Un artículo titulado “Labor in the Boardroom” (El trabajo en la sala de directorio) revela que otorgar derechos de participación a los trabajadores aumenta la formación de capital dentro de las empresas. El estudio presentado en julio de este año fue realizado por Simon Jäger (MIT/NBER), Benjamin Schoefer (UC Berkeley) y Jörg Heining (IAB). La hipótesis queda en contraste con la tesis que establece que a mayor poder de la mano de obra hay reducción en la inversión de capital de los propietarios, por lo tanto, darle participación a los trabajadores en el directorio de las empresas puede generar inversiones al facilitar la cooperación, la comunicación y las interacciones entre el trabajo y capital.
Una pregunta fundamental que enfrentan las sociedades es cómo involucrar a los trabajadores en la toma de decisiones en su lugar de trabajo. Muchos países, particularmente en Europa continental, conceden a los trabajadores autoridad en la toma de decisiones de las empresas, incluyendo directores elegidos por los trabajadores. Por el contrario, en economías de mercado liberales, como la de los Estados Unidos, las empresas están controladas únicamente por sus dueños, aunque se puede destacar que actualmente están bajo consideración propuestas de políticas para que una parte de los directorios estén integrados por quien designe el conjunto de los trabajadores. Las consecuencias de conceder a los trabajadores dicha voz todavía es debatida. Por un lado, hay quienes creen que esto va a evitar la formación de capital, en las antípodas se estima que, la participación de los trabajadores puede ayudar a fomentar la coordinación y agrupación en lugares donde la eficiencia de la inversión es baja, impulsar las relaciones de empleo a largo plazo y reforzar los contratos implícitos.
El objeto de estudio fue una reforma de 1994 en Alemania que eliminó los cargos directivos elegidos por trabajadores en ciertas empresas. Antes de que la ley cambiara, todos los accionistas tenían que distribuir al menos un tercio de sus puestos en el directorio entre representantes elegidos por los trabajadores. En cuanto a la muestra completa de empresas observadas, encontraron que el “gobierno compartido” aumenta drásticamente la probabilidad de tener un miembro femenino en la conducción, aproximadamente 20%. También documentaron que en las empresas con este tipo de gobierno, se reducía en un 50% la presencia de miembros con títulos que indican nobleza o una representación del alto estatus socioeconómico. En segundo lugar, estudiaron cómo la dirección compartida cambia el proceso de producción, con un particular eje en la formación de capital. Lo más importante que identificaron fueron los efectos positivos a largo plazo: este tipo societario tiene entre un 30 y un 50%de stock de capital. Resultado que contradice bruscamente a quienes insisten sobre los efectos negativos de las empresas con participación de los trabajadores y sus altos costos. Los efectos positivos en la formación de capital además implican un pequeño aumento en el empleo, lo que lleva a un aumento en la relación capital/trabajo.
En general, concluyeron que las empresas que incorporan la voz de los trabajadores en sus directorios parecen aumentar el flujo del capital sin que esto sea negativo sobre los efectos del empleo y que el foco debe estar en la protección a largo plazo a través de inversiones e innovaciones.
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