jueves, 4 de abril de 2013
LA PLATA.
AL MENOS 48 MUERTOS, UNOS 3000 EVACUADOS Y MAS DE 80 MIL PERSONAS SIN LUZ TRAS UN TEMPORAL SIN PRECEDENTES
El agua tendió en La Plata su trampa mortal
La gran cantidad de agua caída en pocas horas, que no logró ser absorbida, anegó calles, ingresó a viviendas y arrastró autos. La mayoría de las víctimas son personas mayores que murieron ahogadas. Tres días de duelo nacional.
Una lluvia de una intensidad sin precedentes que se abatió en la noche del martes sobre la ciudad de La Plata convirtió a la capital bonaerense en una trampa mortal. En pocas horas, el agua anegó calles, se metió en las viviendas, en algunos casos hasta una altura superior al metro y medio, y arrastró automóviles hasta provocar la muerte de al menos 48 personas, según confirmaron anoche autoridades bonaerenses. El saldo, sin embargo, puede ser aún peor: los funcionarios a cargo de la emergencia temen que cuando terminen de bajar las aguas puedan aparecer más víctimas fatales. Más de 3000 personas tuvieron que evacuarse, aunque muchas de ellas anoche volvieron a sus viviendas. Y las personas sin luz superaban las 80 mil, con lo que barrios enteros quedaron a oscuras, lo que hacía crecer los temores a robos y saqueos. Por eso se dispuso un despliegue de fuerzas de seguridad en esos lugares. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner voló por la tarde a la localidad de Tolosa, en el Gran La Plata, una de las zonas más afectadas, y luego se trasladó al Barrio Mitre, en el porteño barrio de Saavedra. Antes había suspendido sus actividades oficiales y decretó tres días de duelo nacional. La magnitud de la tragedia platense desencadenó una ola de solidaridad: distintas organizaciones de todo el país promovieron colectas y donaciones para acercar a los damnificados.
Hasta el martes por la tarde, los vecinos de La Plata habían sido espectadores del desastre que, horas antes, había afectado a los porteños, donde el temporal había dejado a la madrugada un saldo de seis muertos. Todo cambió a partir de las 19. La lluvia se hizo más intensa, al punto que las posibilidades de escurrimiento quedaron virtualmente superadas y el agua, que primero anegó las calles, se metió en las viviendas y apiló autos en las zonas céntricas y en la periferia. Así, el fenómeno no hizo diferencias de clase: afectó tanto a barrios humildes como a zonas de clase media.
“Muchas de las víctimas fatales son personas mayores que quedaron atrapadas en sus casas”, dijo a Página/12 un vocero de la Cruz Roja. Otras personas fallecieron atrapadas en sus vehículos, que quedaron cubiertos por el agua, o en la calle, arrastrados por la corriente. De las 48 víctimas fatales, a las 22 de ayer habían sido identificadas la mitad: 23 eran mayores de 50 años y una tenía 21. El trabajo de identificación se hacía en conjunto con el Ministerio de Justicia de la Nación y se estima que en las primeras horas de hoy se tendría la identidad de todas las víctimas fatales.
Las zonas más afectadas fueron las localidades de Tolosa y Ringuelet y los barrios de Villa Elvira, Los Hornos, San Carlos y Altos de San Jorge, en La Plata, así como la franja de las calles 32 a la 40, en el centro de la ciudad. Según el observatorio del Servicio Meteorológico Nacional, la cantidad de agua caída en La Plata fue de 181 milímetros en 24 horas, pero de acuerdo con lo registrado por la Universidad Nacional de La Plata, en algunas zonas de la ciudad superó los 300 milímetros en apenas unas horas. La magnitud del fenómeno obligó a las autoridades a habilitar 33 centros de evacuación, improvisados en escuelas, clubes y sociedades de fomento. Al personal de Defensa Civil y Cruz Roja, se sumó una importante cantidad de voluntarios pertenecientes a organizaciones sociales, barriales y políticas.
