domingo, 2 de noviembre de 2014

31 de Octubre de 2014 Entrevista. Sebastián Andrade y Sebastián Smok. Integrantes de NOS DIGITAL “La idea es cambiar el eje de la comunicación” Felipe Deslarmes

Nos digital (www.nosdigital.com.ar) es un portal periodístico realizado por un colectivo pluricultural de 12 personas que recientemente cumplió 5 años de existencia. Podría encuadrarse como una de las formas en las que se intenta recuperar el periodismo comprometido con el lector, con las historias populares o, como ellos se definen, “un grupo de periodistas jóvenes que, de manera autónoma y apartidaria, nos jugamos por la multiplicidad de voces (…) por un periodismo más amplio, más inclusivo; con la voluntad constante de una información sin pautas, sin intereses enajenados, sin manos negras y sin costados ocultos que la contaminen (…) recorriendo espacios comúnmente opacados, los caminos incómodos, los nunca transitados, aquellos olvidados”. Organizados como cooperativa, recién este año pudieron encontrar la forma de generar un primer sueldo. “Algo que nos llena de orgullo es haber logrado ese primer objetivo.” Como se reivindican como colectivo, ninguno firma una nota individualmente; las firman todos. 
–¿En qué contexto individual y colectivo se conformó Nos Digital?
Sebastián Andrade:
 –La idea surgió en julio de 2008, con un núcleo de chicos que estaban en el centro de estudiantes de la secundaria. En esa etapa proyectaban qué hacer el resto de sus vidas. ¿Trabajar, estudiar, en qué? Algunos se veían atraídos por el periodismo y empezaron con una revista que salió en papel un número. Se consolidó el grupo y pensaron en pasarlo a digital. Yo llegué en mayo de 2009. Estudiaba con algunos de ellos y me sumé. Estudié periodismo por curiosidad. Nadie de mi familia lo era. Desde el principio lo tomé como un hobby. Supe que para vivir de esto iba a tener que construir un espacio propio.
Sebastián Smok: –Yo llegué en marzo de 2009. Era un par de años más grande, pero teníamos gente conocida en común. Como todo grupo, fue variando.  Pero ya van 5 años de construcción. Tampoco en mi familia estaban vinculados al periodismo. Soy el primero de mi familia que pisó una universidad. Mis viejos son comerciantes, pero me impulsaban a que estudiara. Me metí en historia y no encontraba ni en lo academicista ni en el núcleo de la facultad un espacio donde me sintiese cómodo. Comencé escribiendo notas de Historia, ya que por entonces había una sección denominada así. Al final, largué la carrera a poco más de la mitad y empecé a estudiar fotoperiodismo.
S.A.: –Como esto empezó en el centro de estudiantes, un espacio de militancia y de construcción, decimos que somos una organización política. Y porque también es un espacio de trabajo, somos una cooperativa, con papeles y todo. 
S.S.: –Estamos muy orgullosos de haber logrado, desde marzo, el objetivo de poder pagar regularmente y con proyección, un primer sueldo. Y de que alguien que podría estar trabajando de telemarketer esté haciendo la revista. Un trabajo mucho más tranquilo, haciendo un gran aporte a la cooperativa y en un marco de respeto.
–¿Cuánto del hecho de conformar una cooperativa resulta influencia de la experiencia de las empresas recuperadas? 
S.S.: 
–El cooperativismo en la Argentina es algo que trabajamos bastante. De hecho, fue mi primera nota para Nos Digital. Aquellas eran empresas que ya estaban en funcionamiento, tenían un espacio, una cantidad de familias que mantener, con otras problemáticas diferentes a la nuestra. Pero tomamos esos ejemplos para entender que nuestro trabajo no podía ser solamente periodístico. Y, así como aquellos trabajadores, había que enfrentar, además de las tareas habituales, alguna de tipo administrativo en la organización. 
–Ustedes se definen como “una revista joven, autónoma, apartidaria, que permite la pluralidad de voces”, pero reconocen que son una organización política. ¿Es eso una nueva tendencia en la manera de hacer periodismo? 
