En el acto realizado por los obreros vitivinícolas en el teatro Colón
1º de agosto de 1949
La justicia Social.
“Y esa justicia está en todos los campos.
En el campo político la suprema justicia es haber devuelto al pueblo la decisión de sus propios destinos, suprimiendo el fraude y la mentira.
En el campo social, suprimiendo la explotación, suprimiendo esa ex¬plotación realizada siempre en nombre de una libertad en la que no había justicia, porque la libertad sin justicia es la peor de las ignominias. No hay posibilidad de abarcar una palabra sin la otra.
De manera que cuando se explota a un sector de la población en nombre de la justicia se está haciendo escarnio de la verdad y de la justicia.
En el orden económico, ¿no es la justicia pura la que hemos realizado, quitando la posibilidad de llevar a cabo esa explotación a los grandes monopo¬lios capitalistas, para reducir su acción a lo justo, a los que pueden llamarse negocios, sin dejarlo pasar a lo que puede llamarse robo o explotación?¿Quién puede negar de buena fe esta justicia? Solamente un mal hombre puede negar la verdad frente a la verdad misma; solamente un mal hom¬bre puede negar la injusticia donde existe y desconocer la justicia donde la hay.
Sin embargo ¿no nos la niegan todos los días? ¿No niegan nuestros compatriotas mismos, con lo interno, nuestra propia justicia? ¿No niegan los diarios pagados por los consorcios capitalistas en el extranjero la misma justicia? ¿No nos hacen una guerra despiadada desde el exterior los mismos comercios que fueron desplazados para bien del pueblo desde nuestra propia tierra? ¿No nos niegan diariamente a nosotros, niega la justicia en medio de la delincuencia? ¿No vemos en países ex¬tranjeros a los que no pudieron convencer al pueblo que intentan vana¬mente vencer a otros pueblos? ¿Olvidan que el destino de los argentinos hoy, por ventura para nuestro país, depende nada más que de los argentinos?
Algún día aprenderán esos extranjeros que hoy nos atacan con menti¬ras y con calumnias desde los diarios pagados con el dinero de intereses, quizá inconfesables, y terminarán por convencerse que desde el exterior, con sus ataques combinados y pese a todas sus fuerzas, no podrán doble¬gar la voluntad argentina.
Compañeros: Cuanto he dicho es real porque el pueblo, porque la Nación encuentra hoy a sus hombres de trabajo unidos, y cuando los hom¬bres de trabajo están unidos, unidos de la concepción y de la comprensión de los destinos de ese pueblo, y cuando ese pueblo ha decidido realizar su destino, no hay fuerza humana que pueda impedírselo.
Esa fuerza, compañeros, que da la relación de corazón a corazón entre un gobernante y su pueblo, es una fuerza que la historia demuestra en todos los tiempos que es total y abso¬lutamente invencible.
Termino por donde empecé. No es mía la fuerza; yo soy infinitamente débil en mí; la fuerza es de mi pueblo; la fuerza es de este pueblo que tra¬baja, que produce y que se sacrifica; del único que yo reconozco como tal, porque aquel que no trabaja, que no produce, no es pueblo.”
GB
lunes, 30 de enero de 2012
MAS GREENPEACE
SOBERANÍA NACIONAL Y CUESTIÓN AMBIENTAL
“Greenpeace ha cambiado de distribuir desinformación a distribuir odio”.
Patrick Moore, ex fundador.
Se percibe cierto hartazgo social por la creciente intromisión en los asuntos nacionales de diversas organizaciones extranjeras habitualmente ejecutadas por empleados de dudosa argentinidad que, con un estilo cada vez mas exigente, vienen emplazando a los distintos gobiernos argentinos desde hace años. Una cosa es la apertura e integración de Argentina con el mundo y otra cosa es la desintegración de la soberanía Argentina.
La exposición realizada el pasado miércoles 25 de enero por la Presidenta Argentina, incluyó un reproche hacia las entidades ambientalistas que puso bajo sospecha los verdaderos objetivos de las Ong´s internacionales del sector. También disparó una multitud de análisis políticos teñidos de incredulidad y escepticismo, que atribuyen a las urgencias internas de los respectivos gobiernos, la actual escalada diplomática con Gran Bretaña. Un repaso a la línea seguida por la política exterior en los últimos años, nos evita caer en tal reduccionismo y comprueba que atraviesa la cuestión principal de las Malvinas, pero marcha hacia un objetivo que nos convoca a todos, la Soberanía Nacional.
Al retomar sus funciones, Cristina Kirchner afirmó que el reclamo de soberanía Argentina sobre las Malvinas "también abarca la defensa de nuestros recursos naturales, porque están depredando nuestro petróleo y nuestra pesca". “No escuché a ninguna ONG ambientalista hacer una crítica al Reino Unido sobre lo que están haciendo en Malvinas. La verdad es que me gustaría que con la misma fuerza y sentimiento que defienden tantas causas nobles defendieran también esto”
Las internacionales del ambientalismo, task force de la contracultura colonial
La inmediata reacción de Greenpeace Argentina vino de la mano de Eugenia Testa, la nueva directora política de la entidad, que reemplazó en el cargo a Juan Carlos Villalonga, cuando éste último pasó a organizar el Movimiento Politico y Social “Los Verdes”, luego de fracasar en el intento de impedir la megausina de Río Turbio.
Dice Testa “No nos sentimos aludidos porque Greenpeace ha sido una de las ONG que habló sobre explotación petrolera"… “Dentro de sus políticas de gobierno la cuestión ambiental ha brillado por su ausencia".
Efectivamente, Greenpeace Argentina habla sobre una serie de temas, pero en otros pasa a la acción. En 1998 se refirió a las actividades proyectadas por compañías petroleras alrededor de Malvinas, dejando allí el asunto. Su central, Greenpeace Internacional, con oficinas en Londres y en Amsterdam, no movió un dedo contra la British Petroleum ni contra la Royal Dutch Shell, a pesar de tenerlas en el vecindario.
Para sabotear Río Turbio, la Ong anglo-holandesa publicó una onerosa solicitada en el Washington Post con el título “Don´t cry for me Patagonia” y un provocativo montaje con la imagen de Evita, organizó escraches a la Presidenta de la Nación en Buenos Aires, Río Turbio, Canadá y Copenhague, con la dramática consigna “carbón ó glaciares”, encadenó un generador de la usina y movilizó grupos ambientalistas de Río Gallegos y de la localidad Chilena de Punta Arenas.
Los $ 2.800 millones invertidos en tecnología de última generación para la usina, tal vez no afligieron tanto a los estrategas coloniales, como la inversión de casi $ 4.000 millones anunciados en el conexionado que integra la Patagonia al sistema eléctrico nacional. Desde la geopolítica, esta medida vale tanto como un regimiento de infantería. Pero Greenpeace, que en 1998 se limitó a hablar sobre el petróleo de Malvinas, estuvo obsesivamente preocupada y particularmente activa durante los últimos años en evitar esta obra fundamental para nuestra soberanía.
En la misma línea, Greenpeace había combatido la venta del reactor nuclear a Australia, la mayor exportación de tecnología nacional, cuando la propuesta Argentina superó entre otras a la de Inglaterra. Las acciones se coordinaron con las filiales de Francia y Australia, en una contumaz campaña digna de ser aplicada contra la ya señalada prospección petrolera en Malvinas. Ahora, para detener el Plan Atómico Argentino – objetivo declarado en el marco de su oposición dogmática a la energía nuclear, que también asume el Movimiento citado como fachada de la “nueva izquierda”, verde y europea -, se está diseminando entre nosotros el temor a “mega-represas, petróleo y gas no convencional, carbón y energía nuclear es un menú energético letal que el gobierno decide sin mediar consulta alguna con la sociedad”. Pareciera que el único camino apto para reducir nuestra participación de menos del 1 % en la aún no confirmada medición de emisiones mundiales de dióxido de carbono, es la utilización de los sistemas tecnológicos de generación eléctrica que aún no dominamos y donde padecemos una costosa dependencia, sin contar que detener el desarrollo nuclear, nos llevaría al cierre de los reactores actuales y a depender del exterior para la provisión de los insumos de nuestra medicina nuclear.
Cualquier persona que desee honradamente saber lo que Argentina prepara en el rubro generación de energía, puede dirigirse a los institutos específicos desplegados en todo el territorio nacional. Aún teniendo una posición opuesta al gobierno, es bastante fácil comprobar el nivel de preparación de nuestros científicos y el impulso recibido por el sector desde el año 2003, comprender la necesidad de diversificar la matriz energética, discernir las proporciones de cada sector en la actual emergencia de duplicar la generación total para el 2020, comprobar que la energía barata es la que producimos con tecnología propia y verificar el acierto de explotar nuestro liderazgo nuclear, mientras alcanzamos la producción propia de molinos eólicos y paneles solares.
Pero Greenpeace introduce aquí y en todo el mundo la visión del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), instituto londinense creado por el gobierno de Margaret Thatcher y desprestigiado por el “Climagate” previo a la reunión de Copenhague en diciembre de 2009. No le importa que Argentina cuente con científicos, datos propios y un pensamiento propio capaz de cuestionar las tesis del origen antropogénico del calentamiento global y del cambio climático.
Tampoco se queda en palabras la estructura financiera de la entidad. Todos conocemos entre nuestros allegados a alguien que, inocentemente, aceptó el mangueo telefónico. Es que, después de ver una buena cantidad de famosos en los comerciales producidos por el creativo marketing verde, cuesta admitir que personalidades tan carismáticas, hayan prestado su imagen para las campañas de una entidad involucrada en contra de nuestros intereses estratégicos. Sobre todo, en la sospecha que aún hoy la filial argentina tributa casi el 30 % de lo recaudado a la organización central, norma establecida para las delegaciones de la internacional ecologista esparcidas por el planeta.