“La gente lo que tiene es temor, más allá de lo que perdió; tiene miedo ahora a la noche por la seguridad”, dijo ayer a la tarde la Presidenta, en Tolosa, a donde llegó en un helicóptero para recorrer la zona afectada. Allí vive su madre, Ofelia Wilhelm, quien también sufrió los efectos de la inundación. “Está sin luz, pero no se quiere ir de la casa”, contó CFK. Luego se trasladó a Villa Elvira, sobrevoló las zonas inundadas y finalmente fue hasta la gobernación, donde se entrevistó con el gobernador Daniel Scioli.
Tras la reunión, el gobernador anunció “un amplio operativo de prevención y seguridad ciudadana”, ante el temor por posibles robos y saqueos. Es que al mediodía, voceros policiales habían reportado el saqueo del depósito de un supermercado en la localidad de Ringuelet, por parte de un grupo de personas. Y la oscuridad reinante en barrios enteros obligaba a muchas personas a quedarse en casas anegadas para defender sus pertenencias de posibles robos. Por lo pronto, unos cuatrocientos efectivos de la Bonaerense fueron afectados al patrullaje de los barrios afectados. “Tienen instrucción de hacer un testeo casa por casa para saber de la existencia o no de ocupantes”, dijo el ministro de Seguridad provincial, Ricardo Casal.
Por su parte, la Nación aportó unos doscientos efectivos de fuerzas federales: de Policía Federal, a través de integrantes del Grupo Especial de Rescate y el Cuerpo de Bomberos, y miembros de Prefectura y Gendarmería. También el Ministerio de Defensa envió a 131 efectivos del Ejército. En tanto, el Ministerio de Salud de la Nación destinó dos unidades sanitarias provistas de médicos, vacunas, medicamentos y psicólogos para asistir a los afectados.
Allí donde todavía no habían llegado las fuerzas de seguridad, los vecinos prendían fogatas en las esquinas y montaban su propia autodefensa para proteger el barrio y sus viviendas.
Otro de los problemas que afectaba a los pobladores, incluso con más riesgos que el de la seguridad, era la falta de agua potable. Ayer se pusieron en marcha dos plantas potabilizadoras para proveer a los damnificados, pero no parecían suficientes para atender tanta demanda. Otras de las necesidades de los afectados era el suministro de colchones, frazadas y ropa, ya que sus pertenencias quedaron inutilizadas por la inundación.
En forma espontánea, esos elementos comenzaron a ser reunidos por organizaciones solidarias, universidades y gobierno provinciales (ver nota aparte). Scioli también dispuso el lanzamiento de “líneas de crédito bancario para dar respaldo y acompañamiento a las familias en este marco de desastre” (ver recuadro).
El gobierno bonaerense aclaró anoche que el asueto educativo sólo involucra a las escuelas afectadas por la inundación o al albergue de evacuados y anunció que habrá dos hospitales móviles recorriendo los lugares más comprometidos por la catástrofe. En conferencia de prensa, los funcionarios que integran el comité de crisis garantizaron la atención en los nueve hospitales de la capital provincial.
En tanto, los gremios involucrados en conflictos salariales resolvieron suspender las medidas de fuerza que tenían previstas para los próximos días. Los médicos de la Cicop, entonces, no pararán hoy y mañana, como lo habían dispuesto, mientras que los docentes del Frente Gremial pospusieron las medidas que habían anunciado para la semana próxima.
El ministro de Infraestructura, Alejandro Arlía, estimó que anoche quedaban “sólo 20 mil usuarios sin luz en la ciudad de La Plata (unas 80 mil personas), de los 120 mil que había sin servicio” al principio del día. Explicó que a raíz del temporal “salieron de funcionamiento dos subestaciones y se inundaron 25 cámaras subterráneas”. Por su parte, el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, aclaró que hoy “no habrá asueto administrativo”, aunque señaló que se tomará en cuenta la situación por la que atraviesan muchos empleados públicos que sufrieron los daños por el temporal.