S.A.: 
–Estas experiencias existen desde que existe el periodismo, desde Moreno para acá. Pero, sí, puede ser que se esté reconociendo que se puede hacer periodismo de otra manera. Surgimos en 2008, un año particular por la confrontación Gobierno/Clarín, y después Gobierno/ “campo”. Y empezamos a ver que había otra confrontación no tan visibilizada: periodismo autogestivo contra empresas periodísticas. El periodismo autogestivo, justamente por esa condición, conlleva una voluntad de construcción y de política particular respecto de permitirse a sí mismo un espacio en la comunicación. Y desde ahí surge la imposición de darle entidad a un sujeto al que nosotros llamamos “la calle”, que son las historias que mostramos. Respecto de eso, y en la búsqueda de una comunicación diferente, aparece lo de las firmas. Nuestras notas no estás firmadas. Mientras en los medios se hace un culto de la vanidad, del individualismo, nosotros decidimos sacarnos del medio y que quien tenga protagonismo sea el propio entrevistado, el que vivió la historia que queremos contar, dándole peso a lo que sucede. Creemos que es una falencia del periodismo de hoy, en general.
S.S.: –Lo de “apartidario y autónomo” refleja una necesidad de la época. Mientras todos tratan de encasillarte, para nosotros es clave decir que no vamos por un partido o por otro, que la lucha está en otro lado. Que no nos interesa ese debate.
S.A.: –En la política también pasa. Aparecen nombres y caras antes que ideas. 
–Y en lo periodístico, ¿cómo resuelven las diferencias? 
S.S.:
 –En la revista hay avances y retrocesos. En conjunto decidimos, revisamos, publicamos y criticamos si el enfoque fue correcto, si no debimos buscar otro personaje, etc. La autogestión nos permite decidir cómo se hace una nota, si tiene que esperar, si se publica ya, hasta qué poner, y discutirlo todo. 
–¿Cómo miden la apreciación del lector? ¿Eso condiciona la próxima edición?
S.A.:
 –Nunca lo pensamos así. Todos hablamos y eso es parte de la comunicación que construimos. 
S.S.: –No estamos condicionados por nada externo. Nunca impulsamos o dejamos de hacer una nota por el rebote que pudiera tener. A veces alguna repercute porque la subieron de tal lado, pero finalmente eso es algo efímero y no lleva a la construcción. ¿Suma? Qué se yo… No resta. Pero si apuntamos ahí, no vamos a ningún lado; y eso lo sabemos. Nuestra libertad, incluso respecto de la vanidad, es nuestro mayor orgullo.
–También plantean descreer de la objetividad, hablan de continuo debate, del compromiso social y de seguir “caminos incómodos elegidos por ser los nunca transitados”. ¿Cómo es esa construcción?
S.A.: 
–En la autogestión y en el periodismo te vas formando a medida que vas haciendo. Se me ocurre ahora un tema que salió poco y nada en otros medios: las dos subestaciones eléctricas de Berazategui que generan cáncer alrededor…
S.S.: –Esa es la mayor pelea que tienen los vecinos, que están bien organizados, y que aparte tienen a sus vecinos de Ezpeleta en esa situación. Hace menos de 20 años que está en funcionamiento esa planta al lado de sus casas. Y la cantidad de enfermos de cáncer aumentó entre 5 y 6 veces. Así, tanto podemos estar tocando un tema de clase media, como revistar que en los barrios matan pibes de forma sistemática a través del llamado “gatillo fácil”. Y de vez en cuando tenemos la oportunidad de hacer algún viaje y salir de la esfera de Capital y el Gran Buenos Aires, y mostrar toda la Argentina. Obviamente, por motivos económicos se nos hace difícil hacerlo todo el tiempo, pero estuvimos en Bariloche y en Neuquén con el tema gatillo fácil, y en octubre del año pasado estuvimos una semana en el Chaco impenetrable con los Qom, viendo cuál era la problemática, haciendo fotorreportajes… Tratamos de  expandir la frontera del propio colectivo. Las historias que nos quedan afuera son millones, pero eso no nos hace menos.
–¿Quiénes son sus referentes?
