertos. Todo cambió a partir de las 19. La lluvia se hizo más intensa, al punto que las posibilidades de escurrimiento quedaron virtualmente superadas y el agua, que primero anegó las calles, se metió en las viviendas y apiló autos en las zonas céntricas y en la periferia. Así, el fenómeno no hizo diferencias de clase: afectó tanto a barrios humildes como a zonas de clase media. “Muchas de las víctimas fatales son personas mayores que quedaron atrapadas en sus casas”, dijo a Página/12 un vocero de la Cruz Roja. Otras personas fallecieron atrapadas en sus vehículos, que quedaron cubiertos por el agua, o en la calle, arrastrados por la corriente. De las 48 víctimas fatales, a las 22 de ayer habían sido identificadas la mitad: 23 eran mayores de 50 años y una tenía 21. El trabajo de identificación se hacía en conjunto con el Ministerio de Justicia de la Nación y se estima que en las primeras horas de hoy se tendría la identidad de todas las víctimas fatales. Las zonas más afectadas fueron las localidades de Tolosa y Ringuelet y los barrios de Villa Elvira, Los Hornos, San Carlos y Altos de San Jorge, en La Plata, así como la franja de las calles 32 a la 40, en el centro de la ciudad. Según el observatorio del Servicio Meteorológico Nacional, la cantidad de agua caída en La Plata fue de 181 milímetros en 24 horas, pero de acuerdo con lo registrado por la Universidad Nacional de La Plata, en algunas zonas de la ciudad superó los 300 milímetros en apenas unas horas. La magnitud del fenómeno obligó a las autoridades a habilitar 33 centros de evacuación, improvisados en escuelas, clubes y sociedades de fomento. Al personal de Defensa Civil y Cruz Roja, se sumó una importante cantidad de voluntarios pertenecientes a organizaciones sociales, barriales y políticas. “La gente lo que tiene es temor, más allá de lo que perdió; tiene miedo ahora a la noche por la seguridad”, dijo ayer a la tarde la Presidenta, en Tolosa, a donde llegó en un helicóptero para recorrer la zona afectada. Allí vive su madre, Ofelia Wilhelm, quien también sufrió los efectos de la inundación. “Está sin luz, pero no se quiere ir de la casa”, contó CFK. Luego se trasladó a Villa Elvira, sobrevoló las zonas inundadas y finalmente fue hasta la gobernación, donde se entrevistó con el gobernador Daniel Scioli. Tras la reunión, el gobernador anunció “un amplio operativo de prevención y seguridad ciudadana”, ante el temor por posibles robos y saqueos. Es que al mediodía, voceros policiales habían reportado el saqueo del depósito de un supermercado en la localidad de Ringuelet, por parte de un grupo de personas. Y la oscuridad reinante en barrios enteros obligaba a muchas personas a quedarse en casas anegadas para defender sus pertenencias de posibles robos. Por lo pronto, unos cuatrocientos efectivos de la Bonaerense fueron afectados al patrullaje de los barrios afectados. “Tienen instrucción de hacer un testeo casa por casa para saber de la existencia o no de ocupantes”, dijo el ministro de Seguridad provincial, Ricardo Casal. Por su parte, la Nación aportó unos doscientos efectivos de fuerzas federales: de Policía Federal, a través de integrantes del Grupo Especial de Rescate y el Cuerpo de Bomberos, y miembros de Prefectura y Gendarmería. También el Ministerio de Defensa envió a 131 efectivos del Ejército. En tanto, el Ministerio de Salud de la Nación destinó dos unidades sanitarias provistas de médicos, vacunas, medicamentos y psicólogos para asistir a los afectados. Allí donde todavía no habían llegado las fuerzas de seguridad, los vecinos prendían fogatas en las esquinas y montaban su propia autodefensa para proteger el barrio y sus viviendas. Otro de los problemas que afectaba a los pobladores, incluso con más riesgos que el de la seguridad, era la falta de agua potable. Ayer se pusieron en marcha dos plantas potabilizadoras para proveer a los damnificados, pero no parecían suficientes para atender tanta demanda. Otras de las necesidades de los afectados era el suministro de colchones, frazadas y ropa, ya que sus pertenencias quedaron inutilizadas por la inundación. En forma espontánea, esos elementos comenzaron a ser reunidos por organizaciones solidarias, universidades y gobierno provinciales (ver nota aparte). Scioli también dispuso el lanzamiento de “líneas de