lunes, 25 de noviembre de 2013
América LATINA: un paraíso explotable .
La formación del Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA), es un instrumento que busca apalancar el control hegemónico de Estados Unidos y apropiarse de las fuentes excedentes de las actividades primarias de América Latina.
Por medio de este acuerdo EEUU pretende institucionalizar los instrumentos de control de corte policiaco y militar en la región; acentuar el saqueo de los recursos naturales (minerales) del continente, regulando de manera racista los flujos de migración; extender el libre flujo de capitales, pero impidiendo el libre mercado laboral; destruir la incipiente cadena industrial y productiva de los países de la región, privatizar el petróleo, el agua y la biodiversidad; mantener el control de la inversión científica de la región, etc.
Con el ALCA se pretende dar a las compañías multinacionales y a los bancos estadounidenses un acceso incontrolado a los mercados, las materias primas y a la mano de obra, mientras que se limita la penetración europea y japonesa, protegiendo los mercados de EEUU.
En síntesis, el área de libre comercio, como bien decía el escritor y analista Andrés Barreda, lejos de impulsar el desarrollo de los países latinoamericanos, representa un asalto a su economía.
Debido a los tantos compromisos que los regímenes en América Latina tienen con EEUU, usualmente se siguen de manera servil sus posiciones en los foros internacionales, proporcionando fuerzas militares nominales para sus excursiones intervencionistas, y suministrando así una hoja de parra para lo que en realidad son acciones unilaterales. Ya lo explicaba en una anécdota el que fuera entonces Secretario de Relaciones Exteriores de México, el Lic. José Ángel Gurría: "nos encontramos limitados en las decisiones que se tienen que tomar en el ámbito mundial, por lo que tenemos que acatar la voluntad de nuestro vecino o bien atenernos a las consecuencias; y como nuestra economía depende en alto grado de éste, no podemos estar en contra ahora y pedirles un favor después.
El sistema imperialista neomercantilista que coadyuva a la formación del ALCA, constituye una de tantas iniciativas unilaterales tomadas de acuerdo con los regímenes satélites de la región, sin la consulta popular. Considerando los altos niveles de descontento en la región bajo los regímenes neoliberales, la imposición de este imperialismo neomercantilista llevaría probablemente a condiciones sociales explosivas y a la reemergencia de alternativas nacionalistas y socialistas; y la doctrina militar antiterrorista de Washington, con sus amenazas de intervenciones violentas y su presencia militar activa y directa, serviría de arma ideológica útil para imponer dicho imperio.
Sin embargo; creemos que la estrategia imperial de militarización de EEUU requiere, para imponer un imperio neomercantilista, de mayor capacidad para incorporar a nuevos aliados y hacer necesaria la preparación para diversas formas de lucha.
Actualmente EEUU no tiene aliados fuertes, ya que los grupos que están tomando más fuerza son precisamente los que compiten contra él, como la Unión Europea. Y cabe resaltar que América Latina ha reforzado en los últimos años sus relaciones socio-comerciales y diplomáticas con la Unión Europea, por lo que ésta representaría para México (y para el resto de Latinoamérica) una vía de salida del régimen que nos han impuesto los Estados Unidos; situación que se convertiría en una amenaza, competitivamente hablando, para el estado hegemónico.
RECURSOS HÍDRICOS
Según cálculos de la ONU, cerca de 1000 millones de personas no tienen acceso a agua potable segura; 2,5 mil millones carecen de sistemas sanitarios adecuados, y más de 5 millones de personas fallecen anualmente a causa de enfermedades relacionadas con el agua, diez veces más de quienes mueren en conflictos armados cada año.
Pero si la lógica del capitalismo neoliberal y la globalización imperialista siguen reinando, en unos años la gente morirá no solo por falta de agua, sino también por las guerras y conflictos violentos que se generarán entre países y bloques de países por el dominio de los recursos acuíferos.
Se ha dicho incluso, con razones evidentes, que las guerras del futuro ya no serán más por el petróleo, sino por el agua.
Observando la crisis del agua que avanza a pasos agigantados, como parte de la degradación general que el actual sistema capitalista le crea al medio ambiente planetario, se alcanza otro punto de vista para comprender la importancia y la urgencia que Estados Unidos le concede a su actual proyecto recolonizador de América Latina y el Caribe.
América Latina y el Caribe, con 12 % del área terrestre total y 6 % de la población mundial, poseen alrededor de 27 % del agua dulce del planeta, aunque, no obstante, casi un tercio de los habitantes de la región carece de acceso al agua potable y una proporción similar no cuenta con servicios de alcantarillado y acueductos.
Para el eminente economista y politólogo Samir Amin, la estrategia de expansión hegemónica de los Estados Unidos ahora se concentra en el petróleo, pero mañana el objetivo será el agua. "Ahora quieren invadir a Iraq, advirtió Samir Amin en el III Foro Social Mundial de Porto Alegre, pero no se sorprendan si después decidieran invadir a la Amazonia."
