viernes, 17 de febrero de 2012

EL GENOCIDA Y TRAIDOR GALTIERI



Cacería de patos
Durante la guerra de Malvinas, el general Galtieri le comentó muy convencido al mediador Alexander Haig "Nosotros tenemos experiencia en guerras porque hemos combatido a la subversión" Y el norteamericano le contestó irónicamente: "Ustedes tuvieron una cacería de patos, guerra es lo que van a tener ahora".

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UNA HERIDA ABIERTA II


El genocidio iniciado por los militares y sus apoyos civiles con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, continuó de algún modo en Malvinas. La misma crueldad, la misma incompetencia, el mismo desprecio por la vida ajena, la misma cobardía. En Malvinas, los militares cometieron aberraciones progresivamente denunciadas por quienes las sufrieron en carne propia: tortura física y psicológica; traición. Con alguna otra excepción, sólo la valentía y capacidad técnica de los pilotos de la Fuerza Aérea quedan fuera de estas calificaciones.


La derrota fue tan dura para la Junta Militar, que se vio obligada a nombrar a una Comisión Investigadora. Un digno general de la Nación, Benjamín Rattenbach, elaboró en 1983 un informe (2), a pedido de la Comisión de Análisis y Evaluación Político Militar de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur. El informe califica la Guerra de Malvinas como una "aventura irresponsable" (ver "El Informe..."). Señala que cada arma funcionaba por su cuenta, que carecían de preparación y que la conducción estuvo plagada de errores. Sobre esta base, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas condenó a Galtieri a 12 años de reclusión con accesoria de destitución; al almirante Jorge Isaac Anaya a 14 años de reclusión con accesoria de destitución y al brigadier Basilio Arturo Lami Dozo a 8 años de reclusión. En cambio, quedaron absueltos, por prescripción de los delitos, los jefes militares Osvaldo Jorge García, Helmut Conrado Weber, Juan José Lombardo, Leopoldo Alfredo Suárez del Cerro, Mario Benjamín Menéndez y Omar Edgardo Parada. En 1988, al cabo de la revisión en segunda instancia civil y federal de la condena a Galtieri y demás responsables militares, un tribunal ratificó las condenas por los delitos cometidos unificándolas en 12 años solo para los tres máximos jefes militares. No hubo otros condenados por responsabilidades en la Guerra de Malvinas. Finalmente Galtieri, Anaya y Lami Dozo fueron indultados en 1990 por el presidente civil Carlos Saúl Menem.
Militares que cometieron violaciones de los derechos humanos como tortura, tortura seguida de muerte, (Art. 144 del Código Penal) y robos, homicidios y delitos conexos cometidos como miembros de una organización delictiva (dirigida por las juntas militares que gobernaron durante el llamado 'Proceso'), cobran pensión actualmente como ex combatientes de Malvinas. En algunos casos no se los juzgo o se los absolvió; en otros se los indultó o sus procesos se cerraron a causa de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida (3).

Entre los absueltos figuraba el entonces teniente de navío Alfredo Ignacio Astiz, miembro de los primeros comandos enviados a las islas Georgias del Sur, vecinas de las Malvinas y también bajo ocupación británica. Astiz se rindió con su tropa al enemigo sin efectuar la debida resistencia; fue capturado y remitido a Gran Bretaña. De regreso en el país y ya en democracia, fue juzgado en Argentina y condenado (en ausencia) en Francia por participar de secuestros y desapariciones durante la dictadura, entre ellos el de dos monjas francesas y de miembros de Madres de Plaza de Mayo. Otra de sus hazañas, realizada el 27 de enero de 1977 en la localidad de Palomar, cuando encabezaba un grupo de tareas que operaba en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), consistió en balear por la espalda a la adolescente sueca Dagmar Hagelin, cuando ésta corría asustada sin ofrecer resistencia. Estos actos de "valentía" en el servicio no los repitió Astiz en Malvinas: es conocido que ante el primer disparo del enemigo alzó la bandera de rendición y se entregó junto con su tropa.

