domingo, 14 de julio de 2024

MALVINAS/1

 

LAS MALVINAS, SANDWICH Y GEORGIAS DEL SUR.

UN RECORRIDO DE SU HISTORIA.

 

INTRODUCCION.

 

Un avance en la defensa geopolítica de nuestro territorio, al declararse la provincialización de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, que significó de ahí en más un tratamiento igualitario con el resto de las provincias del país, como así también la inclusión de sus habitantes en las decisiones políticas y administrativas de su propio territorio.

 

HONORABLE CONGRESO DE LA NACION ARGENTINA

ARTICULO 1º — Declárase provincia conforme a lo dispuesto en los artículos 13 y 67 inciso 14 de la Constitución Nacional, al actual Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico SurAdemás de los territorios y espacios marítimos señalados que incluyen a la parte oriental de la Isla Grande de Tierra del Fuego, Isla de los Estados, isla de Año Nuevo, Islas Malvinas, islas Georgias del Sur, Islas Sandwich del Sur, grupos insulares y demás territorios comprendidos en el sector antártico argentino, integrarán la nueva Provincia las demás islas e islotes comprendidos dentro de dichos límites y las islas internas del Canal de Beagle

15 de mayo del año 1990.

PROVINCIALIZACION DEL ACTUAL TERRITORIO NACIONAL DE LA TIERRA DEL FUEGO, ANTARTIDA E ISLAS DEL ATLANTICO SUR

CAPITULO I.

La Memoria Colectiva, esa batalla cultural.

     Al acercarse al tema Malvinas, se espera en general que se narre el conflicto bélico en sí. Sus causas inmediatas, los beneficios que buscaba la dictadura cívico-militar para perpetuarse en el poder, las características de la guerra, la actitud de los medios con su clásico “vamos ganando”, la colecta nacional para los soldados, la actitud (el valor) de oficiales y suboficiales, los conscriptos, (esos “chicos” que fueron enviados a una muerte segura), la falta de comida, de ropa adecuada, el frío. Un sin fin de temas ya largamente esgrimidos, escritos, debatidos, hablados, que transforman a veces en circular la historia de la recuperación de las Islas aquél 2 de abril del año 1982 y los setenta y dos días que duró “la gesta malvinera”, hasta que, a pesar de ella, todo volviera al statu quo consolidado por el Reino Unido de la Gran Bretaña desde la ocupación y usurpación de nuestro territorio en el año 1833.

      Sin embargo, y sin pretender en esta propuesta discutir con textos que han aparecido en los últimos años de rigurosidad investigativa sobre la temática, (y especialmente al conmemorarse el cuarenta aniversario del acontecimiento), sí queremos insertar el hecho histórico que desencadenó la guerra de Malvinas, en una línea de tiempo explicativa, en un proceso con un contenido que trascienda lo fáctico, y lo enriquezca.

     En la historia de “larga duración”, se fueron dando muestras de la mayor o menor conciencia soberana del territorio perdido tanto por parte del Estado nacional como de la sociedad en general. Y lo fue, de acuerdo con el contexto político nacional e internacional transitado. El ideario que presentó otras batallas (la cultural, por ejemplo) tuvo la fuerza o la base popular que el Estado con sus políticas públicas impulsó, u, otras veces, la historia se escribió desde abajo y Malvinas se impuso en la discusión de la arena política estatal y social.

     Y en este ideario e itinerario histórico también se debe tener en cuenta la memoria colectiva y su rol identitario. De qué modo las subjetividades se entrelazan para comprender que la soberanía territorial también es económica y repercute en nuestras vidas cotidianas. La lejana geografía que nos ocupa en este trabajo, debería ser parte de los debates educativos, culturales e ideológicos que nutren la agenda política del presente.

     Pero para ello, “los combates por la Historia” deben jugar su rol, y alejar “los males de la memoria.” De lo contrario, el modelo de país que se proyecta (y se discute desde el nacimiento de nuestra patria) para la inclusión de las grandes mayorías, queda trunco. Porque al desmalvinizar, estamos dando por sentado que podemos perder territorios de la Argentina en manos el Imperialismo y del consecuente Colonialismo, visualizados como la panacea socioeconómica. Y por lo tanto, con este criterio, potencias imperiales como el Reino Unido de la Gran Bretaña pueden y deben usurparnos.

     Con el agregado que habitantes de nuestro país, que tienen responsabilidad institucional, o informativa, militar, política, cultural, crean firmemente tal como Domingo F. Sarmiento lo expresara a mediados del SXIX, que la Civilización europea-norteamericana, ES, por encima de una Barbarie autóctona, irremediable e incorregible.

      En esta línea de razonamiento, desde el encuentro con nuestras Islas en el SXVI, hasta el día de hoy, la Historia de Imperio español primero y nuestra historia patria luego, nos pueden demostrar de qué modo conceptos tales como: Imperialismo, conquista, colonización, independencia, soberanía, identidad nacional, ser nacional, conciencia nacional, recursos naturales, geopolítica, unidad sudamericana, solidaridad entre gobiernos latinoamericanos, liderazgos nacionales y populares, modelos de país, fueron y son parte de la discusión no solamente de las Islas Malvinas, Sándwich, Georgias del Sur y la Antártida, sino de la Argentina como un todo.

