El 15 de noviembre de 1937, el escritor Roberto Arlt publica en el diarioEl Mundo un artículo titulado “Lawrence: 500.000 dólares. ¿Y Rafael de Nogales?”. Allí se pregunta:
“¿Por qué se recuerda a Lawrence y se olvida a Nogales? Los dos han sido temerariamente aventureros, los dos ‘han trabajado con las manos tintas en sangre’ durante varios años en el desierto; los dos fueron escritores. [...]Cuatro años bajo la Media Luna, el libro del general Nogales, tiene la misma grandeza sombría que Los siete pilares de la sabiduría de Thomas E. Lawrence. [...] Creo que era un deber de justicia evocar el libro del aventurero Nogales, agotado en castellano, mientras que en estos momentos se recuerda tan vivamente la obra de Lawrence”.
Al igual que Lawrence, su contraparte en Oriente Medio, Nogales nunca se casa ni tiene hijos. Pero a diferencia del inglés, no existen testimonios de que le gustaran los jovencitos. Hay que reconocer, sí, que quiere más a sus caballos y mulas que a las mujeres. Está convencido -y así lo escribe en Memorias de un soldado de fortuna- que “las mujeres, con excepción de aquellas que sirven como enfermeras, se convierten en verdaderos problemas para los ejércitos”.
Don Quijote militar
Nogales frecuenta a compatriotas exiliados en Londres y da conferencias en Europa. Aunque él combatió en el bando rival a Gran Bretaña, el gobierno le reconoce haber salvado la vida de prisioneros ingleses.
“Profesores de Salamanca, Coimbra, Oxford y Cambridge le rinden pleitesía”, recuerda la periodista y poetisa Ana Mercedes Pérez, que lo conoció de pequeña porque era hija del cónsul de Venezuela en Londres. Pero el embajador venezolano lo considera un “comunista y peligroso terrorista, apoyado por bolcheviques rusos y mexicanos”. El consulado no opina igual… y “rompe relaciones” con la embajada.
Nogales viaja a Nueva York, donde conoce a la feminista, poetisa y escritora Muna Lee, nacida en Mississippi y esposa del periodista Luis Muñoz Marín, futuro gobernador de Puerto Rico. Ella mejora notablemente la traducción al inglés de Cuatro años bajo la Media Luna y logra que la crítica se ocupe del autor. “Don Quijote militar”, lo define The New York Herald Tribune.
Entre 1927 y 1928, Nogales es corresponsal de guerra en Nicaragua. Entrevista al “general de hombres libres” Augusto C. Sandino y colabora con su causa. Después publica El saqueo de Nicaragua, donde describe al Héroe de las Segovias así:
“Pálido y ojeroso. Mirada penetrante. Labios resecos. Estatura de Bolívar. Sandino no es un Napoleón ni tampoco un hotentote. Para mí, es un líder de masas, un estratega astuto de la escuela de Abd-el-Krim, de fama en Marruecos. Como Abd-el-Krim, Sandino consiguió adaptar las tácticas militares modernas a las condiciones topográficas y climáticas de la región en la cual realiza sus operaciones. Es un hombre sencillo, hecho a propio esfuerzo, de lo que está orgulloso”.
En 1930 el libro es prohibido por el gobierno en Estados Unidos. La editorial Robert McBride & Co debe pagar una multa de 250.000 dólares -una suma exorbitante para la época- y quiebra. El autor lo publica nuevamente en Londres, pero enviados de Washington compran casi toda la edición.
“Ya no es el viajero que vaga errante por los siete mares, a caza de un contrabando de armas o de una mina de oro”, escribe Ana Mercedes Pérez en el prólogo de 1975 a El saqueo de Nicaragua. “Ahora lucha contra las invasiones armadas en América Latina y contra el oro robado de nuestras minas. Tampoco es el Bey Nogales a la cabeza de doce mil turcos tomándose la ciudad de Van, ni es el caballero ocioso fuera de combate, buscando ingeniosamente el modo de hacer fortuna. Prefiere viajar con título de periodista, armado de su pluma y cámara fotográfica al mismo teatro de los acontecimientos, para desnudar el alma de la dolida Nicaragua”.
Entre Estados Unidos e Inglaterra, Nogales publica Memorias de un soldado de fortuna (1932) y Sombrero de copa y espuelas (1934).
Con la pobreza en los talones
El tirano Juan Vicente Gómez -apodado “El Bagre” y padre de 15 hijos reconocidos y más de 70 naturales, casi todos empleados en la administración pública- muere en 1935. Al año siguiente, Nogales regresa a Venezuela y se pone a las órdenes del nuevo gobierno. Quiere contribuir como militar o político a la reorganización de su patria.
Pero la desconfiada mediocridad ambiente de algunos compatriotas le retacea un cargo en el ejército o una banca en el Senado. Brilla demasiado y temen que los opaque. Sólo le ofrecen un puesto de administrador en la aduana de Las Piedras, un pueblucho costero al noroeste del país, a más de 500 kilómetros de Caracas. Acepta porque no tiene un centavo. La humedad del lugar agrava sus enfermedades.