Y mas aún, cuando la prensa digital ha documentado ya en el año 2000 que la central de Greenpeace “batalló” contra la Shell para que la petrolera se dedique a fabricar paneles solares, con la insólita estrategia de invertir 250.000 euros en la compañía. ¿Porqué no adoptaron la misma estrategia con las empresas de nuestro país ?
En noviembre de 1989, el periodista y cineasta Islandés, Magnus Gudmunsson, estrenó su documental “Supervivencia en el Alto Norte” (Survival in the High North), donde mostró la falsedad incurrida por Greenpeace al contratar personal que torturaba focas mientras eran filmadas por la organización para su campaña “Salven las Focas”. La campaña consiguió que se prohibiese el comercio de pieles de focas en Europa, sumiendo a las poblaciones de esquimales y lugareños de Groenlandia en la desesperación y en la dependencia de la seguridad social del Estado. A consecuencia de este documental, renunció el presidente de Greenpeace Noruega y director de Greenpeace International, Björn Öekern, declarando:
“...nada del dinero recaudado por Greenpeace fue usado para protección del ambiente... Greenpeace es, en realidad, un grupo ecofascista”. A la vez Frans Kotte, jefe de contadores de Greenpeace Internacional, reveló la existencia de cuentas secretas en Bancos Suizos, por valor de 20 millones de dólares reunidos en las campañas “Salven las Ballenas” y otras cosas necesitadas del “salvamento conservacionista”. Según Kotte, las cuentas eran de compañías holding, reservadas a los máximos dirigentes de Greenpeace, como David McTaggart.
En favor de la brevedad de esta nota, me limito a sugerir una leve investigación digital que permita disipar cualquier vacilación sobre el crédito que se merece esta organización, pues consta en infinidad de medios confiables una larga lista de fundamentaciones científicas que la desmienten y de escándalos financieros que la comprometen.
La cuestión ambiental reducida al ecosistema natural
Pero lo mas desubicado que dijo Greenpeace fue que “dentro de sus políticas de gobierno la cuestión ambiental ha brillado por su ausencia”. Tal afirmación sólo puede partir de una conciencia limitada sobre la cuestión ambiental, refugiada en la defensa del ecosistema natural, cuando es evidente que la exposición presidencial apuntó a reclamar acompañamiento en defensa de la soberanía nacional, es decir al ecosistema histórico-cultural, como cuestión principal dentro de la cual la ambiental es una de sus partes.
La visión ambiental de Greenpeace, como de su hermana mayor World Wide Fund, WWF (Vida Silvestre), parte de la mirada global de la oligarquía británica, urgida por proteger de la especie humana a las especies vegetales y animales de los 6.600 millones de acres propiedad de la reina, la tercera parte de la superficie continental del planeta, valuadas en unos u$s 33 trillones, más que el valor estimado de la totalidad de los recursos naturales de la tierra, calculados en u$s 25 trillones (Cavin Cahill, A Quién le Pertenece el Mundo “Who owns the World”).
La mayoría de las ideas del ambientalismo y ecologismo internacional son dadas a luz en Inglaterra, desde que un científico británico, James Lovelock, formuló la "Hipótesis Gaia", originando la visión de la tierra como un organismo vivo que debe ser protegido del hombre depredador.
La conciencia “invasora” del ambientalismo colonial, verdadera infantería civil destinada a ocupar territorios ricos en recursos no renovables, recrea el antagonismo entre la “civilización” europeizante y la “barbarie” criolla. Y como aún hoy, parafraseando a Sábato, "más vale descender de un chanchero de Bayona llamado Vignau, que de un profesor de filosofía napolitano", una buena cantidad de nuestros jóvenes idealistas se suma a la militancia ambientalista manipulada por los globalizadores, donde vale más aceptar lo que indique el conservacionismo internacional, que entregarse en las “garras” de la autonomía cultural y el sentido común, sobre todo si a este último se le ocurre venir provisto con las categorías innovadoras del Movimiento Nacional y Popular.
La ecología medioambientalista creada para la ocupación de los países propietarios de recursos no renovables, es ejercitada a través de excéntricas protestas y denuncias sistemáticas sobre la conservación de bebés ballenas, delfines, glaciares, bosques nativos etc., como metodología de construcción de un poder social apto para ser transformado luego en el nuevo poder político verde. Esta moda es la ocasión de grandes negocios, instrumento de penetración cultural, desinformación colonialista y dependencia económica.
No obstante, es totalmente cierto que hay especies animales y vegetales en riesgo de extinción, así como el planeta en su conjunto sufre las consecuencias del régimen de despilfarro imperante. Pero también es completamente cierto que la especie mas amenazada es la especie humana, desde que el pensamiento y las políticas eugenistas se convirtieron en el instrumento de reducción masiva de la población mundial.
La soberanía política, cuestión ambiental principal
Pero hay otra ecología, humana e inclusiva que reconoce que, además de vivir en su “nicho ecológico”, el hombre solamente puede “ser” en la historia. Y puede “ser” en tanto persona, familia, comunidad nacional y comunidad cultural autónoma, que afirma su identidad para integrarse generosamente. Esta conciencia sabe que no es posible separar el nicho ecológico del histórico y cultural, tanto como sabe que los depredadores del planeta son los mismos responsables de la postergación, división y esclavitud de los pueblos.
Para preservar el ecosistema natural, antes se debe preservar el ecosistema histórico, devolviendo al hombre la fe un su misión y al pueblo el dominio de su Patria. Cada industria recuperada ha sido una medida ecológica. Cada trabajo creado, cada usina inaugurada, cada pequeña comunidad social organizada, cada asignación por hijo, cada acto para crear la Patria Grande como hábitat para todos, han sido actos de preservación ecológica de la humanidad argentina y latinoamericana, frente a la voracidad depredadora del norte industrializado.
Una vez retomado el mando de la historia, en el ejercicio pleno de la soberanía política, se asume el cuidado del ecosistema natural según la propia estrategia. Se despliega así una ecología propia, integral e histórico-natural, que se realiza por medio de una pacífica revolución ecosistémica, donde nada que sea malo para el hombre, puede ser bueno para la naturaleza y nada que sea malo para la naturaleza es bueno para el hombre.
La recreación de nuestro ecosistema histórico-cultural exige también el abandono de las categorías ideológicas, los modos y las formas de la modernidad agonizante del norte, con una simultánea asunción de nuestra propia modernidad. Por eso, en el actual contexto cultural todavía plagado de escepticismo y cientificismo, retumba el silencio sobre las frases mas transgresoras del discurso presidencial : “quiero agradecer a los que rezaron por mi salud”, “Doctor, si usted no puede decirlo porque es científico, no se preocupe, lo digo yo, fue un milagro”, “el amor es mas fuerte que el odio”.(1)
Dejar la hipocresía y el desapego a la verdad, es una tarea de todos en general y en particular de cada uno, pues la cura de nuestros males no depende exclusivamente de las estructuras externas al hombre. Greenpeace calla que desde 1987 hasta 1992, había establecido en el cabo Evans de la isla Ross la base de verano World Park para presionar a los países del Tratado Antártico a fin de que declaren a la Antártida como “parque mundial”, precisamente lo que necesitaba Inglaterra y EE.UU. para imponer su estrategia de internacionalización de la Antártida, verdadero objetivo del atropello colonial en nuestras Islas Malvinas.
Sería formidable que Greenpeace Argentina declare su independencia y nacionalice el uso de su dinero, sus barcos y su ingenio propagandístico, para detener el mayor desastre del ecosistema histórico cultural argentino y latinoamericano, que es la invasión de los territorios insulares y el territorio antártico. Desde el 2004 está a la mano la secretaría del tratado en Buenos Aires, un lugar apto para sus impactantes manifestaciones. Es más, junto a las Embajadas, es el mejor lugar para exigirle a todos los países del hemisferio norte que desocupen lo que legítimamente le corresponde a los países del sur.
Raúl H. Reyes, Mar del Plata, Viernes 27 de enero de 2012
(1) La contracultura exige ver para creer. La cultura sabe creer para ver : en 1987, un carcinoma de útero puso en riesgo la vida de una embarazada y su hijo. Ella decidió dar su vida si era preciso, para que naciera su tercer hijo. Fue atendida por un prestigioso oncólogo y, sin que el médico lo supiera, por el Padre Mario Pantaleo en González Catán. Cuando el carcinoma desapareció, antes del tratamiento, el Doctor, conmocionado porque todas las pruebas habían dado positivo, explicaba en voz muy baja que “en la casuística del hospital, el 6 % de los casos se retraía”. Es una intensa experiencia de emociones intransferibles, que volvieron a la memoria escuchando el relato presidencial. La embarazada tuvo a su hijo y luego a dos mas. Es la esposa del autor de la nota.
Prof GB
“Greenpeace ha cambiado de distribuir desinformación a distribuir odio”.
Patrick Moore, ex fundador.
Se percibe cierto hartazgo social por la creciente intromisión en los asuntos nacionales de diversas organizaciones extranjeras habitualmente ejecutadas por empleados de dudosa argentinidad que, con un estilo cada vez mas exigente, vienen emplazando a los distintos gobiernos argentinos desde hace años. Una cosa es la apertura e integración de Argentina con el mundo y otra cosa es la desintegración de la soberanía Argentina.