El descarnado informe del general Rattenbach fue silenciado por sus camaradas, que no quisieron hacerse cargo del debate y sumir una autocrítica sobre lo ocurrido. Tampoco por los gobiernos civiles. Solo fue publicado en una edición del Centro de Soldados ex Combatientes de Malvinas de La Plata (CESIM). Como dice el escritor Osvaldo Bayer, autor del prólogo: "Malvinas es la única guerra del mundo donde murieron los soldados y se rindieron todos los generales, almirantes, brigadieres, coroneles, vicealmirantes, contraalmirantes, mayores, capitanes, sargentos, cabos primeros".(4)

Todos esos heroicos militares van muriendo en la cama, poco a poco, gozando de pensión completa. El cinismo continuó con la democracia, cuando se empezó a inaugurar monumentos a los "Héroes de Malvinas", mientras los ex soldados comenzaban a suicidarse. Los "héroes" en realidad fueron víctimas. Mientras oficiales y suboficiales siguieron cobrando sueldos, pensiones y retiros al margen de su responsabilidad en los hechos de la guerra (y en otros hechos, durante la represión dictatorial), los "soldaditos" en un primer tiempo tuvieron que salir a mendigar.


Por Edgardo Esteban* Escritor, periodista, ex combatiente en la guerra de Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña (1982). Autor del libro "Iluminados por el Fuego", y coautor del guión de la película del mismo nombre
FIN SEGUNDA PARTE.

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UNA HERIDA ABIERTA.

Por Edgardo Esteban*

La guerra de Malvinas es una parte de la historia reciente argentina de la que poco se habla. Los datos y testimonios reunidos a lo largo de un cuarto de siglo han logrado quebrar el silencio oficial y poner al descubierto un hecho espeluznante: durante la guerra los soldados argentinos no sólo tuvieron que combatir al enemigo, sino al hambre, el frío y la inaudita incompetencia, cobardía y crueldad de sus propios jefes militares. Lo que vino después, el regreso, la posguerra, estuvo determinado por la indiferencia de una sociedad traumada por su irreflexivo apoyo a la dictadura y el silencio y el olvido impuesto por los militares. Volver fue el comienzo de un doloroso camino para una gran cantidad de soldados sacudidos por el horror vivido y por el porvenir, que ya no sería el mismo.

De alguna forma se combatió a los excombatientes, dándoles la espalda, obligándolos a la marginación, sepultándolos en el olvido, la indiferencia. Resultado: a la fecha los ex combatientes suicidados llegan 400, mucho más que los 267 muertos en combate. Los que aún viven padecen distintas afecciones, de graves consecuencias, englobadas en la denominación "Trastorno de Estrés Postraumático"...

La indiferencia social posterior al conflicto contrastó con el fervor patriótico que el 2 de abril de 1982 generó el anuncio de la "recuperación" de las Islas Malvinas, en boca del dictador Leopoldo Galtieri. La Plaza de Mayo de Buenos Aires, teñida de color celeste y blanco, se colmó de miles de ciudadanos, entre ellos muchos reconocidos dirigentes políticos y sindicales. Aclamaban a Galtieri, quien decía: "si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla".

Al final de la guerra, el 14 de junio, todo cambió de golpe. Tras la derrota, esa misma gente trató de incendiar la casa de gobierno, echó a Galtieri del poder y no quiso volver a hablar de Malvinas. El final del conflicto cerró el capítulo de la dictadura y fue un factor decisivo para la reinstauración de la democracia, pero en cuanto a la guerra, la sociedad no se hizo cargo de sus responsabilidades.

Las autoridades y la sociedad se comportaban como si los soldados fuesen los responsables de la derrota. Hubo un acuerdo tácito para olvidar la guerra, esconder a los que regresaban y borrar de las mentes lo vivido. Para obtener la baja militar, los oficiales hicieron firmar a los soldados una declaración jurada, en la que nos comprometíamos a callar y por ende a olvidar. Hablar de la guerra, de lo ocurrido durante la guerra, fue lo primero que nos prohibieron. Así, el dolor, las humillaciones, la frustración, el desengaño, la furia, quedaron dentro de cada uno de nosotros hasta tornarse insoportables en muchos casos. Es que hablar, contar, era el primer, necesario paso para exorcizar nuestro infierno interior y empezar a curar las heridas. Pero no se podía, eran cuestiones de Estado. De modo que el regreso fue cruel, en silencio, a escondidas, como si fuésemos un grupo de cobardes. La bienvenida quedó para el hogar.

