martes, 3 de abril de 2012

LA NACION-BARTOLOME MITRE Y VIDELA (Y CLARIN)


En el diario La Nación, aún se expresa una parte minúscula pero influyente de la sociedad argentina.
 
EL DICTADOR TIENE QUIEN LE ESCRIBA
 
Por: Cynthia Ottaviano
 
El general Mitre lo concibió como una “tribuna de doctrina” (en lenguaje coloquial, un medio para bajar línea) de una élite que miraba al extranjero como único modelo de progreso. La irrupción del yrigoyenismo primero, y el peronismo después, convirtió a sus páginas en sábanas donde el sueño conservador se refugió hasta despertar absolutamente reaccionario, cuando las mayorías populares accedieron a los derechos más elementales de una democracia moderna.
 
Hoy en La Nación escribe Mariano Grondona, el censor del gobierno de Guido y redactor del comunicado 150. El otro columnista dominical es Joaquín Morales Solá, que también tuvo a su cargo la censura de la tira Clemente en el Clarín de la dictadura. La coherencia antidemocrática no es un valor, y así como no deja de ser coherencia, tampoco deja de ser antidemocrática, lo cual implica un disvalor.
 
El rechazo que provocó el amigable encuentro entre el general genocida Jorge Rafael Videla y el periodista Ricardo Angoso, reproducido por la revista española Cambio 16, se explica, entre otras cosas, porque 29 años después del retorno de la democracia, sus palabras sirvieron de fulminante regreso a la caverna; en fin, a los tiempos de la supresión de derechos y la cacería del otro por pensar distinto.
 
Más revulsiva se vuelve entonces la coincidencia ideológica de los editoriales del diario de Mitre en el siglo XXI con las expresiones del genocida preso. La similitud espanta porque habla de un horror pasado, pero también presente. Los párrafos podrían intercambiarse y no se notaría la diferencia. El suplemento que tienen en sus manos es prueba de ello. Los que se oponen a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia de hoy son los mismos que avalaron las violaciones de los Derechos Humanos durante la última dictadura cívico-militar. Releyendo sus editoriales, comparándolas con la arenga tardía del dictador, se confirma que no sólo fueron cómplices de la masacre, sino partícipes necesarios en busca de beneficios económicos concretos: así se quedó La Nación con parte de Papel Prensa, y por eso Bartolomé Mitre, junto a Héctor Magnetto, Ceo de Clarín, están siendo investigados judicialmente por el despojo a los Graiver en el marco de una causa de lesa humanidad.
 
El 11 de febrero pasado, Videla le habló a su tropa leal desde Cambio 16: “Hoy hay que ganar la guerra política a través de los mensajes y los medios de comunicación y ésa es nuestra función: no quedarnos de brazos cruzados”.
 
Por más que La Nación intente guardar las formas bajo ropajes periodísticos, sus editoriales son fallidos freudianos permanentes, que por suerte nos recuerdan quiénes son, qué quieren y qué modelo de país defienden sus accionistas.
 
Son los mismos editoriales que el genocida preso lee cada mañana para inflarse el pecho de aire y pensar que no todo está perdido.
 
El dictador tiene quien le escriba.
 
Kirchnerismo, un gobierno totalitario
 
Videla:
 
“Un gobierno arbitrario, con espíritu totalitario, y que no se detiene ante nada y ante nadie, que ha perdido la vergüenza.”
 
La Nación:
 
“El país avanza hacia un régimen más autoritario, con un poder concentrado (...) es parte sustancial de ese cuadro una corrupción sistematizada. (...) El avance autoritario del Estado ha contado hasta ahora, en general, con el silencio de las víctimas. (...) La sociedad ha actuado como un protagonista paralizado.” (“De mal en peor”, 11-03-12).
 
Una oposición débil
 
Videla:
 
“No veo el actor, el líder. (...) La política se hace con hombres e ideas y ahora no los hay, ahora Argentina no los tiene. Hemos perdido una gran oportunidad en las últimas elecciones de sentar puntos de apoyo a una oposición sólida y que actuara responsablemente para cambiar el estado de cosas a la que me refería.”
 
