En el Día de la Militancia se recordará a integrantes de la resistencia peronista y se presentará un archivo sobre Rojas. Está su declaración por los fusilamientos de 1956 y una charla en la que Horacio García Belsunce cuenta cómo analizaban “listas” antes del golpe del ’76.
Por Victoria Ginzberg
Lo dijo Rodolfo Walsh hace 57 años. Los fusilados en el basural de José León Suárez, en la madrugada del 10 de junio de 1956, fueron arrestados antes de la ley marcial decretada por la dictadura de Pedro Aramburu para reprimir el levantamiento del general Juan José Valle. El Ministerio de Defensa recuperó ahora la declaración del almirante Isaac Rojas en la causa militar por este hecho: “Mi específica actividad militar en la emergencia no me permite afirmar con absoluta fidelidad la hora exacta en que impartí la orden ni recordar a todas las personas a través de las cuales se ordenó su inmediato cumplimiento. Al respecto, sólo puedo precisar que ello ocurrió en el transcurso de la última hora del día 9 de junio del año 1956”, dijo Rojas, por ese entonces en usurpación de la vicepresidencia de la Nación. El documento se hará público hoy, y es parte de un conjunto más grande de papeles relacionados con el marino. Entre ellos está la transcripción de una charla en la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas en la que Horacio García Belsunce (padre) cuenta cómo participaba antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 de reuniones en las que un grupo de civiles “asesoraba” a los militares, en base a listas que tenía Jaime Perriaux, sobre la idoneidad ideológica de los profesores de los institutos militares.
Hoy, en el Día de la Militancia, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, dará a conocer el fondo documental de Rojas, es decir, papeles que dan cuenta de las actividades y pensamientos del marino que fue uno de los ideólogos y artífices de la llamada Revolución Libertadora. El archivo está compuesto tanto por material público como de documentos que fueron guardados y nunca se conocieron y de otros que directamente fueron calificados como secretos. Entre ellos está la declaración de 1958 sobre la participación de Rojas en los asesinatos de junio de 1956. Pero el fondo documental no es sólo sobre Rojas sino sobre su época, que es la de la resistencia peronista. Y la presentación del archivo de Rojas no será un homenaje para él, sino para sus víctimas.
Manuel Chávez fue secretario de la CGT Regional Azul y fue asesinado en su casa el 22 de septiembre de 1955 por miembros de la Armada. Defensa encontró el sumario interno realizado a quienes cometieron el crimen, que fueron absueltos ya que se consideró que actuaron en “defensa propia” aunque eran cinco contra uno y mataron a Chávez luego de irrumpir en su domicilio. Otros documentos recuperados son los libros de resoluciones del consejo superior del partido peronista, entre ellos el del consejo superior del partido peronista femenino (1947 a 1955). El ministerio homenajeará también a José Agustín Navarro, que era sargento primero cuando participó en Santa Fe del alzamiento de junio de 1956.
Al declarar por los asesinatos en los basurales de José León Suárez, Rojas fue lo bastante vago para que sus palabras se pudieran ajustar al procedimiento que el juez de instrucción militar ad hoc, el teniente coronel Antonio del Rivero, estaba realizando luego de apropiarse de la investigación de la Justicia civil. Las personas allí fusiladas fueron “detenidas” en la noche del 9 de junio acusadas sin pruebas de estar vinculadas al levantamiento de Valle y que Walsh denunció que habían sido “arrestadas” incluso antes de que entrara en vigencia la ley marcial decretada para perseguir a los seguidores de Valle.
En esa causa, el auditor militar resolvió, como era previsible, que no había habido irregularidades y que la ley marcial estaba en vigencia cuando la policía de la provincia de Buenos Aires entró en la casa de Florida de la que fueron sacados quienes luego serían asesinados. Pero incluso en ese expediente, iniciado por la denuncia de Juan Carlos Livraga –el “fusilado que vive”– el auditor militar señaló que “el procedimiento empleado no conforma plenamente lo dispuesto en la materia por los reglamentos castrenses”, pero lo justificó aludiendo a “las circunstancias excepcionales que se vivían en ese momento y el desconocimiento aceptable de tales disposiciones por miembros que si bien estaban subordinados a las autoridades militares eran ajenos a las mismas”. Eso, concluyó el auditor, “hace excusable el error en que se incurrió en cuanto a las formalidades empleadas”.
