domingo, 28 de abril de 2013

EL COSTO DE MACRI

Tango Pasión de Multitudes Mezcladito Macri logró su objetivo, pero con un costo muy alto Por Felipe Deslarmes fdeslarmes@miradasalsur.com Represión en el Hospital Borda. La inédita y brutal represión desatada en un hospital público para avanzar en el negocio millonario que implica la construcción de un Centro Cívico en la zona sur de la ciudad revela a un gobierno capaz de cualquier atropello, incluso institucional, por lograr sus fines. Represión y negocios, la fórmula de Macri. El viernes, el aparato represor de la Policía Metropolitana mostró su fase más violenta y desconoció en sus ataques: discapacidades, fueros parlamentarios y hasta la diferencia entre hombres con armaduras y personas indefensas, incluidos pacientes psiquiátricos y mujeres. Miradas al Sur estuvo allí desde temprano y habló con médicos, gremialistas y legisladores que intentaron frenar la brutal represión policial y la destrucción de los talleres protegidos. Luego de la crónica, resultarán todavía más inexplicables los dichos del jefe y la vicejefa del Gobierno porteño, Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, respectivamente, cuando al finalizar la jornada respaldaron el “procedimiento policial”, frente a los mismos medios cuyos trabajadores fueron agredidos furiosamente, argumentando que lo importante era “no ceder ante los violentos” y que “esto se hace a favor de los que trabajan ahí y de los vecinos. No se entiende este nivel de agresión, no hay razón alguna. Cuatro de cinco gremios estuvieron de acuerdo”. Desde las 6, la mañana había empezado difícil para los trabajadores del Hospital Borda a los que impedían ingresar a cumplir sus funciones por lo que llamaron a sus representantes en el gremio y en la Legislatura para reclamar la defensa de sus fuentes de trabajo y para denunciar la instalación de un vallado, el ingreso de maquinaria pesada que incluía grúas, palas mecánicas y camiones pero, sobre todo, por la presencia de centenares de policías con armaduras modernas, gases e itakas. “La policía no fue a enfrentarse con nadie”, diría Vidal al atardecer. No parecía. Fundado en 1865, el Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial José Tiburcio Borda está situado en la calle Dr. Ramón Carrillo 375, en la parte sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En la pared de enfrente del psiquiátrico un graffiti advierte: “Se prohíbe el ingreso de cámaras al hospital. Lo que pasa aquí adentro NO SE PUEDE MOSTRAR”. Detrás de altas rejas, sobre la calle principal, hay una guardia privada controlando qué se ingresa en mochilas y bolsos. Desde la entrada, su fachada imponente en reparación muestra un pequeño estacionamiento y luego un gran bloque de concreto que sirve de frente a una estructura pabellonal de altas moles idénticas entre sí, separadas por espacios verdes. El extenso parque sobre Carrillo. Pasando esa mole hay un parque donde deambulan algunos pacientes que a veces se acercan a algún visitante para pedirle un cigarrillo o algún dulce. Una canchita de fútbol en desuso, un edificio en mal estado con paredes y persianas rotas, dan muestra de un abandono estatal. En algunos casos faltan directamente las ventanas y los marcos. La apatía llegó al punto de que durante más dos años distintas organizaciones reclamaran la reinstalación del gas; algo que no se efectivizó hasta que lo exigió la Justicia. Un pequeño patio sirve de congregación a un grupo de internos en el espacio donde se instala diariamente LT22 Radio La Colifata, una emisora gestionada por los internos que no cuenta con apoyo institucional y que busca resaltar de manera creativa que quienes allí viven son sujetos de derecho. Más allá: tierra, un pequeño edificio multicolor utilizado por el Frente de Artistas donde solidariamente realizan actividades con los internos y sus familiares tendientes a colaborar con su integración de una manera humana. Sobre la derecha, un paredón delimita la Unidad Penal 20 que recluye a inimputables. Siguiendo por el medio del terreno arbolado, una pequeña construcción donde luego se atendería a las víctimas de la violencia policial. Ya desde ahí se veía a unos 500 metros un vallado de chapas y a la Metropolitana con protectores, escudos, gases, rifles y bastones apostados para la guerra, en una actitud poco negociadora que no se condice con la vocación de amor y paz que pregona el jefe de Gobierno porteño adepto al Sri Sri Ravi Shankar. Ya con gremialistas, personal de Salud de otras instituciones, vecinos, legisladores y medios de comunicación presentes, posicionados enfrente de la Policía, comenzaba la primera de cuatro oleadas represivas. Una enfermera que necesita de un bastón para trasladarse