La exposición realizada el pasado miércoles 25 de enero por la Presidenta Argentina, incluyó un reproche hacia las entidades ambientalistas que puso bajo sospecha los verdaderos objetivos de las Ong´s internacionales del sector. También disparó una multitud de análisis políticos teñidos de incredulidad y escepticismo, que atribuyen a las urgencias internas de los respectivos gobiernos, la actual escalada diplomática con Gran Bretaña. Un repaso a la línea seguida por la política exterior en los últimos años, nos evita caer en tal reduccionismo y comprueba que atraviesa la cuestión principal de las Malvinas, pero marcha hacia un objetivo que nos convoca a todos, la Soberanía Nacional.
Al retomar sus funciones, Cristina Kirchner afirmó que el reclamo de soberanía Argentina sobre las Malvinas "también abarca la defensa de nuestros recursos naturales, porque están depredando nuestro petróleo y nuestra pesca". “No escuché a ninguna ONG ambientalista hacer una crítica al Reino Unido sobre lo que están haciendo en Malvinas. La verdad es que me gustaría que con la misma fuerza y sentimiento que defienden tantas causas nobles defendieran también esto”
Las internacionales del ambientalismo, task force de la contracultura colonial
La inmediata reacción de Greenpeace Argentina vino de la mano de Eugenia Testa, la nueva directora política de la entidad, que reemplazó en el cargo a Juan Carlos Villalonga, cuando éste último pasó a organizar el Movimiento Politico y Social “Los Verdes”, luego de fracasar en el intento de impedir la megausina de Río Turbio.
Dice Testa “No nos sentimos aludidos porque Greenpeace ha sido una de las ONG que habló sobre explotación petrolera"… “Dentro de sus políticas de gobierno la cuestión ambiental ha brillado por su ausencia".
Efectivamente, Greenpeace Argentina habla sobre una serie de temas, pero en otros pasa a la acción. En 1998 se refirió a las actividades proyectadas por compañías petroleras alrededor de Malvinas, dejando allí el asunto. Su central, Greenpeace Internacional, con oficinas en Londres y en Amsterdam, no movió un dedo contra la British Petroleum ni contra la Royal Dutch Shell, a pesar de tenerlas en el vecindario.
Para sabotear Río Turbio, la Ong anglo-holandesa publicó una onerosa solicitada en el Washington Post con el título “Don´t cry for me Patagonia” y un provocativo montaje con la imagen de Evita, organizó escraches a la Presidenta de la Nación en Buenos Aires, Río Turbio, Canadá y Copenhague, con la dramática consigna “carbón ó glaciares”, encadenó un generador de la usina y movilizó grupos ambientalistas de Río Gallegos y de la localidad Chilena de Punta Arenas.
Los $ 2.800 millones invertidos en tecnología de última generación para la usina, tal vez no afligieron tanto a los estrategas coloniales, como la inversión de casi $ 4.000 millones anunciados en el conexionado que integra la Patagonia al sistema eléctrico nacional. Desde la geopolítica, esta medida vale tanto como un regimiento de infantería. Pero Greenpeace, que en 1998 se limitó a hablar sobre el petróleo de Malvinas, estuvo obsesivamente preocupada y particularmente activa durante los últimos años en evitar esta obra fundamental para nuestra soberanía.
En la misma línea, Greenpeace había combatido la venta del reactor nuclear a Australia, la mayor exportación de tecnología nacional, cuando la propuesta Argentina superó entre otras a la de Inglaterra. Las acciones se coordinaron con las filiales de Francia y Australia, en una contumaz campaña digna de ser aplicada contra la ya señalada prospección petrolera en Malvinas. Ahora, para detener el Plan Atómico Argentino – objetivo declarado en el marco de su oposición dogmática a la energía nuclear, que también asume el Movimiento citado como fachada de la “nueva izquierda”, verde y europea -, se está diseminando entre nosotros el temor a “mega-represas, petróleo y gas no convencional, carbón y energía nuclear es un menú energético letal que el gobierno decide sin mediar consulta alguna con la sociedad”. Pareciera que el único camino apto para reducir nuestra participación de menos del 1 % en la aún no confirmada medición de emisiones mundiales de dióxido de carbono, es la utilización de los sistemas tecnológicos de generación eléctrica que aún no dominamos y donde padecemos una costosa dependencia, sin contar que detener el desarrollo nuclear, nos llevaría al cierre de los reactores actuales y a depender del exterior para la provisión de los insumos de nuestra medicina nuclear.
Cualquier persona que desee honradamente saber lo que Argentina prepara en el rubro generación de energía, puede dirigirse a los institutos específicos desplegados en todo el territorio nacional. Aún teniendo una posición opuesta al gobierno, es bastante fácil comprobar el nivel de preparación de nuestros científicos y el impulso recibido por el sector desde el año 2003, comprender la necesidad de diversificar la matriz energética, discernir las proporciones de cada sector en la actual emergencia de duplicar la generación total para el 2020, comprobar que la energía barata es la que producimos con tecnología propia y verificar el acierto de explotar nuestro liderazgo nuclear, mientras alcanzamos la producción propia de molinos eólicos y paneles solares.
Pero Greenpeace introduce aquí y en todo el mundo la visión del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), instituto londinense creado por el gobierno de Margaret Thatcher y desprestigiado por el “Climagate” previo a la reunión de Copenhague en diciembre de 2009. No le importa que Argentina cuente con científicos, datos propios y un pensamiento propio capaz de cuestionar las tesis del origen antropogénico del calentamiento global y del cambio climático.
Tampoco se queda en palabras la estructura financiera de la entidad. Todos conocemos entre nuestros allegados a alguien que, inocentemente, aceptó el mangueo telefónico. Es que, después de ver una buena cantidad de famosos en los comerciales producidos por el creativo marketing verde, cuesta admitir que personalidades tan carismáticas, hayan prestado su imagen para las campañas de una entidad involucrada en contra de nuestros intereses estratégicos. Sobre todo, en la sospecha que aún hoy la filial argentina tributa casi el 30 % de lo recaudado a la organización central, norma establecida para las delegaciones de la internacional ecologista esparcidas por el planeta.
Y mas aún, cuando la prensa digital ha documentado ya en el año 2000 que la central de Greenpeace “batalló” contra la Shell para que la petrolera se dedique a fabricar paneles solares, con la insólita estrategia de invertir 250.000 euros en la compañía. ¿Porqué no adoptaron la misma estrategia con las empresas de nuestro país ?
En noviembre de 1989, el periodista y cineasta Islandés, Magnus Gudmunsson, estrenó su documental “Supervivencia en el Alto Norte” (Survival in the High North), donde mostró la falsedad incurrida por Greenpeace al contratar personal que torturaba focas mientras eran filmadas por la organización para su campaña “Salven las Focas”. La campaña consiguió que se prohibiese el comercio de pieles de focas en Europa, sumiendo a las poblaciones de esquimales y lugareños de Groenlandia en la desesperación y en la dependencia de la seguridad social del Estado. A consecuencia de este documental, renunció el presidente de Greenpeace Noruega y director de Greenpeace International, Björn Öekern, declarando:
“...nada del dinero recaudado por Greenpeace fue usado para protección del ambiente... Greenpeace es, en realidad, un grupo ecofascista”. A la vez Frans Kotte, jefe de contadores de Greenpeace Internacional, reveló la existencia de cuentas secretas en Bancos Suizos, por valor de 20 millones de dólares reunidos en las campañas “Salven las Ballenas” y otras cosas necesitadas del “salvamento conservacionista”. Según Kotte, las cuentas eran de compañías holding, reservadas a los máximos dirigentes de Greenpeace, como David McTaggart.
En favor de la brevedad de esta nota, me limito a sugerir una leve investigación digital que permita disipar cualquier vacilación sobre el crédito que se merece esta organización, pues consta en infinidad de medios confiables una larga lista de fundamentaciones científicas que la desmienten y de escándalos financieros que la comprometen.
La cuestión ambiental reducida al ecosistema natural
Pero lo mas desubicado que dijo Greenpeace fue que “dentro de sus políticas de gobierno la cuestión ambiental ha brillado por su ausencia”. Tal afirmación sólo puede partir de una conciencia limitada sobre la cuestión ambiental, refugiada en la defensa del ecosistema natural, cuando es evidente que la exposición presidencial apuntó a reclamar acompañamiento en defensa de la soberanía nacional, es decir al ecosistema histórico-cultural, como cuestión principal dentro de la cual la ambiental es una de sus partes.
La visión ambiental de Greenpeace, como de su hermana mayor World Wide Fund, WWF (Vida Silvestre), parte de la mirada global de la oligarquía británica, urgida por proteger de la especie humana a las especies vegetales y animales de los 6.600 millones de acres propiedad de la reina, la tercera parte de la superficie continental del planeta, valuadas en unos u$s 33 trillones, más que el valor estimado de la totalidad de los recursos naturales de la tierra, calculados en u$s 25 trillones (Cavin Cahill, A Quién le Pertenece el Mundo “Who owns the World”).
La mayoría de las ideas del ambientalismo y ecologismo internacional son dadas a luz en Inglaterra, desde que un científico británico, James Lovelock, formuló la "Hipótesis Gaia", originando la visión de la tierra como un organismo vivo que debe ser protegido del hombre depredador.
La conciencia “invasora” del ambientalismo colonial, verdadera infantería civil destinada a ocupar territorios ricos en recursos no renovables, recrea el antagonismo entre la “civilización” europeizante y la “barbarie” criolla. Y como aún hoy, parafraseando a Sábato, "más vale descender de un chanchero de Bayona llamado Vignau, que de un profesor de filosofía napolitano", una buena cantidad de nuestros jóvenes idealistas se suma a la militancia ambientalista manipulada por los globalizadores, donde vale más aceptar lo que indique el conservacionismo internacional, que entregarse en las “garras” de la autonomía cultural y el sentido común, sobre todo si a este último se le ocurre venir provisto con las categorías innovadoras del Movimiento Nacional y Popular.
