Con motivo de la publicación hace un par de semanas del artículo de Juan Forn sobre este apasionante personaje, hemos dado con el que escribiera el compañero y amigo Tito Bardini, que viene a completar y a corregir en magnitud su genio y figura.
Rafael Ramón Intxauspe Méndez nació en Venezuela. Se le conoce como Rafael de Nogales porque prefirió la traducción al español del apellido vasco Inchauspe. Fue militar profesional y guerrillero, conspirador político y espía, cazador y viajero, escritor y conferencista. Hablaba seis idiomas y frecuentó a la nobleza de Bélgica, Alemania y España. Recorrió cuatro continentes y su divisa era: “Cuando veas una guerra buena, alístate para combatir en ella”. Algunos lo definen como “aristócrata socialista” y otros como “terrorista apoyado por bolcheviques”. Él se considera a sí mismo “caballero andante y ciudadano del mundo”, a la búsqueda de “un dictador que derrocar o un ejército de patriotas que organizar”.
Por Roberto Bardini
Nogales pelea junto a los españoles contra la invasión de Estados Unidos a Cuba a fines del siglo XIX y a principios del XX recorre el norte de África y la India. Es vaquero en Arizona y Nevada, minero en California y cuatrero en Texas. En la frontera se une a los revolucionarios mexicanos. Opera como agente secreto en China. Maneja un juzgado en Alaska, caza ballenas y convive con esquimales. Conspira contra el dictador Juan Vicente Gómez en Venezuela. En la Primera Guerra Mundial se alista con Alemania, sirve como oficial en el ejército turco y es condecorado con la Cruz de Hierro. Viaja como corresponsal de guerra en Nicaragua, conoce al rebelde Augusto C. Sandino y propagandiza su causa en Estados Unidos.
Personaje que parece surgido de la imaginación de Emilio Salgari o Joseph Conrad y autor de cuatro libros, de sus 59 años de vida pasa aproximadamente 15 en Venezuela y siempre por períodos cortos. Opositor a las dictaduras de turno en su país, una y otra vez parte al exilio.
El escritor y diplomático Kaldone G. Nweihed, embajador venezolano en Turquía y autor del libro
The world of Venezuelan Nogales Bey, afirma que este caballero trotamundos y rebelde estuvo en contacto con doce imperios: el zarista, el prusiano, el austro-húngaro, el otomano, el manchú, el inglés, el español, el francés, el belga, el holandés, el portugués… y el naciente imperio de Estados Unidos.
Entre las armas y las letras
Hijo de un acaudalado matrimonio español, Rafael nace en octubre de 1877. Su padre, un hidalgo de origen vasco, es coronel y propietario de grandes plantaciones de café en Táchira, estado del oeste venezolano. Dos de sus tres hermanas se casarán con alemanes: una, con el cónsul Paul Johannes Gerstaecker; la otra, con el conde de Westerholtz, propietario de un castillo en Renania.
Rafael es enviado a los siete años a Alemania para terminar su educación primaria. Completa sus estudios en Bélgica e ingresa como cadete en la Real Academia Militar, donde es compañero del príncipe -y futuro rey- Alberto. En esa época, los monarcas belgas acostumbran invitar al palacio al mejor alumno de la academia, honor que goza Nogales. Egresa como subteniente y toma cursos de filosofía y letras en las universidades de Bruselas, Lovaina y Barcelona.
El joven frecuenta los círculos del rey Leopoldo de Bélgica, el káiser Guillermo II de Alemania y Alfonso XIII de España. Para entonces, además del castellano, habla y escribe alemán, francés, italiano e inglés. Más adelante, aprenderá turco para comunicarse con sus soldados sin necesidad de traductor.
Bautismo de fuego
Cuando en 1898 estalla la guerra entre Estados Unidos y España por la entonces posesión colonial de Cuba, adopta el apellido Nogales y se alista como alférez en el ejército español. Tiene su bautismo de fuego en la isla a los 20 años. Tras la victoria norteamericana huye a Haití, desde donde viaja a Marruecos y revista por poco tiempo en el ejército del sultán Abd al-Aziz.