Si la predicción del célebre académico resulta demasiado apocalíptica es algo que solo el tiempo dirá, pero desde ya podemos estar seguros de una cosa: si el ALCA, el Plan Puebla Panamá, el Plan Colombia y los Tratados de Libre Comercio con nuestros países, se consolidaran definitivamente, ello propiciaría la privatización y extranjerización de los más valiosos recursos de América Latina y el Caribe, entre ellos el agua.
Si ese futuro infernal se diera, si los pueblos latinoamericanos y caribeños no pudiéramos detener la avalancha de dominación imperialista que se nos viene encima, acrecentada y violenta como nunca antes, se habrá de ver cómo se vende por todo el mundo nuestra riqueza hídrica, a precios fabulosos, bajo el rótulo de firmas norteamericanas, mientras que en la región la gente se morirá de sed si no tuviera para comprar lo que siempre fue suyo, un don de la tierra y de la vida.
Estados Unidos ha escogido la militarización de la globalización porque no puede actuar de otro modo.
El aserto del profesor Samir Amin, destacado pensador social de Egipto, describe fácilmente el comportamiento de las clases dominantes estadounidenses en los últimos años, incluso antes del 11 de septiembre, aunque los atentados terroristas potenciaron la actitud fascista del grupo que hoy detenta el poder en Estados Unidos y lo llevaron a aventuras de prepotencia nunca vistas.
Samir Amin tiene dos conclusiones: una, el imperialismo global ya es obsoleto (y tal vez por eso más salvaje); dos, la tarea principal de la humanidad es derrotarlo para evitar que convierta al mundo en una especie de apartheid global.
Si el imperialismo precisa llegar al extremo de la militarización de la globalización, se debe, sin duda, a que la aplicación del neoliberalismo a escala planetaria está sufriendo reveses que lo inducen al empleo de su enorme aparato de guerra para lograr sus objetivos económicos y políticos.
No se trata solamente de las agresiones y la ocupación de Afganistán e Irak. Habría que incluir en esta política la aplicación de un Plan Colombia que se quiere extender a por lo menos toda el área andina de América del Sur, ya que, hasta ahora, no tiene un contrapeso que le haga peligrar el dominio de América Central, bien sujeta gracias a los gobiernos incondicionales de Washington. Hay que añadir la extensión de las bases militares por el Medio Oriente y Asia e, incluso, al reforzamiento militar de un Israel nuclear con una furia antipalestina y criminalidad sin precedentes.
Los obstáculos que tiene la aplicación del neoliberalismo y la agresividad de Washington son una respuesta a la toma de conciencia de las grandes masas que se ven perjudicadas por la aplicación de la doctrina de la libertad absoluta de mercado.
En los mismos países desarrollados se calcula en 1 500 millones de personas que se encuentran por debajo de la clase media y que están viendo crecer sus diferencias con los sectores que más riquezas acumulan, digamos, en las naciones de la Organización de Cooperación y Desarrollo, que agrupa a cerca de los 30 países de mayor desarrollo económico.
Esas masas tienen un sentimiento antiglobalización neoliberal cada vez más acentuado y no se puede olvidar que las grandes manifestaciones alrededor de las reuniones de la Organización Mundial de Comercio, del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Grupo de los Siete, se produjeron en los países de mayor desarrollo, no en el Tercer Mundo, aunque las masivas protestas luego se extendieron a la parte pobre del planeta, y en América Latina se han expresado como un fuerte movimiento contra el Área de Libre Comercio de las Américas, como indican los bien frescos ejemplos de Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador y Bolivia.
Toda la política de Washington se aplica mediante agresiones, amenazas y chantajes, con empleo del FMI como instrumento de coerción económica, y, aunque cacaree más que nunca sobre la democracia, la realidad demuestra que el capitalismo es más incompatible con ella a medida que pasa el tiempo.
Estas son algunas de las ideas que se manejan de forma teórica en el encuentro del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) que tiene lugar en La Habana y cuyos miembros demuestran de paso el comprometimiento de este destacamento intelectual en la lucha de los pueblos por derrotar lo que el imperialismo global considera su destino de dominación. Las ciencias sociales forman parte de la Batalla de Ideas y sus pensadores están conscientes de su papel y su compromiso con una humanidad en peligro por las agresiones militares imperiales y por la destrucción del entorno mundial acelerado por el neoliberalismo.
El doctor Francisco de Oliveira, de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, destacaba cómo en América Latina el salvajismo de los ajustes estructurales, recetas neoliberales o economía de mercado —comoquiera que se le llame— ha hecho insostenibles las estructuras tradicionales de la democracia representativa que durante tanto tiempo se proclamó en el continente.
Las instituciones "democráticas", que se basaron en los partidos tradicionales para implantar las líneas diseñadas por Washington, no han aguantado el empuje de las masas hambreadas y saltan con frecuencia en pedazos ante la sublevación de esos indígenas tan secularmente despreciados.
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