La ecología medioambientalista creada para la ocupación de los países propietarios de recursos no renovables, es ejercitada a través de excéntricas protestas y denuncias sistemáticas sobre la conservación de bebés ballenas, delfines, glaciares, bosques nativos etc., como metodología de construcción de un poder social apto para ser transformado luego en el nuevo poder político verde. Esta moda es la ocasión de grandes negocios, instrumento de penetración cultural, desinformación colonialista y dependencia económica.
No obstante, es totalmente cierto que hay especies animales y vegetales en riesgo de extinción, así como el planeta en su conjunto sufre las consecuencias del régimen de despilfarro imperante. Pero también es completamente cierto que la especie mas amenazada es la especie humana, desde que el pensamiento y las políticas eugenistas se convirtieron en el instrumento de reducción masiva de la población mundial.
La soberanía política, cuestión ambiental principal
Pero hay otra ecología, humana e inclusiva que reconoce que, además de vivir en su “nicho ecológico”, el hombre solamente puede “ser” en la historia. Y puede “ser” en tanto persona, familia, comunidad nacional y comunidad cultural autónoma, que afirma su identidad para integrarse generosamente. Esta conciencia sabe que no es posible separar el nicho ecológico del histórico y cultural, tanto como sabe que los depredadores del planeta son los mismos responsables de la postergación, división y esclavitud de los pueblos.
Para preservar el ecosistema natural, antes se debe preservar el ecosistema histórico, devolviendo al hombre la fe un su misión y al pueblo el dominio de su Patria. Cada industria recuperada ha sido una medida ecológica. Cada trabajo creado, cada usina inaugurada, cada pequeña comunidad social organizada, cada asignación por hijo, cada acto para crear la Patria Grande como hábitat para todos, han sido actos de preservación ecológica de la humanidad argentina y latinoamericana, frente a la voracidad depredadora del norte industrializado.
Una vez retomado el mando de la historia, en el ejercicio pleno de la soberanía política, se asume el cuidado del ecosistema natural según la propia estrategia. Se despliega así una ecología propia, integral e histórico-natural, que se realiza por medio de una pacífica revolución ecosistémica, donde nada que sea malo para el hombre, puede ser bueno para la naturaleza y nada que sea malo para la naturaleza es bueno para el hombre.
La recreación de nuestro ecosistema histórico-cultural exige también el abandono de las categorías ideológicas, los modos y las formas de la modernidad agonizante del norte, con una simultánea asunción de nuestra propia modernidad. Por eso, en el actual contexto cultural todavía plagado de escepticismo y cientificismo, retumba el silencio sobre las frases mas transgresoras del discurso presidencial : “quiero agradecer a los que rezaron por mi salud”, “Doctor, si usted no puede decirlo porque es científico, no se preocupe, lo digo yo, fue un milagro”, “el amor es mas fuerte que el odio”.(1)
Dejar la hipocresía y el desapego a la verdad, es una tarea de todos en general y en particular de cada uno, pues la cura de nuestros males no depende exclusivamente de las estructuras externas al hombre. Greenpeace calla que desde 1987 hasta 1992, había establecido en el cabo Evans de la isla Ross la base de verano World Park para presionar a los países del Tratado Antártico a fin de que declaren a la Antártida como “parque mundial”, precisamente lo que necesitaba Inglaterra y EE.UU. para imponer su estrategia de internacionalización de la Antártida, verdadero objetivo del atropello colonial en nuestras Islas Malvinas.
Sería formidable que Greenpeace Argentina declare su independencia y nacionalice el uso de su dinero, sus barcos y su ingenio propagandístico, para detener el mayor desastre del ecosistema histórico cultural argentino y latinoamericano, que es la invasión de los territorios insulares y el territorio antártico. Desde el 2004 está a la mano la secretaría del tratado en Buenos Aires, un lugar apto para sus impactantes manifestaciones. Es más, junto a las Embajadas, es el mejor lugar para exigirle a todos los países del hemisferio norte que desocupen lo que legítimamente le corresponde a los países del sur.
Raúl H. Reyes, Mar del Plata, Viernes 27 de enero de 2012
(1) La contracultura exige ver para creer. La cultura sabe creer para ver : en 1987, un carcinoma de útero puso en riesgo la vida de una embarazada y su hijo. Ella decidió dar su vida si era preciso, para que naciera su tercer hijo. Fue atendida por un prestigioso oncólogo y, sin que el médico lo supiera, por el Padre Mario Pantaleo en González Catán. Cuando el carcinoma desapareció, antes del tratamiento, el Doctor, conmocionado porque todas las pruebas habían dado positivo, explicaba en voz muy baja que “en la casuística del hospital, el 6 % de los casos se retraía”. Es una intensa experiencia de emociones intransferibles, que volvieron a la memoria escuchando el relato presidencial. La embarazada tuvo a su hijo y luego a dos mas. Es la esposa del autor de la nota.
Prof GB
EL MODELO SEGUN LOS LIBERALES
En tapa del suplemento del monopolio, iEco, del día 29 de enero, nos enteramos que en relación a las franquicias en nuestro país: "Este año habrá mas de 60 marcas operando, con 28.000 locales y con un crecimiento estimado del 10,5% respecto de 2011
Se avanzara en el interior y en países limítrofes.
Los empresarios vinculados afirman que: "El sector viene acompañando el crecimiento de la economía y 2011 no fue la excepción."
Ademas el 25% de las franquicias argentinas tiene presencia en el exterior.
Y todas las marcas porteñas están concentrando su plan de expansión en el interior.
En El Cronista leemos que un rubro digamos que de características suntuarias avanzo comparativamente con el año anterior un 40%
Es el de al venta de ...piletas de lona, y plástico reforzado con fibra de vidrio.
La productora nacional de la tradicional marca Pelopincho exporta a Chile y EE.UU.
En Mar del Plata solamente entre diciembre y enero, temporadas definidas como record, veranearon 2.400.000 personas.
Solo en esta ciudad.
Y tanto este diario como Ambito Financiero destacan con sutiles criticas, lo cual no es poco, el control sobre petroleras (recordar que con su política de venta diferencial con respecto a las estaciones de servicio se "alzaron" indebidamente a espaldas del Estado, 3.500 millones de pesos) y bancos extranjeros para que vendan mas barato a los transportistas el combustible y no giren el total de sus ganancias a un mundo central en crisis que pretende pagarla a costa y con los costos de nuestro Pueblo.
GB
Se avanzara en el interior y en países limítrofes.
Los empresarios vinculados afirman que: "El sector viene acompañando el crecimiento de la economía y 2011 no fue la excepción."
Ademas el 25% de las franquicias argentinas tiene presencia en el exterior.
Y todas las marcas porteñas están concentrando su plan de expansión en el interior.
En El Cronista leemos que un rubro digamos que de características suntuarias avanzo comparativamente con el año anterior un 40%
Es el de al venta de ...piletas de lona, y plástico reforzado con fibra de vidrio.
La productora nacional de la tradicional marca Pelopincho exporta a Chile y EE.UU.
En Mar del Plata solamente entre diciembre y enero, temporadas definidas como record, veranearon 2.400.000 personas.
Solo en esta ciudad.
Y tanto este diario como Ambito Financiero destacan con sutiles criticas, lo cual no es poco, el control sobre petroleras (recordar que con su política de venta diferencial con respecto a las estaciones de servicio se "alzaron" indebidamente a espaldas del Estado, 3.500 millones de pesos) y bancos extranjeros para que vendan mas barato a los transportistas el combustible y no giren el total de sus ganancias a un mundo central en crisis que pretende pagarla a costa y con los costos de nuestro Pueblo.
GB
domingo, 29 de enero de 2012
HISTORIA DE LAS ISLAS MALVINAS PARTE 8.
Hacia una conciencia nacional
Después de cierto período de negligencia pública, aunque el gobierno jamás cejó en la reclamación de sus derechos en los congresos internacionales, actualizóse el movimiento reivindicatorio en la tercera década del presente siglo.
En 1933 el historiador argentino Antonio Gómez Langenheim publica su libro “La tercera invasión”. Al año siguiente el doctor Alfredo L. Palacios presenta un patriótico alegato en el Senado Nacional y da a la imprenta su trabajo “Las Islas Malvinas, archipiélago argentino”.
En 1936 la asociación El Ceibo solicita al Ministro de Justicia e Instrucción Pública se establezca el 10 de junio como “Día Nacional de las Malvinas”. En esa fecha se recuerdan dos episodios históricos: la expulsión de los ingleses de Puerto Egmont, en 1770, y la designación de Luis Vernet como comandante político y militar de las Islas Malvinas, en 1829.
En 1938 la Alianza de la Juventud Nacionalista realiza un gran acto público en el teatro Marconi, donde varios oradores reclaman la devolución de las islas a sus legítimos dueños.
El 23 de septiembre del mismo año, el presidente de la República, Roberto M. Ortiz, al promulgar la ley que ratifica las convenciones del Congreso de la Unión Postal de El Cairo, donde Gran Bretaña incluía a las islas como propiedad suya, salva el error del Parlamento que por descuido las había aprobado, y reafirma la soberanía sobre las Malvinas, "que pertenecen a la Nación Argentina por derecho irrenunciable".
