Un clima de buen humor invadió los despachos del gobierno nacional durante los últimos días,no sólo por el mejoramiento de la salud de la presidenta Cristina Fernández, sino especialmente por el inusual derrumbe del dólar ilegal, provocado por la estrategia oficial que combina oxígeno para las reservas públicas con allanamientos a las cuevas.
El resultado de la política inaugurada con la asunción de Alejandro Vanoli en la presidencia del Banco Central, un hombre al cual la oposición le negaba aptitudes, es que el billete verde-negro pasó de bordear los 15 pesos el 24 de setiembre para cerrar ayer a 12,85; una asombrosa caída que no ocurría desde hace mucho tiempo.
El episodio no sólo es importante porque evita presión inflacionaria y permite recomponer reservas, sino porque introduce el factor riesgo para quienes apuesten a la divisa norteamericana y para quienes hasta ahora operaban ilegalmente sin sanción alguna. Los inversores ahora saben que también pueden perder y los traficantes que pueden ser sancionados: las autoridades secuestraron la semana que termina 2 millones de dólares, cuyo orígenes no pudieron ser explicados.
Como contrapartida del clima oficial, la oposición ingresó en un escenario más revuelto que de costumbre, por efecto de las últimas encuestas que le indican a los radicales que el FAU marcha a ser cuarto cómodo en las elecciones del año que viene; que Mauricio Macri percibe que con su "tercera vía" excluyente no estaría en la dupla de un eventual balotaje y que Sergio Massa constata también en los sondeos que no la tiene fácil ante el ex motonauta en la primera vuelta.
Si bien tanto Massa como Macri están convencidos de que serían triunfadores en un eventual balotaje, apuntan a superar los 30 puntos para evitar que el candidato oficialista pueda consagrarse en primera vuelta si consigue más. Por ahora, ni unos ni otros tienen la vaca atada.
El presidente de la UCR, Ernesto Sanz, convocó a una reunión partidaria para este lunes en la que intentará sumar apoyos para su propuesta de participar en las primarias nacionales con Macri y Elisa Carrió. Del cónclave participarán dirigentes como Ricardo Alfonsín y Julio Cobos, que no quieren marchar junto al alcalde porteño, así como otros como el jujeño Gerardo Morales Morales y el tucumano José Caro, que tienen alianzas provinciales con Massa. En suma, unos quieren seguir en el FAU con Libres del Sur, Proyecto Sur, el Partido Socialista y el GEN, otros quieren ir con Macri y otros con el tigrense.
Massa se reunió esta semana con Nito Artaza y con el formoseño Naidenoff, porque sostiene que busca por alianzas con dirigentes que tengan votos en lugar de hacer lo de Macri, que prefirió abrirle oficialmente las puertas a Sanz y a Elisa Carrió para competir en las PASO junto al PRO. "El camino que nos llevará a cambiar la Argentina necesita ser lo más ancho que podamos contruir", dijo Macri por Facebook. Sus adláteres aclararon luego que el postulante del PRO no pretende sumar estructuras partidarias sino dirigentes.
Tironeado por arriba y pellizcado por debajo, el partido centenario cruje y no pocos de sus dirigentes temen una fractura. Pero las divisiones de los correligionarios convulsionan además al FAU, en el cual los socios de centroizquierda no quieren saber nada con Macri ni con Massa.
En ese marco, la reunión del lunes será para alquilar balcones y mientras Lilita insiste que la alianza con PRO "va a salir", otros radicales creen que ella debe irse con quien le parezca y que Sanz debería abandonar la presidencia partidaria.
Al oficialismo le va mejor porque, a pesar de las diferencias internas, nadie se atreve a desafiar el liderazgo excluyente de Cristina Fernández. El ex canciller Jorge Taiana dijo en un nutrido acto realizado en la Federación de Box que "nos quieren meter gato por liebre". Taiana es cada vez más en firme el candidato de los sectores más puros como Carta Abierta. Tanto el ministro del Interior, Florencio Sanchez, como el gobernador entrerriano Urribarri advirtieron no hace mucho acerca de las afinidades de Scioli con el establihment. El kirchnerismo puro se niega a consagrar la candidatura de Daniel Scioli, pero el gobernador espera con paciencia oriental que su candidatura se convierta en un hecho inevitable. No quiere provocar roces con la Casa Rosada que le compliquen el camino.
Tras un asado compartido un par de semanas atrás por dirigentes de La Cámpora con intendentes bonaerenses en la Quinta presidencial de Olivos, circularon versiones en el sentido de que era un hecho que la candidatura de Scioli sería bendecida por Cristina. Pero el presidente de la Cámara de Diputados lo desmintió la semana que termina.
En verdad, la situación es más o menos así: el gobierno prefiere demorar esa posibilidad lo más que pueda y Scioli no mueve un dedo en sentido contrario. Pero en el Partido Justicialista conviven miles de dirigentes ansiosos que ven que se acerca el momento de una definición y –mas allá de sus respectivas simpatías– están dispuestos a jugar en apoyo al candidato que les ofrezca mayores posibilidades de victoria. Es que en 2015 no sólo se elige al futuro presidente de la Nación sino también gobernadores, intendentes y legisladores que obviamente quieren que la cabeza de lista sea una poderosa locomotora que los lleve a todos al poder. Por otra parte, no pocos oficialistas –-pejotistas o kirchenristas– le temen a un escenario en el cual varios dirigentes del FPV dividan sus votos en las PASO, lo cual pueda ser utilizado maliciosamente por los medios opositores, que pueden inducir a que Massa, Macri o el candidato de FAU obtuvieron más votos que el oficialista. Dicho de otro modo, no se tomarán el trabajo de sumar los sufragios del oficialismo. Y hasta ahora, las primarias actuaron como una gran encuesta que preanunció el resultado de la elección general.
El resto de los precandidatos del FPVsostiene, por supuesto, que nada está definido y prosiguen en campaña apuntando a dirimir en las PASO o a bajarse al filo de la elección, cuando estén absolutamente convencidos de que no harán un buen papel o cuando finalmente Cristina le ponga la mano en el hombro a su posible sucesor. Tienen menos de nueve meses para revertir la ventaja de Scioli. Mientras la presidenta mantenga su estruendoso silencio, cada uno de los aspirantes hará su juego. Por el momento, las encuestas ratifican que sólo el gobernador bonaerense puede conducir al oficialismo a la victoria, aunque también revelan que sus posibilidades de triunfo están ceñidas a imponerse en primera vuelta, con un 40 por ciento y más de diez puntos de diferencia sobre el segundo. Para eso le falta bastante, pero tiene en su favor que vastos sectores kirchneristas que hasta hace unos meses decían que no votarían a Scioli "ni ebrios ni dormidos" porque lo consideran un candidato de la derecha, comienzan a aceptar la odiada posibilidad de tener que tragar un sapo indigesto para impedir un triunfo de Massa o eventualmente de Macri. "Si enfrente tenemos a Drácula y a Frankestein no habrá mucho que pensar", explicó un dirigente juvenil.
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