Asignaturas pendientes

Nadie discute hoy, ni ha discutido nunca, el justo reclamo argentino de soberanía que la República Argentina mantiene sobre las Islas desde 1833. Pero eso nada tiene que ver con el análisis descarnado de lo ocurrido en 1982. Durante mucho tiempo se ha preferido eludir la autocrítica de la derrota, de la que nadie quiso hacerse cargo. Galtieri y recientemente el almirante Jorge Anaya murieron sin haber hablado, sin enfrentar sus responsabilidades políticas y militares. Ninguna guerra es buena, pero ésta, por la improvisación e incompetencia, fue peor.

Al margen de los errores tácticos y estratégicos que definieron la suerte de la guerra, lo que aparece como inaudito son los injustificados malos tratos, las crueldades de algunos oficiales y suboficiales hacia sus soldados: por ejemplo, "estaqueos" (1) durante horas en la turba mojada, con temperaturas bajo cero. En su gran mayoría eran castigos por robar comida. Teníamos hambre, porque la imprevisión y la incompetencia eran tales, que a pesar de que "invadimos" unas islas semidesiertas, estábamos al lado de nuestras costas y permanecimos allí 30 días hasta que llegaron las tropas inglesas y empezaron los combates... ¡no había casi comida!.

El genocidio iniciado por los militares y sus apoyos civiles con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, continuó de algún modo en Malvinas. La misma crueldad, la misma incompetencia, el mismo desprecio por la vida ajena, la misma cobardía. En Malvinas, los militares cometieron aberraciones progresivamente denunciadas por quienes las sufrieron en carne propia: tortura física y psicológica; traición. Con alguna otra excepción, sólo la valentía y capacidad técnica de los pilotos de la Fuerza Aérea quedan fuera de estas calificaciones.

FIN PRIMERA PARTE.
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Rosas, y el Imperio Británico.

El 28 de junio del año 1841, los torys colocaban en el Foreign Office a lord Aberdeen.
En agosto del año 1842 culminaba con el tratado de Nanking la guerra del opio, tras la cual China permitió la venta libre de esa droga en su territorio, se hizo cargo de los gasto de guerra, cedió Hon Kong y factorías en Shangai, Cantón, y otros puertos, al tiempo que entregó sus mercados a tejedurías británicas.

Este hecho aparentemente etéreo y difuso, oculto tras una cortina de humo, de opio posiblemente,tuvo mucho que ver con un documento, encargado por Aberdeen sobre el comercio británico,que se firmó en 1841.

En el mismo se sugerían las posibilidades británicas en Montevideo, refiriéndose a la alternativa de apoyar un tratado con una fuerza de "socorro" destinada a defender una posible intervención extranjera.
Poco después el titular del F.O. reclamaba el levantamiento de las medidas que interrumpían la libre navegación de los ríos interiores argentinos.

La respuesta de Rosas fue elocuente: "Mi partido se compone de gentes capaces de llevar armas; una guerrera y poderosa raza. No hay aristocracia en el país donde pueda apoyarse un gobierno; la opinión pública y las masas gobiernan."


Fuente Revista El Porteño, año 1982.

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EL JUEZ MONTI Y EL GRUPO CLARIN.

Papel Prensa: la Cámara le puso fin a los artilugios de Clarín y La Nación

Por Ignacio Chausis

Además de rechazar las recusaciones planteadas contra los jueces, advirtió a los socios privados de Papel Prensa, Clarín y La Nación, que se abstengan en el futuro de ocasionar “un dispendio jurisdiccional innecesario” bajo riesgo de aplicarles sanciones legales.

Los socios privados de Papel Prensa, Clarín y La Nación, sufrieron un fuerte revés por parte de la justicia comercial en sus intentos por despojar al Estado del control de la única fábrica de papel de diario del país. Dicho revés no tiene que ver solamente con el rechazo a las recusaciones planteadas por los dos diarios –en un expediente interminable, con múltiples incidentes, no es la primera vez que la justicia desestima las presentaciones de los socios privados– sino por el tenor de la advertencia efectuada por los jueces para que tanto Clarín como La Nación desestimen en el futuro la presentación de recursos judiciales cuyo único fin es “retrasar indebidamente la marcha normal del proceso”.