crédito bancario para dar respaldo y acompañamiento a las familias en este marco de desastre” (ver recuadro). El gobierno bonaerense aclaró anoche que el asueto educativo sólo involucra a las escuelas afectadas por la inundación o al albergue de evacuados y anunció que habrá dos hospitales móviles recorriendo los lugares más comprometidos por la catástrofe. En conferencia de prensa, los funcionarios que integran el comité de crisis garantizaron la atención en los nueve hospitales de la capital provincial. En tanto, los gremios involucrados en conflictos salariales resolvieron suspender las medidas de fuerza que tenían previstas para los próximos días. Los médicos de la Cicop, entonces, no pararán hoy y mañana, como lo habían dispuesto, mientras que los docentes del Frente Gremial pospusieron las medidas que habían anunciado para la semana próxima. El ministro de Infraestructura, Alejandro Arlía, estimó que anoche quedaban “sólo 20 mil usuarios sin luz en la ciudad de La Plata (unas 80 mil personas), de los 120 mil que había sin servicio” al principio del día. Explicó que a raíz del temporal “salieron de funcionamiento dos subestaciones y se inundaron 25 cámaras subterráneas”. Por su parte, el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, aclaró que hoy “no habrá asueto administrativo”, aunque señaló que se tomará en cuenta la situación por la que atraviesan muchos empleados públicos que sufrieron los daños por el temporal. El ministro de Desarrollo Social, Martín Ferré, informó que “se trabaja en conjunto con la Nación y el municipio para asistir a los damnificados con agua potable, colchones y frazadas” y anunció que “se instalaron desde esta noche cocinas de campaña del Ejército para que todos puedan tener un plato caliente de comida”. El desastre también tuvo su impacto económico. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), por lo menos 3910 pequeños y medianos comercios de Buenos Aires y La Plata fueron afectados por el temporal, con una pérdida estimada en 530 millones de pesos. La organización reclamó que se declare el “estado de emergencia económica y social”, con prórrogas para el pago de impuestos, la modificación de la ley de subsidios en la ciudad y la creación en la provincia de un fondo indemnizatorio para catástrofes naturales. Créditos para damnificados El Banco Provincia lanzó una línea de créditos blandos para las personas afectadas por las graves inundaciones en territorio bonaerense, con el objetivo de asistir a las familias en la reparación de los daños materiales. El anuncio fue realizado por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, tras reunirse con la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, en la ciudad de La Plata. A través de un comunicado distribuido ayer a la tarde, la entidad bancaria detalló que se trata de préstamos de hasta 50 mil pesos, a 48 meses de plazo y con una tasa de interés fija del 9,9 por ciento anual. Los damnificados pueden obtener más información llamando al 0810-2222-776. Estos préstamos se suman a la línea que para personas físicas, locales comerciales y consorcios de edificios afectados por las inundaciones puso a disposición el Banco Ciudad en el área capitalina. Dichos créditos podrán solicitarse presentando el certificado de daño ambiental o una constancia de inicio de ese trámite en los Centros de Gestión y Participación Comunal. La tasa de interés que propuso el Banco Ciudad va de cero al 13 por ciento y los montos de 5 mil a 120 mil pesos, según el caso. Condolencias del papa Francisco El papa Francisco envió condolencias a los familiares de las víctimas del temporal que azotó a Buenos Aires, La Plata y el área metropolitana y dirigió “un abrazo fraterno para todos los amigos argentinos que sufren a causa de las inundaciones”. En una carta recibida en la Nunciatura Apostólica y firmada por el secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, el pontífice expresa “su particular cercanía espiritual a todos los damnificados y sus familiares”. Bergoglio también alentó a “las instituciones civiles y eclesiales y a las personas de buena voluntad, a prestar con caridad y espíritu de solidaridad cristiana, la necesaria ayuda a quienes han perdido sus hogares o sus bienes”. “El Papa imparte a los afectados y a quienes los