miércoles, 27 de noviembre de 2013
La pregunta por el desarrollo
Héctor Palomino es sociólogo especializado en temas laborales. En esta entrevista, plantea los desafíos del desarrollo argentino y reflexiona sobre el mundo del trabajo a partir de las entrevistas que Arturo Fernández y Andrés Schipani concedieron a Agencia Paco Urondo.
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Por Nahuel Placanica
El desafío del desarrollo
En un mundo en crisis, Latinoamérica ha experimentado un ritmo de crecimiento económico tal que la región se posiciona como una de las más dinámicas. El desafío de los años por venir no parece ser otro que el del desarrollo.
Desde una perspectiva histórica, Héctor Palomino describe la trayectoria de crecimiento argentina de la siguiente manera: “El país creció hasta el 74 y ahí empezó un declive que duró hasta la crisis de 2001- 2002, después empieza esta senda de crecimiento nuevo, que en el fondo quizás logre niveles superiores a los del 74, es decir, estamos retornando al punto donde había quedado anclada la historia”. En el medio, la larga noche neoliberal.
Palomino recuerda un berretín de los intelectuales durante los noventa: “Todos entendían la crisis que estábamos viviendo en términos de Robert Castel”. Este intelectual francés había analizado el declive de los asalariados en la sociedad francesa y europea en su texto La Metamorfosis de la cuestión social (1995). Sin embargo, visto desde el presente, las interpretaciones no parecen importables.
“Mientras en Europa el declive era lento y terminó por extenderse en el tiempo, en Argentina fue abrupto, un colapso de la mano de la convertibilidad y la desindustrialización”, diferencia Palomino, quien además trae a colación una de las últimas conferencias de Castel en la que señalaba las trayectorias disímiles que tuvieron el viejo y el nuevo continente. “En 2011 él reconoce que en este momento Francia y Europa van mal, pero que Argentina y Brasil, si se analizan en términos de trayectoria, tienen una dinámica mucho más positiva, más allá de que uno encuentre algunos problemas graves”.
APU: ¿Qué características tuvo la salida argentina?
Héctor Palomino: Si uno mira Brasil, la recuperación en su trayectoria está más vinculada a la mejora en la situación de los sectores de bajos ingresos, que también ha tenido como resultado un proceso de igualación a través de políticas de transferencia de ingresos hacia los sectores populares. En Argentina hubo esquemas de transferencia como la AUH, pero lo más importante fue la negociación colectiva de los salarios. Un punto clave en la salida argentina son los sindicatos ya que se restituyeron mecanismos laborales, con todas las instituciones que lo sostienen: un trabajo con derechos y garantías.
Sobre este tipo de empleo, los sindicatos ejercen su representación. Por eso es importante retomar a autores como Julio Godio, que colocaba en los sindicatos una atención especial. Dentro de su visión eran los que podían conducir a la clase trabajadora y darle participación y presencia en los sistemas políticos contemporáneos.
Cuando se le exige a este modelo que logró sacarnos del infierno que resuelva problemas de larga data y en algunos casos casi seculares, a veces las discusiones no están bien situadas. Por ejemplo, hay pobreza estructural que ya estaba en la década del 60, por más que hayamos avanzado en forma considerable, sigue habiendo bolsones de pobreza. Muchos analistas tienen la clave de interpretación anclada en el momento de la crisis, entonces no encuentran palabras para nombrar lo que estamos viviendo.
APU: ¿Cómo piensa el desarrollo en relación a los capitales extranjeros?
Héctor Palomino: Cuando uno hace un balance de lo que dejó el neoliberalismo, observa que una proporción importante de empresas grandes en Argentina son extranjeras, algo más de 300 entre los 500 más grandes. El grado de extranjerización a comienzos de los noventa era menor. De todas maneras, esto viene variando lentamente. En general, las empresas nacionales son medianas y pequeñas, siendo el corazón de la industria.
No existen ejemplos de países que se hubieran desarrollado en base a inversiones extranjeras, en general, cuando se piensa en desarrollo se habla de empresas estatales o impulsadas por el Estado. Aunque algún tipo de combinación con empresas extranjeras hay, el tema es no perder la capacidad nacional de orientación del desarrollo.
Ahí la impronta estatal es la clave, es difícil que haya desarrollo sin una presencia estatal importante. Por eso una vez más vuelvo sobre Godio, él pensaba cómo combinar socialismo con mercado, abriendo una discusión acerca de qué es el capitalismo y las posibilidades del desarrollo.
APU: En Argentina cuando se habla de desarrollo, muchas veces se relaciona con desarrollismo y la experiencia Frondizista. Usted mencionaba la inquietud de Godio sobre China. En ambos casos, veo un disciplinamiento del trabajo y su precarización, ¿Cómo piensa usted ese factor común?
