Por Javier Lewkowicz
El Gobierno espera que para fin de año las empresas productoras de bienes de consumo masivo aumenten la presión para subir los precios, de cara a una etapa del año en donde tradicionalmente crece la inflación. La Secretaría de Comercio aceitó a lo largo del año los controles, con los cuales intenta frenar o al menos dosificar las subas. Más allá de esa tensión, desde el Ministerio de Economía esperan para el verano un escenario de precios más estable que el año pasado. Una de las razones es la mayor holgura de divisas, luego de las dos fases del swap con China y del acuerdo con las cerealeras. Esas medidas pincharon las expectativas de devaluación, vinculadas estrechamente con las de inflación.
El último dato de inflación del Indec fue el de octubre, con un alza de 1,2 por ciento, la más reducida del año. La tendencia que registra el organismo es hacia la desaceleración, aunque sobre una base alta, dada por la brusca devaluación del peso durante el verano. También muestra una tendencia a la baja el índice de inflación porteño, desde 4,8 por ciento en enero a 1,9 en octubre. Sin embargo, en términos acumulados hay entre ambas mediciones una diferencia relevante: en los primeros diez meses, la inflación que mide el Indec es del 21,4 por ciento y la del Gobierno de la Ciudad, 33,6.
En el último año, la inflación siguió su curso a pesar del estancamiento de la economía e incluso de la estabilidad (o caída) de los precios internacionales. En cambio, estuvo guiada por las expectativas devaluatorias y la posterior suba del dólar, que despertó reclamos salariales, en una puja distributiva que ya es relativamente autónoma del crecimiento económico nacional.
“Hace tres o cuatro meses que la tasa de inflación está estabilizada, para la oposición y para nosotros, pero en niveles distintos. Aunque algunas empresas vienen metiendo mucha presión para subir más los precios”, pinta el panorama una alta fuente oficial. Un ejemplo es el de Coca-Cola, que hace poco intentó subir un 20 por ciento los precios, pero fue frenada por la Secretaría de Comercio, recuerdan en el supermercadismo. La presión se siente en varios rubros de consumo masivo.
Comercio controla a través de los inspectores propios los precios de los supermercados. Es el canal más observado, no sólo en relación con el acuerdo de Precios Cuidados sino en todo el abanico de precios. Distinto es el caso de los comercios más chicos, en donde tradicionalmente las empresas proveedoras, por tener más peso relativo, pueden introducir los aumentos con más facilidad. La secretaría cumple así su rol de monitoreo sobre la evolución de los precios, para evitar lo que considera “abusos”.
En ese contexto, en Economía esperan que en diciembre las empresas “intenten hacerse de unos puntitos de más”, aunque distinguen la situación del descontrol del último diciembre, cuando los precios se dispararon porque las empresas “aprovecharon” la salida de Guillermo Moreno y así se anticiparon a la devaluaron de enero, que igualmente después utilizaron de argumento para aplicar otra ronda de subas de precios.
Desde el equipo económico destacan que la estabilidad lograda en el tipo de cambio determina comportamientos más conservadores en los precios. En esa línea aparecen el swap con China, el acuerdo con las cerealeras, la voluntad oficial de “usar las reservas” para aplacar la demanda de dólares y, agregan en la Casa Rosada, el desplazamiento del Banco Central de Juan Carlos Fábrega, quien anticipaba a los empresarios un dólar más alto para fin de año. Y están también los consumidores, que tienen menos tolerancia a los aumentos desmedidos a partir de la referencia de Precios Cuidados. “La caída del consumo de los bienes que se van de línea con los precios es brutal. Hay mucho desvío de consumo en favor de los productos que no aumentan tanto”, aseguran en Economía. De hecho, la continuidad del acuerdo de precios el año que viene está asegurada porque las propias empresas están interesadas en seguir.
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