lunes, 13 de julio de 2015

Scioli, naranja en flor Por Eduardo Anguita

Primero hay que saber sufrir. Así dice la letra de uno de los tangos emblemáticos con letra de Homero Expósito y música de su hermano Virgilio. El país salía de la década infame y la Argentina, sin saberlo y en medio de la guerra más cruel de la humanidad, prologaba el 17 de octubre.

Y los hermanos Expósito tenían una herencia fuerte, sufrida. Su padre, Manuel, había tomado el apellido de la Casa de Niños Expósitos, su lugar de crianza, que fue su identidad primera, porque Manuel fue después un anarquista capaz de cultivar la poesía hasta que sus hijos hicieran florecer de la más refinada música arrabalera. Naranjo en flor conjugaba a Manzi y Discepolo, dialogó con la primera década peronista y se convirtió en un clásico argentino. Si vale la metáfora, liviana por cierto, a siete décadas de Naranjo en flor: ¿Qué música, qué acordes, qué misterios tiene la ola naranja de Daniel Scioli?

A un mes de las PASO

Faltan cuatro semanas para las PASO nacionales, todas las encuestas ponen por encima al candidato del FPV y la pregunta que se hace la mayoría de los kirchneristas es cuánto de continuidad y cuánto de cambio puede haber si Scioli llega a la Casa Rosada el próximo 10 de diciembre. Muchos son, incluso, más incisivos: ¿Será capaz Scioli de profundizar lo realizado en estos años? Estos y otros interrogantes están atravesados por la fuerte emotividad, a favor y en contra, que tienen los seguidores y los detractores de Cristina Kirchner. Hay un sector de la sociedad argentina que defiende de modo incondicional a la Presidenta. Es más, según muchos sondeos, hoy su gestión y su imagen es vista de modo positivo por entre un 40 y un 45% de la sociedad mientras que tras la muerte de Alberto Nisman, había caído a 25 puntos. Esa recuperación no se debe, ni por asomo, a un boom de crecimiento económico ni a la supuesta fortaleza del modelo.

Cristina logró sobreponerse a un escenario inflado por quienes convencieron a una parte de los argentinos que al fiscal podrían haberlo matado por osar meterse con la Presidenta y su entorno. En apenas unos pocos meses, como si se tratara de un efecto saturación, Nisman salió de la agenda social y electoral.

El probable que el descenso tan pronunciado de la imagen presidencial se debiera a los gruesos errores de comunicación del gobierno, pero no caben dudas de que la recuperación en el último tramo del gobierno es el resultado de 12 años de lo que la oposición no ve y niega de modo atávico: el kircherismo le dio a la política previsibilidad, esa palabra que tanto alardean algunos referentes de la derecha y los gurúes que pronostican catástrofes de modo permanente. Ahora bien, hay una parte de la sociedad cuyo antiperonismo y antikirchnerismo es tan marcado que es capaz de festejar los delirios de Elisa Carrió o naturalizar las tapas de la revista Noticias o los diagnósticos radiales del doctor Nelson Castro cada vez que Cristina tuvo una enfermedad.
Scioli tuvo, al menos, tres cosas a favor que le permitieron estar hoy en el centro de la escena. La primera es que supo surfear la llamada brecha, un término que Jorge Lanata logró imponer para tratar de confirmar que de esta Argentina solo se sale mandando presos a las principales figuras del gobierno. Pero tal fue la frustración del conductor televisivo que ahora carga con todos los insultos posibles contra los políticos opositores por la tibieza de sus discursos.

Scioli, frente a los kirchneristas, es el político que no defraudó en los momentos críticos, como la 125, la ley de medios y los fondos buitre. Incluso, nadie puede decir que haya acompañado esas decisiones del gobierno por haber sido parte de la mesa chica ni mucho menos porque le hayan girado fondos para la provincia, la más grande y una de las más desfavorecidas por la coparticipación federal.

Es más, desde marzo de 2008, cada vez que debió enfrentar los reclamos docentes provinciales, Scioli sabía que el gobierno nacional no lo auxiliaría como sí lo había hecho en tiempos de Néstor con Felipe Solá. Y que los mecanismos para fondear la obra pública en muchos casos iban directamente desde la Nación hacia los municipios, dejando a la provincia en un rol secundario.

Scioli logró que el kirchnerismo, a disgusto, le reconociera el lugar de candidato propio para estas elecciones. Y está claro que no tiene tradición en los derechos humanos ni es un cultor de la liturgia de la resistencia. Antes bien, no dejó de ir a los foros empresariales que el kirchnerismo jamás cultivó y, además, nunca negó sus vínculos con figuras conservadoras.

Gobernación y después

El segundo punto es que Scioli construyó poder propio en base a la gobernación y una buena imagen en las encuestas. Se apoyó en su propio gabinete y exprimió la naranja. Con los buenos resultados de gestión del Banco Provincia fondeó la emergencia en seguridad. Se podrían decir, con razón, muchas cosas sobre la policía bonaerense, pero la mayor cantidad de policías y la creación de fuerzas municipales le permitieron al gobernador zanjar una pelea política que pintaba bizantina y, al mismo tiempo, dar una respuesta, al menos mínima, a la principal demanda ciudadana en el populoso y bravísimo Gran Buenos Aires.