fue arrastrada del brazo 100 metros hasta llevarla detenida. Los pedradas en respuesta a las agresiones no tardaron en aparecer. Diputados que mostraban sus fueros parlamentarios reclamando que la autoridad al frente del operativo se presentara, eran rociados con gas pimienta y salvajemente golpeados. Pacientes y familiares que deambulaban recibían disparos de balas de goma. Médicos y trabajadores eran golpeados con palos, empujados con los escudos y literalmente pasados por arriba. Uno de los primeros medios en llegar fue Crónica TV y el nivel de agresión que testimoniaban llevó a todos los medios a enviar corresponsables. En diciembre pasado se había aprobado, entre otras leyes, una que aprobaba la venta del Edificio del Plata, ubicado a metros del Obelisco y donde se establecía que el dinero producto de la venta se destinaría al desarrollo de los anteproyectos, proyectos y obras de la nueva centralidad administrativa en el sur de la ciudad. Según consta en la versión taquigráfica, el jefe del bloque macrista, Fernando De Andreis, dijo: “Votaremos el texto tal como está. Pero quiero decir que quedó en claro que no se avanzará en los terrenos del Hospital Borda”. Palabras reforzadas y repetidas por el compromiso del vicepresidente primero de la Legislatura porteña, Cristian Ritondo. Sin embargo, la demolición de los talleres protegidos responde a la intensión manifiesta de crear el Centro Cívico en esos terrenos. Cada hora que pasaba, se acercaban más vecinos, más medios y más políticos de todos los partidos, menos del PRO. La segunda oleada ocurrió pasadas las 8.30 y de democrática sólo tuvo que fue para todos por igual. Un policía que usaba una boina de costado y lentes oscuros emulando a algún boina verde de una película de guerra avanzaba disparando como si se tratara de bolitas de pintura. A sus costados, los policías avanzaban en línea, como en una demostración de práctica. Se adelantaron 100 metros y sostuvieron su posición mientras los presentes que habían retrocedido se acercaban a cuestionar sus métodos. Algunos filmaban con sus celulares los rostros debajo de los cascos aunque los más violentos tenían su cara tapada y no llevaban la identificación reglamentaria. Un fotoperiodista de Clarín había recibido un balazo de goma en la cara y en lugar de recibir atención médica fue llevado preso junto con otros detenidos. Se decía que en la guardia tenían orden de no atender a los heridos que no fueran internos y, por eso, se había improvisado un espacio de asistencia en un patio alejado. La Colifata nunca dejó de realizar su transmisión. Rodeado de los internos que habitualmente participan de esta actividad. Los parlantes reproducían sus observaciones de lo que ocurría: “A veces querés salir de acá corriendo; pero cuando ves los noticieros, querés correr para acá”. Uno de los separadores de la radio dice: “Los locos no son locos”. Al medio día, la concurrencia ya era masiva. Como si existiera la posibilidad de frenar tanta ferocidad haciéndoles comprender lo impopular de su accionar. La violencia pronto alcanzaría la categoría de obscena. Los trabajadores de prensa intentaban testimoniar lo que ocurría y mientras entrevistaban a los profesionales de la salud, gremialistas y legisladores allí apostados, los policías volvieron a avanzar, disparando balas de goma en todas las direcciones y rociando con gas pimienta a quien les opusiera alguna resistencia. La violencia iba creciendo y la represión era cada vez más salvaje. A un costado, el periodista de C5N mientras eran atropellados por las líneas policiales le gritaba a su camarógrafo que grabara en tal dirección y el camarógrafo que intentaba mantenerse en pie sosteniendo la cámara giraba su cabeza hacia donde creía estaba su compañero y, con los ojos como dos pelotas de ping pong rojas tajadas horizontalmente, y llorosos y ciegos, le respondía: “¡No puedo! ¡Me tiraron gas pimienta! ¡No veo una mierda!”. Un poco más allá, un delegado de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) recibía un itakazo con perdigones de goma a menos de un metro lo que le dejó 13 agujeros en la espalda, en un círculo muy pequeño, a la altura de los riñones. Cayó al piso de tierra, pedregoso, y le pasaron por arriba lastimándole además los brazos. Cuando pudo levantarse, notó que a su lado, en el piso, un cartel en lona plástica amarilla abandonaba la consigna: “Disculpá las molestias”. Damián Vilela es ese delegado de ATE, en diálogo con Miradas al Sur denunciaba: “Me dispararon de al lado, ni siquiera respetaron la distancia mínima... y me apuntaron al riñón, para romper”. La Policía obligó a los concurrentes a replegarse algo más de 200 metros y se detuvieron. La gente volvió a juntarse cada vez con