HP: Cuando se piensa en los tipos de trabajo que hay hoy habría que ver hasta qué punto el disciplinamiento del capital sobre el trabajo es una garantía para el desarrollo. Es una creencia muy sesentista; muchos decían en aquella época que una de las trabas para el desarrollo era la potencia de los sindicatos.
Si uno mira esta idea colocada hoy, se ve que en este proceso de crecimiento a través de la expansión del mercado interno y el consumo, en realidad la demanda salarial de los sindicatos ha funcionado como un elemento de expansión económica. Es cierto que si la demanda sindical es desmesurada, puede no dar tiempo a que se acomoden otras variables como tipo de cambio y competitividad, pero eso requiere mucha coordinación y política.
De todas maneras, no creo que el término “desarrollismo” sea del todo preciso para caracterizar el momento actual. Por eso esto que te decía de los contemporáneos que siempre piensan el presente con categorías del pasado.
Contrapunto con Arturo Fernández
A partir de la entrevista concedida por Arturo Fernández a Agencia Paco Urondo, Palomino propone un contrapunto con el politólogo acerca de la fragmentación sindical actual. “Mi amigo Fernández plantea una correspondencia entre fragmentación sindical y fragmentación laboral, es decir, que las diferencias políticas entre los sindicatos tiende a reproducir diferencias en la base productiva”.
En ese marco, Fernández ejemplifica comparando las diferencias salariales entre gastronómicos y camioneros. Sin embargo, Palomino relativiza las distancias. “En realidad, hay un proceso de igualación, las diferencias no son enormes, los salarios de convenio se parecen”.
“En la inmensa masa de trabajadores registrados, como su salario está determinado por la negociación colectiva, los salarios tienden a converger”. En esa línea, concluye: “En este momento las quejas no son por las diferencias salariales, sino por la igualación salarial. Si vivís en un departamento, escuchás quejas sobre los encargados de edificios porque tienen sueldos que crecieron mucho y tienen cubierto el alquiler por convenio”.
APU: ¿Cómo puede haber igualación si todos los trabajos son diversos?
Héctor Palomino: Primero, insistiría en esto: la negociación colectiva tiende a igualar salarios y esto no es muchas veces percibido. Las escalas salariales de los convenios colectivos tienen diferenciales reducidos, más que los que daría el mercado. El mercado tiende a ahondar las diferencias de ingreso, si uno piensa quienes son los fuera de convenio en Argentina, ahí encuentra las diferencias más grandes, que es la que se da entre los gerentes y los no registrados.
Cuando se piensa en temas tales como unidad de clase, suele caerse en la inmanencia de lo productivo como productor de la unidad, pero no tiene que ver con eso. Es un problema de coordinación. Lo que nos enseña la experiencia Argentina es a pensar en otros términos, tenemos que mirar en esta igualación que mencionaba antes, que se da en el marco de los convenios colectivos. Ahí podemos ver una igualación entre categorías muy diversas. La coordinación es clave para entender la unidad de clase, si se piensa sólo desde la estructura productiva, siempre se van a encontrar diferencias.
Una respuesta posible a Andrés Schipani
Retomando una entrevista realizada por Agencia Paco Urondo al politólogo Andrés Schipani sobre la actualidad sindical argentina, Palomino menciona una diferencia de criterio con el joven de la Universidad Di Tella:
Héctor Palomino: Muchos colegas hablan de “revitalización del mundo sindical”, el término es importado de una discusión europea y norteamericana con respecto al tipo de estrategia que se dieron los sindicatos para evitar su declive porque estaban perdiendo afiliados. Aquí este proceso ha nutrido de afiliados y recursos a los sindicatos, pero por el propio crecimiento económico y no por un cambio de estrategia como aquellos sindicalistas europeos o estadounidenses que buscaron detener la crisis sindical. Esta revitalización local es deudora del crecimiento económico.
En todas partes del mundo los sindicatos están en declive, pero acá vuelven a ser un actor político relevante. Habría que ver cuáles son las diferencias con el pasado. Hoy no tienen la potencia para instalarse en el seno del aparato del Estado, pero esto tiene que ver con una lógica del Estado y no de los gremios. La distancia la genera el propio Estado, por primera vez un gobierno peronista rompe el mecanismo de intercambio corporativo.
Esta novedad Schipani la percibe como un debilitamiento sindical, yo lo percibo como un fortalecimiento del Estado. Tiene razón en que los sindicatos no son los que eran, pero porque el Estado no es lo que era. Es éste el que cobra autonomía y define la política del Ministerio de Trabajo. Antes el Ministro era un representante de los sindicatos ante el Estado, ahora es un representante del Estado frente a las fuerzas sociales.
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