LAS MALVINAS, SANDWICH Y
GEORGIAS DEL SUR.
UN RECORRIDO DE SU
HISTORIA.
INTRODUCCION.
Un avance en la defensa
geopolítica de nuestro territorio, al declararse la provincialización de la
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, que significó de ahí en
más un tratamiento igualitario con el resto de las provincias del país, como
así también la inclusión de sus habitantes en las decisiones políticas y
administrativas de su propio territorio.
HONORABLE CONGRESO DE
LA NACION ARGENTINA
ARTICULO 1º — Declárase provincia conforme a lo dispuesto en los artículos 13 y 67 inciso 14 de la Constitución Nacional, al actual Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Además de los territorios y espacios marítimos señalados que incluyen a la parte oriental de la Isla Grande de Tierra del Fuego, Isla de los Estados, isla de Año Nuevo, Islas Malvinas, islas Georgias del Sur, Islas Sandwich del Sur, grupos insulares y demás territorios comprendidos en el sector antártico argentino, integrarán la nueva Provincia las demás islas e islotes comprendidos dentro de dichos límites y las islas internas del Canal de Beagle
15
de mayo del año 1990.
PROVINCIALIZACION
DEL ACTUAL TERRITORIO NACIONAL DE LA TIERRA DEL FUEGO, ANTARTIDA E ISLAS DEL
ATLANTICO SUR
CAPITULO I.
La Memoria Colectiva, esa
batalla cultural.
Al acercarse al
tema Malvinas, se espera en general
que se narre el conflicto bélico en sí. Sus causas inmediatas, los beneficios
que buscaba la dictadura cívico-militar para perpetuarse en el poder, las
características de la guerra, la actitud de los medios con su clásico “vamos
ganando”, la colecta nacional para los soldados, la actitud (el valor) de
oficiales y suboficiales, los conscriptos, (esos “chicos” que fueron enviados a
una muerte segura), la falta de comida, de ropa adecuada, el frío. Un sin fin
de temas ya largamente esgrimidos, escritos, debatidos, hablados, que transforman
a veces en circular la historia de la recuperación de las Islas aquél 2 de
abril del año 1982 y los setenta y dos días que duró “la gesta malvinera”,
hasta que, a pesar de ella, todo volviera al statu quo consolidado por el Reino
Unido de la Gran Bretaña desde la ocupación y usurpación de nuestro territorio en
el año 1833.
Sin embargo, y
sin pretender en esta propuesta discutir con textos que han aparecido en los
últimos años de rigurosidad investigativa sobre la temática, (y especialmente
al conmemorarse el cuarenta aniversario del acontecimiento), sí queremos
insertar el hecho histórico que desencadenó la guerra de Malvinas, en una línea
de tiempo explicativa, en un proceso con un contenido que trascienda lo
fáctico, y lo enriquezca.
En la historia de
“larga duración”, se fueron dando muestras de la mayor o menor conciencia
soberana del territorio perdido tanto por parte del Estado nacional como de la
sociedad en general. Y lo fue, de acuerdo con el contexto político nacional e
internacional transitado. El ideario que presentó otras batallas (la cultural,
por ejemplo) tuvo la fuerza o la base popular que el Estado con sus políticas
públicas impulsó, u, otras veces, la historia se escribió desde abajo y Malvinas se impuso en la discusión de la
arena política estatal y social.
Y en este ideario
e itinerario histórico también se debe tener en cuenta la memoria colectiva y
su rol identitario. De qué modo las subjetividades se entrelazan para
comprender que la soberanía territorial también es económica y repercute en
nuestras vidas cotidianas. La lejana geografía que nos ocupa en este trabajo,
debería ser parte de los debates educativos, culturales e ideológicos que
nutren la agenda política del presente.
Pero para ello,
“los combates por la Historia” deben jugar su rol, y alejar “los males de la
memoria.” De lo contrario, el modelo de país que se proyecta (y se discute
desde el nacimiento de nuestra patria) para la inclusión de las grandes
mayorías, queda trunco. Porque al desmalvinizar, estamos dando por
sentado que podemos perder territorios de la Argentina en manos el Imperialismo
y del consecuente Colonialismo, visualizados como la panacea socioeconómica.
Y por lo tanto, con este criterio, potencias imperiales como el Reino Unido de
la Gran Bretaña pueden y deben usurparnos.
Con el agregado
que habitantes de nuestro país, que tienen responsabilidad institucional, o
informativa, militar, política, cultural, crean firmemente tal como Domingo F.
Sarmiento lo expresara a mediados del SXIX, que la Civilización europea-norteamericana,
ES, por encima de una Barbarie autóctona, irremediable e
incorregible.