Las listas de Perriaux
Otro documento interesante del fondo de Rojas surge de su participación en una charla de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Hasta allí fue el almirante con una preocupación: la formación ideológica de los oficiales de las Fuerzas Armadas. El documento no está fechado, pero se trata de una exposición que tuvo lugar a fines de la última dictadura militar, ya que se hace alusión a la guerra de Malvinas y a la posibilidad de que se dicte la ley de autoamnistía. A Rojas le molestaba la situación de la Fuerza Aérea, porque allí le habían llamado la atención a un oficial que había hecho un discurso en el que reivindicaba a Aramburu y hablaba de la “subversión marxista”. En ese contexto es que interviene en la exposición el abogado Horacio García Belsunce (padre) para hacer una confesión: “En el año 1975, cuando grupos de civiles, conjuntamente con grupos de las Fuerzas Armadas, empezamos a preparar lo que habría de ser el movimiento, o la revolución, unos quisimos que fuera revolución y otros no quisieron; del ’76, una de las cosas que más nos importó era el de la formación ideológica de los hombres de las Fuerzas Armadas (...). Me acuerdo que nos pusimos muy especialmente en la tarea a trabajar con el Dr. Jaime Perriaux, que tenía un gran archivo, como dirían criollos, de todo bicho que camina. Estaban todos fichados. Y entonces empezamos a analizar. Obtuvimos las listas de los profesores civiles de los institutos militares, para revisar quién es quién. Y evidentemente encontramos muchas cosas desagradables”. Así, con este párrafo, García Belsunce se reconoce como parte de los intelectuales orgánicos de la última dictadura que fueron conocidos, justamente, como grupo Perriaux. Y a la vez cuenta cómo analizaban archivos y antecedentes de civiles en base a listas que tenía su líder. “Perriaux tenía muy buenos enlaces y contactos con la Fuerza, como que era el hombre de relación de nuestro grupo con los hombres de las Fuerzas Armadas. Mientras nosotros preparábamos planes, Perriaux era más bien el hombre de la relación, y entonces empezó a llevar las listas y mostrarle al señor tal y cual que estaba al frente de tal y cual instituto: vea este fulano no va por esto y por esto”. García Belsunce contaba su experiencia con la esperanza de poder volver a aplicarla, aunque el contexto político ya no lo favorecía, y por eso explicaba cómo había que hacer. “El trabajo es un trabajo de selección. Simplemente hay que agarrar las listas, agarrar a los conductores, a los que tienen el poder de decisión y decirles, bueno, vea, este señor va y este no va. Si no cambiamos la docencia no se puede pretender que quienes la reciban digan otras cosas distintas. Por supuesto que lamentablemente la desaparición prematura y sorpresiva de Perriaux hizo que todo esto quedara en la nada. El tenía los archivos, no sé en manos de quién están.” Eso es verdad, sigue siendo un misterio. Aunque el trabajo de búsqueda de documentos aporta constantemente partes del rompecabezas.
17/11/14 Página|12
Por Victoria Ginzberg
Lo dijo Rodolfo Walsh hace 57 años. Los fusilados en el basural de José León Suárez, en la madrugada del 10 de junio de 1956, fueron arrestados antes de la ley marcial decretada por la dictadura de Pedro Aramburu para reprimir el levantamiento del general Juan José Valle. El Ministerio de Defensa recuperó ahora la declaración del almirante Isaac Rojas en la causa militar por este hecho: “Mi específica actividad militar en la emergencia no me permite afirmar con absoluta fidelidad la hora exacta en que impartí la orden ni recordar a todas las personas a través de las cuales se ordenó su inmediato cumplimiento. Al respecto, sólo puedo precisar que ello ocurrió en el transcurso de la última hora del día 9 de junio del año 1956”, dijo Rojas, por ese entonces en usurpación de la vicepresidencia de la Nación. El documento se hará público hoy, y es parte de un conjunto más grande de papeles relacionados con el marino. Entre ellos está la transcripción de una charla en la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas en la que Horacio García Belsunce (padre) cuenta cómo participaba antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 de reuniones en las que un grupo de civiles “asesoraba” a los militares, en base a listas que tenía Jaime Perriaux, sobre la idoneidad ideológica de los profesores de los institutos militares.
Hoy, en el Día de la Militancia, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, dará a conocer el fondo documental de Rojas, es decir, papeles que dan cuenta de las actividades y pensamientos del marino que fue uno de los ideólogos y artífices de la llamada Revolución Libertadora. El archivo está compuesto tanto por material público como de documentos que fueron guardados y nunca se conocieron y de otros que directamente fueron calificados como secretos. Entre ellos está la declaración de 1958 sobre la participación de Rojas en los asesinatos de junio de 1956. Pero el fondo documental no es sólo sobre Rojas sino sobre su época, que es la de la resistencia peronista. Y la presentación del archivo de Rojas no será un homenaje para él, sino para sus víctimas.
