domingo, 24 de noviembre de 2013
La elección de Capitanich Por Daniel Míguez politica@miradasalsur.com
Mientras la designación de Axel Kicillof como ministro de Economía pareciera tener una explicación más lineal, el nombramiento de Jorge Coqui Capitanich como jefe de Gabinete plantea diferentes matices para el análisis.
Respecto del equipo económico, Cristina percibió que tenía que tomar una decisión frente a un panorama que revelaba día a día las diferencias que mostraban entre sí los principales economistas del Gobierno respecto de los instrumentos a utilizar para saltar obstáculos sin que las políticas kirchneristas perdieran el rumbo. Eligió a Kicillof y relegó a Guillermo Moreno, Mercedes Marcó del Pont y Hernán Lorenzino, dándole al nuevo ministro la posibilidad de armar un equipo homogéneo.
En cambio, en la opción por Capitanich para reemplazar a Juan Manuel Abal Medina, convergieron varios factores. El primer elemento que surge al comparar los rumores que traspasaban las paredes de la Quinta de Olivos con lo que luego efectivamente ocurrió, es que Cristina quería que el gobernador de Chaco ocupara un lugar importante en la Casa Rosada. Esas primeras versiones indicaban que Capitanich sería el ministro de Economía y el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, el jefe de Gabinete. Se trataba de dos de los tres gobernadores (el otro es Daniel Scioli, obviamente) que podrían competir por la Presidencia en 2015, junto a otros funcionarios del Ejecutivo y del Congreso, que por ahora mantienen su postulación latente pero no explícita.
El rumor no parecía descabellado, ya que Capitanich es economista y quienes lo conocen elogian sus conocimientos en ese rubro. Pero sin desconocer esos méritos, Cristina eligió al Capitanich político, que construyó su trayectoria a costa de la hiperactividad e inteligencia y aprovechando todos los espacios importantes que pudo en cada momento. Esa impronta lo llevó a aceptar ser jefe de Gabinete de Eduardo Duhalde, luego de que José Manuel de la Sota, Rubén Marín, Oscar Lamberto y el propio Néstor Kirchner rechazaran el ofrecimiento; a conseguir la presidencia de la Comisión de Presupuesto en el Senado; a hacer un frente lo más amplio posible (de izquierda a derecha) para ganarle la gobernación del Chaco al radicalismo en 2007; a integrar el directorio del Afsca cuando se conformó el organismo en medio del fragor de la batalla de Clarín con el Gobierno. A ese Capitanich activo y pragmático eligió Cristina.
A la vez, también tuvo muy presente al Capitanich que se alineó con el Gobierno el 25 de mayo de 2003 y nunca se corrió de ese lugar. Ese Capitanich fue el primer gobernador al que decidió ver Cristina aquel aciago 17 de julio de 2008, tras el voto de Julio Cobos contra la 125 y los rumores de renuncia a la Presidencia. Estaba agendado que ese día –que se suponía que sería de festejos– la Presidenta iría a Chaco para inaugurar obras en el aeropuerto de Resistencia. Ante la adversidad pudo haber suspendido la visita, pero viajó igual y se subió al escenario con Capitanich al lado.
Pero a la par de esas condiciones personales de Capitanich es evidente que Cristina buscó dar una señal hacia los gobernadores peronistas, y, en especial, a los que ganaron en las legislativas del 27 de octubre. Y Capitanich fue el que ganó por el porcentaje más alto: 60,60%. Urribarri obtuvo el 46,24%, aunque la tenía más difícil, y en votos contantes y sonantes consiguió casi la misma cantidad: 360 mil él y Capitanich, 363 mil.
¿Esto implica que Capitanich tiene los mejores boletos para ser el candidato del kirchnerismo en 2015? No necesariamente. La Jefatura de Gabinete le dará una visibilidad nacional que lo pondrá en una posición ventajosa respecto de otros posibles candidatos kirchneristas. Pero a la vez, en la medida que sus actos se asocien más al proyecto del oficialismo que a generar simpatía en el establishment, comenzará a ser desgastado sin cesar por los medios opositores.
Además, en la Casa Rosada aseguran que Cristina dejará que todos pongan en juego sus sueños presidenciales. Cualquier parecido a lo que les decía Kirchner a los distintos aspirantes a candidatos (“Vos salí y jugá. Después vemos”) no es casualidad.
