Nos equivocamos. Así como la revista Gente en un editorial del 1 de abril de 1977 –a un año golpe del '76– le pedía a sus lectores disculpas por haber sido "muy complaciente" con el gobierno peronista derrocado por Videla y sus secuaces, los que pedíamos que la oposición diera a conocer el modelo de país que pretenden para Argentina hemos sido realmente sorprendidos.
Nos equivocamos. Así como la revista Gente en un editorial del 1 de abril de 1977 –a un año golpe del '76– le pedía a sus lectores disculpas por haber sido "muy complaciente" con el gobierno peronista derrocado por Videla y sus secuaces, los que pedíamos que la oposición diera a conocer el modelo de país que pretenden para Argentina hemos sido realmente sorprendidos.
En efecto, el candidato del PRO acaba de publicar por medio del correo electrónico de la Junta Promotora Macri Presidente 2015 un Mapa del Desarrollo donde nos ilustra sobre las bondades de los países "exitosos" a los que deberíamos imitar. Comenzamos la lectura del "paper" e intentamos buscar, por aquí o por allá, bibliografía utilizada, citas de académicos o estadistas, notas al pie de página, series de tiempo o correlaciones entre variables. Pero nada. Nada de nada. No esperábamos encontrar como fuentes a pensadores como Aldo Ferrer, Stiglitz, Marx o Perón, pero sí tal vez a Fukuyama, Kissinger, Friedman o Vargas Llosa. Pero nada, niente, nothing. Sí se observa un mapa escolar de la Argentina –con Malvinas pero sin la Antártida– donde pegaron sobre nuestras provincias la silueta de los países que para Macri deberían ser nuestro espejo: Alemania, Nueva Zelanda, Israel, Japón, Corea del Sur, Noruega, Finlandia, Singapur y Holanda.
Suponíamos que a continuación del mapa se analizaría la trayectoria histórica que esos países y se describirían las etapas que fueron superando hasta llegar a los actuales altos niveles de desarrollo. Para ello, pudieron utilizar algún autor, digamos, afín. Por ejemplo, la obra Walter Rostow, un economista norteamericano que, además de fanático anticomunista, fue Consejero de Seguridad durante la Guerra de Vietnam y cuya obra más reconocida escrita en los años '50 se llama Las etapas del desarrollo económico, un manifiesto no comunista. Pero no. En la obra macrista no se observan referencias a ciclos históricos ni se distinguen procesos de países tan disímiles como Alemania y Corea, que alcanzaron su lugar en el concierto de naciones desarrolladas con varias décadas de diferencia. Promediando la lectura, ya se intuye la "teoría" que sostiene el análisis del "paper" y al que podríamos describir como de causalidad inversa entre tamaño del territorio y desarrollo económico. Es decir que, si esos nueve países territorialmente más pequeños que Argentina lograron niveles de desarrollo alto, ¿cómo nos ha podido haber ido tan mal, si los superamos ampliamente en km²? Pero no sólo parece ser que el menor tamaño importa, sino que para el jefe de gobierno porteño, la hipótesis de decadencia argentina se reafirma al observar que pese a que algunas de esas naciones "tienen tierras infértiles o muy pocas riquezas naturales, y otras, además, están rodeadas por enemigos" eso no les impide "prosperar".
Un primer contraejemplo. Haití, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Dominicana, Jamaica, Paraguay y Ecuador son nueve países cuyos territorios sumados no cubren los 2,8 millones de km² argentinos y tienen niveles de desarrollo mucho menores que el nuestro. ¿Entonces? No parece que haya relación entre tamaño y desarrollo económico, como tampoco lo hay entre mayor dotación de recursos naturales y desarrollo. Pensemos en la mayoría de los países africanos con enormes recursos primarios y complemente alejados de los niveles de vida de países centrales, y aun de muchos de los periféricos o emergentes. "¿Por qué Israel que es más chico que Tucumán es una potencia mundial en innovación? ¿O por qué Corea del Sur, que cabe en el territorio de Salta, es líder en tecnología? ¿Por qué Nueva Zelanda es uno de los países con mayor calidad de vida del planeta y nosotros no?", se pregunta Macri.