S.A.:
 –Desde lo literario, te diría que Ricardo Piglia. En otros aspectos, las fábricas sin patrón son una referencia, incluso en esto de hacer periodismo. Porque nos permitieron ver que se podía trabajar sin alguien que te dijera qué y cómo tenías que hacer cada cosa. Pero donde más aprendimos fue en el mismo hacer. Como pasa con los padres a los que les mataron un hijo, que sin saber se ponen a investigar y hacen lo que no hace la Justicia. Y descubren que fue un policía el que lo mató; que fue un “fusilamiento” aunque decían que había muerto en un “enfrentamiento”. Y vas viendo cómo funcionan de verdad los medios, a quiénes tienen de fuente, para qué lo hacen, por qué mienten, si fue o no el periodista, y si es que fue a buscar la noticia o sólo visitó ciertas fuentes. 
S.S.: –A mí me gusta mucho García Márquez. Y la verdad tomo mucho de él. Creo que las facultades te forman para lo que necesitan las empresas de medios: lo que enseñan en esos espacios no encaja en nuestra lógica. Descreemos de ese tipo de formación para lo que buscamos. 
S.A.: –Yo creo que sirven, pero tienen un trasfondo de explotación, de mercancía: existen pactos con diarios como las pasantías para que vayan alumnos por seis meses, los súper exploten y después no los tomen nunca, porque reciben nuevos que cubren los espacios libres que dejaron los que se fueron. Eso baja la calidad del diario y el nivel del trabajo. 
–¿Pretenden cambiar los valores de la construcción social que se identifican en la bajada de línea de los medios hegemónicos?
S.S.:
 –Un 6 7 8 contra Clarín no es una alternativa en la forma de construcción, en tanto no construís tu propia agenda y una agenda popular. Siempre estás jugando con lo mismo que te dan, aunque sea dándolo vuelta. Nunca podés construir algo nuevo si partís de ahí.  No es fácil, pero tratamos de que la agenda sea algo nuestro, pensado en que tiene que ayudar a construir una sociedad más justa, más inclusiva. En la elección de la agenda aparecen las escalas de valores, como cuál es el valor de la vida y el de la propiedad privada. Una tapa de Clarín con la cara de un chico apuntando con el arma responde a un estereotipo, que además te está apuntando a vos, porque la pistola apunta a la cámara, o sea al lector, o sea a mí. Eso es lo que nosotros no queremos de ninguna manera.
–¿Qué crítica hacen de lo que suele encasillarse en la sección de policiales y qué alternativa proponen?
S.S.: 
–Para empezar, nunca llamaríamos así una sección. En todos los casos que contamos, los policías son los asesinos o, con suerte, encubridores. Llamarla “policiales” los pondría como protagonistas fuertes de la historia de otros.
S.A.: –En nuestra mirada toman protagonismo los verdaderos investigadores, que son los familiares. Los que se ponen al hombro la investigación, salvo excepciones, no son el fiscal, el juez o los abogados. Son las propias familias, las madres a quienes les desaparecen o matan un hijo: se encargan de la familia, cargan con la muerte y con la investigación.
–Caso emblemático podría ser el de Susana Trimarco… 
S.A.: 
–O los familiares de Luciano Arruga, de quien se sabe gracias a la hermana, que junto a la madre se pusieron al hombro la investigación. Esta joven recorrió primero los medios alternativos, irrumpió en un programa de CQC en vivo, para que el domingo siguiente, después de que se armara el escándalo, apareciera el tema en ese programa. Y, así todo, se negaron a sacarlo en Clarín porque ya había salido en Página 12. Esa es la parte de mercancía que nosotros hablamos antes. “Esta nota no vale porque ya fue publicada”. Y había un chico desaparecido hacía 6 meses.
–Volvamos a aquello de cómo entendían ustedes lo que comúnmente llaman casos policiales…
S.S.: 
–Decíamos esto de que las madres, la familia, poniéndose en su espalda la investigación es lo que define que salgan a la luz los temas. Y hablamos de gente que de un día para el otro le cambian la vida completamente. Y además del dolor que conlleva esa situación, tienen que seguir viviendo con el sufrimiento de ver al asesino de su hijo pasear por el mismo barrio, padecer el hostigamiento al resto de sus hijos, a su pareja, a los amigos de sus hijos. Como en el caso emblemático de Diego Núñez, a quien mataron, y luego metieron preso al hermano un año y tres meses sin ninguna causa. 