Bajo esa premisa, además de Capitanich, Scioli y Urribarri, ya planean anotarse tres ministros, un diputado y un senador, aunque, por supuesto, no habrá ocho precandidatos en las PASO de 2015.
Por encima de los planes personales de cada gobernador, Cristina anhela que todos sigan adentro del proyecto. Y aunque no hay signos que indiquen lo contrario, lo que distingue a un estratega es anticipar jugadas.
Durante la convalecencia de la Presidenta los gobernadores tuvieron sus instancias de deliberación. Se reunieron más de una vez, ya sea para sacar un documento de apoyo irrestricto a Cristina, para visitar en su lecho de enfermo a su colega en San Juan, José Luis Gioja, o para ir a respaldar a Jorge Obeid en su campaña electoral en Santa Fe.
Capitanich tiene diálogo con casi todos sus colegas y con muchos de los intendentes bonaerenses, particularmente, claro está, con los del Conurbano, que dará al PJ provincial su próximo presidente, el jefe comunal de La Matanza, Fernando Espinoza.
Todos estos datos dan cuenta de que –como ya ocurrió en el armado de las listas del 27 de octubre– la estructura peronista volverá a ser uno de los sostenes principales del Frente para la Victoria en 2015.
Las fugas del kirchnerismo hacia las filas de Sergio Massa ya ocurrieron antes de las legislativas. Y aunque la publicitada foto de quien encabezó la lista del kirchnerismo en las legislativas en la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, con su vencedor, generó más enojo que inquietud, todavía el oficialismo debe amalgamar más la fuerza propia.
¿Y Massa? Al diputado electo le está costando retomar la exposición que tuvo en la campaña electoral de este año. Su amplio triunfo en la provincia de Buenos Aires no pudo ser explotado mediáticamente en la dimensión que esperaba porque el fallo de la Corte Suprema de Justicia, convalidando la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, tuvo la suficiente potencia como para cambiar el eje temático.
En los días siguientes reunió a los principales dirigentes que lo acompañan para diseñar incursiones en distintos lugares del país con la meta de sumar al Frente Renovador a peronistas que están fuera del kirchnerismo. Ese es, quizás, el principal desafío de Massa hacia 2015. Pero hasta ahora quedó en el plano de la enunciación de la estrategia, ya que no trascendió si esas gestiones comenzaron y, en ese caso, con qué resultado.
Luego logró un hacerse tenuemente al criticar a Mauricio Macri por no haber echado a su asesor Jaime Durán Barba por sus elogios a Hitler y su mejor movida fue la foto con Insaurralde en Tigre. Por lo demás, siguió criticando la inseguridad y la inflación como en la campaña. Su último intento de posicionarse fue una gira que realizó por España con interlocutores que no tienen el suficiente peso como para justificar que la noticia llegara a las tapas de los diarios, incluso las de los opositores al Gobierno.
Desde España, Massa festejó la salida de Guillermo Moreno y elogió la designación de Capitanich, a quien había tratado como gobernador cuando él era jefe de Gabinete de Cristina. Es que así como era tan fácil criticar a Moreno, es difícil para la oposición cuestionar de antemano a Capitanich por su perfil dialoguista y conciliador y su formación inicial como economista en la ortodoxia liberal.
Hay sectores del establishment que tienen la esperanza de que Capitanich en algún momento se despegue del kirchnerismo, la misma que tuvieron con Scioli sin que se les hiciera realidad. Pero también es cierto que así como para las legislativas en la provincia de Buenos Aires el oficialismo enfrentó a Massa con Insaurralde, el candidato que más se le parecía, ahora eleva a la Jefatura de Gabinete a un moderado. Para el intendente de Tigre hubiera sido mejor tener enfrente a la mayor cantidad posible de “morenos”.
Massa tendrá un nuevo escenario el 10 de diciembre, cuando asuma su banca. A los desafíos de construir una fuerza política nacional, de aventajar en las preferencias de los votantes a Mauricio Macri –su principal competidor por el mismo espacio–, y de sacar el máximo provecho de eventuales errores del Gobierno, ese día se le sumará uno más: sacar la cabeza por encima de los otros 256 diputados. Massa es inteligente y tiene una fuerte determinación política para llegar a ser presidente, pero a dos años vista, aun con ayuda mediática, no parece que tenga por delante un camino muy sencillo.
24/11/13 Miradas al Sur
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