Y, Mauricio, habría que analizar muchas variables: desde dónde partieron esos países, en qué época se desarrollaron, qué papel desempeñaron para los intereses geopolíticos de las potencias hegemónicas de cada momento, cómo actuó el capital extranjero en esos países, cómo fueron construyendo sus burocracias estatales, si vivieron o no procesos de reforma agraria que les mejoraba las condiciones de vida a los campesinos, si su cultura fue invadida por las potencias imperiales o no, si evitaron o no copiar los patrones de consumo de los centros desarrollados, antes de industrializarse, etc. Y la historia es muy rica para buscar explicaciones.
Por ejemplo, si tu papá, más allá de sus condiciones individuales de emprendedor, no hubiera sido beneficiado por la estatización de sus deudas en dólares durante los años '80, tal vez vos no hubieras sido ingeniero, ni hubieras sido presidente de Sevel y por lo tanto no te habrían procesado por contrabando. Por ahí, ni siquiera hubieras soñado con ser jefe de gobierno. Párrafo aparte, Mauricio, los tamaños de algunos de los países están mal. El portal de noticias M1 informa que Noruega, que está pegada sobre Santa Cruz, es mayor en territorio a esa provincia, y no menor. Lo mismo ocurre con Holanda y Misiones, Nueva Zelanda y Córdoba, y Corea con Jujuy. ¡Veníamos tecleando en Historia del Desarrollo Económico y ahora nos vamos a marzo en Geografía!
Pero al mismo tiempo que el PRO daba a conocer su mapa, a sólo 42 km de la casa de gobierno porteño, se desarrollaba el 1º Congreso de Economía Política Internacional en la Universidad Nacional de Moreno, una casa de estudios creada hace sólo cuatro años y que dio cita a más de 600 asistentes, mayoritariamente de la zona, pero también del interior del país y del exterior. Se presentaron más de 60 ponencias y contó con conferencistas argentinos, españoles, franceses, chilenos, cubanos, brasileños y colombianos. El nivel de las mesas de debate y los papers publicados fue en su gran mayoría de excelencia y, con todo respeto, el mapa de Macri no hubiera pasado la selección del Comité Académico. Mucho se ha criticado la política de inclusión educativa del gobierno nacional, al haber abierto nueve universidades y estar en proceso de apertura otras nueve. Pero ninguno de esos ninguneadores profesionales, los que únicamente sienten como propias y de excelencia a las universidades privadas y –en algunos casos– a las universidades públicas centenarias, han analizado el impacto sobre los jóvenes que, sin esas nuevas casas de estudios, jamás hubieran ingresado a la vida universitaria y donde el desafío de unir excelencia y masividad será una de las claves para alcanzar mayores niveles de desarrollo económico. El ingeniero Macri o sus asesores, de haber concurrido al Congreso, se hubieran enterado de los debates que se vienen dando actualmente en diferentes centros de estudios y universidades del país y del exterior, donde el eje está puesto en los rápidos cambios que experimenta la economía mundial en los últimos años y sus consecuencias para las estrategias de desarrollo autónomo en los países de la periferia. Tal vez hubiera escuchado a especialistas discutir sobre China y su rol como locomotora de crecimiento de su región, manteniendo déficits comerciales con sus vecinos, pero compensados con enormes superávits al resto del mundo.
Justamente, el caso contrario de Alemania y Brasil, que crecen a expensas de sus vecinos. En el caso argentino, el déficit con nuestro principal socio comercial y vecino, es estructural y el problema está básicamente en el sector automotriz, en particular, en el comercio de autopartes. Sobre el tema automotriz y la profundidad de la crisis actual del capitalismo, las posiciones que se escucharon en el Congreso no estuvieron en un todo de acuerdo con los enfoques del ministro de Economía, Axel Kicillof, que cerró el encuentro. Y esto, en sus propias palabras, es la riqueza que tienen estos eventos. Volviendo al desilusionante mapa PRO, podemos agregarle al ingeniero que en el desarrollo de Israel o en el de Alemania algo tuvo que ver el Plan Marshall, o que el "pequeño" país de Medio Oriente y la actual potencia europea tuvieron un papel preponderante en la estrategia norteamericana contra el avance de la Unión Soviética durante la Guerra Fría y que nada hubiera cambiado por el sólo hecho de que esos países fueran más extensos o detentaran más recursos naturales. En el caso de Corea, existen algunas similitudes y muchas diferencias. Lo parecido es que Corea del Sur fue "invitada" a desarrollarse por EE UU en su disputa histórica con Corea del Norte/URSS/China, también Guerra Fría mediante. Y las diferencias tienen que ver más con el sendero de desarrollo industrial, el papel de la inversión extranjera, las instituciones políticas y el rol que jugó el Estado en ese país asiático, muy diferente a la experiencia israelí o alemana. En todos los casos, lo que hubo allí fue una decisión política de impulsar a esos países donde, lamentablemente para la visión neoliberal, el "mercado" no tuvo nada que ver sino que: ¡fue la geopolítica, estúpido!