El fallo pertenece a la sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, que con fecha del 25 de enero pasado resolvió rechazar las recusaciones planteadas contra uno de los magistrados que integran la misma, el recientemente nombrado Eduardo Machín. El tribunal resolvió por unanimidad que no existen motivos para que el magistrado, “recusado tardíamente, deba apartarse para decidir el presente planteo”. También rechazó la recusación planteada contra la jueza de primera instancia Cristina O’Reilly, titular del Juzgado Comercial 26, quien como subrogante había habilitado la feria judicial de enero para llamar a una audiencia entre las partes. Los representantes legales de Clarín y La Nación interpretaron esta convocatoria como “prejuzgamiento” a favor del Estado. Para la Cámara, por el contrario, se trató “de una facultad propia del juez, quien puede, en cualquier momento, disponer la comparecencia de las partes”.

Pero más allá de impugnar los planteos, la Cámara hizo una evaluación sumamente negativa de los antecedentes de la conducta de los socios privados. Y es que, para la sala C, las reiteradas recusaciones obedecen a una estrategia judicial elaborada para obstaculizar la marcha del proceso judicial. Según los magistrados, “la manifiesta improcedencia de la recusación planteada no pudo ser desconocida” por los abogados de Clarín y La Nación.

En tal sentido, el fallo exhorta a que Clarín y La Nación eviten, en lo sucesivo, “proponer cuestiones como la que nos ocupa a fin de evitar un dispendio jurisdiccional innecesario, que tiende a desnaturalizar y retrasar indebidamente la marcha normal del proceso, ello bajo apercibimiento de aplicar las sanciones que emanen de la norma legal”.

El fallo lleva la firma de los magistrados Matilde Ballerini y Eduardo Machín. Este último fue nombrado en remplazo del juez José Luis Monti, cuando tomó estado público, en julio del año pasado, la presunta existencia de una cuenta no declarada a su nombre y de sus hijos en el ING Bank de Suiza, por un valor de U$S 1,5 millones. La denuncia contra Monti forma parte de la investigación sobre la “cueva” financiera que funcionaba en el edificio del BNP Paribas ubicado en el piso 27 de Leandro Alem 855, y que lleva adelante el juez federal Claudio Bonadío, y de la cual tomó parte la Unidad de Información Financiera. La justicia busca dilucidar si existe además, el delito de enriquecimiento ilícito.Denunciado ante el Consejo de la Magistratura, Monti había favorecido a Clarín y La Nación durante el período en que fue miembro de la sala C. En una polémica decisión, por ejemplo, había negado un recurso extraordinario presentado por la fiscal general en lo Comercial, Alejandra Gils Carbó contra la decisión del tribunal de revocar la coadministración judicial en el caso Papel Prensa. También era investigado por su actuación irregular en el acuerdo extrajudicial de Transportadora de Gas del Norte (TGN)

17/02/12 Tiempo Argentino


GB

EL AMIGO PERIODISTA DE VIDELA.

El entrevistador de Videla es un propagandista de la ultraderecha

Colabora con un grupo de estudios estratégicos sobre seguridad, ligado al Partido Popular. Define a Chávez como “sátrapa”, es un anticastrista recalcitrante y dice que Cristina es el “hazmerreír” del mundo con su reclamo por Malvinas.


Los medios hegemónicos de Buenos Aires parecen haber descubierto a su nuevo niño mimado. Español, nacido en Salamanca, responde al nombre de Ricardo Angoso. Es el autor de la entrevista al dictador Jorge Rafael Videla. Ayer, un día después de que el reportaje fuera reproducido en todos los medios del país, Angoso fue buscado por radios y sitios web de diarios. “Los periodistas tenemos que escuchar a todas las fuentes. Un periodista que toma partido por una posición pasa a ser un propagandista”, sentenció el español. Quería justificar su entrevista a Videla, condenado a perpetua por crímenes de lesa humanidad y procesado por el robo sistemático de bebés que llevaron adelante las Fuerzas Armadas.

En las notas que le hicieron, y también a través de su cuenta personal en Twitter, Angoso contó cómo consiguió entrevistar a Videla, que está preso en la Unidad 34 del Servicio Penitenciario, ubicada en Campo de Mayo.
“Llevaba entre siete y ocho meses detrás de Videla y por unos contactos con unos conocidos en el Ejército Argentino, una fuente militar, digamos, me facilitó el acceso a Campo de Mayo. Tardé dos meses para confirmarla”, reveló.

