La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner lanzó la semana pasada el Programa de Respaldo de Estudiantes de Argentina (PROGRESAR), un nuevo derecho que tienen los jóvenes entre los 18 y 24 años que no trabajan, trabajan informalmente, o tienen un salario menor al mínimo vital y móvil y su grupo familiar posee iguales condiciones, para iniciar o completar sus estudios en cualquier nivel educativo. El universo potencial de jóvenes que podrán acceder a este derecho es de más de 1.500.000 y la inversión social proyectada de alrededor de 11.000 millones de pesos.
PROGRESAR se suma a otras políticas inclusivas del Gobierno Nacional que buscan fortalecer a las próximas generaciones como la Asignación Universal por Hijo, Conectar Igualdad y el Programa Jóvenes por Más y Mejor Trabajo (en el cual han participado cerca de medio millón de argentinos).
Frente a este anuncio la Vicejefa de Gobierno María Eugenia Vidal escribió en su cuenta de twitter: “Me alegra el anuncio de la presidenta para los jóvenes. Nosotros lo hacemos en la Ciudad desde el 2008 con el programa “Estudiar es trabajar”. Veamos con mayor detenimiento de que está hablando Vidal.
En la misma línea que PROGRESAR, “Estudiar es trabajar” es un subsidio para que los jóvenes habitantes en CABA de 18 a 29 años (según el último Censo Nacional, en el 2010, alrededor de 540.000 jóvenes de entre 18 y 29 años vivían en la Ciudad de Buenos Aires) puedan seguir estudiando en cualquier nivel del sistema educativo formal con reconocimiento oficial. Mientras que PROGRESAR la prestación económica universal es de $ 600 por mes; en la política del GCBA la prestación es de $400.
Sin embargo, la diferencia más relevante no es esa. Lo importante es el alcance de la política pública y su impacto presupuestario. Allí se ve la diferencia entre decir que se hace y hacer. En el último informe de monitoreo disponible (octubre 2013), realizado por la Gerencia Operativa de Gestión Estratégica de Políticas Sociales del GCBA, se afirma que Estudiar es Trabajar cuenta con sólo 2.656 beneficiarios. Para un Ciudad con más de medio millón de jóvenes, parecen pocos beneficiarios.
No sólo son pocos sino que ha bajado su cantidad. Según la misma fuente, en enero de 2013, Estudiar es Trabajar tenía 4193 beneficiarios. Una disminución de más del 30% en apenas diez meses. En lo que respecta a la cuestión presupuestaria, las transferencias a los beneficiarios entre enero y octubre del año pasado fue de alrededor de $14.000.000, un monto ínfimo si se lo compara al Presupuesto General de 2013 el cual superó los 40.000 millones de pesos.
En síntesis, “Estudiar para Trabajar” es una política sin real impacto y en retirada. Otra vez el PRO muestra que le resulta más sencillo decir qué hacen qué hacer.
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