14 de noviembre de 1909 - El asesinato del coronel Ramón Falcón
Por Felipe Pigna
El 1º de mayo de 1909, los gremios anarquistas y socialistas decidieron conmemorar en reuniones separadas el día de lucha de los trabajadores. Los socialistas lo hicieron en Constitución y los anarquistas en la Plaza Lorea, frente al Teatro Liceo, a pocos metros del Congreso.
Desde temprano comenzaron a llegar las familias obreras con sus banderas rojas y negras dispuestas a homenajear a los mártires de Chicago. Protestaban contra la desocupación, los bajos salarios y la indiferencia del gobierno ante los problemas sociales de la mayoría de la población. Durante el acto se sucedieron en el uso de la palabra encendidos oradores, hombres y mujeres que invitaban a la rebelión y a organizarse para cambiar la sociedad.
El coronel Ramón Falcón, jefe de la Policía, desde su auto, observaba atentamente la reunión. Muchos manifestantes lo insultaron al reconocerlo y volaron algunas piedras. Falcón dirigió personalmente la represión y dio la orden a la policía montada, al mando del comisario Jolly Medrano, jefe del Escuadrón de Seguridad, de dispersar la manifestación a sablazos y balazos.
El reportero del diario La Prensa escribía que Falcón se bajó del auto y dijo: “Hay que concluir, de una vez por todas, con los anarquistas en Buenos Aires”, y recurriendo a la obediencia debida, agregó que eran instrucciones del ministerio del Interior. Tras la orden del comisario, comenzó la masacre. El saldo fue de once obreros muertos y ochenta heridos, entre ellos, varios niños. (…)
El 4 de mayo, más de 60.000 personas se concentraron frente a la morgue, esperando la entrega de los cadáveres, para acompañarlos hasta la Chacarita. En un acto de barbarie sin precedentes hasta el momento, pero que se tornará una tradición de aquí en adelante, la policía le arrebató los féretros a las familias obreras para impedir que se concretara el multitudinario cortejo fúnebre. Los “cosacos” dispersaron a la mayoría, pero 4.000 aguerridos militantes lograron llegar hasta el cementerio. A la salida, integrantes de la comisaría 21 volvieron a balear a los obreros.
Mientras tanto, en la Casa Rosada, dirigentes de la Bolsa de Comercio le rendían tributo al “heroico” coronel Falcón, que estaba siendo felicitado por el presidente José Figueroa Alcorta.
Inmediatamente las dos centrales sindicales, la UGT socialista y la FORA anarquista, convocaron a la huelga general y exigieron justicia y la expulsión de Falcón de la jefatura de Policía. La respuesta del gobierno fue la confirmación de Falcón con todos los honores. Durante toda esta “Semana Roja”, como se la conoció, la huelga fue total. Entre los presentes en el acto de Plaza Lorea se encontraba un joven anarquista ruso llamado Simón Radowitzky (imagen).
Había nacido en Kiev, Ucrania, en 1891. Con sólo catorce años de edad, Radowitzky participó activamente en las protestas y sublevaciones de 1905, conocidas en la historia como la primera revolución rusa. Huyendo de las persecuciones zaristas, llegó a la Argentina en marzo de 1908 y entró inmediatamente en contacto con los círculos anarquistas locales. Según cuentan los que lo conocieron, quedó profundamente impresionado por la represión de mayo de 1909 desatada por Falcón. Comentaba que la policía montada les recordaba a los cosacos zaristas que con sus sables dejaban un tendal de obreros muertos en las concentraciones anarquistas de Rusia.
Radowitzky asistió a las reuniones que condenaban la acción de Falcón y la actitud del gobierno que le aseguraba impunidad al comisario, acercándose a los grupos que propiciaban “la propaganda por el hecho”, partidarias de la acción directa y de planificar el “ajusticiamiento” del coronel Falcón.
Tras varios meses de preparativos, todo estaba listo la mañana del 14 de noviembre. El joven Simón salió poco antes de las once de su casa de la calle Andes 394. Tomó el tranvía 17 y descendió en la esquina de Callao y Quintana. Caminó por Quintana hacia el cementerio de la Recoleta y esperó unos minutos. De pronto vio salir un coche Milord. En su interior, el coronel Falcón charlaba con su secretario, Juan Lartigau. La conversación lo tenía tan ensimismado que no advirtió la extrema cercanía de aquel joven vestido de negro, que sin mediar palabras le arrojó un paquete que fue a dar al piso del coche entre sus piernas. Falcón no tuvo tiempo de reaccionar, un terrible estruendo rompió el rodado y lo arrojó junto a su acompañante sobre el empedrado de Quintana. Sus piernas quedaron destrozadas al igual que las de Lartigau. Para cuando llegó la asistencia pública, los dos estaban prácticamente desangrados. Fueron trasladados de urgencia al Hospital Fernández, donde morirían horas después.
Tras arrojar la bomba, Simón Radowitzky corrió por Callao hacia el Bajo, pero fue perseguido por policías y civiles que lo arrinconaron contra una obra en construcción. Al verse acorralado, extrajo un revólver y tras gritar con un inconfundible acento ruso “viva la anarquía”, se disparó un tiro sobre la tetilla izquierda. Los nervios le jugaron una buena pasada y sólo se produjo heridas leves. Tras el disparo sus perseguidores se arrojaron sobre él y lo condujeron casi a la rastra hasta la comisaría 15, donde fue salvajemente torturado en sucesivos interrogatorios. Radowitzky se negó a hablar y sólo decía: “tengo una bomba para cada uno de ustedes” y “viva la anarquía”. Nunca dirá el nombre de los compañeros que colaboraron en el atentado. Con el tiempo se supo que fueron al menos cuatro.
Cuando todo indicaba que iba a ser sumariamente condenado a muerte, un tío de Simón, Moisés Radowitzky, de profesión rabino, aportó su partida de nacimiento que determinaba que era menor de edad, lo que evitó el fusilamiento. Se sustanció un proceso de una rapidez inusitada para los tiempos de la justicia argentina y se dictó una sentencia que no registraba antecedentes: se lo condenó a prisión por tiempo indeterminado y a ser sometido a pan y agua durante veinte días cada año al cumplirse los aniversarios del atentado.
Tras una breve estadía en la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras y tras un intento de fuga, fue trasladado al penal de Ushuaia, donde permanecerá hasta 1930, tras 21 años de prisión, transformándose en un símbolo para el movimiento obrero anarquista que no dejará jamás de luchar por su libertad.
Fuente: Felipe Pigna, Los mitos de la historia argentina 2.
Prof GB
jueves, 15 de noviembre de 2012
CLARIN SACADO....
Hablemos de un ejemplo visto ayer, en otro escenario, también vinculado con el 7D.