En la ciencia histórica se utilizan dos conceptos que tratan de
sintetizar la compleja vida de los Pueblos en su historia social: continuidades
y rupturas. Bien, si de las primeras se trata, podemos arriesgarnos a
establecer una sintética línea de tiempo que nos ayude a demostrar que
Malvinas, es precisamente parte de un proyecto global de dominación que
Gran Bretaña, nos tenía asignado a priori de nuestra Independencia.
Y que, no obstante, luego de obtenerla en el año 1816, persistieron en
su estrategia de dominación y sometimiento hasta transformarnos en largos
períodos de nuestra historia como nación, en una semicolonia. El hecho
de piratería del año 1833, en el lejano archipiélago malvinense, formó parte (y
hoy día también) de una visión geoestratégica imperial que llegó a incluir
vastas partes de nuestro territorio como el Río de la Plata, nuestros ríos
interiores Paraná y Uruguay, la totalidad de la Patagonia y la Antártida.
Y para ello contaron con la complicidad de clases dirigentes autóctonas
y sus referentes,
algunos de los cuales señalamos a continuación:
·
Carlos
María de Alvear,
el director Supremo de las Provincias Unidas asumió este cargo el 10 de enero
del año 1815. El 25 de enero, le dirige un documento al ministro de Relaciones
Exteriores británico, Lord Catlereagh que dice lo siguiente: “Estas
provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer su
gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición
alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés, y yo estoy resuelto a
sostener tan justa solicitud para librarla de los males que las afligen (…)
que vengan tropas que impongan a los genios díscolos, y un jefe plenamente autorizado
que imponga al país las formas que sean de su beneplácito, del Rey y de la
nación.”[1]
·
Bernardino
Rivadavia secretario de Gobierno y Manuel J. García ministro de Hacienda: mediante una ley de la provincia
de Buenos Aires, del 22 de noviembre del año 1822, se gestionaron el 1° de
julio de 1824 un empréstito con la Baring Brothers, por
intermedio de la Casa Hullet de un millón de libras esterlinas (5 millones de
pesos). Los financistas se reservaron el 30 % del préstamo como utilidad. Este
porcentaje les sirvió para pagar “comisiones” a los representantes del gobierno
de Buenos Aires y a los hermanos ingleses John y Parish Robertson. Tras
realizar estas operaciones financieras llegaron a la provincia 564.000 libras
esterlinas; veintidós mil en efectivo y el resto en “letras” al 50% de su valor
nominal, más un 2% de interés mensual en manos de comerciantes bonaerenses. Se
terminó de pagar esta deuda (el total de lo solicitado a pesar de que llegó poco
más de la mitad) y sus intereses en el año 1904, en una cifra ocho veces
superior.[2]
·
Florencio
Varela y José Rivera Indarte: En el año 1843, dos
años antes del bloqueo anglo-francés al Río de la Plata, ambos exilados unitarios
en Montevideo viajaron a Europa con el fin de convencer a las coronas francesa
e inglesa (como así también a los medios gráficos para que hicieran presión
política) de la necesidad de terminar con el gobierno (tiranía según ellos) de
Juan M. de Rosas. Si bien en esa oportunidad no tuvieron éxito, al producirse
la invasión imperial en el año 1845, la apoyaron entusiastamente.
·
Juárez
Celman y Carlos Pellegrini: Ambos fueron presidente y vice en el período 1888-1894. El
presidente, tras la crisis de la economía mundial que repercutió fuertemente en
nuestro país a causa de la extrema dependencia de la venta de productos del
agro a Gran Bretaña, fue derrocado por la Revolución Radical de 1890. Le
sucedió su vice que logró estabilizar la economía con el apoyo de la oligarquía
nacional. No obstante, de Juárez Celman rescatamos una frase que le da marco a
su ideología de clase dominante y continuidad a un modelo de país dependiente:
“…Dicen que dilapido la tierra
pública, que la doy al dominio del capital extranjero: Sirvo al país en la
medida de mis capacidades…A mí me disputan en la prensa las concesiones de
tierras que autorizo. Pellegrini mismo acaba de escribirme desde París que la
venta de 24.000 leguas sería instaurar una nueva Irlanda en la Argentina. Pero
¿no es mejor que esas tierras las explote el enérgico sajón y no que sigan bajo
la incuria del tehuelche?”.[3]
[1] Crónica Argentina. Tomo 2. Buenos Aires: Editorial Códex. 1968.
p. 126.
[2] Crónica Argentina. Tomo 2. Más allá de la Crónica. op.
cit. p. CIX. Ver también: Norberto Galasso. De la Banca Baring al FMI.
Historia de la deuda externa argentina. Buenos Aires: Colihue. 2003. pp.
26-29.
[3] Crónica Argentina. Tomo 5. op. cit.p. 52.
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