La Nación:
 
“Nada de lo expuesto se explicaría de haber existido una oposición articulada y coherente y con más figuras dispuestas a la firme defensa de las instituciones y a correr menos detrás de la agenda gubernamental.” (“De mal en peor”, 11-03-12).
 
El miedo
 
Videla:
 
“Todo es miedo y temor y vivimos permanentemente bajo ese miedo. Y cuando una sociedad vive bajo el miedo no puede esperar que esté en una actitud de coraje para enfrentar un gobierno que de por sí no tiene reparos y no se detiene ante nada.”
 
La Nación:
 
“En los últimos años se ha ido construyendo en nuestro país, una creciente sensación de que es mejor callar lo que uno piensa, sobre todo si esto contraría las acciones del gobierno nacional (...) miedo a verter opiniones. Es por eso preciso desmitificar el clima de miedo e invitar a todos los sectores a actuar con coraje cívico, respondiendo a quienes bregan por la consolidación de un pensamiento único mediante atropellos autoritarios.” (“Vencer el miedo”, 13-03-12).
 
Las “dos partes”
 
Videla:
 
“El gobierno sólo reconoce a las víctimas de una de las partes, pero se les niega los derechos a las otras. Se reivindicó a los combatientes, también se trabajó en la reivindicación de los presos políticos, que somos nosotros, y ahora se trabaja en esta última reivindicación, en la de las víctimas del terrorismo. Al margen de los combatientes y muertos, y de los presos políticos que estamos pagando un servicio a la patria, faltaban las víctimas del terrorismo y hay ya gente que está trabajando en este asunto, en la búsqueda de esa reivindicación, aunque si bien es cierto que todavía no se ha tenido éxito en lograr ese justo y merecido reconocimiento a ese colectivo por el que usted pregunta. Es un trabajo en el que se lleva trabajando desde hace años, pero este gobierno se niega a reconocer sistemáticamente que existieran víctimas del otro lado, ya que si lo hiciera tendría que juzgar a los terroristas que produjeron aquellos hechos y actos que provocaron la existencia de víctimas.”
 
La Nación:
 
“Hay un extendido reclamo debido a la inequidad en la que se encuentran miles de ciudadanos que se convirtieron en víctimas del terrorismo y que no sólo no han sido indemnizados, sino que también han carecido de reconocimiento e incluso han sido rechazados. (...) La negación del Estado de reconocer estos derechos a estas personas constituye una violación masiva de derechos humanos que una democracia que se precie de tal no debe permitir (...) sumiéndolas en una doble victimización: primero la perpetrada por las organizaciones terroristas y ahora la que el Estado produce al negarles sus derechos. Como si esto fuera poco, además las discrimina al otorgar el pleno goce de los derechos y abultadas indemnizaciones a algunos de sus propios victimarios.” (“Discriminación entre víctimas”, 01-10-11).
 
 
 La cantidad de desaparecidos
 
Videla:
“Hay una gran disparidad en las cifras que se ofrecen, como usted dice, lo cual le resta credibilidad a lo que se presenta o se intenta hacernos creer. No se puede pasar de un extremo a otro, es decir, de 32.000 que presentan algunos a 7.000 cifrado por otras comisiones. Creo que este asunto tiene mucho que ver con las compensaciones o el resarcimiento económico que se le dio a las víctimas, o a los supuestos desaparecidos (…) Este dato demuestra que asistimos a una clara manipulación en el asunto de los desaparecidos.”
 