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El titular de la Agencia Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) dio una conferencia de prensa. Martín Sabbatella anunció cuáles son los grupos que deben adecuar su patrimonio a las reglas antitrust de la LdSCA. Transparentó así cuál es el “mapa de medios” que maneja la Afsca. La información, más vale, suscitará discusiones, señalamientos, críticas. Sabbatella puso las cartas sobre la mesa y abrió el juego a los periodistas asistentes. Quienes, se supone, “quieren preguntar”. Muchos lo hicieron, un puñado de ellos, en especial los ligados al Grupo Clarín, eligieron un estilo agresivo y descalificante. Uno acusó a Sabbatella de decir “mentiras” y falsear el contenido de la sentencia de mayo de la Corte. Sabbatella le pidió que moderara el lenguaje, el cronista prefirió gritar más fuerte. Su acusación era falaz: decía que el Gobierno había desoído la sentencia cuando estableció el 7D para que todos los grupos mediáticos, Clarín incluido, presentaran su adecuación. El titular de la Afsca le explicó que la prórroga concedida a los restantes concesionarios fue una medida del organismo tendiente a evitar que Clarín sacara más ventaja de la pausa que había obtenido en Tribunales. Si los demás, en general mucho más chicos, debían adecuar “antes”, crecería la desproporción con el jugador más grande. La idea fue mantener un grado de equidad. El cronista le enrostró a Sabbatella que la sentencia no decía eso, que mentía. Sabbatella le reiteró, con paciencia de monje tibetano aunque con firmeza, que efectivamente ésa fue una decisión ejecutiva. El periodista siguió gritando, se fue a su medio e insistió en su versión. Gritó, no escuchó, luego distorsionó.
El funcionario siguió contestando, la conferencia se prolongó por más de una hora. Ciertas preguntas revelaban desconocimiento notable del tema. Una corresponsal del The New York Times inquirió por el diario Clarín y la empresa Papel Prensa. Sabbatella replicó lo obvio: nada tienen que ver con la ley, como el nombre y el contenido de ésta lo indican. La anécdota tiene su miga porque el funcionario, que ha sido muy abierto con la prensa, recibió a los corresponsales extranjeros semanas atrás. Ante sus recurrentes preocupaciones por los diarios, les detalló que en nada los implica la LdSCA. El error de la corresponsal es inducido cotidianamente por la propaganda del Grupo Clarín, que machaca sobre los efectos sobre el diario homónimo.
Otro sambenito de esa propaganda es que “la Justicia” está interviniendo porque la LdSCA “no es tan justa” (sic) o porque viola derechos esenciales. No hay tal. Los Tribunales no están actuando de oficio, sino a petición de parte. Un grupo económico demanda, se abre un expediente, ocurre en cualquier burocracia estatal. Suponer que toda demanda iniciada prueba la razón del reclamante es un dislate, si se pone así. Sabiamente aderezado, ante una platea atenta o ansiosa de no entender, es otro precio.
- - -
El per saltum es ley, el 7D se acerca con pleno apego a otra norma. No habrá, de parte del Estado, desembarcos, apagones, expropiaciones, cierres de fuentes de trabajo. Así lo prometió, por enésima vez, Sabbatella. Clarín, que tiene sus fichas puestas a una nueva medida cautelar, seguramente hará una guerrilla de nuevos reclamos ante cada paso administrativo.
Diputados opositores adujeron que el per saltum será recordado como la “Ley Clarín”. Habrá que ver. Eso sí, “Ley Clarín” ya hubo. En la etapa dorada del bipartidismo: el multimedios salió favorecido y pagaron la factura millones de personas de a pie. Altri tempi, que algunos añoran.
mwainfeld@pagina12.com.ar
15/11/12 Página|12
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El titular de la Agencia Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) dio una conferencia de prensa. Martín Sabbatella anunció cuáles son los grupos que deben adecuar su patrimonio a las reglas antitrust de la LdSCA. Transparentó así cuál es el “mapa de medios” que maneja la Afsca. La información, más vale, suscitará discusiones, señalamientos, críticas. Sabbatella puso las cartas sobre la mesa y abrió el juego a los periodistas asistentes. Quienes, se supone, “quieren preguntar”. Muchos lo hicieron, un puñado de ellos, en especial los ligados al Grupo Clarín, eligieron un estilo agresivo y descalificante. Uno acusó a Sabbatella de decir “mentiras” y falsear el contenido de la sentencia de mayo de la Corte. Sabbatella le pidió que moderara el lenguaje, el cronista prefirió gritar más fuerte. Su acusación era falaz: decía que el Gobierno había desoído la sentencia cuando estableció el 7D para que todos los grupos mediáticos, Clarín incluido, presentaran su adecuación. El titular de la Afsca le explicó que la prórroga concedida a los restantes concesionarios fue una medida del organismo tendiente a evitar que Clarín sacara más ventaja de la pausa que había obtenido en Tribunales. Si los demás, en general mucho más chicos, debían adecuar “antes”, crecería la desproporción con el jugador más grande. La idea fue mantener un grado de equidad. El cronista le enrostró a Sabbatella que la sentencia no decía eso, que mentía. Sabbatella le reiteró, con paciencia de monje tibetano aunque con firmeza, que efectivamente ésa fue una decisión ejecutiva. El periodista siguió gritando, se fue a su medio e insistió en su versión. Gritó, no escuchó, luego distorsionó.
El funcionario siguió contestando, la conferencia se prolongó por más de una hora. Ciertas preguntas revelaban desconocimiento notable del tema. Una corresponsal del The New York Times inquirió por el diario Clarín y la empresa Papel Prensa. Sabbatella replicó lo obvio: nada tienen que ver con la ley, como el nombre y el contenido de ésta lo indican. La anécdota tiene su miga porque el funcionario, que ha sido muy abierto con la prensa, recibió a los corresponsales extranjeros semanas atrás. Ante sus recurrentes preocupaciones por los diarios, les detalló que en nada los implica la LdSCA. El error de la corresponsal es inducido cotidianamente por la propaganda del Grupo Clarín, que machaca sobre los efectos sobre el diario homónimo.
Otro sambenito de esa propaganda es que “la Justicia” está interviniendo porque la LdSCA “no es tan justa” (sic) o porque viola derechos esenciales. No hay tal. Los Tribunales no están actuando de oficio, sino a petición de parte. Un grupo económico demanda, se abre un expediente, ocurre en cualquier burocracia estatal. Suponer que toda demanda iniciada prueba la razón del reclamante es un dislate, si se pone así. Sabiamente aderezado, ante una platea atenta o ansiosa de no entender, es otro precio.
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El per saltum es ley, el 7D se acerca con pleno apego a otra norma. No habrá, de parte del Estado, desembarcos, apagones, expropiaciones, cierres de fuentes de trabajo. Así lo prometió, por enésima vez, Sabbatella. Clarín, que tiene sus fichas puestas a una nueva medida cautelar, seguramente hará una guerrilla de nuevos reclamos ante cada paso administrativo.
Diputados opositores adujeron que el per saltum será recordado como la “Ley Clarín”. Habrá que ver. Eso sí, “Ley Clarín” ya hubo. En la etapa dorada del bipartidismo: el multimedios salió favorecido y pagaron la factura millones de personas de a pie. Altri tempi, que algunos añoran.
mwainfeld@pagina12.com.ar
15/11/12 Página|12
A PER SALTUM VOTADO...MARIO WAINFELD
Con la mirada puesta en diciembre
Por Mario Wainfeld
Agustín Rossi, presidente del bloque de Diputados del Frente para la Victoria, computa tener 116 votos de fierro y 25 de aliados que suelen acompañar al oficialismo, pero deciden caso por caso. Su techo, sin cooperación opositora, es de 141 votos. La ley que instituye el apodado per saltum (en rigor “recurso extraordinario por salto de instancia”) congregó 135 voluntades contra 95 de la oposición. Una demostración de la disciplina del espacio oficialista y de la falta de puentes actuales con la oposición. Una foto de la correlación de fuerzas determinada por el pueblo soberano, que no cambia si se da vuelta una página de un diario.
Los discursos, que trasuntaron el antagonismo, se describen en la nota central. Nadie disimula la estrecha relación entre la norma y la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LdSCA) también consagrada por una amplia mayoría, en esa ocasión pluripartidista.
