Desde La Habana
El tema de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) es la lucha contra el hambre, la pobreza y la desigualdad. El discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner hizo hincapié en un concepto que permitiría combatir estas tres cosas: generar valor agregado a los productos primarios. “Si no, vamos a estar construyendo una segunda dependencia, no geográfica, una dependencia más profunda y estructural, como es la tecnológica”, dijo ante los representantes de los 32 países que integran el organismo. También señaló la importancia de que el encuentro regional se hiciera en Cuba (hasta mencionó al Che Guevara, que “ya no es argentino, ni cubano, es universal”) y habló de las deudas externas y de la necesidad de que el bloque no sea sólo político sino también económico. Anoche CFK emprendía su regreso al país.Los temas centrales de la exposición de la Presidenta fueron la integración regional, el desarrollo económico, la desigualdad y la necesidad de que la región sea declarada zona de paz, lo que implica la desmilitarización del territorio. Este último punto estaba referido específicamente a las islas Malvinas. “La desmilitarización del Atlántico Sur y que la región sea zona de paz son la condición para el desarrollo y la integración que toda la región”, dijo.
“Mi país sabe lo que las restricciones de la deuda significan para el crecimiento. Hemos sido el país que más se ha desendeudado en el mundo y lo hicimos sin acudir al mercado de capitales, no porque no quisiéramos, sino por el default del 2001”, contó Cristina Fernández para introducir el hecho de que una clave en la lucha contra la desigualdad “es identificar cuál va a ser la relación de la Celac con otros bloques regionales”. El tema de la deuda y específicamente de la reestructuración sería, según lo acordado por los cancilleres, parte del documento final que se dará a conocer hoy, en el cierre de la cumbre.
La declaración, de importancia para la Argentina, estaría vinculada con la necesidad de garantizar que los acuerdos alcanzados entre deudores y acreedores en el marco de los procesos de reestructuración de las deudas soberanas sean respetados, así como a la necesidad de contar con instrumentos que posibiliten acuerdos razonables y definitivos. Otros temas del documento serán el respaldo al reclamo a la soberanía argentina sobre las Malvinas, el rechazo al bloqueo que padece Cuba y los movimientos especulativos que están sufriendo los países emergentes.
“La integración no debe ser sólo política, sino también económica, comercial, migratoria”, dijo CFK, y pidió que “la integración no sea sólo un tema de agenda, sino una política de Estado”. Llamó a usar el poder que tiene la región como mercado de 600 millones de habitantes: “Necesitamos que los plátanos o los granos no salgan del país en cajones. Tenemos que industrializar la ruralidad”, señaló y mencionó al presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, presente en el gran salón de la cumbre, que fue ministro de Agricultura.
Dado el tema del encuentro, CFK aprovechó para comentar el recién lanzado plan Progresar, de apoyo a los jóvenes de entre 18 y 24 años, desocupados o con trabajos informales, que quieran terminar o empezar sus estudios. “Hay que invertir en educación y desarrollo. Luchar contra la desigualdad, por achicar esa brecha, significa generar puestos de trabajo y no permitir que nuestras importaciones se sigan reprimarizando”, reiteró.
Luego habló de la importancia de que todos los países del bloque sean reconocidos como iguales y, de esta forma, volvió sobre uno de los temas que le preocupan: “En algunos organismos, la multilateralidad es una ficción, hay muchos sentados pero después definen uno o dos”, señaló en obvia referencia al Consejo de Seguridad de la ONU, que CFK propuso reformar para que los países centrales no tengan poder de veto y las decisiones se tomen por consenso.
El discurso de la Presidenta se escuchó más tarde de lo previsto. Es que después de la apertura de la cumbre, que hizo por la mañana el presidente cubano, Raúl Castro, los mandatarios se reunieron para deliberar a puertas cerradas. Ese debate se demoró por una discrepancia entre los gobiernos de Haití y República Dominicana, porque este último país no reconoce a los hijos de haitianos nacidos en su territorio.
Por la mañana, la Presidenta entró al recinto de la cumbre junto al canciller Héctor Timerman. Con un vestido blanco y negro y un broche de ambos colores, se demoró un momento conversando con Raúl Castro y su canciller, Bruno Rodríguez Padilla, quienes habían cambiado las guayaberas con las que se los suele ver por el estricto traje y corbata.
Lo primero que se escuchó en la cumbre fue una selección de ritmos latinoamericanos y caribeños interpretados por estudiantes de la Escuela Nacional de Artes de Cuba. Luego, Castro dio la bienvenida a todos los “jefas y jefes de Estados” y recodó al fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, a quien describió como “un ferviente e incansable promotor y luchador por la independencia, la cooperación, la solidaridad, la integración y la unidad latinoamericana y caribeña y por la propia creación de esta comunidad” y por quien pidió un minuto de silencio. Hubo aplausos y silencio. Castro también reiteró su apoyo a la Argentina en el reclamo por las Malvinas (ver aparte).
CFK volvió a almorzar al hotel y salió a las cinco de la tarde con destino al recinto de Pabexpo, a unos diez kilómetros del centro de La Habana, donde se lleva a cabo la cumbre. En la puerta la esperaban siete niños con pañuelos blancos al hombro y bermudas bordó. Eran estudiantes de la escuela primaria llamada Amistad Cubano-Argentina, una escuela para chicos con problemas de conducta. Sin embargo, los pequeños se comportaron de una manera ejemplar durante el buen rato que tuvieron que esperar con sus dibujos de las banderas argentina y cubana en la mano. La Presidenta también saludó a alumnos argentinos de la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba y a una pareja que había estudiado deportes en la isla pero vive en Buenos Aires y estaba de vacaciones. Ellos fueron con sus hijos: un niño pequeño y una bebé. “¿Salí en la foto?”, preguntó el chico, Camilo. “¿Por quién será?”, se preguntó la Presidenta. “Por Camilo Cienfuegos”, se respondió ella misma. “Y la hermana se llama María Victoria”, agregó la madre, que tenía una remera negra con un dibujo de Evita.
Al cerrar su discurso en la cumbre, la Presidenta mencionó a otro héroe de la Revolución Cubana, pero en este caso argentino: “Estar aquí para una argentina tal vez sea un poco distinto. Uno visita la Plaza de la Revolución y ve ese inmenso edificio en el que está la imagen del Che, que ya no es argentino ni cubano, es universal. Paseando por los pasillos del Hotel Nacional vi en una pequeña habitación de los empleados una foto de un almanaque, en blanco y negro, ajada... vi la imagen que esa ciudadana cubana tenía de quien fue mi compatriota y sentí honor, y el recuerdo de tantos latinoamericanos que han luchado para que el hombre sea libre. Y el hombre sólo será libre cuando tenga educación, casa y comida”.
Página 12
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