La Nación:
 
“Graciela Fernández Meijide dice que el número de desaparecidos no es 30.000. En rigor, de las investigaciones de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de las Personas (Conadep), hechas en 1984, se desprende que las víctimas serían 8961. En 2006, el gobierno de Néstor Kirchner revisó, corrigió y actualizó esa cifra, llevándola a 9334. (…) La evidente falsedad del número coloca a quienes lo esgrimen en la sospecha de que buscan más potenciar el efecto político de su actuación, que luchar por la verdad y por la aparición o la reivindicación de las personas. (…) No se trata de negar unos hechos y de destacar otros, sino de exponerlos a todos en su esencia y en su debido contexto. De lo contrario, no se hará justicia plena y perdurarán la venganza y la confrontación. (“Una contribución a la verdad”, 08-08-09).
 
Menem y los Kirchner
 
Videla:
 
“El juicio a las Juntas creo que fue un error y concluyo ya: nunca debió realizarse. Menem luego desenredó ese error, en cierta medida (…) había paridad y cierto respeto a las fuerzas de las dos partes que lucharon o se enfrentaron en aquellos años, incluso emite varios decretos que tienen una dirección simétrica hacia las dos partes. Reconoce con exactos argumentos a las dos partes. Pero el gobierno actual se ha caracterizado por la asimetría (…) Nuestro momento peor, hablo para los militares, es con la llegada de los Kirchner al gobierno. Ha habido una asimetría total en el tratamiento a las dos partes enfrentadas en el conflicto. Fuimos señalados como los responsables, ni más ni menos, de unos acontecimientos que no desencadenamos.”
 
La Nación:
 
“La represión nació como una reacción ante una acción previa. (...) Carlos Menem dictó los indultos, tanto a militares como a subversivos. Sin embargo, en estos últimos ocho años se desanduvo fuertemente ese camino. El presidente Néstor Kirchner presionó al Parlamento y la Justicia para la anulación de las citadas leyes y de los indultos. Apareció entonces la figura de la imprescriptibilidad por la calificación de lesa humanidad, pero sólo para una de las partes. (...) De esta manera la Justicia pareció convertirse en venganza demorada.” (“La necesaria pacificación y reconciliación”, 21-08-11).
 
La revancha de los Kirchner
 
Videla:
 
“Así llegamos al matrimonio Kirchner, que vuelve a retrotraer todo este asunto a la década de los setenta, y vienen a cobrarse lo que no pudieron cobrarse en esa década y lo hacen con un espíritu de absoluta revancha. (…) Aquí no hay Justicia, sino venganza.”
 
La Nación:
 
“Este nuevo intento revanchista de sectores kirchneristas presenta serios riesgos para la sociedad.” (“Vamos por todo” 24-03-11). “Anticiparon las mañas que habría para avivar el rencor, y allí donde anidara, los deseos de revancha por los años de dictadura.” (“La violencia armada de los 70”, 30-07-11).
 
Escarbar en el pasado
 
Videla:
 
“Está la pretensión permanente de seguir escarbando en el pasado, colocándonos a los militares en la vereda de enfrente como unos indeseables.”
 
La Nación:
 
“Una condición esencial es superar una permanente mirada hacia el pasado, teñida de las interpretaciones sesgadas, asimétricas y vengativas.” (“La necesaria pacificación y reconciliación”, 21-08-11).
 
Recuperar la paz y el diálogo
 
Videla:
 
“Hay que comenzar a pensar en el futuro, pero sin concordia no hay futuro. En consecuencia, creo que tiene que haber un diálogo amplio (…) hay que dejar de lado todas tensiones y rigideces que nos han paralizado.”
 
La Nación:
 
“El país debe apuntar y aspirar hacia su mejor futuro posible, y ello presupone el perdón, la concordia.” (“Consolidar la paz interior”, 11-10-04). “Se hace necesaria la pacificación y reconciliación y un sereno entendimiento. Es imprescindible volcar los esfuerzos y las esperanzas hacia un futuro que deberá construirse con todos los argentinos.” (“La necesaria pacificación y reconciliación”, 21-08-11). “Es imprescindible recuperar ese espíritu de diálogo y de unidad que permitió crear la gran nación que fuimos.” (“Tiempo de reconciliación”, 24-12-07).
 
