En el diario La Nación, aún se
expresa una parte minúscula pero influyente de la sociedad argentina.
EL DICTADOR
TIENE QUIEN LE ESCRIBA
Por:
Cynthia Ottaviano
El general Mitre lo concibió
como una “tribuna de doctrina” (en lenguaje coloquial, un medio para bajar
línea) de una élite que miraba al extranjero como único modelo de progreso. La
irrupción del yrigoyenismo primero, y el peronismo después, convirtió a sus
páginas en sábanas donde el sueño conservador se refugió hasta despertar
absolutamente reaccionario, cuando las mayorías populares accedieron a los
derechos más elementales de una democracia moderna.
Hoy en La Nación escribe
Mariano Grondona, el censor del gobierno de Guido y redactor del comunicado 150.
El otro columnista dominical es Joaquín Morales Solá, que también tuvo a su
cargo la censura de la tira Clemente en el Clarín de la dictadura. La coherencia
antidemocrática no es un valor, y así como no deja de ser coherencia, tampoco
deja de ser antidemocrática, lo cual implica un disvalor.
El rechazo que provocó el
amigable encuentro entre el general genocida Jorge Rafael Videla y el periodista
Ricardo Angoso, reproducido por la revista española Cambio 16, se explica, entre
otras cosas, porque 29 años después del retorno de la democracia, sus palabras
sirvieron de fulminante regreso a la caverna; en fin, a los tiempos de la
supresión de derechos y la cacería del otro por pensar distinto.
Más revulsiva se vuelve
entonces la coincidencia ideológica de los editoriales del diario de Mitre en el
siglo XXI con las expresiones del genocida preso. La similitud espanta porque
habla de un horror pasado, pero también presente. Los párrafos podrían
intercambiarse y no se notaría la diferencia. El suplemento que tienen en sus
manos es prueba de ello. Los que se oponen a las políticas de Memoria, Verdad y
Justicia de hoy son los mismos que avalaron las violaciones de los Derechos
Humanos durante la última dictadura cívico-militar. Releyendo sus editoriales,
comparándolas con la arenga tardía del dictador, se confirma que no sólo fueron
cómplices de la masacre, sino partícipes necesarios en busca de beneficios
económicos concretos: así se quedó La Nación con parte de Papel Prensa, y por
eso Bartolomé Mitre, junto a Héctor Magnetto, Ceo de Clarín, están siendo
investigados judicialmente por el despojo a los Graiver en el marco de una causa
de lesa humanidad.
El 11 de febrero pasado, Videla
le habló a su tropa leal desde Cambio 16: “Hoy hay que ganar la guerra política
a través de los mensajes y los medios de comunicación y ésa es nuestra función:
no quedarnos de brazos cruzados”.
Por más que La Nación intente
guardar las formas bajo ropajes periodísticos, sus editoriales son fallidos
freudianos permanentes, que por suerte nos recuerdan quiénes son, qué quieren y
qué modelo de país defienden sus accionistas.
Son los mismos editoriales que
el genocida preso lee cada mañana para inflarse el pecho de aire y pensar que no
todo está perdido.
El dictador tiene quien le
escriba.
Kirchnerismo, un gobierno
totalitario
Videla:
“Un gobierno arbitrario, con
espíritu totalitario, y que no se detiene ante nada y ante nadie, que ha perdido
la vergüenza.”
La Nación:
“El país avanza hacia un
régimen más autoritario, con un poder concentrado (...) es parte sustancial de
ese cuadro una corrupción sistematizada. (...) El avance autoritario del Estado
ha contado hasta ahora, en general, con el silencio de las víctimas. (...) La
sociedad ha actuado como un protagonista paralizado.” (“De mal en peor”,
11-03-12).
Una oposición débil
Videla:
“No veo el actor, el líder.
(...) La política se hace con hombres e ideas y ahora no los hay, ahora
Argentina no los tiene. Hemos perdido una gran oportunidad en las últimas
elecciones de sentar puntos de apoyo a una oposición sólida y que actuara
responsablemente para cambiar el estado de cosas a la que me refería.”