“La pobreza rondaba sus talones de hombre honesto”, recuerda Ana Mercedes Pérez. “Ahora era simplemente Nogales, escritor, que había sobrevivido por el oficio quijotesco de vender sus libros. [...]. En pocos meses se había envejecido. Su aparente artritis parecía venirle del alma”. Inactivo, aburrido y desterrado en su propia tierra, renuncia a los cinco meses.
Un bulto en un depósito
Para alejarlo de Venezuela, le ofrecen viajar a Panamá a estudiar el funcionamiento de la Guardia Nacional. Llega de traje raído, suelas gastadas, muy enfermo. El 10 de julio fallece de pulmonía. Faltaban tres meses para que cumpliera 60 años y ya era un anciano decrépito, pero de tristeza. Entre las pocas pertenencias de su austera vivienda se encuentra un cheque del National Bank of New York por poco más de mil dólares que se destina a embalsamarlo y trasladarlo en barco a su país.
Como paradoja final, el 24 de julio de 1937, mientras se conmemora el natalicio del Libertador Simón Bolívar, su cadáver es descargado en el puerto de La Guaira. Nadie lo espera ni lo reclama. El gobierno y los políticos permanecen tan indiferentes como cuando el militar se enfermaba en la aduana de Las Piedras. Una semana después, unos periodistas logran rescatar el bulto abandonado en un depósito.
Lo entierran el 2 de agosto sin honores ni ceremonia. El káiser de Alemania, su amigo exiliado en Holanda, envía una corona de flores al cementerio y una tarjeta: “A Rafael de Nogales Méndez, generalísimo en la gran guerra, uno de los caballeros más valientes y nobles que haya conocido”. Recién en 1975 -casi cuatro décadas después- sus restos son trasladados al panteón de las Fuerzas Armadas de Venezuela. Sus condecoraciones se hallan en el Museo del Recuerdo de la Escuela Militar.
Nacionalista y bolivariano
En los últimos años, ha comenzado a rescatarse la figura de este militar hidalgo que proponía la unificación de América latina a través de carreteras y redes ferroviarias construidas sin participación estadounidense ni europea. Una de las personas más activas en esta tarea es el embajador Kaldone G. Nweihed, quien en un prólogo reciente a Cuatro años bajo la Media Luna afirma:
“Su pensamiento político sigue siendo materia prima poco aprovechada. A nivel venezolano era nacionalista, admirador del Libertador y manifiestamente opuesto a la dictadura. A nivel latinoamericano reiteraba su fe en la integridad histórica y cultural del continente con plena autonomía con respecto a Estados Unidos. A nivel universal partía de la defensa de los países débiles desde una plataforma antiimperialista e izquierdista”.
La historiadora Jasmina Jäckel de Aldana coincide:
“Desde el punto de vista nacional, Nogales aparentemente fue influido por la idiosincrasia bolivariana y democrática, mientras que en el aspecto regional latinoamericano se manifestó expresamente panlatinoamericanista y pionero de la unificación. Abogó por la idea de la ‘raza’ latinoamericana unida, como contrapeso a las potencias mundiales, Estados Unidos y Europa, proponiendo la idea original de una alianza con la naciente potencia japonesa”.
En la dedicatoria de Cuatro años bajo la Media Luna, Nogales indica: “Esta modesta obra, escrita con la tosca pluma de un soldado, la dedico respetuosamente a la memoria de mis compatriotas latinoamericanos, desde México hasta la Argentina, que durante la Guerra Magna supieron combatir y morir con gloria para mantener en alto la tradición guerrera de nuestra raza”.
Y muchas décadas después, Otto H. Burguera lo recordará con estos versos:
En su bajel de eterno, errante peregrino,
los inmensos mares de la aventura surca.
Y, sueña cuatro años este andino,
bajo la Media Luna de la bandera turca.
los inmensos mares de la aventura surca.
Y, sueña cuatro años este andino,
bajo la Media Luna de la bandera turca.
Fuentes
Jasmina Jäckel de Aldana, “¿Del aventurero trotamundos al héroe nacional venezolano?”, Estudios de Asia y África, El Colegio de México, enero-abril 2000, en http://www.redalyc.uaemex.mx
Luciana Mc Namara, “Rafael de Nogales Méndez, militar y aventurero: venezolano de película”, revista Encontrarte, fascículo 101http://encontrarte.aporrea.org/101/personaje/
Rafael de Nogales Méndez, Memorias, Tomos I y II, Editorial Fundación Biblioteca Ayacucho, Colección La Expresión Americana, 1991. Traducción y prólogo: Ana Mercedes Pérez.
Rafael de Nogales Méndez, Cuatro años bajo la Media Luna, Fundación Editorial El Perro y la Rana, Caracas, 2006. Prólogo: Kaldone G. Nweihed.
Rafael de Nogales Méndez, El saqueo a Nicaragua, Fundación Editorial El Perro y la Rana, Caracas, 2007. Traducción y prólogo: Ana Mercedes Pérez.
Violeta Rojo, “Memorias de un aventurero venezolano: Rafael de Nogales Méndez”, Revista Virtual Contexto, N° 8, 2002. http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/18898/1/violeta_rojo.pdf
Roberto Bardini[Publicado en Bambú Press]
AGENDA DE REFLFEXION.
GB
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