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La ley incorpora dos artículos al Código Procesal Civil y Comercial. En ellos se autoriza el per saltum (digámosle así, en confianza). Es un recurso ante la Corte Suprema. Extraordinario porque sólo procede en “cuestiones de notoria gravedad institucional”. Y exclusivamente en pleitos de competencia federal en los que se haya dictado sentencia de primera instancia o en “las resoluciones equiparables a ellas en sus efectos y medidas cautelares”.
El recurso lo puede deducir la parte que se considera perjudicada (la que perdió, claro) y pedir que el expediente “saltee” la Cámara de Apelaciones para pasar directamente a la Corte Suprema. La otra parte debe responder el pedido. Decide el Máximo Tribunal. En todos los casos imaginables debe resolver si hay “gravedad institucional”. Y, eventualmente, cuando se habla de una “resolución equiparable a una sentencia”, le cabe evaluar si corresponde esa calificación.
La admisión del per saltum será “con alcances restringidos y de marcada excepcionalidad”. En ese Martín Pescador, pocos pasarán y muchos quedarán en el camino.
Es el Poder Judicial, su máximo Tribunal, el que da vía libre o no al recurso. No existe, entonces, intromisión de los otros poderes, como no lo hay en todas las leyes (el Código Procesal mismo) que regulan instituciones judiciales. El diputado radical Ricardo Gil Lavedra, en un durísimo discurso fundando la negativa, reconoció ese punto. También la constitucionalidad de la ley.
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Contra lo que se argumentó en variados y poco sólidos editoriales, la ley no quebranta el principio de la doble instancia. Eso ocurriría si el expediente pudiera elevarse a la Corte sin sentencia. Esa institución existe en el derecho comparado, se llama “avocamiento”. No es la que marca la ley. Por ese motivo, el titular de la Corte, Ricardo Lorenzetti, está convencido de que no se ha vulnerado la garantía de la doble instancia, aspecto que comentó con sus pares y con legisladores de variadas banderías que lo consultaron informalmente.
Repasemos: si la Corte hace lugar al per saltum hay doble instancia, porque está forzada a fallar y no poner vallas de tipo formal. Así las cosas, siempre hay sentencia y su revisión. Por decirlo en lenguaje común: la Corte cumple el rol de la Cámara, el per saltum funge de apelación.
La inclusión de “decisiones de efectos análogos o medidas cautelares” apunta a poner coto a abusos de los jueces, que suelen dictar amparos o embargos o medidas de no innovar de brutales consecuencias. Pasó con el “corralito”, cuando con la cautelar se ordenó el pago de la deuda, en ciertos casos con indexaciones siderales. Muchos particulares se beneficiaron con esas desmesuras, algunos abogados y magistrados también hicieron su agosto. La famosa cautelar del Grupo Clarín, que frenó parcialmente la vigencia de una ley por un plazo vaticano, es otro ejemplo clavado. No hay tantos... deben ponderarlos los Supremos.
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Para éstos hay una potencial recarga de trabajo y de exigencia que, naturalmente, no les resulta grata. Prevén aluviones de reclamos, muchos mal planteados. Deberán estudiarlos de todas maneras igual, deberán fundar el rechazo. La única ventaja que les traerá es ir delineando una jurisprudencia que demarque qué tipo de asuntos admiten.
¿Será la famosa demanda por inconstitucionalidad de Clarín el primer expediente que recale en la Corte? No se sabe y se entra en un terreno de especulaciones. Por ahora, la causa no pasó a sentencia. Los letrados de Clarín la dejaron dormir por años, mientras regía la medida de no innovar sin plazo de vencimiento. La Corte los recriminó severamente en su sentencia. Hoy día, tampoco están muy apurados, porque los jueces suplentes que quisieron digitar fueron dejados de lado. Los abogados del Estado tampoco están urgidos. Faltan menos de dos meses para la feria. Nada es definitivo, pero parece muy difícil que haya sentencia antes de fin de año.
Si cayera otro expediente a la Corte, ésta podría usarlo como “caso piloto” para marcar un poquito la cancha. Según marca la bolilla uno del respectivo manual, aquel que se oponga al per saltum casi seguro articulará la inconstitucionalidad de la ley. Le puede dejar abierto el camino a la Corte a resolver varios desafíos de un saque. Dos pájaros de un tiro, por así decir.
- - -
Redondeemos. La ley no es inconstitucional. Es restringida. Sobrecarga de labor a la Corte Suprema, pero no afecta su competencia ni su poder.
Claro que es opinable el momento en que se decide, circunstancia que el oficialismo admite. Pero es también real que hay carradas de proyectos similares de legisladores de la oposición, que (confesión de parte) validan la licitud y la razonabilidad general del instituto. Los exaltados defensores de la “seguridad jurídica” pondrán el grito en el cielo y, como es su costumbre, no explicarán nada. O distorsionarán los hechos.
GB
Por Mario Wainfeld
Agustín Rossi, presidente del bloque de Diputados del Frente para la Victoria, computa tener 116 votos de fierro y 25 de aliados que suelen acompañar al oficialismo, pero deciden caso por caso. Su techo, sin cooperación opositora, es de 141 votos. La ley que instituye el apodado per saltum (en rigor “recurso extraordinario por salto de instancia”) congregó 135 voluntades contra 95 de la oposición. Una demostración de la disciplina del espacio oficialista y de la falta de puentes actuales con la oposición. Una foto de la correlación de fuerzas determinada por el pueblo soberano, que no cambia si se da vuelta una página de un diario.
Los discursos, que trasuntaron el antagonismo, se describen en la nota central. Nadie disimula la estrecha relación entre la norma y la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LdSCA) también consagrada por una amplia mayoría, en esa ocasión pluripartidista.
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La ley incorpora dos artículos al Código Procesal Civil y Comercial. En ellos se autoriza el per saltum (digámosle así, en confianza). Es un recurso ante la Corte Suprema. Extraordinario porque sólo procede en “cuestiones de notoria gravedad institucional”. Y exclusivamente en pleitos de competencia federal en los que se haya dictado sentencia de primera instancia o en “las resoluciones equiparables a ellas en sus efectos y medidas cautelares”.
El recurso lo puede deducir la parte que se considera perjudicada (la que perdió, claro) y pedir que el expediente “saltee” la Cámara de Apelaciones para pasar directamente a la Corte Suprema. La otra parte debe responder el pedido. Decide el Máximo Tribunal. En todos los casos imaginables debe resolver si hay “gravedad institucional”. Y, eventualmente, cuando se habla de una “resolución equiparable a una sentencia”, le cabe evaluar si corresponde esa calificación.
La admisión del per saltum será “con alcances restringidos y de marcada excepcionalidad”. En ese Martín Pescador, pocos pasarán y muchos quedarán en el camino.
Es el Poder Judicial, su máximo Tribunal, el que da vía libre o no al recurso. No existe, entonces, intromisión de los otros poderes, como no lo hay en todas las leyes (el Código Procesal mismo) que regulan instituciones judiciales. El diputado radical Ricardo Gil Lavedra, en un durísimo discurso fundando la negativa, reconoció ese punto. También la constitucionalidad de la ley.
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Contra lo que se argumentó en variados y poco sólidos editoriales, la ley no quebranta el principio de la doble instancia. Eso ocurriría si el expediente pudiera elevarse a la Corte sin sentencia. Esa institución existe en el derecho comparado, se llama “avocamiento”. No es la que marca la ley. Por ese motivo, el titular de la Corte, Ricardo Lorenzetti, está convencido de que no se ha vulnerado la garantía de la doble instancia, aspecto que comentó con sus pares y con legisladores de variadas banderías que lo consultaron informalmente.