En efecto, el candidato del PRO acaba de publicar por medio del correo electrónico de la Junta Promotora Macri Presidente 2015 un Mapa del Desarrollo donde nos ilustra sobre las bondades de los países "exitosos" a los que deberíamos imitar. Comenzamos la lectura del "paper" e intentamos buscar, por aquí o por allá, bibliografía utilizada, citas de académicos o estadistas, notas al pie de página, series de tiempo o correlaciones entre variables. Pero nada. Nada de nada. No esperábamos encontrar como fuentes a pensadores como Aldo Ferrer, Stiglitz, Marx o Perón, pero sí tal vez a Fukuyama, Kissinger, Friedman o Vargas Llosa. Pero nada, niente, nothing. Sí se observa un mapa escolar de la Argentina –con Malvinas pero sin la Antártida– donde pegaron sobre nuestras provincias la silueta de los países que para Macri deberían ser nuestro espejo: Alemania, Nueva Zelanda, Israel, Japón, Corea del Sur, Noruega, Finlandia, Singapur y Holanda.
Suponíamos que a continuación del mapa se analizaría la trayectoria histórica que esos países y se describirían las etapas que fueron superando hasta llegar a los actuales altos niveles de desarrollo. Para ello, pudieron utilizar algún autor, digamos, afín. Por ejemplo, la obra Walter Rostow, un economista norteamericano que, además de fanático anticomunista, fue Consejero de Seguridad durante la Guerra de Vietnam y cuya obra más reconocida escrita en los años '50 se llama Las etapas del desarrollo económico, un manifiesto no comunista. Pero no. En la obra macrista no se observan referencias a ciclos históricos ni se distinguen procesos de países tan disímiles como Alemania y Corea, que alcanzaron su lugar en el concierto de naciones desarrolladas con varias décadas de diferencia. Promediando la lectura, ya se intuye la "teoría" que sostiene el análisis del "paper" y al que podríamos describir como de causalidad inversa entre tamaño del territorio y desarrollo económico. Es decir que, si esos nueve países territorialmente más pequeños que Argentina lograron niveles de desarrollo alto, ¿cómo nos ha podido haber ido tan mal, si los superamos ampliamente en km²? Pero no sólo parece ser que el menor tamaño importa, sino que para el jefe de gobierno porteño, la hipótesis de decadencia argentina se reafirma al observar que pese a que algunas de esas naciones "tienen tierras infértiles o muy pocas riquezas naturales, y otras, además, están rodeadas por enemigos" eso no les impide "prosperar".
Un primer contraejemplo. Haití, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Dominicana, Jamaica, Paraguay y Ecuador son nueve países cuyos territorios sumados no cubren los 2,8 millones de km² argentinos y tienen niveles de desarrollo mucho menores que el nuestro. ¿Entonces? No parece que haya relación entre tamaño y desarrollo económico, como tampoco lo hay entre mayor dotación de recursos naturales y desarrollo. Pensemos en la mayoría de los países africanos con enormes recursos primarios y complemente alejados de los niveles de vida de países centrales, y aun de muchos de los periféricos o emergentes. "¿Por qué Israel que es más chico que Tucumán es una potencia mundial en innovación? ¿O por qué Corea del Sur, que cabe en el territorio de Salta, es líder en tecnología? ¿Por qué Nueva Zelanda es uno de los países con mayor calidad de vida del planeta y nosotros no?", se pregunta Macri.
Y, Mauricio, habría que analizar muchas variables: desde dónde partieron esos países, en qué época se desarrollaron, qué papel desempeñaron para los intereses geopolíticos de las potencias hegemónicas de cada momento, cómo actuó el capital extranjero en esos países, cómo fueron construyendo sus burocracias estatales, si vivieron o no procesos de reforma agraria que les mejoraba las condiciones de vida a los campesinos, si su cultura fue invadida por las potencias imperiales o no, si evitaron o no copiar los patrones de consumo de los centros desarrollados, antes de industrializarse, etc. Y la historia es muy rica para buscar explicaciones.