El 9 de julio de 1939 se funda la Junta de Recuperación de las Malvinas, con la presidencia del senador Alfredo L. Palacios. A la renuncia de éste, el año siguiente, asume el doctor Antonio Gómez Langenheim, quien lleva adelante una efectiva campaña formadora de una conciencia nacional, por medio de conferencias públicas, confección de un mapa de las Malvinas con la toponimia argentina, edición de la “Marcha de las Malvinas”, con letra del poeta Carlos Obligado y música del maestro José Tieri, rectificación de datos históricos equivocados en varias publicaciones y gestiones para designar con el nombre del archipiélago a escuelas, calles y paseos públicos. Poco después del fallecimiento del doctor Gómez Langenheim, es designado presidente de la Junta el embajador Alberto M. Candioti.
El 2 de septiembre de 1946 el presidente de la República, Juan D. Perón, fija por decreto las normas a que deben ajustarse los mapas argentinos, por ser "necesario arbitrar todos los medios para que la cartografía que se divulgue en nuestro país y, con mayor razón en el extranjero, no adolezca de fallas que, producidas voluntaria o involuntariamente, puedan lesionar la soberanía nacional, dando lugar a un erróneo conocimiento de nuestro patrimonio territorial".
Por otro decreto, el 8 de agosto de 1948 el Poder Ejecutivo, en homenaje al general San Martín, dispone llevar la "llama de la argentinidad", encendida en la lámpara que arde en el peristilo de la Catedral, a todos los territorios nacionales, custodiada por docentes y estudiantes. La comisión organizadora, presidida por el doctor Oscar Ivanissevich e integrada por representantes de las fuerzas armadas, "continuará en sus funciones hasta tanto dé cumplimiento a su cometido de trasladar la lámpara votiva a las Islas Malvinas".
El 11 de abril de 1949, el rector de la Universidad de La Plata, doctor Carlos I. Rivas, inaugura un monumento alegórico de las Islas Malvinas, obra del escultor César Sforza, en el patio principal de aquella casa de altos estudios.
El 30 de agosto del mismo año, el juez en lo civil, doctor Roberto Palmieri, resuelve favorablemente el pedido del súbdito británico John Howard Poynor, quien solicitaba la inscripción en el Registro Civil de dos hijos suyos nacidos en el archipiélago, en 1942 y 1943, declarando "bajo juramento, que considera que sus hijos Miguel y Valeria, nacidos ambos en las Malvinas, son argentinos, por ser éstas parte integrante del territorio argentino".
El 4 de mayo de 1955, el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Jerónimo Remorino, refuta la nota del Foreign Office que proponía llevar el asunto de las "dependencias de las Islas Malvinas" a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, rechazando el arbitraje y los presuntos derechos británicos en los territorios australes pertenecientes a la Argentina.
El 3 de enero de 1966, al cumplirse el 133° aniversario de la usurpación del archipiélago, el presidente Arturo Illia decreta la fundación del Instituto Nacional de las Islas Malvinas y Adyacencias, que presidió el doctor Ernesto J. Fitte. Al año siguiente, por controversias surgidas en la asociación acerca del carácter que debía darse a la sublevación del gaucho Rivero, el doctor Fitte renuncia y el ministro de Relaciones Exteriores, Nicanor Costa Méndez, disuelve el Instituto por decreto del 14 de febrero de 1967.
Los miembros subsistentes constituyen entonces, a título privado, el Instituto de las Islas Malvinas y Tierras Australes Argentinas, con la presidencia del historiador Alfredo Díaz de Molina, quien fue reemplazado, en 1973, después de cumplir dos mandatos, por el escritor Carlos Barreiro Ortiz. Esta asociación, integrada por historiadores, diplomáticos y miembros del clero y de las Fuerzas Armadas, sigue cumpliendo una labor encomiable.
Entre otras obras realizadas, destacamos la edición de la partitura y disco de la “Marcha de las Malvinas”; gestión para el otorgamiento de una condecoración al jurista norteamericano Julius Goebel, hijo, por su libro “La pugna por las Islas Malvinas”; auspicio al poema folklórico “El gaucho Rivero”, de Juan de los Santos Amores; respaldo al trabajo de investigación del ingeniero Nicanor Alurralde sobre el descubrimiento de las Malvinas por Vespucio; conferencias en salas públicas y por televisión y radiofonía, y conexión con la dirección general de Antártida y Malvinas y varias entidades patrióticas similares. Como contribución importante preparó un programa de estudio sobre historia y geografía de las Malvinas, que fue aprobado por el Ministerio de Cultura y Educación.
Es menester destacar dos hechos importantes que en su tiempo conmovieron a la opinión nacional e internacional. El primero es el audaz vuelo del aviador argentino Miguel Fitzgerald en un pequeño avión Cessna el 8 de septiembre de 1964, fiesta de la Natividad de la Virgen, el mismo día en que se iniciaba en las Naciones Unidas el debate sobre las Islas Malvinas, con aterrizaje en la cancha de carreras, enarbolamiento de la bandera argentina y entrega de un mensaje reivindicatorio al gobernador Thompson. Dos años después, el 28 de septiembre de 1966, es desviado un avión de Aerolíneas Argentinas y obligado a aterrizar en Stanley por el comando nacionalista "Cóndor", que constituyó una advertencia al país ocupante de que subsiste una demanda argentina que debe satisfacerse pronto y con justicia.
(Presidencia de la Nación, Secretaría de Prensa y Difusión, República Argentina; "LAS MALVINAS SON ARGENTINAS". PRIMERA PARTE: LA SOBERANÍA ARGENTINA. Codex. Bs. As., 1974, págs. 15 a 35. NOTA: Este trabajo ha sido encomendado expresamente al historiador y redactor de esta Secretaría de Prensa y Difusión, profesor Juan Carlos Moreno. Arch. Fundación "Dr. RAMÓN CARRILLO")
Prof GB
Después de cierto período de negligencia pública, aunque el gobierno jamás cejó en la reclamación de sus derechos en los congresos internacionales, actualizóse el movimiento reivindicatorio en la tercera década del presente siglo.
En 1933 el historiador argentino Antonio Gómez Langenheim publica su libro “La tercera invasión”. Al año siguiente el doctor Alfredo L. Palacios presenta un patriótico alegato en el Senado Nacional y da a la imprenta su trabajo “Las Islas Malvinas, archipiélago argentino”.
En 1936 la asociación El Ceibo solicita al Ministro de Justicia e Instrucción Pública se establezca el 10 de junio como “Día Nacional de las Malvinas”. En esa fecha se recuerdan dos episodios históricos: la expulsión de los ingleses de Puerto Egmont, en 1770, y la designación de Luis Vernet como comandante político y militar de las Islas Malvinas, en 1829.
En 1938 la Alianza de la Juventud Nacionalista realiza un gran acto público en el teatro Marconi, donde varios oradores reclaman la devolución de las islas a sus legítimos dueños.
El 23 de septiembre del mismo año, el presidente de la República, Roberto M. Ortiz, al promulgar la ley que ratifica las convenciones del Congreso de la Unión Postal de El Cairo, donde Gran Bretaña incluía a las islas como propiedad suya, salva el error del Parlamento que por descuido las había aprobado, y reafirma la soberanía sobre las Malvinas, "que pertenecen a la Nación Argentina por derecho irrenunciable".
El 9 de julio de 1939 se funda la Junta de Recuperación de las Malvinas, con la presidencia del senador Alfredo L. Palacios. A la renuncia de éste, el año siguiente, asume el doctor Antonio Gómez Langenheim, quien lleva adelante una efectiva campaña formadora de una conciencia nacional, por medio de conferencias públicas, confección de un mapa de las Malvinas con la toponimia argentina, edición de la “Marcha de las Malvinas”, con letra del poeta Carlos Obligado y música del maestro José Tieri, rectificación de datos históricos equivocados en varias publicaciones y gestiones para designar con el nombre del archipiélago a escuelas, calles y paseos públicos. Poco después del fallecimiento del doctor Gómez Langenheim, es designado presidente de la Junta el embajador Alberto M. Candioti.
El 2 de septiembre de 1946 el presidente de la República, Juan D. Perón, fija por decreto las normas a que deben ajustarse los mapas argentinos, por ser "necesario arbitrar todos los medios para que la cartografía que se divulgue en nuestro país y, con mayor razón en el extranjero, no adolezca de fallas que, producidas voluntaria o involuntariamente, puedan lesionar la soberanía nacional, dando lugar a un erróneo conocimiento de nuestro patrimonio territorial".
Por otro decreto, el 8 de agosto de 1948 el Poder Ejecutivo, en homenaje al general San Martín, dispone llevar la "llama de la argentinidad", encendida en la lámpara que arde en el peristilo de la Catedral, a todos los territorios nacionales, custodiada por docentes y estudiantes. La comisión organizadora, presidida por el doctor Oscar Ivanissevich e integrada por representantes de las fuerzas armadas, "continuará en sus funciones hasta tanto dé cumplimiento a su cometido de trasladar la lámpara votiva a las Islas Malvinas".
El 11 de abril de 1949, el rector de la Universidad de La Plata, doctor Carlos I. Rivas, inaugura un monumento alegórico de las Islas Malvinas, obra del escultor César Sforza, en el patio principal de aquella casa de altos estudios.
El 30 de agosto del mismo año, el juez en lo civil, doctor Roberto Palmieri, resuelve favorablemente el pedido del súbdito británico John Howard Poynor, quien solicitaba la inscripción en el Registro Civil de dos hijos suyos nacidos en el archipiélago, en 1942 y 1943, declarando "bajo juramento, que considera que sus hijos Miguel y Valeria, nacidos ambos en las Malvinas, son argentinos, por ser éstas parte integrante del territorio argentino".
El 4 de mayo de 1955, el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Jerónimo Remorino, refuta la nota del Foreign Office que proponía llevar el asunto de las "dependencias de las Islas Malvinas" a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, rechazando el arbitraje y los presuntos derechos británicos en los territorios australes pertenecientes a la Argentina.