Repasemos: si la Corte hace lugar al per saltum hay doble instancia, porque está forzada a fallar y no poner vallas de tipo formal. Así las cosas, siempre hay sentencia y su revisión. Por decirlo en lenguaje común: la Corte cumple el rol de la Cámara, el per saltum funge de apelación.
La inclusión de “decisiones de efectos análogos o medidas cautelares” apunta a poner coto a abusos de los jueces, que suelen dictar amparos o embargos o medidas de no innovar de brutales consecuencias. Pasó con el “corralito”, cuando con la cautelar se ordenó el pago de la deuda, en ciertos casos con indexaciones siderales. Muchos particulares se beneficiaron con esas desmesuras, algunos abogados y magistrados también hicieron su agosto. La famosa cautelar del Grupo Clarín, que frenó parcialmente la vigencia de una ley por un plazo vaticano, es otro ejemplo clavado. No hay tantos... deben ponderarlos los Supremos.
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Para éstos hay una potencial recarga de trabajo y de exigencia que, naturalmente, no les resulta grata. Prevén aluviones de reclamos, muchos mal planteados. Deberán estudiarlos de todas maneras igual, deberán fundar el rechazo. La única ventaja que les traerá es ir delineando una jurisprudencia que demarque qué tipo de asuntos admiten.
¿Será la famosa demanda por inconstitucionalidad de Clarín el primer expediente que recale en la Corte? No se sabe y se entra en un terreno de especulaciones. Por ahora, la causa no pasó a sentencia. Los letrados de Clarín la dejaron dormir por años, mientras regía la medida de no innovar sin plazo de vencimiento. La Corte los recriminó severamente en su sentencia. Hoy día, tampoco están muy apurados, porque los jueces suplentes que quisieron digitar fueron dejados de lado. Los abogados del Estado tampoco están urgidos. Faltan menos de dos meses para la feria. Nada es definitivo, pero parece muy difícil que haya sentencia antes de fin de año.
Si cayera otro expediente a la Corte, ésta podría usarlo como “caso piloto” para marcar un poquito la cancha. Según marca la bolilla uno del respectivo manual, aquel que se oponga al per saltum casi seguro articulará la inconstitucionalidad de la ley. Le puede dejar abierto el camino a la Corte a resolver varios desafíos de un saque. Dos pájaros de un tiro, por así decir.
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Redondeemos. La ley no es inconstitucional. Es restringida. Sobrecarga de labor a la Corte Suprema, pero no afecta su competencia ni su poder.
Claro que es opinable el momento en que se decide, circunstancia que el oficialismo admite. Pero es también real que hay carradas de proyectos similares de legisladores de la oposición, que (confesión de parte) validan la licitud y la razonabilidad general del instituto. Los exaltados defensores de la “seguridad jurídica” pondrán el grito en el cielo y, como es su costumbre, no explicarán nada. O distorsionarán los hechos.
GB
miércoles, 14 de noviembre de 2012
ROSAS Y LOS BUITRES DE SU EPOCA.
ROSAS y LA DEUDA EXTERNA
Según el viejo lord economista John Maynard Keynes, hablando en valores de su época no comparables con los actuales,"...cuando una persona le debe mil libras esterlinas a un banco y no le puede pagar, está en problemas...pero cuando debe un millón y no paga, el que está en problemas es el banquero".
La política del "no pago"
Autócrata , Rosas se ganó el odio de sus muchos de sus contemporáneos y el desprestigio de la historia oficial; sin embargo, en el manejo de la deuda Rosas mostró su eficacia. Se negó a pagar a costa del hambre de los argentinos. No atacó a los tenedores de bonos (o “bonoleros”, como se los llamaba entonces); los usó para presionar a Inglaterra y crear contradicciones en el imperio.
Juan Manuel de Rosas (encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina) dijo en su discurso al inaugurar las sesiones de la Legislatura en 1835:
“ El gobierno nunca olvida el pago de la deuda extranjera, pero es manifiesto que al presente nada se puede hacer por ella, y espera el tiempo del arreglo de la deuda interior del país para hacerle seguir la misma suerte [a la deuda extranjera], bien entendido que cualquier medida que se tome tendrá por base el honor, la buena fe y la verdad de las cosas”.
En el fondo, el caudillo estaba diciendo: “El país sólo pagará lo que pueda.” ...“No pagaremos a costa del hambre de los argentinos.”
Rosas - “un hombre de extraordinario carácter”, según escribió Charles Darwin en su diario - no usaba discursos inflamados ni bravatas, y en vez de agredir a los acreedores, intentaba calmarlos; pero no les pagaba.
"Quien las hace las paga, y al son que me tocan bailo", decía, y durante años, cantó la misma canción: “Queremos pagar, pero no podemos”.
Aquella deuda tenía su origen en una decisión de Bernardino Rivadavia, ministro del gobernador Martín Rodríguez. En 1824, la Provincia de Buenos Aires había emitido títulos, y contratado a la Baring Brothers para que los colocara en Londres. Merced a esa operación, Buenos Aires había recibido 560.000 libras (65.000 en efectivo y el resto en “papeles”) para construir obras sanitarias e instalaciones portuarias que no construyó, y se había endeudado por 1.000.000 de libras, dando en garantía las tierras, los bienes y las rentas provinciales. (ver El Emprestito Baring)
Rosas no declaró que la deuda fuera ilegítima. Le pareció suficiente no pagarla, dilatar el pago, y usar la deudo como arma a favor suyo.
En 1838, Rosas había aumentado 25 % los derechos de importación, alegando que eso permitiría pagar la deuda. El aumento (aplicable sólo para productos que hubieran sido transbordados en Montevideo) perjudicaba a Francia, que centralizaba operaciones rioplatenses en ese puerto. Como represalia, la armada francesa invocando otras razones bloqueó Buenos Aires y todo el litoral argentino del Río de la Plata; Rosas entonces tenía otro motivo para el "no pago".
Los tenedores de bonos (bondholders en Londres; “bonoleros” en Buenos Aires) debían saber que, si antes el gobierno no podía pagarles, ahora menos. Ellos tenían que entender además, que la culpa de tal imposibilidad "era de Francia", rival del Reino Unido.
Manuel Moreno fue designado por segunda vez embajador en Londres; y allá fue con la orden que Rosas le dió el 21 de noviembre: hacer lo imposible por congraciarse con los “bonoleros”, decirles que los pagos se reanudaría apenas se levantara el bloqueo francés, y hasta sugerirles que la solución definitiva al problema de la deuda estaba en sus manos. Lo que debían hacer era explorar "si en el gobierno de Su Majestad habría disposición a una transacción pecuniaria para cancelar la deuda pendiente del empréstito con el reclamo respecto de la ocupación de las islas Malvinas".
La propuesta era sencilla: la Corona le pagaba a los “bonoleros” y la Argentina renunciaba a las Malvinas.
Muchos creen que, con esa sugerencia, Rosas manchó el historial de reclamos argentinos, abierto cuando, en 1833, el Reino Unido ocupó las islas. El británico John Lynch, un estudioso de las relaciones anglo-argentinas, tiene otra interpretación: cree que la de Rosas fue una hábil maniobra dilatoria. El gobierno británico (razona Lynch) no tenía por qué asumir la deuda de la Confederación Argentina con sus acreedores privados. Además, la compensación ofrecida era inaceptable: según la Corona, las Malvinas le pertenecían. No sólo eso: las tenía en su poder, y la Confederación no tenía posibilidad alguna de quitárselas por la fuerza.