El periodista español, graduado en Sociología, no identificó cuáles eran esos contactos en el mundo castrense. Sin embargo, un repaso pormenorizado por su blog personal www.iniciativaradical.org como también por los sitios de Internet de la organización de derecha continental Unoamérica, lo muestran como un fogoso antichavista, anticastrista y, lo que ratifica una línea de conducta bastante coherente, como un entusiasta defensor de militares sentenciados por la justicia por delitos de lesa humanidad de América Latina.

Angoso también es colaborador habitual del Grupo de Estudios Estratégicos (GEES), un centro de estudios dedicado al “análisis de la seguridad internacional y la defensa” ligado al Partido Popular español. De hecho, entre 2004 y 2010 el ex presidente José María Aznar supo escribir con bastante regularidad para el GEES. Más cerca en el tiempo, otro de los columnistas frecuentes llegó a definir a los indignados españoles de la Puerta del Sol como una expresión del “ciberbolchevismo”.

El entrevistador de Videla tiene varios libros escritos sobre la guerra en los Balcanes, fue becario del Ministerio de Relaciones Exteriores de España y ha sido observador electoral para la Organización para la Seguridad en Europa (OSCE): ese rol le permitió integrar misiones internacionales que analizan la transparencia de los comicios en el Viejo Continente.

Angoso no oculta sus simpatías con la jerarquía de la Iglesia Católica, claro que en su faceta más conservadora: en su blog se puede leer una entrevista suya al arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, quien le facilitó un título para la polémica: “Querer ser funcionario es una enfermedad social”. El arzobispo de Granada es un conocido antiabortista y ha instado a los fieles a “desobedecer las leyes” si estas se oponen a sus exigencias morales. El arzobispo, como otros jerarcas de la Iglesia española, es un promotor del culto a Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei y considerado santo por el Vaticano.

Aunque quiera despegarse de la definición de “propagandista”, Angoso no oculta sus simpatías derechistas a la hora de opinar sobre América Latina. A Fidel Castro, previsiblemente, lo llama “dinosaurio”. A Hugo Chávez le dice “sátrapa”, como aquellos gobernadores del extenso imperio persa de Darío. En el caso de la presidenta Cristina Fernández, el periodista español intenta la ironía, sobre todo al analizar su política ante el conflicto con Gran Bretaña por la soberanía de Malvinas. “Una de las virtudes de las que carece la presidenta argentina, junto con su torpe y diría que casi bisoña diplomacia, es la prudencia”, escribió en una nota. “La democracia argentina, a merced de las payasadas del matrimonio bufonesco de los Kirchner con los Chávez, Castro y el resto de la comparsa bolivariana, es el hazmerreír de medio mundo, por no decir del universo entero”, es el diagnóstico sesudo que hace sobre el reclamo de la Argentina por la militarización del Atlántico Sur y el apoyo que esa posición está consiguiendo en buena parte de América Latina.

Angoso aparece promovido como fuente de consulta en el portal de Internet de Unoamerica. Esa organización, en la Argentina, tiene entre sus portavoces al ex carapintada Jorge Mones Ruiz, quien fuera condenado por el levantamiento de Mohamed Alí Seineldín en 1990. Los contactos del entrevistador de Videla pueden adivinarse al repasar su blog: allí aparece, posteada por él mismo, una publicidad digital de las Víctimas del Terrorismo en la Argentina –la agrupación que tiene como su cara más conocida a Cecilia Pando– en la que se convocaba a movilizarse a la Plaza San Martín, el 6 de octubre de 2008, pa ra “homenajear a las víctimas de la subversión”.

Ayer, cuando lo entrevistaron desde el sitio web del diario Perfil, Angoso mostró su absoluta indiferencia con la causa de la usurpación de identidad y apropiación de niños por la dictadura. Cuando le preguntaron si había hablado con Videla de “la causa por el robo de bebés que lo llevó a la cárcel”, el español se limitó a contestar: “Los Derechos Humanos se trataron de forma genérica, no entramos en casos concretos.”

17/02/12 Tiempo Argentino

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EL MILITANTE GRONDONA.

El caso del dr. Jekyll y el sr. Hyde

A propósito del periodismo militante, siempre es interesante y necesario recordar y refrescar diferentes casos del pasado reciente.