Recorre el norte de África, la India, Afganistán, Indonesia y Angola. Después visita Inglaterra e Irlanda. Se traslada a Boston y en 1902 regresa a Venezuela.
Tiene 24 años, habla con acento alemán y aspira a iniciar una carrera en el ejército. Pero enseguida surgen diferencias políticas con el régimen del general Cipriano Castro y se interna en la selva con la idea de derrocarlo. No tiene éxito, pero adquiere experiencia en algo que no le enseñaron en la academia militar ni aprendió en Cuba y Marruecos: la guerra de guerrillas.
Al año siguiente, enfermo de malaria y herido en una pierna, huye rumbo a República Dominicana y pasa a Haití. Después atraviesa América Central -en Nicaragua es bien recibido pero Honduras y Guatemala ofrecen una recompensa por su captura- y llega a México. Cruza la frontera, trabaja con vaqueros en Arizona y caza osos en Nevada, donde se hace llamar Nevada Méndez. En Yuma vende su caballo, armas y equipo, va a San Francisco y se embarca a China, adonde llega a principios de 1903.
En el Lejano Oriente ha terminado la guerra chino-japonesa y está por comenzar la ruso-japonesa. Recorre Cantón y Shangai, se mueve en círculos diplomáticos, trabaja como espía para los gobiernos de Japón y Corea, viaja a Pekín. Una noche, cuando una bala rusa le roza el estómago, se da cuenta de que está siendo utilizado como carnada en el “gran juego” de la intriga internacional. A fines de aquel año sale apresuradamente a Siberia y se embarca hacia Alaska. En octubre ha cumplido 26 años y ya ha recorrido medio mundo.
Cazador, buscador de oro, cuatrero
De 1904 a 1906 vive en Alaska. Atiende por un tiempo el juzgado de la naciente ciudad de Fairbanks y convive con esquimales. Con ellos caza ballenas, come su carne cruda y bebe
hootch, aguardiente que los nativos destilan de azúcar, harina y helechos. Los siguientes dos años los pasa en Estados Unidos, donde se dedica primero a buscar oro y después a vender ganado en Nevada y California.
En el Hotel Green, de Pasadena (California), conoce al anarquista mexicano Ricardo Flores Magón, quien ha oído vagamente acerca de sus andanzas. Viaja a Texas, donde se le unen Mike O’Reilly y Jimmy Sears, “vaqueros por tradición, mineros por necesidad y aventureros de nacimiento”. En la zona fronteriza de El Paso y Ciudad Juárez se dedican al arreo y venta de reses ajenas. En sus memorias describirá aquellos “antiguos días de vaquero en Río Grande, donde cada quien llevaba la ley colgada del cinturón”.
“Por aquellos días los cuatreros eran regularmente distinguidos caballeros deportistas que cruzaban la frontera”, relatará años después en sus
Memorias de un soldado de fortuna. “Algunas veces cabalgando por semanas una angosta vereda, escapando de la vigilancia bajo un cielo abierto, aventurando ser colgados del árbol más cercano. Era una fortuna cuando el árbol se encontraba algo distante, como para darle tiempo al hombre de pensar, de rezar sus oraciones, de sobornar a sus captores”.
Con los revolucionarios mexicanos
En esa época, Nogales es un hombre alegre: “Hoy hablaba de política americana con el gobernador de Texas, mañana hacía conocer a un par de senadores de Estados Unidos las explosivas y deliciosas
enchiladas en un café mexicano, dirigido por un chino y financiado por un americano. Dos días después estaba arreando ganado cien millas afuera, sucio y sudoroso, pero tan feliz como un estudiante escapado de clases”.
A eso se dedica cuando es convocado por Flores Magón para unirse a la revolución contra Porfirio Díaz. A partir de entonces, merodea con sus amigos O’Reilly y Sears entre Durango, Chihuahua y Sonora. Hacen lo que mejor saber hacer: transportar explosivos y robar ganado para alimentar a los revolucionarios mexicanos.