En realidad fue una maniobra política de Rosas intentando que, si Inglaterra aceptaba la oferta de canje, quedase demostrado que Inglaterra reconocía los derechos argentinos sobre Malvinas. (Ver Rosas y Malvinas)
El Foreign Office ni quiso oír la oferta de canje. En cambio, los “bonoleros” (agrupados en el Committee of Buenos Aires Bondholders) lograron que la cancillería británica intermediase en el conflicto franco-argentino.
Algo tuvo que ver Lord Palmerston en el acuerdo que, en 1840, dejó libre el puerto de Buenos Aires, permitió la reanudación del comercio exterior, y creó las condiciones para que, con los derechos de aduana, Rosas cumpliera su promesa de reiniciar el pago de la deuda. Sin embargo, ahora había que reparar los daños causados por el bloqueo. Es lo que decía el gobierno a los “bonoleros”, que empezaron a mostrar su impaciencia.
El "Committee" envió en 1842 a Frank de Pallacieu Falconnet a Buenos Aires. Debía obtener la reanudación de los pagos y, si chocaba con la negativa de Rosas, ejecutar la garantía.
A su llegada, Falconnet fue recibido por el ministro de Hacienda, Manuel Insiarte. Fue entonces cuando las Malvinas aparecieron otra vez sobre la mesa. Insiarte argumentó ante su visitante: “La Confederación Buenos Aires no puede hacer pagos con destino a Inglaterra mientras no se la indemnice por el desapoderamiento de las islas”. Le sugirió entonces un esfuerzo común: el comité de tenedores de bonos debía avalar una gestión, que Moreno haría en Londres, para compensar créditos entre ambos países. Si el Reino Unido aceptaba, los “bonoleros” cobrarían 100% de sus créditos.
Muchos creen que, con esa sugerencia, Rosas manchó el historial de reclamos argentinos, abierto cuando, en 1833, el Reino Unido ocupó las islas. El británico John Lynch, un estudioso de las relaciones anglo-argentinas, tiene otra interpretación: cree que la de Rosas fue una hábil maniobra dilatoria. El gobierno británico (razona Lynch) no tenía por qué asumir la deuda de la Confederación Argentina con sus acreedores privados. Además, la compensación ofrecida era inaceptable: según la Corona, las Malvinas le pertenecían. No sólo eso: las tenía en su poder, y la Confederación no tenía posibilidad alguna de quitárselas por la fuerza.
En realidad fue una maniobra política de Rosas intentando que, si Inglaterra aceptaba la oferta de canje, quedase demostrado que Inglaterra reconocía los derechos argentinos sobre Malvinas. (Ver Rosas y Malvinas)
El Foreign Office ni quiso oír la oferta de canje. En cambio, los “bonoleros” (agrupados en el Committee of Buenos Aires Bondholders) lograron que la cancillería británica intermediase en el conflicto franco-argentino.
Algo tuvo que ver Lord Palmerston en el acuerdo que, en 1840, dejó libre el puerto de Buenos Aires, permitió la reanudación del comercio exterior, y creó las condiciones para que, con los derechos de aduana, Rosas cumpliera su promesa de reiniciar el pago de la deuda. Sin embargo, ahora había que reparar los daños causados por el bloqueo. Es lo que decía el gobierno a los “bonoleros”, que empezaron a mostrar su impaciencia.
El "Committee" envió en 1842 a Frank de Pallacieu Falconnet a Buenos Aires. Debía obtener la reanudación de los pagos y, si chocaba con la negativa de Rosas, ejecutar la garantía.
A su llegada, Falconnet fue recibido por el ministro de Hacienda, Manuel Insiarte. Fue entonces cuando las Malvinas aparecieron otra vez sobre la mesa. Insiarte argumentó ante su visitante: “La Confederación Buenos Aires no puede hacer pagos con destino a Inglaterra mientras no se la indemnice por el desapoderamiento de las islas”. Le sugirió entonces un esfuerzo común: el comité de tenedores de bonos debía avalar una gestión, que Moreno haría en Londres, para compensar créditos entre ambos países. Si el Reino Unido aceptaba, los “bonoleros” cobrarían 100% de sus créditos.
Como era de esperar, el Foreign Office volvió a negarse.
En 1844, Rosas - que ya presentía una intervención del Reino Unido en el Plata - trató de poner a los ahorristas británicos de su lado. Llegó, entonces, a un acuerdo con Falconnet: la Confederación volvería a pagar los intereses de la deuda, con una quita de 80 por ciento. No obstante el descuento, los ahorristas, temerosos a esa altura de no cobrar jamás, celebraron el acuerdo.
Al año siguiente, el puerto de Buenos Aires volvió a quedar bloqueado, ahora por el Reino Unido y Francia. La deuda nada tenía que ver; Las potencias europeas querían abrir los ríos interiores, demoler las barreras aduaneras y entrar con sus productos a estos mercados.(Ver "La guera del Paraná" y la "Vueta de Obligado")
Rosas volvió a declarar el “no pago”, y les hizo saber a los tenedores de bonos que el acuerdo de 1844 recobraría vigencia, si el bloqueo se levantaba. En Londres, el Times, vocero de los pequeños ahorristas con bonos de Buenos Aires, se convirtió en crítico pertinaz del bloqueo.
El Reino Unido lo levantó en 1849 y Francia en 1850. Rosas, entonces, volvió a pagar intereses (con la quita de 80 por ciento) y seguía haciéndolo en 1852, cuando se produjo su caída de Rosas en Caseros.
Criado en una estancia bonaerense, Rosas parecía carecer de todo refinamiento. No obstante, sabía cuándo pialar y cuándo retener el lazo.
Además, había aprendido, en la lucha contra el indio, que el enemigo nunca es uno solo. Que tiene muchas tribus, y que hay contradicciones aun en el interior de cada tribu. Se había ejercitado en el arte de fomentar las contradicciones ajenas. Había aprendido, también, que allí donde la sagacidad no da fruto, menos lo dan las bravatas.
Con la administración del "no pago", una combinación de paciencia y astucia le permitió lograr, en la práctica, quitas y esperas que ningún gobierno habría soñado.
Alberdi, que en principio fue uno de sus críticos, lo vio en el exilio y escribió en 1857: “Tiene la fácil y suelta expresión del hombre acostumbrado a ver desde lo alto del mundo. Y sin embargo no es fanfarrón, ni arrogante...habla con moderación de sus adversarios”.
Prof GB
Fuentes:- Castagnino Leonardo J.M.de Rosas, Sombras y Verdades
- La Gazeta Federal
www.lagazeta.com.ar
JUAN CARLOS CASTAGNINO PINTOR ARGENTINO
(autoretrato)
Pintor de las cosas nuestras
Nació en Mar del Plata el 18 de noviembre de 1908 en el cuarto de un hotel que funcionaba sobre la vereda par de la Avenida Luro, entre España y XX de Setiembre.
Hasta 1914 vivió en las tierras de Camet donde su padre había instalado una herrería. Se crió dentro de un escenario donde desfilaba la síntesis del paisaje rural; carros, caballos y mensuales de campo se sucedían como en una cinta sinfín, con sus costumbres, colores y problemas.
Completó el bachillerato en apenas tres años, cursando y dando exámenes libres en el Colegio Nacional Mariano Moreno. En los veranos trabajaba en la sucursal de Mar del Plata de la casa Witcomb, la más antigua casa de exposiciones en la calle Florida de Buenos Aires, y la fuente de la documentación fotográfica de la Argentina en el último tercio del siglo XIX.