Manuel Chávez fue secretario de la CGT Regional Azul y fue asesinado en su casa el 22 de septiembre de 1955 por miembros de la Armada. Defensa encontró el sumario interno realizado a quienes cometieron el crimen, que fueron absueltos ya que se consideró que actuaron en “defensa propia” aunque eran cinco contra uno y mataron a Chávez luego de irrumpir en su domicilio. Otros documentos recuperados son los libros de resoluciones del consejo superior del partido peronista, entre ellos el del consejo superior del partido peronista femenino (1947 a 1955). El ministerio homenajeará también a José Agustín Navarro, que era sargento primero cuando participó en Santa Fe del alzamiento de junio de 1956.
Al declarar por los asesinatos en los basurales de José León Suárez, Rojas fue lo bastante vago para que sus palabras se pudieran ajustar al procedimiento que el juez de instrucción militar ad hoc, el teniente coronel Antonio del Rivero, estaba realizando luego de apropiarse de la investigación de la Justicia civil. Las personas allí fusiladas fueron “detenidas” en la noche del 9 de junio acusadas sin pruebas de estar vinculadas al levantamiento de Valle y que Walsh denunció que habían sido “arrestadas” incluso antes de que entrara en vigencia la ley marcial decretada para perseguir a los seguidores de Valle.
En esa causa, el auditor militar resolvió, como era previsible, que no había habido irregularidades y que la ley marcial estaba en vigencia cuando la policía de la provincia de Buenos Aires entró en la casa de Florida de la que fueron sacados quienes luego serían asesinados. Pero incluso en ese expediente, iniciado por la denuncia de Juan Carlos Livraga –el “fusilado que vive”– el auditor militar señaló que “el procedimiento empleado no conforma plenamente lo dispuesto en la materia por los reglamentos castrenses”, pero lo justificó aludiendo a “las circunstancias excepcionales que se vivían en ese momento y el desconocimiento aceptable de tales disposiciones por miembros que si bien estaban subordinados a las autoridades militares eran ajenos a las mismas”. Eso, concluyó el auditor, “hace excusable el error en que se incurrió en cuanto a las formalidades empleadas”.
Las listas de Perriaux
Otro documento interesante del fondo de Rojas surge de su participación en una charla de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Hasta allí fue el almirante con una preocupación: la formación ideológica de los oficiales de las Fuerzas Armadas. El documento no está fechado, pero se trata de una exposición que tuvo lugar a fines de la última dictadura militar, ya que se hace alusión a la guerra de Malvinas y a la posibilidad de que se dicte la ley de autoamnistía. A Rojas le molestaba la situación de la Fuerza Aérea, porque allí le habían llamado la atención a un oficial que había hecho un discurso en el que reivindicaba a Aramburu y hablaba de la “subversión marxista”. En ese contexto es que interviene en la exposición el abogado Horacio García Belsunce (padre) para hacer una confesión: “En el año 1975, cuando grupos de civiles, conjuntamente con grupos de las Fuerzas Armadas, empezamos a preparar lo que habría de ser el movimiento, o la revolución, unos quisimos que fuera revolución y otros no quisieron; del ’76, una de las cosas que más nos importó era el de la formación ideológica de los hombres de las Fuerzas Armadas (...). Me acuerdo que nos pusimos muy especialmente en la tarea a trabajar con el Dr. Jaime Perriaux, que tenía un gran archivo, como dirían criollos, de todo bicho que camina. Estaban todos fichados. Y entonces empezamos a analizar. Obtuvimos las listas de los profesores civiles de los institutos militares, para revisar quién es quién. Y evidentemente encontramos muchas cosas desagradables”. Así, con este párrafo, García Belsunce se reconoce como parte de los intelectuales orgánicos de la última dictadura que fueron conocidos, justamente, como grupo Perriaux. Y a la vez cuenta cómo analizaban archivos y antecedentes de civiles en base a listas que tenía su líder. “Perriaux tenía muy buenos enlaces y contactos con la Fuerza, como que era el hombre de relación de nuestro grupo con los hombres de las Fuerzas Armadas. Mientras nosotros preparábamos planes, Perriaux era más bien el hombre de la relación, y entonces empezó a llevar las listas y mostrarle al señor tal y cual que estaba al frente de tal y cual instituto: vea este fulano no va por esto y por esto”. García Belsunce contaba su experiencia con la esperanza de poder volver a aplicarla, aunque el contexto político ya no lo favorecía, y por eso explicaba cómo había que hacer. “El trabajo es un trabajo de selección. Simplemente hay que agarrar las listas, agarrar a los conductores, a los que tienen el poder de decisión y decirles, bueno, vea, este señor va y este no va. Si no cambiamos la docencia no se puede pretender que quienes la reciban digan otras cosas distintas. Por supuesto que lamentablemente la desaparición prematura y sorpresiva de Perriaux hizo que todo esto quedara en la nada. El tenía los archivos, no sé en manos de quién están.” Eso es verdad, sigue siendo un misterio. Aunque el trabajo de búsqueda de documentos aporta constantemente partes del rompecabezas.
17/11/14 Página|12
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