Scioli retocó los mecanismos impositivos y creó una carga fiscal con un menú muy distinto al de Mauricio Macri en la ciudad que logra los votos en la Legislatura porteña para ahogar a la clase media con el ABL sin siquiera cumplir con mínimos planes de vivienda popular. Algunos impuestos, sobre todo el inmobiliario, fueron actualizados para disgusto de las poderosas organizaciones rurales, le cobró Ingresos Brutos a los operadores de cable (era insólito que estuvieran exentos, salvo por la presión del grupo Clarín) y mejoró la recaudación. La provincia de Buenos Aires dista mucho de ser un modelo pero Scioli llegó a la campaña sin conflictos capaces de bajarlo de la carrera. Si hubo una verdad revelada era que nunca llegaba un mandatario bonaerense a la gobernación.

En todo caso, a Eduardo Duhalde lo eligió el Congreso. Cabe recordar que la reelección de Scioli en 2011 fue con el 55% de los votos y que Francisco De Narváez, estrella electoral de 2009, sacó apenas 16%. De cara a octubre, devaluada la figura de Sergio Massa y con una fórmula porteña del PRO, Scioli debería hacer una gran elección en ese distrito que suma 38% de los votos.

Un discurso dialoguista

En tercer lugar, obtiene buenos réditos de su discurso dialoguista. No hay, incluso, periodista al que no le brinde una nota. Esto le da un margen de alta aceptación en el peronismo tradicional y evitar ciertos encasillamientos para una franja de votantes independientes. Hay un mito que caló hondo: que la confrontación la creó Cristina. La realidad es que, en estos 12 años, en la Argentina hay libertad de expresión y se ampliaron derechos sociales y laborales sin cercenar los derechos y garantías individuales.

Una porción de la sociedad identifica el tono de autoridad con que se expresa Cristina como la confirmación de que sus decisiones son fruto de sus convicciones y que jamás cedió ante los poderes corporativos. La recepción del mensaje presidencial, para otra porción de la sociedad, es diametralmente opuesta. El tono conciliador de Scioli no es impostado y encuentra un margen importante en este momento electoral. Incluso, para el kirchnerismo, eso es una ventaja porque de cara a una posible segunda vuelta, el tono de Scioli es más amigable para sectores enojados con Cristina.

[…] qué importa del después […]

Aunque suele usarse como mensaje opositor, el escenario de los primeros meses de gobierno conlleva poner el ojo sobre una agenda económica. El dólar está revaluado en el mundo y retrasado aquí. Se buscan inversiones en dólares pero las divisas se traducen a precio oficial y la diferencia con el paralelo es del 35/40%. La presión inflacionaria no cede ante una base monetaria que se amplía en relación a las reservas. Habrá expectativas para encontrar una salida con los holdouts.

Los subsidios en energía y transporte requieren cambios sustanciales y metas transparentes: no parece sustentable ni claro que Cammesa (mayorista de electricidad) y Enarsa (la empresa de energía que importa ingentes cantidades de gas y petróleo) manejen cifras multimillonarias. En el caso de la electricidad, para mantener tarifas bajas en el área metropolitana de Buenos Aires que de ningún modo constituyen una política de distribución de ingresos a favor de los que menos tienen.

Del mismo modo que habrá un reclamo para tener estadísticas confiables que ayuden a tener un diagnóstico serio sobre la distribución del ingreso y la realidad de la pobreza. Sin perjuicio de las correcciones o cambios sustantivos que puedan reclamarse como déficits de estos años, no es fácil saber cuál será el escenario regional y global. La Argentina necesita mejorar su bajo coeficiente de inversión: creció en forma sostenida desde 2003, llegó en 2011 al 22,5%, y ahora está en 18%, lo cual está relacionado con la caída de la producción industrial.

El país necesita además de mejorar la calidad del ahorro, para que vaya dirigido a inversión en equipamiento, en logística, a la producción y no a la especulación inmobiliaria. En estos años, la nacionalización del 51% de las acciones de YPF, celebradas por los sectores progresistas y nacionalistas, fue acompañada de un sinnúmero de medidas de apertura al gran capital. Muchas de las maquinarias usadas por YPF y por las multinacionales tienen arancel cero mientras que otros sectores pagan hasta 35%.

Se debe a un régimen promocional que es útil para aumentar la producción de gas y petróleo. Nadie puso en el tapete esa discusión y seguramente muchos estarían a favor de dar condiciones competitivas, arancelarias, impositivas, financieras y de otro tipo, para otros tantos sectores productivos que apunten a sustituir importaciones. En realidad, para el 10 de diciembre no falta nada de tiempo y, como suele suceder, la política se come a la verdadera política. Esto es, la metáfora, el estilo y el aroma de las palabras parecen estar por encima de la dura métrica y de los números de la economía. Gracias a eso, los hermanos Expósito nos dieron “Naranjo en flor”.

Siete décadas después, habrá que saber sufrir, amar, partir y, al fin, andar sin pensamientos.

12/07/15 Miradas al Sur

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