La Nación:
“Nada de lo expuesto se
explicaría de haber existido una oposición articulada y coherente y con más
figuras dispuestas a la firme defensa de las instituciones y a correr menos
detrás de la agenda gubernamental.” (“De mal en peor”, 11-03-12).
El miedo
Videla:
“Todo es miedo y temor y
vivimos permanentemente bajo ese miedo. Y cuando una sociedad vive bajo el miedo
no puede esperar que esté en una actitud de coraje para enfrentar un gobierno
que de por sí no tiene reparos y no se detiene ante nada.”
La Nación:
“En los últimos años se ha ido
construyendo en nuestro país, una creciente sensación de que es mejor callar lo
que uno piensa, sobre todo si esto contraría las acciones del gobierno nacional
(...) miedo a verter opiniones. Es por eso preciso desmitificar el clima de
miedo e invitar a todos los sectores a actuar con coraje cívico, respondiendo a
quienes bregan por la consolidación de un pensamiento único mediante atropellos
autoritarios.” (“Vencer el miedo”, 13-03-12).
Las “dos partes”
Videla:
“El gobierno sólo reconoce a
las víctimas de una de las partes, pero se les niega los derechos a las otras.
Se reivindicó a los combatientes, también se trabajó en la reivindicación de los
presos políticos, que somos nosotros, y ahora se trabaja en esta última
reivindicación, en la de las víctimas del terrorismo. Al margen de los
combatientes y muertos, y de los presos políticos que estamos pagando un
servicio a la patria, faltaban las víctimas del terrorismo y hay ya gente que
está trabajando en este asunto, en la búsqueda de esa reivindicación, aunque si
bien es cierto que todavía no se ha tenido éxito en lograr ese justo y merecido
reconocimiento a ese colectivo por el que usted pregunta. Es un trabajo en el
que se lleva trabajando desde hace años, pero este gobierno se niega a reconocer
sistemáticamente que existieran víctimas del otro lado, ya que si lo hiciera
tendría que juzgar a los terroristas que produjeron aquellos hechos y actos que
provocaron la existencia de víctimas.”
La Nación:
“Hay un extendido reclamo
debido a la inequidad en la que se encuentran miles de ciudadanos que se
convirtieron en víctimas del terrorismo y que no sólo no han sido indemnizados,
sino que también han carecido de reconocimiento e incluso han sido rechazados.
(...) La negación del Estado de reconocer estos derechos a estas personas
constituye una violación masiva de derechos humanos que una democracia que se
precie de tal no debe permitir (...) sumiéndolas en una doble victimización:
primero la perpetrada por las organizaciones terroristas y ahora la que el
Estado produce al negarles sus derechos. Como si esto fuera poco, además las
discrimina al otorgar el pleno goce de los derechos y abultadas indemnizaciones
a algunos de sus propios victimarios.” (“Discriminación entre víctimas”,
01-10-11).
La cantidad de
desaparecidos
Videla:
“Hay una gran disparidad en las
cifras que se ofrecen, como usted dice, lo cual le resta credibilidad a lo que
se presenta o se intenta hacernos creer. No se puede pasar de un extremo a otro,
es decir, de 32.000 que presentan algunos a 7.000 cifrado por otras comisiones.
Creo que este asunto tiene mucho que ver con las compensaciones o el
resarcimiento económico que se le dio a las víctimas, o a los supuestos
desaparecidos (…) Este dato demuestra que asistimos a una clara manipulación en
el asunto de los desaparecidos.”