El ministro de Desarrollo Social, Martín Ferré, informó que “se trabaja en conjunto con la Nación y el municipio para asistir a los damnificados con agua potable, colchones y frazadas” y anunció que “se instalaron desde esta noche cocinas de campaña del Ejército para que todos puedan tener un plato caliente de comida”.
El desastre también tuvo su impacto económico. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), por lo menos 3910 pequeños y medianos comercios de Buenos Aires y La Plata fueron afectados por el temporal, con una pérdida estimada en 530 millones de pesos. La organización reclamó que se declare el “estado de emergencia económica y social”, con prórrogas para el pago de impuestos, la modificación de la ley de subsidios en la ciudad y la creación en la provincia de un fondo indemnizatorio para catástrofes naturales.
Créditos para damnificados
El Banco Provincia lanzó una línea de créditos blandos para las personas afectadas por las graves inundaciones en territorio bonaerense, con el objetivo de asistir a las familias en la reparación de los daños materiales. El anuncio fue realizado por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, tras reunirse con la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, en la ciudad de La Plata. A través de un comunicado distribuido ayer a la tarde, la entidad bancaria detalló que se trata de préstamos de hasta 50 mil pesos, a 48 meses de plazo y con una tasa de interés fija del 9,9 por ciento anual. Los damnificados pueden obtener más información llamando al 0810-2222-776. Estos préstamos se suman a la línea que para personas físicas, locales comerciales y consorcios de edificios afectados por las inundaciones puso a disposición el Banco Ciudad en el área capitalina. Dichos créditos podrán solicitarse presentando el certificado de daño ambiental o una constancia de inicio de ese trámite en los Centros de Gestión y Participación Comunal. La tasa de interés que propuso el Banco Ciudad va de cero al 13 por ciento y los montos de 5 mil a 120 mil pesos, según el caso.
Condolencias del papa Francisco
El papa Francisco envió condolencias a los familiares de las víctimas del temporal que azotó a Buenos Aires, La Plata y el área metropolitana y dirigió “un abrazo fraterno para todos los amigos argentinos que sufren a causa de las inundaciones”. En una carta recibida en la Nunciatura Apostólica y firmada por el secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, el pontífice expresa “su particular cercanía espiritual a todos los damnificados y sus familiares”. Bergoglio también alentó a “las instituciones civiles y eclesiales y a las personas de buena voluntad, a prestar con caridad y espíritu de solidaridad cristiana, la necesaria ayuda a quienes han perdido sus hogares o sus bienes”. “El Papa imparte a los afectados y a quienes los socorren la bendición apostólica como signo de su cercanía al querido pueblo argentino”, afirma la carta. En el portal del Vaticano News.Va, el pontífice expresó: “Tenemos familiares que han vivido situaciones similares, y sabemos lo difícil que es perder un familiar, la casa, los recuerdos de toda una vida, los frutos de años de trabajo; y luego comenzar casi de cero, limpiando el barro que lo recubre todo y tratando de recuperar lo que se pueda”.
“Somos de Ringuelet, no nos quedó nada”
Pese a que llovía desde la tarde, el agua subió muy rápido. Los mismos vecinos, con militantes barriales y docentes se organizaron para rescatar y evacuar a cientos de personas antes de la llegada de la Prefectura.
Las localidades de Los Hornos y Tolosa, en el Gran La Plata, amanecieron sumergidas en un metro y medio de agua, luego de una incesante lluvia que comenzó el martes a las 16. Los propios vecinos lograron rescatar y evacuar a cientos de personas, antes de que llegara la Prefectura Naval. Y en medio de la faena, según reveló una fuente de la Cruz Roja, se toparon con decenas de cadáveres: “La mayoría de los que murieron era gente mayor, que no pudo escapar y se llegó tarde al rescate”. En medio de la desolación, los cortes de luz y la escasez de agua, cientos de personas salieron a donar ropa, alimentos y frazadas en distintos puntos de la ciudad, mientras se sumaban el Ejército, la Gendarmería y bomberos de varias partes de la provincia de Buenos Aires. Anoche se multiplicaban los cortes de calle en reclamo del restablecimiento de la electricidad.