     En la ciencia histórica se utilizan dos conceptos que tratan de sintetizar la compleja vida de los Pueblos en su historia social: continuidades y rupturas. Bien, si de las primeras se trata, podemos arriesgarnos a establecer una sintética línea de tiempo que nos ayude a demostrar que Malvinas, es precisamente parte de un proyecto global de dominación que Gran Bretaña, nos tenía asignado a priori de nuestra Independencia.

     Y que, no obstante, luego de obtenerla en el año 1816, persistieron en su estrategia de dominación y sometimiento hasta transformarnos en largos períodos de nuestra historia como nación, en una semicolonia. El hecho de piratería del año 1833, en el lejano archipiélago malvinense, formó parte (y hoy día también) de una visión geoestratégica imperial que llegó a incluir vastas partes de nuestro territorio como el Río de la Plata, nuestros ríos interiores Paraná y Uruguay, la totalidad de la Patagonia y la Antártida.

     Y para ello contaron con la complicidad de clases dirigentes autóctonas y sus referentes, algunos de los cuales señalamos a continuación:

·         Carlos María de Alvear, el director Supremo de las Provincias Unidas asumió este cargo el 10 de enero del año 1815. El 25 de enero, le dirige un documento al ministro de Relaciones Exteriores británico, Lord Catlereagh que dice lo siguiente: “Estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés, y yo estoy resuelto a sostener tan justa solicitud para librarla de los males que las afligen (…) que vengan tropas que impongan a los genios díscolos, y un jefe plenamente autorizado que imponga al país las formas que sean de su beneplácito, del Rey y de la nación.”[1]

 

·         Bernardino Rivadavia secretario de Gobierno y Manuel J. García ministro de Hacienda: mediante una ley de la provincia de Buenos Aires, del 22 de noviembre del año 1822, se gestionaron el 1° de julio de 1824 un empréstito con la Baring Brothers, por intermedio de la Casa Hullet de un millón de libras esterlinas (5 millones de pesos). Los financistas se reservaron el 30 % del préstamo como utilidad. Este porcentaje les sirvió para pagar “comisiones” a los representantes del gobierno de Buenos Aires y a los hermanos ingleses John y Parish Robertson. Tras realizar estas operaciones financieras llegaron a la provincia 564.000 libras esterlinas; veintidós mil en efectivo y el resto en “letras” al 50% de su valor nominal, más un 2% de interés mensual en manos de comerciantes bonaerenses. Se terminó de pagar esta deuda (el total de lo solicitado a pesar de que llegó poco más de la mitad) y sus intereses en el año 1904, en una cifra ocho veces superior.[2]

·         Florencio Varela y José Rivera Indarte:  En el año 1843, dos años antes del bloqueo anglo-francés al Río de la Plata, ambos exilados unitarios en Montevideo viajaron a Europa con el fin de convencer a las coronas francesa e inglesa (como así también a los medios gráficos para que hicieran presión política) de la necesidad de terminar con el gobierno (tiranía según ellos) de Juan M. de Rosas. Si bien en esa oportunidad no tuvieron éxito, al producirse la invasión imperial en el año 1845, la apoyaron entusiastamente.

·         Juárez Celman y Carlos Pellegrini: Ambos fueron presidente y vice en el período 1888-1894. El presidente, tras la crisis de la economía mundial que repercutió fuertemente en nuestro país a causa de la extrema dependencia de la venta de productos del agro a Gran Bretaña, fue derrocado por la Revolución Radical de 1890. Le sucedió su vice que logró estabilizar la economía con el apoyo de la oligarquía nacional. No obstante, de Juárez Celman rescatamos una frase que le da marco a su ideología de clase dominante y continuidad a un modelo de país dependiente:

 

“…Dicen que dilapido la tierra pública, que la doy al dominio del capital extranjero: Sirvo al país en la medida de mis capacidades…A mí me disputan en la prensa las concesiones de tierras que autorizo. Pellegrini mismo acaba de escribirme desde París que la venta de 24.000 leguas sería instaurar una nueva Irlanda en la Argentina. Pero ¿no es mejor que esas tierras las explote el enérgico sajón y no que sigan bajo la incuria del tehuelche?”.[3]

 

 

Continuará.....

[1] Crónica Argentina. Tomo 2. Buenos Aires: Editorial Códex. 1968. p. 126.

[2] Crónica Argentina. Tomo 2. Más allá de la Crónica. op. cit. p. CIX. Ver también: Norberto Galasso. De la Banca Baring al FMI. Historia de la deuda externa argentina. Buenos Aires: Colihue. 2003. pp. 26-29.

[3] Crónica Argentina. Tomo 5. op. cit.p. 52.

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