En 1928 ingresó a la facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires para seguir Arquitectura, al mismo tiempo que lo hizo en el taller de croquis de la Mutualidad de Bellas Artes y posteriormente en la Academia Nacional de Bellas Artes.
En 1938 fue uno de los ayudantes del célebre muralista David Alfaro Siqueiros. Después fue uno de los pintores del equipo de muralistas integrado por Spilimbergo, Berni, Colmeiro y Urruchua, que pintó la cúpula de la Galería Pacífico, primera obra mural realizada en sitio público en la capital argentina.
1939 emprende su primer viaje a Europa. Asiste al taller de André Lothe en París.
En 1942 viaja por Italia, España y Francia.
Nació en Mar del Plata el 18 de noviembre de 1908 en el cuarto de un hotel que funcionaba sobre la vereda par de la Avenida Luro, entre España y XX de Setiembre.
Hasta 1914 vivió en las tierras de Camet donde su padre había instalado una herrería. Se crió dentro de un escenario donde desfilaba la síntesis del paisaje rural; carros, caballos y mensuales de campo se sucedían como en una cinta sinfín, con sus costumbres, colores y problemas.
Completó el bachillerato en apenas tres años, cursando y dando exámenes libres en el Colegio Nacional Mariano Moreno. En los veranos trabajaba en la sucursal de Mar del Plata de la casa Witcomb, la más antigua casa de exposiciones en la calle Florida de Buenos Aires, y la fuente de la documentación fotográfica de la Argentina en el último tercio del siglo XIX.
En 1928 ingresó a la facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires para seguir Arquitectura, al mismo tiempo que lo hizo en el taller de croquis de la Mutualidad de Bellas Artes y posteriormente en la Academia Nacional de Bellas Artes.
En 1938 fue uno de los ayudantes del célebre muralista David Alfaro Siqueiros. Después fue uno de los pintores del equipo de muralistas integrado por Spilimbergo, Berni, Colmeiro y Urruchua, que pintó la cúpula de la Galería Pacífico, primera obra mural realizada en sitio público en la capital argentina.
1939 emprende su primer viaje a Europa. Asiste al taller de André Lothe en París.
En 1942 viaja por Italia, España y Francia.
En 1953 viajó al Oriente. Estuvo en China Popular, Mongolia, y dejó su testimonio de aquellos países en numerosas acuarelas, tizas y apuntes.
Concurre invitado en 1958 a la Feria Internacional de Bruselas y gana la medalla de honor con "La curtiembre" y en las mismas condiciones, mención especial en la Bienal de México de 1960.
En 1960 por viaja por México y recorre países de Centroamérica. Luego del viaje por América comienza a trabajar con acrílico.
En 1962, Castagnino hizo para EUDEBA, Editorial Universitaria de Buenos Aires, una serie de ilustraciones para del poema Martín Fierro, de José Hernández. Logró darle un rostro definido al más popular de los personajes de la literatura argentina y constituyó el acontecimiento editorial del año.
De 1964 a 1966 se establece en Roma y recorre casi toda Europa. Frecuentó las antiguas pinacotecas del arte occidental y concurrió al taller de André Lothe
En 1969 es invitado a exponer en la URSS, Polonia y Alemania.
Muere en Buenos Aires, el 21 de abril de 1972.
Obtuvo premios en salones provinciales y nacionales, en el exterior obtuvo la Medalla de Honor en pintura, Feria Internacional de Bruselas; el Premio Especial de dibujo II, Bienal de México, El Premio de Honor, Salón Internacional de Saigón.
Realizó múltiples exposiciones personales en galerías de la República Argentina, ha participado en el concurso Palanza organizado por la Academia de Bellas Artes y en Ciento Cincuenta Años de Pintura Argentina, organizado por el Museo Nacional de Bellas Artes.
En el exterior participó de exposiciones colectivas en París, Washington, Lima, Varsovia, San Francisco, Melbourne y Tokyo, Porto Alegre, México, Roma y Brasilia, entre otras; y en exposiciones individuales en Ecuador, Lima, Praga, México, Varsovia y Montevideo, entre otras.
Se lo denominaba "pintor social", queriendo significar es un artista que utilizaba la pintura para denunciar situaciones de injusticia.
En su última etapa, dos vertientes parecen insinuarse en la producción artística, por un lado las obras en que desarrolla una búsqueda plástica total y por el otro, aquellas en las que prevalece una intención política y comprometida. Pero sus obras no pueden quedar reducidas a una denuncia política, debemos diferenciar el aspecto militante y comprometido del hombre concreto, de la personalidad creadora y sus búsquedas.
Castagnino era un hombre preocupado por la problemática de su tiempo.
Entre sus obras de carácter mural se destacan: Fresco Obreros y Campesinos; Ofrenda de la Nueva Tierra; Galería Pacífico, en colaboración con Lino Spilimbergo, Antonio Berni, Demetrio Urruchua y Manuel Colmerio en Buenos Aires; Mural Elogio del Río Uruguay; Mural en el Amanecer de la Ciudad; Hombre, Espacio y Esperanza; Panel Sol y Luna, por citar algunas de sus magníficas realizaciones.
Miembro de número en la Academia Nacional de Bellas Artes; realizó dibujos sobre temas de la siderurgia para DALMINE S.A. En 1968 el Centro Editor de América Latina S.A publica su libro didáctico La Acuarela.
El Museo de Arte de Mar del Plata lleva su nombre desde 1982, como homenaje a este maestro de la plástica argentina.
Concurre invitado en 1958 a la Feria Internacional de Bruselas y gana la medalla de honor con "La curtiembre" y en las mismas condiciones, mención especial en la Bienal de México de 1960.
En 1960 por viaja por México y recorre países de Centroamérica. Luego del viaje por América comienza a trabajar con acrílico.
En 1962, Castagnino hizo para EUDEBA, Editorial Universitaria de Buenos Aires, una serie de ilustraciones para del poema Martín Fierro, de José Hernández. Logró darle un rostro definido al más popular de los personajes de la literatura argentina y constituyó el acontecimiento editorial del año.
De 1964 a 1966 se establece en Roma y recorre casi toda Europa. Frecuentó las antiguas pinacotecas del arte occidental y concurrió al taller de André Lothe
En 1969 es invitado a exponer en la URSS, Polonia y Alemania.
Muere en Buenos Aires, el 21 de abril de 1972.
Obtuvo premios en salones provinciales y nacionales, en el exterior obtuvo la Medalla de Honor en pintura, Feria Internacional de Bruselas; el Premio Especial de dibujo II, Bienal de México, El Premio de Honor, Salón Internacional de Saigón.
Realizó múltiples exposiciones personales en galerías de la República Argentina, ha participado en el concurso Palanza organizado por la Academia de Bellas Artes y en Ciento Cincuenta Años de Pintura Argentina, organizado por el Museo Nacional de Bellas Artes.
En el exterior participó de exposiciones colectivas en París, Washington, Lima, Varsovia, San Francisco, Melbourne y Tokyo, Porto Alegre, México, Roma y Brasilia, entre otras; y en exposiciones individuales en Ecuador, Lima, Praga, México, Varsovia y Montevideo, entre otras.
Se lo denominaba "pintor social", queriendo significar es un artista que utilizaba la pintura para denunciar situaciones de injusticia.
