lunes, 25 de noviembre de 2013
“No soy marxista” Por Jorge Altamira
Mientras el Congreso de la Nación se convierte en un Concilio afanado en determinar el origen (indeterminado) de la vida, los círculos políticos y mediáticos han sido asaltados por otra preocupación existencial: ¿Kicillof es marxista? Lo que no se sabe es si la intención es descalificar a Kicillof o al marxismo. Jorge Brito, presidente del Macro, vilipendiado con furia tanto por Moreno como por Carrió, opinó que “sabe y es trabajador”. Concluyente. Kicillof cuenta ya con una preocupación menos: le están llegando ofertas de empleo. Que se vuelva a adjudicar a Kicillof una filiación marxista cuando Salta se ha convertido en “la trosca”, hace pensar que un fantasma recorre la Argentina.
altamira¿Pero por qué Kicillof sería marxista? Es cierto que, según algunos biógrafos, Marx habría jugado algunas libras en la City, pero nunca integró el directorio de un pulpo capitalista, como ocurre con Kicillof en Techint, donde aprobó sus balances y giros de dividendos. No hablemos de sus abrazos de compadre con Chevron. Marx denunció la formación de la deuda pública como un desarrollo parasitario (inevitable) del capitalismo; el gobierno K va por más: paga las deudas usurarias del Estado mediante el saqueo de las jubilaciones y ha llevado la deuda pública al nivel más alto de la historia.
Marx puso de manifiesto el fetichismo de la mercancía y del dinero, porque oculta el carácter social de la producción en general. Kicillof es, en cambio, un fetichista serial, que atribuye poderes mágicos a la emisión de moneda. Es el “teórico” del desdoblamiento cambiario y los Cedin, o sea de la devaluación. En esto, es un keynesiano de oído; Keynes también era partidario de la devaluación de la libra. Kicillof ha sido el impulsor de la “pesificación”, primero, y, en menos de lo que canta un gallo, de la dolarización (Cedin, dollar-linked, contado con liqui).
El “marxista” de marras se hará cargo de Economía bajo la tutela de –“ni yanquis, ni marxistas”– Capitanich, un milagrero, que asegura que se acabó el desempleo y la pobreza en Chaco. ¿A qué responde entonces todo este desatino acerca del “marxismo” de Kicillof? Lo más probable, que a lo siguiente: Kicillof es a Lorenzino y a Moreno lo que Cavallo fue a López Murphy, bajo el gobierno de De la Rúa: el prólogo del derrumbe. Cavallo también quiso “profundizar el modelo” (convertibilidad). Cuando llegue el desenlace, quienes abogan por un Rodrigazo le adjudicarán las responsabilidades al “marxismo”. La salida de Moreno le ha dado un cariz de crisis política severa a la corrida cambiaria.
Last but not least. ¿Y si Kicillof fuera realmente “marxista”, como él, sin embargo, insiste en negar? Advirtiendo contra la canonización de sus ideas, Marx negó, en una boutade, que él fuera “marxista”, o sea que sus conclusiones teóricas no debían convertirse una “vulgata”. El marxismo es un método de investigación y una praxis revolucionaria. Si Marx no era “marxista”, Kicillof, entonces, podría ser un marxista, aunque inexistente.
*Máximo dirigente del Partido Obrero.
URL: http://bairesparatodos.com/?p=145511
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