socorren la bendición apostólica como signo de su cercanía al querido pueblo argentino”, afirma la carta. En el portal del Vaticano News.Va, el pontífice expresó: “Tenemos familiares que han vivido situaciones similares, y sabemos lo difícil que es perder un familiar, la casa, los recuerdos de toda una vida, los frutos de años de trabajo; y luego comenzar casi de cero, limpiando el barro que lo recubre todo y tratando de recuperar lo que se pueda”. “Somos de Ringuelet, no nos quedó nada” Pese a que llovía desde la tarde, el agua subió muy rápido. Los mismos vecinos, con militantes barriales y docentes se organizaron para rescatar y evacuar a cientos de personas antes de la llegada de la Prefectura. Las localidades de Los Hornos y Tolosa, en el Gran La Plata, amanecieron sumergidas en un metro y medio de agua, luego de una incesante lluvia que comenzó el martes a las 16. Los propios vecinos lograron rescatar y evacuar a cientos de personas, antes de que llegara la Prefectura Naval. Y en medio de la faena, según reveló una fuente de la Cruz Roja, se toparon con decenas de cadáveres: “La mayoría de los que murieron era gente mayor, que no pudo escapar y se llegó tarde al rescate”. En medio de la desolación, los cortes de luz y la escasez de agua, cientos de personas salieron a donar ropa, alimentos y frazadas en distintos puntos de la ciudad, mientras se sumaban el Ejército, la Gendarmería y bomberos de varias partes de la provincia de Buenos Aires. Anoche se multiplicaban los cortes de calle en reclamo del restablecimiento de la electricidad. “Yo miraba en la tele la inundación en Buenos Aires y acá llovía y llovía. Cuando entró agua en mi casa ya era de noche y subió rápido. Me fui a socorrer un geriátrico con los chicos del barrio”, relató Mónica, una vecina de Los Hornos, que ayer ayudaba a sus tías en Tolosa, cerca del cruce de las avenidas 13 y 32. Sobre la vereda, ella y Lucía, su hija, fueron colocando muebles, ropa, sábanas y colchas mojadas. Por suerte, ayer salió el sol durante casi todo el día. El agua bajó por la mañana, dejando en la calle un tendal de autos abollados y repleto de hojas. En las calles 40 y 11, muy cerca de Tolosa, varios jóvenes del Centro Cultural del Sur pegaban carteles en las ventanas pidiendo ayuda. “Pedimos alimentos, colchones, ropa, agua, frazadas. Ahora estamos viendo si llevamos todo a los barrios más afectados o vamos a las facultades, porque ahí también juntan cosas”, explicó Verónica Sforzin, militante de Encuentro Nacional Popular Latinoamericano. En la esquina, una mujer y sus hijas pequeñas recogían maderas y otros elementos para levantar la casilla que tienen cerca de la bajada de la Autopista La Plata-Buenos Aires. La zona de desastre en Tolosa estaba delimitada entre desde las calles 532 a 520 entre la 8 y la 12. La mayoría de las casas son chalets, aunque también hay algunas partes más carenciadas. Los vecinos iban y venían cargando sus bicicletas con víveres, agua y a veces transportando colchones, como un muchacho que consiguió llevar el suyo a la terraza de la casa de su abuela. “Se arruinó el mueble del minibar, pero me quedaron las botellas”, bromeaba una señora, sobre la calle 9 y 530, que cargaba dos licores y un anís “para pasar la noche”. En los boulevards de la avenida 13 se veían cientos de autos, mayormente nuevos, “tirados” por sus dueños ante la desesperación de que se los lleve la corriente. Barrio adentro, Tolosa parecía un gran lavadero de coches. Algunos desarmaban los vehículos en plena vereda para secar las partes. De a ratos se oían el ruido impotente de los motores dañados por el agua o los gritos cargados de nerviosismo de los conductores remolcados. Los autos sanos también servían para darles corriente a otros autos y probar si podían arrancar los vehículos empapados. En una carpa blanca que la Cruz Roja local montó en la 7 y 522 desde la mañana, cientos de vecinos se acercaron para contar sus padecimientos. “De acá se los deriva a los colegios donde hay evacuados y se les toman los datos porque después vienen los familiares a preguntar por ellos”, contó un responsable de ese organismo. Luego recomendó a quienes quieren donar actualizarse sobre las necesidades de los afectados en el sitio www.cruzroja.org.ar. A la carpa se acercaba gente incesantemente a