El 3 de enero de 1966, al cumplirse el 133° aniversario de la usurpación del archipiélago, el presidente Arturo Illia decreta la fundación del Instituto Nacional de las Islas Malvinas y Adyacencias, que presidió el doctor Ernesto J. Fitte. Al año siguiente, por controversias surgidas en la asociación acerca del carácter que debía darse a la sublevación del gaucho Rivero, el doctor Fitte renuncia y el ministro de Relaciones Exteriores, Nicanor Costa Méndez, disuelve el Instituto por decreto del 14 de febrero de 1967.
Los miembros subsistentes constituyen entonces, a título privado, el Instituto de las Islas Malvinas y Tierras Australes Argentinas, con la presidencia del historiador Alfredo Díaz de Molina, quien fue reemplazado, en 1973, después de cumplir dos mandatos, por el escritor Carlos Barreiro Ortiz. Esta asociación, integrada por historiadores, diplomáticos y miembros del clero y de las Fuerzas Armadas, sigue cumpliendo una labor encomiable.
Entre otras obras realizadas, destacamos la edición de la partitura y disco de la “Marcha de las Malvinas”; gestión para el otorgamiento de una condecoración al jurista norteamericano Julius Goebel, hijo, por su libro “La pugna por las Islas Malvinas”; auspicio al poema folklórico “El gaucho Rivero”, de Juan de los Santos Amores; respaldo al trabajo de investigación del ingeniero Nicanor Alurralde sobre el descubrimiento de las Malvinas por Vespucio; conferencias en salas públicas y por televisión y radiofonía, y conexión con la dirección general de Antártida y Malvinas y varias entidades patrióticas similares. Como contribución importante preparó un programa de estudio sobre historia y geografía de las Malvinas, que fue aprobado por el Ministerio de Cultura y Educación.
Es menester destacar dos hechos importantes que en su tiempo conmovieron a la opinión nacional e internacional. El primero es el audaz vuelo del aviador argentino Miguel Fitzgerald en un pequeño avión Cessna el 8 de septiembre de 1964, fiesta de la Natividad de la Virgen, el mismo día en que se iniciaba en las Naciones Unidas el debate sobre las Islas Malvinas, con aterrizaje en la cancha de carreras, enarbolamiento de la bandera argentina y entrega de un mensaje reivindicatorio al gobernador Thompson. Dos años después, el 28 de septiembre de 1966, es desviado un avión de Aerolíneas Argentinas y obligado a aterrizar en Stanley por el comando nacionalista "Cóndor", que constituyó una advertencia al país ocupante de que subsiste una demanda argentina que debe satisfacerse pronto y con justicia.
(Presidencia de la Nación, Secretaría de Prensa y Difusión, República Argentina; "LAS MALVINAS SON ARGENTINAS". PRIMERA PARTE: LA SOBERANÍA ARGENTINA. Codex. Bs. As., 1974, págs. 15 a 35. NOTA: Este trabajo ha sido encomendado expresamente al historiador y redactor de esta Secretaría de Prensa y Difusión, profesor Juan Carlos Moreno. Arch. Fundación "Dr. RAMÓN CARRILLO")
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HISTORIA DE LAS ISLAS MALVINAS PARTE 7
Las reclamaciones diplomáticas
El día de su arribo a Buenos Aires, el capitán José María Pinedo informó a su gobierno de la usurpación de las Malvinas por fuerzas británicas. El gobernador Juan Ramón Balcarce, por medio de su ministro Maza, protestó inmediatamente ante el encargado de negocios de Gran Bretaña, Philip G. Gore, y comunicó el hecho a la Legislatura y a todas las naciones con las cuales mantenía relaciones amistosas. Sólo Brasil y Bolivia se solidarizaron con nuestra protesta.
El ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, don Mariano Enrique Calvo, manifestaba el 19 de junio de 1833, entre otros conceptos expresivos:
"La ocupación de la isla Soledad sin previo reclamo, sin alegar título alguno y sin otro apoyo que el abuso de la prepotencia, ha sido en extremo sensible al gobierno de Bolivia, que respetando sobremanera los derechos de toda nación, quisiera que de todas ellas se desterrasen las vías de puro hecho, tan contrarias a la razón y a las luces del siglo. En violación tan manifiesta del derecho de gentes hay que considerar no sólo el ultraje hecho a la República Argentina, sino también el desprecio que envuelve hacia las demás naciones americanas".
El embajador argentino en Londres, Manuel Moreno, presentó el 17 de junio de 1833 ante el Foreign Office, una extensa protesta donde exponía circunstanciadamente los derechos de soberanía, basados en la propiedad y ocupación por España de las islas, reconocida explícitamente por Francia, cuando le devolvió el archipiélago en 1767, e implícitamente por Gran Bretaña, con el desalojo de Puerto Egmont, en 1774, después del conflicto angloespañol.
El canciller inglés Lord Palmerston contestó desentendiéndose del aspecto histórico y justificando la actitud del capitán John James Onslow, y aun tuvo la osadía de afirmar que la Argentina había hecho abandono de las islas, argumento especioso que deseaba sentar como precedente utilizable en el futuro, pues nunca hasta entonces los ingleses habían ocupado la Malvina Oriental ni la Occidental sino sólo Puerto Egmont, en la pequeña isla Saunders (de la Cruzada), la que, por otra parte, ya había sido enteramente abandonada en 1774.
El embajador Moreno presentó un segundo alegato el 24 de diciembre de 1834, historiando los descubrimientos y refutando la presunta prioridad de Inglaterra. Juan Manuel de Rosas, que retomó el poder el 13 de abril de 1835, persistió durante su gobierno en las reclamaciones ante Washington por el atropello de 1831, y ante Gran Bretaña, por la usurpación de 1833, sosteniendo la legitimidad de la soberanía argentina.
Otra tercera protesta del 18 de diciembre de 1841 mereció un frío acuse de recibo inglés. Y la cuarta, del 19 de febrero de 1842, fue contestada por el canciller lord Aberdeen con este arrogante sofisma: "El gobierno británico no puede reconocer a las Provincias Unidas el derecho de alterar un acuerdo concluido cuarenta años antes de la emancipación de éstas entre Gran Bretaña y España. En lo concerniente a su derecho de soberanía sobre las Malvinas o Falkland, la Gran Bretaña considera este arreglo como definitivo: en ejercicio de este derecho acaba de ser inaugurado en estas islas un sistema permanente de colonización. El gobierno de S. M. B. comunica esta medida al señor Moreno al mismo tiempo que su determinación de no permitir ninguna infracción a los derechos incontestables de Gran Bretaña sobre las Islas Falkland".
Como ha sido suficientemente demostrado por juristas e historiadores imparciales, la declaración de Aberdeen carece de todo valor legal. Aparte de no expresar la verdad, pues no se había concertado acuerdo alguno con España antes de la emancipación argentina, sino en el sentido de que España conservaba la soberanía en las Malvinas después del conflicto por el desalojo de Puerto Egmont, ni el descubrimiento ni la ocupación podían otorgar derecho alguno a Gran Bretaña.
La Argentina, como sucesora legítima de España, había adquirido un título legal inalienable, como sostiene el jurista norteamericano Julius Goebel, hijo, en su ya citada obra: "Si aplicamos este principio al caso de las Malvinas, resulta evidente que la tesis inglesa de que la Confederación Argentina no podía ser parte interesada en una causa arreglada entre España e Inglaterra, carece totalmente de fundamentos legales. El derecho de la Nación Argentina a ocupar el lugar de España respecto de la soberanía sobre las Malvinas quedó establecido por la revolución victoriosa y por la afirmación del mantenimiento de la soberanía sobre las Malvinas, incluso frente a España. Cuando Gran Bretaña ocupó las islas en 1833, las consecuencias legales fueron las mismas que si las islas no hubieran dejado nunca de pertenecer a España".
Al replicar Manuel Moreno la nota de lord Aberdeen el 10 de marzo de 1842 reiteró las anteriores reclamaciones, y renovó las protestas, ratificando "todo el valor que actualmente y en cualquier otra época pudieren tener".
Dice el historiador norteamericano Julius Goebel, hijo: "Después del regreso de Bayles a Wáshington, llegó a conocimiento del gobierno de los Estados Unidos la expedición de Onslow y la ocupación de las Malvinas. No se dijo, sin embargo, ni una palabra de la violación de la doctrina de Monroe".
Pero Gran Bretaña, con la orgullosa manifestación de lord Aberdeen, había cerrado el debate que no quiso reabrir. En notas posteriores, contestando a subsiguientes reclamaciones, se atuvo a aquella arbitraria respuesta. De este modo mantiene injustamente en su poder, desde hace más de un siglo, aquel fragmento reivindicado de nuestra patria.
Y sólo ahora, después que, en 1964, el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas la obligó a inclinar la cerviz y a someterse a negociaciones, la solución total del litigio se halla en vías de resolverse en términos satisfactorios.
Prof GB
Fuente La Gazeta Federal.
El día de su arribo a Buenos Aires, el capitán José María Pinedo informó a su gobierno de la usurpación de las Malvinas por fuerzas británicas. El gobernador Juan Ramón Balcarce, por medio de su ministro Maza, protestó inmediatamente ante el encargado de negocios de Gran Bretaña, Philip G. Gore, y comunicó el hecho a la Legislatura y a todas las naciones con las cuales mantenía relaciones amistosas. Sólo Brasil y Bolivia se solidarizaron con nuestra protesta.
El ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, don Mariano Enrique Calvo, manifestaba el 19 de junio de 1833, entre otros conceptos expresivos:
"La ocupación de la isla Soledad sin previo reclamo, sin alegar título alguno y sin otro apoyo que el abuso de la prepotencia, ha sido en extremo sensible al gobierno de Bolivia, que respetando sobremanera los derechos de toda nación, quisiera que de todas ellas se desterrasen las vías de puro hecho, tan contrarias a la razón y a las luces del siglo. En violación tan manifiesta del derecho de gentes hay que considerar no sólo el ultraje hecho a la República Argentina, sino también el desprecio que envuelve hacia las demás naciones americanas".
El embajador argentino en Londres, Manuel Moreno, presentó el 17 de junio de 1833 ante el Foreign Office, una extensa protesta donde exponía circunstanciadamente los derechos de soberanía, basados en la propiedad y ocupación por España de las islas, reconocida explícitamente por Francia, cuando le devolvió el archipiélago en 1767, e implícitamente por Gran Bretaña, con el desalojo de Puerto Egmont, en 1774, después del conflicto angloespañol.
El canciller inglés Lord Palmerston contestó desentendiéndose del aspecto histórico y justificando la actitud del capitán John James Onslow, y aun tuvo la osadía de afirmar que la Argentina había hecho abandono de las islas, argumento especioso que deseaba sentar como precedente utilizable en el futuro, pues nunca hasta entonces los ingleses habían ocupado la Malvina Oriental ni la Occidental sino sólo Puerto Egmont, en la pequeña isla Saunders (de la Cruzada), la que, por otra parte, ya había sido enteramente abandonada en 1774.
El embajador Moreno presentó un segundo alegato el 24 de diciembre de 1834, historiando los descubrimientos y refutando la presunta prioridad de Inglaterra. Juan Manuel de Rosas, que retomó el poder el 13 de abril de 1835, persistió durante su gobierno en las reclamaciones ante Washington por el atropello de 1831, y ante Gran Bretaña, por la usurpación de 1833, sosteniendo la legitimidad de la soberanía argentina.
Otra tercera protesta del 18 de diciembre de 1841 mereció un frío acuse de recibo inglés. Y la cuarta, del 19 de febrero de 1842, fue contestada por el canciller lord Aberdeen con este arrogante sofisma: "El gobierno británico no puede reconocer a las Provincias Unidas el derecho de alterar un acuerdo concluido cuarenta años antes de la emancipación de éstas entre Gran Bretaña y España. En lo concerniente a su derecho de soberanía sobre las Malvinas o Falkland, la Gran Bretaña considera este arreglo como definitivo: en ejercicio de este derecho acaba de ser inaugurado en estas islas un sistema permanente de colonización. El gobierno de S. M. B. comunica esta medida al señor Moreno al mismo tiempo que su determinación de no permitir ninguna infracción a los derechos incontestables de Gran Bretaña sobre las Islas Falkland".
Como ha sido suficientemente demostrado por juristas e historiadores imparciales, la declaración de Aberdeen carece de todo valor legal. Aparte de no expresar la verdad, pues no se había concertado acuerdo alguno con España antes de la emancipación argentina, sino en el sentido de que España conservaba la soberanía en las Malvinas después del conflicto por el desalojo de Puerto Egmont, ni el descubrimiento ni la ocupación podían otorgar derecho alguno a Gran Bretaña.
La Argentina, como sucesora legítima de España, había adquirido un título legal inalienable, como sostiene el jurista norteamericano Julius Goebel, hijo, en su ya citada obra: "Si aplicamos este principio al caso de las Malvinas, resulta evidente que la tesis inglesa de que la Confederación Argentina no podía ser parte interesada en una causa arreglada entre España e Inglaterra, carece totalmente de fundamentos legales. El derecho de la Nación Argentina a ocupar el lugar de España respecto de la soberanía sobre las Malvinas quedó establecido por la revolución victoriosa y por la afirmación del mantenimiento de la soberanía sobre las Malvinas, incluso frente a España. Cuando Gran Bretaña ocupó las islas en 1833, las consecuencias legales fueron las mismas que si las islas no hubieran dejado nunca de pertenecer a España".
Al replicar Manuel Moreno la nota de lord Aberdeen el 10 de marzo de 1842 reiteró las anteriores reclamaciones, y renovó las protestas, ratificando "todo el valor que actualmente y en cualquier otra época pudieren tener".
Dice el historiador norteamericano Julius Goebel, hijo: "Después del regreso de Bayles a Wáshington, llegó a conocimiento del gobierno de los Estados Unidos la expedición de Onslow y la ocupación de las Malvinas. No se dijo, sin embargo, ni una palabra de la violación de la doctrina de Monroe".
Pero Gran Bretaña, con la orgullosa manifestación de lord Aberdeen, había cerrado el debate que no quiso reabrir. En notas posteriores, contestando a subsiguientes reclamaciones, se atuvo a aquella arbitraria respuesta. De este modo mantiene injustamente en su poder, desde hace más de un siglo, aquel fragmento reivindicado de nuestra patria.
Y sólo ahora, después que, en 1964, el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas la obligó a inclinar la cerviz y a someterse a negociaciones, la solución total del litigio se halla en vías de resolverse en términos satisfactorios.
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Fuente La Gazeta Federal.
sábado, 28 de enero de 2012
Columnas, La Nación, Novedades|enero 27, 2012 Malvinas: nuestro mandato y la sintonía fina
De todos los oficios que tengo, hoy vengo a hablar del único que no elegí pero del cual no puedo ni quiero abjurar. Hace casi 11.000 días que a muchos de nosotros nos dieron un legado… al tener que volver, en el momento exacto de dejar las Islas, derrotados, todos nosotros, los sobrevivientes, escuchamos el mismo mandato.
Por Carlos Giordano (*) /
Se nos metió bajo la piel, se nos grabó como un tatuaje inmanente, nos pobló con un nuevo brillo la mirada, rasgó la joven conciencia que aún nos ocupaba los sueños, los años, la vida que volvíamos a tener entre nuestras manos… hablen, cuenten, digan, canten, escriban, graben, esculpan, filmen, pinten, griten, susurren, transmitan, publiquen… lo que pasó, lo que hicieron, lo que nos hicieron, lo que nos torturaron, lo que nos robaron, lo que nos secuestraron, lo que nos desaparecieron, los sueños que nos impidieron, las historias que queríamos y que no vamos a vivir, losmédicosabogadosartistaspolíticosjugadoresmecánicossacerdotespadresnovioshijoscientíficoscazadorescriadoresmedierostranseúntesbandidosatorrantespatronesescaladoreszafrerospetrolerosminerosempleadoscomerciantessueñerossoñadoresmartillerostécnicosinspectorescocinerosbarrenderosestudiantesantropólogosdentistaseconomistaslibrerosdespachantesviajantesbolserosjangaderoschoferescamionerospasajerosmaestrosprofesoresvagabundospanaderosmetalúrgicos que no seremos…
Tengo 49 años y el 2 de abril de 1982 desembarqué en Malvinas como “colimba”… y hoy, fundamentalmente hoy, siento que empieza a ser posible pasar el “testigo”, cumplir aquel “mandato”, deshacer la paradoja que creo más profunda en nuestra historia como Nación, como Destino: Malvinas sigue siendo, al tiempo que una referencia ineludible, lo más estentóreo de lo no dicho, de lo ocultado, de lo silenciado forzadamente, de lo acallado con premeditación y alevosía, de lo censurado con fruición y detalle… sin embargo, si cualquiera de nosotros revisa los periódicos de los 10910 días que transcurrieron desde el final de la Batalla de Malvinas hasta hoy, va a encontrar que no pasó uno solo que no haya una noticia que nos nombren de algunas manera a las Islas… desde temas de soberanía, episodios de violencia donde participó algún ex combatiente, una licencia pesquera mal o bien dada, un acto reivindicatorio, una estampilla, un discurso neocolonialista, una reparación histórica… el 15 de junio de 1982 Malvinas, anteayer Malvinas, ayer Malvinas, hoy Malvinas… todos los días Malvinas.
Y es que es en la idea de Malvinas donde se aloja la oportunidad para sintonizar finamente el futuro… claro que no hablo de los 11718 km cuadrados de roca y turba que componen casi exclusivamente la topografía de las islas… hablo de lo que su sola mención representa:
■Malvinas significa la soberanía territorial que aún está incompleta sin la bandera argentina en todos nuestros mástiles;
■significa la imposibilidad de ejercer la soberanía alimentaria, extractiva, cultivadora, mientras los buques, plataformas y redes extranjeros hagan uso de las licencias dadas por Inglaterra o cualquiera de sus aliados y nosotros no tengamos poder de policía sobre ellos;
■significa la absoluta falta de libertad para circular por el territorio nacional marítimo, aéreo, insular y continental en su integralidad;
■significa el regocijo unánime cuando después de 10910 días nos damos permiso para publicar el archifamoso informe Rattenbach, aquel informe que las propias Fuerzas Armadas responsables del genocidio, la traición y la entrega hicieron aplicando la “letra” de los códigos militares de justicia, mas no los accionaron;
■significa el estruendoso bochorno que todos sentimos cuando aún repetimos la letanía de que “las Malvinas son argentinas” mientras que ellos las siguen “haciendo suyas” en el peor de los sentidos posibles;
■significa el desconsuelo por el próximo suicidio de algún ex combatiente que no logró resucitar del recuerdo, hacerlo memoria y darse la oportunidad de ser parte de este presente esperanzador;
■significa la única vergüenza que hizo que los Jerarcas militares aceptaran el oprobio del desmantelamiento del aparato de privilegios que compartían con sus colegas civiles, eclesiásticos, empresariales y culturosos;
■significa el desconcierto cuando hay que preparar un acto escolar para hablar de ellas… “¿de qué hablar? ¿de la guerra? ¿de los caídos? ¿de los milicos? ¿de la paz? ¿de la soberanía? ¿del colonialismo? ¿de los enemigos históricos? ¿de los aliados? ¿de gesta, de aventura, de los combates, de los desplantes, de los silencios, de las bravuconadas, de los autohomenajes, de los heroísmos, de las cobardías?…”
Por todo esto, hoy, cuando escuchamos que la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández, retomó su función pública reivindicando su historia de compromiso y lucha por la memoria y la justicia sobre lo que pasó en Malvinas, haciendo cargo al Estado nacional así como lo hizo el Presidente Néstor Kirchner cuando en la ESMA pidió perdón por los crímenes a los ciudadanos durante la última Dictadura, empezamos a sentir que el dial puede incluir también un relato que sintonice finamente aquel mandato que nos parió a la Historia.