En su última etapa, dos vertientes parecen insinuarse en la producción artística, por un lado las obras en que desarrolla una búsqueda plástica total y por el otro, aquellas en las que prevalece una intención política y comprometida. Pero sus obras no pueden quedar reducidas a una denuncia política, debemos diferenciar el aspecto militante y comprometido del hombre concreto, de la personalidad creadora y sus búsquedas.
Castagnino era un hombre preocupado por la problemática de su tiempo.
Entre sus obras de carácter mural se destacan: Fresco Obreros y Campesinos; Ofrenda de la Nueva Tierra; Galería Pacífico, en colaboración con Lino Spilimbergo, Antonio Berni, Demetrio Urruchua y Manuel Colmerio en Buenos Aires; Mural Elogio del Río Uruguay; Mural en el Amanecer de la Ciudad; Hombre, Espacio y Esperanza; Panel Sol y Luna, por citar algunas de sus magníficas realizaciones.
Miembro de número en la Academia Nacional de Bellas Artes; realizó dibujos sobre temas de la siderurgia para DALMINE S.A. En 1968 el Centro Editor de América Latina S.A publica su libro didáctico La Acuarela.
El Museo de Arte de Mar del Plata lleva su nombre desde 1982, como homenaje a este maestro de la plástica argentina.
GB
LA GAZETA FEDERAL.COM
ROCA EL HUMANISTA
JUAN JOSÉ CATRIEL - Fallecimiento 16 de noviembre de 1910
Juan José Catriel, Cacique pampa del Azul, nació hacia 1838 en el campo de Nievas, distante unos 15 km de aquella población. Segundo hijo del cacique Juan Catriel. A la muerte de su padre en 1866, no asumió el cacicazgo, sino que lo hizo su hermano menor Cipriano, quién poseía mayores dotes militares y diplomáticas. Según tradición familiar se rehusó a asumir el mando por no estar de acuerdo con los tratados de paz firmados por su padre con el gobierno nacional. Alejado de los resortes del poder dentro de la tribu, se dedicó a la cría de ganado al pié del “Cerro Negro” (cerca de Olavaria).
Con el paso de los años, una serie de desgraciadas circunstancias trocaron su carácter y su suerte. La disconformidad con muchos años de gobierno de su hermano Cipriano –propenso por carácter y principios a mantener buenas relaciones con los jefes de frontera y gozar de las ventajas de la vida civilizada-, lo indispusieron anímicamente contra él.
En este sentido, Juan José siempre manifestó otro temperamento y otras opciones de vida: menos inteligente que su hermano, más independiente y frontal, menos negociador, contrario a todo acercamiento y componendas con los cristianos, por quienes sentía profunda aversión, siempre prefirió la vida del desierto, en toldo y campo raso, manteniendo inalterables las costumbres que le venían de origen y raza.
A estas disposiciones anímicas, se unió la turbulencia de la Revolución Mitrista , en setiembre de 1874, a la cual se plegó –para propia desgracia- su hermano Cipriano, aconsejado en esto por su amigo el general Ignacio Rivas. Derrotadas por el ejército nacional las tropas adictas a Mitre –en la “Verde”, en noviembre de ese mismo año- la suerte de los hermanos quedó sellada. Cipriano murió degollado en Olavaria, junto con su secretario, Santiago Avendaño; mientras que Juan José, partícipe activo con su gente en el crimen, fue reconocido por el gobierno como nuevo cacique de los catrieles, contando con el apoyo de los coroneles Hilario Lagos y Julio Campos por entonces al mando de las tropas que perseguían a los mitristas.
Por algún tiempo, Juan José se estableció en el campamento de Blanca Grande, ahora al mando del coronel Nicolás Levalle, colaborando con sus indios en la vigilancia y defensa de la frontera, conservando la tribu los fértiles campos de Nievas.
La resolución del gobierno de adelantar paulatinamente la frontera, hasta llevarla a las márgenes del Río Negro, trajo consigo la necesidad de reubicar la indiada de Juan José, en una zona más propicia para tales fines, contando para ello con su sometimiento y fidelidad como hasta esos momentos. Pero los planes del astuto cacique eran otros.
En principio aceptó el ofrecimiento del ministro Adolfo Alsina, formulado en agosto de 1875, de trasladarse a las inmediaciones del Fortín Aklecoa para conformar una especie de “colonia pastoril”, cuyos hombres quedaran afectados a la Guardia Nacional en calidad de “auxiliares” (militarización). Pero habiendo iniciado tratativas con el cacique salinero Manuel Namuncurá, se plegó con sus fuerzas a la invasión que a fines de diciembre de ese mismo año cayó sorpresivamente sobre Azul y zonas vecinas, conocida como “Malón Grande” por sus efectos devastadores. De este modo, aprovechó el regreso de los invasores para confundirse con ellos y emigrar juntos, con toda la tribu, a Salinas Grandes, para recobrar la libertad perdida, rompiendo toda relación con el gobierno nacional y con sus antiguos vecinos de frontera.
A principios de 1876 fijó su residencia en “Treyco”, en las cercanías del actual Guatraché ( La Pampa ), bajo la protección de Namuncurá. De allí en más, demostró una abierta y desafiante resistencia a la decisión gubernamental de trasladarse a la frontera de Carhué.
Asumiendo como conducta habitual el organizar frecuentes invasiones sobre fortines y poblaciones –por cuenta propia o unido a los caciques de Salinas Grandes- , a modo de hostigamiento y obtención de recursos para el sostenimiento de la tribu.
Bajo el rigor de las batidas despachadas desde Carhué y desde Puán, terminó por rendirse, junto con su hermano Marcelino y toda la tribu, el 26 de noviembre de 1878, en Fuerte Argentino ante el comandante Wintter.
Al poco tiempo, los hermanos Catriel fueron embarcados con sus familias en el vapor Santa Rosa rumbo a la isla Martín García, quedando allí sujetos a una espantosa epidemia de viruela y a toda clase de privaciones. Los dos hermanos fueron bautizados en Buenos Aires el 11 de agosto de 1879, en la iglesia del Pilar, junto con otros indígenas enganchados en el ejército. Murió de cáncer en el hospital de Olavarría, el 16 de noviembre de 1910.
Fuente: Julio Argentino Roca – Iconografía Militar, Museo Roca, Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires (2006).
GB
FUENTE LA GAZETA FEDERAL.COM
Juan José Catriel, Cacique pampa del Azul, nació hacia 1838 en el campo de Nievas, distante unos 15 km de aquella población. Segundo hijo del cacique Juan Catriel. A la muerte de su padre en 1866, no asumió el cacicazgo, sino que lo hizo su hermano menor Cipriano, quién poseía mayores dotes militares y diplomáticas. Según tradición familiar se rehusó a asumir el mando por no estar de acuerdo con los tratados de paz firmados por su padre con el gobierno nacional. Alejado de los resortes del poder dentro de la tribu, se dedicó a la cría de ganado al pié del “Cerro Negro” (cerca de Olavaria).
Con el paso de los años, una serie de desgraciadas circunstancias trocaron su carácter y su suerte. La disconformidad con muchos años de gobierno de su hermano Cipriano –propenso por carácter y principios a mantener buenas relaciones con los jefes de frontera y gozar de las ventajas de la vida civilizada-, lo indispusieron anímicamente contra él.
En este sentido, Juan José siempre manifestó otro temperamento y otras opciones de vida: menos inteligente que su hermano, más independiente y frontal, menos negociador, contrario a todo acercamiento y componendas con los cristianos, por quienes sentía profunda aversión, siempre prefirió la vida del desierto, en toldo y campo raso, manteniendo inalterables las costumbres que le venían de origen y raza.