donar ropa y frazadas, mientras los damnificados retiraban lo que había. “Lo que más hace falta es elementos de higiene personal y elementos para limpiar las casas, como lavandina y secadores”, dijo uno de los voluntarios. Erica Fiol, una mujer que se acercó a pedir ropa para sus hijos, mostró a este cronista las fotos en su cámara de la inundación dentro de su casa, en 6 y 526. “Nos entró más de un metro y medio. Estoy con lo puesto”, afirmó. A cuatro cuadras, en la Escuela 89, más gente se acercaba a pedir víveres mientras iban yéndose los autoevacuados, a recuperar lo que se pudiera. “Vino gente a traer frazadas desde Berazategui”, contó Marcela, una de las maestras del colegio. La situación era mucho más caótica en la 2 bis y 515, un centro de evacuados ubicado en una zona más pobre de Tolosa. “El lugar lo pusimos nosotros a pedido de asociaciones y militantes del barrio, salimos a las apuradas a comprar lavandina para limpiar la escuela para que pueda dormir gente acá”, dijo la directora de la Escuela 60 a Página/12. Allí pedían colchones para los evacuados. Las colas para recibir ropa y un vasito de té eran incesantes, una docena de militantes barriales seleccionaban y clasificaban con bastante nerviosismo la ropa que iba llegando. En el primer piso de la Escuela 60, que estuvo resguardada por la Gendarmería y la Policía Bonaerense, una mujer amamantaba a su hijo nacido el lunes pasado. A su alrededor, correteaban sus otros cuatro niños. “Somos de Ringuelet, perdimos todo. Vivimos en una casa prefabricada de madera, que está toda podrida. A mí me dieron el alta hoy (por ayer), así que mi marido pasó la noche acá, durmiendo en los banquitos del colegio porque sólo consiguió colchonetas para los chicos”, dijo Soledad Silva, de 30 años. Su marido estaba en el hospital, pidiendo medicamentos. A dos cuadras de este colegio quedaba un gran charco por donde iban y venían los chicos en sus bicicletas llevándose donaciones, mientras una escuadrilla de girlscouts, de Villa Elisa, merodeaban con sus termos de café. Algunos vecinos se quejaron porque los supermercados estaban cerrados por falta de luz; otros, en silencio, tiraban sus pertenencias a la calle, donde se iba acumulando la basura sobre el agua. “Se me arruinaron todos los muebles y la camioneta, así que no tengo por qué ir a trabajar. Fumo y espero”, comentó Aníbal Iriarte, en short, descalzo y sin remera. El hombre compartía el sol de su pórtico con algunos de sus perros y su enorme colchón desplegado en el jardín. Por la tarde, en la calle 7, una de las principales de Tolosa, se fueron juntando los vecinos en las esquinas para ponerse al tanto de las novedades, escuchando la radio portátil. “Esto viene para largo, ya estamos en contacto con voluntarios de todo el país para que vengan a ayudarnos a repartir las donaciones”, decía el encargado de la carpa de la Cruz Roja. A cada rato se acercaban personas a preguntar por familiares evacuados. Más tarde, cuando comenzó a caer el sol, una larga fila de camionetas de la Policía Bonaerense se afincó en Tolosa. “Por ahora los rumores de saqueo son sólo eso: rumores. Pero el ánimo está muy caldeado. Es gente que nunca tiene estos problemas y me parece que no saben muy bien cómo reaccionar”, explicó un cabo de la Bonaerense, en plena recorrida por Tolosa. En algunos tramos de las calles en dirección a la Autopista Buenos Aires-La Plata había cortes y fogatas, mientras volvía, lento y por tramos, la luz que ilumina las avenidas. LOS HORNOS, VILLA GARIBALDI, ARANA, EN EL GRAN LA PLATA, ARRASADOS POR EL TEMPORAL “Acá perdieron todos, ricos y pobres” Por la noche, los vecinos organizaron cortes para reclamar por la falta de electricidad. Cientos de familias se reunían en las veredas. En las localidades más alejadas y postergadas del Gran La Plata, los efectos del temporal fueron devastadores, pero la solidaridad empató al malhumor y los reclamos, que se concretaron con una serie de cortes de calles. Los militantes barriales organizaron a propios y ajenos para recorrer las casas más afectadas, censar a los vecinos y sus necesidades y colectar toda la ayuda posible. Pasó en lugares como Los Hornos, Villa Garibaldi, Arana y el barrio San Carlos, donde tuvieron un plus que empeoró lo llovido: el desborde de varios arroyos. Los campos