S.A.: –Un caso de trata que abordamos fue el de Milagros Gonzales, una chica que estuvo desaparecida por trata. Fue poco tiempo, en Burzaco, y hubo policías implicados en eso. Y así como decíamos que valoramos la vida, no defendemos ni a un pibe que chorea ni a un pibe que mata. Y me cuido de no llamar chorro sino un pibe o persona que delinquió, porque no creo que “sea” un chorro, como si existiera en su ADN. 
–Que es un poco a lo que apunta esa tapa de Clarín a la que hacían mención... 
S.A.:
 –Exacto. Y, sí, buscamos apuntar a la Policía que creemos que está metida siempre, y porque a medida que nos fuimos metiendo en los temas fuimos viendo que hay un objetivo claro de la Policía en los barrios, sobre todo para la muerte. Reclutan chicos para que roben para ellos, como el caso de Luciano Arruga, de Jonathan Kiki Lezcano en la Villa 20. Y están también vinculados a reclutar mujeres para la trata. Trabajamos mucho el tema villas porque fuimos conociendo gente a la que le habían matado los hijos. Y hasta llegamos a ver que muchos de los pibes muertos se conocían entre sí. Y los matan por matar.
–¿Como una forma de disciplinamiento?
S.A.: 
–Exactamente. No es el caso aislado de un policía suelto cada uno de los que mataron. No es un policía loquito que salió a la calle disparando. Por eso también nos cuestionamos si llamarlo “gatillo fácil”; como si se le hubiera escapado un tiro a alguien. Eso es terrorismo de Estado. Y ocurre hoy en las villas y en las cárceles. 
S.S.: –Está lleno de casos como el video que salió a la luz hace poco del policía en Tucumán pegándole a un tipo esposado mientras otro lo filmaba. Como también salen videos de cómo se inician a los jóvenes que entran en la fuerza: formas que también tienen un contenido de violencia exagerada y compulsiva.
–¿Cómo analizan ustedes el cliché de las drogas en las villas?
S.S.: 
–Eso es algo sensible. Nosotros coincidimos que hay una superestructura que está por encima de la Policía. Y que la Policía, a su vez, quizás hasta sea un instrumento de esa superestructura que involucra obviamente a la política. 
S.A.: –En las villas, muchos te pueden marcar una casa que vende. “Esa casa es de un transa”, te dicen. ¿Y qué hay en la puerta? Un policía. 
–¿Coinciden con que desde los medios buscan reforzar la estigmatización de la pobreza obteniendo chivos expiatorios para reforzar esa idea?
S.S.:
 –Sí, claro. Pasó lo mismo que con Melina. En medios como C5N comenzaron a poner fotos sugestivas, con zócalos que decían “fiesta sexual”, y explicaban que no estudiaba ni trabajaba, como una forma de justificar que la mataran o violaran. Es una locura. La estigmatización llega por todos los frentes. Tal vez la sociedad esté cargada de prejuicios sociales, raciales y los medios reflejan y reproducen esa lógica. Nosotros no. 
S.A.: –La idea tiene que ser combatir eso; romper con la estigmatización. Cuando hablamos de agenda, también tiene que ver con eso; con poder ver desde otro lado y romper esas lógicas. El periodismo es un oficio que te da la posibilidad de ir aprendiendo a medida que lo ejercés. La visión que tenía antes de entrar por primera vez en la villa y la que tuve al salir fue totalmente diferente. Aquella vez no debo ni siquiera haber llevado el celular, para que no me lo robaran. Tenía la idea de que entrás y automáticamente te roban. Y, en verdad, ves pobreza, miseria, punteros y demás, pero hay formas de construir que valen la pena. Tampoco se trata de endiosar a la pobreza o a los pobres.
S.S.: –Está claro igual que en la villa la mayor violencia no es física, sino que lo violento es justamente que la gente tenga que vivir en una situación tan precarizada. Prácticamente todos los barrios porteños son violentos. Está la posibilidad de un robo, de un asalto, pero la violencia está en el modo de vivir. Lo violento está en que todos los días de tu vida tengas una cloaca metida en tu casa porque tenés residuos cloacales debajo de tu casa hasta que vienen a llevárselos. Eso es violento.