La Nación:
“Graciela Fernández Meijide
dice que el número de desaparecidos no es 30.000. En rigor, de las
investigaciones de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de las Personas
(Conadep), hechas en 1984, se desprende que las víctimas serían 8961. En 2006,
el gobierno de Néstor Kirchner revisó, corrigió y actualizó esa cifra,
llevándola a 9334. (…) La evidente falsedad del número coloca a quienes lo
esgrimen en la sospecha de que buscan más potenciar el efecto político de su
actuación, que luchar por la verdad y por la aparición o la reivindicación de
las personas. (…) No se trata de negar unos hechos y de destacar otros, sino de
exponerlos a todos en su esencia y en su debido contexto. De lo contrario, no se
hará justicia plena y perdurarán la venganza y la confrontación. (“Una
contribución a la verdad”, 08-08-09).
Menem y los Kirchner
Videla:
“El juicio a las Juntas creo
que fue un error y concluyo ya: nunca debió realizarse. Menem luego desenredó
ese error, en cierta medida (…) había paridad y cierto respeto a las fuerzas de
las dos partes que lucharon o se enfrentaron en aquellos años, incluso emite
varios decretos que tienen una dirección simétrica hacia las dos partes.
Reconoce con exactos argumentos a las dos partes. Pero el gobierno actual se ha
caracterizado por la asimetría (…) Nuestro momento peor, hablo para los
militares, es con la llegada de los Kirchner al gobierno. Ha habido una
asimetría total en el tratamiento a las dos partes enfrentadas en el conflicto.
Fuimos señalados como los responsables, ni más ni menos, de unos acontecimientos
que no desencadenamos.”
La Nación:
“La represión nació como una
reacción ante una acción previa. (...) Carlos Menem dictó los indultos, tanto a
militares como a subversivos. Sin embargo, en estos últimos ocho años se
desanduvo fuertemente ese camino. El presidente Néstor Kirchner presionó al
Parlamento y la Justicia para la anulación de las citadas leyes y de los
indultos. Apareció entonces la figura de la imprescriptibilidad por la
calificación de lesa humanidad, pero sólo para una de las partes. (...) De esta
manera la Justicia pareció convertirse en venganza demorada.” (“La necesaria
pacificación y reconciliación”, 21-08-11).
La revancha de los
Kirchner
Videla:
“Así llegamos al matrimonio
Kirchner, que vuelve a retrotraer todo este asunto a la década de los setenta, y
vienen a cobrarse lo que no pudieron cobrarse en esa década y lo hacen con un
espíritu de absoluta revancha. (…) Aquí no hay Justicia, sino venganza.”
La Nación:
“Este nuevo intento revanchista
de sectores kirchneristas presenta serios riesgos para la sociedad.” (“Vamos por
todo” 24-03-11). “Anticiparon las mañas que habría para avivar el rencor, y allí
donde anidara, los deseos de revancha por los años de dictadura.” (“La violencia
armada de los 70”, 30-07-11).
Escarbar en el pasado
Videla:
“Está la pretensión permanente
de seguir escarbando en el pasado, colocándonos a los militares en la vereda de
enfrente como unos indeseables.”
La Nación:
“Una condición esencial es
superar una permanente mirada hacia el pasado, teñida de las interpretaciones
sesgadas, asimétricas y vengativas.” (“La necesaria pacificación y
reconciliación”, 21-08-11).
Recuperar la paz y el
diálogo
Videla:
“Hay que comenzar a pensar en
el futuro, pero sin concordia no hay futuro. En consecuencia, creo que tiene que
haber un diálogo amplio (…) hay que dejar de lado todas tensiones y rigideces
que nos han paralizado.”
La Nación:
“El país debe apuntar y aspirar
hacia su mejor futuro posible, y ello presupone el perdón, la concordia.”
(“Consolidar la paz interior”, 11-10-04). “Se hace necesaria la pacificación y
reconciliación y un sereno entendimiento. Es imprescindible volcar los esfuerzos
y las esperanzas hacia un futuro que deberá construirse con todos los
argentinos.” (“La necesaria pacificación y reconciliación”, 21-08-11). “Es
imprescindible recuperar ese espíritu de diálogo y de unidad que permitió crear
la gran nación que fuimos.” (“Tiempo de reconciliación”, 24-12-07).
