Adecuar la estrategia electoral ante ciertas señales de la coyuntura es una cosa. Cambiar el discurso 180 grados es otra y significa que se es frágil en cuanto a convicciones y lo poco que importan. Ahora, mantener firme las convicciones, las ideas, la ideología y por ende el proyecto de país, tiene sus costos pero los beneficios seguro serán importantes para el pueblo. La actual campaña electoral es un claro muestrario de esta situación.
En estos días, Mauricio Macri hizo gala del pragmatismo liberal, no dudó en modificar su discurso opositor sin escalas para reconocer logros del oficialismo, que supo rechazar con vehemencia, con tal de adecuarse a la adhesión del modelo K que predomina en la sociedad. El tema es que se le notan muchos los hilos del titiritero y se vuelve poco creíble. Es más que probable que en épocas de malaria se pueda optar por la copia antes que el original por una cuestión de costos. Pero eso no es lo que ocurre ahora y el original es accesible y conforma a la mayoría, incluso a los que suelen despotricar contra el gobierno nacional.
El otro punto que tal vez los asesores de Macri dejan de lado, tal vez de manera conveniente, es que el discurso no alcanza porque son los hechos los que pesan a la hora de hacer un balance. La coherencia macrista durante estos últimos 12 años fue real. No sólo decían que estaban en contra de los proyectos de ley, programas sociales o medidas de gobierno del FPV sino que además, en el caso del Congreso, votaban en consonancia con su discurso, esto es en contra de las iniciativas oficialistas. La meseta en las preferencias electorales llevó a Macri a despreciar su coherencia pero la respuesta está lejos de ser la adecuada.
Por el contrario, el respeto a sus convicciones y actuar en consecuencia le ha permitido al oficialismo cosechar cada vez más adhesiones electorales, al menos es lo que indican los sondeos de opinión. Por supuesto que eso no es suficiente para garantizar un triunfo en octubre pero ayuda a saber que se está en la senda correcta.
Por caso, en estos próximos días comienza a definirse en Nueva York un proceso que inició el gobierno nacional y que, como supo ocurrir durante estos 12 años, no contó con el respaldo del macrismo. Se trata de la pelea contra los fondos buitres. Mientras el juez Thomas Griesa le concedía las exigencias del fondo buitre que conduce Paul Singer y el gobierno de CFK peleaba a capa y espada contra esas directivas, en Buenos Aires Macri y sus principales espadas políticas aseguraban que la única salida era pagar lo que exigía Singer y que Griesa ordenaba. El gobierno no sólo rechazó la orden judicial como Estado soberano que es sino que además comenzó un trabajo internacional que derivó en la elaboración de lo que se conoce como Marco Legal Multilateral para los procesos de reestructuración de deuda soberana. A pesar de la resistencia de los países desarrollados pero con el apoyo indispensable del G77 + China (grupo de 134 países que son parte de la ONU), la Argentina consiguió avanzar hasta la redacción de ese marco que se votará este martes.
Ahora bien, si este marco es ratificado por la Asamblea General de Naciones Unidas, durante la primera quincena de septiembre, la Argentina habrá conseguido que el conjunto de naciones del globo respalde y se sume a la lucha contra la economía de ultraje y destrucción de los pueblos que significan las acciones de los fondos buitres (a esta altura ya un poder supranacional). Suena presuntuoso pero es real y eso se consigue con esfuerzo, dedicación, tesón y, sobre todo, proyecto político.
Por otra parte, si la Asamblea General de la ONU debate este marco legal y lo aprueba la organización habrá recuperado su rol original en cuanto a sus facultades y responsabilidad en lo que hace a ser protagonista en cuanto a la promoción del desarrollo. Le guste o no a la oposición la Argentina, a través de su gobierno nacional, tendrá su cuota parte de responsabilidad en esta recuperación del rol de Naciones Unidas. «
En estos días, Mauricio Macri hizo gala del pragmatismo liberal, no dudó en modificar su discurso opositor sin escalas para reconocer logros del oficialismo, que supo rechazar con vehemencia, con tal de adecuarse a la adhesión del modelo K que predomina en la sociedad. El tema es que se le notan muchos los hilos del titiritero y se vuelve poco creíble. Es más que probable que en épocas de malaria se pueda optar por la copia antes que el original por una cuestión de costos. Pero eso no es lo que ocurre ahora y el original es accesible y conforma a la mayoría, incluso a los que suelen despotricar contra el gobierno nacional.
El otro punto que tal vez los asesores de Macri dejan de lado, tal vez de manera conveniente, es que el discurso no alcanza porque son los hechos los que pesan a la hora de hacer un balance. La coherencia macrista durante estos últimos 12 años fue real. No sólo decían que estaban en contra de los proyectos de ley, programas sociales o medidas de gobierno del FPV sino que además, en el caso del Congreso, votaban en consonancia con su discurso, esto es en contra de las iniciativas oficialistas. La meseta en las preferencias electorales llevó a Macri a despreciar su coherencia pero la respuesta está lejos de ser la adecuada.
Por el contrario, el respeto a sus convicciones y actuar en consecuencia le ha permitido al oficialismo cosechar cada vez más adhesiones electorales, al menos es lo que indican los sondeos de opinión. Por supuesto que eso no es suficiente para garantizar un triunfo en octubre pero ayuda a saber que se está en la senda correcta.
Por caso, en estos próximos días comienza a definirse en Nueva York un proceso que inició el gobierno nacional y que, como supo ocurrir durante estos 12 años, no contó con el respaldo del macrismo. Se trata de la pelea contra los fondos buitres. Mientras el juez Thomas Griesa le concedía las exigencias del fondo buitre que conduce Paul Singer y el gobierno de CFK peleaba a capa y espada contra esas directivas, en Buenos Aires Macri y sus principales espadas políticas aseguraban que la única salida era pagar lo que exigía Singer y que Griesa ordenaba. El gobierno no sólo rechazó la orden judicial como Estado soberano que es sino que además comenzó un trabajo internacional que derivó en la elaboración de lo que se conoce como Marco Legal Multilateral para los procesos de reestructuración de deuda soberana. A pesar de la resistencia de los países desarrollados pero con el apoyo indispensable del G77 + China (grupo de 134 países que son parte de la ONU), la Argentina consiguió avanzar hasta la redacción de ese marco que se votará este martes.
Ahora bien, si este marco es ratificado por la Asamblea General de Naciones Unidas, durante la primera quincena de septiembre, la Argentina habrá conseguido que el conjunto de naciones del globo respalde y se sume a la lucha contra la economía de ultraje y destrucción de los pueblos que significan las acciones de los fondos buitres (a esta altura ya un poder supranacional). Suena presuntuoso pero es real y eso se consigue con esfuerzo, dedicación, tesón y, sobre todo, proyecto político.
Por otra parte, si la Asamblea General de la ONU debate este marco legal y lo aprueba la organización habrá recuperado su rol original en cuanto a sus facultades y responsabilidad en lo que hace a ser protagonista en cuanto a la promoción del desarrollo. Le guste o no a la oposición la Argentina, a través de su gobierno nacional, tendrá su cuota parte de responsabilidad en esta recuperación del rol de Naciones Unidas. «