Mariano Hamilton // Jueves 16 de febrero de 2012

Por Mosquito
Cada domingo me desayuno con un nuevo editorial del periodista Mariano Grondona en el diario La Nación. También, eventualmente, lo veo en el Canal 26, en donde baja su línea política sin medias tintas, desde un lugar muy claro: oposición a ultranza al kirchnerismo y empecinamiento para la reconstrucción de una oposición que, a opinión de Grondona, está fragmentada y hace todo al revés de lo recomendable para luchar contra un poder central despótico (casi dictatorial, según sus propias palabras) que está asolando a la Argentina desde 1983.

Esta situación me remota a mi primera juventud, allá por los 80, cuando un periodista llamado Francesco Guicciardini se convirtió casi en una obsesión. No sólo por las cosas que decía en El Cronista Comercial, sino además porque me intrigaba las razones de la elección de ese seudónimo (no tenía dudas que lo era).

Hay muchas referencias en diferente enciclopedias sobre quién era Francesco Guicciardini. En la enciclopedia Espasa Calpe se dice que fue un historiador y político italiano nacido en Florencia en 1483 y muerto en la misma ciudad en 1540. Que fue contemporáneo de Maquiavelo, quien incluso eventualmente lo fichó como analista y consejero. También llegó a ser asesor de Alejandro de Medici. Uno de los aportes más notables de Guicciardini entre sus diferentes escritos es que la razón del Estado implica el uso de la fuerza para garantizar el orden de la sociedad.

Mucho más a fondo va el historiador catalán Josep Fontana, quien en su libro Historia, análisis del pasado y del proyecto social, cuenta que Francesco Guicciardini era el adversario político e ideológico de Nicolás Maquiavelo cuando los Médicis lograron controlar el gobierno de Florencia. Maquiavelo tuvo a Guicciardini como colaborador y amigo, pero con el tiempo se distanciaron. Discrepaban en sus concepciones políticas. Maquiavelo era un republicano, y Guicciardini, partidario de una libertad moderada, de una apariencia de democracia pero con control oligárquico. Guicciardini le tenía miedo al pueblo, tanto que escribió: “quien dice un pueblo dice verdaderamente un animal loco, lleno de mil errores, de mil confusiones (….), sin estabilidad”.

Maquiavelo fue denostado por los Médicis por su apoyo a la República y su oposición a la aristocracia, fue exiliado y pasó a la historia como la adjetivación de las roscas y las malas artes en la política, en un ejemplo de lo que puede hacer con un individuo y su obra la mala prensa (en este caso, los malos historiadores). Guicciardini, en cambio, fue elogiado desmesuradamente por los académicos, pese a no haber realizado ningún aporte valioso a la teoría de la historia.

¿Qué decía nuestro Francesco Guicciardini, el contemporáneo, en El Cronista Comercial? Sería muy largo extractar todas sus columnas. Pero sí nos vamos a referir al tema Malvinas, tan conversado por estas fechas.

Decía Guicciardini:
“El 10 de abril, en cambio, ‘todo’ del pueblo estuvo representado en la Plaza ‘pese’ a que buena parte de él no se sentía representada políticamente por el gobierno militar que presidió el evento desde el balcón de la Casa Rosada. He aquí una jornada particular, entonces. Lo que vivimos el 10 de abril no fue acto partidista sino un acto nacional. La diferencia es decisiva. Para encontrar un acto similar hay que volver los ojos al Mundial, en 1978. También entonces se vivió a la Argentina sin distinciones. Pero 1978 fue el ensayo general de 1982, pues el deporte es juego y hace como si la lucha fuera de verdad. Sabíamos que la lucha de verdad es el 10 de abril.” (El Cronista Comercial, 14 de abril de 1982).

“En medio del fragor del combate, cuando nuestras energías se concentran en el despliegue de firmeza y valor de los soldados argentinos después de más de un siglo de paz, debe quedar un poco de tiempo para pensar más allá, en dirección a los grandes cambios de perspectiva que genera esta guerra no declarada, pero real, con el Reino Unido.” (5 de mayo de 1982).