quedaron como esteros y, por la noche, sólo se veían las luces de los autos en medio del apagón, agigantado por el cielo abierto y los matorrales. Los vecinos denunciaron que la ayuda llegó mucho más tarde allí que en Tolosa, la otra localidad platense castigada por la lluvia. –Buenas tardes, señora, ¿no tiene nada para donar? Estamos juntando ropa, comida, colchones, lo que tenga hasta que llegue más ayuda. –Sí, chicas. Ya las estaba esperando. Ahora les traigo una bolsas de ropa que separé esta mañana. –Muchas gracias, señora. –Por favor, no es nada. Eso sí, les pido que esto llegue rápido a la gente que lo necesita y cuiden bien todo lo que les doy. –No se preocupe, esto se lo damos a la gente del barrio en la mano, no pasa por ningún depósito. Las chicas que recorrían Villa Garibaldi, sobre la calle 7 y 630, en las afueras de La Plata, eran seis y tenían entre 4 y 12 años. “Mi papá es referente del barrio y me mandó a buscar alimentos y ropa con este cuaderno. Acá anoto lo que nos entregan y también censamos a los vecinos que están mal. Les tomamos el teléfono para llamarlos”, le explicó a Página/12 una niña de 8 años, hija de un dirigente ligado a La Cámpora. Eran las 18 y el pequeño grupo ya se dirigía a la organización kirchnerista para dejar lo recolectado y salir por más. En el camino se veían pocos almacenes abiertos y algunos supermercados hacían esperar a la gente afuera, por lo que había que hacer la cola para llevar alimentos y velas, si es que quedaban. Muchas casaquintas continuaban anegadas por la subida de varios brazos del arroyo El Pescado. “Nosotros nos levantamos con el arroyo adentro, la casa de enfrente está peor. Le dijimos al vecino que haga unos agujeritos en el muro para que el agua salga a la calle. Y ahí lo ves. Todavía sigue drenando agua”, contó Gonzalo, quien junto a su pareja, Selene, desinfectaba la casa antes de que cayera la noche y se acabara la luz natural. “Acá perdieron todos. Ricos y pobres. Quedamos destruidos”, dijo Selene, en la puerta de su chalet, en 640 y 7. Sobre esta última calle había dos cortes mantenidos por los vecinos en reclamo de energía eléctrica. Alrededor de 200 mil personas estaban sin este servicio en La Plata y sus alrededores. “La mayoría tiene bombeadores eléctricos, así que sin luz no hay agua. Esto se puede poner peor”, dijo Gonzalo. Por la ruta, esquivando los cortes, se veían las luces de varios patrulleros. Los vecinos aguardaban al menos la llegada de camiones cisterna con agua. A los costados de la calle 640, que une Villa Garibaldi con Arana, las banquinas estaban inundadas y los vecinos sorteaban los charcos en bicicleta llevando bidones de agua y alimento. Más adelante, sobre la avenida 137, una de las arterias de Los Hornos, el panorama era desolador. Cientos de familias se reunían en las veredas, junto a los muebles que habían logrado rescatar la noche anterior, y hacían fuego para cocinar la cena bajo el cielo despejado. Los más afortunados tenían garrafitas con hornallas y la preciada radio a pilas. En los matorrales que preceden a la cárcel de Los Hornos, muchos damnificados desecharon cocinas, heladeras y distintos muebles, además de cientos de bolsas con residuos. Cuando se fue la luz natural se levantaron algunos piquetes de la avenida 137, patrullada también por la Gendarmería. En la zona del Cementerio de La Plata los semáforos estaban apagados y el tránsito fluía con cierto nerviosismo ante la posibilidad de nuevos cortes. “Abrimos hasta la medianoche, después no pongo las manos en el fuego ni por mi vieja”, dijo un comerciante en 137 y 66. Mientras se hacía la cena y nacían nuevos piquetes cerca del acceso a la autopista La Plata-Buenos Aires, aumentaba la cantidad de móviles policiales que se dirigían a Los Hornos, una zona tan castigada como Tolosa, para evitar robos, saqueos u ocupaciones; también para constatar la presencia o no de personas dentro de las viviendas afectadas. El temor a que haya más gente fallecida seguía flotando en los barrios alejados. Hoy llegarían los hospitales móviles prometidos por el ministro de Salud, Alejandro Collia. Muchos vecinos temían trasladarse a los centros médicos, en medio del apagón y la incertidumbre que genera. 04/04/13 Página|12 GB

miércoles, 3 de abril de 2013

LA REBELION DEL GAUCHO RIVERO.