S.A.: –Para mí, lo interesante, más que si nosotros hacemos un análisis de cómo es la realidad, es seguir poniéndole voz a una sociedad entera y compleja. Como cuando fuimos a Bariloche, nos mostraban que la avenida Brown divide la ciudad turística del “Alto”, lo que acá sería el centro y el conurbano. En esa calle, todas las noches se para la Policía. Por supuesto que del lado de la ciudad que está la zona más rica, donde hay cervecerías paquetas, restaurantes de lujo y demás. En una de esas cervecerías la gerente tuvo que hablar con el comisario para que dejaran de pegarles a los que trabajaban ahí cuando cruzaban la calle porque se les veían los golpes. Y el comisario firmó una especie de carnets para que los dejaran pasar. A los que no tienen carnet les siguen pegando. Esa es la lógica que sigue la Policía. 
–El Alto es también el lugar que dejaron a los mapuches desplazados… 
S.A.:
 –Sí. Primero está la violencia de tener que irte de dónde estás por la fuerza. Y, después, por la fuerza se aseguran de que no puedas mantenerte o de que sufras violencia física. Y no es sólo ahí, en Córdoba están peleando para que se elimine de una vez la figura de “merodeo”, porque sigue funcionando como en la dictadura, cuando les decían a las Madres “circulen” porque no podían estar reunidas, y empezaron a rondar la pirámide de la Plaza de Mayo. Esa misma figura sigue en uso hoy en Córdoba con los chicos. Entonces, nos preocupa la continuidad de la dictadura a la que nosotros vemos palpable, con otro sujeto, desde las fuerzas policiales.
–Volviendo a la dinámica del grupo, ¿sienten que tienen que tener dos trabajos, uno que les dé de comer y otro que les haga sentir vivos? 
S.S.:
 –En mi caso es así. Uno para mantenerme y otro para crecer intelectualmente y desde el alma. Pero está claro que lo que estamos haciendo es una construcción, donde no perseguimos acumulación alguna. Sabemos que va a requerir un tiempo, que quizá sea extenso; pero tal vez el año que viene ya podamos contar con tres personas asalariadas, pasando a ser un cuarto de los integrantes, un número más interesante. Decidimos que el dinero reunido no fuera una propina para los doce que hacemos Nos, sino conformar un sueldo en serio, y eso también es una decisión política. 
S.A.: –Yo creo que no es una decisión el hecho de tener dos trabajos. Produciendo una revista, diversificar voces es también un trabajo. Estamos transformando materia. Y debería ser una lucha conseguir parte de los recursos que hoy van destinados a las megaempresas periodísticas, incluso desde el mismo Estado. Nosotros queremos decir que también existimos, que estamos haciendo un servicio que merece ser valorado, y lo que pedimos tampoco es lucro. Pretendemos sobrevivir haciendo esto. Ese es el punto sobre el que se para la ley de medios audiovisuales. Hay otra torta, la de los medios gráficos, donde nosotros también decimos “existimos y queremos participar”. Y me parece que hay que valorar la construcción de autogestión, el mostrar un espacio que tiene que ser de solidaridad. No vamos a vivir sólo por nosotros mismos, sino que vamos a poder vivir porque pueden vivir un montón de otros que nos marcaron el camino; y otros a los que nosotros también quizá les marcamos el camino: los medios autogestivos también son fábricas.
S.S.: –Tal vez la democratización de la palabra, la multiplicidad de voces, tenga que ver con eso. Y me parece que no sólo en los medios sino que tiene que ser la calle la que valore todas las voces. No es que porque haya más medios habrá más democracia. Habrá más democracia cuando haya más poder en el pueblo. Puede haber un montón de medios y que todos sigan hablando de sí mismos. Creemos que la calle tiene que dejar de repetir estas imágenes de la tapa del diario y los zócalos de la televisión. La idea es cambiar el eje de la comunicación. No desarmar un monopolio para que nos pongan a nosotros a ocupar ese espacio.

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