Por ejemplo, si tu papá, más allá de sus condiciones individuales de emprendedor, no hubiera sido beneficiado por la estatización de sus deudas en dólares durante los años '80, tal vez vos no hubieras sido ingeniero, ni hubieras sido presidente de Sevel y por lo tanto no te habrían procesado por contrabando. Por ahí, ni siquiera hubieras soñado con ser jefe de gobierno. Párrafo aparte, Mauricio, los tamaños de algunos de los países están mal. El portal de noticias M1 informa que Noruega, que está pegada sobre Santa Cruz, es mayor en territorio a esa provincia, y no menor. Lo mismo ocurre con Holanda y Misiones, Nueva Zelanda y Córdoba, y Corea con Jujuy. ¡Veníamos tecleando en Historia del Desarrollo Económico y ahora nos vamos a marzo en Geografía!
Pero al mismo tiempo que el PRO daba a conocer su mapa, a sólo 42 km de la casa de gobierno porteño, se desarrollaba el 1º Congreso de Economía Política Internacional en la Universidad Nacional de Moreno, una casa de estudios creada hace sólo cuatro años y que dio cita a más de 600 asistentes, mayoritariamente de la zona, pero también del interior del país y del exterior. Se presentaron más de 60 ponencias y contó con conferencistas argentinos, españoles, franceses, chilenos, cubanos, brasileños y colombianos. El nivel de las mesas de debate y los papers publicados fue en su gran mayoría de excelencia y, con todo respeto, el mapa de Macri no hubiera pasado la selección del Comité Académico. Mucho se ha criticado la política de inclusión educativa del gobierno nacional, al haber abierto nueve universidades y estar en proceso de apertura otras nueve. Pero ninguno de esos ninguneadores profesionales, los que únicamente sienten como propias y de excelencia a las universidades privadas y –en algunos casos– a las universidades públicas centenarias, han analizado el impacto sobre los jóvenes que, sin esas nuevas casas de estudios, jamás hubieran ingresado a la vida universitaria y donde el desafío de unir excelencia y masividad será una de las claves para alcanzar mayores niveles de desarrollo económico. El ingeniero Macri o sus asesores, de haber concurrido al Congreso, se hubieran enterado de los debates que se vienen dando actualmente en diferentes centros de estudios y universidades del país y del exterior, donde el eje está puesto en los rápidos cambios que experimenta la economía mundial en los últimos años y sus consecuencias para las estrategias de desarrollo autónomo en los países de la periferia. Tal vez hubiera escuchado a especialistas discutir sobre China y su rol como locomotora de crecimiento de su región, manteniendo déficits comerciales con sus vecinos, pero compensados con enormes superávits al resto del mundo.
Justamente, el caso contrario de Alemania y Brasil, que crecen a expensas de sus vecinos. En el caso argentino, el déficit con nuestro principal socio comercial y vecino, es estructural y el problema está básicamente en el sector automotriz, en particular, en el comercio de autopartes. Sobre el tema automotriz y la profundidad de la crisis actual del capitalismo, las posiciones que se escucharon en el Congreso no estuvieron en un todo de acuerdo con los enfoques del ministro de Economía, Axel Kicillof, que cerró el encuentro. Y esto, en sus propias palabras, es la riqueza que tienen estos eventos. Volviendo al desilusionante mapa PRO, podemos agregarle al ingeniero que en el desarrollo de Israel o en el de Alemania algo tuvo que ver el Plan Marshall, o que el "pequeño" país de Medio Oriente y la actual potencia europea tuvieron un papel preponderante en la estrategia norteamericana contra el avance de la Unión Soviética durante la Guerra Fría y que nada hubiera cambiado por el sólo hecho de que esos países fueran más extensos o detentaran más recursos naturales. En el caso de Corea, existen algunas similitudes y muchas diferencias. Lo parecido es que Corea del Sur fue "invitada" a desarrollarse por EE UU en su disputa histórica con Corea del Norte/URSS/China, también Guerra Fría mediante. Y las diferencias tienen que ver más con el sendero de desarrollo industrial, el papel de la inversión extranjera, las instituciones políticas y el rol que jugó el Estado en ese país asiático, muy diferente a la experiencia israelí o alemana. En todos los casos, lo que hubo allí fue una decisión política de impulsar a esos países donde, lamentablemente para la visión neoliberal, el "mercado" no tuvo nada que ver sino que: ¡fue la geopolítica, estúpido!
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