“Yo miraba en la tele la inundación en Buenos Aires y acá llovía y llovía. Cuando entró agua en mi casa ya era de noche y subió rápido. Me fui a socorrer un geriátrico con los chicos del barrio”, relató Mónica, una vecina de Los Hornos, que ayer ayudaba a sus tías en Tolosa, cerca del cruce de las avenidas 13 y 32. Sobre la vereda, ella y Lucía, su hija, fueron colocando muebles, ropa, sábanas y colchas mojadas. Por suerte, ayer salió el sol durante casi todo el día. El agua bajó por la mañana, dejando en la calle un tendal de autos abollados y repleto de hojas.
En las calles 40 y 11, muy cerca de Tolosa, varios jóvenes del Centro Cultural del Sur pegaban carteles en las ventanas pidiendo ayuda. “Pedimos alimentos, colchones, ropa, agua, frazadas. Ahora estamos viendo si llevamos todo a los barrios más afectados o vamos a las facultades, porque ahí también juntan cosas”, explicó Verónica Sforzin, militante de Encuentro Nacional Popular Latinoamericano. En la esquina, una mujer y sus hijas pequeñas recogían maderas y otros elementos para levantar la casilla que tienen cerca de la bajada de la Autopista La Plata-Buenos Aires.
La zona de desastre en Tolosa estaba delimitada entre desde las calles 532 a 520 entre la 8 y la 12. La mayoría de las casas son chalets, aunque también hay algunas partes más carenciadas. Los vecinos iban y venían cargando sus bicicletas con víveres, agua y a veces transportando colchones, como un muchacho que consiguió llevar el suyo a la terraza de la casa de su abuela. “Se arruinó el mueble del minibar, pero me quedaron las botellas”, bromeaba una señora, sobre la calle 9 y 530, que cargaba dos licores y un anís “para pasar la noche”.
En los boulevards de la avenida 13 se veían cientos de autos, mayormente nuevos, “tirados” por sus dueños ante la desesperación de que se los lleve la corriente. Barrio adentro, Tolosa parecía un gran lavadero de coches. Algunos desarmaban los vehículos en plena vereda para secar las partes. De a ratos se oían el ruido impotente de los motores dañados por el agua o los gritos cargados de nerviosismo de los conductores remolcados. Los autos sanos también servían para darles corriente a otros autos y probar si podían arrancar los vehículos empapados.
En una carpa blanca que la Cruz Roja local montó en la 7 y 522 desde la mañana, cientos de vecinos se acercaron para contar sus padecimientos. “De acá se los deriva a los colegios donde hay evacuados y se les toman los datos porque después vienen los familiares a preguntar por ellos”, contó un responsable de ese organismo. Luego recomendó a quienes quieren donar actualizarse sobre las necesidades de los afectados en el sitio www.cruzroja.org.ar. A la carpa se acercaba gente incesantemente a donar ropa y frazadas, mientras los damnificados retiraban lo que había.
“Lo que más hace falta es elementos de higiene personal y elementos para limpiar las casas, como lavandina y secadores”, dijo uno de los voluntarios. Erica Fiol, una mujer que se acercó a pedir ropa para sus hijos, mostró a este cronista las fotos en su cámara de la inundación dentro de su casa, en 6 y 526. “Nos entró más de un metro y medio. Estoy con lo puesto”, afirmó. A cuatro cuadras, en la Escuela 89, más gente se acercaba a pedir víveres mientras iban yéndose los autoevacuados, a recuperar lo que se pudiera. “Vino gente a traer frazadas desde Berazategui”, contó Marcela, una de las maestras del colegio.
La situación era mucho más caótica en la 2 bis y 515, un centro de evacuados ubicado en una zona más pobre de Tolosa. “El lugar lo pusimos nosotros a pedido de asociaciones y militantes del barrio, salimos a las apuradas a comprar lavandina para limpiar la escuela para que pueda dormir gente acá”, dijo la directora de la Escuela 60 a Página/12. Allí pedían colchones para los evacuados. Las colas para recibir ropa y un vasito de té eran incesantes, una docena de militantes barriales seleccionaban y clasificaban con bastante nerviosismo la ropa que iba llegando.
