Los argentinos vivimos entre golpes, cautivos de ese miedo
durante medio siglo.
Escrito por Ana Jaramillo
Quien osase transgredir el orden o luchar contra el poder hegemonico terminaba inexorablemente preso, exiliado o muerto. Asi nos sucedio a miles de argentinos.
SIN RUIDO DE
SABLES, SE ACABÓ EL MIEDO A LA LIBERTAD
Por Ana
Jaramillo*
“
EN LA LECTURA DE SUS ENJUNDIOSOS LIBROS HE ENCONTRADO LA ECUANIMIDAD QUE SOLO
PUEDE INSPIRAR UN PROCEDER HONESTO Y LOS CONOCIMIENTOS QUE SÓLO UNA GRAN CULTURA
PUEDE PONER A SU ALCANCE; ELLO ES UNA GARANTÍA PARA TODOS… LA NUEVA GENERACIÓN
DE ARGENTINOS, EN CUYAS MANOS QUEDARÁ EL DESTINO NACIONAL, ENCONTRARÁ EN SUS
LIBROS EL ESCLARECIMIENTO INDISPENSABLE, SI ES QUE UN DÍA NECESITAN RECIBIR EL
TESTIMONIO DEL PASADO, TAN FALSEADO POR LAS LUCHAS Y LAS PASIONES, QUE LOS
‘ESCRIBAS` NO TITUBEARON EN ENVILECER POR PASIÓN O POR
DINERO”
Juan Domingo Perón
Desde el exilio, Perón
le escribía esta frase a Rodolfo Puiggrós, después de leer sus libros de
historia y particularmente Argentina entre golpes. En la edición de 1969, los
conceptos de Perón figuran en la contratapa.
En los sesentas, los que
éramos la nueva generación de jóvenes tuvimos a nuestro alcance los libros y a
los maestros como Puiggrós, Jauretche, Scalabrini Ortiz y tantos
otros que nos contaban la otra historia. Esa que había sido tergiversada,
ocultada y envilecida por los escribas en el poder.
Poco tiempo después de
la muerte de Perón, otra vez volvieron los militares, primero camuflados bajo la
Triple A como les escribió Walsh y después las Tres Armas
vistieron sus uniformes junto a sus escribas con más violencia que nunca a
clausurar la democracia y con ella la libertad.
Los jóvenes de los años
sesenta, crecimos escuchando las marchas y los comunicados número 1, 2, 3… casi
siempre por Radio Colonia donde se anunciaban las medidas inmediatas que
tomarían los Generales que habían asaltado el poder. Los escribas bautizaban con
distintos nombres a los golpes, así llamaron Revolución Libertadora, Revolución
argentina, Proceso de reorganización nacional y tantos otros que
no tuvieron tanta difusión. Llamaron revoluciones a los golpes de estado para
seguir manteniendo y conservando el poder económico y la organización
nacional de acuerdo a sus necesidades y ambiciones.
Los argentinos vivimos
entre golpes, cautivos de ese miedo durante medio siglo. La política también.
Quien osase transgredir el orden o luchar contra el poder hegemónico terminaba
inexorablemente preso, exiliado o muerto. Así nos sucedió a miles de
argentinos.
Después de recuperada la
democracia en 1983, el miedo seguía vigente. Así se sancionaron las siniestras
leyes de Obediencia debida y de Punto final y también se instrumentó la
vergonzante política de desmalvinización. Ambas políticas surgidas del miedo y
esquivando en forma brutal y vergonzante la memoria y la justicia.
Tuvimos que esperar
durante casi tres décadas a Néstor Kirchner para que se derogaran las oprobiosas
leyes y se juzgaran a todos los genocidas y tuvimos que esperar la llegada de
Cristina Kirchner para que se honrara a los combatientes sin temor a que se los
confunda con los asesinos del pueblo.
Cuando uno vuelve a
releer los argumentos para sancionar las leyes que perdonaban a quienes habían
cometido crímenes aberrantes e imprescriptibles, vuelve a reconocer el país del
no me acuerdo, o no me quiero acordar. El Presidente de la Cámara de Diputados
el 24 de diciembre de 1984 lo explicitó diciendo “para tener futuro es
preferible no tener memoria”.
En treinta años, las
escuelas y universidades omitieron cumplir con la Constitución y con la Ley de
Educación. Nada se enseñaba y nada se sabía de los padecimientos de los
veteranos. Parecería que la guerra no existió y los patriotas muertos
tampoco.
Así
quienes lucharon en nuestras islas soportaron la indiferencia, la
ignominia, la hipocresía, el olvido, el desamor y el deshonor, y la pusilánime
actitud social, temerosa de que la merecida honra a los combatientes se
confundiese con el apoyo a los dictadores.
Muchos de los que fueron
a la Plaza a defender la soberanía de las Islas, los que donaron dinero o joyas,
las que tejían bufandas o escribían cartas a los soldados, las que recolectaban
víveres y todos los argentinos que ayudaron a los soldados, vivieron con miedo
recordarlo, creyendo que se los podría confundir con el apoyo a
los genocidas.
Pero como decía Perón,
otra generación llegó, sin temor a que los confundan con ningún represor, sin
haber nacido cuando los jóvenes que lucharon en la guerra en 1982 tenían su
misma edad. No tienen miedo a la libertad ni al chasquido de ningún sable,
porque nacieron y vivieron en democracia, porque se acabó el miedo a la libertad
de la cual disfrutan. Están viviendo en la permanente búsqueda de la verdad,
mientras se recuperan nietos apropiados por los genocidas y se siguen los
juicios a los represores, mientras se amplían día a día los derechos ciudadanos,
y mientras van conociendo la verdadera historia.
Algunos que éramos
jóvenes en los sesentas y setentas, nos hemos reunido en el Instituto Dorrego
para contarles a los jóvenes la otra historia que durante muchos años
silenciaron los escribas del poder, esos que nos siguen vilipendiando,
calumniando e insultando. No nos importa, porque fuimos algunos de los tantos
que no tuvimos miedo y cuando lo tuvimos, lo enfrentamos para poder construir
esta Patria más Grande y para todos. En honor a quienes ya no están, amigos y
compañeros asesinados por la última dictadura, escribimos sin miedo y en la
total libertad de la cual gozamos.
Seguro que nuestros
jóvenes podrían decir como Artigas “con la verdad no ofendo ni temo” o “con
libertad no ofendo ni temo”, como el “Protector de los pueblos libres” hizo
inscribir en el escudo de armas de la Provincia Oriental en 1815. Pero Artigas
murió en el exilio, como San Martín y como Rosas. Afortunadamente, son nuestros
jóvenes los que continuarán forjando el destino nacional y seguirán luchando por
la justicia, por la memoria y por la verdad. Ellos no permitirán que ningún
“escriba” de los poderosos tergiverse su propia historia y no temen a ejercer su
libertad ni a asumir su responsabilidad.
*Miembro del Instituto
Nacional Manuel Dorrego. Rectora de la Universidad Nacional de Lanús. Doctora en
Sociología. Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y
doctorada en igual disciplina por la Universidad de Ciencias Políticas y
Sociales de la UNAM. Obtuvo también la maestría en Sociología en Flacso -México-
revalidada por la UBA.
FUENTE, RED NACIONAL Y POPULAR DE NOTICIAS.
Prof GB
No hay comentarios:
Publicar un comentario