El golpe del ’76
 
Videla:
 
“Comienza el caos y el terror se adueña, de nuevo, de las calles de Argentina. (…) Vivíamos unos tiempos turbulentos y había que dar una respuesta (…) el acuerdo se firmaba, bajo estos decretos, para combatir el terrorismo en todas sus formas y hasta el aniquilamiento definitivo (...) reducir a la nada (...) el país entra en una guerra, pues no salimos como Fuerzas Armadas a cazar pajaritos, sino a combatir al terrorismo y a los subversivos (...) estábamos en una guerra ante un enemigo implacable. (…) Se había llegado a un claro vacío de poder, una auténtica parálisis institucional, estábamos en un claro riesgo de entrar en una anarquía inmediata. (...) O tomábamos el poder o la subversión se hacía por la vía de las armas con las instituciones (...) cada día el deterioro era mayor.”
 
La Nación:
 
“Se omite una pintura fidedigna y objetiva del clima de terror al que estaba sometida la sociedad argentina como consecuencia de los atentados criminales del terrorismo subversivo y de los delitos que se perpetraban a diario: secuestros extorsivos, copamientos de unidades militares, asesinatos de empresarios, atentados con explosivos, muerte masiva de ciudadanos inocentes.” (“Tiempo de reconciliación”, 24-12-07).
 
El campo
 
Videla:
 
“Si algo tiene Argentina es su riqueza agropecuaria, somos o éramos el granero del mundo, y el agro ha sido borrado de la estructura nacional. Este gobierno ha asociado el campo con la oligarquía y como enemigo de ese socialismo que ellos pregonan, no podemos esperar de esta gente una solución.”
 
La Nación:
 
“A lo largo de su historia, el país tuvo siempre en claro que en el campo reposaba lo mejor de su creatividad y de su dinamismo productivo. (...) Fue reconocido en todas las épocas como un luchador, factor poderoso de progreso y fuente de estabilidad y continuidad en el desenvolvimiento de las energías espirituales y materiales de la Nación. Quienes conducen la gestión de los asuntos públicos nacionales se obstinaron, en determinado momento, en alentar antinomias destructivas en perjuicio del campo y en convertir al sector en víctima propiciatoria de críticas injustificadas y de presiones tributarias exacerbadas y discriminatorias. Al impulsor de la riqueza agropecuaria le corresponde volver a ser reconocido como el gran protagonista del crecimiento económico nacional.” (“Perfil moral del hombre de campo”, 11-03-06).
 
Las instituciones muertas
 
Videla:
 
“Hoy la República está desaparecida, no tiene Justicia porque la que tiene es un esqueleto sin relleno jurídico; el mismo parlamento no tiene contenidos, está compuesto por ganapanes que temen que les vayan a quitar el puesto y se venden al mejor postor. No hay nadie en la escena política con lucidez capaz de hacerles frente. El país tampoco tiene empresarios porque están vendidos al poder. Hoy las instituciones están muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez de Perón. Lo que me permite decir que no tenemos República porque no tenemos a las grandes instituciones del Estado funcionando. La Justicia, el Congreso y las demás instituciones, por no hablar de otros aspectos, no existen.”
 
La Nación:
 
“No se advierte que exista preocupación extendida por la excesiva concentración de poder ni por las pretensiones hegemónicas ni por la defensa del esencial papel republicano que corresponde a la oposición y a la prensa libre. Tampoco, por la abierta sumisión de algunos miembros del Poder Judicial a los designios del Ejecutivo ni por el abuso reiterado y constante del poder de policía que tiene la administración, que desnaturaliza su razón de ser y los transforma en instrumento de intimidación, cuando no de castigo, a quienes no aceptan el cesarismo que supone imponer el discurso único que se predica incesantemente desde los más altos púlpitos de la conducción política. Ni tampoco por el populismo desenfrenado que, en conjunto, conforma una realidad gravísima.” (“La recesión democrática”, 06-02-12).
 
Fuente: Info News

Prof GB
 

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