En 1909, Cipriano Castro es alejado del poder en Venezuela y Nogales regresa tras ocho años de ausencia. En 1910 asume el general Juan Vicente Gómez, quien se propone gobernar con mano dura. Nuestro hombre se transforma en opositor. De los cinco años que reside en su país, dedica cuatro a intentar el derrocamiento de Gómez -que permanecerá en el poder hasta 1935- desde la frontera con Colombia.
En la Media Luna turca
Cuando en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial, Nogales se encuentra refugiado en Curazao y se embarca hacia Europa. Se ofrece como voluntario primero en el ejército de Bélgica y después en el de Francia, pero no acepta en ninguno de los dos el requisito de renunciar a su nacionalidad.
Viaja a Bulgaria y en Sofía conoce al mariscal prusiano Colmar von der Goltz, veterano de las guerras austro-prusiana y franco-prusiana, autor del libro
El pueblo en armas. Von der Goltz le ofrece unirse al ejército alemán con el grado de capitán sin perder su condición de venezolano. Nogales acepta combatir al servicio del Imperio Otomano, aliado de Alemania.
Desde enero de 1915 hasta octubre de 1918 es oficial del ejército turco con el nombre de Nogales Bey. Primero lucha contra el ejército zarista en Anatolia. Después, hostiga a los armenios del Cáucaso que se han aliado a los rusos para independizarse de los otomanos. Al mando de 12.000 soldados, se enfrenta a 35.000 milicianos armenios en la ciudad de Van, situada a 1.700 metros de altura. De ahí parte al Kurdistán, en la frontera con Persia, para frenar a 30.000 rusos que vienen al rescate de Van y se enfrenta a la caballería cosaca en Bash-Kale, en las montañas de Kurdistán.
Sin embargo, indignado por las masacres de armenios cristianos solicita la baja. El Estado Mayor no se la acepta, pero lo cambia de frente. Es posible que de esa forma haya salvado su vida, ya que varios oficiales turcos están dispuestos a matarlo porque lo consideran un testigo comprometedor.
La Cruz de Hierro
En su nuevo destino, Nogales combate a británicos y árabes en Irak, Siria y Gaza. En mayo de 1917, penetra cien kilómetros tras las líneas inglesas y destruye líneas de ferrocarril y bases logísticas. Ese año lo nombran gobernador militar del Sinaí.
En 1918 toma cursos avanzados en la Academia de Guerra de Constantinopla, dictados por profesores alemanes. El sultán otomano Reshid Effendi lo condecora con la Estrella de Medchedieh y lo asciende a coronel. También recibe la Cruz de Hierro en Primera Clase, otorgada por el káiser Guillermo II. El origen de esta distinción -que muchos consideran erróneamente una condecoración nazi- se remonta a 1813, como homenaje a los militares que combatieron contra Napoleón.
Nogales va de licencia a Europa, donde al poco tiempo se entera de la derrota de su bando y el fin de la guerra. Podría haberse quedarse a salvo allí, pero regresa a Estambul para estar junto a sus camaradas de armas y asumir las consecuencias. Los vencedores, sin embargo, lo agasajan por haber salvado a 250 prisioneros británicos de la muerte. Recoge sus condecoraciones y cuadernos de apuntes, y en abril de 1919 se embarca rumbo a Madrid y de ahí a América.
Tiene 42 años y es general de brigada. Pero la prensa de su país no le perdona que haya elegido un exótico bando “oriental”. “El Garibaldi andino”, lo apoda un escriba al servicio del dictador Juan Vicente Gómez.
A partir de entonces, sin dejar de viajar, se transforma en periodista, escritor y conferencista. En 1920 regresa a Venezuela. Se recluye en un pueblo de los Andes, cerca de la frontera colombiana, y se dedica a escribir
Cuatro años bajo la Media Luna. Viaja a Berlín, donde en 1925 sale la edición en alemán. Y se publica en inglés en Londres en 1926, dos años antes que Los siete pilares de la sabiduría, de Thomas Edward Lawrence. En Venezuela, el general Gómez prohíbe el libro.
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