En el primer piso de la Escuela 60, que estuvo resguardada por la Gendarmería y la Policía Bonaerense, una mujer amamantaba a su hijo nacido el lunes pasado. A su alrededor, correteaban sus otros cuatro niños. “Somos de Ringuelet, perdimos todo. Vivimos en una casa prefabricada de madera, que está toda podrida. A mí me dieron el alta hoy (por ayer), así que mi marido pasó la noche acá, durmiendo en los banquitos del colegio porque sólo consiguió colchonetas para los chicos”, dijo Soledad Silva, de 30 años. Su marido estaba en el hospital, pidiendo medicamentos.
A dos cuadras de este colegio quedaba un gran charco por donde iban y venían los chicos en sus bicicletas llevándose donaciones, mientras una escuadrilla de girlscouts, de Villa Elisa, merodeaban con sus termos de café. Algunos vecinos se quejaron porque los supermercados estaban cerrados por falta de luz; otros, en silencio, tiraban sus pertenencias a la calle, donde se iba acumulando la basura sobre el agua. “Se me arruinaron todos los muebles y la camioneta, así que no tengo por qué ir a trabajar. Fumo y espero”, comentó Aníbal Iriarte, en short, descalzo y sin remera. El hombre compartía el sol de su pórtico con algunos de sus perros y su enorme colchón desplegado en el jardín.
Por la tarde, en la calle 7, una de las principales de Tolosa, se fueron juntando los vecinos en las esquinas para ponerse al tanto de las novedades, escuchando la radio portátil. “Esto viene para largo, ya estamos en contacto con voluntarios de todo el país para que vengan a ayudarnos a repartir las donaciones”, decía el encargado de la carpa de la Cruz Roja. A cada rato se acercaban personas a preguntar por familiares evacuados. Más tarde, cuando comenzó a caer el sol, una larga fila de camionetas de la Policía Bonaerense se afincó en Tolosa.
“Por ahora los rumores de saqueo son sólo eso: rumores. Pero el ánimo está muy caldeado. Es gente que nunca tiene estos problemas y me parece que no saben muy bien cómo reaccionar”, explicó un cabo de la Bonaerense, en plena recorrida por Tolosa. En algunos tramos de las calles en dirección a la Autopista Buenos Aires-La Plata había cortes y fogatas, mientras volvía, lento y por tramos, la luz que ilumina las avenidas.
LOS HORNOS, VILLA GARIBALDI, ARANA, EN EL GRAN LA PLATA, ARRASADOS POR EL TEMPORAL
“Acá perdieron todos, ricos y pobres”
Por la noche, los vecinos organizaron cortes para reclamar por la falta de electricidad. Cientos de familias se reunían en las veredas.
En las localidades más alejadas y postergadas del Gran La Plata, los efectos del temporal fueron devastadores, pero la solidaridad empató al malhumor y los reclamos, que se concretaron con una serie de cortes de calles. Los militantes barriales organizaron a propios y ajenos para recorrer las casas más afectadas, censar a los vecinos y sus necesidades y colectar toda la ayuda posible. Pasó en lugares como Los Hornos, Villa Garibaldi, Arana y el barrio San Carlos, donde tuvieron un plus que empeoró lo llovido: el desborde de varios arroyos. Los campos quedaron como esteros y, por la noche, sólo se veían las luces de los autos en medio del apagón, agigantado por el cielo abierto y los matorrales. Los vecinos denunciaron que la ayuda llegó mucho más tarde allí que en Tolosa, la otra localidad platense castigada por la lluvia.
–Buenas tardes, señora, ¿no tiene nada para donar? Estamos juntando ropa, comida, colchones, lo que tenga hasta que llegue más ayuda.