“La Argentina luchó desde el principio con el vigor de una Nación que aspira a su propio territorio. Nuestra motivación es integrar el territorio contra la presión extranjera. No hay mayor motivación que esta en la historia, ya sea Vietnam, en la Rusia que se defendía contra Napoleón o contra Hitler o en la Finlandia que se defendía contra los rusos. Por es los defensores de la propia tierra tienden a ganar aún en condiciones de inferioridad militar. Las motivaciones inglesas parecían, desde el comienzo, superficiales. Una, el orgullo herido, esa arrogancia que no se apaga pese a que el Imperio ya no está. Pero el orgullo herido a 9.000 millas de distancia no es un motor suficiente para una tropa enganchada, a sueldo, que se enroló para combatir al desocupación.” (12 de mayo de 1982).

“Ni Londres ni Buenos Aires han llegado todavía al límite de privar al otro de lo que tampoco se obtiene; por eso, mientras tanto, un proceso paralelo, sigue su ritmo de presiones. Nos referimos al proceso militar. Es posible que algunos de los gobiernos llegue a aceptar la hipótesis diplomática mínima de Pérez del Cuellar (el empate, ni mías ni tuyas) si, en lo militar, temiera secretamente una derrota importante. Pero ambos países, por ahora, creen en la posibilidad de buenos resultados militares. ¿Por qué habrían de ceder? Los ingleses confían en el bloqueo y en forzar una invasión que les deje al menos una porción insultar. Los argentinos confiamos en la fortaleza que hemos levantado en las Malvinas…” (19 de mayo de 1982).

“Lo aconsejable habría sido enfrentar la caída de Puerto Argentino con ánimo sereno, en unidad -sin cargar culpas que ya habría tiempo de asignar-, en busca de una recomposición y una minimización de las pérdidas, para no dar al enemigo, además, la sensación de una victoria total. Éste ha de pensar, en cambio, después de la crisis que ha suscitado la derrota, que no sólo ha vencido a la guarnición de Puerto Argentino. Que ha vencido a la Argentina como tal. No creemos que esto sea verdad. Pero es verdad, en cambio, que nuestro comportamiento colectivo ha dado margen para que así se crea.” (23 de junio de 1982).

“El nuevo presidente, general Bignone, produjo excelente impresión entre dirigentes a través de su primer contacto. La opinión unánime fue que Bignone había empleado ante los políticos un lenguaje desacostumbrado desde el pronunciamiento militar de 1976. Un lenguaje ‘humilde’ (…)
Se dirá: ¿en qué podría consistir ahora la ‘humildad’ de los políticos? En acordar con los militares las bases y puntos de partida de la institucionalización. En no dejarlos afuera. En lograr, a través de su comportamiento, que podamos tener la sensación de que el naciente sistema democrático habrá de ser, a la vez, un sistema de concordia cívico-militar. Un sistema englobante, de modo tal que, sea quien fuere el vencedor en los comicios del futuro, no quede solo al día siguiente frente a la sospecha y la impugnación de sus vencidos; que quede en todo caso al lado del control, la vigilancia y la crítica razonable, interior al sistema, de sus asociados civiles y militares. Si nadie queda afuera del nuevo sistema, nadie tendrá títulos, el día de mañana, para interrumpir su evolución.” (30 de junio).

Como muestra hace falta un botón. Está más o menos claro el espíritu colaboracionista de Francesco Guicciardini durante la guerra y las piruetas que hacía para salvar a sus amigos militares de la democracia que se venía al galope. Hay otras perlas, claro, que preferimos guardar para otro momento.

Se habla mucho del periodismo K, de las nuevas camadas que llegan. Incluso Luis Majul, en La Nación de 16 de febrero de 2012, defendió el tipo de periodismo de denuncias que él representa junto a otros personajes como Jorge Lanata.

Es discutible, claro. A algunos les gusta denunciar casos aislados de corrupción y los extienden a una administración, otros apuntan a cuestiones más estructurales y otros se alinean con mayor o menor distancia con el oficialismo. Son formas de entender el momento histórico que estamos atravesando. Y todos son respetables. Más aún después de ver como se manejaban las cosas o las columnas que se escribían durante la dictadura.

Aquel periodismo es el inadmisible. El que ocultaba crímenes de lesa humanidad, el que respaldaba acciones bélicas sin sentido o el que amenazaba a una democracia naciente para que pactara con los militares asesinos. No hay que olvidarse de Francesco Guicciardini.

Como tampoco hay que dejar de decir que era el seudónimo con el que escribía sus columnas el doctor Mariano Grondona.

http://www.diarioregistrado.com/politica/57857-el-caso-del-dr-jekyll-y-el-sr-hyde.html

Prof GB