El golpe del ’76
Videla:
“Comienza el caos y el terror
se adueña, de nuevo, de las calles de Argentina. (…) Vivíamos unos tiempos
turbulentos y había que dar una respuesta (…) el acuerdo se firmaba, bajo estos
decretos, para combatir el terrorismo en todas sus formas y hasta el
aniquilamiento definitivo (...) reducir a la nada (...) el país entra en una
guerra, pues no salimos como Fuerzas Armadas a cazar pajaritos, sino a combatir
al terrorismo y a los subversivos (...) estábamos en una guerra ante un enemigo
implacable. (…) Se había llegado a un claro vacío de poder, una auténtica
parálisis institucional, estábamos en un claro riesgo de entrar en una anarquía
inmediata. (...) O tomábamos el poder o la subversión se hacía por la vía de las
armas con las instituciones (...) cada día el deterioro era mayor.”
La Nación:
“Se omite una pintura fidedigna
y objetiva del clima de terror al que estaba sometida la sociedad argentina como
consecuencia de los atentados criminales del terrorismo subversivo y de los
delitos que se perpetraban a diario: secuestros extorsivos, copamientos de
unidades militares, asesinatos de empresarios, atentados con explosivos, muerte
masiva de ciudadanos inocentes.” (“Tiempo de reconciliación”, 24-12-07).
El campo
Videla:
“Si algo tiene Argentina es su
riqueza agropecuaria, somos o éramos el granero del mundo, y el agro ha sido
borrado de la estructura nacional. Este gobierno ha asociado el campo con la
oligarquía y como enemigo de ese socialismo que ellos pregonan, no podemos
esperar de esta gente una solución.”
La Nación:
“A lo largo de su historia, el
país tuvo siempre en claro que en el campo reposaba lo mejor de su creatividad y
de su dinamismo productivo. (...) Fue reconocido en todas las épocas como un
luchador, factor poderoso de progreso y fuente de estabilidad y continuidad en
el desenvolvimiento de las energías espirituales y materiales de la Nación.
Quienes conducen la gestión de los asuntos públicos nacionales se obstinaron, en
determinado momento, en alentar antinomias destructivas en perjuicio del campo y
en convertir al sector en víctima propiciatoria de críticas injustificadas y de
presiones tributarias exacerbadas y discriminatorias. Al impulsor de la riqueza
agropecuaria le corresponde volver a ser reconocido como el gran protagonista
del crecimiento económico nacional.” (“Perfil moral del hombre de campo”,
11-03-06).
Las instituciones
muertas
Videla:
“Hoy la República está
desaparecida, no tiene Justicia porque la que tiene es un esqueleto sin relleno
jurídico; el mismo parlamento no tiene contenidos, está compuesto por ganapanes
que temen que les vayan a quitar el puesto y se venden al mejor postor. No hay
nadie en la escena política con lucidez capaz de hacerles frente. El país
tampoco tiene empresarios porque están vendidos al poder. Hoy las instituciones
están muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez
de Perón. Lo que me permite decir que no tenemos República porque no tenemos a
las grandes instituciones del Estado funcionando. La Justicia, el Congreso y las
demás instituciones, por no hablar de otros aspectos, no existen.”
La Nación:
“No se advierte que exista
preocupación extendida por la excesiva concentración de poder ni por las
pretensiones hegemónicas ni por la defensa del esencial papel republicano que
corresponde a la oposición y a la prensa libre. Tampoco, por la abierta sumisión
de algunos miembros del Poder Judicial a los designios del Ejecutivo ni por el
abuso reiterado y constante del poder de policía que tiene la administración,
que desnaturaliza su razón de ser y los transforma en instrumento de
intimidación, cuando no de castigo, a quienes no aceptan el cesarismo que supone
imponer el discurso único que se predica incesantemente desde los más altos
púlpitos de la conducción política. Ni tampoco por el populismo desenfrenado
que, en conjunto, conforma una realidad gravísima.” (“La recesión democrática”,
06-02-12).
Fuente: Info News
Prof GB