(*) El Dr. Carlos Giordano es Profesor Titular e Investigador de la UNLPMiembro del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) – La Platagiordano@perio.unlp.edu.ar
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Fuente apegeba.
De todos los oficios que tengo, hoy vengo a hablar del único que no elegí pero del cual no puedo ni quiero abjurar. Hace casi 11.000 días que a muchos de nosotros nos dieron un legado… al tener que volver, en el momento exacto de dejar las Islas, derrotados, todos nosotros, los sobrevivientes, escuchamos el mismo mandato.
Por Carlos Giordano (*) /
Se nos metió bajo la piel, se nos grabó como un tatuaje inmanente, nos pobló con un nuevo brillo la mirada, rasgó la joven conciencia que aún nos ocupaba los sueños, los años, la vida que volvíamos a tener entre nuestras manos… hablen, cuenten, digan, canten, escriban, graben, esculpan, filmen, pinten, griten, susurren, transmitan, publiquen… lo que pasó, lo que hicieron, lo que nos hicieron, lo que nos torturaron, lo que nos robaron, lo que nos secuestraron, lo que nos desaparecieron, los sueños que nos impidieron, las historias que queríamos y que no vamos a vivir, losmédicosabogadosartistaspolíticosjugadoresmecánicossacerdotespadresnovioshijoscientíficoscazadorescriadoresmedierostranseúntesbandidosatorrantespatronesescaladoreszafrerospetrolerosminerosempleadoscomerciantessueñerossoñadoresmartillerostécnicosinspectorescocinerosbarrenderosestudiantesantropólogosdentistaseconomistaslibrerosdespachantesviajantesbolserosjangaderoschoferescamionerospasajerosmaestrosprofesoresvagabundospanaderosmetalúrgicos que no seremos…
Tengo 49 años y el 2 de abril de 1982 desembarqué en Malvinas como “colimba”… y hoy, fundamentalmente hoy, siento que empieza a ser posible pasar el “testigo”, cumplir aquel “mandato”, deshacer la paradoja que creo más profunda en nuestra historia como Nación, como Destino: Malvinas sigue siendo, al tiempo que una referencia ineludible, lo más estentóreo de lo no dicho, de lo ocultado, de lo silenciado forzadamente, de lo acallado con premeditación y alevosía, de lo censurado con fruición y detalle… sin embargo, si cualquiera de nosotros revisa los periódicos de los 10910 días que transcurrieron desde el final de la Batalla de Malvinas hasta hoy, va a encontrar que no pasó uno solo que no haya una noticia que nos nombren de algunas manera a las Islas… desde temas de soberanía, episodios de violencia donde participó algún ex combatiente, una licencia pesquera mal o bien dada, un acto reivindicatorio, una estampilla, un discurso neocolonialista, una reparación histórica… el 15 de junio de 1982 Malvinas, anteayer Malvinas, ayer Malvinas, hoy Malvinas… todos los días Malvinas.
Y es que es en la idea de Malvinas donde se aloja la oportunidad para sintonizar finamente el futuro… claro que no hablo de los 11718 km cuadrados de roca y turba que componen casi exclusivamente la topografía de las islas… hablo de lo que su sola mención representa:
■Malvinas significa la soberanía territorial que aún está incompleta sin la bandera argentina en todos nuestros mástiles;
■significa la imposibilidad de ejercer la soberanía alimentaria, extractiva, cultivadora, mientras los buques, plataformas y redes extranjeros hagan uso de las licencias dadas por Inglaterra o cualquiera de sus aliados y nosotros no tengamos poder de policía sobre ellos;
■significa la absoluta falta de libertad para circular por el territorio nacional marítimo, aéreo, insular y continental en su integralidad;
■significa el regocijo unánime cuando después de 10910 días nos damos permiso para publicar el archifamoso informe Rattenbach, aquel informe que las propias Fuerzas Armadas responsables del genocidio, la traición y la entrega hicieron aplicando la “letra” de los códigos militares de justicia, mas no los accionaron;
■significa el estruendoso bochorno que todos sentimos cuando aún repetimos la letanía de que “las Malvinas son argentinas” mientras que ellos las siguen “haciendo suyas” en el peor de los sentidos posibles;
■significa el desconsuelo por el próximo suicidio de algún ex combatiente que no logró resucitar del recuerdo, hacerlo memoria y darse la oportunidad de ser parte de este presente esperanzador;
■significa la única vergüenza que hizo que los Jerarcas militares aceptaran el oprobio del desmantelamiento del aparato de privilegios que compartían con sus colegas civiles, eclesiásticos, empresariales y culturosos;
■significa el desconcierto cuando hay que preparar un acto escolar para hablar de ellas… “¿de qué hablar? ¿de la guerra? ¿de los caídos? ¿de los milicos? ¿de la paz? ¿de la soberanía? ¿del colonialismo? ¿de los enemigos históricos? ¿de los aliados? ¿de gesta, de aventura, de los combates, de los desplantes, de los silencios, de las bravuconadas, de los autohomenajes, de los heroísmos, de las cobardías?…”
Por todo esto, hoy, cuando escuchamos que la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández, retomó su función pública reivindicando su historia de compromiso y lucha por la memoria y la justicia sobre lo que pasó en Malvinas, haciendo cargo al Estado nacional así como lo hizo el Presidente Néstor Kirchner cuando en la ESMA pidió perdón por los crímenes a los ciudadanos durante la última Dictadura, empezamos a sentir que el dial puede incluir también un relato que sintonice finamente aquel mandato que nos parió a la Historia.
(*) El Dr. Carlos Giordano es Profesor Titular e Investigador de la UNLPMiembro del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) – La Platagiordano@perio.unlp.edu.ar
Prof GB
Fuente apegeba.
viernes, 27 de enero de 2012
GREENPEACE
Por Leandro Fernández I "Greenpeace, como organización internacional multinacional, con fuerte preponderancia política, organizacional y financiera del mundo desarrollado", asegura el autor.
Exclusivo PACO URONDO I
La presidenta reapareció públicamente después de la licencia médica, y con su discurso dejó una potente reflexión sobre el tema ambiental “No he escuchado a ninguna ONG ambientalista hacer críticas al Reino Unido por lo que están haciendo en Malvinas, ni de las nacionales ni de las internacionales. La verdad me gustaría que con la misma fuerza, con el mismo sentimiento que defienden tantas causas nobles, defendieran también de la explotación petrolera sin control y la depredación pesquera. Me encanta que defiendan las ballenas porque son divinas, pero sería bueno que también defendieran todos los calamares y todas las cosas que se están llevando de allí que están realmente depredando.”
La organización ambientalista salió a replicar a la presidenta en un tono irónico, en una nota en su página web titulada “Greenpeace celebra la preocupación ambiental de la presidenta”, y manifestándose públicamente a través de su coordinadora política, Eugenia Testa, que dijo en radio Mitre: "Greenpeace ha estado manifestándose en contra de esta actividad en todos los mares del mundo. Entre los casos proyectados y denunciados por Greenpeace en ese año se encuentra el de las islas Malvinas". "No nos sentimos aludidos porque Greenpeace ha sido una de las ONG que habló sobre explotación petrolera".
Los argumentos brindados por la organización tienen varias inconsistencias, comenzando por la contradicción de decir no sentirse aludidos y salir a replicar instantáneamente en forma directa a la presidenta de la nación. Más aún, considerando que la ultima y única mención directa de Greenpeace Argentina al tema Malvinas tiene fecha del año 82, en plena guerra, donde manifestaban preocupación por posibles armas nucleares en las naves Británicas.
El comunicado de la página web menciona dos documentos más, como prueba de que la organización internacional ha sido activa en el tema: un reclamo por las negociaciones internacionales sobre pesca ilegal y un informe en ingles sobre la industria petrolera y el cambio climatico.
Estos dos informes no mencionan y abordan de ninguna manera el tema de la soberanía o la cuestión de la legalidad de la explotación de los recursos naturales, en un área marina reclamada desde hace más de 150 años por nuestro país. Solamente abordan el tema de manera colateral, ya que se vinculan al problema de manera solamente temática, es decir la pesca ilegal y la explotación petrolera como problemas en el mundo. Una tibieza notoria que contrasta con otras agresivas y costosas campañas de la organización.
Greenpeace, como organización internacional multinacional, con fuerte preponderancia política, organizacional y financiera del mundo desarrollado, debe hacerse una dura autocritica por la contradicción interna que no les permite abordar como corresponde las cuestiones ambientales vinculadas a los desequilibrios históricos y deudas ambientales, que existen entre países desarrollados y los países en desarrollo. Por sobre todas las cosas, la organización debería tener el más absoluto respeto y consideración en las cuestiones de los reclamos por la soberanía, cuando la zona marítima de la que se esta hablando representa una de las áreas marinas más ricas en recursos naturales del mundo y contiene bases militares estratégicas.
Prof GB
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