A partir de muestras óseas recogidas en el Pozo de Vargas, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó a seis personas desaparecidas en 1976 y 1977. Entre esos restos están los del poeta y trabajador de prensa José Eduardo Ramos, secuestrado junto a su esposa.
La Justicia confirmó que los restos encontrados en el Pozo de Vargas corresponden a seis víctimas del terrorismo de Estado. Entre ellos se encontraban los del periodista y poeta Eduardo Ramos. Los restos habían sido rescatados por el Colectivo Arqueología Memoria Identidad Tucumán (Camit) y fueron analizados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Con estos hallazgos, ya son por lo menos 30 las víctimas que pasaron por ese centro clandestino de detención y se logró identificar.
A menos de una semana de cumplirse 39 años de la última dictadura cívico militar, la Justicia Federal informó que los restos corresponden a Domingo Valentín Palavecino, secuestrado el 11 de marzo de 1977; Ramón Oscar Bianchi, secuestrado el 14 de abril de 1976; Ramón Antonio Ortiz, secuestrado el 1 de mayo de 1976; Samuel Gerónimo Romero, secuestrado el 27 de enero de 1976; Santiago Omar Vicente, secuestrado el 2 de febrero de 1976, y al periodista y poeta José Eduardo Ramos, secuestrado 2 de noviembre de 1976. El juez federal Fernando Poviña ya notificó el hallazgo a sus familiares.
El Pozo de Vargas funcionó como una fosa clandestina durante la dictadura. Está a siete kilómetros de la Plaza Independencia, en el departamento de Tafí Viejo. Tiene una profundidad de 30 metros y las excavaciones empezaron hace diez años. A diferencia de otros restos extraidos de fosas, esta vez el Equipo Argentino de Antropología Forense trabajó sobre muestras óseas y no sobre esqueletos, un proceso de reconstrucción de mayor complejidad por la degradación.
El poeta y trabajador de prensa José Eduardo Ramos tenía 21 años, cuando fue secuestrado junto a su esposa, Alicia Dora Cerrota (24) en su vivienda en San Miguel de Tucumán. Ramos era periodista del diario Noticias y de Canal 10.
Según los testimonios de sobrevivientes, estuvo detenido en la Jefatura hasta el 1 de septiembre de 1977. Alicia fue vista en el mismo lugar en junio de 1977 y estaba embarazada. Se estima que dio a luz durante su cautiverio.
Eduardo era el segundo de cinco hermanos. A los 14 años ya había ganado premios de poesía. Sus familiares y amigos lo llamaban “El Pollo”. De contextura atlética, nunca había demostrado interés en los deportes. Usaba anteojos desde los 6 años, le gustaba mucho leer y desde muy joven se convirtió en un intelectual.
Mientras estudiaba en la escuela de Agricultura, ganó dos premios de poesía en concursos organizados por la Universidad Nacional de Tucumán. Rindió el último año libre del secundario para tener más tiempo para sumergirse rápidamente en el mundo del periodismo. Empezó ayudando a su padre, que trabaja en el diario Crónica.
Su hermana Ana tenía 14 años cuando lo secuestraron. Lo describe como una persona apasionada: “En la forma de vivir, de relacionarse, era vehemente con lo que pensaba y sentía. Se caracterizaba por su creatividad, por su capacidad. Y, antes que nada, era un autodidacta que se mostraba con crudeza en sus poemas. Ahí está lo que sentía”, dice. Ana recuerda que su hermano siempre actuó en defensa de los trabajadores y de la vida. “Defendía la libertad de pensamiento, pero no militaba en ningún partido. Era simplemente un muchacho solidario”.
Patricia, otra de las hermanas, dijo a Télam que tuvo la sensación de que se “hizo justicia”, y que las “instituciones se ocuparon de algo tan vital como el hecho de que las víctimas de la dictadura dejen de ser desaparecidos. No poder hacer el duelo por ellos es muy doloroso y antinatural”. Pedro Ramos, su hermano varón, consideró que “por primera vez tuvimos la sensación de que hay un aparato oficial de la Justicia trabajando de buena fe, para condenar los delitos de lesa humanidad”.
“No sentía miedo y eran tiempos duros”
“No sentía miedo y eran tiempos duros”
Marta Rondoleto, también periodista y militante activa en defensa de los Derechos Humanos, destacó el compromiso de Ramos. “No sentía miedo y eran tiempos muy duros. Tenía una habilidad fenomenal para hacer entrevistas y dejar en evidencia a varios personajes”, dice.
A principios de 1976, los militares ya realizaban intervenciones en Canal 10 pero la situación de Ramos emperó con la llegada del “cabo Sabino”, quien supuestamente realizaba tareas de “seguridad”. Rondoleto recuerda que el periodista tuvo problemas desde un comienzo con Sabino. Entonces Ramos conducía un programa de interés general en la pantalla tucumana, del que participaban políticos locales. En uno de los programas se produjo un fuerte debate que derivó en una discusión a golpes de puño en los pasillos. Allí Ramos escuchó la primera amenaza de muerte.
Los hermanos coincidieron en que aquellas épocas eran muy difíciles: “Él sabía lo que estaba pasando, que estaban asesinando gente” dijo Patricia a Télam. Y señaló como hecho clave de su desaparición cuando Eduardo se negó a cumplir con un pedido de los militares para que armara una nota que debía ser emitida en el informativo de Canal 10. “Fue el único periodista que subió al cerro con los militares, después del Golpe del 76, allí encuentra compañeros asesinados, los militares arman una escena, lo obligaron a filmar y que arme una nota donde diga que había ocurrido un enfrentamiento para que salga en Canal 10” recordó su hermana. El 1 de noviembre de 1976, cuando ya lo habían despedido del canal, el periodista fue secuestrado en su domicilio en Soldati 226.
El 24 de Marzo, en el marco del Día Nacional de la Memoria, sus familiares plantarán un árbol en memoria del periodista de Canal 10, el acto tendrá lugar en el Pozo de Vargas, a las 11.
Fuente: Infojus.
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