A estas disposiciones anímicas, se unió la turbulencia de la Revolución Mitrista , en setiembre de 1874, a la cual se plegó –para propia desgracia- su hermano Cipriano, aconsejado en esto por su amigo el general Ignacio Rivas. Derrotadas por el ejército nacional las tropas adictas a Mitre –en la “Verde”, en noviembre de ese mismo año- la suerte de los hermanos quedó sellada. Cipriano murió degollado en Olavaria, junto con su secretario, Santiago Avendaño; mientras que Juan José, partícipe activo con su gente en el crimen, fue reconocido por el gobierno como nuevo cacique de los catrieles, contando con el apoyo de los coroneles Hilario Lagos y Julio Campos por entonces al mando de las tropas que perseguían a los mitristas.
Por algún tiempo, Juan José se estableció en el campamento de Blanca Grande, ahora al mando del coronel Nicolás Levalle, colaborando con sus indios en la vigilancia y defensa de la frontera, conservando la tribu los fértiles campos de Nievas.
La resolución del gobierno de adelantar paulatinamente la frontera, hasta llevarla a las márgenes del Río Negro, trajo consigo la necesidad de reubicar la indiada de Juan José, en una zona más propicia para tales fines, contando para ello con su sometimiento y fidelidad como hasta esos momentos. Pero los planes del astuto cacique eran otros.
En principio aceptó el ofrecimiento del ministro Adolfo Alsina, formulado en agosto de 1875, de trasladarse a las inmediaciones del Fortín Aklecoa para conformar una especie de “colonia pastoril”, cuyos hombres quedaran afectados a la Guardia Nacional en calidad de “auxiliares” (militarización). Pero habiendo iniciado tratativas con el cacique salinero Manuel Namuncurá, se plegó con sus fuerzas a la invasión que a fines de diciembre de ese mismo año cayó sorpresivamente sobre Azul y zonas vecinas, conocida como “Malón Grande” por sus efectos devastadores. De este modo, aprovechó el regreso de los invasores para confundirse con ellos y emigrar juntos, con toda la tribu, a Salinas Grandes, para recobrar la libertad perdida, rompiendo toda relación con el gobierno nacional y con sus antiguos vecinos de frontera.
A principios de 1876 fijó su residencia en “Treyco”, en las cercanías del actual Guatraché ( La Pampa ), bajo la protección de Namuncurá. De allí en más, demostró una abierta y desafiante resistencia a la decisión gubernamental de trasladarse a la frontera de Carhué.
Asumiendo como conducta habitual el organizar frecuentes invasiones sobre fortines y poblaciones –por cuenta propia o unido a los caciques de Salinas Grandes- , a modo de hostigamiento y obtención de recursos para el sostenimiento de la tribu.
Bajo el rigor de las batidas despachadas desde Carhué y desde Puán, terminó por rendirse, junto con su hermano Marcelino y toda la tribu, el 26 de noviembre de 1878, en Fuerte Argentino ante el comandante Wintter.
Al poco tiempo, los hermanos Catriel fueron embarcados con sus familias en el vapor Santa Rosa rumbo a la isla Martín García, quedando allí sujetos a una espantosa epidemia de viruela y a toda clase de privaciones. Los dos hermanos fueron bautizados en Buenos Aires el 11 de agosto de 1879, en la iglesia del Pilar, junto con otros indígenas enganchados en el ejército. Murió de cáncer en el hospital de Olavarría, el 16 de noviembre de 1910.
Fuente: Julio Argentino Roca – Iconografía Militar, Museo Roca, Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires (2006).
GB
FUENTE LA GAZETA FEDERAL.COM
FONDOS BUITRES, PIRATAS SEGUN LOS PROPIOS YANQUIS.
paul singer : una depiratas
En el mismo momento que parte de la opo sugiere reconocer el pago a los buitres con iguales condiciones que a los que ingresaron originariamente al canje, recibimos este artículo del Diputado Nacional (MC) Eduardo Román Di Cola , que compartimos.
Paul Singer, dueño del fondo buitre que acosa a Argentina es un pirata no hay dudas. La propia prensa norteamericana lo trata de esa forma. Es más, los bonistas que aceptaron el canje propuesto por Argentina, dicen que son rehenes del propio Singer.
El diario “New York Post”en una nota del 10 de noviembre titula:
Hedgies held ‘hostage’ by pirate Singer
(Bonistas mantenidos rehenes por pirata Singer)"
En uno de sus párrafos la nota dice:
“Caught in the battle between hedge fund billionaire Paul Singer and Argentina, some hedge funds complain that they are being held hostage.”
Traducción: “… en la batalla entre el fondo del billonario Paul Singer y Argentina, algunos fondos se consideran rehenes…’’
“Bondholders who agreed to a 70 percent hit as part of Argentina’s debt restructuring are concerned they might not get paid all they are owed if Singer’s Elliott Management gets its way.”
“Bonistas que aceptaron la propuesta Argentina de reducción del 70% de su crédito podrían no cobrar si el fondo Elliott Management de Singer continúa en su camino”.
En otro párrafo el diario informa que esta situación fue planteada ayer al Juez Thomas Griesa por el Gramercy Funds Management, uno de los tenedores de bonos que aceptó la propuesta que Argentina hizo como consecuencia de la cesación de pagos.
“Gramercy Funds Management, one of the bondholders that agreed to accept 30 cents on the dollar when Argentina defaulted in 2001, said as much to Manhattan federal court Judge Thomas Griesa yesterday.”
“Nosotros estamos siendo rehenes” le dijo a Griesa el defensor del fondo Gramercy Sean O’Shea
Párrafo original“We’re the ones being held hostage,” Sean O’Shea, Gramercy’s attorney, told Griesa at a hearing.”
A continuación adjunto original de la nota en cuestión:
By MICHELLE CELARIER
Caught in the battle between hedge fund billionaire Paul Singer and Argentina, some hedge funds complain that they are being held hostage.
Bondholders who agreed to a 70 percent hit as part of Argentina’s debt restructuring are concerned they might not get paid all they are owed if Singer’s Elliott Management gets its way.
Gramercy Funds Management, one of the bondholders that agreed to accept 30 cents on the dollar when Argentina defaulted in 2001, said as much to Manhattan federal court Judge Thomas Griesa yesterday.
“We’re the ones being held hostage,” Sean O’Shea, Gramercy’s attorney, told Griesa at a hearing.
Elliott had asked the judge to lift a stay that would require Argentina to pay up to $1.3 billion to Elliott in December, when Argentina makes payments to other bondholders.
At yesterday’s hearing, Griesa indicated the stay would remain in effect as long as the appeals process is under way.
The South American country’s bonds have tanked since an appeals court upheld Griesa’s ruling that Argentina would have to pay Elliott and other holdouts who didn’t agree to the debt restructuring each time it makes a payment to the bondholders who accepted the debt swap.
The exchange bondholders like Gramercy fear that if Argentina doesn’t pay Elliott — which President Cristina Kirchner has vowed never to do — they either won’t get paid or will get only a partial amount. That could lead to further litigation and a possible default by Argentina.
“All we want to do is get paid. We’ve already taken a severe haircut. How does it solve the problem by giving them 100 percent out of our hide?” said O’Shea, who is talking to 20 other institutional investors about intervening in the case.
Bank of New York Mellon, the trustee for the bondholders, which makes the payments, is also expected to intervene. If it doesn’t make the bond payments to investors like Gramercy, it could be sued.
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