El 26 de agosto de 1833 se produjo la heroica sublevación de un grupo de gauchos e indios en las Islas Malvinas, acaudillados por el gaucho Rivero, un precursor de la unidad de las banderas de la justicia social y de la soberanía nacional en las luchas populares. Antecedentes 1833 no fue un buen año para la Confederación Argentina. Don Juan Manuel de Rosas, a pesar de la ayuda que ha brindado a los Treinta y tres orientales es, todavía, solamente el astuto estanciero de Los Cerrillos; no se ha plasmado aún en plenitud su personalidad de gran caudillo nacional. Ha finalizado su primer gobierno de Buenos Aires en diciembre de 1832, ha rechazado en varias oportunidades su reelección en la Sala de Representantes, y marcha a la expedición al desierto. Lo sucede en el gobierno de la provincia Juan Ramón Balcarce, un federal íntegro aunque moderado, que empieza por cometer el error de designar ministro de guerra a su primo Enrique Martínez, cabeza de los “lomonegros” y de la política antirrosista. Al déficit económico público habría que sumar los estragos producidos por las continuas sequías, y ahora también el reclamo por parte de la Casa Baring del préstamo otorgado durante la administración de Rivadavia en 1824. Port Louis - Acuarela de Conrad Martes. Port Louis La esposa de Rosas, doña Encarnación Ezcurra, acosada en Buenos Aires, le escribe al brigadier general en campaña: “... lo mismo me peleo con los cismáticos que con los apostólicos débiles, pues los que me gustan son los de hacha y tiza”. Es que se está gestando -misteriosamente, en forma lenta pero firme- la Revolución de los Restauradores. Mientras, muy lejos de Buenos Aires, se había producido la usurpación británica a las Islas Malvinas por los marinos ingleses de la corbeta Clío. El capitán Oslow había dejado encargado al colono irlandés William Dickson la administración del archipiélago, y la misión de izar el pabellón británico cada vez que un barco se aproximara a puerto. El gobernador Luis Vernet había renunciado a su cargo en marzo de 1833 a fin de evitarse problemas con Gran Bretaña; regresó a Buenos Aires, pero siguió desarrollando normalmente, con la autorización inglesa y a través de sus capataces, la administración de sus negocios particulares en la colonia de Puerto Louis. Desde tiempo atrás, un vivo descontento cundía entre los peones de Vernet, en razón de la explotación a que eran sometidos. Además, la paga se les abonaba no en dinero, sino en vales emitidos por el propio ex-gobernador, y que para colmo Dickson, que oficiaba a la vez de despensero de la colonia, no aceptaba. Por otra parte, les prohibían matar ganado manso para alimentarse, obligándolos a cazar animales chúcaros. La indignación creció cuando luego de la usurpación se comprobó que los explotadores actuaban en perfecta armonía con los extranjeros que izaban la insignia británica. La rebelion de los gauchos. El 26 de agosto de 1833 un grupo de ocho peones, todos analfabetos, acaudillados por el gaucho entrerriano Antonio Rivero, se sublevó y atacó a los encargados del establecimiento, dando muerte a cinco personas, entre ellas al capataz Simón y al despensero William Dickson. Luego se instalaron en la vivienda principal, arriaron la bandera inglesa e izaron la azul y blanca. En días subsiguientes, el resto de los colonos cuyas vidas habían sido respetadas pudieron escapar y permanecieron refugiados en el pequeño islote Peat. Así, ambos grupos vivieron separados durante varios meses, sufriendo avatares diversos. Finalmente, los primeros días de 1834, dos buques británicos llegan a la isla Soledad para recuperar la usurpación, organizando una partida armada para capturar a los gauchos, los que a su vez sufren una traición y una deserción antes de huir al interior de la isla. No les resultó fácil a los ingleses, que necesitaron enviar varias expediciones, pero por fin logran apresar a los peones, engrillarlos y conducirlos detenidos a Gran Bretaña para ser juzgados. Allí permanecen por varios meses presos hasta que el ministerio fiscal, estudiados los antecedentes del caso, le aconseja al Almirantazgo dejarlos en libertad y embarcarlos de vuelta a Buenos Aires, lo que así ocurre. Se ha afirmado -aunque sin demostrarlo- que el gaucho Antonio Rivero perdió la vida mucho después, luchando valientemente para la Confederación en el combate de la Vuelta de Obligado. Fuentes: - Investigación histórica de Pablo Hernández y Horacio Chitarroni. Prof GB