menos paciencia. Pero una orden hizo que la guardia retrocediera hasta el vallado, luego hacia la izquierda y finalmente se retiró detrás de las chapas. Luego de un breve desconcierto, algunas organizaciones decidieron concentrarse e improvisar una asamblea que decidió, como primera moción, que un grupo de 50 personas fuera con la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) a la Comisaría 4ta para exigir la liberación de los detenidos. Ismael Jalil, de Correpi, expresó: “La lectura que hacemos nosotros es la misma que sostenemos desde hace tiempo y que tuvo su mayor corolario cuando el Indoamericano, sólo que esta vez no participó La Federal, y que no es distinta de la represión de La Rioja, Catamarca o San Juan. Sabemos que el gobierno de Macri es capaz de cualquier accionar con tal de concretar sus negocios inmobiliarios, pero lo que sí notamos es una resistencia popular cada vez mayor. También sabemos que cuantos más seamos, más difícil se les va a hacer seguir con esta metodología porque quedará en evidencia”. Mientras tanto, la asamblea evaluó lo ocurrido comprendió que mientras ocurría la represión, detrás del vallado las topadoras terminaban de demoler los talleres. Un grupo de ATE realizó una asamblea interna aparte para decidir si se convocaba a un paro, pero eran interrumpidos por los primeros asambleístas que reclamaban que se hiciera un planteo conjunto. Mientras tanto, un grupo pequeño con los rostros tapados, exacerbados por la violencia recibida y la tensión del ambiente, comenzaba a retirar las chapas para constatar que no había quedado nada de los talleres y que la Policía, lejos de irse, estaba esperando ese momento. Fue el momento en que volvieron a escucharse los disparos y volvieron a responder con piedrazos. El diputado Fabio Basteiro (Buenos Aires para Todos) recibió dos balazos de goma, palazos y gas pimienta en los ojos directamente: “Esto comenzó temprano y fue terrible, pero lo peor es que montaron todo este aparato represivo como un distractivo para poder demoler”. Remarcó que la Justicia todavía no se había expedido respecto de la anulación o no de la cautelar que impedía la construcción del Centro Cívico en esos terrenos y subrayó que la Legislatura podría haber sido un elemento catalizador del conflicto. “Lograron su objetivo a costa de 10 detenidos y más de 50 heridos.” Calificó la agresión como de irresponsable y advirtió que pudo haber muertos. “Fue una situación caótica. No respetan ni las instituciones.” Estaban presentes también los legisladores del Frente para la Victoria: Juan Cabandié, Horacio Pietragalla, Francisco Tito Nenna y María Rachid; el diputado Alejandro Bodart y Rafael Gentili del Mov. Proyecto Sur; la diputada de Buenos Aires para Todos, Laura García Tuñón. También la ex diputada y dirigente del MST Vilma Ripoll, quien indicó a Miradas al Sur que “macri logró su objetivo, pero tendrá un costo muy alto”, en referencia a que logró derribar los talleres pero que deberá pagar un alto costo político. “Esta brutal represión que la Policía Metropolitana desató contra trabajadores, pacientes, familiares y Legisladores nos recuerda las fuerzas de ocupación de las peores dictaduras cando ingresaban con topadoras y tanques”, observó el diputado Edgardo Form (Frente Nuevo Encuentro) y agregó que aparecieron por la madrugada para tomar por sorpresa a todos. “La Policía se hizo presente para proteger a la empresa que derribó los talleres protegidos vulnerando las normas de la Justicia, porque está vigente la cautelar que impedía que lo hicieran... está más que justificado un pedido de apelación y de pase al costado”. El legislador y médico Jorge Selser (Partido Socialista Auténtico) observó: “El macrismo ha asumido con el único objetivo de hacer negocios y su ambición, no tiene límites”. Recordó que este tipo de represión es inaudito en los terrenos de un hospital público. “Tengo 60 años y he vivido dos dictaduras, la del ’66 y la del ’76; nunca había visto una represión así en un hospital”. Y si bien hay decisiones que deberán tomarse en conjunto con su bloque y con los demás bloques de la Legislatura, “debemos llamar a una sesión especial donde estén presentes los responsables de todo esto y pedir las renuncias correspondientes. Creo que el caso amerita un pedido de juicio político contra Macri”. Poco después, cerca del pabellón, un artista que concurre eventualmente al Borda para dar una mano, hablaba con otro. Por atrás, se le acerca un interno con claras marcas de angustia en su rostro, un padeciente. Le toca el hombro y le pide un abrazo. El artista acude y ese encuentro que duró un par de minutos alivió su penar. 28/04/13 Miradas al Sur GB

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