–Sí, chicas. Ya las estaba esperando. Ahora les traigo una bolsas de ropa que separé esta mañana.
–Muchas gracias, señora.
–Por favor, no es nada. Eso sí, les pido que esto llegue rápido a la gente que lo necesita y cuiden bien todo lo que les doy.
–No se preocupe, esto se lo damos a la gente del barrio en la mano, no pasa por ningún depósito.
Las chicas que recorrían Villa Garibaldi, sobre la calle 7 y 630, en las afueras de La Plata, eran seis y tenían entre 4 y 12 años. “Mi papá es referente del barrio y me mandó a buscar alimentos y ropa con este cuaderno. Acá anoto lo que nos entregan y también censamos a los vecinos que están mal. Les tomamos el teléfono para llamarlos”, le explicó a Página/12 una niña de 8 años, hija de un dirigente ligado a La Cámpora. Eran las 18 y el pequeño grupo ya se dirigía a la organización kirchnerista para dejar lo recolectado y salir por más.
En el camino se veían pocos almacenes abiertos y algunos supermercados hacían esperar a la gente afuera, por lo que había que hacer la cola para llevar alimentos y velas, si es que quedaban. Muchas casaquintas continuaban anegadas por la subida de varios brazos del arroyo El Pescado. “Nosotros nos levantamos con el arroyo adentro, la casa de enfrente está peor. Le dijimos al vecino que haga unos agujeritos en el muro para que el agua salga a la calle. Y ahí lo ves. Todavía sigue drenando agua”, contó Gonzalo, quien junto a su pareja, Selene, desinfectaba la casa antes de que cayera la noche y se acabara la luz natural.
“Acá perdieron todos. Ricos y pobres. Quedamos destruidos”, dijo Selene, en la puerta de su chalet, en 640 y 7. Sobre esta última calle había dos cortes mantenidos por los vecinos en reclamo de energía eléctrica. Alrededor de 200 mil personas estaban sin este servicio en La Plata y sus alrededores. “La mayoría tiene bombeadores eléctricos, así que sin luz no hay agua. Esto se puede poner peor”, dijo Gonzalo. Por la ruta, esquivando los cortes, se veían las luces de varios patrulleros. Los vecinos aguardaban al menos la llegada de camiones cisterna con agua.
A los costados de la calle 640, que une Villa Garibaldi con Arana, las banquinas estaban inundadas y los vecinos sorteaban los charcos en bicicleta llevando bidones de agua y alimento. Más adelante, sobre la avenida 137, una de las arterias de Los Hornos, el panorama era desolador. Cientos de familias se reunían en las veredas, junto a los muebles que habían logrado rescatar la noche anterior, y hacían fuego para cocinar la cena bajo el cielo despejado. Los más afortunados tenían garrafitas con hornallas y la preciada radio a pilas.
En los matorrales que preceden a la cárcel de Los Hornos, muchos damnificados desecharon cocinas, heladeras y distintos muebles, además de cientos de bolsas con residuos. Cuando se fue la luz natural se levantaron algunos piquetes de la avenida 137, patrullada también por la Gendarmería. En la zona del Cementerio de La Plata los semáforos estaban apagados y el tránsito fluía con cierto nerviosismo ante la posibilidad de nuevos cortes. “Abrimos hasta la medianoche, después no pongo las manos en el fuego ni por mi vieja”, dijo un comerciante en 137 y 66.
Mientras se hacía la cena y nacían nuevos piquetes cerca del acceso a la autopista La Plata-Buenos Aires, aumentaba la cantidad de móviles policiales que se dirigían a Los Hornos, una zona tan castigada como Tolosa, para evitar robos, saqueos u ocupaciones; también para constatar la presencia o no de personas dentro de las viviendas afectadas. El temor a que haya más gente fallecida seguía flotando en los barrios alejados. Hoy llegarían los hospitales móviles prometidos por el ministro de Salud, Alejandro Collia. Muchos vecinos temían trasladarse a los centros médicos, en medio del apagón y la incertidumbre que genera.
04/04/13 Página|12
GB
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