MALVINAS PARTE II

Luis Vernet de Hamburgo y Jorge Pacheco de Buenos Aires, se asocian y solicitan al gobierno de Buenos Aires la autorización para el comercio de carnes, cueros y ganado vacuno en la isla Oriental de Malvinas. Para ello ofrecían la refacción de los edificios para tenerlos a disposición de las autoridades, haciéndose cargo de las reparaciones y ampliaciones. El 28 de agosto de 1823 por decreto firmado por Martín Rodríguez y Bernardino Rivadavia acordándoles la concesión, con habilitación para usufructuar los bienes referidos, agrega el Gobierno de Buenos Aires... "en la inteligencia que semejante concesión jamás podrá privar al Estado del derecho que tiene a disponer de aquel territorio del modo que crea más conveniente a los intereses generales de la Provincia, y lo cual se verificará tan luego que sus recursos le proporcionen el poder de establecerse en él de un modo efectivo y permanente...". En diciembre de 1823 Pacheco se dirigió al gobierno solicitándole, la autorización para la partida hacia Malvinas y la petición para que el capitán de milicias retirado Don Pedro Areguatí, se le otorgue el título de Comandante de Soledad, sin. goce de sueldo. Fundamenta la petición con los siguientes términos: "De este modo Señor Exmo. se posesiona la provincia de aquella abandonada Isla, y aun hace que paguen los buques el derecho de anclaje de que escrupulosamente se dará cuenta al erario (sic), porque Areguatí piensa formar de los mismos peones una Compañía de cívicos con sus cabos y sargentos, para darle a esta operación toda la representación posible en obsequio de una propiedad (sic), de la Patria, 'levando las armas y municiones de cuenta de la negociación, y si V.E. tuviese a bien destinar algunos cañones de fierro para defender el punto de incursiones de piratas en aquellas abandonadas baterías, serían reparadas, y puestas en aptitud de que sirvan al Gobierno para restablecer el presidio". El gobierno atendió el pedido y bajo decreto del 18 de diciembre de 1823, otorga los terrenos bajo la precisa obligación de hacer constar "la mensura y amojonamiento para que pueda optar a los títulos de propiedad". También se nombra a Areguatí como Comandante de la Isla, haciendo saber su decreto a todas las personas "para que lo reconozcan por comandante a fin de que se conserve el orden y se eviten excesos". Disponiendo "a todo buque que arribase, ya sea por aguada, víveres u otro motivo, se le cobrará el derecho de ancoraje". Por otro decreto se le concede a Vernet los terrenos baldíos de la Isla Soledad y de los Estados y a Pacheco los terrenos de la parte sudeste de la isla, con la promesa de parte de estos de edificar a su cargo una colonia en el lapso de tres años. El gobierno de Buenos Aires nombra a Luis Vernet como Comandante Político y Militar, delegándose "en su persona toda la autoridad y jurisdicción necesaria" Vernet, pasa de ser un modesto concesionario, a representante político del Gobierno bonaerense, en el sello de la documentación se podía leer, "Armas de la Patria. Comandancia de Malvinas y adyacentes". Vernet, preparó mapas, nombró agentes en el exterior, para promover la llegada de colonos, segmentó las islas en partes (11), y otorgó tierras para la radicación y explotación. En el año 1831 Vernet diseñó un plan para organizar la caza de ballenas y focas, en aplicación de la ley de pesca. Acorde con estas leyes se tomaron medidas punitivas contra tres goletas norteamericanas: Superior, Harriet y Breakwater, de estas tres dos fueron capturadas, lo que generó graves problemas diplomáticos con los Estados Unidos y obviamente con su cónsul en Buenos Aires, Jorge Slacum, que justamente era representante de los intereses económicos de dichos pesqueros. Como no podía ser de otra forma, los "primos" de los piratas ingleses, encabezados por el cónsul Slacum quién mandó utilizar la fuerza con su corbeta de guerra, Lexington, al mando del Comandante Silas Duncan, éste desembarcó en las islas ocupó los edificios, capturó a los "culpables" de la detención de las naves pesqueras norteamericanas y destruyó todo a su paso, incautando todas las mercaderías del almacén más cueros y herramientas. Regresando a Montevideo en febrero de 1832. A causa de la destrucción de los norteamericanos, Vernet solicitó al gobierno nacional equipamiento y voluntarios para la tarea de reconstruir la colonia, porque sólo habían quedado veintitrés habitantes. Juan Manuel de Rosas, nombra al Sargento Mayor de Artillerías, Esteban José Francisco Mestivier, como Comandante Civil y Militar de las Islas Malvinas, el 10 de septiembre de 1832 el Ministerio de Guerra y Marina decreta dicho nombramiento. La goleta Sarandí arriba a Malvinas el 10 de octubre, ante la tropa y habitantes asume sus funciones de Comandante Mestivier. Meses después una sublevación de los efectivos desata una rebelión en la que pierde la vida el Comandante Mestivier. Cuando el comandante Pinedo de la goleta Sarandí llega a puerto días después, se encuentra con las novedades, por lo que tiene que asumir el cargo de comandante interino. El 2 de enero de 1833 arribó al puerto el navío de guerra de bandera inglesa, Clio, al mando de John James Onslow. Pinedo ni intentó defender la posesión, embarcó la tropa y zarpó rumbo a Buenos Aires, dejando izada en tierra la Bandera Argentina, al cuidado de Juan Simón, a quien nombró Comandante Político y Militar de las Islas. Desde hace 171 años el invasor inglés mantiene en su poder las Islas Malvinas, sólo por breves e inolvidable momentos "Ellas" retornaron a sus legítimos dueños .. los argentinos. Ahora cada uno de nosotros debe imponerse un deber, enseñar y difundir a sus hijos y familiares la Historia de Nuestras Malvinas. Rosas y Malvinas Muchos acusan a Rosas de entreguista por el hecho de haber ofrecido a los ingleses las Malvinas por el pago del empréstito adeudado. Esa acusación, es no conocer la picardía y astucia diplomática de Rosas. Si bien hubo litigios desde tiempo atrás, lo cierto es que para 1829 la Confederación ejercía la ocupación y el derecho sobre las islas, sin cuestionamientos. Para esa fecha, un grupo de comerciantes ingleses interesados en la explotación ovina y de trafico marino, liderados por Mr John Thwaites, incitan a Woodbine Parish, que roba roba los documentos y antecedentes que se encontraban en el Archivo de Gobierno de Buenos Aires y el diecinueve de noviembre de 1829 escribe al Foreign Office que las islas, de alto valor estratégico para el Foreign Office, deben ser obtenidas para Inglaterra, en “pago” del empréstito Baring. Forbes, representante norteamericano, denuncia la maniobra destacando el valor estratégico. Inglaterra entonces decide tomarlas por la fuerza. La ocupación se produce durante el gobierno de Balcarce, y a mediados de 1833 se comenta en Londres que el gobierno argentino retiraría su representante, lo que preocupa a los comerciantes. Instalado Rosas en el poder, nunca consentirá la ocupación, sino que trata de recuperarla con picardía diplomática; en efecto, se las ofrece en transacción por el empréstito a los ingleses en forma extraoficial a través de Moreno, para que , en caso de ser aceptado el ofrecimiento, fuera rechazado por la Legislatura provincial, pero quedaría el reconocimiento ingles sobre los derechos de la provincia. Similar estrategia usaría respecto a la Patagonia, que los ingleses no reconocían como nuestra. Esto surge claramente de la interpretación de una carta dirigido por David Robertson de la casa central Baring, a Ferdinand White, representante de Baring en Buenos Aires: “Ud. no desconocerá que Rosas ofreció arrendar una porción de la Patagonia a la Casa Baring a manera de una seguridad colateral por esta deuda. Los señores Baring declinaron considerar la cuestión a causa, según yo creo, de que tenía dudas sobre si la Patagonia pertenecía a Buenos Aires y se supone que una de las razones por la cuales Rosas hizo el ofrecimiento fue conseguir de Inglaterra la sanción de los derechos de Buenos Aires a la Patagonia”. Cabe aclarar que Baring no era solo uno financista usurero, sino que además era un asesor financiero del gobierno ingles. Lamentablemente esta vez la astucia de Rosas no alcanzo a engañar la experiencia del la diplomacia pirata. Por otro lado, Rosas peleaba en dos frentes al mismo tiempo. Prof GB LAGAZETAFEDERAL.COM.AR